Piratería en Canarias Definiciones:  La piratería es una práctica de saqueo organizado o bandolerismo marítimo, probablemente tan antigua como la navegación misma. Consiste en que una embarcación privada.

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Transcript Piratería en Canarias Definiciones:  La piratería es una práctica de saqueo organizado o bandolerismo marítimo, probablemente tan antigua como la navegación misma. Consiste en que una embarcación privada.

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Piratería en Canarias

Definiciones:


La piratería es una práctica
de saqueo organizado o
bandolerismo marítimo,
probablemente tan antigua
como la navegación misma.
Consiste en que una
embarcación privada o una
estatal amotinada ataca a otra
en aguas internacionales o en
lugares no sometidos a la
jurisdicción de ningún Estado,
con el propósito de robar su
carga, exigir rescate por los
pasajeros, convertirlos en
esclavos y muchas veces
apoderarse de la nave misma.





Corsario (del latín cursus es
decir "carrera") era el nombre
que se concedía a los
navegantes que, en virtud del
permiso concedido por un
gobierno en una carta de
marca o patente de corso,
capturaban y saqueaban el
tráfico mercante de las
naciones enemigas de ese
gobierno.
Pirata, persona que se dedica
a la piratería (una práctica de
saqueo organizado o
bandolerismo marítimo).

Los inicios de la piratería en canarias:


El auge de la piratería va asociada al descubrimiento y la posterior
explotación de América y a los conflictos entre las grandes potencias.
Aunque los piratas, en teoría, estaban fuera del control y del amparo
de cualquier nación, éstas se aprovechaban, e incluso llegaban a
apoyarlos, siempre que las víctimas fueran sus más acérrimos
enemigos. Las islas Canarias y Azores se convirtieron en lugares
estratégicos en las rutas marítimas de Europa, América y Asia. Los
preciados tesoros y especies de la nueva tierra descubierta eran un
gran botín para los piratas. Como estos tesoros recalaban en las Islas
Canarias o en las Islas Azores en su rumbo a la vieja Europa la
piratería no tardó en emerger en los mares cercanos a las islas.
También esta situación estratégica provocaba que los barcos que iban
a América pasaran por las islas a aprovisionarse de agua y alimentos,
y de camino atacasen alguna población costera.

La piratería en Canarias:


El descubrimiento de América y la penetración europea hacia el
Indico a través de la costa occidental africana convierten a las
Canarias en una encrucijada de las rutas marítimas. Apenas
avanzado el s. XVI comienza el tráfico naval entre las colonias
españolas de ultramar y la metrópoli. Los barcos regresaban
cargados de tesoros y especias, y sus rutas tenían que pasar
forzosamente entre las Azores y Canarias; de esta forma, los mares
de las islas son lugares de espera para las flotillas piratas. La
piratería en aguas de Canarias empieza en el primer tercio del s.
XVI, toma inusitada actividad hacia su final, y continúa durante todo
el s. XVII y XVIII, hasta su ocaso en la primera década del s. XIX.
En Canarias actuaron piratas de todas las nacionalidades, pero
principalmente fueron ingleses, franceses, berberiscos y de los
Países Bajos.



Piratas y corsarios que actuaron en
canarias:

Franceses: Ya en tiempos de la conquista aparecen aventureros

franceses que eligen como bases la isla de Lobos y el cabo de Anaga.
Corsarios y piratas dificultan en no pocas ocasiones el intercambio
exterior y dañan indirectamente la economía canaria al impedir el
tráfico interinsular, a la vez que se debe a ellos la entrada de
numerosos productos, prohibidos al comercio regular. La enemistad
entre la España de Carlos V (1500-1558) y Francia hace que sean
franceses los primeros piratas que aparezcan en las islas.
 Jean Fleury (también conocido como
Juan Florín) en 1522.
 Francois Le Clerc o Pie de palo. Saqueó
e incendió Santa Cruz de la Palma en 1553.
 Durand de Villegaingnong. También atacó
Santa Cruz de la Palma en 1554, pero esta
vez fue rechazado el ataque.
 Jean Capdeville. Arrasó San Sebastián de
la Gomera en 1571.
 Jacques de Sores. Atacó La Palma en 1570.



Ingleses: Al heredar Felipe II

el trono español se desata la
rivalidad angloespañola. Como
consecuencia, las Canarias se
convierten en blanco de los
ataques de la piratería inglesa.
Los ataques y saqueos son tan
frecuentes que el Rey se ve
obligado a fortalecer el aparato
defensivo del archipiélago. Entre
las medidas tomadas sobresalen
la creación del cargo de Capitán
General y el envío del ingeniero
italiano Torriani con la misión de
levantar torres y castillos en
aras de su mejor defensa.
Muchos de éstos aún se
conservan (castillo de
Guanapay, en Lanzarote)














John Poole.
Francis Drake. Fracasado ataque en 1585 a Santa Cruz de la Palma.

También fracasó en el ataque a Las Palmas de Gran Canaria y quiso
resarcirse atacando un poco más al sur de la isla, en Arguineguín,
pero también fue sorprendido y tuvo que huir con numerosas bajas.
William Harper. En 1593 ataca Lanzarote y Fuerteventura.
Walter Raleigh. Ataques sobre Tenerife y Fuerteventura en
1595.Ataque a Arrecife en 1616.
John Jennings. Santa Cruz de Tenerife sufre un ataque en 1706 que
es repelido.
Woodes Rogers. Fracasado ataque a Santa Cruz de Tenerife en
1708.
Charles Windon. En 1744 ataca San Sebastián de la Gomera y La
Palma.
En 1762, George de Cumberland y Berkley desembarca en Puerto
de Naos (El Hierro).
John Hawkins (conocido en Canarias como Aquines, por
castellanización de su apellido). Mantuvo relaciones mercantiles con
algunos propietarios de las islas a pesar que también atacaba
poblaciones junto a Francis Drake.
Robert Blake. Atacó Santa Cruz de Tenerife en 1656.

Holandeses: Al llegar el s.
XVII, son también los
holandeses los que
protagonizan episodios
piráticos en Canarias; sus
objetivos, aparte del móvil
del botín, son políticos y
bélicos.
 Pieter van der Does.
Fracasó en el intento de
invasión e incendio de San
Sebastián de la Gomera,
pero tuvo éxito en el
saqueo e incendio de Las
Palmas de Gran Canaria en
1599.




Otros (Argelinos, Tunecinos, Turcos...):



Dogalí apodado el Turquillo. En 1571 ocupa Arrecife (Lanzarote),




saqueando, incendiando y capturando un gran número de isleños.
Tabac Arráez y Solimán saquean Teguise (Lanzarote) y también
atacan San Sebastián de la Gomera en 1618.
Morato Arráez. en 1586 ataca Lanzarote, llega hasta Teguise
saqueándola y llevándose muchos cultivos.

Motivos de porque canarias era tan
importante en esta época:


Canarias, por su situación, era un lugar favorable para los piratas,
dependiendo también sus ataques, de las relaciones políticas que,
en cada momento, España jugaba con los distintos países. Así, las
guerras de Carlos I con Francia, en disputa por la hegemonía, o
los conflictos por motivos religiosos iniciados por Felipe II (s. XVI)
contra los Países Bajos (Bélgica, Holanda):"Prefiero perder mis
Estados a gobernar sobre herejes", incrementaron los ataques de
estos países. Éstos continúan, en el siglo XVII, con Felipe III y
IV, repercutiendo en los ataques piráticos de estos países. Otro
tanto ocurre con las alianzas de España con Francia en tiempo de
los Borbones contra Inglaterra. Concretamente, la alianza de
Carlos IV (finales del siglo XVIII: 1796) conllevó actuaciones
temerarias de Nelson, almirante inglés, destacando la derrota de la
escuadra española en el cabo de San Vicente o la de Trafalgar
(1805).

La caída de la piratería en Canarias:




Aparte de una mejor defensa de las Canarias, un hecho memorable
para estas tierras fue lo que hizo que la piratería descendiera en las
islas de forma sustancial. Este hecho fue el fracasado ataque de
Horacio Nelson en 1797 a Santa Cruz de Tenerife.
La pretensión de muchos de los ataques de piratas ingleses era la
de apoderarse de las islas en nombre de Inglaterra más que hacer
rapiña. Finalmente se prescindió de piratas o corsarios y un
almirante inglés aparece, con su flota, el 25 de julio de 1797 frente
a la costa de Santa Cruz de Tenerife. Al ataque le opone resistencia
las tropas canarias, bajo el mando del general Gutiérrez, y un
destacamento francés que se encontraba en la isla. En el
enfrentamiento Nelson pierde un brazo al ser alcanzado por una
bola de cañón. Nelson se ve desbordado por la imprevista marcha
de la batalla y tiene que capitular. Ya en tierra firma una paz, en el
que se compromete no intentar apoderarse de las Canarias. La
mayor defensa de las islas junto al declive de la piratería hace que
poco a poco las poblaciones y capitales se asentaran en la costa,
ganando en importancia y desarrollo respecto a las del interior.

Consecuencias de la piratería:


Los ataques piratas a villas y puertos con fines de capturar tesoros o
apoderarse de víveres y vinos se traducen en incendios, saqueos y
muertes; ello obliga a militarizar las islas con las consiguientes
cargas sobre la población, y como medida de precaución, las villas y
poblados se asientan en lugares no visibles desde la costa. Muchos
archivos y obras de arte desaparecen por los incendios, provocados
por los corsarios. Sin embargo no siempre las escuadras piratas
venían en son de rapiña. Muchas veces lo hacían con la finalidad de
practicar el contrabando con los naturales isleños; ciertos magnates
canarios debieron su fortuna a este comercio clandestino con los
piratas a lo que las autoridades hacían la vista gorda. La cuestión
era sobrevivir en un espacio insular a medio camino entre las
colonias americanas y la metrópoli española. Otras veces, los
ataques tenían sencillamente motivaciones políticas.

Relaciones entre piratas y
comerciantes:


Durante los siglos XVI, XVII y XVIII el contacto de los piratas con el
mundo de los negocios fue muy estrecho; se formaron sociedades
para financiar expediciones. Por otra parte, la acción de los piratas
se fue modificando de acuerdo con los adelantos técnicos; la
primitiva técnica del abordaje fue abandonada al armarse los barcos
con cañones; el negocio del mar requirió mayores inversiones, de
ahí que los capitanes de los barcos estuviesen muy ligados con los
comerciantes de especias de Ámsterdam o Londres, con los
banqueros italianos o con los comerciantes de Liverpool; las
expediciones requirieron una organización más compleja; los barcos
mercantes fueron transformados para el ejercicio de la piratería.



El tratado de Ryswick (1697) entre las potencias coloniales trasladó
la piratería de Hispanoamérica a América del Norte y, sobre todo, al
continente asiático (mar Rojo y costa de Malabar); fueron los
funcionarios de la compañía de las Indias quienes iniciaron en
contra de los neerlandeses, las acciones piráticas en el océano
Indico con base en Madagascar. Pero el fin de la piratería occidental
estaba próximo. En el siglo XIX sólo perduraron algunos piratas
aislados en ciertas costas de África, golfo Pérsico, China y Polinesia.
El desarrollo industrial y la máquina de vapor, hicieron las empresas
muy costosas y arriesgadas; la piratería se vio impotente ante el
avance técnico de los medios de comunicación y de organización
defensiva.
Finalmente comentar que los piratas no siempre venían en son de
rapiña sino que muchas veces lo hacían con el fin de practicar el
contrabando con los isleños. De hecho ciertos magnates canarios
debieron su fortuna a este comercio clandestino con los piratas. Por
ejemplo, el pirata inglés John Hawkins, conocido en las islas como
Aquines, mantuvo relaciones comerciales durante muchos años con
Pedro Ponte, un mercader y gran propietario tinerfeño.



Las islas también tuvieron piratas y corsarios propios. El más
conocido fue Ángel García, nacido en 1800 y conocido con el
nombre de Cabeza de perro, pues su cabeza era deforme. Fue
comerciante, negrero y cuando atacaba a un navío mataba sin
piedad a todo el que iba a bordo. Y hay otro personaje que, por sus
posibles lazos con la alta sociedad tinerfeña de la época, ha
desatado más de una polémica. Su nombre es Amaro Rodríguez
Felipe, nacido en 1695 y más conocido como Amaro Pargo.
Pertenecía a la clase noble y era más bien un corsario, lo que daba
carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos. Las huellas de su paso se encuentran por todas partes:
en el convento de las Catalinas, en la ermita de Nuestra señora de
El Rosario y sobre todo su propia tumba en la iglesia de Santo
Domingo de La Laguna. Sobre la lápida se aprecia una calavera y
dos tibias cruzadas…. símbolo de los piratas.

Historia de piratas:


En nuestras islas hay ocasiones en las que los aspectos del pasado
se entremezclan de tal forma que, a veces, es imposible discernir
dónde acaba la realidad y empiezan las leyendas. Nuestra historia –
o leyenda- en Machado, un barrio del municipio de El Rosario. Casi
al final de la carretera que conduce a la ermita de Nuestra Señora
del Rosario, si miramos hacia el norte, podemos distinguir las ruinas
de una antigua mansión canaria de campo. Si preguntamos a los
vecinos nos dirán: "esa es la casa del pirata". Subamos por un
camino empedrado y llegaremos a la casa. Apenas queda nada de lo
que fue. Una fotografía de 1975 nos da apenas una somera idea de
lo que debió ser. Sólo una habitación conserva todavía restos de las
maderas de la techumbre y algunas tejas. Desde esa estancia, una
única ventana nos permite ver una panorámica de la costa del sur
de Tenerife desde Radazul hasta El Porís. La casa es, pues, una
atalaya, casi un puesto de vigía sobre el mar.



Esa construcción fue declarada, junto con la ermita, Bien de Interés
Cultural en el año 2003. En esa declaración del Gobierno de Canarias se
la citaba como Casa del Pirata o del Rosario. No obstante, al año
siguiente y “visto el recurso de reposición interpuesto por Fray José
Mateos y García de Paredes, vicepostulador de la Causa de Canonización
de la Sierva de Dios Sor María de Jesús de León Delgado”, el Gobierno
canario decide mediante otro decreto que se le cambie el nombre y se
la denomine Casa de los Mesa, pues se considera que no está
demostrado que la casa perteneciera al supuesto pirata. Más adelante
veremos el porqué de ese recurso.

¿Quién era este pirata?



El personaje al que nos estamos refiriendo no es otro que Amaro
Rodríguez Felipe, nacido en 1695 en La Laguna y más conocido con el
nombre de Amaro Pargo. Conocemos su rostro por un retrato suyo que
se conserva en la ermita del Rosario, en el que, debajo de la imagen del
Señor de la Humildad y Paciencia, aparece junto a Fray Juan de Jesús y
el retrato mortuorio de Sor Maria de Jesús. En torno a su figura se han
tejido una serie de leyendas que tienen que ver con las actividades que
lo llevaron a navegar por el Atlántico. Pertenecía al estamento nobiliario
y no era con precisión un pirata, sino un corsario. La diferencia entre
ambos es que el primero actúa por libre, mientras que el segundo lo
hace mediante autorización real o patente de corso. Esta autorización
daba un carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos del correspondiente país.

Amaro Rodríguez Felipe
(Amaro Pargo)



Otro de los lugares relacionados con este personaje es la
Punta del Hidalgo, en la playa de San Mateo, bajo los
Dos Hermanos, donde se desembarcaban los productos
de contrabando. Otra de las lucrativas actividades que se
le atribuyen es el tráfico de esclavos desde la costa
africana hasta América. En los años 40 escandalizó a la
sociedad tinerfeña la publicación de un libro de la
doctora María Rosa Alonso titulado Un rincón tinerfeño.
La Punta del Hidalgo en el que se relacionaba de manera
directa la figura del corsario lagunero con las grandes
familias tinerfeñas. Dicho de otra manera, el origen de
algunas de las grandes fortunas tinerfeñas estaría en
actividades que podríamos calificar, como mínimo, de
dudosas. Algunos afirman, además, su pertenencia a la
francmasonería, en la que alcanzó el grado de
compañero.



Otro aspecto de Amaro Pargo, y dadas las costumbres de la época
no contradictorio, es su gran religiosidad. Hizo donaciones a iglesias
y conventos, sobre todo al de las Catalinas de La Laguna, pues
sentía una auténtica veneración por la, todavía viva, Sor María de
Jesús, la Siervita. Carlos García, en su libro La Ciudad. Relatos
históricos y tradicionales de La Laguna afirma que "nunca
emprendió negocio, expedición de barco, ni celebró contrato sin
antes consultarlo con esta Sierva de Dios y obtuviera su
aprobación". Tres años después de la muerte de la Siervita,
consiguió que el cadáver de ésta fuera exhumado y, asombrado del
estado de conservación del mismo, encargó el sarcófago en el que
actualmente puede ser visitada y en el que mandó escribir unos
versos en cuyas letras iniciales se puede leer en vertical: PARGO. En
nuestros días se está llevando a cabo la causa para la canonización
de Sor María de Jesús y parece que se quiera eliminar cualquier
obstáculo para la misma, por lo que se está procediendo a una
revisión de la figura Amaro Pargo: por ello se insiste en el recurso
antes citado en que no era pirata.



Amaro Rodríguez Felipe murió
en 1747 y está enterrado en la
iglesia de Santo Domingo de
La Laguna. En la lápida del
enterramiento familiar, a la
entrada del templo, aparece
una calavera con dos tibias
cruzadas, lo que no ha hecho
sino alimentar la leyenda…



Entonces, ¿no hubo piratas canarios? Sí, y conocemos la historia de
uno de ellos. Se llamaba Ángel García, nació en 1800 en Igueste de
San Andrés, donde tenía su casa. Ha pasado a la historia con el
nombre de Cabeza de Perro, pues su cabeza era deforme. Poco
antes de llegar a Igueste, desde la carretera se puede apreciar una
serie de edificios a los que no es posible acceder porque una puerta
cierra el paso. Es El Balayo, una punta entre dos playas, lugar que
se ha relacionado siempre con el pirata. Cerca se encuentra la
Cueva del Agua, donde al parecer surtía de agua a sus naves. Tenía
su zona de operaciones en el Caribe y en La Habana, camuflado de
dulcería su cuartel general.
Fue comerciante, negrero y asesino sanguinario de los mares.
Cuando atacaba un navío mataba sin piedad a todos los que en él
iban. Ya a la vejez decidió retirarse a vivir en Tenerife, pero fue
reconocido y encarcelado en el castillo de Paso Alto. Poco tiempo
después era ejecutado cerca del Castillo Negro. Dulce María Loynaz
nos ha dejado un relato literario acerca de este personaje en su
libro Un verano en Tenerife. La piratería se extinguió en el Atlántico
en el siglo XIX, pero todavía queda en nuestras islas el recuerdo,
mitad historia mitad leyenda, de su existencia.



Trabajo realizado por:

Laura Garcés González
 Facundo Nahuel Perez
 Andrea Ovando Alfaro




2ºBach “C”


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Piratería en Canarias

Definiciones:


La piratería es una práctica
de saqueo organizado o
bandolerismo marítimo,
probablemente tan antigua
como la navegación misma.
Consiste en que una
embarcación privada o una
estatal amotinada ataca a otra
en aguas internacionales o en
lugares no sometidos a la
jurisdicción de ningún Estado,
con el propósito de robar su
carga, exigir rescate por los
pasajeros, convertirlos en
esclavos y muchas veces
apoderarse de la nave misma.





Corsario (del latín cursus es
decir "carrera") era el nombre
que se concedía a los
navegantes que, en virtud del
permiso concedido por un
gobierno en una carta de
marca o patente de corso,
capturaban y saqueaban el
tráfico mercante de las
naciones enemigas de ese
gobierno.
Pirata, persona que se dedica
a la piratería (una práctica de
saqueo organizado o
bandolerismo marítimo).

Los inicios de la piratería en canarias:


El auge de la piratería va asociada al descubrimiento y la posterior
explotación de América y a los conflictos entre las grandes potencias.
Aunque los piratas, en teoría, estaban fuera del control y del amparo
de cualquier nación, éstas se aprovechaban, e incluso llegaban a
apoyarlos, siempre que las víctimas fueran sus más acérrimos
enemigos. Las islas Canarias y Azores se convirtieron en lugares
estratégicos en las rutas marítimas de Europa, América y Asia. Los
preciados tesoros y especies de la nueva tierra descubierta eran un
gran botín para los piratas. Como estos tesoros recalaban en las Islas
Canarias o en las Islas Azores en su rumbo a la vieja Europa la
piratería no tardó en emerger en los mares cercanos a las islas.
También esta situación estratégica provocaba que los barcos que iban
a América pasaran por las islas a aprovisionarse de agua y alimentos,
y de camino atacasen alguna población costera.

La piratería en Canarias:


El descubrimiento de América y la penetración europea hacia el
Indico a través de la costa occidental africana convierten a las
Canarias en una encrucijada de las rutas marítimas. Apenas
avanzado el s. XVI comienza el tráfico naval entre las colonias
españolas de ultramar y la metrópoli. Los barcos regresaban
cargados de tesoros y especias, y sus rutas tenían que pasar
forzosamente entre las Azores y Canarias; de esta forma, los mares
de las islas son lugares de espera para las flotillas piratas. La
piratería en aguas de Canarias empieza en el primer tercio del s.
XVI, toma inusitada actividad hacia su final, y continúa durante todo
el s. XVII y XVIII, hasta su ocaso en la primera década del s. XIX.
En Canarias actuaron piratas de todas las nacionalidades, pero
principalmente fueron ingleses, franceses, berberiscos y de los
Países Bajos.



Piratas y corsarios que actuaron en
canarias:

Franceses: Ya en tiempos de la conquista aparecen aventureros

franceses que eligen como bases la isla de Lobos y el cabo de Anaga.
Corsarios y piratas dificultan en no pocas ocasiones el intercambio
exterior y dañan indirectamente la economía canaria al impedir el
tráfico interinsular, a la vez que se debe a ellos la entrada de
numerosos productos, prohibidos al comercio regular. La enemistad
entre la España de Carlos V (1500-1558) y Francia hace que sean
franceses los primeros piratas que aparezcan en las islas.
 Jean Fleury (también conocido como
Juan Florín) en 1522.
 Francois Le Clerc o Pie de palo. Saqueó
e incendió Santa Cruz de la Palma en 1553.
 Durand de Villegaingnong. También atacó
Santa Cruz de la Palma en 1554, pero esta
vez fue rechazado el ataque.
 Jean Capdeville. Arrasó San Sebastián de
la Gomera en 1571.
 Jacques de Sores. Atacó La Palma en 1570.



Ingleses: Al heredar Felipe II

el trono español se desata la
rivalidad angloespañola. Como
consecuencia, las Canarias se
convierten en blanco de los
ataques de la piratería inglesa.
Los ataques y saqueos son tan
frecuentes que el Rey se ve
obligado a fortalecer el aparato
defensivo del archipiélago. Entre
las medidas tomadas sobresalen
la creación del cargo de Capitán
General y el envío del ingeniero
italiano Torriani con la misión de
levantar torres y castillos en
aras de su mejor defensa.
Muchos de éstos aún se
conservan (castillo de
Guanapay, en Lanzarote)














John Poole.
Francis Drake. Fracasado ataque en 1585 a Santa Cruz de la Palma.

También fracasó en el ataque a Las Palmas de Gran Canaria y quiso
resarcirse atacando un poco más al sur de la isla, en Arguineguín,
pero también fue sorprendido y tuvo que huir con numerosas bajas.
William Harper. En 1593 ataca Lanzarote y Fuerteventura.
Walter Raleigh. Ataques sobre Tenerife y Fuerteventura en
1595.Ataque a Arrecife en 1616.
John Jennings. Santa Cruz de Tenerife sufre un ataque en 1706 que
es repelido.
Woodes Rogers. Fracasado ataque a Santa Cruz de Tenerife en
1708.
Charles Windon. En 1744 ataca San Sebastián de la Gomera y La
Palma.
En 1762, George de Cumberland y Berkley desembarca en Puerto
de Naos (El Hierro).
John Hawkins (conocido en Canarias como Aquines, por
castellanización de su apellido). Mantuvo relaciones mercantiles con
algunos propietarios de las islas a pesar que también atacaba
poblaciones junto a Francis Drake.
Robert Blake. Atacó Santa Cruz de Tenerife en 1656.

Holandeses: Al llegar el s.
XVII, son también los
holandeses los que
protagonizan episodios
piráticos en Canarias; sus
objetivos, aparte del móvil
del botín, son políticos y
bélicos.
 Pieter van der Does.
Fracasó en el intento de
invasión e incendio de San
Sebastián de la Gomera,
pero tuvo éxito en el
saqueo e incendio de Las
Palmas de Gran Canaria en
1599.




Otros (Argelinos, Tunecinos, Turcos...):



Dogalí apodado el Turquillo. En 1571 ocupa Arrecife (Lanzarote),




saqueando, incendiando y capturando un gran número de isleños.
Tabac Arráez y Solimán saquean Teguise (Lanzarote) y también
atacan San Sebastián de la Gomera en 1618.
Morato Arráez. en 1586 ataca Lanzarote, llega hasta Teguise
saqueándola y llevándose muchos cultivos.

Motivos de porque canarias era tan
importante en esta época:


Canarias, por su situación, era un lugar favorable para los piratas,
dependiendo también sus ataques, de las relaciones políticas que,
en cada momento, España jugaba con los distintos países. Así, las
guerras de Carlos I con Francia, en disputa por la hegemonía, o
los conflictos por motivos religiosos iniciados por Felipe II (s. XVI)
contra los Países Bajos (Bélgica, Holanda):"Prefiero perder mis
Estados a gobernar sobre herejes", incrementaron los ataques de
estos países. Éstos continúan, en el siglo XVII, con Felipe III y
IV, repercutiendo en los ataques piráticos de estos países. Otro
tanto ocurre con las alianzas de España con Francia en tiempo de
los Borbones contra Inglaterra. Concretamente, la alianza de
Carlos IV (finales del siglo XVIII: 1796) conllevó actuaciones
temerarias de Nelson, almirante inglés, destacando la derrota de la
escuadra española en el cabo de San Vicente o la de Trafalgar
(1805).

La caída de la piratería en Canarias:




Aparte de una mejor defensa de las Canarias, un hecho memorable
para estas tierras fue lo que hizo que la piratería descendiera en las
islas de forma sustancial. Este hecho fue el fracasado ataque de
Horacio Nelson en 1797 a Santa Cruz de Tenerife.
La pretensión de muchos de los ataques de piratas ingleses era la
de apoderarse de las islas en nombre de Inglaterra más que hacer
rapiña. Finalmente se prescindió de piratas o corsarios y un
almirante inglés aparece, con su flota, el 25 de julio de 1797 frente
a la costa de Santa Cruz de Tenerife. Al ataque le opone resistencia
las tropas canarias, bajo el mando del general Gutiérrez, y un
destacamento francés que se encontraba en la isla. En el
enfrentamiento Nelson pierde un brazo al ser alcanzado por una
bola de cañón. Nelson se ve desbordado por la imprevista marcha
de la batalla y tiene que capitular. Ya en tierra firma una paz, en el
que se compromete no intentar apoderarse de las Canarias. La
mayor defensa de las islas junto al declive de la piratería hace que
poco a poco las poblaciones y capitales se asentaran en la costa,
ganando en importancia y desarrollo respecto a las del interior.

Consecuencias de la piratería:


Los ataques piratas a villas y puertos con fines de capturar tesoros o
apoderarse de víveres y vinos se traducen en incendios, saqueos y
muertes; ello obliga a militarizar las islas con las consiguientes
cargas sobre la población, y como medida de precaución, las villas y
poblados se asientan en lugares no visibles desde la costa. Muchos
archivos y obras de arte desaparecen por los incendios, provocados
por los corsarios. Sin embargo no siempre las escuadras piratas
venían en son de rapiña. Muchas veces lo hacían con la finalidad de
practicar el contrabando con los naturales isleños; ciertos magnates
canarios debieron su fortuna a este comercio clandestino con los
piratas a lo que las autoridades hacían la vista gorda. La cuestión
era sobrevivir en un espacio insular a medio camino entre las
colonias americanas y la metrópoli española. Otras veces, los
ataques tenían sencillamente motivaciones políticas.

Relaciones entre piratas y
comerciantes:


Durante los siglos XVI, XVII y XVIII el contacto de los piratas con el
mundo de los negocios fue muy estrecho; se formaron sociedades
para financiar expediciones. Por otra parte, la acción de los piratas
se fue modificando de acuerdo con los adelantos técnicos; la
primitiva técnica del abordaje fue abandonada al armarse los barcos
con cañones; el negocio del mar requirió mayores inversiones, de
ahí que los capitanes de los barcos estuviesen muy ligados con los
comerciantes de especias de Ámsterdam o Londres, con los
banqueros italianos o con los comerciantes de Liverpool; las
expediciones requirieron una organización más compleja; los barcos
mercantes fueron transformados para el ejercicio de la piratería.



El tratado de Ryswick (1697) entre las potencias coloniales trasladó
la piratería de Hispanoamérica a América del Norte y, sobre todo, al
continente asiático (mar Rojo y costa de Malabar); fueron los
funcionarios de la compañía de las Indias quienes iniciaron en
contra de los neerlandeses, las acciones piráticas en el océano
Indico con base en Madagascar. Pero el fin de la piratería occidental
estaba próximo. En el siglo XIX sólo perduraron algunos piratas
aislados en ciertas costas de África, golfo Pérsico, China y Polinesia.
El desarrollo industrial y la máquina de vapor, hicieron las empresas
muy costosas y arriesgadas; la piratería se vio impotente ante el
avance técnico de los medios de comunicación y de organización
defensiva.
Finalmente comentar que los piratas no siempre venían en son de
rapiña sino que muchas veces lo hacían con el fin de practicar el
contrabando con los isleños. De hecho ciertos magnates canarios
debieron su fortuna a este comercio clandestino con los piratas. Por
ejemplo, el pirata inglés John Hawkins, conocido en las islas como
Aquines, mantuvo relaciones comerciales durante muchos años con
Pedro Ponte, un mercader y gran propietario tinerfeño.



Las islas también tuvieron piratas y corsarios propios. El más
conocido fue Ángel García, nacido en 1800 y conocido con el
nombre de Cabeza de perro, pues su cabeza era deforme. Fue
comerciante, negrero y cuando atacaba a un navío mataba sin
piedad a todo el que iba a bordo. Y hay otro personaje que, por sus
posibles lazos con la alta sociedad tinerfeña de la época, ha
desatado más de una polémica. Su nombre es Amaro Rodríguez
Felipe, nacido en 1695 y más conocido como Amaro Pargo.
Pertenecía a la clase noble y era más bien un corsario, lo que daba
carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos. Las huellas de su paso se encuentran por todas partes:
en el convento de las Catalinas, en la ermita de Nuestra señora de
El Rosario y sobre todo su propia tumba en la iglesia de Santo
Domingo de La Laguna. Sobre la lápida se aprecia una calavera y
dos tibias cruzadas…. símbolo de los piratas.

Historia de piratas:


En nuestras islas hay ocasiones en las que los aspectos del pasado
se entremezclan de tal forma que, a veces, es imposible discernir
dónde acaba la realidad y empiezan las leyendas. Nuestra historia –
o leyenda- en Machado, un barrio del municipio de El Rosario. Casi
al final de la carretera que conduce a la ermita de Nuestra Señora
del Rosario, si miramos hacia el norte, podemos distinguir las ruinas
de una antigua mansión canaria de campo. Si preguntamos a los
vecinos nos dirán: "esa es la casa del pirata". Subamos por un
camino empedrado y llegaremos a la casa. Apenas queda nada de lo
que fue. Una fotografía de 1975 nos da apenas una somera idea de
lo que debió ser. Sólo una habitación conserva todavía restos de las
maderas de la techumbre y algunas tejas. Desde esa estancia, una
única ventana nos permite ver una panorámica de la costa del sur
de Tenerife desde Radazul hasta El Porís. La casa es, pues, una
atalaya, casi un puesto de vigía sobre el mar.



Esa construcción fue declarada, junto con la ermita, Bien de Interés
Cultural en el año 2003. En esa declaración del Gobierno de Canarias se
la citaba como Casa del Pirata o del Rosario. No obstante, al año
siguiente y “visto el recurso de reposición interpuesto por Fray José
Mateos y García de Paredes, vicepostulador de la Causa de Canonización
de la Sierva de Dios Sor María de Jesús de León Delgado”, el Gobierno
canario decide mediante otro decreto que se le cambie el nombre y se
la denomine Casa de los Mesa, pues se considera que no está
demostrado que la casa perteneciera al supuesto pirata. Más adelante
veremos el porqué de ese recurso.

¿Quién era este pirata?



El personaje al que nos estamos refiriendo no es otro que Amaro
Rodríguez Felipe, nacido en 1695 en La Laguna y más conocido con el
nombre de Amaro Pargo. Conocemos su rostro por un retrato suyo que
se conserva en la ermita del Rosario, en el que, debajo de la imagen del
Señor de la Humildad y Paciencia, aparece junto a Fray Juan de Jesús y
el retrato mortuorio de Sor Maria de Jesús. En torno a su figura se han
tejido una serie de leyendas que tienen que ver con las actividades que
lo llevaron a navegar por el Atlántico. Pertenecía al estamento nobiliario
y no era con precisión un pirata, sino un corsario. La diferencia entre
ambos es que el primero actúa por libre, mientras que el segundo lo
hace mediante autorización real o patente de corso. Esta autorización
daba un carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos del correspondiente país.

Amaro Rodríguez Felipe
(Amaro Pargo)



Otro de los lugares relacionados con este personaje es la
Punta del Hidalgo, en la playa de San Mateo, bajo los
Dos Hermanos, donde se desembarcaban los productos
de contrabando. Otra de las lucrativas actividades que se
le atribuyen es el tráfico de esclavos desde la costa
africana hasta América. En los años 40 escandalizó a la
sociedad tinerfeña la publicación de un libro de la
doctora María Rosa Alonso titulado Un rincón tinerfeño.
La Punta del Hidalgo en el que se relacionaba de manera
directa la figura del corsario lagunero con las grandes
familias tinerfeñas. Dicho de otra manera, el origen de
algunas de las grandes fortunas tinerfeñas estaría en
actividades que podríamos calificar, como mínimo, de
dudosas. Algunos afirman, además, su pertenencia a la
francmasonería, en la que alcanzó el grado de
compañero.



Otro aspecto de Amaro Pargo, y dadas las costumbres de la época
no contradictorio, es su gran religiosidad. Hizo donaciones a iglesias
y conventos, sobre todo al de las Catalinas de La Laguna, pues
sentía una auténtica veneración por la, todavía viva, Sor María de
Jesús, la Siervita. Carlos García, en su libro La Ciudad. Relatos
históricos y tradicionales de La Laguna afirma que "nunca
emprendió negocio, expedición de barco, ni celebró contrato sin
antes consultarlo con esta Sierva de Dios y obtuviera su
aprobación". Tres años después de la muerte de la Siervita,
consiguió que el cadáver de ésta fuera exhumado y, asombrado del
estado de conservación del mismo, encargó el sarcófago en el que
actualmente puede ser visitada y en el que mandó escribir unos
versos en cuyas letras iniciales se puede leer en vertical: PARGO. En
nuestros días se está llevando a cabo la causa para la canonización
de Sor María de Jesús y parece que se quiera eliminar cualquier
obstáculo para la misma, por lo que se está procediendo a una
revisión de la figura Amaro Pargo: por ello se insiste en el recurso
antes citado en que no era pirata.



Amaro Rodríguez Felipe murió
en 1747 y está enterrado en la
iglesia de Santo Domingo de
La Laguna. En la lápida del
enterramiento familiar, a la
entrada del templo, aparece
una calavera con dos tibias
cruzadas, lo que no ha hecho
sino alimentar la leyenda…



Entonces, ¿no hubo piratas canarios? Sí, y conocemos la historia de
uno de ellos. Se llamaba Ángel García, nació en 1800 en Igueste de
San Andrés, donde tenía su casa. Ha pasado a la historia con el
nombre de Cabeza de Perro, pues su cabeza era deforme. Poco
antes de llegar a Igueste, desde la carretera se puede apreciar una
serie de edificios a los que no es posible acceder porque una puerta
cierra el paso. Es El Balayo, una punta entre dos playas, lugar que
se ha relacionado siempre con el pirata. Cerca se encuentra la
Cueva del Agua, donde al parecer surtía de agua a sus naves. Tenía
su zona de operaciones en el Caribe y en La Habana, camuflado de
dulcería su cuartel general.
Fue comerciante, negrero y asesino sanguinario de los mares.
Cuando atacaba un navío mataba sin piedad a todos los que en él
iban. Ya a la vejez decidió retirarse a vivir en Tenerife, pero fue
reconocido y encarcelado en el castillo de Paso Alto. Poco tiempo
después era ejecutado cerca del Castillo Negro. Dulce María Loynaz
nos ha dejado un relato literario acerca de este personaje en su
libro Un verano en Tenerife. La piratería se extinguió en el Atlántico
en el siglo XIX, pero todavía queda en nuestras islas el recuerdo,
mitad historia mitad leyenda, de su existencia.



Trabajo realizado por:

Laura Garcés González
 Facundo Nahuel Perez
 Andrea Ovando Alfaro




2ºBach “C”


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Piratería en Canarias

Definiciones:


La piratería es una práctica
de saqueo organizado o
bandolerismo marítimo,
probablemente tan antigua
como la navegación misma.
Consiste en que una
embarcación privada o una
estatal amotinada ataca a otra
en aguas internacionales o en
lugares no sometidos a la
jurisdicción de ningún Estado,
con el propósito de robar su
carga, exigir rescate por los
pasajeros, convertirlos en
esclavos y muchas veces
apoderarse de la nave misma.





Corsario (del latín cursus es
decir "carrera") era el nombre
que se concedía a los
navegantes que, en virtud del
permiso concedido por un
gobierno en una carta de
marca o patente de corso,
capturaban y saqueaban el
tráfico mercante de las
naciones enemigas de ese
gobierno.
Pirata, persona que se dedica
a la piratería (una práctica de
saqueo organizado o
bandolerismo marítimo).

Los inicios de la piratería en canarias:


El auge de la piratería va asociada al descubrimiento y la posterior
explotación de América y a los conflictos entre las grandes potencias.
Aunque los piratas, en teoría, estaban fuera del control y del amparo
de cualquier nación, éstas se aprovechaban, e incluso llegaban a
apoyarlos, siempre que las víctimas fueran sus más acérrimos
enemigos. Las islas Canarias y Azores se convirtieron en lugares
estratégicos en las rutas marítimas de Europa, América y Asia. Los
preciados tesoros y especies de la nueva tierra descubierta eran un
gran botín para los piratas. Como estos tesoros recalaban en las Islas
Canarias o en las Islas Azores en su rumbo a la vieja Europa la
piratería no tardó en emerger en los mares cercanos a las islas.
También esta situación estratégica provocaba que los barcos que iban
a América pasaran por las islas a aprovisionarse de agua y alimentos,
y de camino atacasen alguna población costera.

