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La encíclica es una carta pública y formal que pertenece al magisterio ordinario
del Sumo Pontífice y que expresa su enseñanza en materia de gran importancia.
Por definición, la carta encíclica formalmente tiene el valor de enseñanza dirigida
a la Iglesia Universal. Sin embargo, cuando tratan con cuestiones sociales,
económicas o políticas, puede ser dirigida no solo a los católicos, sino a todos los
hombres y mujeres de buena voluntad.
Las encíclicas se proponen:
Enseñar sobre algún tema doctrinal o moral
Avivar la devoción
Clarificar errores
Informar a los fieles sobre peligros para la fe procedentes de corrientes culturales,
sociales, etc.
Debido al peso y la verdad que contienen, todo fiel debe concederle a las
encíclicas asentimiento, obediencia y respeto.
Índice
La encíclica Lumen fidei viene a completar las encíclicas del Papa Benedicto XVI:
Deus Caritas est (25 de diciembre de 2005)
Spe salvi (30 de noviembre de 2007)
Caritas in veritate (29 de junio de 2009)
El Papa Francisco afirma el Papa que
Benedicto XVI había completado
prácticamente una primera redacción de
esta Carta encíclica sobre la fe antes de
terminar su pontificado y que él ha
asumido este precioso trabajo con
agradecimiento y ha añadido al texto
algunas aportaciones.
Índice
Recuperar el carácter luminoso propio de la fe:
– capaz de iluminar la existencia del hombre en la época contemporánea.
– capaz de orientar nuestro camino.
– capaz de llevarnos más allá de nuestro «yo» aislado, hacia una
comunión más amplia.
Reavivar el don de la fe que nace del encuentro con Dios, que nos llama y
nos revela su amor.
La fe enriquece la existencia humana
en todas sus dimensiones (LF 6).
Índice
Capítulo primero: Hemos creído en el amor (cf. 1 Jn 4,16)
Capítulo segundo: Si no creéis, no comprenderéis (cf. Is 7,9)
Capítulo tercero: Transmito lo que he recibido (cf. 1 Co 15,3)
Capítulo cuarto: Dios prepara una ciudad para ellos (cf. Hb 11,16)
Índice
El testimonio de la fe de Abrahán (nn. 8-11), del pueblo de Israel en su éxodo
hacia la tierra prometida (nn. 12-14) ayudan a comprender lo que es la fe:
La fe está vinculada a la escucha de Dios.
La fe es la respuesta a una Palabra que interpela personalmente.
La fe está estrechamente ligada a la esperanza y al cumplimiento de las
promesas de Dios.
Todas estas experiencias de fe del Antiguo Testamento convergen en Cristo,
en quien se cumplen todas las promesas anunciadas por Dios.
Los cristianos confiesan el amor concreto y eficaz de Dios, que obra
verdaderamente en la historia y determina su destino final, amor que se
deja encontrar, que se ha revelado en plenitud en la pasión, muerte y
resurrección de Cristo (LF 17).
Índice
La fe cristiana es una fe trinitaria:
Es creer en Dios y en su Amor que nos transforma interiormente.
Es creer en Jesús, lo cual implica:
– aceptar su Palabra, su testimonio, porque él es veraz.
– acogerle personalmente en nuestra vida y confiarnos a Él, siguiéndolo a
lo largo de nuestra vida.
– situarse y actuar desde el punto de vista de Jesús, convirtiéndose en
una participación de su modo de ver y de actuar.
Es creer en la presencia del Espíritu, el cual ha sido infundido en nuestros
corazones, nos permite confesar a Jesús como Señor (cf. 1 Co 12,3)
Índice
La fe cristiana es una fe eclesial:
La fe se confiesa dentro del cuerpo de Cristo, como comunión real de los
creyentes.
La fe no es algo privado, una concepción individualista, una opinión
subjetiva, sino que está destinada a pronunciarse y a convertirse en
anuncio.
La fe se hace operante en el cristiano a partir del don
recibido, del Amor que atrae hacia Cristo, y le hace
partícipe del camino de la Iglesia, peregrina en la historia
hacia su cumplimiento (LF 22).
Índice
La fe está relacionada con la verdad:
La fe, sin verdad, no salva, no da seguridad a nuestros pasos. Se queda en una
bella fábula, proyección de nuestros deseos de felicidad (LF 24).
Fe y razón se refuerzan mutuamente (LF 32)
La fe está relacionada con el amor:
La fe conoce por estar vinculada al amor, puesto que el mismo amor trae una
luz. La comprensión de la fe es la que nace cuando recibimos el gran amor de
Dios que nos transforma interiormente y nos da ojos nuevos para ver la
realidad (LF 26).
La fe está vinculada a la alianza de un Dios fiel:
La fe es escucha de la palabra de Dios.
El oído posibilita la llamada personal y la obediencia, y también que la verdad
se revele en el tiempo (LF 29)
La fe está unida a la visión de Dios. «El que cree en mí […] cree en el que me
ha enviado. Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado» (Jn 12,44-45).
Índice
La Iglesia es la encargada de transmitir la fe a lo largo de los siglos.
El Amor, que es el Espíritu y que mora en el Iglesia, mantiene unidos entre sí
todos los tiempos y nos hace contemporáneos de Jesús, convirtiéndose en el
guía de nuestro camino de fe (LF 38).
