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Prof. PEDRO FULLEDA BANDERA
(Coordinador del Proyecto lúdico-recreativo FLEDO)
La segunda mitad del siglo XX fue marco para el surgimiento
de un nuevo tipo de institución sociocultural: las ludotecas. Conocida
la primera experiencia en la ciudad de Los Angeles, en 1934, estos
espacios destinados a propiciar el juego infantil fueron pasando de
una función compensatoria a otra mucho más abarcadora, al insertar
la actividad lúdica en los empeños de formación de la infancia,
adquiriendo así su misión educativa.
Luego de la aprobación, el 20 de noviembre de 1959, de la
Declaración Universal de los Derechos del Niño, la UNESCO en 1960
aprobó y difundió internacionalmente el proyecto de las ludotecas.
Ellas en todas partes funcionan bajo el denominador común de
contribuir a la educación infantil a través de la principal y más
efectiva herramienta pedagógica para el trabajo con los niños por ser
su lenguaje universal: el juego.
Surgieron en casi todos los continentes, designándose de
múltiples formas: ludotecas en el mundo hispano, ludotheques en el
francés, brinquedotecas en el lusitano, lekoteks en el nórdico, toys
libraries en el inglés…
Esta novedosa vía de educación por el juego tiene como
antecedente en Cuba la labor de quien fuera su principal promotor,
Rolando Alfaro Torres. La primera ludoteca cubana fue creada en
octubre de 1989 en la Casa de las Américas, con motivo del
centenario de “La Edad de Oro”, la revista que escribiera José Martí.
A partir de las ideas expresadas en el artículo “Un juego nuevo y
otros viejos”, la ludoteca quedó conformada por una selección de 30
juegos tradicionales de distintos pueblos del mundo.
Luego de esa experiencia inicial, un grupo promotor
integrado por varios entusiastas profesionales en diversas
disciplinas (Rolando Alfaro, Pedro Fulleda, Teresa Benítez, Olga
Teresa Pérez, Aleida Meneses, Ariane Alvarez, Nancy Gómez, Rodrigo
Espina, Irma Tamayo, y otros) gestionó la Asociación Cubana de
Ludotecarios (ACL), que en 1995 se conformó en sistema bajo la
rectoría del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y
Recreación (INDER). La gestión del equipo se dirigió a conformar las
bases metodológicas para la prestación del servicio ludotecario en
Cuba, a través de diversas instituciones socioculturales de la
comunidad, como los centros educacionales, casas de cultura,
bibliotecas públicas, centros deportivos y recreativos, entre otras, y
durante varios años acumuló valiosos resultados.
Las ludotecas constituyen una adecuada alternativa de
educación no formal a través de la Lúdica, a fin de asegurar el
derecho al juego a los seres humanos en su diversidad de grupos
etarios, de género y ocupacionales. Sus objetivos principales son los
siguientes:
Promover la práctica de juegos educativos, que contribuyan a la
formación de valores entre las personas de diversas edades a través
de formas sanas y placenteras de ocupación del tiempo libre.
Propiciar el rescate y generalización de juegos tradicionales como
expresión de la cultura popular y la identidad nacional.
Contribuir al más adecuado empleo lúdico de las nuevas
tecnologías de la informatización.
Brindar una alternativa de uso colectivo de los recursos lúdicos,
contribuyendo a la socialización y al desarrollo de sentimientos de
cooperación y responsabilidad.
Cumplir objetivos vinculados con grupos sociales que requieran
atención especial, como: discapacitados, niños y/o adolescentes
hospitalizados, ancianos, reclusos, y otros.
La misión principal de una ludoteca es brindar a quienes participen
en ella actividades para el desarrollo del juego de forma libre y
espontánea. Dicha principal misión de una ludoteca encierra dos
propósitos básicos:
1. Brindar alternativas de juego
Significa que la ludoteca es, ante todo, un espacio donde se ofrece
un servicio de carácter lúdico, por lo que debe ser agradable para la
ocupación del tiempo libre y la recreación de las personas. Por otro
lado, deben estar dotadas de recursos (material lúdico y
actividades) que satisfagan las disímiles alternativas de gustos e
intereses de los participantes, y no responder a una concepción
excluyente de ofertas que puedan ser válidas a sus fines
educativos.
2. Desarrollar el juego de forma libre y espontánea
La ludoteca se concibe como un espacio de recreación, esto es, de
renacimiento de la individualidad, del propio ser, en el afán del
desarrollo integral de la persona. Por eso es indispensable que su
funcionamiento se caracterice por la espontaneidad y libertad en las
acciones lúdicas que ejecuten quienes participen en ella.