La piratería en Canarias:


El descubrimiento de América y la penetración europea hacia el
Indico a través de la costa occidental africana convierten a las
Canarias en una encrucijada de las rutas marítimas. Apenas
avanzado el s. XVI comienza el tráfico naval entre las colonias
españolas de ultramar y la metrópoli. Los barcos regresaban
cargados de tesoros y especias, y sus rutas tenían que pasar
forzosamente entre las Azores y Canarias; de esta forma, los mares
de las islas son lugares de espera para las flotillas piratas. La
piratería en aguas de Canarias empieza en el primer tercio del s.
XVI, toma inusitada actividad hacia su final, y continúa durante todo
el s. XVII y XVIII, hasta su ocaso en la primera década del s. XIX.
En Canarias actuaron piratas de todas las nacionalidades, pero
principalmente fueron ingleses, franceses, berberiscos y de los
Países Bajos.



Piratas y corsarios que actuaron en
canarias:

Franceses: Ya en tiempos de la conquista aparecen aventureros

franceses que eligen como bases la isla de Lobos y el cabo de Anaga.
Corsarios y piratas dificultan en no pocas ocasiones el intercambio
exterior y dañan indirectamente la economía canaria al impedir el
tráfico interinsular, a la vez que se debe a ellos la entrada de
numerosos productos, prohibidos al comercio regular. La enemistad
entre la España de Carlos V (1500-1558) y Francia hace que sean
franceses los primeros piratas que aparezcan en las islas.
 Jean Fleury (también conocido como
Juan Florín) en 1522.
 Francois Le Clerc o Pie de palo. Saqueó
e incendió Santa Cruz de la Palma en 1553.
 Durand de Villegaingnong. También atacó
Santa Cruz de la Palma en 1554, pero esta
vez fue rechazado el ataque.
 Jean Capdeville. Arrasó San Sebastián de
la Gomera en 1571.
 Jacques de Sores. Atacó La Palma en 1570.



Ingleses: Al heredar Felipe II

el trono español se desata la
rivalidad angloespañola. Como
consecuencia, las Canarias se
convierten en blanco de los
ataques de la piratería inglesa.
Los ataques y saqueos son tan
frecuentes que el Rey se ve
obligado a fortalecer el aparato
defensivo del archipiélago. Entre
las medidas tomadas sobresalen
la creación del cargo de Capitán
General y el envío del ingeniero
italiano Torriani con la misión de
levantar torres y castillos en
aras de su mejor defensa.
Muchos de éstos aún se
conservan (castillo de
Guanapay, en Lanzarote)














John Poole.
Francis Drake. Fracasado ataque en 1585 a Santa Cruz de la Palma.

También fracasó en el ataque a Las Palmas de Gran Canaria y quiso
resarcirse atacando un poco más al sur de la isla, en Arguineguín,
pero también fue sorprendido y tuvo que huir con numerosas bajas.
William Harper. En 1593 ataca Lanzarote y Fuerteventura.
Walter Raleigh. Ataques sobre Tenerife y Fuerteventura en
1595.Ataque a Arrecife en 1616.
John Jennings. Santa Cruz de Tenerife sufre un ataque en 1706 que
es repelido.
Woodes Rogers. Fracasado ataque a Santa Cruz de Tenerife en
1708.
Charles Windon. En 1744 ataca San Sebastián de la Gomera y La
Palma.
En 1762, George de Cumberland y Berkley desembarca en Puerto
de Naos (El Hierro).
John Hawkins (conocido en Canarias como Aquines, por
castellanización de su apellido). Mantuvo relaciones mercantiles con
algunos propietarios de las islas a pesar que también atacaba
poblaciones junto a Francis Drake.
Robert Blake. Atacó Santa Cruz de Tenerife en 1656.

Holandeses: Al llegar el s.
XVII, son también los
holandeses los que
protagonizan episodios
piráticos en Canarias; sus
objetivos, aparte del móvil
del botín, son políticos y
bélicos.
 Pieter van der Does.
Fracasó en el intento de
invasión e incendio de San
Sebastián de la Gomera,
pero tuvo éxito en el
saqueo e incendio de Las
Palmas de Gran Canaria en
1599.




Otros (Argelinos, Tunecinos, Turcos...):



Dogalí apodado el Turquillo. En 1571 ocupa Arrecife (Lanzarote),




saqueando, incendiando y capturando un gran número de isleños.
Tabac Arráez y Solimán saquean Teguise (Lanzarote) y también
atacan San Sebastián de la Gomera en 1618.
Morato Arráez. en 1586 ataca Lanzarote, llega hasta Teguise
saqueándola y llevándose muchos cultivos.

Motivos de porque canarias era tan
importante en esta época:


Canarias, por su situación, era un lugar favorable para los piratas,
dependiendo también sus ataques, de las relaciones políticas que,
en cada momento, España jugaba con los distintos países. Así, las
guerras de Carlos I con Francia, en disputa por la hegemonía, o
los conflictos por motivos religiosos iniciados por Felipe II (s. XVI)
contra los Países Bajos (Bélgica, Holanda):"Prefiero perder mis
Estados a gobernar sobre herejes", incrementaron los ataques de
estos países. Éstos continúan, en el siglo XVII, con Felipe III y
IV, repercutiendo en los ataques piráticos de estos países. Otro
tanto ocurre con las alianzas de España con Francia en tiempo de
los Borbones contra Inglaterra. Concretamente, la alianza de
Carlos IV (finales del siglo XVIII: 1796) conllevó actuaciones
temerarias de Nelson, almirante inglés, destacando la derrota de la
escuadra española en el cabo de San Vicente o la de Trafalgar
(1805).

La caída de la piratería en Canarias:




Aparte de una mejor defensa de las Canarias, un hecho memorable
para estas tierras fue lo que hizo que la piratería descendiera en las
islas de forma sustancial. Este hecho fue el fracasado ataque de
Horacio Nelson en 1797 a Santa Cruz de Tenerife.
La pretensión de muchos de los ataques de piratas ingleses era la
de apoderarse de las islas en nombre de Inglaterra más que hacer
rapiña. Finalmente se prescindió de piratas o corsarios y un
almirante inglés aparece, con su flota, el 25 de julio de 1797 frente
a la costa de Santa Cruz de Tenerife. Al ataque le opone resistencia
las tropas canarias, bajo el mando del general Gutiérrez, y un
destacamento francés que se encontraba en la isla. En el
enfrentamiento Nelson pierde un brazo al ser alcanzado por una
bola de cañón. Nelson se ve desbordado por la imprevista marcha
de la batalla y tiene que capitular. Ya en tierra firma una paz, en el
que se compromete no intentar apoderarse de las Canarias. La
mayor defensa de las islas junto al declive de la piratería hace que
poco a poco las poblaciones y capitales se asentaran en la costa,
ganando en importancia y desarrollo respecto a las del interior.

Consecuencias de la piratería:


Los ataques piratas a villas y puertos con fines de capturar tesoros o
apoderarse de víveres y vinos se traducen en incendios, saqueos y
muertes; ello obliga a militarizar las islas con las consiguientes
cargas sobre la población, y como medida de precaución, las villas y
poblados se asientan en lugares no visibles desde la costa. Muchos
archivos y obras de arte desaparecen por los incendios, provocados
por los corsarios. Sin embargo no siempre las escuadras piratas
venían en son de rapiña. Muchas veces lo hacían con la finalidad de
practicar el contrabando con los naturales isleños; ciertos magnates
canarios debieron su fortuna a este comercio clandestino con los
piratas a lo que las autoridades hacían la vista gorda. La cuestión
era sobrevivir en un espacio insular a medio camino entre las
colonias americanas y la metrópoli española. Otras veces, los
ataques tenían sencillamente motivaciones políticas.

Relaciones entre piratas y
comerciantes:


Durante los siglos XVI, XVII y XVIII el contacto de los piratas con el
mundo de los negocios fue muy estrecho; se formaron sociedades
para financiar expediciones. Por otra parte, la acción de los piratas
se fue modificando de acuerdo con los adelantos técnicos; la
primitiva técnica del abordaje fue abandonada al armarse los barcos
con cañones; el negocio del mar requirió mayores inversiones, de
ahí que los capitanes de los barcos estuviesen muy ligados con los
comerciantes de especias de Ámsterdam o Londres, con los
banqueros italianos o con los comerciantes de Liverpool; las
expediciones requirieron una organización más compleja; los barcos
mercantes fueron transformados para el ejercicio de la piratería.



El tratado de Ryswick (1697) entre las potencias coloniales trasladó
la piratería de Hispanoamérica a América del Norte y, sobre todo, al
continente asiático (mar Rojo y costa de Malabar); fueron los
funcionarios de la compañía de las Indias quienes iniciaron en
contra de los neerlandeses, las acciones piráticas en el océano
Indico con base en Madagascar. Pero el fin de la piratería occidental
estaba próximo. En el siglo XIX sólo perduraron algunos piratas
aislados en ciertas costas de África, golfo Pérsico, China y Polinesia.
El desarrollo industrial y la máquina de vapor, hicieron las empresas
muy costosas y arriesgadas; la piratería se vio impotente ante el
avance técnico de los medios de comunicación y de organización
defensiva.
Finalmente comentar que los piratas no siempre venían en son de
rapiña sino que muchas veces lo hacían con el fin de practicar el
contrabando con los isleños. De hecho ciertos magnates canarios
debieron su fortuna a este comercio clandestino con los piratas. Por
ejemplo, el pirata inglés John Hawkins, conocido en las islas como
Aquines, mantuvo relaciones comerciales durante muchos años con
Pedro Ponte, un mercader y gran propietario tinerfeño.



Las islas también tuvieron piratas y corsarios propios. El más
conocido fue Ángel García, nacido en 1800 y conocido con el
nombre de Cabeza de perro, pues su cabeza era deforme. Fue
comerciante, negrero y cuando atacaba a un navío mataba sin
piedad a todo el que iba a bordo. Y hay otro personaje que, por sus
posibles lazos con la alta sociedad tinerfeña de la época, ha
desatado más de una polémica. Su nombre es Amaro Rodríguez
Felipe, nacido en 1695 y más conocido como Amaro Pargo.
Pertenecía a la clase noble y era más bien un corsario, lo que daba
carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos. Las huellas de su paso se encuentran por todas partes:
en el convento de las Catalinas, en la ermita de Nuestra señora de
El Rosario y sobre todo su propia tumba en la iglesia de Santo
Domingo de La Laguna. Sobre la lápida se aprecia una calavera y
dos tibias cruzadas…. símbolo de los piratas.

Historia de piratas:


En nuestras islas hay ocasiones en las que los aspectos del pasado
se entremezclan de tal forma que, a veces, es imposible discernir
dónde acaba la realidad y empiezan las leyendas. Nuestra historia –
o leyenda- en Machado, un barrio del municipio de El Rosario. Casi
al final de la carretera que conduce a la ermita de Nuestra Señora
del Rosario, si miramos hacia el norte, podemos distinguir las ruinas
de una antigua mansión canaria de campo. Si preguntamos a los
vecinos nos dirán: "esa es la casa del pirata". Subamos por un
camino empedrado y llegaremos a la casa. Apenas queda nada de lo
que fue. Una fotografía de 1975 nos da apenas una somera idea de
lo que debió ser. Sólo una habitación conserva todavía restos de las
maderas de la techumbre y algunas tejas. Desde esa estancia, una
única ventana nos permite ver una panorámica de la costa del sur
de Tenerife desde Radazul hasta El Porís. La casa es, pues, una
atalaya, casi un puesto de vigía sobre el mar.



Esa construcción fue declarada, junto con la ermita, Bien de Interés
Cultural en el año 2003. En esa declaración del Gobierno de Canarias se
la citaba como Casa del Pirata o del Rosario. No obstante, al año
siguiente y “visto el recurso de reposición interpuesto por Fray José
Mateos y García de Paredes, vicepostulador de la Causa de Canonización
de la Sierva de Dios Sor María de Jesús de León Delgado”, el Gobierno
canario decide mediante otro decreto que se le cambie el nombre y se
la denomine Casa de los Mesa, pues se considera que no está
demostrado que la casa perteneciera al supuesto pirata. Más adelante
veremos el porqué de ese recurso.

¿Quién era este pirata?



El personaje al que nos estamos refiriendo no es otro que Amaro
Rodríguez Felipe, nacido en 1695 en La Laguna y más conocido con el
nombre de Amaro Pargo. Conocemos su rostro por un retrato suyo que
se conserva en la ermita del Rosario, en el que, debajo de la imagen del
Señor de la Humildad y Paciencia, aparece junto a Fray Juan de Jesús y
el retrato mortuorio de Sor Maria de Jesús. En torno a su figura se han
tejido una serie de leyendas que tienen que ver con las actividades que
lo llevaron a navegar por el Atlántico. Pertenecía al estamento nobiliario
y no era con precisión un pirata, sino un corsario. La diferencia entre
ambos es que el primero actúa por libre, mientras que el segundo lo
hace mediante autorización real o patente de corso. Esta autorización
daba un carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos del correspondiente país.

Amaro Rodríguez Felipe
(Amaro Pargo)



Otro de los lugares relacionados con este personaje es la
Punta del Hidalgo, en la playa de San Mateo, bajo los
Dos Hermanos, donde se desembarcaban los productos
de contrabando. Otra de las lucrativas actividades que se
le atribuyen es el tráfico de esclavos desde la costa
africana hasta América. En los años 40 escandalizó a la
sociedad tinerfeña la publicación de un libro de la
doctora María Rosa Alonso titulado Un rincón tinerfeño.
La Punta del Hidalgo en el que se relacionaba de manera
directa la figura del corsario lagunero con las grandes
familias tinerfeñas. Dicho de otra manera, el origen de
algunas de las grandes fortunas tinerfeñas estaría en
actividades que podríamos calificar, como mínimo, de
dudosas. Algunos afirman, además, su pertenencia a la
francmasonería, en la que alcanzó el grado de
compañero.



Otro aspecto de Amaro Pargo, y dadas las costumbres de la época
no contradictorio, es su gran religiosidad. Hizo donaciones a iglesias
y conventos, sobre todo al de las Catalinas de La Laguna, pues
sentía una auténtica veneración por la, todavía viva, Sor María de
Jesús, la Siervita. Carlos García, en su libro La Ciudad. Relatos
históricos y tradicionales de La Laguna afirma que "nunca
emprendió negocio, expedición de barco, ni celebró contrato sin
antes consultarlo con esta Sierva de Dios y obtuviera su
aprobación". Tres años después de la muerte de la Siervita,
consiguió que el cadáver de ésta fuera exhumado y, asombrado del
estado de conservación del mismo, encargó el sarcófago en el que
actualmente puede ser visitada y en el que mandó escribir unos
versos en cuyas letras iniciales se puede leer en vertical: PARGO. En
nuestros días se está llevando a cabo la causa para la canonización
de Sor María de Jesús y parece que se quiera eliminar cualquier
obstáculo para la misma, por lo que se está procediendo a una
revisión de la figura Amaro Pargo: por ello se insiste en el recurso
antes citado en que no era pirata.



Amaro Rodríguez Felipe murió
en 1747 y está enterrado en la
iglesia de Santo Domingo de
La Laguna. En la lápida del
enterramiento familiar, a la
entrada del templo, aparece
una calavera con dos tibias
cruzadas, lo que no ha hecho
sino alimentar la leyenda…



Entonces, ¿no hubo piratas canarios? Sí, y conocemos la historia de
uno de ellos. Se llamaba Ángel García, nació en 1800 en Igueste de
San Andrés, donde tenía su casa. Ha pasado a la historia con el
nombre de Cabeza de Perro, pues su cabeza era deforme. Poco
antes de llegar a Igueste, desde la carretera se puede apreciar una
serie de edificios a los que no es posible acceder porque una puerta
cierra el paso. Es El Balayo, una punta entre dos playas, lugar que
se ha relacionado siempre con el pirata. Cerca se encuentra la
Cueva del Agua, donde al parecer surtía de agua a sus naves. Tenía
su zona de operaciones en el Caribe y en La Habana, camuflado de
dulcería su cuartel general.
Fue comerciante, negrero y asesino sanguinario de los mares.
Cuando atacaba un navío mataba sin piedad a todos los que en él
iban. Ya a la vejez decidió retirarse a vivir en Tenerife, pero fue
reconocido y encarcelado en el castillo de Paso Alto. Poco tiempo
después era ejecutado cerca del Castillo Negro. Dulce María Loynaz
nos ha dejado un relato literario acerca de este personaje en su
libro Un verano en Tenerife. La piratería se extinguió en el Atlántico
en el siglo XIX, pero todavía queda en nuestras islas el recuerdo,
mitad historia mitad leyenda, de su existencia.



Trabajo realizado por:

Laura Garcés González
 Facundo Nahuel Perez
 Andrea Ovando Alfaro




2ºBach “C”


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Piratería en Canarias

Definiciones:


La piratería es una práctica
de saqueo organizado o
bandolerismo marítimo,
probablemente tan antigua
como la navegación misma.
Consiste en que una
embarcación privada o una
estatal amotinada ataca a otra
en aguas internacionales o en
lugares no sometidos a la
jurisdicción de ningún Estado,
con el propósito de robar su
carga, exigir rescate por los
pasajeros, convertirlos en
esclavos y muchas veces
apoderarse de la nave misma.





Corsario (del latín cursus es
decir "carrera") era el nombre
que se concedía a los
navegantes que, en virtud del
permiso concedido por un
gobierno en una carta de
marca o patente de corso,
capturaban y saqueaban el
tráfico mercante de las
naciones enemigas de ese
gobierno.
Pirata, persona que se dedica
a la piratería (una práctica de
saqueo organizado o
bandolerismo marítimo).

Los inicios de la piratería en canarias:


El auge de la piratería va asociada al descubrimiento y la posterior
explotación de América y a los conflictos entre las grandes potencias.
Aunque los piratas, en teoría, estaban fuera del control y del amparo
de cualquier nación, éstas se aprovechaban, e incluso llegaban a
apoyarlos, siempre que las víctimas fueran sus más acérrimos
enemigos. Las islas Canarias y Azores se convirtieron en lugares
estratégicos en las rutas marítimas de Europa, América y Asia. Los
preciados tesoros y especies de la nueva tierra descubierta eran un
gran botín para los piratas. Como estos tesoros recalaban en las Islas
Canarias o en las Islas Azores en su rumbo a la vieja Europa la
piratería no tardó en emerger en los mares cercanos a las islas.
También esta situación estratégica provocaba que los barcos que iban
a América pasaran por las islas a aprovisionarse de agua y alimentos,
y de camino atacasen alguna población costera.

La piratería en Canarias:


El descubrimiento de América y la penetración europea hacia el
Indico a través de la costa occidental africana convierten a las
Canarias en una encrucijada de las rutas marítimas. Apenas
avanzado el s. XVI comienza el tráfico naval entre las colonias
españolas de ultramar y la metrópoli. Los barcos regresaban
cargados de tesoros y especias, y sus rutas tenían que pasar
forzosamente entre las Azores y Canarias; de esta forma, los mares
de las islas son lugares de espera para las flotillas piratas. La
piratería en aguas de Canarias empieza en el primer tercio del s.
XVI, toma inusitada actividad hacia su final, y continúa durante todo
el s. XVII y XVIII, hasta su ocaso en la primera década del s. XIX.
En Canarias actuaron piratas de todas las nacionalidades, pero
principalmente fueron ingleses, franceses, berberiscos y de los
Países Bajos.



Piratas y corsarios que actuaron en
canarias:

Franceses: Ya en tiempos de la conquista aparecen aventureros

franceses que eligen como bases la isla de Lobos y el cabo de Anaga.
Corsarios y piratas dificultan en no pocas ocasiones el intercambio
exterior y dañan indirectamente la economía canaria al impedir el
tráfico interinsular, a la vez que se debe a ellos la entrada de
numerosos productos, prohibidos al comercio regular. La enemistad
entre la España de Carlos V (1500-1558) y Francia hace que sean
franceses los primeros piratas que aparezcan en las islas.
 Jean Fleury (también conocido como
Juan Florín) en 1522.
 Francois Le Clerc o Pie de palo. Saqueó
e incendió Santa Cruz de la Palma en 1553.
 Durand de Villegaingnong. También atacó
Santa Cruz de la Palma en 1554, pero esta
vez fue rechazado el ataque.
 Jean Capdeville. Arrasó San Sebastián de
la Gomera en 1571.
 Jacques de Sores. Atacó La Palma en 1570.



Ingleses: Al heredar Felipe II

el trono español se desata la
rivalidad angloespañola. Como
consecuencia, las Canarias se
convierten en blanco de los
ataques de la piratería inglesa.
Los ataques y saqueos son tan
frecuentes que el Rey se ve
obligado a fortalecer el aparato
defensivo del archipiélago. Entre
las medidas tomadas sobresalen
la creación del cargo de Capitán
General y el envío del ingeniero
italiano Torriani con la misión de
levantar torres y castillos en
aras de su mejor defensa.
Muchos de éstos aún se
conservan (castillo de
Guanapay, en Lanzarote)














John Poole.
Francis Drake. Fracasado ataque en 1585 a Santa Cruz de la Palma.

También fracasó en el ataque a Las Palmas de Gran Canaria y quiso
resarcirse atacando un poco más al sur de la isla, en Arguineguín,
pero también fue sorprendido y tuvo que huir con numerosas bajas.
William Harper. En 1593 ataca Lanzarote y Fuerteventura.
Walter Raleigh. Ataques sobre Tenerife y Fuerteventura en
1595.Ataque a Arrecife en 1616.
John Jennings. Santa Cruz de Tenerife sufre un ataque en 1706 que
es repelido.
Woodes Rogers. Fracasado ataque a Santa Cruz de Tenerife en
1708.
Charles Windon. En 1744 ataca San Sebastián de la Gomera y La
Palma.
En 1762, George de Cumberland y Berkley desembarca en Puerto
de Naos (El Hierro).
John Hawkins (conocido en Canarias como Aquines, por
castellanización de su apellido). Mantuvo relaciones mercantiles con
algunos propietarios de las islas a pesar que también atacaba
poblaciones junto a Francis Drake.
Robert Blake. Atacó Santa Cruz de Tenerife en 1656.

Holandeses: Al llegar el s.
XVII, son también los
holandeses los que
protagonizan episodios
piráticos en Canarias; sus
objetivos, aparte del móvil
del botín, son políticos y
bélicos.
 Pieter van der Does.
Fracasó en el intento de
invasión e incendio de San
Sebastián de la Gomera,
pero tuvo éxito en el
saqueo e incendio de Las
Palmas de Gran Canaria en
1599.




Otros (Argelinos, Tunecinos, Turcos...):



Dogalí apodado el Turquillo. En 1571 ocupa Arrecife (Lanzarote),




saqueando, incendiando y capturando un gran número de isleños.
Tabac Arráez y Solimán saquean Teguise (Lanzarote) y también
atacan San Sebastián de la Gomera en 1618.
Morato Arráez. en 1586 ataca Lanzarote, llega hasta Teguise
saqueándola y llevándose muchos cultivos.

Motivos de porque canarias era tan
importante en esta época:


Canarias, por su situación, era un lugar favorable para los piratas,
dependiendo también sus ataques, de las relaciones políticas que,
en cada momento, España jugaba con los distintos países. Así, las
guerras de Carlos I con Francia, en disputa por la hegemonía, o
los conflictos por motivos religiosos iniciados por Felipe II (s. XVI)
contra los Países Bajos (Bélgica, Holanda):"Prefiero perder mis
Estados a gobernar sobre herejes", incrementaron los ataques de
estos países. Éstos continúan, en el siglo XVII, con Felipe III y
IV, repercutiendo en los ataques piráticos de estos países. Otro
tanto ocurre con las alianzas de España con Francia en tiempo de
los Borbones contra Inglaterra. Concretamente, la alianza de
Carlos IV (finales del siglo XVIII: 1796) conllevó actuaciones
temerarias de Nelson, almirante inglés, destacando la derrota de la
escuadra española en el cabo de San Vicente o la de Trafalgar
(1805).

La caída de la piratería en Canarias:




Aparte de una mejor defensa de las Canarias, un hecho memorable
para estas tierras fue lo que hizo que la piratería descendiera en las
islas de forma sustancial. Este hecho fue el fracasado ataque de
Horacio Nelson en 1797 a Santa Cruz de Tenerife.
La pretensión de muchos de los ataques de piratas ingleses era la
de apoderarse de las islas en nombre de Inglaterra más que hacer
rapiña. Finalmente se prescindió de piratas o corsarios y un
almirante inglés aparece, con su flota, el 25 de julio de 1797 frente
a la costa de Santa Cruz de Tenerife. Al ataque le opone resistencia
las tropas canarias, bajo el mando del general Gutiérrez, y un
destacamento francés que se encontraba en la isla. En el
enfrentamiento Nelson pierde un brazo al ser alcanzado por una
bola de cañón. Nelson se ve desbordado por la imprevista marcha
de la batalla y tiene que capitular. Ya en tierra firma una paz, en el
que se compromete no intentar apoderarse de las Canarias. La
mayor defensa de las islas junto al declive de la piratería hace que
poco a poco las poblaciones y capitales se asentaran en la costa,
ganando en importancia y desarrollo respecto a las del interior.

Consecuencias de la piratería:


Los ataques piratas a villas y puertos con fines de capturar tesoros o
apoderarse de víveres y vinos se traducen en incendios, saqueos y
muertes; ello obliga a militarizar las islas con las consiguientes
cargas sobre la población, y como medida de precaución, las villas y
poblados se asientan en lugares no visibles desde la costa. Muchos
archivos y obras de arte desaparecen por los incendios, provocados
por los corsarios. Sin embargo no siempre las escuadras piratas
venían en son de rapiña. Muchas veces lo hacían con la finalidad de
practicar el contrabando con los naturales isleños; ciertos magnates
canarios debieron su fortuna a este comercio clandestino con los
piratas a lo que las autoridades hacían la vista gorda. La cuestión
era sobrevivir en un espacio insular a medio camino entre las
colonias americanas y la metrópoli española. Otras veces, los
ataques tenían sencillamente motivaciones políticas.

Relaciones entre piratas y
comerciantes:


Durante los siglos XVI, XVII y XVIII el contacto de los piratas con el
mundo de los negocios fue muy estrecho; se formaron sociedades
para financiar expediciones. Por otra parte, la acción de los piratas
se fue modificando de acuerdo con los adelantos técnicos; la
primitiva técnica del abordaje fue abandonada al armarse los barcos
con cañones; el negocio del mar requirió mayores inversiones, de
ahí que los capitanes de los barcos estuviesen muy ligados con los
comerciantes de especias de Ámsterdam o Londres, con los
banqueros italianos o con los comerciantes de Liverpool; las
expediciones requirieron una organización más compleja; los barcos
mercantes fueron transformados para el ejercicio de la piratería.



El tratado de Ryswick (1697) entre las potencias coloniales trasladó
la piratería de Hispanoamérica a América del Norte y, sobre todo, al
continente asiático (mar Rojo y costa de Malabar); fueron los
funcionarios de la compañía de las Indias quienes iniciaron en
contra de los neerlandeses, las acciones piráticas en el océano
Indico con base en Madagascar. Pero el fin de la piratería occidental
estaba próximo. En el siglo XIX sólo perduraron algunos piratas
aislados en ciertas costas de África, golfo Pérsico, China y Polinesia.
El desarrollo industrial y la máquina de vapor, hicieron las empresas
muy costosas y arriesgadas; la piratería se vio impotente ante el
avance técnico de los medios de comunicación y de organización
defensiva.
Finalmente comentar que los piratas no siempre venían en son de
rapiña sino que muchas veces lo hacían con el fin de practicar el
contrabando con los isleños. De hecho ciertos magnates canarios
debieron su fortuna a este comercio clandestino con los piratas. Por
ejemplo, el pirata inglés John Hawkins, conocido en las islas como
Aquines, mantuvo relaciones comerciales durante muchos años con
Pedro Ponte, un mercader y gran propietario tinerfeño.



Las islas también tuvieron piratas y corsarios propios. El más
conocido fue Ángel García, nacido en 1800 y conocido con el
nombre de Cabeza de perro, pues su cabeza era deforme. Fue
comerciante, negrero y cuando atacaba a un navío mataba sin
piedad a todo el que iba a bordo. Y hay otro personaje que, por sus
posibles lazos con la alta sociedad tinerfeña de la época, ha
desatado más de una polémica. Su nombre es Amaro Rodríguez
Felipe, nacido en 1695 y más conocido como Amaro Pargo.
Pertenecía a la clase noble y era más bien un corsario, lo que daba
carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos. Las huellas de su paso se encuentran por todas partes:
en el convento de las Catalinas, en la ermita de Nuestra señora de
El Rosario y sobre todo su propia tumba en la iglesia de Santo
Domingo de La Laguna. Sobre la lápida se aprecia una calavera y
dos tibias cruzadas…. símbolo de los piratas.

Historia de piratas:


En nuestras islas hay ocasiones en las que los aspectos del pasado
se entremezclan de tal forma que, a veces, es imposible discernir
dónde acaba la realidad y empiezan las leyendas. Nuestra historia –
o leyenda- en Machado, un barrio del municipio de El Rosario. Casi
al final de la carretera que conduce a la ermita de Nuestra Señora
del Rosario, si miramos hacia el norte, podemos distinguir las ruinas
de una antigua mansión canaria de campo. Si preguntamos a los
vecinos nos dirán: "esa es la casa del pirata". Subamos por un
camino empedrado y llegaremos a la casa. Apenas queda nada de lo
que fue. Una fotografía de 1975 nos da apenas una somera idea de
lo que debió ser. Sólo una habitación conserva todavía restos de las
maderas de la techumbre y algunas tejas. Desde esa estancia, una
única ventana nos permite ver una panorámica de la costa del sur
de Tenerife desde Radazul hasta El Porís. La casa es, pues, una
atalaya, casi un puesto de vigía sobre el mar.



Esa construcción fue declarada, junto con la ermita, Bien de Interés
Cultural en el año 2003. En esa declaración del Gobierno de Canarias se
la citaba como Casa del Pirata o del Rosario. No obstante, al año
siguiente y “visto el recurso de reposición interpuesto por Fray José
Mateos y García de Paredes, vicepostulador de la Causa de Canonización
de la Sierva de Dios Sor María de Jesús de León Delgado”, el Gobierno
canario decide mediante otro decreto que se le cambie el nombre y se
la denomine Casa de los Mesa, pues se considera que no está
demostrado que la casa perteneciera al supuesto pirata. Más adelante
veremos el porqué de ese recurso.

¿Quién era este pirata?



El personaje al que nos estamos refiriendo no es otro que Amaro
Rodríguez Felipe, nacido en 1695 en La Laguna y más conocido con el
nombre de Amaro Pargo. Conocemos su rostro por un retrato suyo que
se conserva en la ermita del Rosario, en el que, debajo de la imagen del
Señor de la Humildad y Paciencia, aparece junto a Fray Juan de Jesús y
el retrato mortuorio de Sor Maria de Jesús. En torno a su figura se han
tejido una serie de leyendas que tienen que ver con las actividades que
lo llevaron a navegar por el Atlántico. Pertenecía al estamento nobiliario
y no era con precisión un pirata, sino un corsario. La diferencia entre
ambos es que el primero actúa por libre, mientras que el segundo lo
hace mediante autorización real o patente de corso. Esta autorización
daba un carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos del correspondiente país.

Amaro Rodríguez Felipe
(Amaro Pargo)



Otro de los lugares relacionados con este personaje es la
Punta del Hidalgo, en la playa de San Mateo, bajo los
Dos Hermanos, donde se desembarcaban los productos
de contrabando. Otra de las lucrativas actividades que se
le atribuyen es el tráfico de esclavos desde la costa
africana hasta América. En los años 40 escandalizó a la
sociedad tinerfeña la publicación de un libro de la
doctora María Rosa Alonso titulado Un rincón tinerfeño.
La Punta del Hidalgo en el que se relacionaba de manera
directa la figura del corsario lagunero con las grandes
familias tinerfeñas. Dicho de otra manera, el origen de
algunas de las grandes fortunas tinerfeñas estaría en
actividades que podríamos calificar, como mínimo, de
dudosas. Algunos afirman, además, su pertenencia a la
francmasonería, en la que alcanzó el grado de
compañero.



Otro aspecto de Amaro Pargo, y dadas las costumbres de la época
no contradictorio, es su gran religiosidad. Hizo donaciones a iglesias
y conventos, sobre todo al de las Catalinas de La Laguna, pues
sentía una auténtica veneración por la, todavía viva, Sor María de
Jesús, la Siervita. Carlos García, en su libro La Ciudad. Relatos
históricos y tradicionales de La Laguna afirma que "nunca
emprendió negocio, expedición de barco, ni celebró contrato sin
antes consultarlo con esta Sierva de Dios y obtuviera su
aprobación". Tres años después de la muerte de la Siervita,
consiguió que el cadáver de ésta fuera exhumado y, asombrado del
estado de conservación del mismo, encargó el sarcófago en el que
actualmente puede ser visitada y en el que mandó escribir unos
versos en cuyas letras iniciales se puede leer en vertical: PARGO. En
nuestros días se está llevando a cabo la causa para la canonización
de Sor María de Jesús y parece que se quiera eliminar cualquier
obstáculo para la misma, por lo que se está procediendo a una
revisión de la figura Amaro Pargo: por ello se insiste en el recurso
antes citado en que no era pirata.



Amaro Rodríguez Felipe murió
en 1747 y está enterrado en la
iglesia de Santo Domingo de
La Laguna. En la lápida del
enterramiento familiar, a la
entrada del templo, aparece
una calavera con dos tibias
cruzadas, lo que no ha hecho
sino alimentar la leyenda…



Entonces, ¿no hubo piratas canarios? Sí, y conocemos la historia de
uno de ellos. Se llamaba Ángel García, nació en 1800 en Igueste de
San Andrés, donde tenía su casa. Ha pasado a la historia con el
nombre de Cabeza de Perro, pues su cabeza era deforme. Poco
antes de llegar a Igueste, desde la carretera se puede apreciar una
serie de edificios a los que no es posible acceder porque una puerta
cierra el paso. Es El Balayo, una punta entre dos playas, lugar que
se ha relacionado siempre con el pirata. Cerca se encuentra la
Cueva del Agua, donde al parecer surtía de agua a sus naves. Tenía
su zona de operaciones en el Caribe y en La Habana, camuflado de
dulcería su cuartel general.
Fue comerciante, negrero y asesino sanguinario de los mares.
Cuando atacaba un navío mataba sin piedad a todos los que en él
iban. Ya a la vejez decidió retirarse a vivir en Tenerife, pero fue
reconocido y encarcelado en el castillo de Paso Alto. Poco tiempo
después era ejecutado cerca del Castillo Negro. Dulce María Loynaz
nos ha dejado un relato literario acerca de este personaje en su
libro Un verano en Tenerife. La piratería se extinguió en el Atlántico
en el siglo XIX, pero todavía queda en nuestras islas el recuerdo,
mitad historia mitad leyenda, de su existencia.



Trabajo realizado por:

Laura Garcés González
 Facundo Nahuel Perez
 Andrea Ovando Alfaro




2ºBach “C”


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Piratería en Canarias

Definiciones:


La piratería es una práctica
de saqueo organizado o
bandolerismo marítimo,
probablemente tan antigua
como la navegación misma.
Consiste en que una
embarcación privada o una
estatal amotinada ataca a otra
en aguas internacionales o en
lugares no sometidos a la
jurisdicción de ningún Estado,
con el propósito de robar su
carga, exigir rescate por los
pasajeros, convertirlos en
esclavos y muchas veces
apoderarse de la nave misma.





Corsario (del latín cursus es
decir "carrera") era el nombre
que se concedía a los
navegantes que, en virtud del
permiso concedido por un
gobierno en una carta de
marca o patente de corso,
capturaban y saqueaban el
tráfico mercante de las
naciones enemigas de ese
gobierno.
Pirata, persona que se dedica
a la piratería (una práctica de
saqueo organizado o
bandolerismo marítimo).

Los inicios de la piratería en canarias:


El auge de la piratería va asociada al descubrimiento y la posterior
explotación de América y a los conflictos entre las grandes potencias.
Aunque los piratas, en teoría, estaban fuera del control y del amparo
de cualquier nación, éstas se aprovechaban, e incluso llegaban a
apoyarlos, siempre que las víctimas fueran sus más acérrimos
enemigos. Las islas Canarias y Azores se convirtieron en lugares
estratégicos en las rutas marítimas de Europa, América y Asia. Los
preciados tesoros y especies de la nueva tierra descubierta eran un
gran botín para los piratas. Como estos tesoros recalaban en las Islas
Canarias o en las Islas Azores en su rumbo a la vieja Europa la
piratería no tardó en emerger en los mares cercanos a las islas.
También esta situación estratégica provocaba que los barcos que iban
a América pasaran por las islas a aprovisionarse de agua y alimentos,
y de camino atacasen alguna población costera.

La piratería en Canarias:


El descubrimiento de América y la penetración europea hacia el
Indico a través de la costa occidental africana convierten a las
Canarias en una encrucijada de las rutas marítimas. Apenas
avanzado el s. XVI comienza el tráfico naval entre las colonias
españolas de ultramar y la metrópoli. Los barcos regresaban
cargados de tesoros y especias, y sus rutas tenían que pasar
forzosamente entre las Azores y Canarias; de esta forma, los mares
de las islas son lugares de espera para las flotillas piratas. La
piratería en aguas de Canarias empieza en el primer tercio del s.
XVI, toma inusitada actividad hacia su final, y continúa durante todo
el s. XVII y XVIII, hasta su ocaso en la primera década del s. XIX.
En Canarias actuaron piratas de todas las nacionalidades, pero
principalmente fueron ingleses, franceses, berberiscos y de los
Países Bajos.



Piratas y corsarios que actuaron en
canarias:

Franceses: Ya en tiempos de la conquista aparecen aventureros

franceses que eligen como bases la isla de Lobos y el cabo de Anaga.
Corsarios y piratas dificultan en no pocas ocasiones el intercambio
exterior y dañan indirectamente la economía canaria al impedir el
tráfico interinsular, a la vez que se debe a ellos la entrada de
numerosos productos, prohibidos al comercio regular. La enemistad
entre la España de Carlos V (1500-1558) y Francia hace que sean
franceses los primeros piratas que aparezcan en las islas.
 Jean Fleury (también conocido como
Juan Florín) en 1522.
 Francois Le Clerc o Pie de palo. Saqueó
e incendió Santa Cruz de la Palma en 1553.
 Durand de Villegaingnong. También atacó
Santa Cruz de la Palma en 1554, pero esta
vez fue rechazado el ataque.
 Jean Capdeville. Arrasó San Sebastián de
la Gomera en 1571.
 Jacques de Sores. Atacó La Palma en 1570.



Ingleses: Al heredar Felipe II

el trono español se desata la
rivalidad angloespañola. Como
consecuencia, las Canarias se
convierten en blanco de los
ataques de la piratería inglesa.
Los ataques y saqueos son tan
frecuentes que el Rey se ve
obligado a fortalecer el aparato
defensivo del archipiélago. Entre
las medidas tomadas sobresalen
la creación del cargo de Capitán
General y el envío del ingeniero
italiano Torriani con la misión de
levantar torres y castillos en
aras de su mejor defensa.
Muchos de éstos aún se
conservan (castillo de
Guanapay, en Lanzarote)














John Poole.
Francis Drake. Fracasado ataque en 1585 a Santa Cruz de la Palma.

