La espiritualidad comienza por la vida. La existencia cristiana es una apertura a Dios.

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Transcript La espiritualidad comienza por la vida. La existencia cristiana es una apertura a Dios.

La espiritualidad comienza por la
vida. La existencia cristiana es una
apertura a Dios. La espiritualidad
viene de Dios porque él es el Ser
espiritual por excelencia.
Espiritualidad
de Comunión
Espiritualidad no significa vivir
abstraídos de los problemas que
afectan nuestra cotidianidad.
Espiritualidad es vivir la
existencia como don de Dios, en
medio de las luces y sombras,
entre las alegrías y las tristezas.
Espiritualidad es tener la experiencia de la
gracia y el soplo del Espíritu Santo, fuente
y dinamismo interior. El camino espiritual
es un “nuevo nacimiento”, como Jesús
explica a Nicodemo en el capítulo tres del
evangelio de Juan.
Nuestro Sínodo Diocesano encontrará en la
espiritualidad de comunión el alma de sí
mismo. Sin espiritualidad no habrá más que
una larga asamblea donde se tratarán cosas
muy importantes, pero desprovistas de la
animación que solamente puede dar el
Espíritu Santo, principio de vida de la
Iglesia. Si la misión de la Iglesia es donarse
como Cristo, solamente desde una
experiencia espiritual se puede dar esa
entrega.
Su misión:
bien de toda la comunidad
diocesana
Invita a promover
una espiritualidad
de comunión como
principio educativo
básico. (43- 45)
Esta es su
espiritualidad
Canon 460
Como la Iglesia es enviada el mundo a anunciar y a
testimoniar, actualizar y extender el misterio de
comunión que la constituye
así también el sínodo mira por favorecer el dinamismo
apostólico de todas las energías eclesiales bajo la guía de los
legítimos Pastores
Espiritualidad del Sínodo= comunión
Capacidad de ver ante
todo lo que hay de
positivo en el otro, para
acogerlo y valorarlo como
regalo de Dios: un "don
para mí"
Capacidad de sentir al
hermano de fe en la
unidad profunda del
Cuerpo místico y, por
tanto, como "uno que
me pertenece"
Mirada del corazón sobre todo
hacia el misterio de la Trinidad que
habita en nosotros, y cuya luz ha de
ser reconocida también en el rostro
de los hermanos que están a
nuestro lado.
Espiritualidad
de comunión
es:
En fin, espiritualidad de la comunión es
Saber "dar
espacio" al
hermano, llevando
mutuamente la
carga de los otros
Rechazar las tentaciones
egoístas que
continuamente nos
asechan y engendran
competitividad, ganas de
hacer carrera,
desconfianza y envidias
(cf.
Ga 6,2)
43- 45
“No nos hagamos ilusiones: sin este
camino espiritual, de poco servirían los
instrumentos externos de la comunión.
Se convertirían en medios sin alma,
máscaras de comunión más que sus
modos de expresión y crecimiento”.
Un anuncio renovado
del Evangelio no
puede ser eficaz si no
va acompañado por
una sólida
espiritualidad de la
comunión.
¿Dónde crear
este espacio
para la
espiritualidad de
comunión?
“Hacer de la Iglesia la casa y la
escuela de la comunión: éste es el
gran desafío que tenemos ante
nosotros en el milenio que
comienza, si queremos ser fieles al
designio de Dios y responder
también a las profundas esperanzas
del mundo”. (NMI N° 43)
“Los espacios de comunión han de ser cultivados y ampliados día
a día, a todos los niveles, en el entramado de la vida de cada
Iglesia. -En ella, la comunión ha de ser patente en las relaciones
entre Obispos, presbíteros y diáconos, entre Pastores y todo el
Pueblo de Dios, entre clero y religiosos, entre asociaciones y
movimientos eclesiales. Para ello se deben valorar cada vez más
los organismos de participación previstos por el Derecho
canónico, como los Consejos presbiterales y pastorales. Éstos,
como es sabido, no se inspiran en los criterios de la democracia
parlamentaria, puesto que actúan de manera consultiva y no
deliberativa sin embargo, no pierden por ello su significado e
importancia”.