ESCOLARES:
La escuela es, por incuestionable derecho, la institución
sociocultural más importante de la comunidad. La ubicación en ella
de una ludoteca permitirá a esta disfrutar del prestigio y
reconocimiento social del centro escolar, pero al mismo tiempo
aportará a este una nueva dimensión participativa, que contribuirá a
desarrollar entre los alumnos, padres y pobladores en general los
sentimientos de pertenencia hacia la escuela, y consecuentemente el
grado de responsabilidad con su conservación y buen
funcionamiento.
PUBLICAS:
Se refiere a las ubicadas en otros equipamientos socioculturales en
la comunidad, como son: casas de cultura, museos, bibliotecas,
centros recreativos, círculos sociales, o en otros sitios, así como
aquellas en espacios dispuestos específicamente para la función de
ludoteca.
HOSPITALARIAS:
La ludoterapia ha estado, desde tiempos atrás, incorporada a la
práctica médica. Pero la existencia de ludotecas en los hospitales es
un recurso de estas décadas. Se trata, no de aplicaciones del juego a
investigaciones psicológicas, sino de disponer de espacios
habilitados para el juego libre, atendidos con una intencionalidad
educativa al mismo tiempo que médica.
LABORATORIOS:
Son centros anexos a otras instituciones vinculadas a la actividad
docente o lúdica por diversas razones, que las emplean para la
experimentación o la formación de especialistas. Pueden surgir en
universidades e institutos pedagógicos, centros de investigación,
empresas fabricantes de juguetes, etc.
MOVILES:
Llevar la actividad lúdica a sitios carentes de espacios recreativos
adecuados, así como desarrollar la función de animación en el barrio,
son propósitos esenciales de este tipo de ludotecas, al cual
corresponden fórmulas como los "ludobuses", la experiencia
brasileña del "circo do povo", y en Cuba los ”planes de la calle".
Cualquiera que sea su tipo, las ludotecas tienen como
denominador común en su funcionamiento la presencia de una bien
definida intencionalidad educativa, pues son, a la vez que centros
de recreación para la ocupación del tiempo libre, instituciones
basadas en la actividad lúdica como recurso pedagógico.
Concebidas de tal modo, son un sitio de encuentro en el que
adultos especializados propician acciones encaminadas hacia una
educación integral, activa y creativa, con los siguientes contenidos:
• Pedagógico: el desarrollo de las capacidades cognoscitivas y
creativas mediante la estructuración de estrategias de pensamiento
desde la infancia.
• Social: la inserción del individuo en su entorno sociocultural,
estimulando procesos de cooperación, solidaridad y participación.
• Cultural comunitario: el fortalecimiento de los sentimientos de
pertenencia desde el conocimiento de la historia y las tradiciones
locales y/o nacionales.
• De comunicación familiar: la estimulación a los procesos afectivos
y de relación intergeneracional dentro de la familia.
• De animación recreativa: la ocupación del tiempo libre de forma
sana y provechosa para todos los grupos etarios y de género.
Aun cuando la concepción universal de las ludotecas conlleva
la existencia de un local debidamente equipado con medios lúdicos
diversos, en condiciones sociales de pocos recursos bastará con la
prestación del servicio lúdico-recreativo en las circunstancias que
puedan existir en cada caso, teniendo como soportes básicos los 4
siguientes escenarios: la institución sociocultural, la escuela, la
instalación recreativa, y el espacio público.
La biblioteca pública (comunitaria, municipal o provincial) es
la institución sociocultural más adecuada como escenario para la
ludoteca pública, que debe disponer de juegos de mesa diversos (con
tableros, cartas, rompecabezas, etc.) y con temáticas instructivas,
que puedan ser un complemento para la acción educativa de las
bibliotecas. Los juegos de mesa pueden ser industriales, artesanales
o extraídos de publicaciones diversas, así como en soporte
informático.
Los JovenClubs de computación son también instituciones
socioculturales ideales para el funcionamiento de ludoclubes, con el
empleo de videojuegos de contenido educativo.
La escuela (principalmente primaria y de nivel medio) es el
escenario para la ludoteca escolar, que puede disponer de:
Módulos de juegos de mesa en las aulas (estante o caja con juegos).
