LA CARABELA "Niña II" EL 20 de agosto 1962, por la noche, salí de la Estación del Norte de Madrid con billete.

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LA CARABELA "Niña II"

EL 20 de agosto 1962, por la noche, salí de la Estación del Norte de Madrid con
billete para
San Sebastián. Veintiocho días más tarde, el 17 de septiembre, a las nueve de la
noche, regresé a Madrid en el coche de LA ACTUALIDAD ESPAÑOLA, por la
carretera de Andalucía. Cuando salí llevaba una consigna : «Tienes que salir de
Guetaria en la carabela "Niña II".»
Entre el 24 de agosto, viernes, y el 12 de septiembre, miércoles; entre Guetaria y La
Rábida ; entre separarnos del muelle a golpe de remo y fondear el ancla con
ruidos de zambullidas, estuve a bordo de la «Niña». Durante veinte días o
diecinueve singladuras no supe lo que pasaba, una milla siquiera, más allá de su
costado. Formé parte del barco y lo miré con
el doble ojo de testigo y protagonista sin posibilidad de distinguir, con la precisión
del corte de un bisturí, la aventura de los demás y la propia, digamos, aventura.
Ocho hombres en una carabela suman dieciséis manos : pocas son como distraer
constantemente una en
la anotación de lo ajeno. Por eso quizá por eso no supe contar, completo y con
orden,
el viaje cuando mi mujer y mi madre, el mismo día de la llegada a Huelva, me
pidieron
un relato «No sé... Esto y lo otro... Una vez pasó que.... Dicen que lo más difícil es
conocer lo nuestro. Aquella mañana, la «Niña» era algo nuestro, íntimo, dè la
revista y mío...
Ahora es otra cosa : «Tu reportaje ha terminado en Palos». Ahora ya se pueden
barajar notas y recuerdos. El viaje le llamamos «periplo», con sabor de viejos
andares
y navegaciones, de Madrid a Madrid, pasando por kilómetros de tierra y millas


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Cristobal COLON


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La "Niña II": Un díscolo, gracioso e histórico cascarón
«Esta es la "Niña". ¿Qué te parece?», me dijo Etayo en el muelle de Guetaria.
Estaba
la marea baja. Yo la miraba desde arriba. Me pareció divertida, estrecha e irreal.
Pero
me pareció, también, que «aquello» podía navegar. «Me ha parecido simpático a
simple vista..., me parece bueno..., me parece pedante.... Eso lo decimos muchas
veces sin saber
si el otro es, de verdad, bueno, simpático o pedante.
«Esto navega.» Y bien: ha navegado. Gallarda, valientemente. Tiene trece metros
de longitud ya saben, eslora y no me pareció pequeña ; treinta y cuatro toneladas
y no
me pareció menuda. La veía desde arriba... Luego, cuando embarqué, y durante
veinte días, no tuve oportunidad de tomarla toda entera con los ojos y con las
velas desplegadas. Sólo un poco al bañarnos, en los días de calma, o cuando, entre
Robert Marx, Michel Vialars y yo, buceábamos para arrancar de su panza las
barbas verdes.
Una panza gorda y gris, panza de ballena. Después, al poner el pie en el muelle de
la Punta del Sebo, de Huelva, se me ocurrió mirar hacia atrás, para verla.
Entonces, sí: «¡Diablos,
qué pequeña es...». Pero graciosa. Picuda de proa, estrecha de popa, cuadrada y
redonda
a un tiempo. ¿Espacio para moverse? : poco. Vean : unos siete metros de cubierta
entre
el palo mayor y proa. El bote los ocupa casi por completo. Una cámara de cinco
metros


