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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
barra espaciadora

LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

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N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

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N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

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N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

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N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

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N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

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Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

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N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

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N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

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Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

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N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

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N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

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N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

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N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

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N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
barra espaciadora

LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

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N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
barra espaciadora

LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

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N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

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N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

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N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

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N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

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N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

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Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

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N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

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N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

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N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

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N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

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Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

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Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

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N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

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N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

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N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

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N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

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N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

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N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

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N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
barra espaciadora

LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
barra espaciadora

LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
barra espaciadora

LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

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Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

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Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

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Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

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N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

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N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

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N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

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N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

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Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

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N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

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N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

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N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

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N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

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Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

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N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

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N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

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N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

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N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

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N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

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N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

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N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

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N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

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N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
barra espaciadora

LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

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N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

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N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

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N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

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N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

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N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

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Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

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Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

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N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

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Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

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N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

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N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

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N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

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Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

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La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

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N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

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Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

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N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

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N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

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N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

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N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

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N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

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N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

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N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

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N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

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N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

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N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

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N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

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N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

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N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

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N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
barra espaciadora

LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

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N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

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N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

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N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
barra espaciadora

LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

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N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

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N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

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N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

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N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

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N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

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Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

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Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

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Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

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La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

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N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

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Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

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N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

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N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

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N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

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N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
barra espaciadora

LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

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N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
barra espaciadora

LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

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N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

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N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

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N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

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N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

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N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

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Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

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N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

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N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

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N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

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N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

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N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

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N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

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N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

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N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

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N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

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N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

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N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

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N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

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N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

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N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

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N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

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N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

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N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


Slide 38

FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
barra espaciadora

LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

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N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

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N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
barra espaciadora

LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

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N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

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N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

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N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
barra espaciadora

LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

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Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

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N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

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N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

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N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

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N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

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Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

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N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

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N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

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N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

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N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

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N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

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N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

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N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

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N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

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N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

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N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

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N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

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N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

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N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

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N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
barra espaciadora

LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

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N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

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N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

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Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

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N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

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Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

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Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

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Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

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La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

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N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

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Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

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N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

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N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

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N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

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N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

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N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
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LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.


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FOLLETO TEOSOFICO
FECHA: VIII / 2015

Sociedad Teosófica en Chile
avanzar con mousse
o
barra espaciadora

LA SOCIEDAD TEOSÓFICA existe para ofrecer las enseñanzas de la
Sabiduría Tradicional conocida como Teosofía. Fundada en 1875, es una
Organización Internacional, no sectaria, sin dogmas ni creencias
obligatorias. La Sociedad Teosófica está abierta a todos aquellos que
simpaticen con sus tres objetivos que son:

*Formar un núcleo de la
Fraternidad Universal de la
Humanidad sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o
color.
*Fomentar el estudio
comparativo de las
Religiones, Filosofías y
Ciencias.
*Investigar las Leyes
Inexplicadas de la
Naturaleza y los poderes
latentes en el hombre.

*Sus pilares fundamentales son:
La Fraternidad
y
La Libertad de Pensamiento

CONTENIDO AGOSTO 2015
DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri
EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.
“PENSAMIENTOS , REFLEXIONES Y MEDITACIONES”

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Es una buena vida, si no te debilitas. –Bill Lawrence
¿Qué hay acerca del curso normal de la vida que evoca un sentimiento de lucha? Si miramos las historias y
aforismos de las escrituras del mundo, o las enseñanzas del movimiento teosófico moderno, o simplemente las
frases de sentido común pronunciadas habitualmente día a día, hay un reconocimiento compartido de que en
este mundo nada llega fácilmente.
Una historia que expresa la ineficiencia laboriosa en la vida es el mito de Sísifo. Sísifo era un rey griego y era
algo bribón. Era un hombre inteligente que pudo engañar a los dioses en más de una ocasión – una vez incluso
maniatando a Hades, el señor del infierno y dios de la muerte. La reclusión transitoria de Hades causó grandes
problemas allá arriba y en el reino humano. Uno de los cuales fue que comenzó la guerra a perder algo de su
satisfacción. Porque nadie moría, la situación se volvió tan desesperada que un rey hizo arreglos para que
Hades fuera liberado, de modo que las personas pudieran comenzar a morir nuevamente y él pudiera continuar
sembrando temor en los corazones de sus enemigos en la guerra. En castigo por sus numerosos crímenes en
contra de los dioses, Sísifo fue condenado después de la muerte a un eterno y fatigoso trabajo. Por toda la
eternidad tenía que pasar cada momento haciendo rodar una pesada piedra hasta la cima de una montaña,
solo para observarla rodar hacia abajo y comenzar todo el proceso nuevamente.
En la Biblia, la expresión más notable para el arduo trabajo sin sentido de la vida se encuentra en Eclesiastés,
con el Predicador. “Vanidad, vanidad, todo es vanidad” fue una de las concisas maneras en que caracterizó la
condición humana. “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se
afana debajo del sol? “Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa” fue otra de las solemnes observaciones del Predicador. Esta línea de pensamiento hace
volver a la maldición de Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El ciclo de lucha
para el ser humano comienza con la declaración que se hace a Adán, que a causa de su consciencia de la
dualidad – bien y mal – está condenado a “trabajar penosamente” durante “todos los días de su vida”. La parte
de Eva no es mejor.
El Budismo también trata con lo que se ve como la naturaleza fundamentalmente insatisfactoria de la condición
humana (o en cuanto a ésta, de alguno de los otros cinco planos de existencia de la cosmología Budista).
Desde este punto de vista, una vida vivida para la búsqueda de los placeres normales – conocimiento, religión,
política, trabajo, familia, etc. – asegura que uno quede atrapado en la rueda cíclica de la existencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Samsara es el término para el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez, muerte y renacimiento en el
cual todos estamos comprometidos. Esta idea es una nueva declaración más amplia del mito de Sísifo, pero
aquí, en lugar de un individuo, todos los seres sensibles estamos atrapados en el ciclo.
Si estas fueran nuestras únicas opciones, la vida sería desoladora. Por supuesto, todas las tradiciones que
entregan tales profundas descripciones de las limitaciones de la vida también afirman la posibilidad de la
liberación o redención. Las tradiciones espirituales hablan a las personas a nivel de su comprensión. Para las
personas cuya consciencia está establecida en el mundo de la lucha y el sufrimiento, ellas aconsejan sobre
cómo hacer mejor las cosas. Este es el rango de reglas y ceremonias, donde somos aconsejados sobre cómo
comportarnos – que alimentos pueden comerse, que ropas podemos usar, formas en que podemos conocer y
asociarnos con cada otro. Para el individuo que tiene algún conocimiento de una consciencia más expansiva,
muestran como profundizarla, hasta el final a lo que se llama “consciencia cristica”, moksha, iluminación, etc.
Uno de los obsequios de la visión teosófica mundial es el reconocimiento de la naturaleza multidimensional del
universo y de nosotros mismos. La práctica de la vida espiritual a menudo comienza con una consideración de
la posibilidad de que somos más importantes de lo que habíamos imaginado anteriormente, y que la
consciencia es esencialmente lo que somos. Se nos pide que pensemos acerca de ello, que tratemos de
determinar el alcance y limitaciones de la consciencia. “Piense sobre estas cosas” es lo que siempre se ha
dicho al estudiante nuevo. El proceso comienza con el pensamiento. Ya sea que uno encuentre que concuerda
con estas nuevas ideas o no, la mente comienza a acostumbrarse a funcionar en niveles antiguamente no muy
conocidos. Nos hacemos preguntas e inicialmente buscamos respuestas. Cuando nos familiarizamos con los
diferentes niveles de nuestro ser, pronto nos encontramos escuchando respuestas. El proceso se vuelve más y
más interno.
En la que comúnmente se ve como la más importante de las cartas de los Mahatmas, la carta del
Mahachohan, la lucha es un tema importante.” ¿Qué acción ejerceremos nosotros sobre el resto de los
hombres? Y sobre ese oleaje llamado “el combate por la vida”, que es en el fondo el padre y el más prolífico,
de la mayor parte de los dolores y de las penas como de todos los crímenes? ¿Por qué ese combate ha venido
a ser en este mundo un fin casi universal?” Es una importante pregunta a la que proporciona una respuesta:
“Porque ninguna religión…ha enseñado aun el desprecio práctico de la vida terrestre…por el contrario, cada
una…ha inculcado a sus fieles por medio de su infierno y de su condenación el más grande temor a la muerte”.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Desde este punto de vista, los límites de nuestra visión han intensificado la lucha por la vida. Nuestra fijación
en esta vida y este cuerpo y el temor de perderlos nos han establecido en la lucha por mantenerlos a toda
costa. Para la mayor parte de nosotros, esta vida es lo única cosa de la que podemos estar seguros. Lo que
viene después es inseguro, y si aceptamos las descripciones de la vida después de la muerte de las varias
religiones, para la mayoría de las personas será un periodo muy largo y muy desagradable. Luchamos por
asirnos a lo que conocemos, a esta estrecha franja de consciencia que aceptamos como vida. “Mejor diablo
conocido que uno por conocer”.
¿Cómo romper este ciclo? En la carta el Mahachohan sugiere una salida: “el desprecio práctico de la vida
terrestre”. El insta, “Enseñad al pueblo que aquí abajo la vida, aun la más feliz, no es más que carga y
espejismo; que solo nuestro Karma personal, causa generatriz de los efectos, es nuestro juez y nuestro
salvador en las futuras existencias –y la gran lucha por la vida perderá pronto su encarnizamiento”.
Una gran dificultad para la gente establecida en el occidente es la visión aparentemente negativa de la vida
del tradicional enfoque oriental a la espiritualidad tales como el Budismo e Hinduismo. He conocido muchas
personas quienes, cuando por vez primera se introducen en el Budismo, se ven repelidos por su énfasis en los
sufrimientos de la vida y por la naturaleza de su meta aparentemente elevada, nirvana – literalmente, una
“extinción” de la llama de la vida al igual que una vela. Para la mente desarrollada en el sistema normal de
valores euro-americanos hay poca atracción al sufrimiento, extinción, o “desprecio por la vida terrestre”.
A nivel de las primeras impresiones estos no son atrayentes. Aquellos que perseveran en el intento por
entender estas ideas llegan a comprender que estas palabras son intentos necesariamente inadecuados para
describir una vida y consciencia más ricas, más expansivas. El valor de las descripciones es que no
solamente hablan acerca de estados de los otros mundos, sino que indican formas de experimentar estos
estados. El buscador sincero necesariamente se convierte en un practicante, uno que se compromete en la
experimentación en el laboratorio de nuestra propia consciencia.
Alguien que ha enfrentado las dificultades y exigencias de la vida puede ser crítico y desdeñoso. “Debe haber
una forma mejor” se escucha comúnmente, pero en ausencia de alguna alternativa positiva, termina con
quejas y cinismo. El mero desprecio por la vida terrestre es fácil y es el trabajo del cínico.
El “desprecio practico” es un asunto diferente y es el trabajo del practicante. Es el resultado de la confirmación
por la experiencia.

