Transcript El corazón tiene más cuartos que un hotel de putas.
Gabriel García Márquez y “El amor en los tiempos del cólera”
Gabriel García Márquez (o “Gabo” como lo bautizó Eduardo Zalamea Borda, director del diario “El Espectador”, en el que publicó su primer cuento) nació en Aracataca (actualmente, Macondo), Colombia, el 6 de Marzo de 1927. A los dos años, sus padres se mudaron a Barranquilla y lo dejaron al cuidado de sus abuelos maternos, los cuales ejercerán una fortísima influencia en él y en su obra posterior.
“-Vengo a pedirte el favor de que me acompañes a vender la casa.
No tuvo que decirme cuál, ni dónde, porque para nosotros solo existía una en el mundo: la vieja casa de los abuelos en Aracataca, donde tuve la buena suerte de nacer y donde no volví a vivir después de los ocho años.” (G. García Márquez, Vivir para contarla, pag.10.)
Estudió la primaria en un internado de Barranquilla; luego, inició la secundaria en el colegio Jesuita de San José (hoy, instituto San José), para luego ir a culminarla a Bogotá, en el liceo Nacional de Zipaquirá.
En 1947, ingresó a estudiar Derecho en la Universidad Nacional de Colombia, en Bogotá, en la cual se dedica sobre todo a la lectura de obras literarias.
Después del llamado «Bogotazo» en 1948, unos sangrientos disturbios que se desataron el a causa del magnicidio del líder popular Jorge Eliécer Gaitán, la universidad cerró indefinidamente y su pensión fue incendiada.
García Márquez se trasladó a la Universidad de Cartagena y empezó a trabajar como reportero de El Universal. En 1950, desistió de convertirse en abogado para centrarse en el periodismo y se traslada de nuevo a Barranquilla para trabajar como columnista y reportero en el periódico El Heraldo.
Fue muy influenciado por la obra de escritores como Ernest Hemingway, James Joyce, Virginia Woolf y, sobre todo (al igual que Vargas Llosa), William Faulkner. Sin embargo, en sus primeros años, reconoce que La Metamorfosis de Kafka lo impactó sobremanera.
“Cuando Gregor Samsa se despertó una mañana luego de un sueño inquieto, se encontró en su cama transformado en un monstruoso insecto” (F. Kafka, La Metamorfosis)
Publicó su primer cuento, La Tercera Resignación, en 1947.
“Estaba en su ataúd, listo a ser enterrado, y sin embargo, él sabía que no estaba muerto. Que si hubiera tratado de levantarse lo hubiera hecho con toda facilidad. Al menos “espiritualmente”. Pero no valía la pena. Era mejor dejarse morir allí; morirse de muerte que era su enfermedad. Hacía tiempo que el médico había dicho a su madre, secamente: —Señora, su niño tiene una enfermedad grave: está muerto. Sin embargo —prosiguió— haremos todo lo posible por conservarle la vida más allá de su muerte. Lograremos que continúen sus funciones orgánicas por un complejo sistema de autonutrición. Sólo variarán las funciones motrices, los movimientos espontáneos. Sabremos de su vida por el crecimiento que continuará también normalmente. Es simplemente “una muerte viva”. Una real y verdadera muerte…” (G. García Márquéz, La tercera resignación en Ojos de perro azul )
En 1955 publicó su primera novela, La Hojarasca, que tuve excelentes críticas pero poco éxito de ventas.
Le siguieron El coronel no tiene quién le escriba (publicada en 1961, durante su estancia en París), La mala hora (1962) y Los funerales de la Mama Grande (1962).
En 1967 publica Cien años de soledad, tras dieciocho meses de escritura ininterrumpida. Su primera edición, de 8000 ejemplares, se agotó en dos semanas. Hasta la fecha, ha sido traducida a 37 idiomas y vendido más de 25 millones de copias.
“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre , y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo.” (G. García Márquez, Cien años de soledad.)
Después de Cien años de Soledad, publicó Relato de un Naúfrago (1970), La increíble y triste historia
de la Cándida Eréndira y de su abuela desalmada
(1972), El Otoño del Patriarca (1975), y Crónica de una muerte anunciada (1981).
En 1982 se le otorgó el Premio Nobel de Literatura, convirtiéndose así en el cuarto latinoamericano en obtener este galardón.
Luego de obtener reconocimiento y fama, publicó El amor en los tiempos del cólera (1985), El general en su laberinto (1989), Del amor y otros demonios (1994) En el 2002 publicó el primer tomo de sus memorias, Vivir para contarla, y en el 2004, Memoria de mis putas tristes, que ha sido recientemente llevada al cine.
La historia está inspirada en la historia real del amor de sus padres, Gabriel Eligio García y Luisa Santiaga Márquez Iguarán, los cuales tuvieron que luchar contra la oposición del padre de esta, el coronel Nicolás Ricardo Márquez Mejía, a que se casaran. Al igual que en la novela, los padres de ella la enviaron fuera de la ciudad, con la esperanza de que se olvidara del pretendiente.
La novela narra, con tintes tragicómicos pero profundamente humanos, la historia de un amor cuya culminación tuvo que aguardar más de medio siglo. “Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados.” (Comienzo de “El amor en los tiempos del cólera”)
“Alcanzó a reconocerla en el tumulto a través del las lágrimas del dolor irrepetible de morirse sin ella, y la miró por última vez por siempre jamás con los ojos más luminosos, más tristes y más agradecidos que ella no le vio nunca en medio siglo de vida en común, y alcanzó a decirle con el último aliento: -Solo Dios sabe cuánto te quise.” (G. García Márquez, “El amor en los tiempos del cólera”)
“Florentino Ariza, en cambio, no había dejado de pensar en ella un solo instante después de que Fermina Daza lo rechazó sin apelación después de unos amoras largos y contrariados, y habían transcurrido desde entonces cincuenta y un años, nueve meses y cuatro días” “La lección no se interrumpió, pero la niña levantó la vista para ver quién pasaba por la ventana, y esa mirada casual fue el origen de un cataclismo de amor que medio siglo después aún no había terminado.” (G. García Márquez, “El amor en los tiempos del cólera”)