Francisco Javier - Oraciones y devociones

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Transcript Francisco Javier - Oraciones y devociones

El gran misionero,
que iba abriendo
caminos para otros
misioneros, hasta
los confines de la
tierra.
Iniciador de las
modernas maneras
de misionar por su
adaptación a los
diversos ambientes
exóticos y su visión
de los métodos.
Cuando predicaba,
más que con sus
argumentos convencía con su santidad y
con la fuerza de sus milagros.
Las cartas que escribía
Francisco Javier a sus
compañeros de Roma
suscitaron muchas
vocaciones misioneras.
Nace san Francisco en el castillo de
Javier (Navarra – España)
Su familia era noble. Su padre, Juan de Jaso era
presidente del real consejo de Navarra. Su madre:
María de Azpilicueta.
Tenía 4 hermanos.
Pila bautismal
Su infancia fue
muy turbada por
las guerras
locales. Sus
hermanos
pertenecían al
ejército navarro.
El reino de Navarra perdió su
independencia y el castillo de Javier sus
principales torres. La familia fue a menos y
tuvo que dedicarse a cultivar las tierras.
A los 18 años va a la Sorbona de París a estudiar literatura y filosofía. Su ilusión es devolver a su familia , por medio de las letras, el honor que antes tenía por las armas.
Se hospeda en el colegio de santa Bárbara, compartiendo
habitación con Pedro Fabro. Es alegre y deportista.
Después de varios años, a punto de terminar
sus estudios, conoció a Íñigo de Loyola,
antiguo capitán en Pamplona, adversario de
sus hermanos; pero que había transformado
su vida.
Íñigo (san Ignacio),
con paciencia,
habilidad y
ejemplos
personales le fue
llevando a Dios,
especialmente con
esta frase repetida:
Francisco se pone
incondicionalmente
en manos de Ignacio
de Loyola.
Bajo su dirección,
durante 40 días, hace
los ejercicios
espirituales.
En Montmartre,
París, los siete
primeros jesuitas
hacen sus votos de
pobreza y castidad.
Celebra la
misa el único
sacerdote y
recién
ordenado,
Pedro Fabro.
Ignacio vuelve a su tierra por motivos de salud.
Francisco y los demás permanecen en París,
por dos años, estudiando teología para poder
ser sacerdotes.
Como habían
prometido ir a Tierra
Santa, se reúnen en
Venecia, ahora ya
con Ignacio, para
esperar una embarcación que les lleve.
Estando en Venecia, al ver esclavos etíopes, sueña
Francisco con evangelizar en África y en la India.
Una noche cree que
camina con un etíope a
la espalda y se despierta
gritando: “más, más”.
En Venecia san Francisco Javier, con san Ignacio
y algunos otros, recibe la ordenación sacerdotal.
Como no pueden ir a Tierra
santa por la guerra entre
Venecia y los turcos,
deciden ir a Roma a recibir
la bendición del papa.
Necesitan también gestionar las bulas
para la fundación de la “Compañía de
Jesús”.
Durante unos meses se dedican a
evangelizar
en varias ciudades.
A Javier, juntamente
con Bobadilla, le
toca ir a Bolonia.
Se cuenta que en Bolonia, en una
misa, san Francisco se elevó en un
éxtasis. El monaguillo le tiraba de
los ornamentos, sin enterarse el
santo.
Unos meses después se reúnen en Roma para
presentar las constituciones al papa y ponerse a
sus órdenes directas.
Por ahora
seguirán
evangelizando
en Roma.
A principios de 1540, el embajador de Portugal pide
a Ignacio algunos de los suyos para ir a las Indias
Orientales. Son elegidos el portugués Simón
Rodríguez y Nicolás Bobadilla. Pero, enfermando
éste, es designado Francisco Javier, que lo estaba
deeseando.
Al día siguiente fue Francisco a recibir la
bendición del papa Paulo III, quien le
nombró legado suyo para el Oriente.
Las cartas decían:
“para las tierras del
Mar Rojo, del Pérsico
y de Oceanía, a uno y
otro lado del Ganges”.
El 16 de Marzo de
1540 parte
Francisco de Roma,
después de
despedirse de “su
padre del alma”,
como llamaba a
Ignacio.
Antes de ir a Lisboa, pasa por Azpeitia, la patria
chica de Ignacio, para entregar una carta de éste
a su hermano.
En Lisboa pasaron varios
meses sin poder zarpar.
Francisco y el compañero
hacían apostolado viviendo
en el hospital, aunque el rey
quería tenerlos en el palacio.
Como el rey estaba muy
complacido, quería que
uno de los dos se
quedase en Lisboa.