También fracasó en el ataque a Las Palmas de Gran Canaria y quiso
resarcirse atacando un poco más al sur de la isla, en Arguineguín,
pero también fue sorprendido y tuvo que huir con numerosas bajas.
William Harper. En 1593 ataca Lanzarote y Fuerteventura.
Walter Raleigh. Ataques sobre Tenerife y Fuerteventura en
1595.Ataque a Arrecife en 1616.
John Jennings. Santa Cruz de Tenerife sufre un ataque en 1706 que
es repelido.
Woodes Rogers. Fracasado ataque a Santa Cruz de Tenerife en
1708.
Charles Windon. En 1744 ataca San Sebastián de la Gomera y La
Palma.
En 1762, George de Cumberland y Berkley desembarca en Puerto
de Naos (El Hierro).
John Hawkins (conocido en Canarias como Aquines, por
castellanización de su apellido). Mantuvo relaciones mercantiles con
algunos propietarios de las islas a pesar que también atacaba
poblaciones junto a Francis Drake.
Robert Blake. Atacó Santa Cruz de Tenerife en 1656.

Holandeses: Al llegar el s.
XVII, son también los
holandeses los que
protagonizan episodios
piráticos en Canarias; sus
objetivos, aparte del móvil
del botín, son políticos y
bélicos.
 Pieter van der Does.
Fracasó en el intento de
invasión e incendio de San
Sebastián de la Gomera,
pero tuvo éxito en el
saqueo e incendio de Las
Palmas de Gran Canaria en
1599.




Otros (Argelinos, Tunecinos, Turcos...):



Dogalí apodado el Turquillo. En 1571 ocupa Arrecife (Lanzarote),




saqueando, incendiando y capturando un gran número de isleños.
Tabac Arráez y Solimán saquean Teguise (Lanzarote) y también
atacan San Sebastián de la Gomera en 1618.
Morato Arráez. en 1586 ataca Lanzarote, llega hasta Teguise
saqueándola y llevándose muchos cultivos.

Motivos de porque canarias era tan
importante en esta época:


Canarias, por su situación, era un lugar favorable para los piratas,
dependiendo también sus ataques, de las relaciones políticas que,
en cada momento, España jugaba con los distintos países. Así, las
guerras de Carlos I con Francia, en disputa por la hegemonía, o
los conflictos por motivos religiosos iniciados por Felipe II (s. XVI)
contra los Países Bajos (Bélgica, Holanda):"Prefiero perder mis
Estados a gobernar sobre herejes", incrementaron los ataques de
estos países. Éstos continúan, en el siglo XVII, con Felipe III y
IV, repercutiendo en los ataques piráticos de estos países. Otro
tanto ocurre con las alianzas de España con Francia en tiempo de
los Borbones contra Inglaterra. Concretamente, la alianza de
Carlos IV (finales del siglo XVIII: 1796) conllevó actuaciones
temerarias de Nelson, almirante inglés, destacando la derrota de la
escuadra española en el cabo de San Vicente o la de Trafalgar
(1805).

La caída de la piratería en Canarias:




Aparte de una mejor defensa de las Canarias, un hecho memorable
para estas tierras fue lo que hizo que la piratería descendiera en las
islas de forma sustancial. Este hecho fue el fracasado ataque de
Horacio Nelson en 1797 a Santa Cruz de Tenerife.
La pretensión de muchos de los ataques de piratas ingleses era la
de apoderarse de las islas en nombre de Inglaterra más que hacer
rapiña. Finalmente se prescindió de piratas o corsarios y un
almirante inglés aparece, con su flota, el 25 de julio de 1797 frente
a la costa de Santa Cruz de Tenerife. Al ataque le opone resistencia
las tropas canarias, bajo el mando del general Gutiérrez, y un
destacamento francés que se encontraba en la isla. En el
enfrentamiento Nelson pierde un brazo al ser alcanzado por una
bola de cañón. Nelson se ve desbordado por la imprevista marcha
de la batalla y tiene que capitular. Ya en tierra firma una paz, en el
que se compromete no intentar apoderarse de las Canarias. La
mayor defensa de las islas junto al declive de la piratería hace que
poco a poco las poblaciones y capitales se asentaran en la costa,
ganando en importancia y desarrollo respecto a las del interior.

Consecuencias de la piratería:


Los ataques piratas a villas y puertos con fines de capturar tesoros o
apoderarse de víveres y vinos se traducen en incendios, saqueos y
muertes; ello obliga a militarizar las islas con las consiguientes
cargas sobre la población, y como medida de precaución, las villas y
poblados se asientan en lugares no visibles desde la costa. Muchos
archivos y obras de arte desaparecen por los incendios, provocados
por los corsarios. Sin embargo no siempre las escuadras piratas
venían en son de rapiña. Muchas veces lo hacían con la finalidad de
practicar el contrabando con los naturales isleños; ciertos magnates
canarios debieron su fortuna a este comercio clandestino con los
piratas a lo que las autoridades hacían la vista gorda. La cuestión
era sobrevivir en un espacio insular a medio camino entre las
colonias americanas y la metrópoli española. Otras veces, los
ataques tenían sencillamente motivaciones políticas.

Relaciones entre piratas y
comerciantes:


Durante los siglos XVI, XVII y XVIII el contacto de los piratas con el
mundo de los negocios fue muy estrecho; se formaron sociedades
para financiar expediciones. Por otra parte, la acción de los piratas
se fue modificando de acuerdo con los adelantos técnicos; la
primitiva técnica del abordaje fue abandonada al armarse los barcos
con cañones; el negocio del mar requirió mayores inversiones, de
ahí que los capitanes de los barcos estuviesen muy ligados con los
comerciantes de especias de Ámsterdam o Londres, con los
banqueros italianos o con los comerciantes de Liverpool; las
expediciones requirieron una organización más compleja; los barcos
mercantes fueron transformados para el ejercicio de la piratería.



El tratado de Ryswick (1697) entre las potencias coloniales trasladó
la piratería de Hispanoamérica a América del Norte y, sobre todo, al
continente asiático (mar Rojo y costa de Malabar); fueron los
funcionarios de la compañía de las Indias quienes iniciaron en
contra de los neerlandeses, las acciones piráticas en el océano
Indico con base en Madagascar. Pero el fin de la piratería occidental
estaba próximo. En el siglo XIX sólo perduraron algunos piratas
aislados en ciertas costas de África, golfo Pérsico, China y Polinesia.
El desarrollo industrial y la máquina de vapor, hicieron las empresas
muy costosas y arriesgadas; la piratería se vio impotente ante el
avance técnico de los medios de comunicación y de organización
defensiva.
Finalmente comentar que los piratas no siempre venían en son de
rapiña sino que muchas veces lo hacían con el fin de practicar el
contrabando con los isleños. De hecho ciertos magnates canarios
debieron su fortuna a este comercio clandestino con los piratas. Por
ejemplo, el pirata inglés John Hawkins, conocido en las islas como
Aquines, mantuvo relaciones comerciales durante muchos años con
Pedro Ponte, un mercader y gran propietario tinerfeño.



Las islas también tuvieron piratas y corsarios propios. El más
conocido fue Ángel García, nacido en 1800 y conocido con el
nombre de Cabeza de perro, pues su cabeza era deforme. Fue
comerciante, negrero y cuando atacaba a un navío mataba sin
piedad a todo el que iba a bordo. Y hay otro personaje que, por sus
posibles lazos con la alta sociedad tinerfeña de la época, ha
desatado más de una polémica. Su nombre es Amaro Rodríguez
Felipe, nacido en 1695 y más conocido como Amaro Pargo.
Pertenecía a la clase noble y era más bien un corsario, lo que daba
carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos. Las huellas de su paso se encuentran por todas partes:
en el convento de las Catalinas, en la ermita de Nuestra señora de
El Rosario y sobre todo su propia tumba en la iglesia de Santo
Domingo de La Laguna. Sobre la lápida se aprecia una calavera y
dos tibias cruzadas…. símbolo de los piratas.

Historia de piratas:


En nuestras islas hay ocasiones en las que los aspectos del pasado
se entremezclan de tal forma que, a veces, es imposible discernir
dónde acaba la realidad y empiezan las leyendas. Nuestra historia –
o leyenda- en Machado, un barrio del municipio de El Rosario. Casi
al final de la carretera que conduce a la ermita de Nuestra Señora
del Rosario, si miramos hacia el norte, podemos distinguir las ruinas
de una antigua mansión canaria de campo. Si preguntamos a los
vecinos nos dirán: "esa es la casa del pirata". Subamos por un
camino empedrado y llegaremos a la casa. Apenas queda nada de lo
que fue. Una fotografía de 1975 nos da apenas una somera idea de
lo que debió ser. Sólo una habitación conserva todavía restos de las
maderas de la techumbre y algunas tejas. Desde esa estancia, una
única ventana nos permite ver una panorámica de la costa del sur
de Tenerife desde Radazul hasta El Porís. La casa es, pues, una
atalaya, casi un puesto de vigía sobre el mar.



Esa construcción fue declarada, junto con la ermita, Bien de Interés
Cultural en el año 2003. En esa declaración del Gobierno de Canarias se
la citaba como Casa del Pirata o del Rosario. No obstante, al año
siguiente y “visto el recurso de reposición interpuesto por Fray José
Mateos y García de Paredes, vicepostulador de la Causa de Canonización
de la Sierva de Dios Sor María de Jesús de León Delgado”, el Gobierno
canario decide mediante otro decreto que se le cambie el nombre y se
la denomine Casa de los Mesa, pues se considera que no está
demostrado que la casa perteneciera al supuesto pirata. Más adelante
veremos el porqué de ese recurso.

¿Quién era este pirata?



El personaje al que nos estamos refiriendo no es otro que Amaro
Rodríguez Felipe, nacido en 1695 en La Laguna y más conocido con el
nombre de Amaro Pargo. Conocemos su rostro por un retrato suyo que
se conserva en la ermita del Rosario, en el que, debajo de la imagen del
Señor de la Humildad y Paciencia, aparece junto a Fray Juan de Jesús y
el retrato mortuorio de Sor Maria de Jesús. En torno a su figura se han
tejido una serie de leyendas que tienen que ver con las actividades que
lo llevaron a navegar por el Atlántico. Pertenecía al estamento nobiliario
y no era con precisión un pirata, sino un corsario. La diferencia entre
ambos es que el primero actúa por libre, mientras que el segundo lo
hace mediante autorización real o patente de corso. Esta autorización
daba un carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos del correspondiente país.

Amaro Rodríguez Felipe
(Amaro Pargo)



Otro de los lugares relacionados con este personaje es la
Punta del Hidalgo, en la playa de San Mateo, bajo los
Dos Hermanos, donde se desembarcaban los productos
de contrabando. Otra de las lucrativas actividades que se
le atribuyen es el tráfico de esclavos desde la costa
africana hasta América. En los años 40 escandalizó a la
sociedad tinerfeña la publicación de un libro de la
doctora María Rosa Alonso titulado Un rincón tinerfeño.
La Punta del Hidalgo en el que se relacionaba de manera
directa la figura del corsario lagunero con las grandes
familias tinerfeñas. Dicho de otra manera, el origen de
algunas de las grandes fortunas tinerfeñas estaría en
actividades que podríamos calificar, como mínimo, de
dudosas. Algunos afirman, además, su pertenencia a la
francmasonería, en la que alcanzó el grado de
compañero.



Otro aspecto de Amaro Pargo, y dadas las costumbres de la época
no contradictorio, es su gran religiosidad. Hizo donaciones a iglesias
y conventos, sobre todo al de las Catalinas de La Laguna, pues
sentía una auténtica veneración por la, todavía viva, Sor María de
Jesús, la Siervita. Carlos García, en su libro La Ciudad. Relatos
históricos y tradicionales de La Laguna afirma que "nunca
emprendió negocio, expedición de barco, ni celebró contrato sin
antes consultarlo con esta Sierva de Dios y obtuviera su
aprobación". Tres años después de la muerte de la Siervita,
consiguió que el cadáver de ésta fuera exhumado y, asombrado del
estado de conservación del mismo, encargó el sarcófago en el que
actualmente puede ser visitada y en el que mandó escribir unos
versos en cuyas letras iniciales se puede leer en vertical: PARGO. En
nuestros días se está llevando a cabo la causa para la canonización
de Sor María de Jesús y parece que se quiera eliminar cualquier
obstáculo para la misma, por lo que se está procediendo a una
revisión de la figura Amaro Pargo: por ello se insiste en el recurso
antes citado en que no era pirata.



Amaro Rodríguez Felipe murió
en 1747 y está enterrado en la
iglesia de Santo Domingo de
La Laguna. En la lápida del
enterramiento familiar, a la
entrada del templo, aparece
una calavera con dos tibias
cruzadas, lo que no ha hecho
sino alimentar la leyenda…



Entonces, ¿no hubo piratas canarios? Sí, y conocemos la historia de
uno de ellos. Se llamaba Ángel García, nació en 1800 en Igueste de
San Andrés, donde tenía su casa. Ha pasado a la historia con el
nombre de Cabeza de Perro, pues su cabeza era deforme. Poco
antes de llegar a Igueste, desde la carretera se puede apreciar una
serie de edificios a los que no es posible acceder porque una puerta
cierra el paso. Es El Balayo, una punta entre dos playas, lugar que
se ha relacionado siempre con el pirata. Cerca se encuentra la
Cueva del Agua, donde al parecer surtía de agua a sus naves. Tenía
su zona de operaciones en el Caribe y en La Habana, camuflado de
dulcería su cuartel general.
Fue comerciante, negrero y asesino sanguinario de los mares.
Cuando atacaba un navío mataba sin piedad a todos los que en él
iban. Ya a la vejez decidió retirarse a vivir en Tenerife, pero fue
reconocido y encarcelado en el castillo de Paso Alto. Poco tiempo
después era ejecutado cerca del Castillo Negro. Dulce María Loynaz
nos ha dejado un relato literario acerca de este personaje en su
libro Un verano en Tenerife. La piratería se extinguió en el Atlántico
en el siglo XIX, pero todavía queda en nuestras islas el recuerdo,
mitad historia mitad leyenda, de su existencia.



Trabajo realizado por:

Laura Garcés González
 Facundo Nahuel Perez
 Andrea Ovando Alfaro




2ºBach “C”


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Piratería en Canarias

Definiciones:


La piratería es una práctica
de saqueo organizado o
bandolerismo marítimo,
probablemente tan antigua
como la navegación misma.
Consiste en que una
embarcación privada o una
estatal amotinada ataca a otra
en aguas internacionales o en
lugares no sometidos a la
jurisdicción de ningún Estado,
con el propósito de robar su
carga, exigir rescate por los
pasajeros, convertirlos en
esclavos y muchas veces
apoderarse de la nave misma.





Corsario (del latín cursus es
decir "carrera") era el nombre
que se concedía a los
navegantes que, en virtud del
permiso concedido por un
gobierno en una carta de
marca o patente de corso,
capturaban y saqueaban el
tráfico mercante de las
naciones enemigas de ese
gobierno.
Pirata, persona que se dedica
a la piratería (una práctica de
saqueo organizado o
bandolerismo marítimo).

Los inicios de la piratería en canarias:


El auge de la piratería va asociada al descubrimiento y la posterior
explotación de América y a los conflictos entre las grandes potencias.
Aunque los piratas, en teoría, estaban fuera del control y del amparo
de cualquier nación, éstas se aprovechaban, e incluso llegaban a
apoyarlos, siempre que las víctimas fueran sus más acérrimos
enemigos. Las islas Canarias y Azores se convirtieron en lugares
estratégicos en las rutas marítimas de Europa, América y Asia. Los
preciados tesoros y especies de la nueva tierra descubierta eran un
gran botín para los piratas. Como estos tesoros recalaban en las Islas
Canarias o en las Islas Azores en su rumbo a la vieja Europa la
piratería no tardó en emerger en los mares cercanos a las islas.
También esta situación estratégica provocaba que los barcos que iban
a América pasaran por las islas a aprovisionarse de agua y alimentos,
y de camino atacasen alguna población costera.

La piratería en Canarias:


El descubrimiento de América y la penetración europea hacia el
Indico a través de la costa occidental africana convierten a las
Canarias en una encrucijada de las rutas marítimas. Apenas
avanzado el s. XVI comienza el tráfico naval entre las colonias
españolas de ultramar y la metrópoli. Los barcos regresaban
cargados de tesoros y especias, y sus rutas tenían que pasar
forzosamente entre las Azores y Canarias; de esta forma, los mares
de las islas son lugares de espera para las flotillas piratas. La
piratería en aguas de Canarias empieza en el primer tercio del s.
XVI, toma inusitada actividad hacia su final, y continúa durante todo
el s. XVII y XVIII, hasta su ocaso en la primera década del s. XIX.
En Canarias actuaron piratas de todas las nacionalidades, pero
principalmente fueron ingleses, franceses, berberiscos y de los
Países Bajos.



Piratas y corsarios que actuaron en
canarias:

Franceses: Ya en tiempos de la conquista aparecen aventureros

franceses que eligen como bases la isla de Lobos y el cabo de Anaga.
Corsarios y piratas dificultan en no pocas ocasiones el intercambio
exterior y dañan indirectamente la economía canaria al impedir el
tráfico interinsular, a la vez que se debe a ellos la entrada de
numerosos productos, prohibidos al comercio regular. La enemistad
entre la España de Carlos V (1500-1558) y Francia hace que sean
franceses los primeros piratas que aparezcan en las islas.
 Jean Fleury (también conocido como
Juan Florín) en 1522.
 Francois Le Clerc o Pie de palo. Saqueó
e incendió Santa Cruz de la Palma en 1553.
 Durand de Villegaingnong. También atacó
Santa Cruz de la Palma en 1554, pero esta
vez fue rechazado el ataque.
 Jean Capdeville. Arrasó San Sebastián de
la Gomera en 1571.
 Jacques de Sores. Atacó La Palma en 1570.



Ingleses: Al heredar Felipe II

el trono español se desata la
rivalidad angloespañola. Como
consecuencia, las Canarias se
convierten en blanco de los
ataques de la piratería inglesa.
Los ataques y saqueos son tan
frecuentes que el Rey se ve
obligado a fortalecer el aparato
defensivo del archipiélago. Entre
las medidas tomadas sobresalen
la creación del cargo de Capitán
General y el envío del ingeniero
italiano Torriani con la misión de
levantar torres y castillos en
aras de su mejor defensa.
Muchos de éstos aún se
conservan (castillo de
Guanapay, en Lanzarote)














John Poole.
Francis Drake. Fracasado ataque en 1585 a Santa Cruz de la Palma.

También fracasó en el ataque a Las Palmas de Gran Canaria y quiso
resarcirse atacando un poco más al sur de la isla, en Arguineguín,
pero también fue sorprendido y tuvo que huir con numerosas bajas.
William Harper. En 1593 ataca Lanzarote y Fuerteventura.
Walter Raleigh. Ataques sobre Tenerife y Fuerteventura en
1595.Ataque a Arrecife en 1616.
John Jennings. Santa Cruz de Tenerife sufre un ataque en 1706 que
es repelido.
Woodes Rogers. Fracasado ataque a Santa Cruz de Tenerife en
1708.
Charles Windon. En 1744 ataca San Sebastián de la Gomera y La
Palma.
En 1762, George de Cumberland y Berkley desembarca en Puerto
de Naos (El Hierro).
John Hawkins (conocido en Canarias como Aquines, por
castellanización de su apellido). Mantuvo relaciones mercantiles con
algunos propietarios de las islas a pesar que también atacaba
poblaciones junto a Francis Drake.
Robert Blake. Atacó Santa Cruz de Tenerife en 1656.

Holandeses: Al llegar el s.
XVII, son también los
holandeses los que
protagonizan episodios
piráticos en Canarias; sus
objetivos, aparte del móvil
del botín, son políticos y
bélicos.
 Pieter van der Does.
Fracasó en el intento de
invasión e incendio de San
Sebastián de la Gomera,
pero tuvo éxito en el
saqueo e incendio de Las
Palmas de Gran Canaria en
1599.




Otros (Argelinos, Tunecinos, Turcos...):



Dogalí apodado el Turquillo. En 1571 ocupa Arrecife (Lanzarote),




saqueando, incendiando y capturando un gran número de isleños.
Tabac Arráez y Solimán saquean Teguise (Lanzarote) y también
atacan San Sebastián de la Gomera en 1618.
Morato Arráez. en 1586 ataca Lanzarote, llega hasta Teguise
saqueándola y llevándose muchos cultivos.

Motivos de porque canarias era tan
importante en esta época:


Canarias, por su situación, era un lugar favorable para los piratas,
dependiendo también sus ataques, de las relaciones políticas que,
en cada momento, España jugaba con los distintos países. Así, las
guerras de Carlos I con Francia, en disputa por la hegemonía, o
los conflictos por motivos religiosos iniciados por Felipe II (s. XVI)
contra los Países Bajos (Bélgica, Holanda):"Prefiero perder mis
Estados a gobernar sobre herejes", incrementaron los ataques de
estos países. Éstos continúan, en el siglo XVII, con Felipe III y
IV, repercutiendo en los ataques piráticos de estos países. Otro
tanto ocurre con las alianzas de España con Francia en tiempo de
los Borbones contra Inglaterra. Concretamente, la alianza de
Carlos IV (finales del siglo XVIII: 1796) conllevó actuaciones
temerarias de Nelson, almirante inglés, destacando la derrota de la
escuadra española en el cabo de San Vicente o la de Trafalgar
(1805).

La caída de la piratería en Canarias:




Aparte de una mejor defensa de las Canarias, un hecho memorable
para estas tierras fue lo que hizo que la piratería descendiera en las
islas de forma sustancial. Este hecho fue el fracasado ataque de
Horacio Nelson en 1797 a Santa Cruz de Tenerife.
La pretensión de muchos de los ataques de piratas ingleses era la
de apoderarse de las islas en nombre de Inglaterra más que hacer
rapiña. Finalmente se prescindió de piratas o corsarios y un
almirante inglés aparece, con su flota, el 25 de julio de 1797 frente
a la costa de Santa Cruz de Tenerife. Al ataque le opone resistencia
las tropas canarias, bajo el mando del general Gutiérrez, y un
destacamento francés que se encontraba en la isla. En el
enfrentamiento Nelson pierde un brazo al ser alcanzado por una
bola de cañón. Nelson se ve desbordado por la imprevista marcha
de la batalla y tiene que capitular. Ya en tierra firma una paz, en el
que se compromete no intentar apoderarse de las Canarias. La
mayor defensa de las islas junto al declive de la piratería hace que
poco a poco las poblaciones y capitales se asentaran en la costa,
ganando en importancia y desarrollo respecto a las del interior.

Consecuencias de la piratería:


Los ataques piratas a villas y puertos con fines de capturar tesoros o
apoderarse de víveres y vinos se traducen en incendios, saqueos y
muertes; ello obliga a militarizar las islas con las consiguientes
cargas sobre la población, y como medida de precaución, las villas y
poblados se asientan en lugares no visibles desde la costa. Muchos
archivos y obras de arte desaparecen por los incendios, provocados
por los corsarios. Sin embargo no siempre las escuadras piratas
venían en son de rapiña. Muchas veces lo hacían con la finalidad de
practicar el contrabando con los naturales isleños; ciertos magnates
canarios debieron su fortuna a este comercio clandestino con los
piratas a lo que las autoridades hacían la vista gorda. La cuestión
era sobrevivir en un espacio insular a medio camino entre las
colonias americanas y la metrópoli española. Otras veces, los
ataques tenían sencillamente motivaciones políticas.

Relaciones entre piratas y
comerciantes:


Durante los siglos XVI, XVII y XVIII el contacto de los piratas con el
mundo de los negocios fue muy estrecho; se formaron sociedades
para financiar expediciones. Por otra parte, la acción de los piratas
se fue modificando de acuerdo con los adelantos técnicos; la
primitiva técnica del abordaje fue abandonada al armarse los barcos
con cañones; el negocio del mar requirió mayores inversiones, de
ahí que los capitanes de los barcos estuviesen muy ligados con los
comerciantes de especias de Ámsterdam o Londres, con los
banqueros italianos o con los comerciantes de Liverpool; las
expediciones requirieron una organización más compleja; los barcos
mercantes fueron transformados para el ejercicio de la piratería.



El tratado de Ryswick (1697) entre las potencias coloniales trasladó
la piratería de Hispanoamérica a América del Norte y, sobre todo, al
continente asiático (mar Rojo y costa de Malabar); fueron los
funcionarios de la compañía de las Indias quienes iniciaron en
contra de los neerlandeses, las acciones piráticas en el océano
Indico con base en Madagascar. Pero el fin de la piratería occidental
estaba próximo. En el siglo XIX sólo perduraron algunos piratas
aislados en ciertas costas de África, golfo Pérsico, China y Polinesia.
El desarrollo industrial y la máquina de vapor, hicieron las empresas
muy costosas y arriesgadas; la piratería se vio impotente ante el
avance técnico de los medios de comunicación y de organización
defensiva.
Finalmente comentar que los piratas no siempre venían en son de
rapiña sino que muchas veces lo hacían con el fin de practicar el
contrabando con los isleños. De hecho ciertos magnates canarios
debieron su fortuna a este comercio clandestino con los piratas. Por
ejemplo, el pirata inglés John Hawkins, conocido en las islas como
Aquines, mantuvo relaciones comerciales durante muchos años con
Pedro Ponte, un mercader y gran propietario tinerfeño.



Las islas también tuvieron piratas y corsarios propios. El más
conocido fue Ángel García, nacido en 1800 y conocido con el
nombre de Cabeza de perro, pues su cabeza era deforme. Fue
comerciante, negrero y cuando atacaba a un navío mataba sin
piedad a todo el que iba a bordo. Y hay otro personaje que, por sus
posibles lazos con la alta sociedad tinerfeña de la época, ha
desatado más de una polémica. Su nombre es Amaro Rodríguez
Felipe, nacido en 1695 y más conocido como Amaro Pargo.
Pertenecía a la clase noble y era más bien un corsario, lo que daba
carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos. Las huellas de su paso se encuentran por todas partes:
en el convento de las Catalinas, en la ermita de Nuestra señora de
El Rosario y sobre todo su propia tumba en la iglesia de Santo
Domingo de La Laguna. Sobre la lápida se aprecia una calavera y
dos tibias cruzadas…. símbolo de los piratas.

Historia de piratas:


En nuestras islas hay ocasiones en las que los aspectos del pasado
se entremezclan de tal forma que, a veces, es imposible discernir
dónde acaba la realidad y empiezan las leyendas. Nuestra historia –
o leyenda- en Machado, un barrio del municipio de El Rosario. Casi
al final de la carretera que conduce a la ermita de Nuestra Señora
del Rosario, si miramos hacia el norte, podemos distinguir las ruinas
de una antigua mansión canaria de campo. Si preguntamos a los
vecinos nos dirán: "esa es la casa del pirata". Subamos por un
camino empedrado y llegaremos a la casa. Apenas queda nada de lo
que fue. Una fotografía de 1975 nos da apenas una somera idea de
lo que debió ser. Sólo una habitación conserva todavía restos de las
maderas de la techumbre y algunas tejas. Desde esa estancia, una
única ventana nos permite ver una panorámica de la costa del sur
de Tenerife desde Radazul hasta El Porís. La casa es, pues, una
atalaya, casi un puesto de vigía sobre el mar.



Esa construcción fue declarada, junto con la ermita, Bien de Interés
Cultural en el año 2003. En esa declaración del Gobierno de Canarias se
la citaba como Casa del Pirata o del Rosario. No obstante, al año
siguiente y “visto el recurso de reposición interpuesto por Fray José
Mateos y García de Paredes, vicepostulador de la Causa de Canonización
de la Sierva de Dios Sor María de Jesús de León Delgado”, el Gobierno
canario decide mediante otro decreto que se le cambie el nombre y se
la denomine Casa de los Mesa, pues se considera que no está
demostrado que la casa perteneciera al supuesto pirata. Más adelante
veremos el porqué de ese recurso.

¿Quién era este pirata?



El personaje al que nos estamos refiriendo no es otro que Amaro
Rodríguez Felipe, nacido en 1695 en La Laguna y más conocido con el
nombre de Amaro Pargo. Conocemos su rostro por un retrato suyo que
se conserva en la ermita del Rosario, en el que, debajo de la imagen del
Señor de la Humildad y Paciencia, aparece junto a Fray Juan de Jesús y
el retrato mortuorio de Sor Maria de Jesús. En torno a su figura se han
tejido una serie de leyendas que tienen que ver con las actividades que
lo llevaron a navegar por el Atlántico. Pertenecía al estamento nobiliario
y no era con precisión un pirata, sino un corsario. La diferencia entre
ambos es que el primero actúa por libre, mientras que el segundo lo
hace mediante autorización real o patente de corso. Esta autorización
daba un carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos del correspondiente país.

Amaro Rodríguez Felipe
(Amaro Pargo)



Otro de los lugares relacionados con este personaje es la
Punta del Hidalgo, en la playa de San Mateo, bajo los
Dos Hermanos, donde se desembarcaban los productos
de contrabando. Otra de las lucrativas actividades que se
le atribuyen es el tráfico de esclavos desde la costa
africana hasta América. En los años 40 escandalizó a la
sociedad tinerfeña la publicación de un libro de la
doctora María Rosa Alonso titulado Un rincón tinerfeño.
La Punta del Hidalgo en el que se relacionaba de manera
directa la figura del corsario lagunero con las grandes
familias tinerfeñas. Dicho de otra manera, el origen de
algunas de las grandes fortunas tinerfeñas estaría en
actividades que podríamos calificar, como mínimo, de
dudosas. Algunos afirman, además, su pertenencia a la
francmasonería, en la que alcanzó el grado de
compañero.



Otro aspecto de Amaro Pargo, y dadas las costumbres de la época
no contradictorio, es su gran religiosidad. Hizo donaciones a iglesias
y conventos, sobre todo al de las Catalinas de La Laguna, pues
sentía una auténtica veneración por la, todavía viva, Sor María de
Jesús, la Siervita. Carlos García, en su libro La Ciudad. Relatos
históricos y tradicionales de La Laguna afirma que "nunca
emprendió negocio, expedición de barco, ni celebró contrato sin
antes consultarlo con esta Sierva de Dios y obtuviera su
aprobación". Tres años después de la muerte de la Siervita,
consiguió que el cadáver de ésta fuera exhumado y, asombrado del
estado de conservación del mismo, encargó el sarcófago en el que
actualmente puede ser visitada y en el que mandó escribir unos
versos en cuyas letras iniciales se puede leer en vertical: PARGO. En
nuestros días se está llevando a cabo la causa para la canonización
de Sor María de Jesús y parece que se quiera eliminar cualquier
obstáculo para la misma, por lo que se está procediendo a una
revisión de la figura Amaro Pargo: por ello se insiste en el recurso
antes citado en que no era pirata.



Amaro Rodríguez Felipe murió
en 1747 y está enterrado en la
iglesia de Santo Domingo de
La Laguna. En la lápida del
enterramiento familiar, a la
entrada del templo, aparece
una calavera con dos tibias
cruzadas, lo que no ha hecho
sino alimentar la leyenda…



Entonces, ¿no hubo piratas canarios? Sí, y conocemos la historia de
uno de ellos. Se llamaba Ángel García, nació en 1800 en Igueste de
San Andrés, donde tenía su casa. Ha pasado a la historia con el
nombre de Cabeza de Perro, pues su cabeza era deforme. Poco
antes de llegar a Igueste, desde la carretera se puede apreciar una
serie de edificios a los que no es posible acceder porque una puerta
cierra el paso. Es El Balayo, una punta entre dos playas, lugar que
se ha relacionado siempre con el pirata. Cerca se encuentra la
Cueva del Agua, donde al parecer surtía de agua a sus naves. Tenía
su zona de operaciones en el Caribe y en La Habana, camuflado de
dulcería su cuartel general.
Fue comerciante, negrero y asesino sanguinario de los mares.
Cuando atacaba un navío mataba sin piedad a todos los que en él
iban. Ya a la vejez decidió retirarse a vivir en Tenerife, pero fue
reconocido y encarcelado en el castillo de Paso Alto. Poco tiempo
después era ejecutado cerca del Castillo Negro. Dulce María Loynaz
nos ha dejado un relato literario acerca de este personaje en su
libro Un verano en Tenerife. La piratería se extinguió en el Atlántico
en el siglo XIX, pero todavía queda en nuestras islas el recuerdo,
mitad historia mitad leyenda, de su existencia.



Trabajo realizado por:

Laura Garcés González
 Facundo Nahuel Perez
 Andrea Ovando Alfaro




2ºBach “C”


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Piratería en Canarias

Definiciones:


La piratería es una práctica
de saqueo organizado o
bandolerismo marítimo,
probablemente tan antigua
como la navegación misma.
Consiste en que una
embarcación privada o una
estatal amotinada ataca a otra
en aguas internacionales o en
lugares no sometidos a la
jurisdicción de ningún Estado,
con el propósito de robar su
carga, exigir rescate por los
pasajeros, convertirlos en
esclavos y muchas veces
apoderarse de la nave misma.





Corsario (del latín cursus es
decir "carrera") era el nombre
que se concedía a los
navegantes que, en virtud del
permiso concedido por un
gobierno en una carta de
marca o patente de corso,
capturaban y saqueaban el
tráfico mercante de las
naciones enemigas de ese
gobierno.
Pirata, persona que se dedica
a la piratería (una práctica de
saqueo organizado o
bandolerismo marítimo).

Los inicios de la piratería en canarias:


El auge de la piratería va asociada al descubrimiento y la posterior
explotación de América y a los conflictos entre las grandes potencias.
Aunque los piratas, en teoría, estaban fuera del control y del amparo
de cualquier nación, éstas se aprovechaban, e incluso llegaban a
apoyarlos, siempre que las víctimas fueran sus más acérrimos
enemigos. Las islas Canarias y Azores se convirtieron en lugares
estratégicos en las rutas marítimas de Europa, América y Asia. Los
preciados tesoros y especies de la nueva tierra descubierta eran un
gran botín para los piratas. Como estos tesoros recalaban en las Islas
Canarias o en las Islas Azores en su rumbo a la vieja Europa la
piratería no tardó en emerger en los mares cercanos a las islas.
También esta situación estratégica provocaba que los barcos que iban
a América pasaran por las islas a aprovisionarse de agua y alimentos,
y de camino atacasen alguna población costera.

La piratería en Canarias:


El descubrimiento de América y la penetración europea hacia el
Indico a través de la costa occidental africana convierten a las
Canarias en una encrucijada de las rutas marítimas. Apenas
avanzado el s. XVI comienza el tráfico naval entre las colonias
españolas de ultramar y la metrópoli. Los barcos regresaban
cargados de tesoros y especias, y sus rutas tenían que pasar
forzosamente entre las Azores y Canarias; de esta forma, los mares
de las islas son lugares de espera para las flotillas piratas. La
piratería en aguas de Canarias empieza en el primer tercio del s.
XVI, toma inusitada actividad hacia su final, y continúa durante todo
el s. XVII y XVIII, hasta su ocaso en la primera década del s. XIX.
En Canarias actuaron piratas de todas las nacionalidades, pero
principalmente fueron ingleses, franceses, berberiscos y de los
Países Bajos.



Piratas y corsarios que actuaron en
canarias:

Franceses: Ya en tiempos de la conquista aparecen aventureros

franceses que eligen como bases la isla de Lobos y el cabo de Anaga.
Corsarios y piratas dificultan en no pocas ocasiones el intercambio
exterior y dañan indirectamente la economía canaria al impedir el
tráfico interinsular, a la vez que se debe a ellos la entrada de
numerosos productos, prohibidos al comercio regular. La enemistad
entre la España de Carlos V (1500-1558) y Francia hace que sean
franceses los primeros piratas que aparezcan en las islas.
 Jean Fleury (también conocido como
Juan Florín) en 1522.
 Francois Le Clerc o Pie de palo. Saqueó
e incendió Santa Cruz de la Palma en 1553.
 Durand de Villegaingnong. También atacó
Santa Cruz de la Palma en 1554, pero esta
vez fue rechazado el ataque.
 Jean Capdeville. Arrasó San Sebastián de
la Gomera en 1571.
 Jacques de Sores. Atacó La Palma en 1570.



Ingleses: Al heredar Felipe II

el trono español se desata la
rivalidad angloespañola. Como
consecuencia, las Canarias se
convierten en blanco de los
ataques de la piratería inglesa.
Los ataques y saqueos son tan
frecuentes que el Rey se ve
obligado a fortalecer el aparato
defensivo del archipiélago. Entre
las medidas tomadas sobresalen
la creación del cargo de Capitán
General y el envío del ingeniero
italiano Torriani con la misión de
levantar torres y castillos en
aras de su mejor defensa.
Muchos de éstos aún se
conservan (castillo de
Guanapay, en Lanzarote)














John Poole.
Francis Drake. Fracasado ataque en 1585 a Santa Cruz de la Palma.

También fracasó en el ataque a Las Palmas de Gran Canaria y quiso
resarcirse atacando un poco más al sur de la isla, en Arguineguín,
pero también fue sorprendido y tuvo que huir con numerosas bajas.
William Harper. En 1593 ataca Lanzarote y Fuerteventura.
Walter Raleigh. Ataques sobre Tenerife y Fuerteventura en
1595.Ataque a Arrecife en 1616.
John Jennings. Santa Cruz de Tenerife sufre un ataque en 1706 que
es repelido.
Woodes Rogers. Fracasado ataque a Santa Cruz de Tenerife en
1708.
Charles Windon. En 1744 ataca San Sebastián de la Gomera y La
Palma.
En 1762, George de Cumberland y Berkley desembarca en Puerto
de Naos (El Hierro).
John Hawkins (conocido en Canarias como Aquines, por
castellanización de su apellido). Mantuvo relaciones mercantiles con
algunos propietarios de las islas a pesar que también atacaba
poblaciones junto a Francis Drake.
Robert Blake. Atacó Santa Cruz de Tenerife en 1656.

Holandeses: Al llegar el s.
XVII, son también los
holandeses los que
protagonizan episodios
piráticos en Canarias; sus
objetivos, aparte del móvil
del botín, son políticos y
bélicos.
 Pieter van der Does.
Fracasó en el intento de
invasión e incendio de San
Sebastián de la Gomera,
pero tuvo éxito en el
saqueo e incendio de Las
Palmas de Gran Canaria en
1599.




Otros (Argelinos, Tunecinos, Turcos...):



Dogalí apodado el Turquillo. En 1571 ocupa Arrecife (Lanzarote),




saqueando, incendiando y capturando un gran número de isleños.
Tabac Arráez y Solimán saquean Teguise (Lanzarote) y también
atacan San Sebastián de la Gomera en 1618.
Morato Arráez. en 1586 ataca Lanzarote, llega hasta Teguise
saqueándola y llevándose muchos cultivos.

Motivos de porque canarias era tan
importante en esta época:


Canarias, por su situación, era un lugar favorable para los piratas,
dependiendo también sus ataques, de las relaciones políticas que,
en cada momento, España jugaba con los distintos países. Así, las
guerras de Carlos I con Francia, en disputa por la hegemonía, o
los conflictos por motivos religiosos iniciados por Felipe II (s. XVI)
contra los Países Bajos (Bélgica, Holanda):"Prefiero perder mis
Estados a gobernar sobre herejes", incrementaron los ataques de
estos países. Éstos continúan, en el siglo XVII, con Felipe III y
IV, repercutiendo en los ataques piráticos de estos países. Otro
tanto ocurre con las alianzas de España con Francia en tiempo de
los Borbones contra Inglaterra. Concretamente, la alianza de
Carlos IV (finales del siglo XVIII: 1796) conllevó actuaciones
temerarias de Nelson, almirante inglés, destacando la derrota de la
escuadra española en el cabo de San Vicente o la de Trafalgar
(1805).