La teología y la espiritualidad de la comunión
aconsejan una escucha recíproca y eficaz
entre Pastores y fieles, manteniéndolos por
un lado unidos a priori en todo lo que es
esencial y, por otro, impulsándolos a confluir
normalmente incluso en lo opinable hacia
opciones ponderadas y compartidas.
Debemos hacer nuestra la
antigua sabiduría, la cual,
sin perjuicio alguno del
papel jerárquico de los
Pastores, sabía animarlos
a escuchar atentamente a
todo el Pueblo de Dios.
Dios inspira a
menudo al más
joven lo que es
mejor
« Estemos pendientes de los
labios de los fieles, porque
en cada fiel sopla el Espíritu
de Dios ».
La espiritualidad de la
comunión da un alma a la
estructura institucional, con
una llamada a la confianza y
apertura que responde
plenamente a la dignidad y
responsabilidad de cada
miembro del Pueblo de Dios.
"No nos condenes, Señor, a
estar solos, a pesar de estar
juntos. Permítenos estar juntos,
a pesar de estar solos".
Apoyado en este espíritu de una
Iglesia Comunión, Pueblo de
Dios que nace de las aguas del
Bautismo, configurado en Cristo
y en comunión con el Padre y el
Espíritu Santo, consideré
urgente convocar a un Sínodo
Diocesano
“Oído el parecer de todos los sectores del pueblo de
Dios: miembros del clero, vida consagrada,
organizaciones y movimientos laicales, agentes de
pastoral y consejo presbiteral, conforme al derecho
canónico (canon 461 §1), en mi condición de Obispo
de Trujillo, he decidido: Convocar a nuestra Iglesia
local para la celebración del Primer Sínodo de la
Diócesis de Trujillo, acontecimiento de fe que
permitirá a cada bautizado revitalizar su vocación
discípula misionera y adecuar los organismos
eclesiales de formación y servicio a los nuevos
desafíos de la realidad, para cumplir, en comunión,
su misión de Iglesia evangelizadora”
“El Sínodo diocesano es una
asamblea de sacerdotes y de otros
fieles de una Iglesia particular que
prestan su ayuda al Obispo para el
bien de la comunidad diocesana”
(Canon 460).
“La participación del clero, de la vida consagrada en
general y del laicado, nos permitirá tener una mejor
visión para leer los signos de estos tiempos en la
realidad de nuestra Iglesia Particular e impulsar con
sabiduría, inteligencia y, sobre todo, con amor,
nuestra “conversión pastoral”.
El Sínodo de Trujillo es la oportunidad de una
“conversión pastoral” que nos debe animar audazmente
a pasar de una Iglesia establecida a una Iglesia DiscípulaMisionera en marcha. Una Iglesia que responda a los
desafíos del mundo cambiante, retos que requieren
respuestas desde la fe y el testimonio, y que nos invitan
a “salir” de nuestros templos y comodidades, tal como
nos invita el Papa Francisco. .
Juan Pablo II nos invitó a reconocer que «es necesario mantener
viva la solicitud por el anuncio» a los que están alejados de Cristo,
«porque ésta es la tarea primordial de la Iglesia». La actividad
misionera «representa aún hoy día el mayor desafío para la
Iglesia» y «la causa misionera debe ser la primera». ¿Qué
sucedería si nos tomáramos realmente en serio esas palabras?
Simplemente reconoceríamos que la salida misionera es el
paradigma de toda obra de la Iglesia. En esta línea, los Obispos
latinoamericanos afirmaron que ya «no podemos quedarnos
tranquilos en espera pasiva en nuestros templos» y que hace falta
pasar «de una pastoral de mera conservación a una pastoral
decididamente misionera». Esta tarea sigue siendo la fuente de las
mayores alegrías para la Iglesia. «Habrá más gozo en el cielo por
un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos
que no necesitan convertirse» (Lc 15,7)” (Evangelium Gaudii, 15)
(Carta Pastoral Sínodo de Trujillo), 8.