Un espacio cerrado (biblioteca, cátedra de Educación Física,
comedor, etc.) para el funcionamiento estable de la ludoteca,
aprovechando su mobiliario.
Espacios abiertos (patio, áreas deportivas, etc.) para las acciones
físico-recreativas, como juegos predeportivos y tradicionales, cuyas
pistas podrán ser trazadas de forma permanente en el piso.
Los juegos de mesa pueden ser industriales, artesanales o
extraídos de publicaciones diversas, así como estar en soporte digital
para ser utilizados con el equipamiento computacional del centro.
Las ludotecas escolares son la piedra angular del sistema.
Todo lo que tiene de positivo el juego puede ser transferido al
proceso de enseñanza-aprendizaje, incorporándolo a la escuela a
través de ludotecas adecuadamente estructuradas. Tal como la
biblioteca escolar es recurso para el desarrollo del conocimiento, la
ludoteca escolar debe serlo para la ejercitación de estrategias de
pensamiento creativo, con idéntica influencia en los resultados del
proceso docente.
La instalación recreativa (círculo social o juvenil, área
deportiva, casa de cultura...) es el escenario donde podrá funcionar
una ludoteca pública con espacio propio, que puede disponer de:
Juguetes variados, tanto industriales como artesanales, para el
juego infantil de roles (muñecas, peluches, disfraces, títeres, ajuares
de casa, herramientas, etc.), para el juego de movimiento y las
acciones predeportivas (carros, pelotas, aros, balones, suizas,
argollas, etc.), para el juego de armar (rompecabezas, construcciones,
caja de arena, etc.).
Juegos de mesa tradicionales y novedosos -de estrategia, de
simulación, de rol y de habilidad (Ajedrez, Damas, Go, Parchis, de
modelación histórica, barajas, dados, minibillares, etc.)- para las
diferentes edades, tanto en soporte tradicional como informático.
Implementos para juegos predeportivos y tradicionales (cuerdas,
sacos, zancos, trompos, bolas, cometas, yaquis, etc.).
Literatura infanto-juvenil debidamente seleccionada por sus valores
educativos.
Estas instalaciones tienen como ventaja sobre las escolares
que pueden brindar el servicio ludotecario los días feriados y en otras
jornadas de tiempo libre (semanas de receso docente, vacaciones de
verano, etc.).
El espacio público (calle, parque, plaza...) es el escenario para
desarrollar el Plan de la calle, como servicio móvil de ludoteca
pública, dirigido a niños y adolescentes de uno y otro sexo, que debe
disponer de:
Areas permanentes debidamente identificadas para estas
actividades masivas, con funcionamiento estable los fines de semana
y demás jornadas de tiempo libre, según se establece en los
correspondientes proyectos recreativos para la atención a la
comunidad.
Módulos de medios lúdico-recreativos obtenidos por diversas vías,
teniendo principalmente como centro de acción en dicha gestión a la
escuela primaria de cada comunidad.
Correcto diseño metodológico, de modo que en cada uno de ellos
existan no menos de 10 opciones de disciplinas lúdico-recreativas
(juegos de mesa, predeportivos, tradicionales, de animación, de
roles...) desarrollándose simultáneamente para permitir la libre
elección participativa por parte de los presentes, y no a la manera de
un “carrusel de actividades”, donde se deba pasar obligatoriamente
por cada área cuando indiquen los animadores.
Como elemento fundamental de una ludoteca debemos
estudiar la figura del ludotecario, el educador especializado en
juegos, juguetes y actividades de animación. Excepto el objetivo de
prestar juguetes a los niños, que puede cumplir cualquier persona
ordenada y que disponga de un fichero adecuado, las otras tareas,
como las de orientación de niños y padres en la elección de buenos
juguetes, y el fomento de actividades de animación lúdica, son
funciones que sólo puede realizar una persona con vocación de
educador y que posea los conocimientos pertinentes.
El trabajo del ludotecario puede inscribirse dentro de la
animación sociocultural, pues trata de desarrollar actividades
culturales que tienden a una educación continua y que van hacia un
desarrollo global del individuo. Creemos que el ludotecario debe ser
el animador sociocultural básico de la infancia. Es quien tratará de
iniciar a los niños en una educación para el tiempo libre, creando
situaciones que les permitan ser más aptos para la posesión de los
lenguajes de expresión y de análisis racional, a partir del momento
en que la edad lo permita.