DESPRECIO PRÁCTICO
Tim Boyd
Solamente aquellos que han ganado su camino por medio de esfuerzos inducidos e ideados por sí mismo a
una experiencia más amplia de la consciencia pueden juzgar la lucha de la vida terrestre completamente. El
pequeño libro El Idilio del Loto Blanco dice, “El alma del hombre es inmortal y su futuro es el futuro de algo
cuyo crecimiento y esplendor no tiene límites”. Aquellos quienes han tenido siquiera un momentáneo vislumbre
de la vida desde el punto de vista del alma se apartan de la experiencia con un nuevo sentido de las
prioridades. La vida de lucha y limitación no pasa, pero pierde su exigencia de suma importancia. Si
describimos esto como desprecio o simplemente ver claramente, el resultado es el mismo. Estar en el mundo
pero sin ser de él se convierte en la nueva forma de vivir.
PAZ

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cuando Pilatos preguntó a Jesús: ¿Qué es la Verdad?, éste no respondió. El silencio de Jesús en esta y en
otras circunstancias, no ha impedido sin embargo a aquellos que se proclaman actualmente sus discípulos,
obrar como si de El hubiesen recibido la Verdad última y absoluta. ignoran que las palabras de sabiduría que
se les ha dado no contienen sino una parte de la Verdad que ha quedado escondida en parábolas oscuras,
aunque de incomparable belleza. Con tal sistema, el dogmatismo se ha desenvuelto gradualmente en las
iglesias, en las ciencias y por todas partes. Una apariencia de verdad, oscuramente percibida en las regiones
de lo abstracto, como la que se deduce de las observaciones y experiencias en el régimen de la materia, ha
sido impuesta bajo forma de revelación divina y de datos científicos a la multitud demasiado ocupada para
pensar por sí. Pero desde Pilatos hasta nuestros días, la cuestión de saber si un grupo cualquiera de hombres
puede poseer la Verdad absoluta, ha quedado siempre en pie; nuestra razón nos dice que ello no es posible.
En el mundo finito y condicionado en el que el hombre se encuentra, la Verdad absoluta no existe sobre ningún
sujeto; no hay sino verdades relativas sobre las cuales debemos basarnos lo mejor posible. En todos los
tiempos ha habido sabios que alcanzaron la Verdad absoluta y que sin embargo no podían enseñar sino
verdades relativas, pues en nuestra raza nadie puede dar a otro la Verdad total y final, que cada uno tiene
forzosamente que encontrar por sí mismo y en sí mismo. Dos almas no son idénticas y por eso la luz suprema
debe ser recibida por ellas mismas y no por intermedio de otra, según su capacidad. El más grande de los
Adeptos (1) no puede revelar de la Verdad Universal sino tanto cuanto de ella es posible asimilar. El Sol es
uno, pero sus rayos son innumerables, y su efecto es benéfico ó maléfico, según la constitución y la naturaleza
de las cosas que los reciben. Cuanto más elevada es nuestra conciencia, más podemos impregnarnos de
verdad. Pero la conciencia humana es como la flor: puede girar su faz hacia el lejano luminar, las raíces la
mantienen unida al suelo y la mitad de su vida se pasa en la oscuridad. Sin embargo, sobre esta misma tierra,
cada uno de nosotros puede alcanzar relativamente el sol de la Verdad y asimilarse los rayos más calientes y
más directos, a pesar de la alteración que sufren a través de las partículas físicas del espacio. Hay dos
métodos para llegar allí. Sobre el plano físico podemos emplear nuestro polarizador mental, analizar cada rayo
y escoger el más puro. Para alcanzar el sol de la Verdad sobre el plano espiritual, debemos trabajar de una
manera absolutamente seria. Sabemos que paralizando gradualmente los deseos de nuestra personalidad
inferior (voces de nuestra alma puramente fisiológica que depende de su vehículo, el cerebro físico) el hombre
animal en nosotros puede dar lugar al Hombre espiritual; en este caso, los sentidos y las percepciones
espirituales, una vez puestos en movimiento, se desenvuelven simultáneamente; y es esto lo que los Grandes

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Adeptos, los Yoguis del Oriente, hacen todavía en la actualidad. Antes de que pueda llegar a ser dueño de una
verdad absoluta, el hombre debe conocerse a sí mismo y obtener las percepciones interiores que no engañan
jamás. La Verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad, y como ningún pensamiento finito comprende lo
eterno, ninguna verdad perfecta podría desenvolverse en ese pensamiento finito.
Es posible que se diga: “Desde que la comprensión de la Verdad absoluta es tan difícil, contentémonos, pues,
con verdades relativas”. Seguramente muchas personas hablarán así; pero aun para aproximarse a la verdad
terrestre, la primera cosa necesaria es el amor de la verdad misma, sin lo cual no se conseguirá ninguna
cognición. Pero, ¿quién, en nuestro período, ama así la Verdad? ¿Cuántos entre nosotros están prontos a
buscarla, a aceptarla y a seguirla, en un medio social donde todo lo que se llama éxito está basado sobre
apariencias, no sobre la realidad, sobre convenciones y no sobre un valor intrínseco? No ignoramos los
obstáculos que allí se encuentran. La Verdad divina no puede descender sino sobre un Alma imparcial, sin
prejuicios, lo que raramente se ve en nuestros países civilizados. En nuestro siglo de vapor y de electricidad el
hombre vive con velocidad prodigiosa que le deja apenas el tiempo de reflexionar, y pasa de la cuna a la tumba
atado al lecho de tortura de las conveniencias y de los hábitos. El convencionalismo no es otra cosa que el
simulacro del sentimiento, y por consecuencia no es la Verdad. Lord Byron decía muy bien que ésta se
encontraba a una gran profundidad mientras que en la superficie todo era pesado por la balanza falsa de las
costumbres. Aquellos que viven en medio del convencionalismo saben bien que a pesar de su más ardiente
deseo, no se atreven a aceptar la verdad por miedo al feroz Moloch llamado Sociedad.
Echemos, por todas partes, una mirada alrededor de nosotros: en la sociedad moderna, en la política moderna,
en las religiones modernas, y en la vida moderna entera; observad la manera de proceder de todos los centros
de civilización en los diversos países, allí donde el hombre blanco ha introducido su llamada civilización, y
decid dónde está ese El dorado de felicidad en el que la Verdad es recibida como un huésped honrado, y en el
que la mentira y la falsedad son tratadas como enemigas. ¿Podríais nombrarle? “Yo quiero la verdad –gritaba
Carlyle– y no la mentira! ¡Que los cielos me aplasten si un país de estupidez celeste es la recompensa de la
falsedad! ¿Pero quién, en nuestro siglo, osaría hablar como Carlyle? ¿La mayoría de los hombres no prefieren
la pereza y el egoísmo frío, en los que creen encontrar el verdadero paraiso? Algunas veces es tan útil saber lo
que una cosa no es, como saber lo que es.

