Domingo XXX del T.O. Año C - Monasterio San Pelayo de Antealtares

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Transcript Domingo XXX del T.O. Año C - Monasterio San Pelayo de Antealtares

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Lectio divina del Salmo dominical

Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo

Dt 8,2-3.14b-16a: Te alimentó con el maná que tú no conocías ni conocieron tus
padres.

Sal 147,12-13.14-15.19-20: Glorifica al Señor, Jerusalén.
1Co 10,16-17: El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un
solo cuerpo.
Jn 6,51-58: Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.


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Glorifica al
Señor,
Jerusalén.


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Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.


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Glorifica al
Señor,
Jerusalén.


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El envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza.


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Glorifica al
Señor,
Jerusalén.


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Hace caer el hielo
como migajas
y con el frío
congela las aguas;
envía una orden, y
se derriten;
sopla su aliento, y
corren.


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Glorifica al
Señor,
Jerusalén.


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Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.


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Glorifica al
Señor,
Jerusalén.


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Lectio

Ahora leemos el
salmo entero, despacio…

Salmo 147 (146, 12-20)
12Glorifica

al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
13que ha reforzado los cerrojos de tus
puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
14ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
15Él

envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
16manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;

17hace

caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
18envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.
19Anuncia

su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
20con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.


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Lectio

¿Qué dice el texto?

Este salmo, en el texto hebreo, es la segunda parte del salmo 146 y continuación del mismo
tema: Himno de alabanza a Dios Señor de todo y cuya bondad se manifiesta en toda clase
de beneficios.
Se trata de un himno, de la época del posexilio o de la diáspora, (su autor vivió probablemente
en tiempos de Nehemías, que fue cuando se reconstruyeron las murallas de Jerusalén) que
invita a los habitantes de Jerusalén a alabar al Dios que la restaura, particularmente por
medio de la Palabra, de la Ley.
Para los pueblos rurales de otros tiempos, la "ciudad", rodeada de murallas y protegida por
sólidas puertas, era el símbolo de la seguridad. Para los pueblos flagelados por el hambre, el
pan en abundancia es símbolo de la felicidad y de la vida.
Pero Israel no olvida nunca que el mayor beneficio es el maravilloso don de la Ley, de la alianza
de Dios con su pueblo: ningún otro pueblo fue tratado de igual manera, ningún otro pueblo
conoció su Voluntad.
El salmo lo podemos estructurar de la siguiente forma:
- V. 12: invitatorio
- Vv. 13-14: Dios en la historia.
- Vv. 15-18: Dios en el cosmos.
- Vv. 19-20: Dios en la historia.


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Meditatio

Lo propio de este paso es meditar qué me dice a mi el texto.
Esto es algo muy personal por ello aquí para ayudar a esta
meditación relacionamos el salmo con las lecturas del domingo.

La liturgia nos propone este salmo 147 en la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de
Cristo por la referencia que hace: “te sacia con flor de harina.” La flor de harina es el
alimento que el pueblo, tras los cuarenta años en el desierto comiendo maná, por fin
puede saborear en la tierra que le da el Señor en posesión, “tierra que mana leche y
miel.” Porque nosotros mediante el Bautismo, hemos atravesado ya el Jordán y nos
encontramos en la tierra de promisión y, aunque todavía peregrinos hacia la patria
definitiva, somos alimentados con el verdadero Pan bajado del Cielo, signo y preanuncio
de los bienes eternos.
¡Que la nueva Jerusalén, imagen de la Iglesia, alabe a Dios que la alimenta con el pan de
vida, Jesús, verdadera flor de trigo! Cristo es el verdadero Pan bajado del cielo, es el Pan
de ángeles. Él se nos dona ofreciéndonos su Cuerpo entregado y su Sangre derramada.
Esta bella solemnidad nos invita no sólo a adorar el Santísimo Sacramento sino sobre todo
a vivir con mayor consciencia y coherencia lo que significa participar en la mesa
eucarística. Comer el Cuerpo y beber la Sangre del Señor significa que entramos en
comunión de destino con Cristo: que como él se entregó nos debemos entregar
nosotros; que así como el Cuerpo es uno nosotros somos uno porque formamos parte
del cuerpo de Cristo que es la Iglesia; que –como dice san Agustín- “recibimos lo que
somos”. En fin, que pregustamos la vida eterna.


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Oratio

¿Qué me hace decirle a Dios este salmo,
la liturgia de este domingo?

Hoy, Señor, hago mi oración con el bello himno de santo Tomás “Adoro te devote”:
Te adoro con devoción, Dios escondido, oculto verdaderamente bajo estas
apariencias. A Ti se somete mi corazón por completo, y se rinde totalmente al
contemplarte.
Al juzgar de Ti, se equivocan la vista, el tacto, el gusto; pero basta el oído para creer
con firmeza; creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios: nada es más verdadero que
esta Palabra de verdad.
En la Cruz se escondía sólo la Divinidad, pero aquí se esconde también la Humanidad;
sin embargo, creo y confieso ambas cosas, y pido lo que pidió aquel ladrón
arrepentido.

No veo las llagas como las vio Tomás pero confieso que eres mi Dios: haz que yo
crea más y más en Ti, que en Ti espere y que te ame.
¡Memorial de la muerte del Señor! Pan vivo que das vida al hombre: concede a mi
alma que de Ti viva y que siempre saboree tu dulzura.
Señor Jesús, Pelícano bueno, límpiame a mí, inmundo, con tu Sangre, de la que una
sola gota puede liberar de todos los crímenes al mundo entero.
Jesús, a quien ahora veo oculto, te ruego, que se cumpla lo que tanto ansío: que al
mirar tu rostro cara a cara, sea yo feliz viendo tu gloria.


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Contemplatio

Miro y me dejo mirar… En esto los Padres de la Iglesia son maestros…
“Los bautizados conocen también un alimento espiritual, que también vosotros vais a

conocer, que vais a recibir del altar de Dios. También él será pan de cada día,
necesario para esta vida. Pues ¿acaso hemos de recibir la Eucaristía cuando
hayamos llegado a Cristo y comenzado a reinar con él por toda la eternidad? La
Eucaristía, en consecuencia, es nuestro pan de cada día. Pero si lo recibimos no
solo en el estómago, sino también en el espíritu. El fruto que se entiende que él
produce es la unidad, a fin de que, integrados en su cuerpo, constituidos miembros
suyos, seamos lo que recibimos. Entonces será efectivamente nuestro pan de cada
día. También lo que yo os expongo es pan de cada día; pan de cada día es el
escuchar diariamente las lecturas en la Iglesia; pan de cada día es también el oír y
cantar himnos. En efecto, estas son cosas necesarias para nuestro caminar como
peregrinos. ¿Acaso, cuando lleguemos allá, hemos de escuchar la lectura de un
códice? Igual que los ángeles ahora, veremos la Palabra en persona, a ella oiremos,
ella será nuestra comida y nuestra bebida. ¿Acaso necesitan los ángeles códices o
quien se los exponga o lea? En ningún modo. Su leer es ver, pues ven la Verdad
misma y se sacian de la fuente de la que a nosotros nos llega el rocío. He hablado
ya del pan de cada día, porque en esta vida nos es necesario hacer esta petición.”
(SAN AGUSTÍN, Sermón 57)


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Actio

¿Qué me hace vivir el Señor a partir de esta Palabra? Es el momento de la
“obediencia de la Fe”…

Que así como adoro al
Señor en el Santísimo
Sacramento, sepa
descubrirlo y venerarlo en
cada uno de mis
hermanos.