Tema 4 Espiritulidad del MESC - Parroquia de Nuestra Señora de la

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Transcript Tema 4 Espiritulidad del MESC - Parroquia de Nuestra Señora de la

Tema 4
ESPIRITUALIDAD DEL MESC
Una espiritualidad laical auténtica no
puede ser sino una espiritualidad
eucarística
El tema de la formación y
espiritualidad es para todos los
fieles cristianos.
espiritualidad es un estilo o forma de vivir
según las exigencias cristianas, la cual es
“la vida en Cristo” y “en el Espíritu”, que se
acepta por la fe, se expresa por el amor y,
en esperanza, es conducida a la vida
dentro de la comunidad eclesial”.
Entre los elementos de
espiritualidad que todo
cristiano tiene que hacer
suyos sobresale la oración
La oración tanto personal como
litúrgica es un deber de todo
cristiano. “Jesucristo, evangelio
del Padre, nos advierte que sin Él
no podemos hacer nada” (cf. Jn 15,
5).
La espiritualidad cristiana se alimenta
ante todo de una vida sacramental
asidua, por ser los Sacramentos raíz y
fuente inagotable de la gracia de Dios,
necesaria para sostener al creyente en su
peregrinación terrena. Esta vida ha de estar
integrada con los valores de su piedad
popular
El creyente, a través de un camino de
oración, se hace más consciente de
las exigencias del Evangelio y de sus
obligaciones con los hermanos,
alcanzando la fuerza de la gracia
indispensable para perseverar en el bien
1. Perfil del ministro de la comunión
Optimista, paciente, lleno de alegría,
discreto, sigiloso, misericordioso, buen
samaritano.
Gran vocación altruista de servicio
hacia quien sufre.
Con tiempo disponible, sin excesos
en los compromisos pastorales, con
formación
adecuada
y
conocimiento del hombre enfermo.
De mucha intimidad personal
con
Cristo
muerto
y
resucitado.
De
oración
constante,
hambriento de la Palabra de
Dios y de la misericordia
divina.
Impregnado de la espiritualidad
eucarística.
Amante de la comunión de la
Iglesia, creativo en un apostolado en
equipo, considerando este ministerio
no como una promoción u honor
sino como un servicio humilde.
Quien hace carne la fe, la
esperanza y la caridad y lo
transmite a quien sufre.
Corresponsable de la salvación
de los hombres.
2. Configurado con Cristo
El ministro no es un mero “cartero” de
la Comunión. Es, sobre todo, un
“Cristóforo”, portador de Cristo. Es
más, es un configurado con Cristo.
Cirilo de Jerusalén enseña que “Al
recibir el cuerpo y la sangre de Cristo te
haces concorpóreo y consanguíneo suyo.
Así pues, nos hacemos portadores de
Cristo, al distribuirse por nuestros
miembros su cuerpo” (Catequesis, 22).
3. Virtudes teologales
a) La Fe del ministro extraordinario de la Eucaristía
la fe no es creer en algo, sino
conocer, creer y amar a Alguien,
es fundamentalmente una relación
personal
La fe eucarística es algo más
que la sola Eucaristía.
En la Eucaristía encontramos la
máxima unión entre lo santo y lo
ordinario
Vale la pena preguntarnos si ¿hay algo
excepcional en la fe de un ministro de
la Eucaristía, algo diferente de la fe de
los demás católicos?
Debemos concluir que la fe de un
ministro es única porque es
única su relación personal con
la Eucaristía.
Por eso la fe de un ministro de la
Eucaristía encuentra siempre motivos
para dar gracias.
b) La Esperanza del ministro extraordinario de la
Eucaristía
Cuando llevamos la comunión a una
persona
enferma
o
moribunda,
compartimos con ella el conocimiento
que proviene de una esperanza autentica,
esa luz del Espíritu que alimenta la esperanza
que va mas allá de esta vida y por eso el
ministro de la Eucaristía debe cultivar la
habilidad de mirar más allá de las
apariencias, de las perspectivas superficiales.
A veces nos olvidamos de que la Eucaristía es la
misma experiencia de la Última Cena que Jesús
compartió con sus discípulos en el umbral de su
terrible pasión y muerte.
La esperanza del ministro de la
Eucaristía es la misma esperanza,
que viene del poder de la
resurrección,
que
nosotros
compartimos cuando damos la
comunión a los demás.
Nuestra fe y esperanza, se alimentan
de todos modos de la caridad, del
amor, que es la realidad fundamental y
centro de la creación, la más profunda
en toda persona, la realidad esencial en
la cual “vivimos, nos movemos y
existimos” (Hech. 17,28).
c) La Caridad del ministro extraordinario de la
Eucaristía
En el sentido cristiano, el amor no es
primeramente una emoción, sino un
acto de la voluntad.
Yendo a la raíz de la palabra “Caridad”,
descubrimos que se refiere al amor
benévolo de Dios hacia nosotros y del
mismo modo al amor de los unos a los
otros.
Este es el amor que san Pablo tiene en
mente en su famoso himno a la caridad
en 1Cor. 13,13. En cuanto ministros de
la Eucaristía, estamos llamados a
amar como Jesús amaba
Como ministros de la Eucaristía
estamos llamados a ser
instrumentos del amor de Dios
para aquellos que se acercan a
comulgar
Un ejercicio pleno de éste
ministerio implica hacerlo
con el corazón lleno de amor
de Dios, cosa que requiere un
tiempo de oración cotidiana.
4. Otras líneas de espiritualidad cristiana
La espiritualidad eucarística del sacrificio
debería impregnar las jornadas de todos y, en el
caso que nos ocupa, la vida del MEC:
-el trabajo,
-las miles de cosas
que hacemos,
-las relaciones,
-el empeño por practicar la vocación
de esposos, padres, hijos;
-la entrega al ministerio de la
atención a los enfermos. -
1) Escucha de la Palabra
Todos, pero sobre todo, en el caso que nos ocupa,
el Ministros extraordinario de la comunión lo
primero que ha de tener presente es la escucha.
Participar en la Eucaristía quiere decir
escuchar al Señor con el fin de poner en
práctica cuanto nos manifiesta, nos
pide, desea de nuestra vida.
Quien se pone a la escucha de la palabra
de Dios, luego puede y debe hablar y
transmitirla a los demás
Nuestro
mundo
necesita
este
testimonio; espera sobre todo el
testimonio común de los cristianos.
2) La conversión
La dimensión penitencial ha de estar muy
presente en la celebración eucarística y en
el culto eucarístico fuera de la Misa.
La Eucaristía estimula a la conversión y
purifica
el
corazón
penitente,
consciente de las propias miserias y
deseoso del perdón de Dios
La llamada de Pablo a examinar
nuestra conciencia antes de
participar en la Eucaristía (cada uno
se examine a sí mismo y después coma el
pan y beba el cáliz: 1Cor 11,28).
3) Presencia de Cristo
Por ser la Eucaristía el sacramento de la
presencia de Cristo que se nos da porque nos
ama, el MEC ha de ser testigo fervoroso de la
presencia de Cristo en la Eucaristía
Que la Eucaristía, presencia viva y real del
amor trinitario de Dios, les inspire ideales
de solidaridad y los haga vivir en comunión
con sus hermanos más necesitados.
El concilio Vaticano al respecto enseña que
“Cuando la Iglesia suplica y canta salmos, está
presente el mismo que prometió: “Donde están
dos o tres congregados en mi nombre ahí estoy
yo en medio de ellos” (Mt 18, 20; Cfr. SC 7).