La caída de la piratería en Canarias:




Aparte de una mejor defensa de las Canarias, un hecho memorable
para estas tierras fue lo que hizo que la piratería descendiera en las
islas de forma sustancial. Este hecho fue el fracasado ataque de
Horacio Nelson en 1797 a Santa Cruz de Tenerife.
La pretensión de muchos de los ataques de piratas ingleses era la
de apoderarse de las islas en nombre de Inglaterra más que hacer
rapiña. Finalmente se prescindió de piratas o corsarios y un
almirante inglés aparece, con su flota, el 25 de julio de 1797 frente
a la costa de Santa Cruz de Tenerife. Al ataque le opone resistencia
las tropas canarias, bajo el mando del general Gutiérrez, y un
destacamento francés que se encontraba en la isla. En el
enfrentamiento Nelson pierde un brazo al ser alcanzado por una
bola de cañón. Nelson se ve desbordado por la imprevista marcha
de la batalla y tiene que capitular. Ya en tierra firma una paz, en el
que se compromete no intentar apoderarse de las Canarias. La
mayor defensa de las islas junto al declive de la piratería hace que
poco a poco las poblaciones y capitales se asentaran en la costa,
ganando en importancia y desarrollo respecto a las del interior.

Consecuencias de la piratería:


Los ataques piratas a villas y puertos con fines de capturar tesoros o
apoderarse de víveres y vinos se traducen en incendios, saqueos y
muertes; ello obliga a militarizar las islas con las consiguientes
cargas sobre la población, y como medida de precaución, las villas y
poblados se asientan en lugares no visibles desde la costa. Muchos
archivos y obras de arte desaparecen por los incendios, provocados
por los corsarios. Sin embargo no siempre las escuadras piratas
venían en son de rapiña. Muchas veces lo hacían con la finalidad de
practicar el contrabando con los naturales isleños; ciertos magnates
canarios debieron su fortuna a este comercio clandestino con los
piratas a lo que las autoridades hacían la vista gorda. La cuestión
era sobrevivir en un espacio insular a medio camino entre las
colonias americanas y la metrópoli española. Otras veces, los
ataques tenían sencillamente motivaciones políticas.

Relaciones entre piratas y
comerciantes:


Durante los siglos XVI, XVII y XVIII el contacto de los piratas con el
mundo de los negocios fue muy estrecho; se formaron sociedades
para financiar expediciones. Por otra parte, la acción de los piratas
se fue modificando de acuerdo con los adelantos técnicos; la
primitiva técnica del abordaje fue abandonada al armarse los barcos
con cañones; el negocio del mar requirió mayores inversiones, de
ahí que los capitanes de los barcos estuviesen muy ligados con los
comerciantes de especias de Ámsterdam o Londres, con los
banqueros italianos o con los comerciantes de Liverpool; las
expediciones requirieron una organización más compleja; los barcos
mercantes fueron transformados para el ejercicio de la piratería.



El tratado de Ryswick (1697) entre las potencias coloniales trasladó
la piratería de Hispanoamérica a América del Norte y, sobre todo, al
continente asiático (mar Rojo y costa de Malabar); fueron los
funcionarios de la compañía de las Indias quienes iniciaron en
contra de los neerlandeses, las acciones piráticas en el océano
Indico con base en Madagascar. Pero el fin de la piratería occidental
estaba próximo. En el siglo XIX sólo perduraron algunos piratas
aislados en ciertas costas de África, golfo Pérsico, China y Polinesia.
El desarrollo industrial y la máquina de vapor, hicieron las empresas
muy costosas y arriesgadas; la piratería se vio impotente ante el
avance técnico de los medios de comunicación y de organización
defensiva.
Finalmente comentar que los piratas no siempre venían en son de
rapiña sino que muchas veces lo hacían con el fin de practicar el
contrabando con los isleños. De hecho ciertos magnates canarios
debieron su fortuna a este comercio clandestino con los piratas. Por
ejemplo, el pirata inglés John Hawkins, conocido en las islas como
Aquines, mantuvo relaciones comerciales durante muchos años con
Pedro Ponte, un mercader y gran propietario tinerfeño.



Las islas también tuvieron piratas y corsarios propios. El más
conocido fue Ángel García, nacido en 1800 y conocido con el
nombre de Cabeza de perro, pues su cabeza era deforme. Fue
comerciante, negrero y cuando atacaba a un navío mataba sin
piedad a todo el que iba a bordo. Y hay otro personaje que, por sus
posibles lazos con la alta sociedad tinerfeña de la época, ha
desatado más de una polémica. Su nombre es Amaro Rodríguez
Felipe, nacido en 1695 y más conocido como Amaro Pargo.
Pertenecía a la clase noble y era más bien un corsario, lo que daba
carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos. Las huellas de su paso se encuentran por todas partes:
en el convento de las Catalinas, en la ermita de Nuestra señora de
El Rosario y sobre todo su propia tumba en la iglesia de Santo
Domingo de La Laguna. Sobre la lápida se aprecia una calavera y
dos tibias cruzadas…. símbolo de los piratas.

Historia de piratas:


En nuestras islas hay ocasiones en las que los aspectos del pasado
se entremezclan de tal forma que, a veces, es imposible discernir
dónde acaba la realidad y empiezan las leyendas. Nuestra historia –
o leyenda- en Machado, un barrio del municipio de El Rosario. Casi
al final de la carretera que conduce a la ermita de Nuestra Señora
del Rosario, si miramos hacia el norte, podemos distinguir las ruinas
de una antigua mansión canaria de campo. Si preguntamos a los
vecinos nos dirán: "esa es la casa del pirata". Subamos por un
camino empedrado y llegaremos a la casa. Apenas queda nada de lo
que fue. Una fotografía de 1975 nos da apenas una somera idea de
lo que debió ser. Sólo una habitación conserva todavía restos de las
maderas de la techumbre y algunas tejas. Desde esa estancia, una
única ventana nos permite ver una panorámica de la costa del sur
de Tenerife desde Radazul hasta El Porís. La casa es, pues, una
atalaya, casi un puesto de vigía sobre el mar.



Esa construcción fue declarada, junto con la ermita, Bien de Interés
Cultural en el año 2003. En esa declaración del Gobierno de Canarias se
la citaba como Casa del Pirata o del Rosario. No obstante, al año
siguiente y “visto el recurso de reposición interpuesto por Fray José
Mateos y García de Paredes, vicepostulador de la Causa de Canonización
de la Sierva de Dios Sor María de Jesús de León Delgado”, el Gobierno
canario decide mediante otro decreto que se le cambie el nombre y se
la denomine Casa de los Mesa, pues se considera que no está
demostrado que la casa perteneciera al supuesto pirata. Más adelante
veremos el porqué de ese recurso.

¿Quién era este pirata?



El personaje al que nos estamos refiriendo no es otro que Amaro
Rodríguez Felipe, nacido en 1695 en La Laguna y más conocido con el
nombre de Amaro Pargo. Conocemos su rostro por un retrato suyo que
se conserva en la ermita del Rosario, en el que, debajo de la imagen del
Señor de la Humildad y Paciencia, aparece junto a Fray Juan de Jesús y
el retrato mortuorio de Sor Maria de Jesús. En torno a su figura se han
tejido una serie de leyendas que tienen que ver con las actividades que
lo llevaron a navegar por el Atlántico. Pertenecía al estamento nobiliario
y no era con precisión un pirata, sino un corsario. La diferencia entre
ambos es que el primero actúa por libre, mientras que el segundo lo
hace mediante autorización real o patente de corso. Esta autorización
daba un carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos del correspondiente país.

Amaro Rodríguez Felipe
(Amaro Pargo)



Otro de los lugares relacionados con este personaje es la
Punta del Hidalgo, en la playa de San Mateo, bajo los
Dos Hermanos, donde se desembarcaban los productos
de contrabando. Otra de las lucrativas actividades que se
le atribuyen es el tráfico de esclavos desde la costa
africana hasta América. En los años 40 escandalizó a la
sociedad tinerfeña la publicación de un libro de la
doctora María Rosa Alonso titulado Un rincón tinerfeño.
La Punta del Hidalgo en el que se relacionaba de manera
directa la figura del corsario lagunero con las grandes
familias tinerfeñas. Dicho de otra manera, el origen de
algunas de las grandes fortunas tinerfeñas estaría en
actividades que podríamos calificar, como mínimo, de
dudosas. Algunos afirman, además, su pertenencia a la
francmasonería, en la que alcanzó el grado de
compañero.



Otro aspecto de Amaro Pargo, y dadas las costumbres de la época
no contradictorio, es su gran religiosidad. Hizo donaciones a iglesias
y conventos, sobre todo al de las Catalinas de La Laguna, pues
sentía una auténtica veneración por la, todavía viva, Sor María de
Jesús, la Siervita. Carlos García, en su libro La Ciudad. Relatos
históricos y tradicionales de La Laguna afirma que "nunca
emprendió negocio, expedición de barco, ni celebró contrato sin
antes consultarlo con esta Sierva de Dios y obtuviera su
aprobación". Tres años después de la muerte de la Siervita,
consiguió que el cadáver de ésta fuera exhumado y, asombrado del
estado de conservación del mismo, encargó el sarcófago en el que
actualmente puede ser visitada y en el que mandó escribir unos
versos en cuyas letras iniciales se puede leer en vertical: PARGO. En
nuestros días se está llevando a cabo la causa para la canonización
de Sor María de Jesús y parece que se quiera eliminar cualquier
obstáculo para la misma, por lo que se está procediendo a una
revisión de la figura Amaro Pargo: por ello se insiste en el recurso
antes citado en que no era pirata.



Amaro Rodríguez Felipe murió
en 1747 y está enterrado en la
iglesia de Santo Domingo de
La Laguna. En la lápida del
enterramiento familiar, a la
entrada del templo, aparece
una calavera con dos tibias
cruzadas, lo que no ha hecho
sino alimentar la leyenda…



Entonces, ¿no hubo piratas canarios? Sí, y conocemos la historia de
uno de ellos. Se llamaba Ángel García, nació en 1800 en Igueste de
San Andrés, donde tenía su casa. Ha pasado a la historia con el
nombre de Cabeza de Perro, pues su cabeza era deforme. Poco
antes de llegar a Igueste, desde la carretera se puede apreciar una
serie de edificios a los que no es posible acceder porque una puerta
cierra el paso. Es El Balayo, una punta entre dos playas, lugar que
se ha relacionado siempre con el pirata. Cerca se encuentra la
Cueva del Agua, donde al parecer surtía de agua a sus naves. Tenía
su zona de operaciones en el Caribe y en La Habana, camuflado de
dulcería su cuartel general.
Fue comerciante, negrero y asesino sanguinario de los mares.
Cuando atacaba un navío mataba sin piedad a todos los que en él
iban. Ya a la vejez decidió retirarse a vivir en Tenerife, pero fue
reconocido y encarcelado en el castillo de Paso Alto. Poco tiempo
después era ejecutado cerca del Castillo Negro. Dulce María Loynaz
nos ha dejado un relato literario acerca de este personaje en su
libro Un verano en Tenerife. La piratería se extinguió en el Atlántico
en el siglo XIX, pero todavía queda en nuestras islas el recuerdo,
mitad historia mitad leyenda, de su existencia.



Trabajo realizado por:

Laura Garcés González
 Facundo Nahuel Perez
 Andrea Ovando Alfaro




2ºBach “C”


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Piratería en Canarias

Definiciones:


La piratería es una práctica
de saqueo organizado o
bandolerismo marítimo,
probablemente tan antigua
como la navegación misma.
Consiste en que una
embarcación privada o una
estatal amotinada ataca a otra
en aguas internacionales o en
lugares no sometidos a la
jurisdicción de ningún Estado,
con el propósito de robar su
carga, exigir rescate por los
pasajeros, convertirlos en
esclavos y muchas veces
apoderarse de la nave misma.





Corsario (del latín cursus es
decir "carrera") era el nombre
que se concedía a los
navegantes que, en virtud del
permiso concedido por un
gobierno en una carta de
marca o patente de corso,
capturaban y saqueaban el
tráfico mercante de las
naciones enemigas de ese
gobierno.
Pirata, persona que se dedica
a la piratería (una práctica de
saqueo organizado o
bandolerismo marítimo).

Los inicios de la piratería en canarias:


El auge de la piratería va asociada al descubrimiento y la posterior
explotación de América y a los conflictos entre las grandes potencias.
Aunque los piratas, en teoría, estaban fuera del control y del amparo
de cualquier nación, éstas se aprovechaban, e incluso llegaban a
apoyarlos, siempre que las víctimas fueran sus más acérrimos
enemigos. Las islas Canarias y Azores se convirtieron en lugares
estratégicos en las rutas marítimas de Europa, América y Asia. Los
preciados tesoros y especies de la nueva tierra descubierta eran un
gran botín para los piratas. Como estos tesoros recalaban en las Islas
Canarias o en las Islas Azores en su rumbo a la vieja Europa la
piratería no tardó en emerger en los mares cercanos a las islas.
También esta situación estratégica provocaba que los barcos que iban
a América pasaran por las islas a aprovisionarse de agua y alimentos,
y de camino atacasen alguna población costera.

La piratería en Canarias:


El descubrimiento de América y la penetración europea hacia el
Indico a través de la costa occidental africana convierten a las
Canarias en una encrucijada de las rutas marítimas. Apenas
avanzado el s. XVI comienza el tráfico naval entre las colonias
españolas de ultramar y la metrópoli. Los barcos regresaban
cargados de tesoros y especias, y sus rutas tenían que pasar
forzosamente entre las Azores y Canarias; de esta forma, los mares
de las islas son lugares de espera para las flotillas piratas. La
piratería en aguas de Canarias empieza en el primer tercio del s.
XVI, toma inusitada actividad hacia su final, y continúa durante todo
el s. XVII y XVIII, hasta su ocaso en la primera década del s. XIX.
En Canarias actuaron piratas de todas las nacionalidades, pero
principalmente fueron ingleses, franceses, berberiscos y de los
Países Bajos.



Piratas y corsarios que actuaron en
canarias:

Franceses: Ya en tiempos de la conquista aparecen aventureros

franceses que eligen como bases la isla de Lobos y el cabo de Anaga.
Corsarios y piratas dificultan en no pocas ocasiones el intercambio
exterior y dañan indirectamente la economía canaria al impedir el
tráfico interinsular, a la vez que se debe a ellos la entrada de
numerosos productos, prohibidos al comercio regular. La enemistad
entre la España de Carlos V (1500-1558) y Francia hace que sean
franceses los primeros piratas que aparezcan en las islas.
 Jean Fleury (también conocido como
Juan Florín) en 1522.
 Francois Le Clerc o Pie de palo. Saqueó
e incendió Santa Cruz de la Palma en 1553.
 Durand de Villegaingnong. También atacó
Santa Cruz de la Palma en 1554, pero esta
vez fue rechazado el ataque.
 Jean Capdeville. Arrasó San Sebastián de
la Gomera en 1571.
 Jacques de Sores. Atacó La Palma en 1570.



Ingleses: Al heredar Felipe II

el trono español se desata la
rivalidad angloespañola. Como
consecuencia, las Canarias se
convierten en blanco de los
ataques de la piratería inglesa.
Los ataques y saqueos son tan
frecuentes que el Rey se ve
obligado a fortalecer el aparato
defensivo del archipiélago. Entre
las medidas tomadas sobresalen
la creación del cargo de Capitán
General y el envío del ingeniero
italiano Torriani con la misión de
levantar torres y castillos en
aras de su mejor defensa.
Muchos de éstos aún se
conservan (castillo de
Guanapay, en Lanzarote)














John Poole.
Francis Drake. Fracasado ataque en 1585 a Santa Cruz de la Palma.

También fracasó en el ataque a Las Palmas de Gran Canaria y quiso
resarcirse atacando un poco más al sur de la isla, en Arguineguín,
pero también fue sorprendido y tuvo que huir con numerosas bajas.
William Harper. En 1593 ataca Lanzarote y Fuerteventura.
Walter Raleigh. Ataques sobre Tenerife y Fuerteventura en
1595.Ataque a Arrecife en 1616.
John Jennings. Santa Cruz de Tenerife sufre un ataque en 1706 que
es repelido.
Woodes Rogers. Fracasado ataque a Santa Cruz de Tenerife en
1708.
Charles Windon. En 1744 ataca San Sebastián de la Gomera y La
Palma.
En 1762, George de Cumberland y Berkley desembarca en Puerto
de Naos (El Hierro).
John Hawkins (conocido en Canarias como Aquines, por
castellanización de su apellido). Mantuvo relaciones mercantiles con
algunos propietarios de las islas a pesar que también atacaba
poblaciones junto a Francis Drake.
Robert Blake. Atacó Santa Cruz de Tenerife en 1656.

Holandeses: Al llegar el s.
XVII, son también los
holandeses los que
protagonizan episodios
piráticos en Canarias; sus
objetivos, aparte del móvil
del botín, son políticos y
bélicos.
 Pieter van der Does.
Fracasó en el intento de
invasión e incendio de San
Sebastián de la Gomera,
pero tuvo éxito en el
saqueo e incendio de Las
Palmas de Gran Canaria en
1599.




Otros (Argelinos, Tunecinos, Turcos...):



Dogalí apodado el Turquillo. En 1571 ocupa Arrecife (Lanzarote),




saqueando, incendiando y capturando un gran número de isleños.
Tabac Arráez y Solimán saquean Teguise (Lanzarote) y también
atacan San Sebastián de la Gomera en 1618.
Morato Arráez. en 1586 ataca Lanzarote, llega hasta Teguise
saqueándola y llevándose muchos cultivos.

Motivos de porque canarias era tan
importante en esta época:


Canarias, por su situación, era un lugar favorable para los piratas,
dependiendo también sus ataques, de las relaciones políticas que,
en cada momento, España jugaba con los distintos países. Así, las
guerras de Carlos I con Francia, en disputa por la hegemonía, o
los conflictos por motivos religiosos iniciados por Felipe II (s. XVI)
contra los Países Bajos (Bélgica, Holanda):"Prefiero perder mis
Estados a gobernar sobre herejes", incrementaron los ataques de
estos países. Éstos continúan, en el siglo XVII, con Felipe III y
IV, repercutiendo en los ataques piráticos de estos países. Otro
tanto ocurre con las alianzas de España con Francia en tiempo de
los Borbones contra Inglaterra. Concretamente, la alianza de
Carlos IV (finales del siglo XVIII: 1796) conllevó actuaciones
temerarias de Nelson, almirante inglés, destacando la derrota de la
escuadra española en el cabo de San Vicente o la de Trafalgar
(1805).

La caída de la piratería en Canarias:




Aparte de una mejor defensa de las Canarias, un hecho memorable
para estas tierras fue lo que hizo que la piratería descendiera en las
islas de forma sustancial. Este hecho fue el fracasado ataque de
Horacio Nelson en 1797 a Santa Cruz de Tenerife.
La pretensión de muchos de los ataques de piratas ingleses era la
de apoderarse de las islas en nombre de Inglaterra más que hacer
rapiña. Finalmente se prescindió de piratas o corsarios y un
almirante inglés aparece, con su flota, el 25 de julio de 1797 frente
a la costa de Santa Cruz de Tenerife. Al ataque le opone resistencia
las tropas canarias, bajo el mando del general Gutiérrez, y un
destacamento francés que se encontraba en la isla. En el
enfrentamiento Nelson pierde un brazo al ser alcanzado por una
bola de cañón. Nelson se ve desbordado por la imprevista marcha
de la batalla y tiene que capitular. Ya en tierra firma una paz, en el
que se compromete no intentar apoderarse de las Canarias. La
mayor defensa de las islas junto al declive de la piratería hace que
poco a poco las poblaciones y capitales se asentaran en la costa,
ganando en importancia y desarrollo respecto a las del interior.

Consecuencias de la piratería:


Los ataques piratas a villas y puertos con fines de capturar tesoros o
apoderarse de víveres y vinos se traducen en incendios, saqueos y
muertes; ello obliga a militarizar las islas con las consiguientes
cargas sobre la población, y como medida de precaución, las villas y
poblados se asientan en lugares no visibles desde la costa. Muchos
archivos y obras de arte desaparecen por los incendios, provocados
por los corsarios. Sin embargo no siempre las escuadras piratas
venían en son de rapiña. Muchas veces lo hacían con la finalidad de
practicar el contrabando con los naturales isleños; ciertos magnates
canarios debieron su fortuna a este comercio clandestino con los
piratas a lo que las autoridades hacían la vista gorda. La cuestión
era sobrevivir en un espacio insular a medio camino entre las
colonias americanas y la metrópoli española. Otras veces, los
ataques tenían sencillamente motivaciones políticas.

Relaciones entre piratas y
comerciantes:


Durante los siglos XVI, XVII y XVIII el contacto de los piratas con el
mundo de los negocios fue muy estrecho; se formaron sociedades
para financiar expediciones. Por otra parte, la acción de los piratas
se fue modificando de acuerdo con los adelantos técnicos; la
primitiva técnica del abordaje fue abandonada al armarse los barcos
con cañones; el negocio del mar requirió mayores inversiones, de
ahí que los capitanes de los barcos estuviesen muy ligados con los
comerciantes de especias de Ámsterdam o Londres, con los
banqueros italianos o con los comerciantes de Liverpool; las
expediciones requirieron una organización más compleja; los barcos
mercantes fueron transformados para el ejercicio de la piratería.



El tratado de Ryswick (1697) entre las potencias coloniales trasladó
la piratería de Hispanoamérica a América del Norte y, sobre todo, al
continente asiático (mar Rojo y costa de Malabar); fueron los
funcionarios de la compañía de las Indias quienes iniciaron en
contra de los neerlandeses, las acciones piráticas en el océano
Indico con base en Madagascar. Pero el fin de la piratería occidental
estaba próximo. En el siglo XIX sólo perduraron algunos piratas
aislados en ciertas costas de África, golfo Pérsico, China y Polinesia.
El desarrollo industrial y la máquina de vapor, hicieron las empresas
muy costosas y arriesgadas; la piratería se vio impotente ante el
avance técnico de los medios de comunicación y de organización
defensiva.
Finalmente comentar que los piratas no siempre venían en son de
rapiña sino que muchas veces lo hacían con el fin de practicar el
contrabando con los isleños. De hecho ciertos magnates canarios
debieron su fortuna a este comercio clandestino con los piratas. Por
ejemplo, el pirata inglés John Hawkins, conocido en las islas como
Aquines, mantuvo relaciones comerciales durante muchos años con
Pedro Ponte, un mercader y gran propietario tinerfeño.



Las islas también tuvieron piratas y corsarios propios. El más
conocido fue Ángel García, nacido en 1800 y conocido con el
nombre de Cabeza de perro, pues su cabeza era deforme. Fue
comerciante, negrero y cuando atacaba a un navío mataba sin
piedad a todo el que iba a bordo. Y hay otro personaje que, por sus
posibles lazos con la alta sociedad tinerfeña de la época, ha
desatado más de una polémica. Su nombre es Amaro Rodríguez
Felipe, nacido en 1695 y más conocido como Amaro Pargo.
Pertenecía a la clase noble y era más bien un corsario, lo que daba
carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos. Las huellas de su paso se encuentran por todas partes:
en el convento de las Catalinas, en la ermita de Nuestra señora de
El Rosario y sobre todo su propia tumba en la iglesia de Santo
Domingo de La Laguna. Sobre la lápida se aprecia una calavera y
dos tibias cruzadas…. símbolo de los piratas.

Historia de piratas:


En nuestras islas hay ocasiones en las que los aspectos del pasado
se entremezclan de tal forma que, a veces, es imposible discernir
dónde acaba la realidad y empiezan las leyendas. Nuestra historia –
o leyenda- en Machado, un barrio del municipio de El Rosario. Casi
al final de la carretera que conduce a la ermita de Nuestra Señora
del Rosario, si miramos hacia el norte, podemos distinguir las ruinas
de una antigua mansión canaria de campo. Si preguntamos a los
vecinos nos dirán: "esa es la casa del pirata". Subamos por un
camino empedrado y llegaremos a la casa. Apenas queda nada de lo
que fue. Una fotografía de 1975 nos da apenas una somera idea de
lo que debió ser. Sólo una habitación conserva todavía restos de las
maderas de la techumbre y algunas tejas. Desde esa estancia, una
única ventana nos permite ver una panorámica de la costa del sur
de Tenerife desde Radazul hasta El Porís. La casa es, pues, una
atalaya, casi un puesto de vigía sobre el mar.



Esa construcción fue declarada, junto con la ermita, Bien de Interés
Cultural en el año 2003. En esa declaración del Gobierno de Canarias se
la citaba como Casa del Pirata o del Rosario. No obstante, al año
siguiente y “visto el recurso de reposición interpuesto por Fray José
Mateos y García de Paredes, vicepostulador de la Causa de Canonización
de la Sierva de Dios Sor María de Jesús de León Delgado”, el Gobierno
canario decide mediante otro decreto que se le cambie el nombre y se
la denomine Casa de los Mesa, pues se considera que no está
demostrado que la casa perteneciera al supuesto pirata. Más adelante
veremos el porqué de ese recurso.

¿Quién era este pirata?



El personaje al que nos estamos refiriendo no es otro que Amaro
Rodríguez Felipe, nacido en 1695 en La Laguna y más conocido con el
nombre de Amaro Pargo. Conocemos su rostro por un retrato suyo que
se conserva en la ermita del Rosario, en el que, debajo de la imagen del
Señor de la Humildad y Paciencia, aparece junto a Fray Juan de Jesús y
el retrato mortuorio de Sor Maria de Jesús. En torno a su figura se han
tejido una serie de leyendas que tienen que ver con las actividades que
lo llevaron a navegar por el Atlántico. Pertenecía al estamento nobiliario
y no era con precisión un pirata, sino un corsario. La diferencia entre
ambos es que el primero actúa por libre, mientras que el segundo lo
hace mediante autorización real o patente de corso. Esta autorización
daba un carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos del correspondiente país.

Amaro Rodríguez Felipe
(Amaro Pargo)



Otro de los lugares relacionados con este personaje es la
Punta del Hidalgo, en la playa de San Mateo, bajo los
Dos Hermanos, donde se desembarcaban los productos
de contrabando. Otra de las lucrativas actividades que se
le atribuyen es el tráfico de esclavos desde la costa
africana hasta América. En los años 40 escandalizó a la
sociedad tinerfeña la publicación de un libro de la
doctora María Rosa Alonso titulado Un rincón tinerfeño.
La Punta del Hidalgo en el que se relacionaba de manera
directa la figura del corsario lagunero con las grandes
familias tinerfeñas. Dicho de otra manera, el origen de
algunas de las grandes fortunas tinerfeñas estaría en
actividades que podríamos calificar, como mínimo, de
dudosas. Algunos afirman, además, su pertenencia a la
francmasonería, en la que alcanzó el grado de
compañero.



Otro aspecto de Amaro Pargo, y dadas las costumbres de la época
no contradictorio, es su gran religiosidad. Hizo donaciones a iglesias
y conventos, sobre todo al de las Catalinas de La Laguna, pues
sentía una auténtica veneración por la, todavía viva, Sor María de
Jesús, la Siervita. Carlos García, en su libro La Ciudad. Relatos
históricos y tradicionales de La Laguna afirma que "nunca
emprendió negocio, expedición de barco, ni celebró contrato sin
antes consultarlo con esta Sierva de Dios y obtuviera su
aprobación". Tres años después de la muerte de la Siervita,
consiguió que el cadáver de ésta fuera exhumado y, asombrado del
estado de conservación del mismo, encargó el sarcófago en el que
actualmente puede ser visitada y en el que mandó escribir unos
versos en cuyas letras iniciales se puede leer en vertical: PARGO. En
nuestros días se está llevando a cabo la causa para la canonización
de Sor María de Jesús y parece que se quiera eliminar cualquier
obstáculo para la misma, por lo que se está procediendo a una
revisión de la figura Amaro Pargo: por ello se insiste en el recurso
antes citado en que no era pirata.



Amaro Rodríguez Felipe murió
en 1747 y está enterrado en la
iglesia de Santo Domingo de
La Laguna. En la lápida del
enterramiento familiar, a la
entrada del templo, aparece
una calavera con dos tibias
cruzadas, lo que no ha hecho
sino alimentar la leyenda…



Entonces, ¿no hubo piratas canarios? Sí, y conocemos la historia de
uno de ellos. Se llamaba Ángel García, nació en 1800 en Igueste de
San Andrés, donde tenía su casa. Ha pasado a la historia con el
nombre de Cabeza de Perro, pues su cabeza era deforme. Poco
antes de llegar a Igueste, desde la carretera se puede apreciar una
serie de edificios a los que no es posible acceder porque una puerta
cierra el paso. Es El Balayo, una punta entre dos playas, lugar que
se ha relacionado siempre con el pirata. Cerca se encuentra la
Cueva del Agua, donde al parecer surtía de agua a sus naves. Tenía
su zona de operaciones en el Caribe y en La Habana, camuflado de
dulcería su cuartel general.
Fue comerciante, negrero y asesino sanguinario de los mares.
Cuando atacaba un navío mataba sin piedad a todos los que en él
iban. Ya a la vejez decidió retirarse a vivir en Tenerife, pero fue
reconocido y encarcelado en el castillo de Paso Alto. Poco tiempo
después era ejecutado cerca del Castillo Negro. Dulce María Loynaz
nos ha dejado un relato literario acerca de este personaje en su
libro Un verano en Tenerife. La piratería se extinguió en el Atlántico
en el siglo XIX, pero todavía queda en nuestras islas el recuerdo,
mitad historia mitad leyenda, de su existencia.



Trabajo realizado por:

Laura Garcés González
 Facundo Nahuel Perez
 Andrea Ovando Alfaro




2ºBach “C”


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Piratería en Canarias

Definiciones:


La piratería es una práctica
de saqueo organizado o
bandolerismo marítimo,
probablemente tan antigua
como la navegación misma.
Consiste en que una
embarcación privada o una
estatal amotinada ataca a otra
en aguas internacionales o en
lugares no sometidos a la
jurisdicción de ningún Estado,
con el propósito de robar su
carga, exigir rescate por los
pasajeros, convertirlos en
esclavos y muchas veces
apoderarse de la nave misma.





Corsario (del latín cursus es
decir "carrera") era el nombre
que se concedía a los
navegantes que, en virtud del
permiso concedido por un
gobierno en una carta de
marca o patente de corso,
capturaban y saqueaban el
tráfico mercante de las
naciones enemigas de ese
gobierno.
Pirata, persona que se dedica
a la piratería (una práctica de
saqueo organizado o
bandolerismo marítimo).

Los inicios de la piratería en canarias:


El auge de la piratería va asociada al descubrimiento y la posterior
explotación de América y a los conflictos entre las grandes potencias.
Aunque los piratas, en teoría, estaban fuera del control y del amparo
de cualquier nación, éstas se aprovechaban, e incluso llegaban a
apoyarlos, siempre que las víctimas fueran sus más acérrimos
enemigos. Las islas Canarias y Azores se convirtieron en lugares
estratégicos en las rutas marítimas de Europa, América y Asia. Los
preciados tesoros y especies de la nueva tierra descubierta eran un
gran botín para los piratas. Como estos tesoros recalaban en las Islas
Canarias o en las Islas Azores en su rumbo a la vieja Europa la
piratería no tardó en emerger en los mares cercanos a las islas.
También esta situación estratégica provocaba que los barcos que iban
a América pasaran por las islas a aprovisionarse de agua y alimentos,
y de camino atacasen alguna población costera.

La piratería en Canarias:


El descubrimiento de América y la penetración europea hacia el
Indico a través de la costa occidental africana convierten a las
Canarias en una encrucijada de las rutas marítimas. Apenas
avanzado el s. XVI comienza el tráfico naval entre las colonias
españolas de ultramar y la metrópoli. Los barcos regresaban
cargados de tesoros y especias, y sus rutas tenían que pasar
forzosamente entre las Azores y Canarias; de esta forma, los mares
de las islas son lugares de espera para las flotillas piratas. La
piratería en aguas de Canarias empieza en el primer tercio del s.
XVI, toma inusitada actividad hacia su final, y continúa durante todo
el s. XVII y XVIII, hasta su ocaso en la primera década del s. XIX.
En Canarias actuaron piratas de todas las nacionalidades, pero
principalmente fueron ingleses, franceses, berberiscos y de los
Países Bajos.



Piratas y corsarios que actuaron en
canarias:

Franceses: Ya en tiempos de la conquista aparecen aventureros

franceses que eligen como bases la isla de Lobos y el cabo de Anaga.
Corsarios y piratas dificultan en no pocas ocasiones el intercambio
exterior y dañan indirectamente la economía canaria al impedir el
tráfico interinsular, a la vez que se debe a ellos la entrada de
numerosos productos, prohibidos al comercio regular. La enemistad
entre la España de Carlos V (1500-1558) y Francia hace que sean
franceses los primeros piratas que aparezcan en las islas.
 Jean Fleury (también conocido como
Juan Florín) en 1522.
 Francois Le Clerc o Pie de palo. Saqueó
e incendió Santa Cruz de la Palma en 1553.
 Durand de Villegaingnong. También atacó
Santa Cruz de la Palma en 1554, pero esta
vez fue rechazado el ataque.
 Jean Capdeville. Arrasó San Sebastián de
la Gomera en 1571.
 Jacques de Sores. Atacó La Palma en 1570.



Ingleses: Al heredar Felipe II

el trono español se desata la
rivalidad angloespañola. Como
consecuencia, las Canarias se
convierten en blanco de los
ataques de la piratería inglesa.
Los ataques y saqueos son tan
frecuentes que el Rey se ve
obligado a fortalecer el aparato
defensivo del archipiélago. Entre
las medidas tomadas sobresalen
la creación del cargo de Capitán
General y el envío del ingeniero
italiano Torriani con la misión de
levantar torres y castillos en
aras de su mejor defensa.
Muchos de éstos aún se
conservan (castillo de
Guanapay, en Lanzarote)














John Poole.
Francis Drake. Fracasado ataque en 1585 a Santa Cruz de la Palma.

También fracasó en el ataque a Las Palmas de Gran Canaria y quiso
resarcirse atacando un poco más al sur de la isla, en Arguineguín,
pero también fue sorprendido y tuvo que huir con numerosas bajas.
William Harper. En 1593 ataca Lanzarote y Fuerteventura.
Walter Raleigh. Ataques sobre Tenerife y Fuerteventura en
1595.Ataque a Arrecife en 1616.
John Jennings. Santa Cruz de Tenerife sufre un ataque en 1706 que
es repelido.
Woodes Rogers. Fracasado ataque a Santa Cruz de Tenerife en
1708.
Charles Windon. En 1744 ataca San Sebastián de la Gomera y La
Palma.
En 1762, George de Cumberland y Berkley desembarca en Puerto
de Naos (El Hierro).
John Hawkins (conocido en Canarias como Aquines, por
castellanización de su apellido). Mantuvo relaciones mercantiles con
algunos propietarios de las islas a pesar que también atacaba
poblaciones junto a Francis Drake.
Robert Blake. Atacó Santa Cruz de Tenerife en 1656.

Holandeses: Al llegar el s.
XVII, son también los
holandeses los que
protagonizan episodios
piráticos en Canarias; sus
objetivos, aparte del móvil
del botín, son políticos y
bélicos.
 Pieter van der Does.
Fracasó en el intento de
invasión e incendio de San
Sebastián de la Gomera,
pero tuvo éxito en el
saqueo e incendio de Las
Palmas de Gran Canaria en
1599.




Otros (Argelinos, Tunecinos, Turcos...):



Dogalí apodado el Turquillo. En 1571 ocupa Arrecife (Lanzarote),




saqueando, incendiando y capturando un gran número de isleños.
Tabac Arráez y Solimán saquean Teguise (Lanzarote) y también
atacan San Sebastián de la Gomera en 1618.
Morato Arráez. en 1586 ataca Lanzarote, llega hasta Teguise
saqueándola y llevándose muchos cultivos.

Motivos de porque canarias era tan
importante en esta época:


Canarias, por su situación, era un lugar favorable para los piratas,
dependiendo también sus ataques, de las relaciones políticas que,
en cada momento, España jugaba con los distintos países. Así, las
guerras de Carlos I con Francia, en disputa por la hegemonía, o
los conflictos por motivos religiosos iniciados por Felipe II (s. XVI)
contra los Países Bajos (Bélgica, Holanda):"Prefiero perder mis
Estados a gobernar sobre herejes", incrementaron los ataques de
estos países. Éstos continúan, en el siglo XVII, con Felipe III y
IV, repercutiendo en los ataques piráticos de estos países. Otro
tanto ocurre con las alianzas de España con Francia en tiempo de
los Borbones contra Inglaterra. Concretamente, la alianza de
Carlos IV (finales del siglo XVIII: 1796) conllevó actuaciones
temerarias de Nelson, almirante inglés, destacando la derrota de la
escuadra española en el cabo de San Vicente o la de Trafalgar
(1805).

La caída de la piratería en Canarias:




Aparte de una mejor defensa de las Canarias, un hecho memorable
para estas tierras fue lo que hizo que la piratería descendiera en las
islas de forma sustancial. Este hecho fue el fracasado ataque de
Horacio Nelson en 1797 a Santa Cruz de Tenerife.
La pretensión de muchos de los ataques de piratas ingleses era la
de apoderarse de las islas en nombre de Inglaterra más que hacer
rapiña. Finalmente se prescindió de piratas o corsarios y un
almirante inglés aparece, con su flota, el 25 de julio de 1797 frente
a la costa de Santa Cruz de Tenerife. Al ataque le opone resistencia
las tropas canarias, bajo el mando del general Gutiérrez, y un
destacamento francés que se encontraba en la isla. En el
enfrentamiento Nelson pierde un brazo al ser alcanzado por una
bola de cañón. Nelson se ve desbordado por la imprevista marcha
de la batalla y tiene que capitular. Ya en tierra firma una paz, en el
que se compromete no intentar apoderarse de las Canarias. La
mayor defensa de las islas junto al declive de la piratería hace que
poco a poco las poblaciones y capitales se asentaran en la costa,
ganando en importancia y desarrollo respecto a las del interior.

Consecuencias de la piratería:


Los ataques piratas a villas y puertos con fines de capturar tesoros o
apoderarse de víveres y vinos se traducen en incendios, saqueos y
muertes; ello obliga a militarizar las islas con las consiguientes
cargas sobre la población, y como medida de precaución, las villas y
poblados se asientan en lugares no visibles desde la costa. Muchos
archivos y obras de arte desaparecen por los incendios, provocados
por los corsarios. Sin embargo no siempre las escuadras piratas
venían en son de rapiña. Muchas veces lo hacían con la finalidad de
practicar el contrabando con los naturales isleños; ciertos magnates
canarios debieron su fortuna a este comercio clandestino con los
piratas a lo que las autoridades hacían la vista gorda. La cuestión
era sobrevivir en un espacio insular a medio camino entre las
colonias americanas y la metrópoli española. Otras veces, los
ataques tenían sencillamente motivaciones políticas.

