Transcript Sócrates

Biografía
Sócrates nació en Atenas el año 470 a. c. de una familia, al
parecer, de clase media. Su padre era escultor y su madre
comadrona, lo que ha dado lugar a alguna comparación
entre el oficio de su madre y la actividad filosófica de
Sócrates. Los primeros años de la vida de Sócrates
coinciden, pues, con el período de esplendor de la
sofística en Atenas.
En el año 399 Sócrates, que se había negado a colaborar
con el régimen de los Treinta Tiranos, se vio envuelto en un
juicio en plena reinstauración de la democracia bajo la
doble acusación de "no honrar a los dioses que honra la
ciudad" y "corromper a la juventud".
Se negó a marcharse voluntariamente al destierro o a
aceptar la evasión que le preparaban sus amigos,
afirmando que tal proceder sería contrario a las leyes de la
ciudad, y a sus principios. El día fijado bebió la cicuta.
Planteo ético de Sócrates.
1. Para Sócrates es imposible hacer el mal si se
conoce el bien:
“Yo no creo que nadie entre los sabios admita
que alguien incurra en culpas por su propia
voluntad, ni que espontáneamente se haga
culpable de acciones feas y malas pues sabe
que todos los que llevan a cabo acciones feas
y malas las cumplen sin quererlo.”
(Prot., 345; en Mondolfo, Sócrates, op. cit., pág. 39)
Quien peca, lo hace por ignorancia; de ahí la
importancia de ayudar a los otros –discípulos y aun
interlocutores ocasionales- a clarificarse y a elegir
adecuadamente sus líneas de acción. Para él:
“la ciencia es una cosa bella, capaz de dominar al
hombre de manera que si uno sabe qué es el bien
y qué es el mal no puede ser vencido por nada ni
obrar de manera distinta sino que la sola sabiduría
basta para ayudar al hombre.”
(Prot., 352; en Mondolfo, op. cit., pág. 38)
Pero debemos observar que la ciencia, de acuerdo con el
párrafo anterior, no es para Sócrates un mero conocimiento
teórico sino que incluye la fuerza de carácter que permite
dominar los impulsos y purificar el alma; es a la vez el motor
de la acción y el faro que ilumina la meta a alcanzar. El
alcohólico, por ejemplo, que sigue bebiendo aun cuando
sabe los estragos que el alcohol causa en su organismo, no
tiene una ignorancia de tipo teórico sino una debilidad de
carácter que le impide resistir al impulso que lo lleva hacia
el alcohol.
“Quien se halla –dice Sócrates- bajo el dominio de los
placeres sensuales y llega a ser por ellos impotente
para hacer lo mejor (…) sirve a la peor esclavitud (…)
¿Qué diferencia hay entre el intemperante y el animal
más incapaz de ciencia?”
(Memor. IV, III; en Mondolfo, op. cit., pág. 40)
2. Unidad de las virtudes:
Para Sócrates no había una diferencia nítida entre virtudes sino
que cada una de ellas implicaba necesariamente a las otras.
Quien actuaba con valentía era justo y bueno y viceversa. El
“vivir bien” era vivir en el ejercicio constante de la virtud y esto,
a su vez, la consecuencia de preocuparse por purificar el alma.
“¿No sabes –preguntaba Sócrates- que a nadie
concederé la gloria de haber vivido mejor y con más
alegría que yo? Pues a mi parecer viven de manera
óptima quienes de la mejor manera se esfuerzan en
transformarse en óptimos y con alegría suma quienes
tienen más vivo el sentimiento de estar
transformándose continuamente en mejores.”
(Memor. IV, VIII; en Mondolfo, El pensamiento antiguo, tomo I. Losada,
Bs.As., 1964, pág. 163)
3. Los premios y los castigos morales:
Bondad y justicia no requieren para Sócrates otra
gratificación que la que otorga la propia “voz” interior. Se
relacionan con un estado de quietud y de calma a
diferencia de la perturbación que experimentan el injusto
y el malvado, que es mucho más dolorosa que cualquier
castigo externo.
Pero a todo esto debe añadirse la creencia de Sócrates
en el carácter divino del alma y su inmortalidad, lo que le
permite sugerir que en la otra vida el hombre justo
encontrará también un premio.
En realidad, Sócrates no hace referencia explícita a
premios o castigos determinados en la otra vida, pero
está claro que las tareas de purificación y liberación del
alma, en la medida en que ésta tiene raíces divinas,
apuntan hacia una beatitud en la inmortalidad.
Protágoras nació en Abdera el año 481a. c.; hacia
mediados de siglo se instaló en Atenas, entablando
amistad con Pericles, ciudad en la que alcanzó un
elevado protagonismo. Acusado de impiedad,
probablemente de ateísmo y/o blasfemia, por haber
afirmado en su libro "Sobre los dioses" que no es posible
saber si los dioses existen ni cuál es su forma o
naturaleza, se vio obligado a abandonar Atenas
refugiándose al parecer en Sicilia.