¿EN QUE CONSISTE LA VERDAD?
H. P. Blavatsky
Cada filosofía y cada religión, por incompletas y ridículas que sean en apariencia, están basadas sobre un
fondo de verdad; nosotros las comparamos, las analizamos y discutimos las enseñanzas que están en ellas
contenidas. Tenemos siempre que escoger entre los dioses que se encuentran del otro lado de ese diluvio que
ha sumergido las facultades del Pensamiento y el Saber divino, y los dioses de los hábitos y de la mentira
social, y ciertamente la Filosofía, que tiende a disminuir los sufrimientos humanos en vez de aumentarlos, tiene
que ser la mejor.
Para concluir diremos: Fuera de una cierta condición elevada y espiritual del Alma, por la cual el hombre es uno
con el Alma universal, él no puede obtener sobre esta Tierra sino verdades relativas de cualquier religión o
filosofía que sea; y aun, si la diosa que se encuentra en el fondo del pozo saliese de su prisión, no podría dar al
hombre más de lo que él pudiera asimilar. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede quedar en las orillas de
ese pozo llamado el Saber y mirar en sus profundidades, esperando ver en sus sombrías aguas el reflejo de la
imagen de la Verdad. Sin duda el investigador paciente podrá percibir de tiempo en tiempo el vago reflejo de
alguna verdad, pero que tenga cuidado, el filósofo no descubrirá allí sino el de su propia forma.
Para evitar tal calamidad, trataremos de no promulgar verdades que no sean sino reflexiones de nuestros
propios cerebros. Queremos ser liberales y nos oponemos a la santurronería y a la intolerancia que terminan
en el sectarismo. Pero dejando la mayor latitud a nuestros adversarios, estos no pueden abrigar la esperanza
de encontrar el reflejo de sus figuras en las aguas límpidas de la Filosofía.
En lo que concierne a las convicciones profundas y espirituales del verdadero teósofo, estas no son sometidas
a la discusión pública; cada uno conserva este tesoro profundamente encerrado en los pliegues más secretos
de su alma. Tales convicciones, tales creencias, no deben ser divulgadas y profanadas por la mano ruda del
público indiferente o puramente crítico. Ciertas verdades teosóficas pasan los límites de la especulación y
deben, por consiguiente, quedar escondidas a la vista pública, pues la evidencia de las cosas que no son ni
vistas, ni entendidas, ni sentidas, no constituye la evidencia sino para aquellos que pueden verlas, entenderlas
y sentirlas. Un rayo de la Verdad absoluta no podría reflejarse sino en un espejo puro, hecho de su propia llama
y esta llama en nosotros es nuestra conciencia más elevada. “La luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas de la ilusión no la perciben”.
(1) Hombres que han alcanzado su mayor desarrollo espiritual.
PAZ

EL LECTOR PINGÜINO:
PARTE II PARA LOS JOVENES
CAPITULO XI
J. Krishnamurti

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
La mayoría de nosotros se aferra a una pequeña parte de la vida y piensa que, a través de esa parte,
descubrirá lo total. Sin abandonar la habitación, esperamos explorar el río en toda su extensión y anchura, y
percibir la riqueza de los pastos a lo largo de sus márgenes. Vivimos en una pequeña habitación, pintamos
sobre un pequeño lienzo, y pensamos que hemos tomado la vida de la mano o que hemos comprendido el
significado de la muerte; pero no es así. Para hacer eso tenemos que salir afuera. Y es extraordinariamente
difícil salir afuera, dejar la habitación con su estrecha ventana y verlo todo tal como es, sin juzgar, sin condenar,
sin decir: “Esto me gusta y aquello no me gusta”; porque, como decíamos, casi todos pensamos que a través
de la parte comprenderemos la totalidad. A través de uno solo de sus rayos esperamos comprender la rueda;
pero un rayo no hace la rueda, ¿verdad? Se requieren muchos rayos, así como un eje y un aro, para hacer esa
cosa llamada rueda, y necesitamos ver la rueda completa a fin de entenderla. Del mismo modo, tenemos que
percibir el proceso total del vivir si es que realmente queremos comprender la vida.
Espero que estén siguiendo todo esto, porque la educación debe ayudarles a comprender la totalidad de la
vida y no prepararlos meramente para que consigan un empleo y sigan el camino habitual con el matrimonio,
los hijos, el seguro, y los pequeños dioses. Pero la clase apropiada de educación requiere mucha inteligencia,
discernimiento, y por eso es tan importante que el educador mismo se edifique para comprender el proceso
total de la vida, y no para enseñarles meramente de acuerdo con una fórmula, vieja o nueva.
La vida es un misterio extraordinario -no el misterio que hay en los libros, no el misterio de que habla la gente,
sino un misterio que uno ha de descubrir por sí mismo; y por eso es tan importante para ustedes comprender lo
pequeño, lo limitado, lo trivial, e ir más allá de todo eso. Si no empiezan a comprender la vida mientras son
jóvenes, cuando crezcan serán muy feos internamente, serán torpes, vacuos por dentro, aunque exteriormente
puedan tener dinero, viajar en costosos automóviles y darse muchos aires. Por eso es tan indispensable que
abandonen la pequeña habitación en que se encuentran y perciban toda la extensión de los cielos. Pero no
pueden hacerlo a menos que tengan amor -no amor corporal o amor divino, sino sencillamente amor, que
implica amar los pájaros, los árboles, las flores, amar a sus maestros, a sus padres y, más allá de sus padres,
amar a la humanidad.
¿No será una gran tragedia si no descubren por sí mismos qué es amar? Si no conocen el amor ahora, jamás
lo conocerán, porque a medida que pasen los años, lo que llaman amor se convertirá en algo muy feo -una
posesión, una especie de mercadería que se compra y se vende.

EL LECTOR PINGÜINO: PARTE II PARA LOS JOVENES CAPITULO XI
J. Krishnamurti
Pero si desde ahora mismo comienzan a tener amor en el corazón, si aman el árbol que plantan, el animal
abandonado que acarician, entonces, a medida que vayan creciendo, no se quedarán en su pequeña
habitación con su pequeña ventana, sino que saldrán de ahí y amarán la totalidad de la vida.
El amor es factual, no es algo emocional, algo sobre lo cual haya que llorar; no es un sentimiento. No hay
sentimentalismo alguno en relación con el amor. Y es una cuestión muy seria e importante que ustedes
conozcan el amor mientras son jóvenes. Sus padres y maestros tal vez no conocen el amor, y es por eso que
han creado un mundo terrible -sociedades que están perpetuamente en guerra consigo mismas y con otras
sociedades. Sus religiones, sus filosofías e ideologías son todas falsas porque ellos carecen de amor. Perciben
tan sólo una parte; miran por una ventana estrecha desde la cual la vista puede ser agradable y amplia, pero
ésa no es la extensión total de la vida. Si no sienten este intenso amor, jamás podrán tener esta percepción de
lo total; por lo tanto, serán siempre desdichados, y al final de sus vidas no tendrán sino cenizas, un montón de
palabras vacías.
PAZ