Relaciones entre piratas y
comerciantes:


Durante los siglos XVI, XVII y XVIII el contacto de los piratas con el
mundo de los negocios fue muy estrecho; se formaron sociedades
para financiar expediciones. Por otra parte, la acción de los piratas
se fue modificando de acuerdo con los adelantos técnicos; la
primitiva técnica del abordaje fue abandonada al armarse los barcos
con cañones; el negocio del mar requirió mayores inversiones, de
ahí que los capitanes de los barcos estuviesen muy ligados con los
comerciantes de especias de Ámsterdam o Londres, con los
banqueros italianos o con los comerciantes de Liverpool; las
expediciones requirieron una organización más compleja; los barcos
mercantes fueron transformados para el ejercicio de la piratería.



El tratado de Ryswick (1697) entre las potencias coloniales trasladó
la piratería de Hispanoamérica a América del Norte y, sobre todo, al
continente asiático (mar Rojo y costa de Malabar); fueron los
funcionarios de la compañía de las Indias quienes iniciaron en
contra de los neerlandeses, las acciones piráticas en el océano
Indico con base en Madagascar. Pero el fin de la piratería occidental
estaba próximo. En el siglo XIX sólo perduraron algunos piratas
aislados en ciertas costas de África, golfo Pérsico, China y Polinesia.
El desarrollo industrial y la máquina de vapor, hicieron las empresas
muy costosas y arriesgadas; la piratería se vio impotente ante el
avance técnico de los medios de comunicación y de organización
defensiva.
Finalmente comentar que los piratas no siempre venían en son de
rapiña sino que muchas veces lo hacían con el fin de practicar el
contrabando con los isleños. De hecho ciertos magnates canarios
debieron su fortuna a este comercio clandestino con los piratas. Por
ejemplo, el pirata inglés John Hawkins, conocido en las islas como
Aquines, mantuvo relaciones comerciales durante muchos años con
Pedro Ponte, un mercader y gran propietario tinerfeño.



Las islas también tuvieron piratas y corsarios propios. El más
conocido fue Ángel García, nacido en 1800 y conocido con el
nombre de Cabeza de perro, pues su cabeza era deforme. Fue
comerciante, negrero y cuando atacaba a un navío mataba sin
piedad a todo el que iba a bordo. Y hay otro personaje que, por sus
posibles lazos con la alta sociedad tinerfeña de la época, ha
desatado más de una polémica. Su nombre es Amaro Rodríguez
Felipe, nacido en 1695 y más conocido como Amaro Pargo.
Pertenecía a la clase noble y era más bien un corsario, lo que daba
carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos. Las huellas de su paso se encuentran por todas partes:
en el convento de las Catalinas, en la ermita de Nuestra señora de
El Rosario y sobre todo su propia tumba en la iglesia de Santo
Domingo de La Laguna. Sobre la lápida se aprecia una calavera y
dos tibias cruzadas…. símbolo de los piratas.

Historia de piratas:


En nuestras islas hay ocasiones en las que los aspectos del pasado
se entremezclan de tal forma que, a veces, es imposible discernir
dónde acaba la realidad y empiezan las leyendas. Nuestra historia –
o leyenda- en Machado, un barrio del municipio de El Rosario. Casi
al final de la carretera que conduce a la ermita de Nuestra Señora
del Rosario, si miramos hacia el norte, podemos distinguir las ruinas
de una antigua mansión canaria de campo. Si preguntamos a los
vecinos nos dirán: "esa es la casa del pirata". Subamos por un
camino empedrado y llegaremos a la casa. Apenas queda nada de lo
que fue. Una fotografía de 1975 nos da apenas una somera idea de
lo que debió ser. Sólo una habitación conserva todavía restos de las
maderas de la techumbre y algunas tejas. Desde esa estancia, una
única ventana nos permite ver una panorámica de la costa del sur
de Tenerife desde Radazul hasta El Porís. La casa es, pues, una
atalaya, casi un puesto de vigía sobre el mar.



Esa construcción fue declarada, junto con la ermita, Bien de Interés
Cultural en el año 2003. En esa declaración del Gobierno de Canarias se
la citaba como Casa del Pirata o del Rosario. No obstante, al año
siguiente y “visto el recurso de reposición interpuesto por Fray José
Mateos y García de Paredes, vicepostulador de la Causa de Canonización
de la Sierva de Dios Sor María de Jesús de León Delgado”, el Gobierno
canario decide mediante otro decreto que se le cambie el nombre y se
la denomine Casa de los Mesa, pues se considera que no está
demostrado que la casa perteneciera al supuesto pirata. Más adelante
veremos el porqué de ese recurso.

¿Quién era este pirata?



El personaje al que nos estamos refiriendo no es otro que Amaro
Rodríguez Felipe, nacido en 1695 en La Laguna y más conocido con el
nombre de Amaro Pargo. Conocemos su rostro por un retrato suyo que
se conserva en la ermita del Rosario, en el que, debajo de la imagen del
Señor de la Humildad y Paciencia, aparece junto a Fray Juan de Jesús y
el retrato mortuorio de Sor Maria de Jesús. En torno a su figura se han
tejido una serie de leyendas que tienen que ver con las actividades que
lo llevaron a navegar por el Atlántico. Pertenecía al estamento nobiliario
y no era con precisión un pirata, sino un corsario. La diferencia entre
ambos es que el primero actúa por libre, mientras que el segundo lo
hace mediante autorización real o patente de corso. Esta autorización
daba un carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos del correspondiente país.

Amaro Rodríguez Felipe
(Amaro Pargo)



Otro de los lugares relacionados con este personaje es la
Punta del Hidalgo, en la playa de San Mateo, bajo los
Dos Hermanos, donde se desembarcaban los productos
de contrabando. Otra de las lucrativas actividades que se
le atribuyen es el tráfico de esclavos desde la costa
africana hasta América. En los años 40 escandalizó a la
sociedad tinerfeña la publicación de un libro de la
doctora María Rosa Alonso titulado Un rincón tinerfeño.
La Punta del Hidalgo en el que se relacionaba de manera
directa la figura del corsario lagunero con las grandes
familias tinerfeñas. Dicho de otra manera, el origen de
algunas de las grandes fortunas tinerfeñas estaría en
actividades que podríamos calificar, como mínimo, de
dudosas. Algunos afirman, además, su pertenencia a la
francmasonería, en la que alcanzó el grado de
compañero.



Otro aspecto de Amaro Pargo, y dadas las costumbres de la época
no contradictorio, es su gran religiosidad. Hizo donaciones a iglesias
y conventos, sobre todo al de las Catalinas de La Laguna, pues
sentía una auténtica veneración por la, todavía viva, Sor María de
Jesús, la Siervita. Carlos García, en su libro La Ciudad. Relatos
históricos y tradicionales de La Laguna afirma que "nunca
emprendió negocio, expedición de barco, ni celebró contrato sin
antes consultarlo con esta Sierva de Dios y obtuviera su
aprobación". Tres años después de la muerte de la Siervita,
consiguió que el cadáver de ésta fuera exhumado y, asombrado del
estado de conservación del mismo, encargó el sarcófago en el que
actualmente puede ser visitada y en el que mandó escribir unos
versos en cuyas letras iniciales se puede leer en vertical: PARGO. En
nuestros días se está llevando a cabo la causa para la canonización
de Sor María de Jesús y parece que se quiera eliminar cualquier
obstáculo para la misma, por lo que se está procediendo a una
revisión de la figura Amaro Pargo: por ello se insiste en el recurso
antes citado en que no era pirata.



Amaro Rodríguez Felipe murió
en 1747 y está enterrado en la
iglesia de Santo Domingo de
La Laguna. En la lápida del
enterramiento familiar, a la
entrada del templo, aparece
una calavera con dos tibias
cruzadas, lo que no ha hecho
sino alimentar la leyenda…



Entonces, ¿no hubo piratas canarios? Sí, y conocemos la historia de
uno de ellos. Se llamaba Ángel García, nació en 1800 en Igueste de
San Andrés, donde tenía su casa. Ha pasado a la historia con el
nombre de Cabeza de Perro, pues su cabeza era deforme. Poco
antes de llegar a Igueste, desde la carretera se puede apreciar una
serie de edificios a los que no es posible acceder porque una puerta
cierra el paso. Es El Balayo, una punta entre dos playas, lugar que
se ha relacionado siempre con el pirata. Cerca se encuentra la
Cueva del Agua, donde al parecer surtía de agua a sus naves. Tenía
su zona de operaciones en el Caribe y en La Habana, camuflado de
dulcería su cuartel general.
Fue comerciante, negrero y asesino sanguinario de los mares.
Cuando atacaba un navío mataba sin piedad a todos los que en él
iban. Ya a la vejez decidió retirarse a vivir en Tenerife, pero fue
reconocido y encarcelado en el castillo de Paso Alto. Poco tiempo
después era ejecutado cerca del Castillo Negro. Dulce María Loynaz
nos ha dejado un relato literario acerca de este personaje en su
libro Un verano en Tenerife. La piratería se extinguió en el Atlántico
en el siglo XIX, pero todavía queda en nuestras islas el recuerdo,
mitad historia mitad leyenda, de su existencia.



Trabajo realizado por:

Laura Garcés González
 Facundo Nahuel Perez
 Andrea Ovando Alfaro




2ºBach “C”


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Piratería en Canarias

Definiciones:


La piratería es una práctica
de saqueo organizado o
bandolerismo marítimo,
probablemente tan antigua
como la navegación misma.
Consiste en que una
embarcación privada o una
estatal amotinada ataca a otra
en aguas internacionales o en
lugares no sometidos a la
jurisdicción de ningún Estado,
con el propósito de robar su
carga, exigir rescate por los
pasajeros, convertirlos en
esclavos y muchas veces
apoderarse de la nave misma.





Corsario (del latín cursus es
decir "carrera") era el nombre
que se concedía a los
navegantes que, en virtud del
permiso concedido por un
gobierno en una carta de
marca o patente de corso,
capturaban y saqueaban el
tráfico mercante de las
naciones enemigas de ese
gobierno.
Pirata, persona que se dedica
a la piratería (una práctica de
saqueo organizado o
bandolerismo marítimo).

Los inicios de la piratería en canarias:


El auge de la piratería va asociada al descubrimiento y la posterior
explotación de América y a los conflictos entre las grandes potencias.
Aunque los piratas, en teoría, estaban fuera del control y del amparo
de cualquier nación, éstas se aprovechaban, e incluso llegaban a
apoyarlos, siempre que las víctimas fueran sus más acérrimos
enemigos. Las islas Canarias y Azores se convirtieron en lugares
estratégicos en las rutas marítimas de Europa, América y Asia. Los
preciados tesoros y especies de la nueva tierra descubierta eran un
gran botín para los piratas. Como estos tesoros recalaban en las Islas
Canarias o en las Islas Azores en su rumbo a la vieja Europa la
piratería no tardó en emerger en los mares cercanos a las islas.
También esta situación estratégica provocaba que los barcos que iban
a América pasaran por las islas a aprovisionarse de agua y alimentos,
y de camino atacasen alguna población costera.

La piratería en Canarias:


El descubrimiento de América y la penetración europea hacia el
Indico a través de la costa occidental africana convierten a las
Canarias en una encrucijada de las rutas marítimas. Apenas
avanzado el s. XVI comienza el tráfico naval entre las colonias
españolas de ultramar y la metrópoli. Los barcos regresaban
cargados de tesoros y especias, y sus rutas tenían que pasar
forzosamente entre las Azores y Canarias; de esta forma, los mares
de las islas son lugares de espera para las flotillas piratas. La
piratería en aguas de Canarias empieza en el primer tercio del s.
XVI, toma inusitada actividad hacia su final, y continúa durante todo
el s. XVII y XVIII, hasta su ocaso en la primera década del s. XIX.
En Canarias actuaron piratas de todas las nacionalidades, pero
principalmente fueron ingleses, franceses, berberiscos y de los
Países Bajos.



Piratas y corsarios que actuaron en
canarias:

Franceses: Ya en tiempos de la conquista aparecen aventureros

franceses que eligen como bases la isla de Lobos y el cabo de Anaga.
Corsarios y piratas dificultan en no pocas ocasiones el intercambio
exterior y dañan indirectamente la economía canaria al impedir el
tráfico interinsular, a la vez que se debe a ellos la entrada de
numerosos productos, prohibidos al comercio regular. La enemistad
entre la España de Carlos V (1500-1558) y Francia hace que sean
franceses los primeros piratas que aparezcan en las islas.
 Jean Fleury (también conocido como
Juan Florín) en 1522.
 Francois Le Clerc o Pie de palo. Saqueó
e incendió Santa Cruz de la Palma en 1553.
 Durand de Villegaingnong. También atacó
Santa Cruz de la Palma en 1554, pero esta
vez fue rechazado el ataque.
 Jean Capdeville. Arrasó San Sebastián de
la Gomera en 1571.
 Jacques de Sores. Atacó La Palma en 1570.



Ingleses: Al heredar Felipe II

el trono español se desata la
rivalidad angloespañola. Como
consecuencia, las Canarias se
convierten en blanco de los
ataques de la piratería inglesa.
Los ataques y saqueos son tan
frecuentes que el Rey se ve
obligado a fortalecer el aparato
defensivo del archipiélago. Entre
las medidas tomadas sobresalen
la creación del cargo de Capitán
General y el envío del ingeniero
italiano Torriani con la misión de
levantar torres y castillos en
aras de su mejor defensa.
Muchos de éstos aún se
conservan (castillo de
Guanapay, en Lanzarote)














John Poole.
Francis Drake. Fracasado ataque en 1585 a Santa Cruz de la Palma.

También fracasó en el ataque a Las Palmas de Gran Canaria y quiso
resarcirse atacando un poco más al sur de la isla, en Arguineguín,
pero también fue sorprendido y tuvo que huir con numerosas bajas.
William Harper. En 1593 ataca Lanzarote y Fuerteventura.
Walter Raleigh. Ataques sobre Tenerife y Fuerteventura en
1595.Ataque a Arrecife en 1616.
John Jennings. Santa Cruz de Tenerife sufre un ataque en 1706 que
es repelido.
Woodes Rogers. Fracasado ataque a Santa Cruz de Tenerife en
1708.
Charles Windon. En 1744 ataca San Sebastián de la Gomera y La
Palma.
En 1762, George de Cumberland y Berkley desembarca en Puerto
de Naos (El Hierro).
John Hawkins (conocido en Canarias como Aquines, por
castellanización de su apellido). Mantuvo relaciones mercantiles con
algunos propietarios de las islas a pesar que también atacaba
poblaciones junto a Francis Drake.
Robert Blake. Atacó Santa Cruz de Tenerife en 1656.

Holandeses: Al llegar el s.
XVII, son también los
holandeses los que
protagonizan episodios
piráticos en Canarias; sus
objetivos, aparte del móvil
del botín, son políticos y
bélicos.
 Pieter van der Does.
Fracasó en el intento de
invasión e incendio de San
Sebastián de la Gomera,
pero tuvo éxito en el
saqueo e incendio de Las
Palmas de Gran Canaria en
1599.




Otros (Argelinos, Tunecinos, Turcos...):



Dogalí apodado el Turquillo. En 1571 ocupa Arrecife (Lanzarote),




saqueando, incendiando y capturando un gran número de isleños.
Tabac Arráez y Solimán saquean Teguise (Lanzarote) y también
atacan San Sebastián de la Gomera en 1618.
Morato Arráez. en 1586 ataca Lanzarote, llega hasta Teguise
saqueándola y llevándose muchos cultivos.

Motivos de porque canarias era tan
importante en esta época:


Canarias, por su situación, era un lugar favorable para los piratas,
dependiendo también sus ataques, de las relaciones políticas que,
en cada momento, España jugaba con los distintos países. Así, las
guerras de Carlos I con Francia, en disputa por la hegemonía, o
los conflictos por motivos religiosos iniciados por Felipe II (s. XVI)
contra los Países Bajos (Bélgica, Holanda):"Prefiero perder mis
Estados a gobernar sobre herejes", incrementaron los ataques de
estos países. Éstos continúan, en el siglo XVII, con Felipe III y
IV, repercutiendo en los ataques piráticos de estos países. Otro
tanto ocurre con las alianzas de España con Francia en tiempo de
los Borbones contra Inglaterra. Concretamente, la alianza de
Carlos IV (finales del siglo XVIII: 1796) conllevó actuaciones
temerarias de Nelson, almirante inglés, destacando la derrota de la
escuadra española en el cabo de San Vicente o la de Trafalgar
(1805).

La caída de la piratería en Canarias:




Aparte de una mejor defensa de las Canarias, un hecho memorable
para estas tierras fue lo que hizo que la piratería descendiera en las
islas de forma sustancial. Este hecho fue el fracasado ataque de
Horacio Nelson en 1797 a Santa Cruz de Tenerife.
La pretensión de muchos de los ataques de piratas ingleses era la
de apoderarse de las islas en nombre de Inglaterra más que hacer
rapiña. Finalmente se prescindió de piratas o corsarios y un
almirante inglés aparece, con su flota, el 25 de julio de 1797 frente
a la costa de Santa Cruz de Tenerife. Al ataque le opone resistencia
las tropas canarias, bajo el mando del general Gutiérrez, y un
destacamento francés que se encontraba en la isla. En el
enfrentamiento Nelson pierde un brazo al ser alcanzado por una
bola de cañón. Nelson se ve desbordado por la imprevista marcha
de la batalla y tiene que capitular. Ya en tierra firma una paz, en el
que se compromete no intentar apoderarse de las Canarias. La
mayor defensa de las islas junto al declive de la piratería hace que
poco a poco las poblaciones y capitales se asentaran en la costa,
ganando en importancia y desarrollo respecto a las del interior.

Consecuencias de la piratería:


Los ataques piratas a villas y puertos con fines de capturar tesoros o
apoderarse de víveres y vinos se traducen en incendios, saqueos y
muertes; ello obliga a militarizar las islas con las consiguientes
cargas sobre la población, y como medida de precaución, las villas y
poblados se asientan en lugares no visibles desde la costa. Muchos
archivos y obras de arte desaparecen por los incendios, provocados
por los corsarios. Sin embargo no siempre las escuadras piratas
venían en son de rapiña. Muchas veces lo hacían con la finalidad de
practicar el contrabando con los naturales isleños; ciertos magnates
canarios debieron su fortuna a este comercio clandestino con los
piratas a lo que las autoridades hacían la vista gorda. La cuestión
era sobrevivir en un espacio insular a medio camino entre las
colonias americanas y la metrópoli española. Otras veces, los
ataques tenían sencillamente motivaciones políticas.

Relaciones entre piratas y
comerciantes:


Durante los siglos XVI, XVII y XVIII el contacto de los piratas con el
mundo de los negocios fue muy estrecho; se formaron sociedades
para financiar expediciones. Por otra parte, la acción de los piratas
se fue modificando de acuerdo con los adelantos técnicos; la
primitiva técnica del abordaje fue abandonada al armarse los barcos
con cañones; el negocio del mar requirió mayores inversiones, de
ahí que los capitanes de los barcos estuviesen muy ligados con los
comerciantes de especias de Ámsterdam o Londres, con los
banqueros italianos o con los comerciantes de Liverpool; las
expediciones requirieron una organización más compleja; los barcos
mercantes fueron transformados para el ejercicio de la piratería.



El tratado de Ryswick (1697) entre las potencias coloniales trasladó
la piratería de Hispanoamérica a América del Norte y, sobre todo, al
continente asiático (mar Rojo y costa de Malabar); fueron los
funcionarios de la compañía de las Indias quienes iniciaron en
contra de los neerlandeses, las acciones piráticas en el océano
Indico con base en Madagascar. Pero el fin de la piratería occidental
estaba próximo. En el siglo XIX sólo perduraron algunos piratas
aislados en ciertas costas de África, golfo Pérsico, China y Polinesia.
El desarrollo industrial y la máquina de vapor, hicieron las empresas
muy costosas y arriesgadas; la piratería se vio impotente ante el
avance técnico de los medios de comunicación y de organización
defensiva.
Finalmente comentar que los piratas no siempre venían en son de
rapiña sino que muchas veces lo hacían con el fin de practicar el
contrabando con los isleños. De hecho ciertos magnates canarios
debieron su fortuna a este comercio clandestino con los piratas. Por
ejemplo, el pirata inglés John Hawkins, conocido en las islas como
Aquines, mantuvo relaciones comerciales durante muchos años con
Pedro Ponte, un mercader y gran propietario tinerfeño.



Las islas también tuvieron piratas y corsarios propios. El más
conocido fue Ángel García, nacido en 1800 y conocido con el
nombre de Cabeza de perro, pues su cabeza era deforme. Fue
comerciante, negrero y cuando atacaba a un navío mataba sin
piedad a todo el que iba a bordo. Y hay otro personaje que, por sus
posibles lazos con la alta sociedad tinerfeña de la época, ha
desatado más de una polémica. Su nombre es Amaro Rodríguez
Felipe, nacido en 1695 y más conocido como Amaro Pargo.
Pertenecía a la clase noble y era más bien un corsario, lo que daba
carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos. Las huellas de su paso se encuentran por todas partes:
en el convento de las Catalinas, en la ermita de Nuestra señora de
El Rosario y sobre todo su propia tumba en la iglesia de Santo
Domingo de La Laguna. Sobre la lápida se aprecia una calavera y
dos tibias cruzadas…. símbolo de los piratas.

Historia de piratas:


En nuestras islas hay ocasiones en las que los aspectos del pasado
se entremezclan de tal forma que, a veces, es imposible discernir
dónde acaba la realidad y empiezan las leyendas. Nuestra historia –
o leyenda- en Machado, un barrio del municipio de El Rosario. Casi
al final de la carretera que conduce a la ermita de Nuestra Señora
del Rosario, si miramos hacia el norte, podemos distinguir las ruinas
de una antigua mansión canaria de campo. Si preguntamos a los
vecinos nos dirán: "esa es la casa del pirata". Subamos por un
camino empedrado y llegaremos a la casa. Apenas queda nada de lo
que fue. Una fotografía de 1975 nos da apenas una somera idea de
lo que debió ser. Sólo una habitación conserva todavía restos de las
maderas de la techumbre y algunas tejas. Desde esa estancia, una
única ventana nos permite ver una panorámica de la costa del sur
de Tenerife desde Radazul hasta El Porís. La casa es, pues, una
atalaya, casi un puesto de vigía sobre el mar.



Esa construcción fue declarada, junto con la ermita, Bien de Interés
Cultural en el año 2003. En esa declaración del Gobierno de Canarias se
la citaba como Casa del Pirata o del Rosario. No obstante, al año
siguiente y “visto el recurso de reposición interpuesto por Fray José
Mateos y García de Paredes, vicepostulador de la Causa de Canonización
de la Sierva de Dios Sor María de Jesús de León Delgado”, el Gobierno
canario decide mediante otro decreto que se le cambie el nombre y se
la denomine Casa de los Mesa, pues se considera que no está
demostrado que la casa perteneciera al supuesto pirata. Más adelante
veremos el porqué de ese recurso.

¿Quién era este pirata?



El personaje al que nos estamos refiriendo no es otro que Amaro
Rodríguez Felipe, nacido en 1695 en La Laguna y más conocido con el
nombre de Amaro Pargo. Conocemos su rostro por un retrato suyo que
se conserva en la ermita del Rosario, en el que, debajo de la imagen del
Señor de la Humildad y Paciencia, aparece junto a Fray Juan de Jesús y
el retrato mortuorio de Sor Maria de Jesús. En torno a su figura se han
tejido una serie de leyendas que tienen que ver con las actividades que
lo llevaron a navegar por el Atlántico. Pertenecía al estamento nobiliario
y no era con precisión un pirata, sino un corsario. La diferencia entre
ambos es que el primero actúa por libre, mientras que el segundo lo
hace mediante autorización real o patente de corso. Esta autorización
daba un carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos del correspondiente país.

Amaro Rodríguez Felipe
(Amaro Pargo)



Otro de los lugares relacionados con este personaje es la
Punta del Hidalgo, en la playa de San Mateo, bajo los
Dos Hermanos, donde se desembarcaban los productos
de contrabando. Otra de las lucrativas actividades que se
le atribuyen es el tráfico de esclavos desde la costa
africana hasta América. En los años 40 escandalizó a la
sociedad tinerfeña la publicación de un libro de la
doctora María Rosa Alonso titulado Un rincón tinerfeño.
La Punta del Hidalgo en el que se relacionaba de manera
directa la figura del corsario lagunero con las grandes
familias tinerfeñas. Dicho de otra manera, el origen de
algunas de las grandes fortunas tinerfeñas estaría en
actividades que podríamos calificar, como mínimo, de
dudosas. Algunos afirman, además, su pertenencia a la
francmasonería, en la que alcanzó el grado de
compañero.



Otro aspecto de Amaro Pargo, y dadas las costumbres de la época
no contradictorio, es su gran religiosidad. Hizo donaciones a iglesias
y conventos, sobre todo al de las Catalinas de La Laguna, pues
sentía una auténtica veneración por la, todavía viva, Sor María de
Jesús, la Siervita. Carlos García, en su libro La Ciudad. Relatos
históricos y tradicionales de La Laguna afirma que "nunca
emprendió negocio, expedición de barco, ni celebró contrato sin
antes consultarlo con esta Sierva de Dios y obtuviera su
aprobación". Tres años después de la muerte de la Siervita,
consiguió que el cadáver de ésta fuera exhumado y, asombrado del
estado de conservación del mismo, encargó el sarcófago en el que
actualmente puede ser visitada y en el que mandó escribir unos
versos en cuyas letras iniciales se puede leer en vertical: PARGO. En
nuestros días se está llevando a cabo la causa para la canonización
de Sor María de Jesús y parece que se quiera eliminar cualquier
obstáculo para la misma, por lo que se está procediendo a una
revisión de la figura Amaro Pargo: por ello se insiste en el recurso
antes citado en que no era pirata.



Amaro Rodríguez Felipe murió
en 1747 y está enterrado en la
iglesia de Santo Domingo de
La Laguna. En la lápida del
enterramiento familiar, a la
entrada del templo, aparece
una calavera con dos tibias
cruzadas, lo que no ha hecho
sino alimentar la leyenda…



Entonces, ¿no hubo piratas canarios? Sí, y conocemos la historia de
uno de ellos. Se llamaba Ángel García, nació en 1800 en Igueste de
San Andrés, donde tenía su casa. Ha pasado a la historia con el
nombre de Cabeza de Perro, pues su cabeza era deforme. Poco
antes de llegar a Igueste, desde la carretera se puede apreciar una
serie de edificios a los que no es posible acceder porque una puerta
cierra el paso. Es El Balayo, una punta entre dos playas, lugar que
se ha relacionado siempre con el pirata. Cerca se encuentra la
Cueva del Agua, donde al parecer surtía de agua a sus naves. Tenía
su zona de operaciones en el Caribe y en La Habana, camuflado de
dulcería su cuartel general.
Fue comerciante, negrero y asesino sanguinario de los mares.
Cuando atacaba un navío mataba sin piedad a todos los que en él
iban. Ya a la vejez decidió retirarse a vivir en Tenerife, pero fue
reconocido y encarcelado en el castillo de Paso Alto. Poco tiempo
después era ejecutado cerca del Castillo Negro. Dulce María Loynaz
nos ha dejado un relato literario acerca de este personaje en su
libro Un verano en Tenerife. La piratería se extinguió en el Atlántico
en el siglo XIX, pero todavía queda en nuestras islas el recuerdo,
mitad historia mitad leyenda, de su existencia.



Trabajo realizado por:

Laura Garcés González
 Facundo Nahuel Perez
 Andrea Ovando Alfaro




2ºBach “C”


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Piratería en Canarias

Definiciones:


La piratería es una práctica
de saqueo organizado o
bandolerismo marítimo,
probablemente tan antigua
como la navegación misma.
Consiste en que una
embarcación privada o una
estatal amotinada ataca a otra
en aguas internacionales o en
lugares no sometidos a la
jurisdicción de ningún Estado,
con el propósito de robar su
carga, exigir rescate por los
pasajeros, convertirlos en
esclavos y muchas veces
apoderarse de la nave misma.





Corsario (del latín cursus es
decir "carrera") era el nombre
que se concedía a los
navegantes que, en virtud del
permiso concedido por un
gobierno en una carta de
marca o patente de corso,
capturaban y saqueaban el
tráfico mercante de las
naciones enemigas de ese
gobierno.
Pirata, persona que se dedica
a la piratería (una práctica de
saqueo organizado o
bandolerismo marítimo).

Los inicios de la piratería en canarias:


El auge de la piratería va asociada al descubrimiento y la posterior
explotación de América y a los conflictos entre las grandes potencias.
Aunque los piratas, en teoría, estaban fuera del control y del amparo
de cualquier nación, éstas se aprovechaban, e incluso llegaban a
apoyarlos, siempre que las víctimas fueran sus más acérrimos
enemigos. Las islas Canarias y Azores se convirtieron en lugares
estratégicos en las rutas marítimas de Europa, América y Asia. Los
preciados tesoros y especies de la nueva tierra descubierta eran un
gran botín para los piratas. Como estos tesoros recalaban en las Islas
Canarias o en las Islas Azores en su rumbo a la vieja Europa la
piratería no tardó en emerger en los mares cercanos a las islas.
También esta situación estratégica provocaba que los barcos que iban
a América pasaran por las islas a aprovisionarse de agua y alimentos,
y de camino atacasen alguna población costera.

La piratería en Canarias:


El descubrimiento de América y la penetración europea hacia el
Indico a través de la costa occidental africana convierten a las
Canarias en una encrucijada de las rutas marítimas. Apenas
avanzado el s. XVI comienza el tráfico naval entre las colonias
españolas de ultramar y la metrópoli. Los barcos regresaban
cargados de tesoros y especias, y sus rutas tenían que pasar
forzosamente entre las Azores y Canarias; de esta forma, los mares
de las islas son lugares de espera para las flotillas piratas. La
piratería en aguas de Canarias empieza en el primer tercio del s.
XVI, toma inusitada actividad hacia su final, y continúa durante todo
el s. XVII y XVIII, hasta su ocaso en la primera década del s. XIX.
En Canarias actuaron piratas de todas las nacionalidades, pero
principalmente fueron ingleses, franceses, berberiscos y de los
Países Bajos.



Piratas y corsarios que actuaron en
canarias:

Franceses: Ya en tiempos de la conquista aparecen aventureros

franceses que eligen como bases la isla de Lobos y el cabo de Anaga.
Corsarios y piratas dificultan en no pocas ocasiones el intercambio
exterior y dañan indirectamente la economía canaria al impedir el
tráfico interinsular, a la vez que se debe a ellos la entrada de
numerosos productos, prohibidos al comercio regular. La enemistad
entre la España de Carlos V (1500-1558) y Francia hace que sean
franceses los primeros piratas que aparezcan en las islas.
 Jean Fleury (también conocido como
Juan Florín) en 1522.
 Francois Le Clerc o Pie de palo. Saqueó
e incendió Santa Cruz de la Palma en 1553.
 Durand de Villegaingnong. También atacó
Santa Cruz de la Palma en 1554, pero esta
vez fue rechazado el ataque.
 Jean Capdeville. Arrasó San Sebastián de
la Gomera en 1571.
 Jacques de Sores. Atacó La Palma en 1570.



Ingleses: Al heredar Felipe II

el trono español se desata la
rivalidad angloespañola. Como
consecuencia, las Canarias se
convierten en blanco de los
ataques de la piratería inglesa.
Los ataques y saqueos son tan
frecuentes que el Rey se ve
obligado a fortalecer el aparato
defensivo del archipiélago. Entre
las medidas tomadas sobresalen
la creación del cargo de Capitán
General y el envío del ingeniero
italiano Torriani con la misión de
levantar torres y castillos en
aras de su mejor defensa.
Muchos de éstos aún se
conservan (castillo de
Guanapay, en Lanzarote)














John Poole.
Francis Drake. Fracasado ataque en 1585 a Santa Cruz de la Palma.

También fracasó en el ataque a Las Palmas de Gran Canaria y quiso
resarcirse atacando un poco más al sur de la isla, en Arguineguín,
pero también fue sorprendido y tuvo que huir con numerosas bajas.
William Harper. En 1593 ataca Lanzarote y Fuerteventura.
Walter Raleigh. Ataques sobre Tenerife y Fuerteventura en
1595.Ataque a Arrecife en 1616.
John Jennings. Santa Cruz de Tenerife sufre un ataque en 1706 que
es repelido.
Woodes Rogers. Fracasado ataque a Santa Cruz de Tenerife en
1708.
Charles Windon. En 1744 ataca San Sebastián de la Gomera y La
Palma.
En 1762, George de Cumberland y Berkley desembarca en Puerto
de Naos (El Hierro).
John Hawkins (conocido en Canarias como Aquines, por
castellanización de su apellido). Mantuvo relaciones mercantiles con
algunos propietarios de las islas a pesar que también atacaba
poblaciones junto a Francis Drake.
Robert Blake. Atacó Santa Cruz de Tenerife en 1656.

Holandeses: Al llegar el s.
XVII, son también los
holandeses los que
protagonizan episodios
piráticos en Canarias; sus
objetivos, aparte del móvil
del botín, son políticos y
bélicos.
 Pieter van der Does.
Fracasó en el intento de
invasión e incendio de San
Sebastián de la Gomera,
pero tuvo éxito en el
saqueo e incendio de Las
Palmas de Gran Canaria en
1599.




Otros (Argelinos, Tunecinos, Turcos...):



Dogalí apodado el Turquillo. En 1571 ocupa Arrecife (Lanzarote),




saqueando, incendiando y capturando un gran número de isleños.
Tabac Arráez y Solimán saquean Teguise (Lanzarote) y también
atacan San Sebastián de la Gomera en 1618.
Morato Arráez. en 1586 ataca Lanzarote, llega hasta Teguise
saqueándola y llevándose muchos cultivos.

Motivos de porque canarias era tan
importante en esta época:


Canarias, por su situación, era un lugar favorable para los piratas,
dependiendo también sus ataques, de las relaciones políticas que,
en cada momento, España jugaba con los distintos países. Así, las
guerras de Carlos I con Francia, en disputa por la hegemonía, o
los conflictos por motivos religiosos iniciados por Felipe II (s. XVI)
contra los Países Bajos (Bélgica, Holanda):"Prefiero perder mis
Estados a gobernar sobre herejes", incrementaron los ataques de
estos países. Éstos continúan, en el siglo XVII, con Felipe III y
IV, repercutiendo en los ataques piráticos de estos países. Otro
tanto ocurre con las alianzas de España con Francia en tiempo de
los Borbones contra Inglaterra. Concretamente, la alianza de
Carlos IV (finales del siglo XVIII: 1796) conllevó actuaciones
temerarias de Nelson, almirante inglés, destacando la derrota de la
escuadra española en el cabo de San Vicente o la de Trafalgar
(1805).

La caída de la piratería en Canarias:




Aparte de una mejor defensa de las Canarias, un hecho memorable
para estas tierras fue lo que hizo que la piratería descendiera en las
islas de forma sustancial. Este hecho fue el fracasado ataque de
Horacio Nelson en 1797 a Santa Cruz de Tenerife.
La pretensión de muchos de los ataques de piratas ingleses era la
de apoderarse de las islas en nombre de Inglaterra más que hacer
rapiña. Finalmente se prescindió de piratas o corsarios y un
almirante inglés aparece, con su flota, el 25 de julio de 1797 frente
a la costa de Santa Cruz de Tenerife. Al ataque le opone resistencia
las tropas canarias, bajo el mando del general Gutiérrez, y un
destacamento francés que se encontraba en la isla. En el
enfrentamiento Nelson pierde un brazo al ser alcanzado por una
bola de cañón. Nelson se ve desbordado por la imprevista marcha
de la batalla y tiene que capitular. Ya en tierra firma una paz, en el
que se compromete no intentar apoderarse de las Canarias. La
mayor defensa de las islas junto al declive de la piratería hace que
poco a poco las poblaciones y capitales se asentaran en la costa,
ganando en importancia y desarrollo respecto a las del interior.

Consecuencias de la piratería:


Los ataques piratas a villas y puertos con fines de capturar tesoros o
apoderarse de víveres y vinos se traducen en incendios, saqueos y
muertes; ello obliga a militarizar las islas con las consiguientes
cargas sobre la población, y como medida de precaución, las villas y
poblados se asientan en lugares no visibles desde la costa. Muchos
archivos y obras de arte desaparecen por los incendios, provocados
por los corsarios. Sin embargo no siempre las escuadras piratas
venían en son de rapiña. Muchas veces lo hacían con la finalidad de
practicar el contrabando con los naturales isleños; ciertos magnates
canarios debieron su fortuna a este comercio clandestino con los
piratas a lo que las autoridades hacían la vista gorda. La cuestión
era sobrevivir en un espacio insular a medio camino entre las
colonias americanas y la metrópoli española. Otras veces, los
ataques tenían sencillamente motivaciones políticas.

Relaciones entre piratas y
comerciantes:


Durante los siglos XVI, XVII y XVIII el contacto de los piratas con el
mundo de los negocios fue muy estrecho; se formaron sociedades
para financiar expediciones. Por otra parte, la acción de los piratas
se fue modificando de acuerdo con los adelantos técnicos; la
primitiva técnica del abordaje fue abandonada al armarse los barcos
con cañones; el negocio del mar requirió mayores inversiones, de
ahí que los capitanes de los barcos estuviesen muy ligados con los
comerciantes de especias de Ámsterdam o Londres, con los
banqueros italianos o con los comerciantes de Liverpool; las
expediciones requirieron una organización más compleja; los barcos
mercantes fueron transformados para el ejercicio de la piratería.



El tratado de Ryswick (1697) entre las potencias coloniales trasladó
la piratería de Hispanoamérica a América del Norte y, sobre todo, al
continente asiático (mar Rojo y costa de Malabar); fueron los
funcionarios de la compañía de las Indias quienes iniciaron en
contra de los neerlandeses, las acciones piráticas en el océano
Indico con base en Madagascar. Pero el fin de la piratería occidental
estaba próximo. En el siglo XIX sólo perduraron algunos piratas
aislados en ciertas costas de África, golfo Pérsico, China y Polinesia.
El desarrollo industrial y la máquina de vapor, hicieron las empresas
muy costosas y arriesgadas; la piratería se vio impotente ante el
avance técnico de los medios de comunicación y de organización
defensiva.
Finalmente comentar que los piratas no siempre venían en son de
rapiña sino que muchas veces lo hacían con el fin de practicar el
contrabando con los isleños. De hecho ciertos magnates canarios
debieron su fortuna a este comercio clandestino con los piratas. Por
ejemplo, el pirata inglés John Hawkins, conocido en las islas como
Aquines, mantuvo relaciones comerciales durante muchos años con
Pedro Ponte, un mercader y gran propietario tinerfeño.



Las islas también tuvieron piratas y corsarios propios. El más
conocido fue Ángel García, nacido en 1800 y conocido con el
nombre de Cabeza de perro, pues su cabeza era deforme. Fue
comerciante, negrero y cuando atacaba a un navío mataba sin
piedad a todo el que iba a bordo. Y hay otro personaje que, por sus
posibles lazos con la alta sociedad tinerfeña de la época, ha
desatado más de una polémica. Su nombre es Amaro Rodríguez
Felipe, nacido en 1695 y más conocido como Amaro Pargo.
Pertenecía a la clase noble y era más bien un corsario, lo que daba
carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos. Las huellas de su paso se encuentran por todas partes:
en el convento de las Catalinas, en la ermita de Nuestra señora de
El Rosario y sobre todo su propia tumba en la iglesia de Santo
Domingo de La Laguna. Sobre la lápida se aprecia una calavera y
dos tibias cruzadas…. símbolo de los piratas.

