El nuevo rumbo de la formacion academica

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El nuevo rumbo de la formación académica
frente a las oportunidades laborales
Académicos:
Oscar Alvarez Gasca
Ana Delia Contreras Hernández
Estudiantes:
José Ernesto López Velázquez
Brenda Yutziny Mendoza Aguilar
Programa de Licenciatura de Ciencias Atmosféricas, UV.
A diferencia de cómo ocurría en el siglo pasado, cada nuevo cambio
aparece en intervalos de tiempo cada vez más cortos. Esta condición
viene a profundizar y complejizar aún más los retos sociales y
políticos.
El cambio de paradigma más notable ocurrió el 13 de marzo de 1989.
En esta fecha surgió el concepto de Sociedad del Conocimiento.
Este último paradigma – la Sociedad del Conocimiento – se sirve de la
idea de que la riqueza proviene del conocimiento y por ende en la nueva
economía, las personas y las empresas utilizan el conocimiento para
generar nuevas riquezas. Los ingresos dejan de provenir de elementos
tangibles como la tierra o las máquinas.
Para la educación universitaria el paradigma del conocimiento trajo
consigo efectos diversos. Desde la manera de concebir el mundo hasta
las formas emergentes de trabajo docente, pasando por la
administración de los recursos, las políticas educativas y los medios
materiales con los que se desarrolla el trabajo cotidiano.
En el contexto nacional también han ocurrido cambios políticos y sociales
significativos. Una nueva era democrática inició con el nuevo siglo por la
alternancia ideológica del poder federal. El partido político que gobernó a
México por décadas fue relevado en su tarea de construcción del estado. La
divergencia ideológica llevó a debate mucha de las cuestiones que
permanecían como dados en la agenda de la planeación.
El crecimiento poblacional en la última década, también indujo a cambios
en las políticas de administración pública, administración energética y
salud. Se demandó a las escuelas de altos estudios, institutos tecnológicos
y universidades públicas y privadas a que elevaran la eficiencia en la
formación de profesionistas y técnicos.
Por rezagos, mala planeación y otros lastres, el desempleo y subempleo
ha venido frenando el crecimiento de la economía nacional. En Veracruz
se ha dejado sentir la problemática como en ningún otro estado de la
república.
La insuficiencia de centros de trabajo y la alta demanda de trabajo
especializado ha obligado a los ciudadanos a abandonar el país en busca
de oportunidades de empleo y de los satisfactores básicos, como la
salud y la educación.
Las universidades públicas estatales, enteradas de las situaciones
problemáticas en torno a la formación académica y el desempleo han
respondido, en la medida de sus capacidades mediante programas de
mejoramiento del currículum, contratación de más y mejor profesorado.
Sin embargo, este esfuerzo debe continuar toda vez que los problemas
de desocupación continúan vigentes y en algunos casos se han
agudizado.
Sin embargo, la vertiente hacia al mundo del trabajo nos cuestiona,
rebasa y domina. Aunque no es precisamente nuestra responsabilidad
como universitarios, el que nuestros egresados consigan empleo, si
resulta cierto que somos corresponsables de nuestro futuro, de un
futuro que es común y compartido con los otros.
¿No podremos acercarnos más a estas necesidades sociales? ¿Acaso
ya hemos hecho todo lo que deberíamos hacer por los desocupados?
Estas preguntas son algunas de las cuestiones que nos persiguen,
porque son preguntas justas y certeras y que caben perfectamente en
nuestra conciencia histórica. ¿Qué haremos para remediar los
vínculos que están rotos con el mundo del trabajo?
Si nos fijamos bien, la figura de facilitador pedagógico ha dado buenos
resultados en la formación de las competencias, aunque a decir verdad;
ofrece ciertas debilidades en razón de su asimetría y corto alcance.
Esto porque ese profesor-facilitador sabe guiar hacia un terreno profesional,
parte iluminado y parte ignoto, que es el del trabajo y el empleo ¿cómo se
tiene que desenvolver un profesionista en su centro laboral? No bajo el
concepto ideal, sino bajo la realidad de hoy….
Con la carga psicológica y emocional que le resulta a un médico atender a
decenas de pacientes. Con la compleja comunicación que existe en un bufete
de abogados o en despacho de arquitectos. Con la violencia interpretativa de
una oficina de peritajes. Con la maquinaria obsoleta de la constructora civil.
Con la co-participación red de trabajo más una red social.
* El asunto de la formación académica se ha venido pensando desde el
currículo (Planes y Programas de Estudio). Sin embargo, la formación
presenta una vertiente hacia al mundo del trabajo, donde existen
algunos vínculos rotos y otros insuficientemente tratados (Competencias
Laborales).
* La figura de facilitador pedagógico es asimétrica y de corto alcance,
porque ese profesor guía hacia un terreno ignoto, que es el del trabajo y
el empleo.
Por último está el asunto de las oportunidades, que el gobierno federal promueve de
manera externa sin ligarlo a nada, como si la oportunidad sólo se pudiera entender como un
derecho “natural” de los ciudadanos. Las oportunidades deben generarse tanto en la oferta
como en la demanda de trabajo. De otro modo quedaría mal parado el principio de
competitividad pues ¿cómo podemos decir que somos competitivos si buscamos
oportunidades?
Proponemos para esto que las oportunidades dejen de presentarse como un programa
público, ajeno a la formación y que se les promueva en el sentido de la competitividad y
desarrollo sustentable. También resulta necesario que dejemos de ver a las oportunidades
como un recurso federal externo y se gestionen desde las universidades estatales, para lo
cual el gobierno federal incremente los presupuestos a la educación superior.