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
De acuerdo con la filosofía platónica, el alma del hombre existía en el mundo puro del ser, antes de que fuera
atraída hacia este mundo de sombras, aquél es un mundo de perfecta belleza, armonía y luz en el que no hay
un devenir. Por consiguiente, aquí, en este mundo de sensaciones que es un mundo de sombras efímeras y
simples imágenes, cuando el alma tiene ciertas experiencias, por ejemplo, cuando encuentra un objeto
hermoso, es una reminiscencia de lo que conoció en el mundo invisible de perfección, lo cual ha olvidado por
un tiempo. De acuerdo al pensamiento hindú, también el Espíritu del hombre, su verdadero ser, es la base de
todos los valores fundamentales. El hombre es en esencia divino, aunque pueda estar limitado por las
vestiduras con las cuales se cubre y la misma naturaleza de lo divino es tomar la forma de la Verdad, la
Bondad y la Belleza. Éstos son los atributos del ser perfecto, como también lo son la Bienaventuranza y la
Conciencia pura. Estos atributos divinos son siempre co-existentes. En el estado absoluto ninguno de estos
atributos existe sin los otros. En realidad, son meramente aspectos o facetas de la divinidad, reflejos de la
misma luz. Por consiguiente no es posible llegar a un conocimiento de belleza, verdad o bondad absoluto, a
menos que la conciencia que conoce estos atributos esté en una condición más pura, no sujeta a tentaciones y
variaciones superfluas. Y en ese estado de conocimiento o de ser, también se encuentra la Bienaventuranza,
que es un regocijo del Espíritu, muy alejado del placer que sólo es su débil sombra.
La verdadera naturaleza del hombre, al ser divina, mientras esté en este mundo de percepciones sensoriales,
está siempre impelida a buscar entre las sombras aquello que le recuerda una realidad que alguna parte
profunda de él mismo ha conocido. Por lo tanto se dice en India que la percepción de la belleza, en cualquier
medida en que pueda ser, es una convergencia de la pasada experiencia del alma.
Como la Belleza que es absoluta es siempre co-existente con la Bienaventuranza, es natural que en la mente
de las personas el placer esté conectado con la belleza relativa que perciben en las formas, porque como se
dijo antes, el placer es la contraparte grosera en el mundo de las sensaciones de un regocijo del Espíritu, que
es Bienaventuranza.
Por lo tanto cuando el placer se obtiene de un objeto particular, o cuando la mente reconoce la posibilidad del
placer en un objeto, puede parecer hermoso. Quien está enamorado de una mujer en la que reconoce una
fuente de placer para él mismo y a la que desea poseer, encuentra todo tipo de belleza en ella, que no es
visible para los demás. La misma mujer no le parecerá estar repleta de toda la belleza con la que previamente
su mente la dotó, cuando por la saciedad cese de ser un objeto de gratificación.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Toda forma y objeto que sea aparentemente hermoso, si el sentimiento de belleza se funda en el placer de los
sentidos y de la mente, antes o después pasa a perder su encanto. Aún la belleza derivada de los placeres
más sutiles de los sentidos, libres del deseo de posesión, tales como la belleza que se siente al mirar un
paisaje o al escuchar una pieza musical, desaparece después de un tiempo. Aquéllos que viven
constantemente en un lugar muy hermoso, o cerca de algo hermoso, pronto no les emociona más como lo
hacía antes, cuando el objeto por primera vez entró dentro de su visión y estimuló sus sentidos. Con
frecuencia, por supuesto, sucede que un individuo piensa que él debería apreciar la belleza, y por consiguiente
periódicamente dará expresión verbal a una belleza que realmente ya no le impresiona interiormente, porque él
ha cesado de ser estimulado por ello. No nos estamos refiriendo a tales expresiones verbales, sino a la
respuesta interior. La naturaleza misma del placer y por lo tanto de la belleza que está asociada con el placer
es aquélla que cansa y deja de gustar, o siempre está buscando mayor estimulación. Un crítico muy conocido,
Eric Newton, declara que la prueba de la presencia e intensidad de la belleza es el placer causado por la
gratificación del deseo de repetir la experiencia. En contradicción a esto, otro escritor renombrado, Jacques
Maritain, dice que la percepción de la belleza produce regocijo “pero es el elevado deleite del espíritu, lo
absolutamente contrario del placer, o la agradable cosquilla de la sensibilidad”.
Cuando la Belleza pura es tocada aunque sea por un instante, la conciencia está en un estado de liberación,
por ese momento, de los impedimentos y limitaciones que normalmente la deforman y restringen. Y en ese
periodo de liberación existe siempre el deleite del espíritu, porque tanto la belleza como el verdadero regocijo
son coexistentes con la conciencia en su estado puro, como lo mencioné antes.
Esta experiencia de libertad y regocijo momentánea que acompaña a la percepción de la belleza, actúa como
un estimulante en aquél que ha tenido la experiencia, y busca repetirla. No son sólo las formas groseras del
placer, tales como el deseo de poseer físicamente objetos atractivos, lo que el hombre desea tener una y otra
vez. Sino que él tiene una sed de experiencias que comienzan en el nivel más grosero y luego, a medida que
va creciendo en evolución, requiere entretenimientos más sutiles.
Por tanto, hay personas que están ocupadas con lo que piensan que es algo hermoso. Ellos quieren derivar de
ello una continua satisfacción, buscan el placer de la estimulación, están tan completamente absortos en el
deseo por la repetición de este tipo de experiencia y la excitación que brinda, como otros están concentrados
en la estimulación que el conocimiento intelectual brinda.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
El deseo por la repetición de la experiencia crea, por supuesto, un hábito y una adicción, aunque la experiencia
que se busca repetir sea hermosa y elevada. La sed de experiencia de cualquier naturaleza es el verdadero
obstáculo que impide la realización de la Belleza y Bienaventuranza divina, porque tironea a la mente en una
permanente búsqueda, que modifica siempre a la conciencia. Aún cuando no está el anhelo de repetir la misma
experiencia, existe la expectativa de una experiencia similar, basada en la memoria de lo que se conoció
previamente. La mente está por tanto en una condición de inquietud. La conciencia se vuelve insensible y cesa
de reflejar lo divino, al ser envuelta por la oscuridad de las cosas finitas.
“El que se abalanza sobre las bellezas inferiores, como si fueran realidades, cuando sólo son como imágenes
hermosas que aparecen en el agua, sin duda, como en la fábula, al estirarse hacia la sombra, se ahogan en el
lago y desaparecen”, dice Plotino.
La Belleza pura, la Belleza de lo Divino, no puede capturarse por desearla. Uno no puede ver la belleza porque
está la intención de verla. No es la revelación de algo nuevo, sino la revelación de algo que existe siempre, que
sucede cuando el que percibe de alguna manera participa de su naturaleza, es decir, cuando él mismo se
libera de todas las impurezas que surgen en su ser a partir de las actividades de la mente nacidas del deseo.
En palabras de Wordsworth:
Piensa en esta suma poderosa
De cosas que siempre dicen
Que nada surgirá de sí mismo,
Aún así ¿debemos seguir buscando?
Así, aprender a ver la Belleza en todo su esplendor no es sólo apreciar objetos bellos o cultivar un gusto por
ciertas cosas. Algunos antiguos indos lo han descrito como el regocijo que nace con la cesación de la sed.
“Existe una belleza que no ofrece estímulo… Uno contacta esa belleza, no a través del deseo, del querer, de
tener anhelos por la experiencia, sino sólo cuando todos los deseos por las experiencias han llegado a un fin”,
dice Krishnaji.
Esto no significa retirarnos del mundo y negarnos a mirar las maravillas de la creación: los árboles, los ríos, el
cielo, los rostros de las personas, etc., todo lo cual expresa la Belleza Una, sino observarlos con una mirada
diferente, “depurada de las brumas de los sentidos”.
“Debemos despertar y adoptar un ojo interno más puro, que todos los hombres poseen, pero que sólo pocos
usan”.

LIBERAR BELLEZA
Radha Burnier
Este ojo interno se abre sólo cuando hay un estado de mente que tiende hacia el objetivo humano más
elevado, que es la libertad. Es un estado de mente en el cual las transformaciones causadas por los apegos
llegan a su fin, cuando no hay dependencia de algo externo y las limitaciones causadas por el sentido del
tiempo, del espacio, del nombre y de la forma, se rompen en pedazos. Estas limitaciones existen porque hay
apego a objetos y formas particulares, a su memoria y al deseo por más placer. Cuando el alma o el espíritu se
libera de estas limitaciones, entonces adopta su propia y verdadera forma, que es la forma de la más pura
conciencia, que brilla por sí misma con belleza y refleja lo divino. Por consiguiente, uno de los más grandes
escritores indos sobre el tema de la Belleza ha dicho que el que quiera verla debe tener un corazón que, al
estar libre de impurezas, brille con claridad. A menos que el corazón esté limpio como el cristal y sea delicado y
sensible como el capullo de una flor, no será capaz de vibrar en armonía con la vida, de trascender la limitación
de la existencia separada.
Miguel Ángel dijo: “La Belleza es la purgación de las superfluidades”. Él probablemente se refería al trabajo de
un escultor que hace surgir la belleza a partir de una piedra al retirar lo innecesario. Pero la cita se aplica más
acertadamente a lo que tiene lugar dentro de cada individuo. La belleza no es ni objetiva ni subjetiva, porque
está en todos lados, esperando ser descubierta. La percepción llega cuando cualquier individuo se mira a sí
mismo como un escultor mira la piedra sobre la cual va a liberar una belleza invisible, y entonces procede a
quitar lo que es superfluo, cortando y puliendo hasta que asume una Belleza nunca vista hasta ahora.
Cuando no hay belleza interior tampoco la hay en lo exterior, sólo puede haber una apariencia de belleza. Pero
si a través de la recta percepción y conocimiento uno comienza a liberar el alma o el Ser de la sórdida prisión
construida por un aumento de los deseos del cuerpo y de los sentidos, entonces hay una percepción cada vez
mayor de la Belleza inmortal. Y con cada percepción, hay una claridad en aumento, porque aún una
momentánea visión de lo Real es como una ablución purificadora. Por lo tanto en el proceso de liberar la
Belleza, la Belleza se convierte en el Liberador.
PAZ