Historia de piratas:


En nuestras islas hay ocasiones en las que los aspectos del pasado
se entremezclan de tal forma que, a veces, es imposible discernir
dónde acaba la realidad y empiezan las leyendas. Nuestra historia –
o leyenda- en Machado, un barrio del municipio de El Rosario. Casi
al final de la carretera que conduce a la ermita de Nuestra Señora
del Rosario, si miramos hacia el norte, podemos distinguir las ruinas
de una antigua mansión canaria de campo. Si preguntamos a los
vecinos nos dirán: "esa es la casa del pirata". Subamos por un
camino empedrado y llegaremos a la casa. Apenas queda nada de lo
que fue. Una fotografía de 1975 nos da apenas una somera idea de
lo que debió ser. Sólo una habitación conserva todavía restos de las
maderas de la techumbre y algunas tejas. Desde esa estancia, una
única ventana nos permite ver una panorámica de la costa del sur
de Tenerife desde Radazul hasta El Porís. La casa es, pues, una
atalaya, casi un puesto de vigía sobre el mar.



Esa construcción fue declarada, junto con la ermita, Bien de Interés
Cultural en el año 2003. En esa declaración del Gobierno de Canarias se
la citaba como Casa del Pirata o del Rosario. No obstante, al año
siguiente y “visto el recurso de reposición interpuesto por Fray José
Mateos y García de Paredes, vicepostulador de la Causa de Canonización
de la Sierva de Dios Sor María de Jesús de León Delgado”, el Gobierno
canario decide mediante otro decreto que se le cambie el nombre y se
la denomine Casa de los Mesa, pues se considera que no está
demostrado que la casa perteneciera al supuesto pirata. Más adelante
veremos el porqué de ese recurso.

¿Quién era este pirata?



El personaje al que nos estamos refiriendo no es otro que Amaro
Rodríguez Felipe, nacido en 1695 en La Laguna y más conocido con el
nombre de Amaro Pargo. Conocemos su rostro por un retrato suyo que
se conserva en la ermita del Rosario, en el que, debajo de la imagen del
Señor de la Humildad y Paciencia, aparece junto a Fray Juan de Jesús y
el retrato mortuorio de Sor Maria de Jesús. En torno a su figura se han
tejido una serie de leyendas que tienen que ver con las actividades que
lo llevaron a navegar por el Atlántico. Pertenecía al estamento nobiliario
y no era con precisión un pirata, sino un corsario. La diferencia entre
ambos es que el primero actúa por libre, mientras que el segundo lo
hace mediante autorización real o patente de corso. Esta autorización
daba un carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos del correspondiente país.

Amaro Rodríguez Felipe
(Amaro Pargo)



Otro de los lugares relacionados con este personaje es la
Punta del Hidalgo, en la playa de San Mateo, bajo los
Dos Hermanos, donde se desembarcaban los productos
de contrabando. Otra de las lucrativas actividades que se
le atribuyen es el tráfico de esclavos desde la costa
africana hasta América. En los años 40 escandalizó a la
sociedad tinerfeña la publicación de un libro de la
doctora María Rosa Alonso titulado Un rincón tinerfeño.
La Punta del Hidalgo en el que se relacionaba de manera
directa la figura del corsario lagunero con las grandes
familias tinerfeñas. Dicho de otra manera, el origen de
algunas de las grandes fortunas tinerfeñas estaría en
actividades que podríamos calificar, como mínimo, de
dudosas. Algunos afirman, además, su pertenencia a la
francmasonería, en la que alcanzó el grado de
compañero.



Otro aspecto de Amaro Pargo, y dadas las costumbres de la época
no contradictorio, es su gran religiosidad. Hizo donaciones a iglesias
y conventos, sobre todo al de las Catalinas de La Laguna, pues
sentía una auténtica veneración por la, todavía viva, Sor María de
Jesús, la Siervita. Carlos García, en su libro La Ciudad. Relatos
históricos y tradicionales de La Laguna afirma que "nunca
emprendió negocio, expedición de barco, ni celebró contrato sin
antes consultarlo con esta Sierva de Dios y obtuviera su
aprobación". Tres años después de la muerte de la Siervita,
consiguió que el cadáver de ésta fuera exhumado y, asombrado del
estado de conservación del mismo, encargó el sarcófago en el que
actualmente puede ser visitada y en el que mandó escribir unos
versos en cuyas letras iniciales se puede leer en vertical: PARGO. En
nuestros días se está llevando a cabo la causa para la canonización
de Sor María de Jesús y parece que se quiera eliminar cualquier
obstáculo para la misma, por lo que se está procediendo a una
revisión de la figura Amaro Pargo: por ello se insiste en el recurso
antes citado en que no era pirata.



Amaro Rodríguez Felipe murió
en 1747 y está enterrado en la
iglesia de Santo Domingo de
La Laguna. En la lápida del
enterramiento familiar, a la
entrada del templo, aparece
una calavera con dos tibias
cruzadas, lo que no ha hecho
sino alimentar la leyenda…



Entonces, ¿no hubo piratas canarios? Sí, y conocemos la historia de
uno de ellos. Se llamaba Ángel García, nació en 1800 en Igueste de
San Andrés, donde tenía su casa. Ha pasado a la historia con el
nombre de Cabeza de Perro, pues su cabeza era deforme. Poco
antes de llegar a Igueste, desde la carretera se puede apreciar una
serie de edificios a los que no es posible acceder porque una puerta
cierra el paso. Es El Balayo, una punta entre dos playas, lugar que
se ha relacionado siempre con el pirata. Cerca se encuentra la
Cueva del Agua, donde al parecer surtía de agua a sus naves. Tenía
su zona de operaciones en el Caribe y en La Habana, camuflado de
dulcería su cuartel general.
Fue comerciante, negrero y asesino sanguinario de los mares.
Cuando atacaba un navío mataba sin piedad a todos los que en él
iban. Ya a la vejez decidió retirarse a vivir en Tenerife, pero fue
reconocido y encarcelado en el castillo de Paso Alto. Poco tiempo
después era ejecutado cerca del Castillo Negro. Dulce María Loynaz
nos ha dejado un relato literario acerca de este personaje en su
libro Un verano en Tenerife. La piratería se extinguió en el Atlántico
en el siglo XIX, pero todavía queda en nuestras islas el recuerdo,
mitad historia mitad leyenda, de su existencia.



Trabajo realizado por:

Laura Garcés González
 Facundo Nahuel Perez
 Andrea Ovando Alfaro




2ºBach “C”


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Piratería en Canarias

Definiciones:


La piratería es una práctica
de saqueo organizado o
bandolerismo marítimo,
probablemente tan antigua
como la navegación misma.
Consiste en que una
embarcación privada o una
estatal amotinada ataca a otra
en aguas internacionales o en
lugares no sometidos a la
jurisdicción de ningún Estado,
con el propósito de robar su
carga, exigir rescate por los
pasajeros, convertirlos en
esclavos y muchas veces
apoderarse de la nave misma.





Corsario (del latín cursus es
decir "carrera") era el nombre
que se concedía a los
navegantes que, en virtud del
permiso concedido por un
gobierno en una carta de
marca o patente de corso,
capturaban y saqueaban el
tráfico mercante de las
naciones enemigas de ese
gobierno.
Pirata, persona que se dedica
a la piratería (una práctica de
saqueo organizado o
bandolerismo marítimo).

Los inicios de la piratería en canarias:


El auge de la piratería va asociada al descubrimiento y la posterior
explotación de América y a los conflictos entre las grandes potencias.
Aunque los piratas, en teoría, estaban fuera del control y del amparo
de cualquier nación, éstas se aprovechaban, e incluso llegaban a
apoyarlos, siempre que las víctimas fueran sus más acérrimos
enemigos. Las islas Canarias y Azores se convirtieron en lugares
estratégicos en las rutas marítimas de Europa, América y Asia. Los
preciados tesoros y especies de la nueva tierra descubierta eran un
gran botín para los piratas. Como estos tesoros recalaban en las Islas
Canarias o en las Islas Azores en su rumbo a la vieja Europa la
piratería no tardó en emerger en los mares cercanos a las islas.
También esta situación estratégica provocaba que los barcos que iban
a América pasaran por las islas a aprovisionarse de agua y alimentos,
y de camino atacasen alguna población costera.

La piratería en Canarias:


El descubrimiento de América y la penetración europea hacia el
Indico a través de la costa occidental africana convierten a las
Canarias en una encrucijada de las rutas marítimas. Apenas
avanzado el s. XVI comienza el tráfico naval entre las colonias
españolas de ultramar y la metrópoli. Los barcos regresaban
cargados de tesoros y especias, y sus rutas tenían que pasar
forzosamente entre las Azores y Canarias; de esta forma, los mares
de las islas son lugares de espera para las flotillas piratas. La
piratería en aguas de Canarias empieza en el primer tercio del s.
XVI, toma inusitada actividad hacia su final, y continúa durante todo
el s. XVII y XVIII, hasta su ocaso en la primera década del s. XIX.
En Canarias actuaron piratas de todas las nacionalidades, pero
principalmente fueron ingleses, franceses, berberiscos y de los
Países Bajos.



Piratas y corsarios que actuaron en
canarias:

Franceses: Ya en tiempos de la conquista aparecen aventureros

franceses que eligen como bases la isla de Lobos y el cabo de Anaga.
Corsarios y piratas dificultan en no pocas ocasiones el intercambio
exterior y dañan indirectamente la economía canaria al impedir el
tráfico interinsular, a la vez que se debe a ellos la entrada de
numerosos productos, prohibidos al comercio regular. La enemistad
entre la España de Carlos V (1500-1558) y Francia hace que sean
franceses los primeros piratas que aparezcan en las islas.
 Jean Fleury (también conocido como
Juan Florín) en 1522.
 Francois Le Clerc o Pie de palo. Saqueó
e incendió Santa Cruz de la Palma en 1553.
 Durand de Villegaingnong. También atacó
Santa Cruz de la Palma en 1554, pero esta
vez fue rechazado el ataque.
 Jean Capdeville. Arrasó San Sebastián de
la Gomera en 1571.
 Jacques de Sores. Atacó La Palma en 1570.



Ingleses: Al heredar Felipe II

el trono español se desata la
rivalidad angloespañola. Como
consecuencia, las Canarias se
convierten en blanco de los
ataques de la piratería inglesa.
Los ataques y saqueos son tan
frecuentes que el Rey se ve
obligado a fortalecer el aparato
defensivo del archipiélago. Entre
las medidas tomadas sobresalen
la creación del cargo de Capitán
General y el envío del ingeniero
italiano Torriani con la misión de
levantar torres y castillos en
aras de su mejor defensa.
Muchos de éstos aún se
conservan (castillo de
Guanapay, en Lanzarote)














John Poole.
Francis Drake. Fracasado ataque en 1585 a Santa Cruz de la Palma.

También fracasó en el ataque a Las Palmas de Gran Canaria y quiso
resarcirse atacando un poco más al sur de la isla, en Arguineguín,
pero también fue sorprendido y tuvo que huir con numerosas bajas.
William Harper. En 1593 ataca Lanzarote y Fuerteventura.
Walter Raleigh. Ataques sobre Tenerife y Fuerteventura en
1595.Ataque a Arrecife en 1616.
John Jennings. Santa Cruz de Tenerife sufre un ataque en 1706 que
es repelido.
Woodes Rogers. Fracasado ataque a Santa Cruz de Tenerife en
1708.
Charles Windon. En 1744 ataca San Sebastián de la Gomera y La
Palma.
En 1762, George de Cumberland y Berkley desembarca en Puerto
de Naos (El Hierro).
John Hawkins (conocido en Canarias como Aquines, por
castellanización de su apellido). Mantuvo relaciones mercantiles con
algunos propietarios de las islas a pesar que también atacaba
poblaciones junto a Francis Drake.
Robert Blake. Atacó Santa Cruz de Tenerife en 1656.

Holandeses: Al llegar el s.
XVII, son también los
holandeses los que
protagonizan episodios
piráticos en Canarias; sus
objetivos, aparte del móvil
del botín, son políticos y
bélicos.
 Pieter van der Does.
Fracasó en el intento de
invasión e incendio de San
Sebastián de la Gomera,
pero tuvo éxito en el
saqueo e incendio de Las
Palmas de Gran Canaria en
1599.




Otros (Argelinos, Tunecinos, Turcos...):



Dogalí apodado el Turquillo. En 1571 ocupa Arrecife (Lanzarote),




saqueando, incendiando y capturando un gran número de isleños.
Tabac Arráez y Solimán saquean Teguise (Lanzarote) y también
atacan San Sebastián de la Gomera en 1618.
Morato Arráez. en 1586 ataca Lanzarote, llega hasta Teguise
saqueándola y llevándose muchos cultivos.

Motivos de porque canarias era tan
importante en esta época:


Canarias, por su situación, era un lugar favorable para los piratas,
dependiendo también sus ataques, de las relaciones políticas que,
en cada momento, España jugaba con los distintos países. Así, las
guerras de Carlos I con Francia, en disputa por la hegemonía, o
los conflictos por motivos religiosos iniciados por Felipe II (s. XVI)
contra los Países Bajos (Bélgica, Holanda):"Prefiero perder mis
Estados a gobernar sobre herejes", incrementaron los ataques de
estos países. Éstos continúan, en el siglo XVII, con Felipe III y
IV, repercutiendo en los ataques piráticos de estos países. Otro
tanto ocurre con las alianzas de España con Francia en tiempo de
los Borbones contra Inglaterra. Concretamente, la alianza de
Carlos IV (finales del siglo XVIII: 1796) conllevó actuaciones
temerarias de Nelson, almirante inglés, destacando la derrota de la
escuadra española en el cabo de San Vicente o la de Trafalgar
(1805).

La caída de la piratería en Canarias:




Aparte de una mejor defensa de las Canarias, un hecho memorable
para estas tierras fue lo que hizo que la piratería descendiera en las
islas de forma sustancial. Este hecho fue el fracasado ataque de
Horacio Nelson en 1797 a Santa Cruz de Tenerife.
La pretensión de muchos de los ataques de piratas ingleses era la
de apoderarse de las islas en nombre de Inglaterra más que hacer
rapiña. Finalmente se prescindió de piratas o corsarios y un
almirante inglés aparece, con su flota, el 25 de julio de 1797 frente
a la costa de Santa Cruz de Tenerife. Al ataque le opone resistencia
las tropas canarias, bajo el mando del general Gutiérrez, y un
destacamento francés que se encontraba en la isla. En el
enfrentamiento Nelson pierde un brazo al ser alcanzado por una
bola de cañón. Nelson se ve desbordado por la imprevista marcha
de la batalla y tiene que capitular. Ya en tierra firma una paz, en el
que se compromete no intentar apoderarse de las Canarias. La
mayor defensa de las islas junto al declive de la piratería hace que
poco a poco las poblaciones y capitales se asentaran en la costa,
ganando en importancia y desarrollo respecto a las del interior.

Consecuencias de la piratería:


Los ataques piratas a villas y puertos con fines de capturar tesoros o
apoderarse de víveres y vinos se traducen en incendios, saqueos y
muertes; ello obliga a militarizar las islas con las consiguientes
cargas sobre la población, y como medida de precaución, las villas y
poblados se asientan en lugares no visibles desde la costa. Muchos
archivos y obras de arte desaparecen por los incendios, provocados
por los corsarios. Sin embargo no siempre las escuadras piratas
venían en son de rapiña. Muchas veces lo hacían con la finalidad de
practicar el contrabando con los naturales isleños; ciertos magnates
canarios debieron su fortuna a este comercio clandestino con los
piratas a lo que las autoridades hacían la vista gorda. La cuestión
era sobrevivir en un espacio insular a medio camino entre las
colonias americanas y la metrópoli española. Otras veces, los
ataques tenían sencillamente motivaciones políticas.

Relaciones entre piratas y
comerciantes:


Durante los siglos XVI, XVII y XVIII el contacto de los piratas con el
mundo de los negocios fue muy estrecho; se formaron sociedades
para financiar expediciones. Por otra parte, la acción de los piratas
se fue modificando de acuerdo con los adelantos técnicos; la
primitiva técnica del abordaje fue abandonada al armarse los barcos
con cañones; el negocio del mar requirió mayores inversiones, de
ahí que los capitanes de los barcos estuviesen muy ligados con los
comerciantes de especias de Ámsterdam o Londres, con los
banqueros italianos o con los comerciantes de Liverpool; las
expediciones requirieron una organización más compleja; los barcos
mercantes fueron transformados para el ejercicio de la piratería.



El tratado de Ryswick (1697) entre las potencias coloniales trasladó
la piratería de Hispanoamérica a América del Norte y, sobre todo, al
continente asiático (mar Rojo y costa de Malabar); fueron los
funcionarios de la compañía de las Indias quienes iniciaron en
contra de los neerlandeses, las acciones piráticas en el océano
Indico con base en Madagascar. Pero el fin de la piratería occidental
estaba próximo. En el siglo XIX sólo perduraron algunos piratas
aislados en ciertas costas de África, golfo Pérsico, China y Polinesia.
El desarrollo industrial y la máquina de vapor, hicieron las empresas
muy costosas y arriesgadas; la piratería se vio impotente ante el
avance técnico de los medios de comunicación y de organización
defensiva.
Finalmente comentar que los piratas no siempre venían en son de
rapiña sino que muchas veces lo hacían con el fin de practicar el
contrabando con los isleños. De hecho ciertos magnates canarios
debieron su fortuna a este comercio clandestino con los piratas. Por
ejemplo, el pirata inglés John Hawkins, conocido en las islas como
Aquines, mantuvo relaciones comerciales durante muchos años con
Pedro Ponte, un mercader y gran propietario tinerfeño.



Las islas también tuvieron piratas y corsarios propios. El más
conocido fue Ángel García, nacido en 1800 y conocido con el
nombre de Cabeza de perro, pues su cabeza era deforme. Fue
comerciante, negrero y cuando atacaba a un navío mataba sin
piedad a todo el que iba a bordo. Y hay otro personaje que, por sus
posibles lazos con la alta sociedad tinerfeña de la época, ha
desatado más de una polémica. Su nombre es Amaro Rodríguez
Felipe, nacido en 1695 y más conocido como Amaro Pargo.
Pertenecía a la clase noble y era más bien un corsario, lo que daba
carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos. Las huellas de su paso se encuentran por todas partes:
en el convento de las Catalinas, en la ermita de Nuestra señora de
El Rosario y sobre todo su propia tumba en la iglesia de Santo
Domingo de La Laguna. Sobre la lápida se aprecia una calavera y
dos tibias cruzadas…. símbolo de los piratas.

Historia de piratas:


En nuestras islas hay ocasiones en las que los aspectos del pasado
se entremezclan de tal forma que, a veces, es imposible discernir
dónde acaba la realidad y empiezan las leyendas. Nuestra historia –
o leyenda- en Machado, un barrio del municipio de El Rosario. Casi
al final de la carretera que conduce a la ermita de Nuestra Señora
del Rosario, si miramos hacia el norte, podemos distinguir las ruinas
de una antigua mansión canaria de campo. Si preguntamos a los
vecinos nos dirán: "esa es la casa del pirata". Subamos por un
camino empedrado y llegaremos a la casa. Apenas queda nada de lo
que fue. Una fotografía de 1975 nos da apenas una somera idea de
lo que debió ser. Sólo una habitación conserva todavía restos de las
maderas de la techumbre y algunas tejas. Desde esa estancia, una
única ventana nos permite ver una panorámica de la costa del sur
de Tenerife desde Radazul hasta El Porís. La casa es, pues, una
atalaya, casi un puesto de vigía sobre el mar.



Esa construcción fue declarada, junto con la ermita, Bien de Interés
Cultural en el año 2003. En esa declaración del Gobierno de Canarias se
la citaba como Casa del Pirata o del Rosario. No obstante, al año
siguiente y “visto el recurso de reposición interpuesto por Fray José
Mateos y García de Paredes, vicepostulador de la Causa de Canonización
de la Sierva de Dios Sor María de Jesús de León Delgado”, el Gobierno
canario decide mediante otro decreto que se le cambie el nombre y se
la denomine Casa de los Mesa, pues se considera que no está
demostrado que la casa perteneciera al supuesto pirata. Más adelante
veremos el porqué de ese recurso.

¿Quién era este pirata?



El personaje al que nos estamos refiriendo no es otro que Amaro
Rodríguez Felipe, nacido en 1695 en La Laguna y más conocido con el
nombre de Amaro Pargo. Conocemos su rostro por un retrato suyo que
se conserva en la ermita del Rosario, en el que, debajo de la imagen del
Señor de la Humildad y Paciencia, aparece junto a Fray Juan de Jesús y
el retrato mortuorio de Sor Maria de Jesús. En torno a su figura se han
tejido una serie de leyendas que tienen que ver con las actividades que
lo llevaron a navegar por el Atlántico. Pertenecía al estamento nobiliario
y no era con precisión un pirata, sino un corsario. La diferencia entre
ambos es que el primero actúa por libre, mientras que el segundo lo
hace mediante autorización real o patente de corso. Esta autorización
daba un carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos del correspondiente país.

Amaro Rodríguez Felipe
(Amaro Pargo)



Otro de los lugares relacionados con este personaje es la
Punta del Hidalgo, en la playa de San Mateo, bajo los
Dos Hermanos, donde se desembarcaban los productos
de contrabando. Otra de las lucrativas actividades que se
le atribuyen es el tráfico de esclavos desde la costa
africana hasta América. En los años 40 escandalizó a la
sociedad tinerfeña la publicación de un libro de la
doctora María Rosa Alonso titulado Un rincón tinerfeño.
La Punta del Hidalgo en el que se relacionaba de manera
directa la figura del corsario lagunero con las grandes
familias tinerfeñas. Dicho de otra manera, el origen de
algunas de las grandes fortunas tinerfeñas estaría en
actividades que podríamos calificar, como mínimo, de
dudosas. Algunos afirman, además, su pertenencia a la
francmasonería, en la que alcanzó el grado de
compañero.



Otro aspecto de Amaro Pargo, y dadas las costumbres de la época
no contradictorio, es su gran religiosidad. Hizo donaciones a iglesias
y conventos, sobre todo al de las Catalinas de La Laguna, pues
sentía una auténtica veneración por la, todavía viva, Sor María de
Jesús, la Siervita. Carlos García, en su libro La Ciudad. Relatos
históricos y tradicionales de La Laguna afirma que "nunca
emprendió negocio, expedición de barco, ni celebró contrato sin
antes consultarlo con esta Sierva de Dios y obtuviera su
aprobación". Tres años después de la muerte de la Siervita,
consiguió que el cadáver de ésta fuera exhumado y, asombrado del
estado de conservación del mismo, encargó el sarcófago en el que
actualmente puede ser visitada y en el que mandó escribir unos
versos en cuyas letras iniciales se puede leer en vertical: PARGO. En
nuestros días se está llevando a cabo la causa para la canonización
de Sor María de Jesús y parece que se quiera eliminar cualquier
obstáculo para la misma, por lo que se está procediendo a una
revisión de la figura Amaro Pargo: por ello se insiste en el recurso
antes citado en que no era pirata.



Amaro Rodríguez Felipe murió
en 1747 y está enterrado en la
iglesia de Santo Domingo de
La Laguna. En la lápida del
enterramiento familiar, a la
entrada del templo, aparece
una calavera con dos tibias
cruzadas, lo que no ha hecho
sino alimentar la leyenda…



Entonces, ¿no hubo piratas canarios? Sí, y conocemos la historia de
uno de ellos. Se llamaba Ángel García, nació en 1800 en Igueste de
San Andrés, donde tenía su casa. Ha pasado a la historia con el
nombre de Cabeza de Perro, pues su cabeza era deforme. Poco
antes de llegar a Igueste, desde la carretera se puede apreciar una
serie de edificios a los que no es posible acceder porque una puerta
cierra el paso. Es El Balayo, una punta entre dos playas, lugar que
se ha relacionado siempre con el pirata. Cerca se encuentra la
Cueva del Agua, donde al parecer surtía de agua a sus naves. Tenía
su zona de operaciones en el Caribe y en La Habana, camuflado de
dulcería su cuartel general.
Fue comerciante, negrero y asesino sanguinario de los mares.
Cuando atacaba un navío mataba sin piedad a todos los que en él
iban. Ya a la vejez decidió retirarse a vivir en Tenerife, pero fue
reconocido y encarcelado en el castillo de Paso Alto. Poco tiempo
después era ejecutado cerca del Castillo Negro. Dulce María Loynaz
nos ha dejado un relato literario acerca de este personaje en su
libro Un verano en Tenerife. La piratería se extinguió en el Atlántico
en el siglo XIX, pero todavía queda en nuestras islas el recuerdo,
mitad historia mitad leyenda, de su existencia.



Trabajo realizado por:

Laura Garcés González
 Facundo Nahuel Perez
 Andrea Ovando Alfaro




2ºBach “C”


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Piratería en Canarias

Definiciones:


La piratería es una práctica
de saqueo organizado o
bandolerismo marítimo,
probablemente tan antigua
como la navegación misma.
Consiste en que una
embarcación privada o una
estatal amotinada ataca a otra
en aguas internacionales o en
lugares no sometidos a la
jurisdicción de ningún Estado,
con el propósito de robar su
carga, exigir rescate por los
pasajeros, convertirlos en
esclavos y muchas veces
apoderarse de la nave misma.





Corsario (del latín cursus es
decir "carrera") era el nombre
que se concedía a los
navegantes que, en virtud del
permiso concedido por un
gobierno en una carta de
marca o patente de corso,
capturaban y saqueaban el
tráfico mercante de las
naciones enemigas de ese
gobierno.
Pirata, persona que se dedica
a la piratería (una práctica de
saqueo organizado o
bandolerismo marítimo).

Los inicios de la piratería en canarias:


El auge de la piratería va asociada al descubrimiento y la posterior
explotación de América y a los conflictos entre las grandes potencias.
Aunque los piratas, en teoría, estaban fuera del control y del amparo
de cualquier nación, éstas se aprovechaban, e incluso llegaban a
apoyarlos, siempre que las víctimas fueran sus más acérrimos
enemigos. Las islas Canarias y Azores se convirtieron en lugares
estratégicos en las rutas marítimas de Europa, América y Asia. Los
preciados tesoros y especies de la nueva tierra descubierta eran un
gran botín para los piratas. Como estos tesoros recalaban en las Islas
Canarias o en las Islas Azores en su rumbo a la vieja Europa la
piratería no tardó en emerger en los mares cercanos a las islas.
También esta situación estratégica provocaba que los barcos que iban
a América pasaran por las islas a aprovisionarse de agua y alimentos,
y de camino atacasen alguna población costera.

La piratería en Canarias:


El descubrimiento de América y la penetración europea hacia el
Indico a través de la costa occidental africana convierten a las
Canarias en una encrucijada de las rutas marítimas. Apenas
avanzado el s. XVI comienza el tráfico naval entre las colonias
españolas de ultramar y la metrópoli. Los barcos regresaban
cargados de tesoros y especias, y sus rutas tenían que pasar
forzosamente entre las Azores y Canarias; de esta forma, los mares
de las islas son lugares de espera para las flotillas piratas. La
piratería en aguas de Canarias empieza en el primer tercio del s.
XVI, toma inusitada actividad hacia su final, y continúa durante todo
el s. XVII y XVIII, hasta su ocaso en la primera década del s. XIX.
En Canarias actuaron piratas de todas las nacionalidades, pero
principalmente fueron ingleses, franceses, berberiscos y de los
Países Bajos.



Piratas y corsarios que actuaron en
canarias:

Franceses: Ya en tiempos de la conquista aparecen aventureros

franceses que eligen como bases la isla de Lobos y el cabo de Anaga.
Corsarios y piratas dificultan en no pocas ocasiones el intercambio
exterior y dañan indirectamente la economía canaria al impedir el
tráfico interinsular, a la vez que se debe a ellos la entrada de
numerosos productos, prohibidos al comercio regular. La enemistad
entre la España de Carlos V (1500-1558) y Francia hace que sean
franceses los primeros piratas que aparezcan en las islas.
 Jean Fleury (también conocido como
Juan Florín) en 1522.
 Francois Le Clerc o Pie de palo. Saqueó
e incendió Santa Cruz de la Palma en 1553.
 Durand de Villegaingnong. También atacó
Santa Cruz de la Palma en 1554, pero esta
vez fue rechazado el ataque.
 Jean Capdeville. Arrasó San Sebastián de
la Gomera en 1571.
 Jacques de Sores. Atacó La Palma en 1570.



Ingleses: Al heredar Felipe II

el trono español se desata la
rivalidad angloespañola. Como
consecuencia, las Canarias se
convierten en blanco de los
ataques de la piratería inglesa.
Los ataques y saqueos son tan
frecuentes que el Rey se ve
obligado a fortalecer el aparato
defensivo del archipiélago. Entre
las medidas tomadas sobresalen
la creación del cargo de Capitán
General y el envío del ingeniero
italiano Torriani con la misión de
levantar torres y castillos en
aras de su mejor defensa.
Muchos de éstos aún se
conservan (castillo de
Guanapay, en Lanzarote)














John Poole.
Francis Drake. Fracasado ataque en 1585 a Santa Cruz de la Palma.

También fracasó en el ataque a Las Palmas de Gran Canaria y quiso
resarcirse atacando un poco más al sur de la isla, en Arguineguín,
pero también fue sorprendido y tuvo que huir con numerosas bajas.
William Harper. En 1593 ataca Lanzarote y Fuerteventura.
Walter Raleigh. Ataques sobre Tenerife y Fuerteventura en
1595.Ataque a Arrecife en 1616.
John Jennings. Santa Cruz de Tenerife sufre un ataque en 1706 que
es repelido.
Woodes Rogers. Fracasado ataque a Santa Cruz de Tenerife en
1708.
Charles Windon. En 1744 ataca San Sebastián de la Gomera y La
Palma.
En 1762, George de Cumberland y Berkley desembarca en Puerto
de Naos (El Hierro).
John Hawkins (conocido en Canarias como Aquines, por
castellanización de su apellido). Mantuvo relaciones mercantiles con
algunos propietarios de las islas a pesar que también atacaba
poblaciones junto a Francis Drake.
Robert Blake. Atacó Santa Cruz de Tenerife en 1656.

Holandeses: Al llegar el s.
XVII, son también los
holandeses los que
protagonizan episodios
piráticos en Canarias; sus
objetivos, aparte del móvil
del botín, son políticos y
bélicos.
 Pieter van der Does.
Fracasó en el intento de
invasión e incendio de San
Sebastián de la Gomera,
pero tuvo éxito en el
saqueo e incendio de Las
Palmas de Gran Canaria en
1599.




Otros (Argelinos, Tunecinos, Turcos...):



Dogalí apodado el Turquillo. En 1571 ocupa Arrecife (Lanzarote),




saqueando, incendiando y capturando un gran número de isleños.
Tabac Arráez y Solimán saquean Teguise (Lanzarote) y también
atacan San Sebastián de la Gomera en 1618.
Morato Arráez. en 1586 ataca Lanzarote, llega hasta Teguise
saqueándola y llevándose muchos cultivos.

Motivos de porque canarias era tan
importante en esta época:


Canarias, por su situación, era un lugar favorable para los piratas,
dependiendo también sus ataques, de las relaciones políticas que,
en cada momento, España jugaba con los distintos países. Así, las
guerras de Carlos I con Francia, en disputa por la hegemonía, o
los conflictos por motivos religiosos iniciados por Felipe II (s. XVI)
contra los Países Bajos (Bélgica, Holanda):"Prefiero perder mis
Estados a gobernar sobre herejes", incrementaron los ataques de
estos países. Éstos continúan, en el siglo XVII, con Felipe III y
IV, repercutiendo en los ataques piráticos de estos países. Otro
tanto ocurre con las alianzas de España con Francia en tiempo de
los Borbones contra Inglaterra. Concretamente, la alianza de
Carlos IV (finales del siglo XVIII: 1796) conllevó actuaciones
temerarias de Nelson, almirante inglés, destacando la derrota de la
escuadra española en el cabo de San Vicente o la de Trafalgar
(1805).

La caída de la piratería en Canarias:




Aparte de una mejor defensa de las Canarias, un hecho memorable
para estas tierras fue lo que hizo que la piratería descendiera en las
islas de forma sustancial. Este hecho fue el fracasado ataque de
Horacio Nelson en 1797 a Santa Cruz de Tenerife.
La pretensión de muchos de los ataques de piratas ingleses era la
de apoderarse de las islas en nombre de Inglaterra más que hacer
rapiña. Finalmente se prescindió de piratas o corsarios y un
almirante inglés aparece, con su flota, el 25 de julio de 1797 frente
a la costa de Santa Cruz de Tenerife. Al ataque le opone resistencia
las tropas canarias, bajo el mando del general Gutiérrez, y un
destacamento francés que se encontraba en la isla. En el
enfrentamiento Nelson pierde un brazo al ser alcanzado por una
bola de cañón. Nelson se ve desbordado por la imprevista marcha
de la batalla y tiene que capitular. Ya en tierra firma una paz, en el
que se compromete no intentar apoderarse de las Canarias. La
mayor defensa de las islas junto al declive de la piratería hace que
poco a poco las poblaciones y capitales se asentaran en la costa,
ganando en importancia y desarrollo respecto a las del interior.

Consecuencias de la piratería:


Los ataques piratas a villas y puertos con fines de capturar tesoros o
apoderarse de víveres y vinos se traducen en incendios, saqueos y
muertes; ello obliga a militarizar las islas con las consiguientes
cargas sobre la población, y como medida de precaución, las villas y
poblados se asientan en lugares no visibles desde la costa. Muchos
archivos y obras de arte desaparecen por los incendios, provocados
por los corsarios. Sin embargo no siempre las escuadras piratas
venían en son de rapiña. Muchas veces lo hacían con la finalidad de
practicar el contrabando con los naturales isleños; ciertos magnates
canarios debieron su fortuna a este comercio clandestino con los
piratas a lo que las autoridades hacían la vista gorda. La cuestión
era sobrevivir en un espacio insular a medio camino entre las
colonias americanas y la metrópoli española. Otras veces, los
ataques tenían sencillamente motivaciones políticas.

Relaciones entre piratas y
comerciantes:


Durante los siglos XVI, XVII y XVIII el contacto de los piratas con el
mundo de los negocios fue muy estrecho; se formaron sociedades
para financiar expediciones. Por otra parte, la acción de los piratas
se fue modificando de acuerdo con los adelantos técnicos; la
primitiva técnica del abordaje fue abandonada al armarse los barcos
con cañones; el negocio del mar requirió mayores inversiones, de
ahí que los capitanes de los barcos estuviesen muy ligados con los
comerciantes de especias de Ámsterdam o Londres, con los
banqueros italianos o con los comerciantes de Liverpool; las
expediciones requirieron una organización más compleja; los barcos
mercantes fueron transformados para el ejercicio de la piratería.



El tratado de Ryswick (1697) entre las potencias coloniales trasladó
la piratería de Hispanoamérica a América del Norte y, sobre todo, al
continente asiático (mar Rojo y costa de Malabar); fueron los
funcionarios de la compañía de las Indias quienes iniciaron en
contra de los neerlandeses, las acciones piráticas en el océano
Indico con base en Madagascar. Pero el fin de la piratería occidental
estaba próximo. En el siglo XIX sólo perduraron algunos piratas
aislados en ciertas costas de África, golfo Pérsico, China y Polinesia.
El desarrollo industrial y la máquina de vapor, hicieron las empresas
muy costosas y arriesgadas; la piratería se vio impotente ante el
avance técnico de los medios de comunicación y de organización
defensiva.
Finalmente comentar que los piratas no siempre venían en son de
rapiña sino que muchas veces lo hacían con el fin de practicar el
contrabando con los isleños. De hecho ciertos magnates canarios
debieron su fortuna a este comercio clandestino con los piratas. Por
ejemplo, el pirata inglés John Hawkins, conocido en las islas como
Aquines, mantuvo relaciones comerciales durante muchos años con
Pedro Ponte, un mercader y gran propietario tinerfeño.



Las islas también tuvieron piratas y corsarios propios. El más
conocido fue Ángel García, nacido en 1800 y conocido con el
nombre de Cabeza de perro, pues su cabeza era deforme. Fue
comerciante, negrero y cuando atacaba a un navío mataba sin
piedad a todo el que iba a bordo. Y hay otro personaje que, por sus
posibles lazos con la alta sociedad tinerfeña de la época, ha
desatado más de una polémica. Su nombre es Amaro Rodríguez
Felipe, nacido en 1695 y más conocido como Amaro Pargo.
Pertenecía a la clase noble y era más bien un corsario, lo que daba
carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos. Las huellas de su paso se encuentran por todas partes:
en el convento de las Catalinas, en la ermita de Nuestra señora de
El Rosario y sobre todo su propia tumba en la iglesia de Santo
Domingo de La Laguna. Sobre la lápida se aprecia una calavera y
dos tibias cruzadas…. símbolo de los piratas.

Historia de piratas:


En nuestras islas hay ocasiones en las que los aspectos del pasado
se entremezclan de tal forma que, a veces, es imposible discernir
dónde acaba la realidad y empiezan las leyendas. Nuestra historia –
o leyenda- en Machado, un barrio del municipio de El Rosario. Casi
al final de la carretera que conduce a la ermita de Nuestra Señora
del Rosario, si miramos hacia el norte, podemos distinguir las ruinas
de una antigua mansión canaria de campo. Si preguntamos a los
vecinos nos dirán: "esa es la casa del pirata". Subamos por un
camino empedrado y llegaremos a la casa. Apenas queda nada de lo
que fue. Una fotografía de 1975 nos da apenas una somera idea de
lo que debió ser. Sólo una habitación conserva todavía restos de las
maderas de la techumbre y algunas tejas. Desde esa estancia, una
única ventana nos permite ver una panorámica de la costa del sur
de Tenerife desde Radazul hasta El Porís. La casa es, pues, una
atalaya, casi un puesto de vigía sobre el mar.



Esa construcción fue declarada, junto con la ermita, Bien de Interés
Cultural en el año 2003. En esa declaración del Gobierno de Canarias se
la citaba como Casa del Pirata o del Rosario. No obstante, al año
siguiente y “visto el recurso de reposición interpuesto por Fray José
Mateos y García de Paredes, vicepostulador de la Causa de Canonización
de la Sierva de Dios Sor María de Jesús de León Delgado”, el Gobierno
canario decide mediante otro decreto que se le cambie el nombre y se
la denomine Casa de los Mesa, pues se considera que no está
demostrado que la casa perteneciera al supuesto pirata. Más adelante
veremos el porqué de ese recurso.

¿Quién era este pirata?



El personaje al que nos estamos refiriendo no es otro que Amaro
Rodríguez Felipe, nacido en 1695 en La Laguna y más conocido con el
nombre de Amaro Pargo. Conocemos su rostro por un retrato suyo que
se conserva en la ermita del Rosario, en el que, debajo de la imagen del
Señor de la Humildad y Paciencia, aparece junto a Fray Juan de Jesús y
el retrato mortuorio de Sor Maria de Jesús. En torno a su figura se han
tejido una serie de leyendas que tienen que ver con las actividades que
lo llevaron a navegar por el Atlántico. Pertenecía al estamento nobiliario
y no era con precisión un pirata, sino un corsario. La diferencia entre
ambos es que el primero actúa por libre, mientras que el segundo lo
hace mediante autorización real o patente de corso. Esta autorización
daba un carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos del correspondiente país.

