Verbum Domini 3.1

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Los centros de estudio promovidos por entidades católicas
dan una contribución singular –que ha de ser reconocidaa la promoción de la cultura y la instrucción.
Además, no se debe descuidar la enseñanza de la religión, formando
esmeradamente a los docentes. Esta representa en muchos casos para
los estudiantes una ocasión única de contacto con el mensaje de la fe.
Conviene que
en esta enseñanza
se promueva
el conocimiento
de la Sagrada Escritura,
superando antiguos
y nuevos prejuicios,
y tratando de dar
a conocer su verdad.
La Palabra de Dios, como también la fe cristiana, manifiesta
así un carácter intensamente intercultural, capaz de
encontrar y de que se encuentren culturas diferentes.
El Sínodo considera importante, ante todo, la formación de
especialistas que se dediquen a traducir la Biblia a las
diferentes lenguas. Animo a invertir recursos en este campo.
Quisiera recomendar que se apoye el compromiso de la
Federación Bíblica Católica, para que se incremente más
aún el número de traducciones de la Sagrada Escritura y
su difusión capilar, con las diversas Sociedades Bíblicas.
Al entrar en la comunión con la Palabra de Dios, entramos
en la comunión de la Iglesia que vive la Palabra de Dios...
Es salir de los límites de cada cultura para entrar en la
universalidad que nos relaciona a todos, que une a todos,
que nos hace a todos hermanos».
El
rápido
proceso
de
globalización, característico de
nuestra época, hace que se viva
en un contacto más estrecho
con personas de culturas y
religiones diferentes.
Se trata de una oportunidad providencial para manifestar
cómo el auténtico sentido religioso puede promover entre
los hombres relaciones de hermandad universal.
Es de gran importancia que las religiones favorezcan en
nuestras sociedades, con frecuencia secularizadas, una
mentalidad que vea en Dios Todopoderoso el fundamento
de todo bien, la fuente inagotable de la vida moral,
sustento de un sentido profundo de hermandad universal
En efecto
«el respeto y el diálogo requieren, consiguientemente, la
reciprocidad en todos los terrenos, sobre todo en lo que
concierne a las libertades fundamentales, y en particular, a
la libertad religiosa. Favorecen la paz y el entendimiento
entre los pueblos».
Los Hechos de los Apóstoles nos dicen que el Espíritu
Santo «apartó» a Pablo y Bernabé para que predicaran
y difundieran la Buena Nueva (cf. 13,2).
El Evangelio de Lucas nos presenta en dos textos
este misterio de escucha y de gozo.
Jesús dice: «Mi madre y mis hermanos son estos:
los que escuchan la Palabra de Dios
y la ponen por obra»
(8,21.)
Ante la exclamación de
una mujer que entre la
muchedumbre quiere
exaltar el vientre que lo
ha llevado y los pechos
que lo han criado, Jesús
muestra el secreto de la
verdadera alegría:
“Dichosos los que
escucha la Palabra de
Dios y la cumplen”
(11,28).
Finalmente,
me dirijo a todos los hombres,
también a los que se han
alejado de la Iglesia,
que han abandonado la fe o
que nunca han escuchado el
anuncio de salvación.
A cada uno de ellos,
el Señor les dice:
«Estoy a la puerta llamando:
si alguien oye y me abre,
entraré y comeremos juntos»
(Ap 3,20).
Así pues, que cada jornada nuestra esté marcada por el
encuentro renovado con Cristo, Verbo del Padre hecho
carne. Él está en el principio y en el fin, y “todo se
mantiene en él”
(Col. 1,17)