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Es un hecho maravilloso y extraordinario que cualidades tan básicamente hermosas como la humildad, la
simplicidad, la pureza y otras que no se pueden ni expresar, se fundan en un solo estado de la mente y el
corazón. Igualmente todos los vicios están conectados entre sí, porque nacen todos de la afirmación del yo y
del deseo egoísta; constituyen una malla muy compacta, mientras que las virtudes, consideradas por separado,
constituyen una única constelación. El deseo de lo que queremos y disfrutamos, o tratamos de poseer y
conservar, es lo que nos hace ser tan auto asertivos. Pero ¿acaso no podría existir un movimiento puro del
corazón, semejante al deseo aunque sin poder llamarle deseo, que no tuviera su origen en el yo? Ese deseo,
sin un yo que se apegue al objeto deseado, tiene la misma cualidad que el amor. Surge de un impulso del
corazón, de una inclinación de la voluntad, que hace que la belleza del objeto, ya sea persona, cosa, fenómeno
o idea, fluya hasta el corazón. Ese movimiento no nace del recuerdo de una experiencia previa, como pasa
con el deseo normal, sino que es como una cualidad que pertenece a la libre corriente de la vida.
La asertividad y el deseo que quiere poseer van juntos. Tal vez no nos hayamos dado cuenta de lo
íntimamente que están ligados. Cuantas más peticiones y exigencias tenga una persona, más dominante y
asertiva será. Cuando digo “yo quiero esto”, el acento, por más sutil que sea, está centrado en el “yo”. Todos
los vicios surgen de un yo que está potencialmente o realmente en conflicto con los demás; todas las virtudes
nacen de la verdad que reemplaza a ese yo con una naturaleza armónica y bella. La verdad en un sentido
inclusivo es a la vez subjetiva y objetiva. Subjetivamente es la verdad de nuestro ser, su naturaleza y acción.
En relación a las cosas externas, consiste en ver las cosas tal como son, no sólo las apariencias, los hechos
crudos respecto a ellas, que no nos afectan en profundidad, sino también aquellas formas internas o ideales
que subyacen a esas apariencias. Es la respuesta al ideal que subyace a lo que llamamos real, lo que evoca
en nosotros el sentido de la armonía, aunque el hecho de ver lo superficial como un hecho y comprender el
sitio que ocupa también forma parte de la respuesta completa. Solamente la naturaleza de nuestro verdadero
ser es lo que puede responder de forma tan completa; pero es así, y se explica en el sentido de no estar
viciado, endurecido o deformado por influencias externas a él. Todas las virtudes son expresiones de esta
naturaleza y cada una de ellas está relacionada con las otras. Cada virtud es una forma ideal de acción o de
ser, y todos los ideales que brillan en la conducta, el pensamiento o el sentimiento, son aspectos de una verdad
ideal, que está representada en ese Ser sin ninguna deformación.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Cuando uno despierta a la existencia de esta verdad en su interior, todos sus aspectos aparecen como
distintas formas de belleza, como estrellas en un cielo del que han desaparecido las nubes. Todas las nubes
surgen de la tierra, y las nubes de nuestro cielo mental han surgido del apego a la sensación en distintas
formas.
El apego a cualquier tipo de sensación, física o emocional, conlleva calor y tensión a la vez. Puede que haya
cierto grado de calor o de fiebre en nuestro sistema, pero tal vez la persona no lo percibe cuando ya se ha
acostumbrado.
Cuando se experimenta el apego hacia algo que nos produce placer, tenemos una urgencia por capturar esa
cosa o conservarla. Todo apego está dirigido hacia una sensación de placer; la cosa o la persona conectada
con él es simplemente el medio por el que se obtiene esa sensación, sustituida según lo requieran las
exigencias.
Realmente no se puede encontrar paz en la vida, esa paz que llega hasta las raíces del ser, a menos que uno
haya eliminado de su naturaleza toda tensión febril, todo deseo de un tipo u otro de satisfacción, tanto si
consiste en aferrarse a las cosas, en adquirirlas o en elaborar más y más elementos que nos den esa
sensación de seguridad.
Las nubes de nuestro cielo surgen del terreno de nuestra naturaleza, es decir, de su condición, pero más allá
de ellas hay un cielo sin nubes.
El que nunca ha tenido ni siquiera una visión momentánea de la belleza y naturaleza de ese cielo no va a
creerse que exista; si se lo cuentan, pensará que es un producto de la imaginación; sólo existen las nubes.
A ese cielo sin nubes se le denomina en los libros sánscritos chit akasa o chit ambaram, extensión o cielo de
inteligencia pura, de la conciencia en su condición original.
Esa extensión, que es absolutamente inquebrantable, corresponde en el plano espiritual-intelectual al continuo
del espacio, o del espacio y tiempo, sin ninguna distorsión. La nube que se acumula y oculta ese cielo contiene
la humedad de distintas emociones personales que oscurecen nuestra existencia. Cuando existe el apego y el
deseo que este origina, también hay frustración e infelicidad, porque lo que se desea no siempre se obtiene;
incluso cuando se obtiene, al cabo de un tiempo ya no produce la felicidad esperada. Y si la produce, tampoco
produce la felicidad que se esperaba. Y tenemos también la reacción causada por su disfrute, a menos que se
trate de un disfrute puro, sin deseo alguno por continuarlo o retenerlo.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Hay decepción cuando las esperanzas no se ven cumplidas o no producen la satisfacción que se esperaba.
Para continuar con el símil, periódicamente las nubes se descargan como lágrimas de auto compasión y pena.
La vida de mucha gente es triste y sombría, no por falta de hechos y fenómenos interesantes sino por el
pesado manto bajo el que viven continuamente.
Uno puede vivir en medio de un torbellino de agitaciones, pero cuando desaparece la novedad de una cosa
tras otra, la vida se encoge y se vuelve aburrida, pierde su filo y carece de alegría; las agitaciones entonces
contribuyen a la infelicidad. Es una experiencia muy distinta vivir sin ningún manto sombrío encima de nuestra
vida. Es la nube cargada de nuestros recuerdos la que encapota el cielo de la conciencia pura. Los recuerdos
tienen que existir necesariamente como impresiones recibidas en el pasado, pero podrían existir sin
convertirse en nubes cargadas de reacciones que afectan al presente. Cuando ese es el caso, desaparecen
de nuestro horizonte sin obstruir la luz que baja de arriba. Es el recuerdo cargado de pasiones, anhelos,
resentimiento etc, lo que crea nuestros diferentes humores, como dirían los alquimistas, la cólera, la melancolía
etc.; todas son aflicciones del yo psíquico, el cuerpo de nuestra mente y emociones, que da origen a las
complicaciones y desórdenes, causa de todo tipo de mal funcionamiento. Cuando se estudia todo esto de
forma puramente intelectual, es como si estuviéramos leyendo un mapa; pero el mapa no es el país. Hay que
viajar personalmente por el país y el viaje será muy diferente a leer el mapa y fijarse en sus características. La
cuestión práctica para nosotros es, pues, la siguiente: ¿Cómo se pueden eliminar completamente esos
humores, el cielo nublado, la continua generación de reacciones que oscurecen nuestra existencia? ¿Qué
ocurre en el curso natural de los acontecimientos? Las nubes desaparecen con la muerte, no inmediatamente,
pero en el proceso que inicia la muerte, que es la verdadera muerte, según los grandes Maestros espirituales,
cuyas enseñanzas sobre este tema están de acuerdo con lo que podemos entender de nuestra propia
constitución y naturaleza. Tienen que desaparecer junto con las condiciones que las produjeron, las
condiciones de la vida terrena reciente. Podríamos dar las gracias de que hubiera, de momento, el final de un
proceso que no consistía más que en la siembra continua de unas semillas que, en su mayoría, producían
dolor. Es una condición subjetiva e interna a la que hay que pasar, como en el sueño, cuando ya no existe ese
desafío de los acontecimientos a los que se ha estado respondiendo durante la vida terrena. Sin refuerzos y
abandonado a sí mismo, el estado tiene que cambiar, y cada vez es más ligero y más fácil. Las nubes que
estaban presentes, como ya no están llenas, tienen que descargarse o evaporarse y desaparecer.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Se fueron formando por etapas en el curso de los contactos con el mundo externo, y tienen que terminar
también en etapas, cuando se las separa de ese mundo.
Todo esto se puede considerar como perteneciente el estudio de nuestro propio yo psicológico. Entonces tiene
que emerger el cielo limpio, ya que ese cielo es una pura extensión de la conciencia.
Las estrellas que puedan aparecer en ese cielo claro, aunque al principio sean sólo unas cuantas, serían las
verdades espirituales que resultan evidentes por sí mismas en ese estado. Todas las formaciones previas de la
mente se han disuelto. Pero tal vez surjan y aparezcan a la vista toda una infinidad de formas de armonía,
porque no hay nada entonces que obstruya nuestras percepciones, aunque lo que percibamos al principio sean
las verdades más próximas a nuestra comprensión.
La entidad que ha llegado así a su cúspide es incapaz de permanecer allí para siempre si le quedan todavía
restos de ignorancia que generarán un movimiento de descenso, cuando desvíe su atención de sí mismo. Esta
es la enseñanza antigua.
Si consideramos que la conciencia del individuo consta de dos aspectos, y el inferior está formado por sus
contactos en la tierra, mientras que el superior es el aspecto metafóricamente descrito como el cielo con sus
estrellas, la entidad que sigue teniendo lazos o afinidades con la tierra deberá retornar a las condiciones
terrenas.
El Gita expresa este giro del ciclo con las palabras (traducidas libremente) “Después de agotar el mérito que se
ha ganado, el individuo retorna a la tierra”.
La entidad que vuelve a nacer es fresca y pura, prácticamente un nuevo ser. Lo viejo se ha convertido en
nuevo, algo contrario a la regla aparente de la Naturaleza, donde lo nuevo constantemente se convierte en lo
viejo.
Si una persona pudiera mirar simultáneamente, con una visión especial que le permitiera unir el tiempo
intermedio, por un lado al yo de la última encarnación, tal vez disipado, mancillado, agotado y endurecido, pero
sin ninguna gana de morirse, y por otra al joven niño reencarnado, tierno, juguetón, dulce, fresco e inocente,
anhelante por disfrutar de la vida, sería difícil que esa persona creyera que las dos imágenes pertenecen a la
misma entidad. Es la atractiva criatura que en otros tiempos y otras condiciones parecía aquella persona
hinchada y pesada cuyos deseos eran insaciables, incluso por las cosas que ya tenía en abundancia . ¡Qué
cambio tan extraño!