Amaro Rodríguez Felipe
(Amaro Pargo)



Otro de los lugares relacionados con este personaje es la
Punta del Hidalgo, en la playa de San Mateo, bajo los
Dos Hermanos, donde se desembarcaban los productos
de contrabando. Otra de las lucrativas actividades que se
le atribuyen es el tráfico de esclavos desde la costa
africana hasta América. En los años 40 escandalizó a la
sociedad tinerfeña la publicación de un libro de la
doctora María Rosa Alonso titulado Un rincón tinerfeño.
La Punta del Hidalgo en el que se relacionaba de manera
directa la figura del corsario lagunero con las grandes
familias tinerfeñas. Dicho de otra manera, el origen de
algunas de las grandes fortunas tinerfeñas estaría en
actividades que podríamos calificar, como mínimo, de
dudosas. Algunos afirman, además, su pertenencia a la
francmasonería, en la que alcanzó el grado de
compañero.



Otro aspecto de Amaro Pargo, y dadas las costumbres de la época
no contradictorio, es su gran religiosidad. Hizo donaciones a iglesias
y conventos, sobre todo al de las Catalinas de La Laguna, pues
sentía una auténtica veneración por la, todavía viva, Sor María de
Jesús, la Siervita. Carlos García, en su libro La Ciudad. Relatos
históricos y tradicionales de La Laguna afirma que "nunca
emprendió negocio, expedición de barco, ni celebró contrato sin
antes consultarlo con esta Sierva de Dios y obtuviera su
aprobación". Tres años después de la muerte de la Siervita,
consiguió que el cadáver de ésta fuera exhumado y, asombrado del
estado de conservación del mismo, encargó el sarcófago en el que
actualmente puede ser visitada y en el que mandó escribir unos
versos en cuyas letras iniciales se puede leer en vertical: PARGO. En
nuestros días se está llevando a cabo la causa para la canonización
de Sor María de Jesús y parece que se quiera eliminar cualquier
obstáculo para la misma, por lo que se está procediendo a una
revisión de la figura Amaro Pargo: por ello se insiste en el recurso
antes citado en que no era pirata.



Amaro Rodríguez Felipe murió
en 1747 y está enterrado en la
iglesia de Santo Domingo de
La Laguna. En la lápida del
enterramiento familiar, a la
entrada del templo, aparece
una calavera con dos tibias
cruzadas, lo que no ha hecho
sino alimentar la leyenda…



Entonces, ¿no hubo piratas canarios? Sí, y conocemos la historia de
uno de ellos. Se llamaba Ángel García, nació en 1800 en Igueste de
San Andrés, donde tenía su casa. Ha pasado a la historia con el
nombre de Cabeza de Perro, pues su cabeza era deforme. Poco
antes de llegar a Igueste, desde la carretera se puede apreciar una
serie de edificios a los que no es posible acceder porque una puerta
cierra el paso. Es El Balayo, una punta entre dos playas, lugar que
se ha relacionado siempre con el pirata. Cerca se encuentra la
Cueva del Agua, donde al parecer surtía de agua a sus naves. Tenía
su zona de operaciones en el Caribe y en La Habana, camuflado de
dulcería su cuartel general.
Fue comerciante, negrero y asesino sanguinario de los mares.
Cuando atacaba un navío mataba sin piedad a todos los que en él
iban. Ya a la vejez decidió retirarse a vivir en Tenerife, pero fue
reconocido y encarcelado en el castillo de Paso Alto. Poco tiempo
después era ejecutado cerca del Castillo Negro. Dulce María Loynaz
nos ha dejado un relato literario acerca de este personaje en su
libro Un verano en Tenerife. La piratería se extinguió en el Atlántico
en el siglo XIX, pero todavía queda en nuestras islas el recuerdo,
mitad historia mitad leyenda, de su existencia.



Trabajo realizado por:

Laura Garcés González
 Facundo Nahuel Perez
 Andrea Ovando Alfaro




2ºBach “C”


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Piratería en Canarias

Definiciones:


La piratería es una práctica
de saqueo organizado o
bandolerismo marítimo,
probablemente tan antigua
como la navegación misma.
Consiste en que una
embarcación privada o una
estatal amotinada ataca a otra
en aguas internacionales o en
lugares no sometidos a la
jurisdicción de ningún Estado,
con el propósito de robar su
carga, exigir rescate por los
pasajeros, convertirlos en
esclavos y muchas veces
apoderarse de la nave misma.





Corsario (del latín cursus es
decir "carrera") era el nombre
que se concedía a los
navegantes que, en virtud del
permiso concedido por un
gobierno en una carta de
marca o patente de corso,
capturaban y saqueaban el
tráfico mercante de las
naciones enemigas de ese
gobierno.
Pirata, persona que se dedica
a la piratería (una práctica de
saqueo organizado o
bandolerismo marítimo).

Los inicios de la piratería en canarias:


El auge de la piratería va asociada al descubrimiento y la posterior
explotación de América y a los conflictos entre las grandes potencias.
Aunque los piratas, en teoría, estaban fuera del control y del amparo
de cualquier nación, éstas se aprovechaban, e incluso llegaban a
apoyarlos, siempre que las víctimas fueran sus más acérrimos
enemigos. Las islas Canarias y Azores se convirtieron en lugares
estratégicos en las rutas marítimas de Europa, América y Asia. Los
preciados tesoros y especies de la nueva tierra descubierta eran un
gran botín para los piratas. Como estos tesoros recalaban en las Islas
Canarias o en las Islas Azores en su rumbo a la vieja Europa la
piratería no tardó en emerger en los mares cercanos a las islas.
También esta situación estratégica provocaba que los barcos que iban
a América pasaran por las islas a aprovisionarse de agua y alimentos,
y de camino atacasen alguna población costera.

La piratería en Canarias:


El descubrimiento de América y la penetración europea hacia el
Indico a través de la costa occidental africana convierten a las
Canarias en una encrucijada de las rutas marítimas. Apenas
avanzado el s. XVI comienza el tráfico naval entre las colonias
españolas de ultramar y la metrópoli. Los barcos regresaban
cargados de tesoros y especias, y sus rutas tenían que pasar
forzosamente entre las Azores y Canarias; de esta forma, los mares
de las islas son lugares de espera para las flotillas piratas. La
piratería en aguas de Canarias empieza en el primer tercio del s.
XVI, toma inusitada actividad hacia su final, y continúa durante todo
el s. XVII y XVIII, hasta su ocaso en la primera década del s. XIX.
En Canarias actuaron piratas de todas las nacionalidades, pero
principalmente fueron ingleses, franceses, berberiscos y de los
Países Bajos.



Piratas y corsarios que actuaron en
canarias:

Franceses: Ya en tiempos de la conquista aparecen aventureros

franceses que eligen como bases la isla de Lobos y el cabo de Anaga.
Corsarios y piratas dificultan en no pocas ocasiones el intercambio
exterior y dañan indirectamente la economía canaria al impedir el
tráfico interinsular, a la vez que se debe a ellos la entrada de
numerosos productos, prohibidos al comercio regular. La enemistad
entre la España de Carlos V (1500-1558) y Francia hace que sean
franceses los primeros piratas que aparezcan en las islas.
 Jean Fleury (también conocido como
Juan Florín) en 1522.
 Francois Le Clerc o Pie de palo. Saqueó
e incendió Santa Cruz de la Palma en 1553.
 Durand de Villegaingnong. También atacó
Santa Cruz de la Palma en 1554, pero esta
vez fue rechazado el ataque.
 Jean Capdeville. Arrasó San Sebastián de
la Gomera en 1571.
 Jacques de Sores. Atacó La Palma en 1570.



Ingleses: Al heredar Felipe II

el trono español se desata la
rivalidad angloespañola. Como
consecuencia, las Canarias se
convierten en blanco de los
ataques de la piratería inglesa.
Los ataques y saqueos son tan
frecuentes que el Rey se ve
obligado a fortalecer el aparato
defensivo del archipiélago. Entre
las medidas tomadas sobresalen
la creación del cargo de Capitán
General y el envío del ingeniero
italiano Torriani con la misión de
levantar torres y castillos en
aras de su mejor defensa.
Muchos de éstos aún se
conservan (castillo de
Guanapay, en Lanzarote)














John Poole.
Francis Drake. Fracasado ataque en 1585 a Santa Cruz de la Palma.

También fracasó en el ataque a Las Palmas de Gran Canaria y quiso
resarcirse atacando un poco más al sur de la isla, en Arguineguín,
pero también fue sorprendido y tuvo que huir con numerosas bajas.
William Harper. En 1593 ataca Lanzarote y Fuerteventura.
Walter Raleigh. Ataques sobre Tenerife y Fuerteventura en
1595.Ataque a Arrecife en 1616.
John Jennings. Santa Cruz de Tenerife sufre un ataque en 1706 que
es repelido.
Woodes Rogers. Fracasado ataque a Santa Cruz de Tenerife en
1708.
Charles Windon. En 1744 ataca San Sebastián de la Gomera y La
Palma.
En 1762, George de Cumberland y Berkley desembarca en Puerto
de Naos (El Hierro).
John Hawkins (conocido en Canarias como Aquines, por
castellanización de su apellido). Mantuvo relaciones mercantiles con
algunos propietarios de las islas a pesar que también atacaba
poblaciones junto a Francis Drake.
Robert Blake. Atacó Santa Cruz de Tenerife en 1656.

Holandeses: Al llegar el s.
XVII, son también los
holandeses los que
protagonizan episodios
piráticos en Canarias; sus
objetivos, aparte del móvil
del botín, son políticos y
bélicos.
 Pieter van der Does.
Fracasó en el intento de
invasión e incendio de San
Sebastián de la Gomera,
pero tuvo éxito en el
saqueo e incendio de Las
Palmas de Gran Canaria en
1599.




Otros (Argelinos, Tunecinos, Turcos...):



Dogalí apodado el Turquillo. En 1571 ocupa Arrecife (Lanzarote),




saqueando, incendiando y capturando un gran número de isleños.
Tabac Arráez y Solimán saquean Teguise (Lanzarote) y también
atacan San Sebastián de la Gomera en 1618.
Morato Arráez. en 1586 ataca Lanzarote, llega hasta Teguise
saqueándola y llevándose muchos cultivos.

Motivos de porque canarias era tan
importante en esta época:


Canarias, por su situación, era un lugar favorable para los piratas,
dependiendo también sus ataques, de las relaciones políticas que,
en cada momento, España jugaba con los distintos países. Así, las
guerras de Carlos I con Francia, en disputa por la hegemonía, o
los conflictos por motivos religiosos iniciados por Felipe II (s. XVI)
contra los Países Bajos (Bélgica, Holanda):"Prefiero perder mis
Estados a gobernar sobre herejes", incrementaron los ataques de
estos países. Éstos continúan, en el siglo XVII, con Felipe III y
IV, repercutiendo en los ataques piráticos de estos países. Otro
tanto ocurre con las alianzas de España con Francia en tiempo de
los Borbones contra Inglaterra. Concretamente, la alianza de
Carlos IV (finales del siglo XVIII: 1796) conllevó actuaciones
temerarias de Nelson, almirante inglés, destacando la derrota de la
escuadra española en el cabo de San Vicente o la de Trafalgar
(1805).

La caída de la piratería en Canarias:




Aparte de una mejor defensa de las Canarias, un hecho memorable
para estas tierras fue lo que hizo que la piratería descendiera en las
islas de forma sustancial. Este hecho fue el fracasado ataque de
Horacio Nelson en 1797 a Santa Cruz de Tenerife.
La pretensión de muchos de los ataques de piratas ingleses era la
de apoderarse de las islas en nombre de Inglaterra más que hacer
rapiña. Finalmente se prescindió de piratas o corsarios y un
almirante inglés aparece, con su flota, el 25 de julio de 1797 frente
a la costa de Santa Cruz de Tenerife. Al ataque le opone resistencia
las tropas canarias, bajo el mando del general Gutiérrez, y un
destacamento francés que se encontraba en la isla. En el
enfrentamiento Nelson pierde un brazo al ser alcanzado por una
bola de cañón. Nelson se ve desbordado por la imprevista marcha
de la batalla y tiene que capitular. Ya en tierra firma una paz, en el
que se compromete no intentar apoderarse de las Canarias. La
mayor defensa de las islas junto al declive de la piratería hace que
poco a poco las poblaciones y capitales se asentaran en la costa,
ganando en importancia y desarrollo respecto a las del interior.

Consecuencias de la piratería:


Los ataques piratas a villas y puertos con fines de capturar tesoros o
apoderarse de víveres y vinos se traducen en incendios, saqueos y
muertes; ello obliga a militarizar las islas con las consiguientes
cargas sobre la población, y como medida de precaución, las villas y
poblados se asientan en lugares no visibles desde la costa. Muchos
archivos y obras de arte desaparecen por los incendios, provocados
por los corsarios. Sin embargo no siempre las escuadras piratas
venían en son de rapiña. Muchas veces lo hacían con la finalidad de
practicar el contrabando con los naturales isleños; ciertos magnates
canarios debieron su fortuna a este comercio clandestino con los
piratas a lo que las autoridades hacían la vista gorda. La cuestión
era sobrevivir en un espacio insular a medio camino entre las
colonias americanas y la metrópoli española. Otras veces, los
ataques tenían sencillamente motivaciones políticas.

Relaciones entre piratas y
comerciantes:


Durante los siglos XVI, XVII y XVIII el contacto de los piratas con el
mundo de los negocios fue muy estrecho; se formaron sociedades
para financiar expediciones. Por otra parte, la acción de los piratas
se fue modificando de acuerdo con los adelantos técnicos; la
primitiva técnica del abordaje fue abandonada al armarse los barcos
con cañones; el negocio del mar requirió mayores inversiones, de
ahí que los capitanes de los barcos estuviesen muy ligados con los
comerciantes de especias de Ámsterdam o Londres, con los
banqueros italianos o con los comerciantes de Liverpool; las
expediciones requirieron una organización más compleja; los barcos
mercantes fueron transformados para el ejercicio de la piratería.



El tratado de Ryswick (1697) entre las potencias coloniales trasladó
la piratería de Hispanoamérica a América del Norte y, sobre todo, al
continente asiático (mar Rojo y costa de Malabar); fueron los
funcionarios de la compañía de las Indias quienes iniciaron en
contra de los neerlandeses, las acciones piráticas en el océano
Indico con base en Madagascar. Pero el fin de la piratería occidental
estaba próximo. En el siglo XIX sólo perduraron algunos piratas
aislados en ciertas costas de África, golfo Pérsico, China y Polinesia.
El desarrollo industrial y la máquina de vapor, hicieron las empresas
muy costosas y arriesgadas; la piratería se vio impotente ante el
avance técnico de los medios de comunicación y de organización
defensiva.
Finalmente comentar que los piratas no siempre venían en son de
rapiña sino que muchas veces lo hacían con el fin de practicar el
contrabando con los isleños. De hecho ciertos magnates canarios
debieron su fortuna a este comercio clandestino con los piratas. Por
ejemplo, el pirata inglés John Hawkins, conocido en las islas como
Aquines, mantuvo relaciones comerciales durante muchos años con
Pedro Ponte, un mercader y gran propietario tinerfeño.



Las islas también tuvieron piratas y corsarios propios. El más
conocido fue Ángel García, nacido en 1800 y conocido con el
nombre de Cabeza de perro, pues su cabeza era deforme. Fue
comerciante, negrero y cuando atacaba a un navío mataba sin
piedad a todo el que iba a bordo. Y hay otro personaje que, por sus
posibles lazos con la alta sociedad tinerfeña de la época, ha
desatado más de una polémica. Su nombre es Amaro Rodríguez
Felipe, nacido en 1695 y más conocido como Amaro Pargo.
Pertenecía a la clase noble y era más bien un corsario, lo que daba
carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos. Las huellas de su paso se encuentran por todas partes:
en el convento de las Catalinas, en la ermita de Nuestra señora de
El Rosario y sobre todo su propia tumba en la iglesia de Santo
Domingo de La Laguna. Sobre la lápida se aprecia una calavera y
dos tibias cruzadas…. símbolo de los piratas.

Historia de piratas:


En nuestras islas hay ocasiones en las que los aspectos del pasado
se entremezclan de tal forma que, a veces, es imposible discernir
dónde acaba la realidad y empiezan las leyendas. Nuestra historia –
o leyenda- en Machado, un barrio del municipio de El Rosario. Casi
al final de la carretera que conduce a la ermita de Nuestra Señora
del Rosario, si miramos hacia el norte, podemos distinguir las ruinas
de una antigua mansión canaria de campo. Si preguntamos a los
vecinos nos dirán: "esa es la casa del pirata". Subamos por un
camino empedrado y llegaremos a la casa. Apenas queda nada de lo
que fue. Una fotografía de 1975 nos da apenas una somera idea de
lo que debió ser. Sólo una habitación conserva todavía restos de las
maderas de la techumbre y algunas tejas. Desde esa estancia, una
única ventana nos permite ver una panorámica de la costa del sur
de Tenerife desde Radazul hasta El Porís. La casa es, pues, una
atalaya, casi un puesto de vigía sobre el mar.



Esa construcción fue declarada, junto con la ermita, Bien de Interés
Cultural en el año 2003. En esa declaración del Gobierno de Canarias se
la citaba como Casa del Pirata o del Rosario. No obstante, al año
siguiente y “visto el recurso de reposición interpuesto por Fray José
Mateos y García de Paredes, vicepostulador de la Causa de Canonización
de la Sierva de Dios Sor María de Jesús de León Delgado”, el Gobierno
canario decide mediante otro decreto que se le cambie el nombre y se
la denomine Casa de los Mesa, pues se considera que no está
demostrado que la casa perteneciera al supuesto pirata. Más adelante
veremos el porqué de ese recurso.

¿Quién era este pirata?



El personaje al que nos estamos refiriendo no es otro que Amaro
Rodríguez Felipe, nacido en 1695 en La Laguna y más conocido con el
nombre de Amaro Pargo. Conocemos su rostro por un retrato suyo que
se conserva en la ermita del Rosario, en el que, debajo de la imagen del
Señor de la Humildad y Paciencia, aparece junto a Fray Juan de Jesús y
el retrato mortuorio de Sor Maria de Jesús. En torno a su figura se han
tejido una serie de leyendas que tienen que ver con las actividades que
lo llevaron a navegar por el Atlántico. Pertenecía al estamento nobiliario
y no era con precisión un pirata, sino un corsario. La diferencia entre
ambos es que el primero actúa por libre, mientras que el segundo lo
hace mediante autorización real o patente de corso. Esta autorización
daba un carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos del correspondiente país.

Amaro Rodríguez Felipe
(Amaro Pargo)



Otro de los lugares relacionados con este personaje es la
Punta del Hidalgo, en la playa de San Mateo, bajo los
Dos Hermanos, donde se desembarcaban los productos
de contrabando. Otra de las lucrativas actividades que se
le atribuyen es el tráfico de esclavos desde la costa
africana hasta América. En los años 40 escandalizó a la
sociedad tinerfeña la publicación de un libro de la
doctora María Rosa Alonso titulado Un rincón tinerfeño.
La Punta del Hidalgo en el que se relacionaba de manera
directa la figura del corsario lagunero con las grandes
familias tinerfeñas. Dicho de otra manera, el origen de
algunas de las grandes fortunas tinerfeñas estaría en
actividades que podríamos calificar, como mínimo, de
dudosas. Algunos afirman, además, su pertenencia a la
francmasonería, en la que alcanzó el grado de
compañero.



Otro aspecto de Amaro Pargo, y dadas las costumbres de la época
no contradictorio, es su gran religiosidad. Hizo donaciones a iglesias
y conventos, sobre todo al de las Catalinas de La Laguna, pues
sentía una auténtica veneración por la, todavía viva, Sor María de
Jesús, la Siervita. Carlos García, en su libro La Ciudad. Relatos
históricos y tradicionales de La Laguna afirma que "nunca
emprendió negocio, expedición de barco, ni celebró contrato sin
antes consultarlo con esta Sierva de Dios y obtuviera su
aprobación". Tres años después de la muerte de la Siervita,
consiguió que el cadáver de ésta fuera exhumado y, asombrado del
estado de conservación del mismo, encargó el sarcófago en el que
actualmente puede ser visitada y en el que mandó escribir unos
versos en cuyas letras iniciales se puede leer en vertical: PARGO. En
nuestros días se está llevando a cabo la causa para la canonización
de Sor María de Jesús y parece que se quiera eliminar cualquier
obstáculo para la misma, por lo que se está procediendo a una
revisión de la figura Amaro Pargo: por ello se insiste en el recurso
antes citado en que no era pirata.



Amaro Rodríguez Felipe murió
en 1747 y está enterrado en la
iglesia de Santo Domingo de
La Laguna. En la lápida del
enterramiento familiar, a la
entrada del templo, aparece
una calavera con dos tibias
cruzadas, lo que no ha hecho
sino alimentar la leyenda…



Entonces, ¿no hubo piratas canarios? Sí, y conocemos la historia de
uno de ellos. Se llamaba Ángel García, nació en 1800 en Igueste de
San Andrés, donde tenía su casa. Ha pasado a la historia con el
nombre de Cabeza de Perro, pues su cabeza era deforme. Poco
antes de llegar a Igueste, desde la carretera se puede apreciar una
serie de edificios a los que no es posible acceder porque una puerta
cierra el paso. Es El Balayo, una punta entre dos playas, lugar que
se ha relacionado siempre con el pirata. Cerca se encuentra la
Cueva del Agua, donde al parecer surtía de agua a sus naves. Tenía
su zona de operaciones en el Caribe y en La Habana, camuflado de
dulcería su cuartel general.
Fue comerciante, negrero y asesino sanguinario de los mares.
Cuando atacaba un navío mataba sin piedad a todos los que en él
iban. Ya a la vejez decidió retirarse a vivir en Tenerife, pero fue
reconocido y encarcelado en el castillo de Paso Alto. Poco tiempo
después era ejecutado cerca del Castillo Negro. Dulce María Loynaz
nos ha dejado un relato literario acerca de este personaje en su
libro Un verano en Tenerife. La piratería se extinguió en el Atlántico
en el siglo XIX, pero todavía queda en nuestras islas el recuerdo,
mitad historia mitad leyenda, de su existencia.



Trabajo realizado por:

Laura Garcés González
 Facundo Nahuel Perez
 Andrea Ovando Alfaro




2ºBach “C”


Slide 15

Piratería en Canarias

Definiciones:


La piratería es una práctica
de saqueo organizado o
bandolerismo marítimo,
probablemente tan antigua
como la navegación misma.
Consiste en que una
embarcación privada o una
estatal amotinada ataca a otra
en aguas internacionales o en
lugares no sometidos a la
jurisdicción de ningún Estado,
con el propósito de robar su
carga, exigir rescate por los
pasajeros, convertirlos en
esclavos y muchas veces
apoderarse de la nave misma.





Corsario (del latín cursus es
decir "carrera") era el nombre
que se concedía a los
navegantes que, en virtud del
permiso concedido por un
gobierno en una carta de
marca o patente de corso,
capturaban y saqueaban el
tráfico mercante de las
naciones enemigas de ese
gobierno.
Pirata, persona que se dedica
a la piratería (una práctica de
saqueo organizado o
bandolerismo marítimo).

Los inicios de la piratería en canarias:


El auge de la piratería va asociada al descubrimiento y la posterior
explotación de América y a los conflictos entre las grandes potencias.
Aunque los piratas, en teoría, estaban fuera del control y del amparo
de cualquier nación, éstas se aprovechaban, e incluso llegaban a
apoyarlos, siempre que las víctimas fueran sus más acérrimos
enemigos. Las islas Canarias y Azores se convirtieron en lugares
estratégicos en las rutas marítimas de Europa, América y Asia. Los
preciados tesoros y especies de la nueva tierra descubierta eran un
gran botín para los piratas. Como estos tesoros recalaban en las Islas
Canarias o en las Islas Azores en su rumbo a la vieja Europa la
piratería no tardó en emerger en los mares cercanos a las islas.
También esta situación estratégica provocaba que los barcos que iban
a América pasaran por las islas a aprovisionarse de agua y alimentos,
y de camino atacasen alguna población costera.

La piratería en Canarias:


El descubrimiento de América y la penetración europea hacia el
Indico a través de la costa occidental africana convierten a las
Canarias en una encrucijada de las rutas marítimas. Apenas
avanzado el s. XVI comienza el tráfico naval entre las colonias
españolas de ultramar y la metrópoli. Los barcos regresaban
cargados de tesoros y especias, y sus rutas tenían que pasar
forzosamente entre las Azores y Canarias; de esta forma, los mares
de las islas son lugares de espera para las flotillas piratas. La
piratería en aguas de Canarias empieza en el primer tercio del s.
XVI, toma inusitada actividad hacia su final, y continúa durante todo
el s. XVII y XVIII, hasta su ocaso en la primera década del s. XIX.
En Canarias actuaron piratas de todas las nacionalidades, pero
principalmente fueron ingleses, franceses, berberiscos y de los
Países Bajos.



Piratas y corsarios que actuaron en
canarias:

Franceses: Ya en tiempos de la conquista aparecen aventureros

franceses que eligen como bases la isla de Lobos y el cabo de Anaga.
Corsarios y piratas dificultan en no pocas ocasiones el intercambio
exterior y dañan indirectamente la economía canaria al impedir el
tráfico interinsular, a la vez que se debe a ellos la entrada de
numerosos productos, prohibidos al comercio regular. La enemistad
entre la España de Carlos V (1500-1558) y Francia hace que sean
franceses los primeros piratas que aparezcan en las islas.
 Jean Fleury (también conocido como
Juan Florín) en 1522.
 Francois Le Clerc o Pie de palo. Saqueó
e incendió Santa Cruz de la Palma en 1553.
 Durand de Villegaingnong. También atacó
Santa Cruz de la Palma en 1554, pero esta
vez fue rechazado el ataque.
 Jean Capdeville. Arrasó San Sebastián de
la Gomera en 1571.
 Jacques de Sores. Atacó La Palma en 1570.



Ingleses: Al heredar Felipe II

el trono español se desata la
rivalidad angloespañola. Como
consecuencia, las Canarias se
convierten en blanco de los
ataques de la piratería inglesa.
Los ataques y saqueos son tan
frecuentes que el Rey se ve
obligado a fortalecer el aparato
defensivo del archipiélago. Entre
las medidas tomadas sobresalen
la creación del cargo de Capitán
General y el envío del ingeniero
italiano Torriani con la misión de
levantar torres y castillos en
aras de su mejor defensa.
Muchos de éstos aún se
conservan (castillo de
Guanapay, en Lanzarote)














John Poole.
Francis Drake. Fracasado ataque en 1585 a Santa Cruz de la Palma.

También fracasó en el ataque a Las Palmas de Gran Canaria y quiso
resarcirse atacando un poco más al sur de la isla, en Arguineguín,
pero también fue sorprendido y tuvo que huir con numerosas bajas.
William Harper. En 1593 ataca Lanzarote y Fuerteventura.
Walter Raleigh. Ataques sobre Tenerife y Fuerteventura en
1595.Ataque a Arrecife en 1616.
John Jennings. Santa Cruz de Tenerife sufre un ataque en 1706 que
es repelido.
Woodes Rogers. Fracasado ataque a Santa Cruz de Tenerife en
1708.
Charles Windon. En 1744 ataca San Sebastián de la Gomera y La
Palma.
En 1762, George de Cumberland y Berkley desembarca en Puerto
de Naos (El Hierro).
John Hawkins (conocido en Canarias como Aquines, por
castellanización de su apellido). Mantuvo relaciones mercantiles con
algunos propietarios de las islas a pesar que también atacaba
poblaciones junto a Francis Drake.
Robert Blake. Atacó Santa Cruz de Tenerife en 1656.

Holandeses: Al llegar el s.
XVII, son también los
holandeses los que
protagonizan episodios
piráticos en Canarias; sus
objetivos, aparte del móvil
del botín, son políticos y
bélicos.
 Pieter van der Does.
Fracasó en el intento de
invasión e incendio de San
Sebastián de la Gomera,
pero tuvo éxito en el
saqueo e incendio de Las
Palmas de Gran Canaria en
1599.




Otros (Argelinos, Tunecinos, Turcos...):



Dogalí apodado el Turquillo. En 1571 ocupa Arrecife (Lanzarote),




saqueando, incendiando y capturando un gran número de isleños.
Tabac Arráez y Solimán saquean Teguise (Lanzarote) y también
atacan San Sebastián de la Gomera en 1618.
Morato Arráez. en 1586 ataca Lanzarote, llega hasta Teguise
saqueándola y llevándose muchos cultivos.

Motivos de porque canarias era tan
importante en esta época:


Canarias, por su situación, era un lugar favorable para los piratas,
dependiendo también sus ataques, de las relaciones políticas que,
en cada momento, España jugaba con los distintos países. Así, las
guerras de Carlos I con Francia, en disputa por la hegemonía, o
los conflictos por motivos religiosos iniciados por Felipe II (s. XVI)
contra los Países Bajos (Bélgica, Holanda):"Prefiero perder mis
Estados a gobernar sobre herejes", incrementaron los ataques de
estos países. Éstos continúan, en el siglo XVII, con Felipe III y
IV, repercutiendo en los ataques piráticos de estos países. Otro
tanto ocurre con las alianzas de España con Francia en tiempo de
los Borbones contra Inglaterra. Concretamente, la alianza de
Carlos IV (finales del siglo XVIII: 1796) conllevó actuaciones
temerarias de Nelson, almirante inglés, destacando la derrota de la
escuadra española en el cabo de San Vicente o la de Trafalgar
(1805).

La caída de la piratería en Canarias:




Aparte de una mejor defensa de las Canarias, un hecho memorable
para estas tierras fue lo que hizo que la piratería descendiera en las
islas de forma sustancial. Este hecho fue el fracasado ataque de
Horacio Nelson en 1797 a Santa Cruz de Tenerife.
La pretensión de muchos de los ataques de piratas ingleses era la
de apoderarse de las islas en nombre de Inglaterra más que hacer
rapiña. Finalmente se prescindió de piratas o corsarios y un
almirante inglés aparece, con su flota, el 25 de julio de 1797 frente
a la costa de Santa Cruz de Tenerife. Al ataque le opone resistencia
las tropas canarias, bajo el mando del general Gutiérrez, y un
destacamento francés que se encontraba en la isla. En el
enfrentamiento Nelson pierde un brazo al ser alcanzado por una
bola de cañón. Nelson se ve desbordado por la imprevista marcha
de la batalla y tiene que capitular. Ya en tierra firma una paz, en el
que se compromete no intentar apoderarse de las Canarias. La
mayor defensa de las islas junto al declive de la piratería hace que
poco a poco las poblaciones y capitales se asentaran en la costa,
ganando en importancia y desarrollo respecto a las del interior.

Consecuencias de la piratería:


Los ataques piratas a villas y puertos con fines de capturar tesoros o
apoderarse de víveres y vinos se traducen en incendios, saqueos y
muertes; ello obliga a militarizar las islas con las consiguientes
cargas sobre la población, y como medida de precaución, las villas y
poblados se asientan en lugares no visibles desde la costa. Muchos
archivos y obras de arte desaparecen por los incendios, provocados
por los corsarios. Sin embargo no siempre las escuadras piratas
venían en son de rapiña. Muchas veces lo hacían con la finalidad de
practicar el contrabando con los naturales isleños; ciertos magnates
canarios debieron su fortuna a este comercio clandestino con los
piratas a lo que las autoridades hacían la vista gorda. La cuestión
era sobrevivir en un espacio insular a medio camino entre las
colonias americanas y la metrópoli española. Otras veces, los
ataques tenían sencillamente motivaciones políticas.

Relaciones entre piratas y
comerciantes:


Durante los siglos XVI, XVII y XVIII el contacto de los piratas con el
mundo de los negocios fue muy estrecho; se formaron sociedades
para financiar expediciones. Por otra parte, la acción de los piratas
se fue modificando de acuerdo con los adelantos técnicos; la
primitiva técnica del abordaje fue abandonada al armarse los barcos
con cañones; el negocio del mar requirió mayores inversiones, de
ahí que los capitanes de los barcos estuviesen muy ligados con los
comerciantes de especias de Ámsterdam o Londres, con los
banqueros italianos o con los comerciantes de Liverpool; las
expediciones requirieron una organización más compleja; los barcos
mercantes fueron transformados para el ejercicio de la piratería.



El tratado de Ryswick (1697) entre las potencias coloniales trasladó
la piratería de Hispanoamérica a América del Norte y, sobre todo, al
continente asiático (mar Rojo y costa de Malabar); fueron los
funcionarios de la compañía de las Indias quienes iniciaron en
contra de los neerlandeses, las acciones piráticas en el océano
Indico con base en Madagascar. Pero el fin de la piratería occidental
estaba próximo. En el siglo XIX sólo perduraron algunos piratas
aislados en ciertas costas de África, golfo Pérsico, China y Polinesia.
El desarrollo industrial y la máquina de vapor, hicieron las empresas
muy costosas y arriesgadas; la piratería se vio impotente ante el
avance técnico de los medios de comunicación y de organización
defensiva.
Finalmente comentar que los piratas no siempre venían en son de
rapiña sino que muchas veces lo hacían con el fin de practicar el
contrabando con los isleños. De hecho ciertos magnates canarios
debieron su fortuna a este comercio clandestino con los piratas. Por
ejemplo, el pirata inglés John Hawkins, conocido en las islas como
Aquines, mantuvo relaciones comerciales durante muchos años con
Pedro Ponte, un mercader y gran propietario tinerfeño.



Las islas también tuvieron piratas y corsarios propios. El más
conocido fue Ángel García, nacido en 1800 y conocido con el
nombre de Cabeza de perro, pues su cabeza era deforme. Fue
comerciante, negrero y cuando atacaba a un navío mataba sin
piedad a todo el que iba a bordo. Y hay otro personaje que, por sus
posibles lazos con la alta sociedad tinerfeña de la época, ha
desatado más de una polémica. Su nombre es Amaro Rodríguez
Felipe, nacido en 1695 y más conocido como Amaro Pargo.
Pertenecía a la clase noble y era más bien un corsario, lo que daba
carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos. Las huellas de su paso se encuentran por todas partes:
en el convento de las Catalinas, en la ermita de Nuestra señora de
El Rosario y sobre todo su propia tumba en la iglesia de Santo
Domingo de La Laguna. Sobre la lápida se aprecia una calavera y
dos tibias cruzadas…. símbolo de los piratas.

Historia de piratas:


En nuestras islas hay ocasiones en las que los aspectos del pasado
se entremezclan de tal forma que, a veces, es imposible discernir
dónde acaba la realidad y empiezan las leyendas. Nuestra historia –
o leyenda- en Machado, un barrio del municipio de El Rosario. Casi
al final de la carretera que conduce a la ermita de Nuestra Señora
del Rosario, si miramos hacia el norte, podemos distinguir las ruinas
de una antigua mansión canaria de campo. Si preguntamos a los
vecinos nos dirán: "esa es la casa del pirata". Subamos por un
camino empedrado y llegaremos a la casa. Apenas queda nada de lo
que fue. Una fotografía de 1975 nos da apenas una somera idea de
lo que debió ser. Sólo una habitación conserva todavía restos de las
maderas de la techumbre y algunas tejas. Desde esa estancia, una
única ventana nos permite ver una panorámica de la costa del sur
de Tenerife desde Radazul hasta El Porís. La casa es, pues, una
atalaya, casi un puesto de vigía sobre el mar.



Esa construcción fue declarada, junto con la ermita, Bien de Interés
Cultural en el año 2003. En esa declaración del Gobierno de Canarias se
la citaba como Casa del Pirata o del Rosario. No obstante, al año
siguiente y “visto el recurso de reposición interpuesto por Fray José
Mateos y García de Paredes, vicepostulador de la Causa de Canonización
de la Sierva de Dios Sor María de Jesús de León Delgado”, el Gobierno
canario decide mediante otro decreto que se le cambie el nombre y se
la denomine Casa de los Mesa, pues se considera que no está
demostrado que la casa perteneciera al supuesto pirata. Más adelante
veremos el porqué de ese recurso.

¿Quién era este pirata?



El personaje al que nos estamos refiriendo no es otro que Amaro
Rodríguez Felipe, nacido en 1695 en La Laguna y más conocido con el
nombre de Amaro Pargo. Conocemos su rostro por un retrato suyo que
se conserva en la ermita del Rosario, en el que, debajo de la imagen del
Señor de la Humildad y Paciencia, aparece junto a Fray Juan de Jesús y
el retrato mortuorio de Sor Maria de Jesús. En torno a su figura se han
tejido una serie de leyendas que tienen que ver con las actividades que
lo llevaron a navegar por el Atlántico. Pertenecía al estamento nobiliario
y no era con precisión un pirata, sino un corsario. La diferencia entre
ambos es que el primero actúa por libre, mientras que el segundo lo
hace mediante autorización real o patente de corso. Esta autorización
daba un carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos del correspondiente país.

Amaro Rodríguez Felipe
(Amaro Pargo)



Otro de los lugares relacionados con este personaje es la
Punta del Hidalgo, en la playa de San Mateo, bajo los
Dos Hermanos, donde se desembarcaban los productos
de contrabando. Otra de las lucrativas actividades que se
le atribuyen es el tráfico de esclavos desde la costa
africana hasta América. En los años 40 escandalizó a la
sociedad tinerfeña la publicación de un libro de la
doctora María Rosa Alonso titulado Un rincón tinerfeño.
La Punta del Hidalgo en el que se relacionaba de manera
directa la figura del corsario lagunero con las grandes
familias tinerfeñas. Dicho de otra manera, el origen de
algunas de las grandes fortunas tinerfeñas estaría en
actividades que podríamos calificar, como mínimo, de
dudosas. Algunos afirman, además, su pertenencia a la
francmasonería, en la que alcanzó el grado de
compañero.



Otro aspecto de Amaro Pargo, y dadas las costumbres de la época
no contradictorio, es su gran religiosidad. Hizo donaciones a iglesias
y conventos, sobre todo al de las Catalinas de La Laguna, pues
sentía una auténtica veneración por la, todavía viva, Sor María de
Jesús, la Siervita. Carlos García, en su libro La Ciudad. Relatos
históricos y tradicionales de La Laguna afirma que "nunca
emprendió negocio, expedición de barco, ni celebró contrato sin
antes consultarlo con esta Sierva de Dios y obtuviera su
aprobación". Tres años después de la muerte de la Siervita,
consiguió que el cadáver de ésta fuera exhumado y, asombrado del
estado de conservación del mismo, encargó el sarcófago en el que
actualmente puede ser visitada y en el que mandó escribir unos
versos en cuyas letras iniciales se puede leer en vertical: PARGO. En
nuestros días se está llevando a cabo la causa para la canonización
de Sor María de Jesús y parece que se quiera eliminar cualquier
obstáculo para la misma, por lo que se está procediendo a una
revisión de la figura Amaro Pargo: por ello se insiste en el recurso
antes citado en que no era pirata.