Pensamiento
Protágoras
defendía
el
relativismo
y
el
convencionalismo de las normas, costumbres y
creencias del hombre. Es su tesis más conocida y que
queda reflejada en la frase:
"El hombre es la medida de todas las cosas, de
las que son en cuanto que son y de las que no
son en cuanto que no son", uno de los fragmentos
que conservamos de su obra.
1. Si concebimos que el hombre al que se refiere
Protágoras es el hombre particular y concreto, el
individuo, Protágoras estaría afirmando un relativismo
radical, de modo que cada hombre tendría "su
verdad".
2. Si Protágoras afirma que el hombre es la medida de
todas las cosas parece que el relativismo se hacía
extensivo a los valores éticos.
3. En relación con la tesis del relativismo se desarrollará la
contraposición "nómos / physis", entre las leyes sociales
y la naturaleza. Las leyes sociales son el resultado del
pacto o de la convención entre los individuos; Dado
que no existe una ley que por naturaleza obligue a los
hombres a organizarse de esta u otra manera, las leyes
de la sociedad quedan sometidas al acuerdo o a la
convención de todos los hombres.
Biografía
Había nacido de 428 - 347 A.C., en el seno de una
familia aristocrática en Atenas.
Platón fue discípulo de Sócrates, de quien
inicialmente aceptó su filosofía y sobre todo adoptó
el método dialéctico de exponer su pensamiento;
presentándolo como el resultado de un debate en
que se llegaba a la verdad mediante sucesivas
preguntas y respuestas.
Pensamiento
Para Platón, el objetivo de la filosofía es establecer las
bases de la política para convertirla en una disciplina
que permita que la ciudad - que en su tiempo era
equivalente al Estado - sea justa; y los hombres sean
virtuosos y felices.
Lo guía el propósito de establecer qué papel
incumbe al filósofo en la vida de la ciudad (polis), así
como determinar en ese sentido su misión moral y
social.
La teoría de las ideas es el fundamento
epistemológico y ontológico de la concepción ética
y política de Platón.
Platón
expuso
su
teoría
del
conocimiento
principalmente en “La República”, en el mito de la
caverna.
Ética de Platón
Estudia la conducta humana no en referencia
directa a la conducta individual; sino más bien
respecto de la conducta política. Esta conducta
puede ser mala o buena, dependiendo de la idea
de Bien. La teoría ética de Platón descansa en la
suposición de que la virtud es conocimiento y que
éste puede ser aprendido. Dicha doctrina debe
entenderse en el conjunto de su teoría de las ideas.
La idea superior para Platón, es la idea del Bien, y el
conocimiento de esa idea es la guía en el trance de
adoptar una decisión moral. La consecuencia de
esto es que aquel que se comporta de forma inmoral
lo hace desde la ignorancia. Esta conclusión se
deriva de su certidumbre de que una persona
virtuosa es realmente feliz y como los individuos
siempre desean su propia felicidad, siempre ansían
hacer aquello que es moral.
Es uno de los contertulios del Gorgias de Platón. Es en
el único diálogo donde lo menciona el filósofo
ateniense, por lo que podría pensarse que se trata de
un personaje ficticio. Sin embargo, se halla tan bien
descrita su personalidad, tan bien caracterizado su
tipo humano, y, son tan radicales sus posiciones
políticas, que es imposible descartar su existencia en
la vida real. Calicles, es precisamente quien
comienza la tertulia, lanzándole una pulla a Sócrates,
por haber llegado tarde a la conversación. Pero no
es una simple chacota, sino que le endilga a Sócrates
la táctica de llegar tarde a la guerra y al combate,
porque es lo que más conviene para impacientar y
desgastar al enemigo.
En el Gorgias, como en toda la obra política de
Platón, están presentes muchos temas, que el
pedagogo griego enseña con figuras y parábolas,
muy propias de su magisterio. Sin embargo, este
diálogo versa sobre dos asuntos centrales: por una
parte, explica los principios y las metodologías de la
retórica, y por la otra, constituye un diagnóstico de la
sociedad de su tiempo. ¡Quién lo creyera! Los tres
males –y esas son las palabras que utiliza Platón– que
aquejaban al hombre y a la sociedad de entonces,
eran: la pobreza, la enfermedad y la injusticia. Y,
quienes intervienen en la conversación son Gorgias,
Sócrates, Calicles, Querfonte y Polo –no el brazo
desarmado de las Farc, sino un discípulo de Gorgias,
natural
de
Acragante–.
El diálogo tiene al principio cinco voces, igual al
número de los contertulios, pero avanzada la
conversación el debate se libra solamente entre
Sócrates y Calicles. El momento crítico para el
diálogo, que lo es también para la filosofía y para la
sociedad misma, como lo es hoy, se presenta
cuando Calicles desenfunda su espada y se niega a
continuar la discusión. De manera muy determinante
y radical le manifiesta a Sócrates que no le interesa
absolutamente nada de lo que éste dice. Sócrates le
pregunta a su contumaz interlocutor cuál será el
rumbo de la conversación y Calicles, poseído de
soberbia, le deja tres opciones: terminar la
conversación ahí, continuarla con otro o seguir
hablando solo: pregúntate y respóndete tú mismo, le
dice.