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Sin embargo, lo inverso del proceso de disolución que es la muerte tiene lugar en nuestra vida, pero lo
aceptamos porque el cambio es tan gradual que nos vamos acostumbrando poco a poco.
Cuando nos damos cuenta de la naturaleza revolucionaria del cambio que la muerte puede producir, nos
damos cuenta también del lugar que ocupamos en el esquema de las cosas.
El verdadero proceso interno puede iniciarse ya en medio de nuestra vida aquí y ahora. La renovación que,
cuando las cosas quedan a su suerte, espera al período de liberación del cuerpo, puede tener lugar día a día
ahora, mientras estamos todavía en nuestro cuerpo.
La muerte como un proceso interno de descarga, de purificación, de simplificación y dulcificación, no es la
muerte del deterioro y la desintegración.
La muerte significa una cosa para la persona externa, pero todo lo opuesto respecto a la naturaleza interna. La
transformación de lo viejo en lo nuevo resulta posible porque la frescura y la belleza que aparecen son
inherentes al alma.
No se está creando nada nuevo, sino que una naturaleza que ya estaba presente pero oculta se despliega y
manifiesta.
El alma en su verdadera naturaleza no puede deteriorarse, es como un postulado, ya que es el receptáculo o
medio que utilizan las aguas más frescas de la vida. Es la mente la que se deteriora y, por supuesto, también el
cuerpo, que influencia a la mente.
Es la naturaleza de la relación que hay entre alma y mente lo que hace posible que la mente, en su libertad, se
corrompa y después eclipse al alma y se separe de ella.
La mente corrupta y enferma es el principal factor del deterioro de nuestra naturaleza terrena, y el alma, que
tiene una naturaleza tan distinta, está tan recluida y alejada dentro de las vestiduras materiales y mentales, que
su misma existencia llega a ponerse en duda. Conocemos poco de ella porque su naturaleza participa muy
poco en las acciones de nuestra vida normal.
La gente tiene todo tipo de ideas fantasiosas sobre ella, como si fuera un objeto parecido al gato negro en una
habitación oscura, en vez de considerarse como el puro conocedor o sujeto dentro de uno mismo.
La naturaleza inherente de la vida es una naturaleza de frescura, energía, sensibilidad y belleza; que tiene que
ser liberada, no adquirida.

EL YO CAMBIANTE: SU PROGRESO
N. Sri Ram
Si esto ocurre, conseguiremos ponerle un rostro distinto a todo el problema de la transformación que es posible
en nosotros. Es un problema sólo para la mente que piensa en base a las apariencias. Pero deja de ser un
problema cuando vemos la posibilidad, además del anhelo, de la condición que la palabra “alma” representa.
Cuando la mente está totalmente tranquila, después de renunciar a todo lo que se refiere a fines o
preocupaciones personales, entonces esa otra naturaleza asociada con la palabra “alma” aparece en nuestro
horizonte para manifestarse. Regresamos a la encarnación con esa naturaleza verdadera y original reflejada en
el niño, pero la nueva entidad queda muy pronto empañada y se va pareciendo cada vez más a las demás
personas del entorno. Sucumbe a distintas influencias ajenas a su verdadera naturaleza, debido a su falta de
conciencia.
Debería sernos posible pasar por las distintas etapas de la vida sin sucumbir de esta manera, sin experimentar
la desgraciada metamorfosis que tiene lugar en la mayoría de los casos. Pero es raro el individuo que
permanece sin mancha, puro como un lirio del estanque incluso en medio de las impurezas, de todas las malas
hierbas. Ocasionalmente se puede ver un rasgo de esa cualidad en alguna persona excepcional, a la que el
mundo suele olvidar, como si no significara nada.
Cada edad puede ser hermosa por sí misma, sin dar origen a ningún deterioro interno. El niño inocente podría
retener su inocencia mientras creciera y fuera adquiriendo ese encanto especial de la juventud, en el chico o la
chica, el ardor, la ilusión y la predisposición para responder y actuar de corazón. Podemos ser, incluso en la
edad adulta, niños de corazón y también estar llenos del espíritu de la juventud, ser capaces de beber de la
poesía de la vida, algo muy distinto a esa clase de juventud efervescente, resultado de nuestra inmadurez,
dispuesta a dejarse engañar por cualquier cosa y por todo, a ser atrapada, acosada y capturada. Hay juventud
y juventud. Desgraciadamente, la juventud proveniente de la naturaleza del alma no es muy evidente
actualmente, pero tenemos a esa otra clase de juventud auto asertiva, prepotente, despreciativa de sus
mayores, y que cree poder construir un mundo nuevo sin haberse renovado antes ella misma. Esa manera de
pensar es simplemente la expresión de una reacción ciega contra lo convencional. Aunque sea esa clase de
juventud la que vemos hoy en día en las noticias, esperamos que también existan algunas personas de la otra
clase, con las virtudes y la gracia de la juventud, junto con la energía de un espíritu osado.

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N. Sri Ram
La modestia, la buena disposición, el interés por aprender, por cuidar y respetar a la gente, el amor por el
orden, virtudes tan preciadas desde siempre, ¿no podrían todas ellas existir junto con el brillo de la energía
joven y con un pensamiento fresco y sin mácula?
Tendría que ser posible. Si pensamos que no lo es, es que no hemos llegado a ese estado del ser en el que
existe esa posibilidad. Lo que creemos posible, como estado alcanzable en nosotros mismos y
extremadamente deseable, puede alcanzarse, porque indica que ese estado interno ya está presente en algún
lugar dentro de nosotros y que somos conscientes de ello.
La última fase de la vida puede ser también hermosa, como el sol cuando se pone entre los colores del otoño,
esa escena maravillosa que la Naturaleza pinta en cierta estación del año, cuando todos los árboles son de
colores y el calor del sol es suave, sin furia previa, y se sumerge con gran belleza en la esfera que queda fuera
de nuestra vista. La vejez puede tener una cualidad parecida a la luz del sol poniente, que conlleva inocencia,
ardor y la capacidad de comprender y ejecutar de los primeros días, pero manifestando al mismo tiempo su
suavidad y madurez especiales, con un espíritu de paz, dispuesto a sumergirse en las profundidades de un
estado que trasciende todo lo que se ha experimentado hasta ese momento. Ese tipo de vida de principio a fin
sería el fenómeno más hermoso de la existencia. En la historia del mundo tiene que haber habido algunos
espíritus elegidos que hayan vivido así, procediendo de una fase de la vida a la otra, todas unidas
melodiosamente y fluyendo como una hermosa corriente. La vida está llena de dificultades y problemas, pero
en medio de ellos y de todas las contradicciones, tareas y responsabilidades que se nos presentan, tiene que
ser posible mantener un estado interno que manifieste la belleza del Espíritu que, igual que el sol cuando se
levanta, atraviesa los cielos y luego se pone, emite sus rayos desde distintos ángulos pero entona, en cada
fase de su trayecto, la melodía adecuada. La naturaleza renueva las formas de vida de su dominio de forma
mecánica y periódica; la renovación es solamente una fase de un ciclo. Pero nosotros podemos renovarnos de
una vez por todas con nuestra inteligencia libre; no con esa mente inquieta y fantasiosa, sino con una
inteligencia que funcione en el desapego y la paz. Como el sol retira sus rayos de la tierra oscurecida,
nosotros podemos retirar nuestro interés febril por los estados que hemos ido construyendo, incluyendo todo
aquello a lo que nos aferramos, el estado en el que nos hemos aposentado con todas nuestras posesiones,
posición y placeres, es decir, de la intrincada creación psíquica con la que hemos rodeado al verdadero ser
interno.

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N. Sri Ram
Tiene que ser posible, incluso antes de morir, sumergirse en las profundidades de esa conciencia interna que
emite la paz perfecta y la comprensión, aunque continúe haciendo lo necesario en el mundo, sin perder su
interés por él, manteniendo el contacto con sus gentes, consciente de sus preocupaciones y locuras. Parece
que el Buddha dijo una vez: “Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, limpiad vuestro corazón. Esa es
la enseñanza de los Budas”. Nos puede parecer una frase muy simple, pero cubre una gran profundidad de
significado. Cuando ya se ha realizado la limpieza, también tendremos una gran simplicidad en nuestra
naturaleza y nuestra vida. Las nubes crean una condición atmosférica compleja, pero cuando desaparecen el
cielo está sereno y simple a la vez. Realmente nos habremos liberado de todos los elementos de nuestra
naturaleza que causan el deterioro, que distorsionan, que nos hacen ir desde la simplicidad original hasta un
estado de disipación, en el que deseamos cada vez más cosas y nunca estamos satisfechos, en el que
estamos llenos de auto compasión y de fuegos que parecen imposibles de apagar. Solamente en ese estado
de corazón y mente podremos realmente conocer la verdad que importa. Hasta entonces, cualquier verdad que
creamos conocer será simplemente exotérica, será la paja y no el grano, lo aparente, pero no lo verdadero.
PAZ