En general, podemos distinguir cuatro categorías distintas:
1. Ludotecario responsable
2. Ludotecario ayudante
3. Animadores especializados
4. Colaboradores varios
Es evidente que en todas las ludotecas no existirán las cuatro,
y que las funciones se acumularán en una, dos o tres categorías.
El ludotecario responsable debe realizar un trabajo de gestión
y de administración, que coordine las actividades socioeducativas.
Tiene la responsabilidad de la programación y evaluación de las
actividades de la ludoteca, y la responsabilidad económica de su
funcionamiento, según las siguientes tareas:
• De organización: adaptar el reglamento-base de funcionamiento de
la ludoteca a las necesidades específicas de su zona, distribuir los
recursos materiales, organizar los servicios de préstamo de juguetes,
contactar con el equipo coordinador territorial, registrar las
solicitudes no satisfechas de juguetes para poder incrementar el
fondo lúdico, organizar la preparación y reparación de juguetes.
Proponer animadores y seleccionar colaboradores.
• Pedagógicas: ayudar a los niños a servirse del fichero de juguetes,
orientar la elección del material lúdico por parte de los niños,
iniciarlos en el juego, jugando con ellos si es preciso, o haciéndoles
demostraciones con los de manejo complicado, ayudar a la
comprensión de las instrucciones, fomentar el juego en grupo dentro
de la ludoteca, verificar conjuntamente con el niño el estado del
juguete en el momento de su devolución, jugar personalmente con
todos los juguetes del fondo de la ludoteca para conocerlos en
profundidad, seleccionar aquéllos que más interesen en la ludoteca,
asesorar a los padres en todos los aspectos relacionados con el
juego y los juguetes.
• De animación: planificar, coordinar y realizar actividades de
animación para niños y padres, relacionarse con otros centros de
animación de la zona para la realización de actividades conjuntas.
• De información: realizar estadísticas de control y autoevaluaciones
periódicas del funcionamiento, centralizar la información sobre las
actividades relacionadas con los niños, que tengan lugar en el barrio,
o en otro lugar afín a la instalación.
Ludotecarios ayudantes. En algunas ludotecas las funciones
anteriores, tanto por su cantidad como diversidad, deberán ser
realizadas con la colaboración de un ludotecario ayudante que
trabajará en equipo con el ludotecario responsable, y que tendrá a su
cargo las funciones que se determinen en cada caso.
Animadores especializados. Son educadores eventuales que
colaborarán de forma esporádica y en ocasión de actividades
concretas. A modo de ejemplo citemos algunas de las actividades de
animación de una ludoteca: organización de encuentros deportivos,
musicales, teatrales, de cine, artes plásticas, expresión corporal y
danza, aeromodelismo, manualidades... También con los padres, con
actividades de reflexión sobre los juguetes que mejor convengan a
sus hijos. Estos animadores deben tener la misión educativa de
orientar el aprendizaje de una técnica concreta.
Colaboradores varios. Creemos que una ludoteca puede, e incluso
debe, admitir la colaboración de los padres, de los propios niños y de
personas de la tercera edad. Cada grupo de colaboradores debe tener
una responsabilidad concreta de acuerdo con su preparación, deseos
y las necesidades de la ludoteca.
Independientemente de los títulos que obtengan o posean,
los ludotecarios para poder realizar con éxito las funciones previstas
deben reunir ciertas cualidades personales:
• Amor y respeto a los niños
• Capacidad de juego
• Convencimiento de las posibilidades educativas del juego
• Trato pedagógico tanto con los niños como con los padres
• Facilidad de cooperación y de trabajo en equipo
• Dinamismo y optimismo personal
• Equilibrio conductual
• Posibilidad de estudio y superación de su propio comportamiento
• Personalidad creadora
• Capacidad de organización y coordinación
Como educador, debe respetar el diálogo niño-juguete. Debe
educarlo con referencia a la espontaneidad para evitar posteriores
fracasos. El papel del ludotecario en el diálogo niño-juguete debe ser
abierto. Se trata de una acción educativa difícil, que deja en el niño la
impresión de elegir el objeto y la manera de actuar con él, cuando en
realidad lo que se propone es incitarlo, aconsejarlo, conocer sus
motivaciones y explotarlas para enriquecerlo.
Se entiende por buen juguete aquel que está dotado de una
serie de cualidades de concepción y materialización que permiten el
desarrollo de los niños, sin causarles amenaza alguna. Esto
significa:
• Calidad material, es decir, solidez en su confección, ausencia de
peligros de laceración y de toxicidad.
• Calidad formal, entendida como belleza y sencillez.
