32. EL SEGUNDO Y TERCER MANDAMIENTOS DEL DECÁLOGO A. EL SEGUNDO MANDAMIENTO 1.
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32. EL SEGUNDO Y TERCER
MANDAMIENTOS DEL DECÁLOGO
A. EL SEGUNDO MANDAMIENTO
1. El nombre de Dios es santo
a) El segundo
mandamiento encierra
el deber positivo de
honrar el nombre de
Dios.
• Pertenece, como el
primer mandamiento, a
la virtud de la Religión y
regula más
particularmente el uso
de nuestra palabra en
las cosas santas.
b) Se entiende por nombre,
no las letras o las
palabras, sino su
significado, es decir el
mismo Dios Uno y Trino.
• Honramos el nombre de
Dios al alabarlo como
Creador y Salvador,
confesando ante los
hombres que es nuestro
Señor, y cuando digne,
attente ac devote
escuchamos, leemos,
estudiamos y meditamos
la palabra de Dios.
2. Lo que prohíbe el segundo mand.
• El segundo
mandamiento
prohíbe todo
uso
inconveniente
del nombre
de Dios, de
Jesucristo, de
la Virgen
María y de
todos los
santos.
• La blasfemia consiste en
proferir contra Dios —
interior o exteriormente—
palabras de odio, de
reproche, de desafío; en
injuriar a Dios, faltarle al
respeto en las
expresiones, en abusar del
nombre de Dios (...).
• La prohibición de la
blasfemia se extiende a las
palabras contra la Iglesia
de Cristo, los santos y las
cosas sagradas.
• También es blasfemo
recurrir al nombre de
Dios para justificar
prácticas criminales,
reducir pueblos a
servidumbre, torturar
o dar muerte (...).
• La blasfemia es de suyo
pecado grave.
• El segundo
mandamiento prohíbe
también el juramento
en falso.
• Jurar es poner a Dios
por testigo de lo que se
afirma.
d) Las condiciones que hacen
lícito un juramento son:
—verdad: el que jura debe
tener certeza moral de lo
que afirma; no es lícito
jurar en base a conjeturas;
—justicia: lo que se jura debe
ser justo;
—juicio: sin precipitación, de
manera ponderada,
sabiendo a lo que se obliga
el que jura. No es lícito
jurar sin necesidad.
3. El nombre cristiano
• En el Bautismo, la Iglesia da
un nombre al cristiano.
• Los padres, los padrinos y el
párroco deben procurar que
se dé un nombre cristiano al
que es bautizado.
• Dios llama a cada uno por su
nombre (cfr. Is 43,1; loann
10,3).
• El nombre de la persona
exige respeto en señal de la
dignidad del que lo lleva.
B. EL TERCER MANDAMIENTO
1. El domingo o día del Señor
• El tercer mandamiento
del Decálogo es:
Santificarás las fiestas,
y manda honrar a Dios
con obras de culto en
determinados días.
• En el Antiguo
Testamento, Dios
determinó que se
santificase el sábado.
• — El precepto sabático del
Antiguo Testamento
recordaba al pueblo
elegido la realidad de la
creación y de su
cumplimiento al séptimo
día en el que Dios
descansó de su obra,
bendiciendo y santificando
ese día (cfr. Gen 2,2-3).
• — En la Nueva Ley el
domingo es el día del
Señor (dies dominica).
• La Iglesia celebra la nueva
creación del hombre en hijo
de Dios, fruto de la
Resurrección de Cristo.
• — Sustituyendo el
precepto sabático por la
celebración dominical, Dios
a través de su Iglesia
instruye acerca del misterio
del Redentor, pues el
sábado fue el día en que el
Cuerpo de Cristo reposó en
el sepulcro, cerrándose así
la época de los sacrificios
de la Antigua Ley
• Los cristianos
dedicamos el sábado a
la Santísima Virgen,
que conservó firme su
fe durante el Sábado
Santo.
• Además de la
celebración del
domingo, la Iglesia,
desde los primeros
tiempos, ha ido
instituyendo fiestas
litúrgicas particulares,
con distintos grados de
solemnidad.
• Algunas en días
móviles, la mayoría en
días fijos, para celebrar
los misterios de Dios
Nuestro Señor, honrar a
la Madre de Dios, a los
Ángeles y a los Santos,
o para conmemorar la
dedicación de las
iglesias.
• Las fiestas del año
litúrgico son una gran
ayuda para vivir en
presencia de Dios.
2. La Misa del domingo
y de las fiestas de guardar
• a) Para asegurar la
debida santificación
de los domingos y de
algunos días festivos
más solemnes (las
fiestas de precepto),
la Iglesia en su primer
mandamiento
prescribe para estos
días la asistencia a la
Santa Misa.
• b) El precepto de
asistencia a la Santa
Misa obliga a oír Misa
entera, el mismo
domingo o bien la
víspera, siguiendo con
presencia corporal y
con piadosa atención
el sacrificio
eucarístico.
• c) "La Eucaristía del
domingo fundamenta
y confirma toda la
práctica cristiana.
• Por eso los fieles
están obligados a
participar en la
Eucaristía los días de
precepto, a no ser
que estén excusados
por una razón seria o
dispensados por su
pastor propio.
• Los que
deliberadamente
faltan a esta
obligación cometen
un pecado grave.
3. El domingo, día de gracia
y de descanso
• a) En los domingos y
demás fiestas de
precepto, los fieles
tienen obligación de
abstenerse de aquellos
trabajos y actividades
que impidan dar culto a
Dios, gozar de la alegría
propia del día del Señor
o disfrutar del debido
descanso de la mente y
del cuerpo.
• b) Se trata de una
obligación grave, como lo
es el precepto de
santificar las fiestas.
• No obstante, el descanso
dominical puede no
obligar si existe un deber
superior, de justicia o de
caridad.
• c) Cada cristiano debe
evitar imponer sin
necesidad a otro lo que
le impediría guardar el
día del Señor.
• d) En el respeto de la
libertad religiosa y del bien
común de todos, los
cristianos deben esforzarse
por obtener el
reconocimiento de los
domingos y días de fiesta
de la Iglesia como días
festivos legales.
• Deben dar a todos un
ejemplo público de oración,
de respeto y de alegría, y
defender sus tradiciones
como una contribución
preciosa a la vida espiritual
de la sociedad humana.
• Buenos Aires, 4 de agosto 2008
• Auditorio del CUDES
• P. Juan María Gallardo
[email protected]
www.oracionesydevociones.info
Presentación de estudio
para que los asistentes puedan estudiar
los contenidos de la clase y para que,
quien quiera utilizarla, pueda modificarla
según su propio estilo
P. JMG