Ignacio desde Roma
escribió que debía ser
Francisco quien fuese a
las Indias.
Después de varios
meses de navegación,
llegaron a Mozambique
el 22 de Septiembre.
Allí tuvo que estar
hasta finales de
Febrero de 1542.
Evangelizó; pero vio
cómo los indígenas
eran explotados por
los colonizadores
portugueses.
Después de
breves escalas
en Melinde y
Socotora, llega
Javier a la India,
llega a Goa.
Goa era la capital de la
India portuguesa.
Lo primero que hizo fue transcribir un
pequeño catecismo portugués. Luego:
asistir a moribundos, visitar presos en la
cárcel, socorrer a pobres. Y especialmente
aprender la lengua del país…
Desechando oficios
eclesiásticos, como el
de ser director de un
colegio, parte para las
islas de la Pesquería.
Durante un año evangelizó a los indios paravas,
que en condiciones deplorables se dedicaban a la
pesca de perlas
Los brahamanes de aquellas
pagodas se hicieron sus enemigos.
Entre grandes trabajos y “grandes consolaciones” bautizó
aldeas enteras. Y comenzó su
fama de taumaturgo.
Volvió a Goa para planear
nuevas campañas y buscar
compañeros para sus
misiones.
Después de dos meses embarcó hacia las
islas de las Pesquerías.
En la escala de
Cochín escribió
algunas de sus más
célebres cartas. En
una dirigida a sus
compañeros de Roma
decía:
“Muchos cristianos se dejan de hacer en
estas partes, por no haber personas que se
ocupen en la evangelización. Muchas veces
me mueven pensamientos de ir a esas
universidades dando voces como hombre
que tiene perdido el juicio, y principalmente a
la Universidad de París, diciendo en la
Sorbona a los que tienen más letras que
voluntad, para disponerse a fructificar con
ellas: ¡Cuántas almas dejan de ir a la gloria y
van al infierno por la negligencia de ellos!”
Y más adelante:
“Es tanta la multitud de
los que se convierten a la
fe de Cristo en estas
partes, en esta tierra
donde ando, que muchas
veces me acaece tener
cansados los brazos de
bautizar, y no poder
hablar de tantas veces
decir el Credo y
mandamientos en su
lengua de ellos y las
otras oraciones”.
Cochín, 15 de Enero de 1544
En las islas de la Pesquería
designa a sus compañeros un
territorio y Francisco va a
Manapar; después a Travancor
a evangelizar a los pescadores
makuas. Aquí se entera de una
matanza de cristianos en la isla
Ceylán.
Para procurar solucionar el problema debe volver
a Cochín y luego a Goa. Poco puede resolver; pero
sigue evangelizando por diversos lugares,
dirigiéndose ahora hacia las islas Molucas.
En el camino hacia las Molucas, por el mal tiempo,
debe desviarse hacia el norte, aprovechando para
visitar Santo Tomé, venerando la tumba de santo
Tomás. Vive con el vicario de la iglesia y sigue
evangelizando. Hasta que puede zarpar y en un
mes de navegación llega a Malaca.
Pasa por Sumatra, Java y Borneo.
En las islas de Amboino y Ternate
prepara unas instrucciones para los
catequistas de la Compañía de
Jesús.
En una de estas islas, en Baranula, parece ser que
tuvo lugar el hecho del cangrejo.
En la
travesía, por
la gran
tormenta, se
cayó al mar
el crucifijo
de Javier;
pero un
cangrejo lo
devolvió en
la playa.
Llega a la isla Ternate, que es la última posesión
de los portugueses en el Extremo Oriente, y
evangeliza especialmente las islas del Moro.
Comienza siempre ganando a
los muchachos, les enseña a
rezar cantando las oraciones, y
pronto comienza a bautizar a
familias enteras, dejando algún
compañero o catequista…
Su gran sufrimiento era ver el
maltrato de los indígenas por
algunos funcionarios portugueses.
A finales de 1948 se encontró Javier con un mercader
portugués que, por causa de un huracán, había llegado a
las costas de Japón. Venía con un japonés que huía por
haber matado a un hombre. El japonés era Angiro.
A Angiro le bautizó el obispo de Goa, con el nombre de
Pablo de Santa fe. San Francisco comenzó a soñar y a
preparar el viaje a Japón.
El japonés le dijo a
Francisco que en Japón no
se bautizarían enseguida,
pues, como son muy
razonables, primero
querrán conocer bien qué
es el bautismo.
Una vez que arregló asuntos en la India, el
domingo de ramos de 1549 partió en un pequeño
barco con unos compañeros y el japonés Pablo.