• Calidad educativa, o adaptación a las necesidades del niño en su
nivel de desarrollo, con una concepción y diseño que haga fácil la
actividad lúdica creadora.
Los juguetes ofrecerán múltiples posibilidades de uso al
despertar el interés del niño y brindarle un amplio campo de acción.
Los ludotecarios han de estudiar las reacciones y conductas de los
usuarios delante de los juguetes durante un tiempo lo
suficientemente largo como para que los niños agoten la función
primaria de ellos, y pasen a una segunda etapa de creatividad e
invención en el uso de los mismos juguetes.
Tanto la carencia, como la superabundancia de juguetes, son
perjudiciales para los niños. La cuestión es facilitarles cada juguete a
su tiempo. Las necesidades de los niños, objetivamente
consideradas, y no los gustos de los adultos, es lo que debe guiar la
selección de juguetes.
El juguete y el juego no pueden repartirse vinculados a
premios y castigos, ni pensando en uno u otro sexo, con lo que se
estará contribuyendo a consolidar los roles clásicos de mujeres y
hombres. Si pensamos en una educación de cara a la igualdad, los
juegos y juguetes no tendrían por qué distribuirse según los sexos
de los niños. Jugar “a las casitas” lo puede hacer un niño sin que
ningún padre tenga que alarmarse por la “inclinación” de su hijo.
Tampoco una madre ante su hija que juega a “ser camionera” ha de
suponer una actitud machista en su niña. Estas son situaciones
normales en el mundo en que vivimos, y no implican merma alguna a
la “hombría” o la “feminidad” del hijo o la hija.
La industria y el comercio de juguetes acostumbran a dar un
trato diferente a ambos sexos en el diseño y la publicidad, lo que
contribuye a reforzar el perpetuo sexismo según los estereotipos
más tradicionales.
Hoy día los niños crecen en un ambiente tecnológico
inconcebible años atrás, en que abundan los medios audiovisuales.
Los niños están sumergidos en videos, videocaseteras, videoclips,
videoanimación,
videotextos,
videoconferencias,
videotecas,
videojuegos... Todo esto cambia sus modos de aprendizajes, gustos
y valores… serán así más técnicos a costa de ser menos humanistas,
acumularán más información y menos expresión, serán introvertidos,
solitarios e individualistas, y no disfrutarán del juego al aire libre. Los
ya clasificados como “niños mutantes” o “videoniños” verán su
imagen en un video familiar antes que en un espejo.
Según sus detractores, los videojuegos potencian una
conciencia acrítica y robotizada, fomentan en el jugador una especie
de autismo sedentario, que puede llevarlo a convertirse en un
ludópata agresivo. Por su parte, los defensores aducen que los
videojuegos desarrollan las destrezas perceptivo-motrices y las
funciones cognitivas básicas de atención, razonamiento y solución
de problemas; activan los reflejos, liberan la agresividad, son
interactivos y, además, de forma lúdica los niños adquieren cultura
tecnológica-informática para placer de los padres, temerosos de que
sus hijos sean analfabetos en este sentido.
Por otro lado, la ludoteca no puede olvidar los juegos
populares. Un juego popular surge de la tradición, como la forma más
operativa en que el pasado se incorpora al presente, vinculándose al
vivir de las nuevas generaciones, que los deben asimilar y mantener.
Cada juego popular, o tradicional, es una obra de arte hecha por un
autor anónimo. Durante siglos, las canciones y juegos infantiles se
transmitían de generación en generación. Tienen un encanto poético
puro y son un legado que hoy se ve amenazado.
¿Qué está pasando con los juegos populares y los
tecnológicos? ¿Son antagónicos, incompatibles, complementarios...?
Coincidimos que unos y otros pueden vincularse a plenitud. Si los
niños actúan indistintamente con juegos tradicionales y tecnológicos
el peligro del niño “aprieta botón” o “mutante” desaparecerá y el
panorama comenzará a mejorar. Los niños serán más técnicos y
humanistas. Acumularán más información y expresión. Serán
extrovertidos, sociables y solidarios, menos sedentarios y más
activos.
Lo que se impone es barrer las diferencias. En principio, las
ludotecas, si están bien equipadas, establecerían la posibilidad del
juego popular junto al juego tecnológico.