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La "Niña II"
1962

La «Niña» navega. Gobierna ha gobernado mal, es pesada y no arranca ligera.
«¿Estabilidad?», preguntan todos. La tiene. Mucha. Durante la primera noche, a
la altura
del cabo Machichaco, dio dos bandazos mortales. Y se levantó. Durante el viento
norte fresco del 8 de septiembre, guiñaba y se acostaba como una descosida: siguió
adelante.
Es cierto que anda anduvo más en zigzag que en línea recta; cierto también que
necesitó,
a veces, tres hombres para mantener la caña del timón; que caía de cara al viento
con excesiva y molesta facilidad... que la maniobra de velas no pudo realizarse
con la prisa
que hubiésemos querido en muchas ocasiones. Bueno, todo es verdad. Tanto como
es verdad que la «Niña» ganará cualquier apuesta de «flotación» dentro de la
normalidad fuerte o fíoja de la mar.
Creo haber escrito tres adjetivos y un sustantivo: díscolo, gracioso e histórico
cascarón. Eso es. Está todo explicado, menos el «histórico». En este sentido, la
precisión y rigor
de Etayo son admirables: si reunimos todos los datos y verosimilitudes que existen
sobre las carabelas de Colón, no hay duda de que la «Niña» es la síntesis de todos
ellos. Desde los clavos hasta los motosas de madera, el barco es un puro celo de
historia. Claro que, cuando se está dentro y pasan días y días de mar, uno olvida
eso y se hace a la idea de que está en un buque en un chotas, como dicen Robert y
Michel sin más, y hasta suena rara
la palabra carabela. Lo que nos traía a la realidad eran los guiños de los barcos
grandes


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Cristobal COLON
Jueves,11 de octubre de 1492


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ESTAS fueron las últimas notas que Jesús Hermida tomó sobre la marcha poco
después de presenciar el desembarco «oficial» de los tripulantes de la «Niña II» el
día 26.
Son notas a vuela pluma, escritas según él mismo nos comunica sobre sus rodillas
en el viaje
en camión que efectuaron desde el lugar del desembarco hasta el centro de San
Salvador.
Notas: «Los tripulantes de la «Niña II» se acercan vestidos de época y con el
pendón en ristra.
No emoción. Beben, ansiosos, Coca-Cola. La gente que estaba esperando no
sobrepasaba
las sesenta personas. Suena un cencerro de un nativo. Es el homenaje de la llegada.
Los turistas americanos tienen pinta de turistas bajo el sol español. Los cámaras de
cine americanos visten pantalón corto. Podría ser muy bien la llegada de un
correo o de una película. Aguirre lleva el pendón de Castilla. Ferrer, el de los
Reyes Católicos. Suena a lo lejos una caracola. Todos ríen. Carlos Etayo y Robert
Marx llevan espada, y José, el arcabuz. Ferrer salta
el primero a tierra y se coloca entre los fotógrafos. José bebe en bota. Hay aplausos
leves y risas. Se dicen tres «Viva España», que todos, unánimemente, contestan.
Los tripulantes posan para los fotógrafos aficionados. Etayo está un poco
avergonzado. Lo importante es que han atravesado
el Atlántico. Es lo que importa y lo demás sobra, y no cuenta desembarco no
espectacular. Marchan a la iglesia cada cual por su lado, sin orden. Llega Michel,
corriendo. Van con sus «uniformes» mojados.. Vuelven a posar para los fotógrafos
ante la iglesia católica de San Salvador. La bandera de Castilla ocupa un lugar
preeminente en el Evangelio durante la Misa. Surge un improvisado maestro de
ceremonia. La casulla roja del Padre Sagaseta reluce junto a
su poblada barba. Noto gran emoción del Padre ante ésta su primera Misa


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La Niña, littéralement « l'enfant », est une des caravelles de la première
expédition de Christophe Colomb en Amérique, avec la Pinta et la
caraque Santa Maria, découvrant la première route aller-retour entre le
Nouveau Monde et l‘Europe.
La nef surnommée aussi Sainte Claire, était la plus petite des trois,
pouvant déplacer jusqu'à 20 hommes d'équipage et 50 tonneaux.
Les caravelles étaient protégées par un secret d'État au Portugal car
selon
la volonté du roi Jean II, ces navires ne pouvaient être vendus ou prêtés
aux étrangers sans son autorisation.
Sous le commandement du capitaine Vicente Yàñez Pinzon, elle quitta le
port
de Palos de la Frontera la nuit du 3 août 1492.
Christophe Colomb lui-même prend son commandement pour le voyage de
retour en compagnie de la Pinta, mais une tempête les sépare de celle-ci
avant d'arriver à Lisbonne le 4 mars 1493.
Robert F. Marx est l'un des pionniers américains de plongée sous-marine
et est mieux connu pour son travail sur les naufrages. Marx se spécialise
dans
la plongée en 1953 et en a pratiqué plus de 5 000. et est l'auteur de plus de
800 rapports ou articles et de 59 livres sur l'histoire, l'archéologie, des
naufrages
et l'exploration des épaves.
Il a été membre fondateur du Conseil sur l'archéologie subaquatique et de