El medio más idóneo para transmitir la fe es la celebración de los
sacramentos:
porque son sacramentos de la fe (cf. SC 59)
porque se pone en juego toda la persona: cuerpo, espíritu, interioridad y
relaciones.
Quien cree nunca está solo, porque la fe tiende a difundirse, a compartir su
alegría con otros. Quien recibe la fe descubre que las dimensiones de su
«yo» se ensanchan, y entabla nuevas relaciones que enriquecen la vida.
Tertuliano lo ha expresado incisivamente, diciendo que el catecúmeno,
«tras el nacimiento nuevo por el bautismo», es recibido en la casa de la
Madre para alzar las manos y rezar, junto a los hermanos, el Padrenuestro,
como signo de su pertenencia a una nueva familia (LF 39).
Índice
Los sacramentos y la transmisión de la fe:
La transmisión de la fe se realiza por el Bautismo:
– Recibimos una doctrina que profesar y una forma concreta de vivir, que
implica a toda la persona y la pone en el camino del bien.
– Somos transferidos a un ámbito nuevo, colocados en un nuevo
ambiente, con una forma nueva de actuar en común, en la Iglesia.
La naturaleza sacramental de la fe alcanza su máxima expresión en la
Eucaristía:
– En cuanto actualización del Misterio Pascual de Cristo en el hoy de la
historia de la salvación.
– En cuanto pregustación del banquete del reino celestial que nos
introduce en el movimiento de toda la creación hacia su plenitud en
Dios.
Índice
Fe, oración y decálogo
Elementos también esenciales para la transmisión de la fe de la Iglesia son:
El Padrenuestro: en esta oración, el cristiano aprende a compartir la
misma experiencia espiritual de Cristo y comienza a ver con los ojos de
Cristo.
El Decálogo: en cuanto respuesta en la fe a la experiencia del amor
transformante de Dios por nosotros. Y este camino recibe una nueva luz
en la enseñanza de Jesús, en el Discurso de la Montaña (cf. Mt 5-7).
El tesoro de memoria que la Iglesia transmite de manera íntegra está
contenida en estos cuatro elementos:
– la confesión de fe,
– la celebración de los sacramentos,
– el camino del decálogo,
– la oración.
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La fe está en relación con el bien común:
La fe, desde su vinculación a Dios y de su amor por todos los hombres, no se
olvida de las necesidades de cada uno.
La fe ayuda a valorar e iluminar las relaciones humanas a partir del amor de
Dios.
– La fe ayuda a valorar e iluminar la realidad familiar: relación esponsal,
relación padres-hijos, las etapas de crecimiento de los hijos.
– La fe ayuda a valorar e iluminar la sociedad: la dignidad de cada persona,
su labor de cooperación con la obra en la creación, la necesidad de la
escucha y el perdón.
Cuando la fe se apaga, se corre el riesgo de que los fundamentos de la
vida se debiliten con ella (LF 55).
La fe ilumina la vida en sociedad; poniendo todos los acontecimientos en
relación con el origen y el destino de todo en el Padre que nos ama,
los ilumina con una luz creativa en cada nuevo momento de la historia (LF 55).
Índice
La fe y el sufrimiento:
El cristiano sabe que siempre habrá sufrimiento. Como persona de fe, está
llamado a:
No olvidarse de los sufrimientos de los demás.
Dar sentido al sufrimiento, reconociendo que, en Cristo, Dios mismo ha
querido compartir con nosotros este camino y ofrecernos su mirada para
darnos luz.
Convertir el sufrimiento en un acto de amor, de entrega confiada a Dios y
a los hermanos.
El sufrimiento nos recuerda que el servicio de la fe al bien común es
siempre un servicio de esperanza, que mira adelante, sabiendo que
sólo en Dios, en el futuro que viene de Jesús resucitado, puede
encontrar nuestra sociedad cimientos sólidos y duraderos (LF 57).
Índice
Bienaventurada la que ha creído (Lc 1,45)
En María, Hija de Sión, se cumple la larga historia de fe de las grandes
mujeres del Antiguo Testamento.
En ella descubrimos las siguientes actitudes que están en relación con la fe:
Acogida de la Palabra de Dios con todo su ser para que tomase carne en
ella y naciese como luz para los hombres.
Seguimiento de Cristo. María lo acompañará hasta la cruz (cf. Jn 19,25),
desde donde su maternidad se extenderá a todos los discípulos de su Hijo
(cf. Jn 19,26-27).
Perseverancia en la oración. Después de la resurrección y de la ascensión,
María está presente en el Cenáculo para implorar el don del Espíritu con
los apóstoles (cf. Hch 1,14).
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¡Madre, ayuda nuestra fe!
Abre nuestro oído a la Palabra,
para que reconozcamos la voz de Dios y su llamada.
Aviva en nosotros el deseo de seguir sus pasos,
saliendo de nuestra tierra y confiando en su promesa.
Ayúdanos a dejarnos tocar por su amor,
para que podamos tocarlo en la fe.
Ayúdanos a fiarnos plenamente de él, a creer en su amor,
sobre todo en los momentos de tribulación y de cruz,
cuando nuestra fe es llamada a crecer y a madurar.
Siembra en nuestra fe la alegría del Resucitado.
Recuérdanos que quien cree no está nunca solo.
Enséñanos a mirar con los ojos de Jesús, para que él sea luz en nuestro camino.
Y que esta luz de la fe crezca continuamente en nosotros, hasta que llegue el día
sin ocaso, que es el mismo Cristo, tu Hijo, nuestro Señor.
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