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
¿Cuál es la actitud que tenemos la mayor parte del tiempo, como base de todos nuestros sentimientos,
acciones y pensamientos? ¿Nos hemos detenido realmente alguna vez a examinarla? Nuestro modo de
pensar, de sentir y de actuar, nuestra manera de meditar y de rezar, todo lo que hacemos, es una expresión de
nosotros mismos como individuo, como personalidad y, fundamentalmente, como una entidad separada,
pensando siempre en términos de “yo” y “mío”, de “tú” y “tuyo”. Es la actitud a partir de la cual actuamos la
mayoría hoy en día, una actitud que yo llamaría la “actitud de lo externo”. En contraste, la actitud teosófica es
una expresión de nosotros mismos como verdaderos seres humanos, como Dioses en formación, como
chispas del Fuego Divino, una actitud completamente distinta a la anterior y, por ello, una actitud que yo
llamaría la “actitud de lo interno”. Podríamos tratar de examinar qué es lo que constituye esta actitud teosófica,
esta “actitud de lo interno”, tan distinta a la que tenemos normalmente. Detengámonos un momento a pensar
en la Teosofía, en la Sabiduría Antigua que hemos tenido el privilegio de conocer, que ha existido en el mundo
desde el principio de los tiempos, pero velada para tantos y disponible para tan pocos. En el pasado, cada
religión o filosofía que se presentaba al mundo ofrecía un aspecto de esta Sabiduría, adecuado para la gente
de esa época. Pero con la Teosofía, ya desde el siglo pasado, hemos tenido todos a nuestra disposición no
solamente un aspecto, sino todos los aspectos, todos los planteamientos concebibles, de manera que se
puede tener una visión más amplia y más profunda de la que se había tenido nunca con anterioridad.
Algunas leyes de la Naturaleza, que la Teosofía nos ha presentado, son tan importantes que el hecho de
conocerlas nos cambia para siempre. Por ejemplo, cuando se nos habla de la idea de que toda la vida es una,
de que existe una unidad de la vida en todas partes, en todos los reinos de la Naturaleza, no sólo en el
humano, si por un instante somos capaces de sentir el latido de la misma vida en todo y en todos, entonces,
durante ese momento, nuestra actitud cambia completamente; tenemos la verdadera actitud teosófica; durante
un momento, por así decirlo, nos hemos girado totalmente del revés. Pero si eso puede ocurrir una vez,
también puede ocurrir otras veces y cuantas más veces ocurra, más fácil será. Incluso el hecho de oír hablar
de estas ideas intelectualmente o de leer algo sobre ellas nos dará una visión momentánea de la unidad de la
vida y cambiará completamente nuestro punto de vista. De la misma forma, cuando nos hablan de la idea del
Gran Plan que es la Evolución, cuando podemos ver la verdad contenida en la idea de que toda la vida está
guiada y ordenada, podemos entender por qué Browning dijo “Dios está en Su cielo, ¡todo está bien con el
mundo!”

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Shirley MacPherson
Muchos criticarían esta actitud diciendo: “Eso sólo es cerrar los ojos a los hechos. Si miráis alrededor en el
mundo actual, ¡todo no está bien con el mundo!” Ya lo sé y no creo que podamos decir sencillamente “Dios
está en Su cielo, todo está bien con el mundo” y dejar que El se cuide de todo. Pero me parece que las cosas
del mundo son una expresión externa, igual que nuestra personalidad es solamente la expresión externa de
nuestro verdadero yo. Somos mucho mejores de lo que parecemos; y es evidente que el mundo es igual, y
detrás de él está una Mente ordenada que lo guía. El conocimiento de la evolución también nos aclara una idea
de almas jóvenes y almas viejas, y explica las diferencias entre las personas. ¿Por qué esta persona hace esto
y aquella persona hace lo otro? Las distintas experiencias que han tenido, y tal vez un número menor de ellas
en el caso de las almas más jóvenes, las hacen actuar de una manera determinada. Pasa exactamente lo
mismo que en una escuela.
No podemos esperar que un niño de guardería actúe de la misma forma que el alumno de las escuelas
superiores. Así pues, con ésta base, todas las virtudes y vicios son relativos; empezamos a comprender que lo
que es bueno para nosotros no lo es tanto para otras personas. Estas cosas nos ayudan todo el tiempo en
nuestra actitud hacia la gente y hacia las circunstancias, de forma que, poco a poco, iremos teniendo una
perspectiva más amplia desde la que trabajar. Cuando la Sabiduría Antigua afirma que las grandes Leyes de la
Reencarnación y del Karma, las “leyes gemelas”, como se las denomina, son hechos de la Naturaleza, eso,
para nosotros los occidentales, es una revelación. Es como si se nos hubiera dado una llave para abrir todas
las puertas y solucionar todos los problemas. Explica todas las injusticias aparentes, “aparentes” porque donde
hay un Dios del Amor y de la Justicia, no puede haber injusticia. Pero si yo no fuera teósofa, si no conociera la
Ley de la Reencarnación y del Karma, yo también pensaría que hay mucha injusticia en el mundo.
Esa vuelve a ser una manera de mirar desde la actitud de lo externo, y no de lo interno, la actitud teosófica. La
Sabiduría Antigua nos explica que nosotros somos los únicos a quienes culpar o agradecer quienes somos y lo
que somos y dónde estamos; y también que somos los únicos a quienes podremos agradecer el lugar que
ocupemos en el futuro. Sabemos que no tenemos solamente esta corta vida de unos setenta años para
podernos perfeccionar. Tenemos tiempo para crecer, para evolucionar y alcanzar ese objetivo de la perfección.
Nos explica también por qué tenemos esos lazos de amor y odio; por qué nos sentimos atraídos hacia ciertas
personas, y por qué sentimos un poco la actitud de “por favor, aléjate” con otras. Por qué estamos en una
familia, una nación o un país en particular. O en una religión determinada.

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Shirley Macpherson
Todos estos problemas quedan resueltos con la llave de la Reencarnación y el Karma, y así el hecho de
conocer estas leyes aunque sea poco, aunque las sintamos de forma momentánea, significa un cambio de toda
nuestra actitud, y podemos ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto. Nuestra actitud será
mucho más amplia. Veremos el todo, cada uno de los aspectos y personas, y no solamente el “yo”. Y a partir
de esta actitud teosófica que nos hace cambiar y que surge del conocimiento de la Sabiduría Divina, podemos
verlo todo y a todos de forma diferente. Todas las circunstancias tienen algo que enseñarnos, estemos donde
estemos, en cualquier situación que nos encontremos en la vida. Mucha gente, especialmente muchos
jóvenes, sienten que están ligados a una situación determinada de la que no pueden salir para hacer las cosas
que quieren hacer y para expresarse libremente. Pero si se dieran cuenta de que necesitan aprender algo
precisamente en esas condiciones, las dificultades desaparecerían del todo. Dentro de esas circunstancias,
intentemos vivir cada día y cada momento al máximo, dándonos cuenta de que todas las oportunidades,
grandes y pequeñas, se nos irán presentando a su debido tiempo. No penséis que todas se nos presentarán de
forma gratificante o evidente. Habrá cosas pequeñas que tendréis que buscar y tratar de no pasar por alto.
Como dice C.W. Leadbeater, el resultado de aprovechar una oportunidad es invariablemente el recibir otra
oportunidad más grande. Pero lo contrario también puede ser verdad; si perdemos una oportunidad, tal vez no
se nos presente otra mejor. Nuestra manera de acercarnos a la gente y de conocerla será distinta si
cambiamos y damos la vuelta a nuestra actitud. Empezará a gustarnos todo el mundo. ¿Por qué? Porque
forman parte de nosotros mismos y la mayoría de nosotros nos gustamos, así que también nos gustarán los
demás; y con ello estaremos construyendo un puente sobre el abismo anterior. Nos convertimos en parte de
ellos y cualquier otro problema que pueda surgir entre nosotros se resolverá sobre un terreno ya abonado.
Naturalmente hay personas a las que amamos. Tenemos nuestros lazos especiales dentro de la familia y entre
nuestros amigos. Hemos de tenerlos; hemos establecido esos lazos en el pasado, y es natural que
empecemos por amar a unas cuantas personas, antes de poder expandir ese amor a toda la humanidad.
Vemos entonces que cada persona tiene su propia misión que cumplir a su manera. Y leemos en muchos de
nuestros libros que hemos de aprender a no interferir, que hay que dejar que los demás actúen a su manera,
sean amigos, enemigos, o compañeros teósofos. El verdadero teósofo muestra una felicidad, una alegría y un
resplandor interno que le identifica. Ha encontrado algo que le ayuda a proporcionarle la felicidad y quiere que
otros lo tengan también.