La intervención educativa es generalmente directivista, donde
el educador asume la responsabilidad de conducir el proceso. Pero
en el caso del juego infantil es indispensable que sea no directivista,
de forma que el niño sea quien indique el camino a seguir, y así pueda
expresar libremente sus sentimientos, frustraciones, temores,
aspiraciones y confusiones. En el niño, como en toda persona, hay un
impulso que lo induce a actuar hacia su independencia y
autodirección: el impulso lúdico, vital en los seres humanos.
Así el juego puede utilizarse como una herramienta muy
importante para la atención a niños con necesidades educativas
especiales, sin que ellos tengan conciencia de verse sometidos a
prueba alguna, expresándose con total espontaneidad. Estos niños
muestran dificultades para captar los estímulos del medio. El juego
para ellos es fundamental, pues de la estimulación que reciban
dependerán sus habilidades y capacidades. La ludoterapia ha puesto
de manifiesto las inmensas posibilidades que existen para mejorar el
destino de niños con necesidades educativas especiales.
Múltiples intentos ha realizado la Pedagogía, a lo largo de su
historia, para reducir, en el proceso docente, la distancia que separa
lo lúdico del trabajo escolar, pero no con el éxito deseado, lo cual
motivó que las acciones lúdicas hayan sido enmarcadas en el tiempo
libre, como actividades extraescolares y dentro de las vías no
formales de la educación.
Incorporar la actividad lúdica a los procesos de enseñanza de
una manera adecuada, sin pretender dar al juego otro fin que no sea
el de propiciar placer mediante el ejercicio de la libertad,
predisponiendo la voluntad y la capacidad intelectual para los
procesos cognoscitivos, creativos y afectivos, es un recurso
psicopedagógico que apunta hacia una superior formación del
educando. Se trata de un difícil empeño, en el que con frecuencia se
cae en el error de emplear el juego como un medio -o recurso
didáctico-, privándole de su cualidad esencial.
El empleo de juguetes y juegos aplicables a los programas
docentes, comúnmente denominados didácticos, tiene el propósito
de dotar al trabajo escolar con los recursos del quehacer lúdico. Pero
los investigadores coinciden en que esto es cuestionable.
Así opina el pedagogo uruguayo Raimundo Dinello: "...El
juego utilizado como medio didáctico no presenta un interés de juego
por el juego, sino que es la motivación para ciertos aprendizajes, lo
cual es una contradicción importante, pues el juego no debería tener
otra finalidad que la alegría y el placer de jugar, connotación que es
preciso tener en consideración, porque muchas veces, con la
apariencia de un seductor programa de juegos para el precálculo y la
ortografía podemos presentar una inadecuada proposición de
escolarización precoz".
El presente -y aún más el futuro- ofrece muchas innovaciones:
televisión interactiva, juegos virtuales tridimensionales… las áreas
recreativas en su tecnología actual lograrán un gran desarrollo. Las
ludotecas se harán más versátiles. El objetivo es crear alternativas y
modelos para el tiempo libre, para el uso creativo del ocio, sin
directivismo, pues cada cual es dueño de hacerse cargo de su propia
recreación.
Se impone la creación de estructuras y metodologías que
apunten a una mejor calidad de vida de la infancia… por ejemplo: una
nueva dimensión lúdico-creativa en la educación, tal como se lo
sugirió nuestro José Martí a su niña querida, María Mantilla:
“Así serán maestras, contando estos cuentos
verdaderos a sus discípulas, en vez de tanto
quebrado y tanto decimal y tanto nombre
inútil de cabo y de río, que se ha de enseñar
sobre el mapa como de casualidad, para ir a
buscar el país de que se cuenta el cuento, o
donde vivió el hombre de que habla la
historia. Y cuentas, pocas, sobre la pizarra, y
no todos los días. Que las discípulas amen la
escuela, y aprendan en ella cosas agradables
y útiles (...) Imagínate a Carmita contando a
las niñas las amistades de las abejas y las
flores, y la coquetería de la flor con la abeja, y
la inteligencia de las hojas, que duermen y
quieren y se defienden, y las visitas y los
viajes de las estrellas y las casas de las
hormigas. Libros pocos y contínuo hablar (...)
Y el viernes, una clase de muñecas -de cortar
y coser trajes para muñecas, y repasos de
música, y clase larga de escritura, y una
clase de dibujo-. Principien con dos, con tres,
con cuatro niñas. Las demás vendrán. En
cuanto sepan de esta escuela alegre y útil”.
Carta desde Cabo Haitiano,
con fecha 9 de abril de 1895,
víspera de su ingreso definitivo
a la Patria ya insurrecta.