Llegaron el 15 de Agosto de
1549 a Cangoxima, capital
del reino sur del Japón.
Dos años y tres meses estará en las islas niponas, en medio de
una civilización muy distinta de la occidental e india. Y con una
lengua tan diferente, que siempre debía tener un traductor.
Tenía muchas dificultades en la predicación: Fue objeto de
persecución por parte de los bonzos, conseguía muy pocas
conversiones y escasos bautismos; pero continuaba su
intensa predicación.
Para ello
aprendió los
artículos de la
Fe, que decía de
carrerilla,
y cuando
había
preguntas,
respondía el
traductor.
Viendo el gran esfuerzo que
hacía y el escaso fruto
obtenido, pensó estar con
algún rey, pues eran varios.
Pasó por Sakai y por Meaco,
sin poder conseguir audiencia
con el rey.
Por fin lo consigue en Yamaguchi, donde
estaba un príncipe más poderoso. Obtiene
la garantía de respeto hacia los súbditos
cristianos y logra una pequeña pero
fervorosa comunidad.
Perseguido por los bonzos, prefiere ir a la
isla de Bungo. Aquí comienza un gran
trabajo, aunque siempre en medio de la
persecución.
Estando en Bungo se entera de
graves sucesos en las misiones
de la India y decide volver.
Era Noviembre de 1551. Con tres
compañeros embarca rumbo a
Malaca. Aquí le proponen que
podría entrar en China como
embajador del rey de Portugal. El
sueño de una gran evangelización
comienza en el alma de Javier.
Pasando por Cochín debe llegar
a Goa para procurar organizar
las misiones en la India y
planificar su viaje a China.
Parte de Goa con dos
compañeros, un criado
indio y el chino Antonio.
Llegan a Malaca después de
una borrascosa travesía.
Por culpa de otra borrasca, esta vez humana, por rencillas
entre capitán y marineros, debe esperar dos largos
meses. Por fin pudo partir Javier hacia las islas de
Cantón. Junto a una isla desierta, la de Sanchón, deben
echar anclas a fines de Agosto de 1552. Ahí se daban cita
mercaderes chinos y portugueses.
Pasaron meses de inútil espera del junco chino que
debía llevarlo clandestinamente al continente.
Francisco Javier se
encontraba aterido de frío
y con una grave pulmonía.
Sólo tenía, como
compañero, al chino
Antonio.
Dicen que, cuando
Francisco estaba en la
agonía, el Cristo del
castillo sudó sangre.
Sus últimas palabras fueron
una leve plegaria en su lengua
natal, el euskara.
“Hizo un
movimiento extraño
y se durmió en el
Señor”. Una paz
celestial transfiguró
el rostro del santo.
Era el 3 de
Diciembre de 1552.
El chino Antonio lo
enterró. A los dos meses
le embarcaron, echando
cal en el ataúd para que
se corrompiera antes;
pero llegó incorrupto.
Y así sigue, aunque
después de un siglo,
está momificado
Allí sigue con
gran veneración.
San Francisco
Javier fue
canonizado en
1622, juntamente
con su “padre y
amigo” san
Ignacio de Loyola,
con santa Teresa
de Jesús, san
Isidro y san Felipe
Neri.
Su milagro
mayor fueron
su fe,
entusiasmo y
confianza con
un corazón
ardiente hasta
exclamar:
“Basta, Señor,
basta”.
En 1904 fue
declarado
patrono de la
Obra de la
Propagación
de la Fe. Y
desde 1927:
patrono de
todas las
misiones.
Por el valle de mis padres
van llorando las campanas…
Automático
el mejor mozo de casa…
Es Javier el
que se ha
muerto
de repente
en la
mañana;
Es Javier, el
misionero,
que se fue
en la
madrugada.
de su tierra y de sus gentes se marchó.
Se marchó,
se marchó,
se marchó a
anunciar la
liberación.
Se
marchó,
se
marchó;
su sueño fue de Cristo
libertador.
alumbró siempre su llama;
anunció la
Buena Nueva,
En tu tierra, entre tus gentes,
hoy es fiesta, hoy es pascua:
cantan todas las campanas,
sigue viva tu guitarra.
Es
Javier el
que se
ha
muerto
Es Javier,
el
misionero,
que se fue
en la
madrugada
.
En tu tierra, entre tus gentes,
hoy es fiesta, hoy es pascua.
cantan todas las campanas,
Que la Virgen del
castillo de Javier,
ante cuya imagen el
santo aprendió a
orar nos ayude a
imitarle y estar con
él en el cielo.
AMÉN