LA ACTITUD TEOSÓFICA
Shirley Macpherson
Como decía Clara Codd: “Es más importante hacer feliz a la gente que hacerles buenos”.
Nos han dicho que es nuestro deber ser felices, que no es justo estar deprimidos y sentir infelicidad, porque
nuestra actitud va a afectar a todo el mundo.
La infelicidad y la depresión son tan contagiosas. Como dijo Leadbeater, una persona desgraciada es una
molestia pública, un centro infeccioso que va a extender la infelicidad y la pena. Pero cuando nos sentimos
felices, también somos un centro infeccioso, y podemos compartir y dar a los demás una parte de nuestra
felicidad.
El sentido del humor es también, definitivamente, una característica del verdadero teósofo. Es importante no
tomarse demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, diciendo, si cometemos un error:
“Bueno hemos cometido un error, no somos los únicos y sabemos que podemos rectificar y volver a empezar”
para que los problemas, las preocupaciones y los “granos de arena” no se conviertan en una montaña. Con el
sentido del humor se salvan muchas situaciones.
Hay muchas más cualidades, naturalmente, que podría ir exponiendo aquí; me he limitado a unas pocas. Pero
es importante que cada uno de nosotros descubra qué parte de esta Teosofía, de esta Sabiduría Antigua,
hemos integrado en nosotros, convirtiéndola en parte nuestra, para adoptar una actitud de continua atención a
cada momento del día.
PAZ

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

UN VISLUMBRE DEL MOTIVO DE LA VIDA.
Juan Carlos Palmeri

La vida de cada uno de nosotros nos presenta, en diferentes oportunidades, encrucijadas en las que nuestra
mente (que actúa entre los pares de opuestos) no puede obtener la ‘seguridad’ que necesita para su
funcionamiento. La incertidumbre en la que nos vemos obligados a vivir es tomada de muchas maneras según
las circunstancias. Podemos ignorar el problema escondiéndolo en nuestra conciencia pero desde allí,
repetidamente, se manifiesta generando malestar en nuestro carácter, que se ve reflejado en las relaciones con
otras personas.
Las enseñanzas que nos presenta la Teosofía, son resultado de investigaciones realizadas durante milenios por
hombres (mujer o varón) que tuvieron una comprensión de los hechos a los que se vieron enfrentados o
inquietudes que los llevaron a capacitarse adquiriendo la sensibilidad necesaria para percibir un aspecto del
origen de las mismas.
Intelectualmente podemos entender y razonar sobre la lógica de esas descripciones, pero nunca debemos olvidar
que son la comprensión de ellos y que la vida que está en cambio constante tiene la posibilidad de múltiples
interpretaciones. Esto nos enfrenta a la necesidad de verificar por nosotros mismos cada situación. En otras
palabras darnos cuenta que si no es nuestra experiencia estamos siendo meros repetidores.
El motivo de la vida se encuentra en lo más profundo de nuestra consciencia y es necesario que nos internemos
dentro de nosotros mismos más allá de las palabras, trascendiendo a la mente dual. Cuando ocurre una
percepción de esta naturaleza, es muy difícil comunicar su contenido y normalmente recurrimos a las
descripciones de seres en que descubrimos esa ‘sabiduría’. En ese caso debemos tener verdadera consciencia
de que estamos repitiendo lo que se nos a explicado y debemos trabajar pacientemente para capacitarnos y
alcanzar esos niveles vibratorios por nosotros mismos.
Lo importante es verificar que existe solo Una Vida y todos tenemos la capacidad de interpretarla justamente
porque estamos dotados de inteligencia, ‘herramienta’ de la que no dispone ninguna otra entidad manifestada en
la naturaleza. Pero por eso mismo somos totalmente responsables de su uso, en actividad o pasividad. El
resultado se verá en el aprovechamiento de la oportunidad de estar encarnados para expandir la capacidad de
comprensión con las situaciones que el diario vivir nos trae o desaprovecharlas. El punto más importante es
vivenciar que somos un ser inteligente expresándose a través de un animal con una mente. Esta es la verdadera
situación que hace de nuestra vida un constante desafío.
PAZ

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega.

A veces se condena el esfuerzo en el campo de la vida Espiritual, y se menciona a Krishnamurti como una fuente
de tal condena hacia el trabajo interno. Se expresa que el esfuerzo es una contradicción interna entre lo que es y
lo que debería ser, y por lo tanto hay que abandonar todo trabajo interno y permanecer tal como uno está.
Como resultado de esa interpretación de las enseñanzas es posible que muchas personas queden atrapadas en
su propia red de condicionamientos, sin generar la dinámica interna necesaria para que surja un verdadero
cambio interior, o quizás se pueda quedar atrapado en la retorica meramente conceptual que permite quedarse
cómodamente sentado en las lógicas de la mente.
Pero lejos de quedarse sentado sin hacer nada, Krishnamurti menciona que no hacer nada en lo interno implica
la acumulación de la totalidad de la energía, lo cual no puede generarse a menos que la Atención sin opción este
operando a plenitud durante todo el día.
Atención a cada emoción, pensamiento, acciones, palabras, a cada acción que surge como respuesta a los retos
diarios de la vida de relación.
No hacer nada, en este sentido implica tener un temple tal que impida reaccionar atolondradamente, y al
contrario, seria entrar en comunión directa con lo que es..... lejos de quedarse sentado sin hacer nada.
Este no hacer nada puede significar para la vida del yo personal, “déjenme tranquilo con mis condicionamientos”,
lo cual es muy conveniente para el yo.
Pero aquí nos referimos a una vida que eleva en forma creciente la energía de la percepción sin opción a niveles
tales que el fuego del auto-conocimiento comienza a reducir los rastros condicionados de la memoria par ir
accediendo al eterno presente.
Si esto fuera así de simple como “no hacer nada”, ya abría miles o millones de iluminados por haber leído las
enseñanzas de Krishnamurti, lo cual claramente no ha ocurrido. Los libros de Krishnamurti se venden por miles,
así como otras literaturas Espirituales, pero el auto-conocimiento no suele florecer por la mera lectura, o una
comprensión literal de esas enseñanzas.
El hecho es que la observación de lo que ocurre en la vida de relación requiere una madurez interna para ver lo
que es, y no seguir jugando a la identificación, justificación o condenación. La atención que surge es fuerte en el
sentido que no reacciona para justificar los apegos del pensamiento. En realidad cuando se aproxima el reto del
auto-conocimiento que de todas maneras implica una total responsabilidad de uno mismo en la vida de relación,
lo que suele ocurrir es que al primer asomo de conflicto interior, se sale corriendo tanto física, como
psicológicamente, para refugiarse en lo que estima seguro y placentero.

EL ESFUERZO.... EL TRABAJO.... LA SERIEDAD...
César Ortega
El pasar por la crisis de la auto-transformación es un asunto que se suele evadir inconscientemente, porque
implica que toda la estructura personal es puesta en duda y sus bases comienzan a ceder, por la percepción
directa de su naturaleza.
Krishnamurti solía decir que la vida y la muerte marchan juntas, lo cual implica que lo conocido se va
disolviendo en el auto-conocimiento.... estos procesos internos o dinámicas de energías, no son un asunto de
no hacer nada, como a la mayoría nos gustaría creer, sino que es todo lo contrario, dan origen a una Acción
Total que no deja residuos.
Esto aunque complejo, hay que entenderlo y …vivirlo…. Pero el observar claramente lo que nos va ocurriendo
en nosotros mismos, durante todo el día es un trabajo que pone en evidencia lo que somos, y que armoniza el
flujo de las energías internas, que hace surgir la responsabilidad interna, poniendo a quien realiza este trabajo
en un estado de desenvolvimiento interno tal, que solo la seriedad involucrada en ello, puede dar origen.
Es posible que el estado de auto-conocimiento cuando quede firmemente establecido en si mismo, después de
haber trabajado seriamente y haber vivenciado las crisis correspondientes, pueda dar origen a que se pueda
decir ...... “nada hago, pero todo queda hecho....”
PAZ

El camino hacia el verdadero yo interno, es cesar de identificarse uno
mismo con ese yo irreal, el externo; alcanzamos automáticamente lo
superior retirándonos de lo inferior.

Cada uno tiene que conocerse tal como es, dándose cuenta de las
influencias que modelan su pensamiento y acción, si ha de evitar poner sus
conceptos favoritos, sus ilusiones e ideas con las cuales está encariñado,
en la morada sagrada de la Verdad.

Esa identidad compuesta, el ‘yo’, pierde su identidad y poder cuando
uno descubre por sí mismo los diferentes elementos que lo constituyen.

La meditación es un estado de la mente en el cual el ‘yo’ está ausente y,
por tanto, esa misma ausencia trae orden, y debe haber ese orden para
seguir adelante. Sin ese orden las cosas se vuelven absurdas.
J. Krishnamurti

La meditación no es la búsqueda de una experiencia trascendental
que le proporcionará gran energía para volverse más malicioso. La
meditación no es un logro personal ni sentarse cerca de Dios.
J. Krishnamurti

Observar sin división, observar sin el ‘yo’, que es la misma
esencia del pasado, ese ‘yo’ que afirma, ‘debería’, ‘no debería’,
‘tengo que’, ‘no tengo que’; ese ‘yo’ que dice: ‘he de alcanzar’,
he de llegar a Dios’, o lo que sea. Entonces, ¿es posible
observar sin el ‘yo’?
J. Krishnamurti

No creas que porque estas meditando silenciosamente,
estas clarificando tu mente

La claridad de la mente no se alcanza
con solo huir del mundo

Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a tus hermanos, seas
leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción, trabajes con alegría y
asumas tus responsabilidades; cuando practiques la virtud sin exigirla
primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades supremas,
mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.