Amaro Rodríguez Felipe murió
en 1747 y está enterrado en la
iglesia de Santo Domingo de
La Laguna. En la lápida del
enterramiento familiar, a la
entrada del templo, aparece
una calavera con dos tibias
cruzadas, lo que no ha hecho
sino alimentar la leyenda…



Entonces, ¿no hubo piratas canarios? Sí, y conocemos la historia de
uno de ellos. Se llamaba Ángel García, nació en 1800 en Igueste de
San Andrés, donde tenía su casa. Ha pasado a la historia con el
nombre de Cabeza de Perro, pues su cabeza era deforme. Poco
antes de llegar a Igueste, desde la carretera se puede apreciar una
serie de edificios a los que no es posible acceder porque una puerta
cierra el paso. Es El Balayo, una punta entre dos playas, lugar que
se ha relacionado siempre con el pirata. Cerca se encuentra la
Cueva del Agua, donde al parecer surtía de agua a sus naves. Tenía
su zona de operaciones en el Caribe y en La Habana, camuflado de
dulcería su cuartel general.
Fue comerciante, negrero y asesino sanguinario de los mares.
Cuando atacaba un navío mataba sin piedad a todos los que en él
iban. Ya a la vejez decidió retirarse a vivir en Tenerife, pero fue
reconocido y encarcelado en el castillo de Paso Alto. Poco tiempo
después era ejecutado cerca del Castillo Negro. Dulce María Loynaz
nos ha dejado un relato literario acerca de este personaje en su
libro Un verano en Tenerife. La piratería se extinguió en el Atlántico
en el siglo XIX, pero todavía queda en nuestras islas el recuerdo,
mitad historia mitad leyenda, de su existencia.



Trabajo realizado por:

Laura Garcés González
 Facundo Nahuel Perez
 Andrea Ovando Alfaro




2ºBach “C”


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Piratería en Canarias

Definiciones:


La piratería es una práctica
de saqueo organizado o
bandolerismo marítimo,
probablemente tan antigua
como la navegación misma.
Consiste en que una
embarcación privada o una
estatal amotinada ataca a otra
en aguas internacionales o en
lugares no sometidos a la
jurisdicción de ningún Estado,
con el propósito de robar su
carga, exigir rescate por los
pasajeros, convertirlos en
esclavos y muchas veces
apoderarse de la nave misma.





Corsario (del latín cursus es
decir "carrera") era el nombre
que se concedía a los
navegantes que, en virtud del
permiso concedido por un
gobierno en una carta de
marca o patente de corso,
capturaban y saqueaban el
tráfico mercante de las
naciones enemigas de ese
gobierno.
Pirata, persona que se dedica
a la piratería (una práctica de
saqueo organizado o
bandolerismo marítimo).

Los inicios de la piratería en canarias:


El auge de la piratería va asociada al descubrimiento y la posterior
explotación de América y a los conflictos entre las grandes potencias.
Aunque los piratas, en teoría, estaban fuera del control y del amparo
de cualquier nación, éstas se aprovechaban, e incluso llegaban a
apoyarlos, siempre que las víctimas fueran sus más acérrimos
enemigos. Las islas Canarias y Azores se convirtieron en lugares
estratégicos en las rutas marítimas de Europa, América y Asia. Los
preciados tesoros y especies de la nueva tierra descubierta eran un
gran botín para los piratas. Como estos tesoros recalaban en las Islas
Canarias o en las Islas Azores en su rumbo a la vieja Europa la
piratería no tardó en emerger en los mares cercanos a las islas.
También esta situación estratégica provocaba que los barcos que iban
a América pasaran por las islas a aprovisionarse de agua y alimentos,
y de camino atacasen alguna población costera.

La piratería en Canarias:


El descubrimiento de América y la penetración europea hacia el
Indico a través de la costa occidental africana convierten a las
Canarias en una encrucijada de las rutas marítimas. Apenas
avanzado el s. XVI comienza el tráfico naval entre las colonias
españolas de ultramar y la metrópoli. Los barcos regresaban
cargados de tesoros y especias, y sus rutas tenían que pasar
forzosamente entre las Azores y Canarias; de esta forma, los mares
de las islas son lugares de espera para las flotillas piratas. La
piratería en aguas de Canarias empieza en el primer tercio del s.
XVI, toma inusitada actividad hacia su final, y continúa durante todo
el s. XVII y XVIII, hasta su ocaso en la primera década del s. XIX.
En Canarias actuaron piratas de todas las nacionalidades, pero
principalmente fueron ingleses, franceses, berberiscos y de los
Países Bajos.



Piratas y corsarios que actuaron en
canarias:

Franceses: Ya en tiempos de la conquista aparecen aventureros

franceses que eligen como bases la isla de Lobos y el cabo de Anaga.
Corsarios y piratas dificultan en no pocas ocasiones el intercambio
exterior y dañan indirectamente la economía canaria al impedir el
tráfico interinsular, a la vez que se debe a ellos la entrada de
numerosos productos, prohibidos al comercio regular. La enemistad
entre la España de Carlos V (1500-1558) y Francia hace que sean
franceses los primeros piratas que aparezcan en las islas.
 Jean Fleury (también conocido como
Juan Florín) en 1522.
 Francois Le Clerc o Pie de palo. Saqueó
e incendió Santa Cruz de la Palma en 1553.
 Durand de Villegaingnong. También atacó
Santa Cruz de la Palma en 1554, pero esta
vez fue rechazado el ataque.
 Jean Capdeville. Arrasó San Sebastián de
la Gomera en 1571.
 Jacques de Sores. Atacó La Palma en 1570.



Ingleses: Al heredar Felipe II

el trono español se desata la
rivalidad angloespañola. Como
consecuencia, las Canarias se
convierten en blanco de los
ataques de la piratería inglesa.
Los ataques y saqueos son tan
frecuentes que el Rey se ve
obligado a fortalecer el aparato
defensivo del archipiélago. Entre
las medidas tomadas sobresalen
la creación del cargo de Capitán
General y el envío del ingeniero
italiano Torriani con la misión de
levantar torres y castillos en
aras de su mejor defensa.
Muchos de éstos aún se
conservan (castillo de
Guanapay, en Lanzarote)














John Poole.
Francis Drake. Fracasado ataque en 1585 a Santa Cruz de la Palma.

También fracasó en el ataque a Las Palmas de Gran Canaria y quiso
resarcirse atacando un poco más al sur de la isla, en Arguineguín,
pero también fue sorprendido y tuvo que huir con numerosas bajas.
William Harper. En 1593 ataca Lanzarote y Fuerteventura.
Walter Raleigh. Ataques sobre Tenerife y Fuerteventura en
1595.Ataque a Arrecife en 1616.
John Jennings. Santa Cruz de Tenerife sufre un ataque en 1706 que
es repelido.
Woodes Rogers. Fracasado ataque a Santa Cruz de Tenerife en
1708.
Charles Windon. En 1744 ataca San Sebastián de la Gomera y La
Palma.
En 1762, George de Cumberland y Berkley desembarca en Puerto
de Naos (El Hierro).
John Hawkins (conocido en Canarias como Aquines, por
castellanización de su apellido). Mantuvo relaciones mercantiles con
algunos propietarios de las islas a pesar que también atacaba
poblaciones junto a Francis Drake.
Robert Blake. Atacó Santa Cruz de Tenerife en 1656.

Holandeses: Al llegar el s.
XVII, son también los
holandeses los que
protagonizan episodios
piráticos en Canarias; sus
objetivos, aparte del móvil
del botín, son políticos y
bélicos.
 Pieter van der Does.
Fracasó en el intento de
invasión e incendio de San
Sebastián de la Gomera,
pero tuvo éxito en el
saqueo e incendio de Las
Palmas de Gran Canaria en
1599.




Otros (Argelinos, Tunecinos, Turcos...):



Dogalí apodado el Turquillo. En 1571 ocupa Arrecife (Lanzarote),




saqueando, incendiando y capturando un gran número de isleños.
Tabac Arráez y Solimán saquean Teguise (Lanzarote) y también
atacan San Sebastián de la Gomera en 1618.
Morato Arráez. en 1586 ataca Lanzarote, llega hasta Teguise
saqueándola y llevándose muchos cultivos.

Motivos de porque canarias era tan
importante en esta época:


Canarias, por su situación, era un lugar favorable para los piratas,
dependiendo también sus ataques, de las relaciones políticas que,
en cada momento, España jugaba con los distintos países. Así, las
guerras de Carlos I con Francia, en disputa por la hegemonía, o
los conflictos por motivos religiosos iniciados por Felipe II (s. XVI)
contra los Países Bajos (Bélgica, Holanda):"Prefiero perder mis
Estados a gobernar sobre herejes", incrementaron los ataques de
estos países. Éstos continúan, en el siglo XVII, con Felipe III y
IV, repercutiendo en los ataques piráticos de estos países. Otro
tanto ocurre con las alianzas de España con Francia en tiempo de
los Borbones contra Inglaterra. Concretamente, la alianza de
Carlos IV (finales del siglo XVIII: 1796) conllevó actuaciones
temerarias de Nelson, almirante inglés, destacando la derrota de la
escuadra española en el cabo de San Vicente o la de Trafalgar
(1805).

La caída de la piratería en Canarias:




Aparte de una mejor defensa de las Canarias, un hecho memorable
para estas tierras fue lo que hizo que la piratería descendiera en las
islas de forma sustancial. Este hecho fue el fracasado ataque de
Horacio Nelson en 1797 a Santa Cruz de Tenerife.
La pretensión de muchos de los ataques de piratas ingleses era la
de apoderarse de las islas en nombre de Inglaterra más que hacer
rapiña. Finalmente se prescindió de piratas o corsarios y un
almirante inglés aparece, con su flota, el 25 de julio de 1797 frente
a la costa de Santa Cruz de Tenerife. Al ataque le opone resistencia
las tropas canarias, bajo el mando del general Gutiérrez, y un
destacamento francés que se encontraba en la isla. En el
enfrentamiento Nelson pierde un brazo al ser alcanzado por una
bola de cañón. Nelson se ve desbordado por la imprevista marcha
de la batalla y tiene que capitular. Ya en tierra firma una paz, en el
que se compromete no intentar apoderarse de las Canarias. La
mayor defensa de las islas junto al declive de la piratería hace que
poco a poco las poblaciones y capitales se asentaran en la costa,
ganando en importancia y desarrollo respecto a las del interior.

Consecuencias de la piratería:


Los ataques piratas a villas y puertos con fines de capturar tesoros o
apoderarse de víveres y vinos se traducen en incendios, saqueos y
muertes; ello obliga a militarizar las islas con las consiguientes
cargas sobre la población, y como medida de precaución, las villas y
poblados se asientan en lugares no visibles desde la costa. Muchos
archivos y obras de arte desaparecen por los incendios, provocados
por los corsarios. Sin embargo no siempre las escuadras piratas
venían en son de rapiña. Muchas veces lo hacían con la finalidad de
practicar el contrabando con los naturales isleños; ciertos magnates
canarios debieron su fortuna a este comercio clandestino con los
piratas a lo que las autoridades hacían la vista gorda. La cuestión
era sobrevivir en un espacio insular a medio camino entre las
colonias americanas y la metrópoli española. Otras veces, los
ataques tenían sencillamente motivaciones políticas.

Relaciones entre piratas y
comerciantes:


Durante los siglos XVI, XVII y XVIII el contacto de los piratas con el
mundo de los negocios fue muy estrecho; se formaron sociedades
para financiar expediciones. Por otra parte, la acción de los piratas
se fue modificando de acuerdo con los adelantos técnicos; la
primitiva técnica del abordaje fue abandonada al armarse los barcos
con cañones; el negocio del mar requirió mayores inversiones, de
ahí que los capitanes de los barcos estuviesen muy ligados con los
comerciantes de especias de Ámsterdam o Londres, con los
banqueros italianos o con los comerciantes de Liverpool; las
expediciones requirieron una organización más compleja; los barcos
mercantes fueron transformados para el ejercicio de la piratería.



El tratado de Ryswick (1697) entre las potencias coloniales trasladó
la piratería de Hispanoamérica a América del Norte y, sobre todo, al
continente asiático (mar Rojo y costa de Malabar); fueron los
funcionarios de la compañía de las Indias quienes iniciaron en
contra de los neerlandeses, las acciones piráticas en el océano
Indico con base en Madagascar. Pero el fin de la piratería occidental
estaba próximo. En el siglo XIX sólo perduraron algunos piratas
aislados en ciertas costas de África, golfo Pérsico, China y Polinesia.
El desarrollo industrial y la máquina de vapor, hicieron las empresas
muy costosas y arriesgadas; la piratería se vio impotente ante el
avance técnico de los medios de comunicación y de organización
defensiva.
Finalmente comentar que los piratas no siempre venían en son de
rapiña sino que muchas veces lo hacían con el fin de practicar el
contrabando con los isleños. De hecho ciertos magnates canarios
debieron su fortuna a este comercio clandestino con los piratas. Por
ejemplo, el pirata inglés John Hawkins, conocido en las islas como
Aquines, mantuvo relaciones comerciales durante muchos años con
Pedro Ponte, un mercader y gran propietario tinerfeño.



Las islas también tuvieron piratas y corsarios propios. El más
conocido fue Ángel García, nacido en 1800 y conocido con el
nombre de Cabeza de perro, pues su cabeza era deforme. Fue
comerciante, negrero y cuando atacaba a un navío mataba sin
piedad a todo el que iba a bordo. Y hay otro personaje que, por sus
posibles lazos con la alta sociedad tinerfeña de la época, ha
desatado más de una polémica. Su nombre es Amaro Rodríguez
Felipe, nacido en 1695 y más conocido como Amaro Pargo.
Pertenecía a la clase noble y era más bien un corsario, lo que daba
carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos. Las huellas de su paso se encuentran por todas partes:
en el convento de las Catalinas, en la ermita de Nuestra señora de
El Rosario y sobre todo su propia tumba en la iglesia de Santo
Domingo de La Laguna. Sobre la lápida se aprecia una calavera y
dos tibias cruzadas…. símbolo de los piratas.

Historia de piratas:


En nuestras islas hay ocasiones en las que los aspectos del pasado
se entremezclan de tal forma que, a veces, es imposible discernir
dónde acaba la realidad y empiezan las leyendas. Nuestra historia –
o leyenda- en Machado, un barrio del municipio de El Rosario. Casi
al final de la carretera que conduce a la ermita de Nuestra Señora
del Rosario, si miramos hacia el norte, podemos distinguir las ruinas
de una antigua mansión canaria de campo. Si preguntamos a los
vecinos nos dirán: "esa es la casa del pirata". Subamos por un
camino empedrado y llegaremos a la casa. Apenas queda nada de lo
que fue. Una fotografía de 1975 nos da apenas una somera idea de
lo que debió ser. Sólo una habitación conserva todavía restos de las
maderas de la techumbre y algunas tejas. Desde esa estancia, una
única ventana nos permite ver una panorámica de la costa del sur
de Tenerife desde Radazul hasta El Porís. La casa es, pues, una
atalaya, casi un puesto de vigía sobre el mar.



Esa construcción fue declarada, junto con la ermita, Bien de Interés
Cultural en el año 2003. En esa declaración del Gobierno de Canarias se
la citaba como Casa del Pirata o del Rosario. No obstante, al año
siguiente y “visto el recurso de reposición interpuesto por Fray José
Mateos y García de Paredes, vicepostulador de la Causa de Canonización
de la Sierva de Dios Sor María de Jesús de León Delgado”, el Gobierno
canario decide mediante otro decreto que se le cambie el nombre y se
la denomine Casa de los Mesa, pues se considera que no está
demostrado que la casa perteneciera al supuesto pirata. Más adelante
veremos el porqué de ese recurso.

¿Quién era este pirata?



El personaje al que nos estamos refiriendo no es otro que Amaro
Rodríguez Felipe, nacido en 1695 en La Laguna y más conocido con el
nombre de Amaro Pargo. Conocemos su rostro por un retrato suyo que
se conserva en la ermita del Rosario, en el que, debajo de la imagen del
Señor de la Humildad y Paciencia, aparece junto a Fray Juan de Jesús y
el retrato mortuorio de Sor Maria de Jesús. En torno a su figura se han
tejido una serie de leyendas que tienen que ver con las actividades que
lo llevaron a navegar por el Atlántico. Pertenecía al estamento nobiliario
y no era con precisión un pirata, sino un corsario. La diferencia entre
ambos es que el primero actúa por libre, mientras que el segundo lo
hace mediante autorización real o patente de corso. Esta autorización
daba un carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos del correspondiente país.

Amaro Rodríguez Felipe
(Amaro Pargo)



Otro de los lugares relacionados con este personaje es la
Punta del Hidalgo, en la playa de San Mateo, bajo los
Dos Hermanos, donde se desembarcaban los productos
de contrabando. Otra de las lucrativas actividades que se
le atribuyen es el tráfico de esclavos desde la costa
africana hasta América. En los años 40 escandalizó a la
sociedad tinerfeña la publicación de un libro de la
doctora María Rosa Alonso titulado Un rincón tinerfeño.
La Punta del Hidalgo en el que se relacionaba de manera
directa la figura del corsario lagunero con las grandes
familias tinerfeñas. Dicho de otra manera, el origen de
algunas de las grandes fortunas tinerfeñas estaría en
actividades que podríamos calificar, como mínimo, de
dudosas. Algunos afirman, además, su pertenencia a la
francmasonería, en la que alcanzó el grado de
compañero.



Otro aspecto de Amaro Pargo, y dadas las costumbres de la época
no contradictorio, es su gran religiosidad. Hizo donaciones a iglesias
y conventos, sobre todo al de las Catalinas de La Laguna, pues
sentía una auténtica veneración por la, todavía viva, Sor María de
Jesús, la Siervita. Carlos García, en su libro La Ciudad. Relatos
históricos y tradicionales de La Laguna afirma que "nunca
emprendió negocio, expedición de barco, ni celebró contrato sin
antes consultarlo con esta Sierva de Dios y obtuviera su
aprobación". Tres años después de la muerte de la Siervita,
consiguió que el cadáver de ésta fuera exhumado y, asombrado del
estado de conservación del mismo, encargó el sarcófago en el que
actualmente puede ser visitada y en el que mandó escribir unos
versos en cuyas letras iniciales se puede leer en vertical: PARGO. En
nuestros días se está llevando a cabo la causa para la canonización
de Sor María de Jesús y parece que se quiera eliminar cualquier
obstáculo para la misma, por lo que se está procediendo a una
revisión de la figura Amaro Pargo: por ello se insiste en el recurso
antes citado en que no era pirata.



Amaro Rodríguez Felipe murió
en 1747 y está enterrado en la
iglesia de Santo Domingo de
La Laguna. En la lápida del
enterramiento familiar, a la
entrada del templo, aparece
una calavera con dos tibias
cruzadas, lo que no ha hecho
sino alimentar la leyenda…



Entonces, ¿no hubo piratas canarios? Sí, y conocemos la historia de
uno de ellos. Se llamaba Ángel García, nació en 1800 en Igueste de
San Andrés, donde tenía su casa. Ha pasado a la historia con el
nombre de Cabeza de Perro, pues su cabeza era deforme. Poco
antes de llegar a Igueste, desde la carretera se puede apreciar una
serie de edificios a los que no es posible acceder porque una puerta
cierra el paso. Es El Balayo, una punta entre dos playas, lugar que
se ha relacionado siempre con el pirata. Cerca se encuentra la
Cueva del Agua, donde al parecer surtía de agua a sus naves. Tenía
su zona de operaciones en el Caribe y en La Habana, camuflado de
dulcería su cuartel general.
Fue comerciante, negrero y asesino sanguinario de los mares.
Cuando atacaba un navío mataba sin piedad a todos los que en él
iban. Ya a la vejez decidió retirarse a vivir en Tenerife, pero fue
reconocido y encarcelado en el castillo de Paso Alto. Poco tiempo
después era ejecutado cerca del Castillo Negro. Dulce María Loynaz
nos ha dejado un relato literario acerca de este personaje en su
libro Un verano en Tenerife. La piratería se extinguió en el Atlántico
en el siglo XIX, pero todavía queda en nuestras islas el recuerdo,
mitad historia mitad leyenda, de su existencia.



Trabajo realizado por:

Laura Garcés González
 Facundo Nahuel Perez
 Andrea Ovando Alfaro




2ºBach “C”


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Piratería en Canarias

Definiciones:


La piratería es una práctica
de saqueo organizado o
bandolerismo marítimo,
probablemente tan antigua
como la navegación misma.
Consiste en que una
embarcación privada o una
estatal amotinada ataca a otra
en aguas internacionales o en
lugares no sometidos a la
jurisdicción de ningún Estado,
con el propósito de robar su
carga, exigir rescate por los
pasajeros, convertirlos en
esclavos y muchas veces
apoderarse de la nave misma.





Corsario (del latín cursus es
decir "carrera") era el nombre
que se concedía a los
navegantes que, en virtud del
permiso concedido por un
gobierno en una carta de
marca o patente de corso,
capturaban y saqueaban el
tráfico mercante de las
naciones enemigas de ese
gobierno.
Pirata, persona que se dedica
a la piratería (una práctica de
saqueo organizado o
bandolerismo marítimo).

Los inicios de la piratería en canarias:


El auge de la piratería va asociada al descubrimiento y la posterior
explotación de América y a los conflictos entre las grandes potencias.
Aunque los piratas, en teoría, estaban fuera del control y del amparo
de cualquier nación, éstas se aprovechaban, e incluso llegaban a
apoyarlos, siempre que las víctimas fueran sus más acérrimos
enemigos. Las islas Canarias y Azores se convirtieron en lugares
estratégicos en las rutas marítimas de Europa, América y Asia. Los
preciados tesoros y especies de la nueva tierra descubierta eran un
gran botín para los piratas. Como estos tesoros recalaban en las Islas
Canarias o en las Islas Azores en su rumbo a la vieja Europa la
piratería no tardó en emerger en los mares cercanos a las islas.
También esta situación estratégica provocaba que los barcos que iban
a América pasaran por las islas a aprovisionarse de agua y alimentos,
y de camino atacasen alguna población costera.

La piratería en Canarias:


El descubrimiento de América y la penetración europea hacia el
Indico a través de la costa occidental africana convierten a las
Canarias en una encrucijada de las rutas marítimas. Apenas
avanzado el s. XVI comienza el tráfico naval entre las colonias
españolas de ultramar y la metrópoli. Los barcos regresaban
cargados de tesoros y especias, y sus rutas tenían que pasar
forzosamente entre las Azores y Canarias; de esta forma, los mares
de las islas son lugares de espera para las flotillas piratas. La
piratería en aguas de Canarias empieza en el primer tercio del s.
XVI, toma inusitada actividad hacia su final, y continúa durante todo
el s. XVII y XVIII, hasta su ocaso en la primera década del s. XIX.
En Canarias actuaron piratas de todas las nacionalidades, pero
principalmente fueron ingleses, franceses, berberiscos y de los
Países Bajos.



Piratas y corsarios que actuaron en
canarias:

Franceses: Ya en tiempos de la conquista aparecen aventureros

franceses que eligen como bases la isla de Lobos y el cabo de Anaga.
Corsarios y piratas dificultan en no pocas ocasiones el intercambio
exterior y dañan indirectamente la economía canaria al impedir el
tráfico interinsular, a la vez que se debe a ellos la entrada de
numerosos productos, prohibidos al comercio regular. La enemistad
entre la España de Carlos V (1500-1558) y Francia hace que sean
franceses los primeros piratas que aparezcan en las islas.
 Jean Fleury (también conocido como
Juan Florín) en 1522.
 Francois Le Clerc o Pie de palo. Saqueó
e incendió Santa Cruz de la Palma en 1553.
 Durand de Villegaingnong. También atacó
Santa Cruz de la Palma en 1554, pero esta
vez fue rechazado el ataque.
 Jean Capdeville. Arrasó San Sebastián de
la Gomera en 1571.
 Jacques de Sores. Atacó La Palma en 1570.



Ingleses: Al heredar Felipe II

el trono español se desata la
rivalidad angloespañola. Como
consecuencia, las Canarias se
convierten en blanco de los
ataques de la piratería inglesa.
Los ataques y saqueos son tan
frecuentes que el Rey se ve
obligado a fortalecer el aparato
defensivo del archipiélago. Entre
las medidas tomadas sobresalen
la creación del cargo de Capitán
General y el envío del ingeniero
italiano Torriani con la misión de
levantar torres y castillos en
aras de su mejor defensa.
Muchos de éstos aún se
conservan (castillo de
Guanapay, en Lanzarote)














John Poole.
Francis Drake. Fracasado ataque en 1585 a Santa Cruz de la Palma.

También fracasó en el ataque a Las Palmas de Gran Canaria y quiso
resarcirse atacando un poco más al sur de la isla, en Arguineguín,
pero también fue sorprendido y tuvo que huir con numerosas bajas.
William Harper. En 1593 ataca Lanzarote y Fuerteventura.
Walter Raleigh. Ataques sobre Tenerife y Fuerteventura en
1595.Ataque a Arrecife en 1616.
John Jennings. Santa Cruz de Tenerife sufre un ataque en 1706 que
es repelido.
Woodes Rogers. Fracasado ataque a Santa Cruz de Tenerife en
1708.
Charles Windon. En 1744 ataca San Sebastián de la Gomera y La
Palma.
En 1762, George de Cumberland y Berkley desembarca en Puerto
de Naos (El Hierro).
John Hawkins (conocido en Canarias como Aquines, por
castellanización de su apellido). Mantuvo relaciones mercantiles con
algunos propietarios de las islas a pesar que también atacaba
poblaciones junto a Francis Drake.
Robert Blake. Atacó Santa Cruz de Tenerife en 1656.

Holandeses: Al llegar el s.
XVII, son también los
holandeses los que
protagonizan episodios
piráticos en Canarias; sus
objetivos, aparte del móvil
del botín, son políticos y
bélicos.
 Pieter van der Does.
Fracasó en el intento de
invasión e incendio de San
Sebastián de la Gomera,
pero tuvo éxito en el
saqueo e incendio de Las
Palmas de Gran Canaria en
1599.




Otros (Argelinos, Tunecinos, Turcos...):



Dogalí apodado el Turquillo. En 1571 ocupa Arrecife (Lanzarote),




saqueando, incendiando y capturando un gran número de isleños.
Tabac Arráez y Solimán saquean Teguise (Lanzarote) y también
atacan San Sebastián de la Gomera en 1618.
Morato Arráez. en 1586 ataca Lanzarote, llega hasta Teguise
saqueándola y llevándose muchos cultivos.

Motivos de porque canarias era tan
importante en esta época:


Canarias, por su situación, era un lugar favorable para los piratas,
dependiendo también sus ataques, de las relaciones políticas que,
en cada momento, España jugaba con los distintos países. Así, las
guerras de Carlos I con Francia, en disputa por la hegemonía, o
los conflictos por motivos religiosos iniciados por Felipe II (s. XVI)
contra los Países Bajos (Bélgica, Holanda):"Prefiero perder mis
Estados a gobernar sobre herejes", incrementaron los ataques de
estos países. Éstos continúan, en el siglo XVII, con Felipe III y
IV, repercutiendo en los ataques piráticos de estos países. Otro
tanto ocurre con las alianzas de España con Francia en tiempo de
los Borbones contra Inglaterra. Concretamente, la alianza de
Carlos IV (finales del siglo XVIII: 1796) conllevó actuaciones
temerarias de Nelson, almirante inglés, destacando la derrota de la
escuadra española en el cabo de San Vicente o la de Trafalgar
(1805).

La caída de la piratería en Canarias:




Aparte de una mejor defensa de las Canarias, un hecho memorable
para estas tierras fue lo que hizo que la piratería descendiera en las
islas de forma sustancial. Este hecho fue el fracasado ataque de
Horacio Nelson en 1797 a Santa Cruz de Tenerife.
La pretensión de muchos de los ataques de piratas ingleses era la
de apoderarse de las islas en nombre de Inglaterra más que hacer
rapiña. Finalmente se prescindió de piratas o corsarios y un
almirante inglés aparece, con su flota, el 25 de julio de 1797 frente
a la costa de Santa Cruz de Tenerife. Al ataque le opone resistencia
las tropas canarias, bajo el mando del general Gutiérrez, y un
destacamento francés que se encontraba en la isla. En el
enfrentamiento Nelson pierde un brazo al ser alcanzado por una
bola de cañón. Nelson se ve desbordado por la imprevista marcha
de la batalla y tiene que capitular. Ya en tierra firma una paz, en el
que se compromete no intentar apoderarse de las Canarias. La
mayor defensa de las islas junto al declive de la piratería hace que
poco a poco las poblaciones y capitales se asentaran en la costa,
ganando en importancia y desarrollo respecto a las del interior.

Consecuencias de la piratería:


Los ataques piratas a villas y puertos con fines de capturar tesoros o
apoderarse de víveres y vinos se traducen en incendios, saqueos y
muertes; ello obliga a militarizar las islas con las consiguientes
cargas sobre la población, y como medida de precaución, las villas y
poblados se asientan en lugares no visibles desde la costa. Muchos
archivos y obras de arte desaparecen por los incendios, provocados
por los corsarios. Sin embargo no siempre las escuadras piratas
venían en son de rapiña. Muchas veces lo hacían con la finalidad de
practicar el contrabando con los naturales isleños; ciertos magnates
canarios debieron su fortuna a este comercio clandestino con los
piratas a lo que las autoridades hacían la vista gorda. La cuestión
era sobrevivir en un espacio insular a medio camino entre las
colonias americanas y la metrópoli española. Otras veces, los
ataques tenían sencillamente motivaciones políticas.

Relaciones entre piratas y
comerciantes:


Durante los siglos XVI, XVII y XVIII el contacto de los piratas con el
mundo de los negocios fue muy estrecho; se formaron sociedades
para financiar expediciones. Por otra parte, la acción de los piratas
se fue modificando de acuerdo con los adelantos técnicos; la
primitiva técnica del abordaje fue abandonada al armarse los barcos
con cañones; el negocio del mar requirió mayores inversiones, de
ahí que los capitanes de los barcos estuviesen muy ligados con los
comerciantes de especias de Ámsterdam o Londres, con los
banqueros italianos o con los comerciantes de Liverpool; las
expediciones requirieron una organización más compleja; los barcos
mercantes fueron transformados para el ejercicio de la piratería.



El tratado de Ryswick (1697) entre las potencias coloniales trasladó
la piratería de Hispanoamérica a América del Norte y, sobre todo, al
continente asiático (mar Rojo y costa de Malabar); fueron los
funcionarios de la compañía de las Indias quienes iniciaron en
contra de los neerlandeses, las acciones piráticas en el océano
Indico con base en Madagascar. Pero el fin de la piratería occidental
estaba próximo. En el siglo XIX sólo perduraron algunos piratas
aislados en ciertas costas de África, golfo Pérsico, China y Polinesia.
El desarrollo industrial y la máquina de vapor, hicieron las empresas
muy costosas y arriesgadas; la piratería se vio impotente ante el
avance técnico de los medios de comunicación y de organización
defensiva.
Finalmente comentar que los piratas no siempre venían en son de
rapiña sino que muchas veces lo hacían con el fin de practicar el
contrabando con los isleños. De hecho ciertos magnates canarios
debieron su fortuna a este comercio clandestino con los piratas. Por
ejemplo, el pirata inglés John Hawkins, conocido en las islas como
Aquines, mantuvo relaciones comerciales durante muchos años con
Pedro Ponte, un mercader y gran propietario tinerfeño.



Las islas también tuvieron piratas y corsarios propios. El más
conocido fue Ángel García, nacido en 1800 y conocido con el
nombre de Cabeza de perro, pues su cabeza era deforme. Fue
comerciante, negrero y cuando atacaba a un navío mataba sin
piedad a todo el que iba a bordo. Y hay otro personaje que, por sus
posibles lazos con la alta sociedad tinerfeña de la época, ha
desatado más de una polémica. Su nombre es Amaro Rodríguez
Felipe, nacido en 1695 y más conocido como Amaro Pargo.
Pertenecía a la clase noble y era más bien un corsario, lo que daba
carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos. Las huellas de su paso se encuentran por todas partes:
en el convento de las Catalinas, en la ermita de Nuestra señora de
El Rosario y sobre todo su propia tumba en la iglesia de Santo
Domingo de La Laguna. Sobre la lápida se aprecia una calavera y
dos tibias cruzadas…. símbolo de los piratas.

Historia de piratas:


En nuestras islas hay ocasiones en las que los aspectos del pasado
se entremezclan de tal forma que, a veces, es imposible discernir
dónde acaba la realidad y empiezan las leyendas. Nuestra historia –
o leyenda- en Machado, un barrio del municipio de El Rosario. Casi
al final de la carretera que conduce a la ermita de Nuestra Señora
del Rosario, si miramos hacia el norte, podemos distinguir las ruinas
de una antigua mansión canaria de campo. Si preguntamos a los
vecinos nos dirán: "esa es la casa del pirata". Subamos por un
camino empedrado y llegaremos a la casa. Apenas queda nada de lo
que fue. Una fotografía de 1975 nos da apenas una somera idea de
lo que debió ser. Sólo una habitación conserva todavía restos de las
maderas de la techumbre y algunas tejas. Desde esa estancia, una
única ventana nos permite ver una panorámica de la costa del sur
de Tenerife desde Radazul hasta El Porís. La casa es, pues, una
atalaya, casi un puesto de vigía sobre el mar.



Esa construcción fue declarada, junto con la ermita, Bien de Interés
Cultural en el año 2003. En esa declaración del Gobierno de Canarias se
la citaba como Casa del Pirata o del Rosario. No obstante, al año
siguiente y “visto el recurso de reposición interpuesto por Fray José
Mateos y García de Paredes, vicepostulador de la Causa de Canonización
de la Sierva de Dios Sor María de Jesús de León Delgado”, el Gobierno
canario decide mediante otro decreto que se le cambie el nombre y se
la denomine Casa de los Mesa, pues se considera que no está
demostrado que la casa perteneciera al supuesto pirata. Más adelante
veremos el porqué de ese recurso.

¿Quién era este pirata?



El personaje al que nos estamos refiriendo no es otro que Amaro
Rodríguez Felipe, nacido en 1695 en La Laguna y más conocido con el
nombre de Amaro Pargo. Conocemos su rostro por un retrato suyo que
se conserva en la ermita del Rosario, en el que, debajo de la imagen del
Señor de la Humildad y Paciencia, aparece junto a Fray Juan de Jesús y
el retrato mortuorio de Sor Maria de Jesús. En torno a su figura se han
tejido una serie de leyendas que tienen que ver con las actividades que
lo llevaron a navegar por el Atlántico. Pertenecía al estamento nobiliario
y no era con precisión un pirata, sino un corsario. La diferencia entre
ambos es que el primero actúa por libre, mientras que el segundo lo
hace mediante autorización real o patente de corso. Esta autorización
daba un carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos del correspondiente país.

Amaro Rodríguez Felipe
(Amaro Pargo)



Otro de los lugares relacionados con este personaje es la
Punta del Hidalgo, en la playa de San Mateo, bajo los
Dos Hermanos, donde se desembarcaban los productos
de contrabando. Otra de las lucrativas actividades que se
le atribuyen es el tráfico de esclavos desde la costa
africana hasta América. En los años 40 escandalizó a la
sociedad tinerfeña la publicación de un libro de la
doctora María Rosa Alonso titulado Un rincón tinerfeño.
La Punta del Hidalgo en el que se relacionaba de manera
directa la figura del corsario lagunero con las grandes
familias tinerfeñas. Dicho de otra manera, el origen de
algunas de las grandes fortunas tinerfeñas estaría en
actividades que podríamos calificar, como mínimo, de
dudosas. Algunos afirman, además, su pertenencia a la
francmasonería, en la que alcanzó el grado de
compañero.



Otro aspecto de Amaro Pargo, y dadas las costumbres de la época
no contradictorio, es su gran religiosidad. Hizo donaciones a iglesias
y conventos, sobre todo al de las Catalinas de La Laguna, pues
sentía una auténtica veneración por la, todavía viva, Sor María de
Jesús, la Siervita. Carlos García, en su libro La Ciudad. Relatos
históricos y tradicionales de La Laguna afirma que "nunca
emprendió negocio, expedición de barco, ni celebró contrato sin
antes consultarlo con esta Sierva de Dios y obtuviera su
aprobación". Tres años después de la muerte de la Siervita,
consiguió que el cadáver de ésta fuera exhumado y, asombrado del
estado de conservación del mismo, encargó el sarcófago en el que
actualmente puede ser visitada y en el que mandó escribir unos
versos en cuyas letras iniciales se puede leer en vertical: PARGO. En
nuestros días se está llevando a cabo la causa para la canonización
de Sor María de Jesús y parece que se quiera eliminar cualquier
obstáculo para la misma, por lo que se está procediendo a una
revisión de la figura Amaro Pargo: por ello se insiste en el recurso
antes citado en que no era pirata.



Amaro Rodríguez Felipe murió
en 1747 y está enterrado en la
iglesia de Santo Domingo de
La Laguna. En la lápida del
enterramiento familiar, a la
entrada del templo, aparece
una calavera con dos tibias
cruzadas, lo que no ha hecho
sino alimentar la leyenda…



Entonces, ¿no hubo piratas canarios? Sí, y conocemos la historia de
uno de ellos. Se llamaba Ángel García, nació en 1800 en Igueste de
San Andrés, donde tenía su casa. Ha pasado a la historia con el
nombre de Cabeza de Perro, pues su cabeza era deforme. Poco
antes de llegar a Igueste, desde la carretera se puede apreciar una
serie de edificios a los que no es posible acceder porque una puerta
cierra el paso. Es El Balayo, una punta entre dos playas, lugar que
se ha relacionado siempre con el pirata. Cerca se encuentra la
Cueva del Agua, donde al parecer surtía de agua a sus naves. Tenía
su zona de operaciones en el Caribe y en La Habana, camuflado de
dulcería su cuartel general.
Fue comerciante, negrero y asesino sanguinario de los mares.
Cuando atacaba un navío mataba sin piedad a todos los que en él
iban. Ya a la vejez decidió retirarse a vivir en Tenerife, pero fue
reconocido y encarcelado en el castillo de Paso Alto. Poco tiempo
después era ejecutado cerca del Castillo Negro. Dulce María Loynaz
nos ha dejado un relato literario acerca de este personaje en su
libro Un verano en Tenerife. La piratería se extinguió en el Atlántico
en el siglo XIX, pero todavía queda en nuestras islas el recuerdo,
mitad historia mitad leyenda, de su existencia.



Trabajo realizado por:

Laura Garcés González
 Facundo Nahuel Perez
 Andrea Ovando Alfaro




2ºBach “C”


Slide 18

Piratería en Canarias

Definiciones:


La piratería es una práctica
de saqueo organizado o
bandolerismo marítimo,
probablemente tan antigua
como la navegación misma.
Consiste en que una
embarcación privada o una
estatal amotinada ataca a otra
en aguas internacionales o en
lugares no sometidos a la
jurisdicción de ningún Estado,
con el propósito de robar su
carga, exigir rescate por los
pasajeros, convertirlos en
esclavos y muchas veces
apoderarse de la nave misma.





Corsario (del latín cursus es
decir "carrera") era el nombre
que se concedía a los
navegantes que, en virtud del
permiso concedido por un
gobierno en una carta de
marca o patente de corso,
capturaban y saqueaban el
tráfico mercante de las
naciones enemigas de ese
gobierno.
Pirata, persona que se dedica
a la piratería (una práctica de
saqueo organizado o
bandolerismo marítimo).

Los inicios de la piratería en canarias:


El auge de la piratería va asociada al descubrimiento y la posterior
explotación de América y a los conflictos entre las grandes potencias.
Aunque los piratas, en teoría, estaban fuera del control y del amparo
de cualquier nación, éstas se aprovechaban, e incluso llegaban a
apoyarlos, siempre que las víctimas fueran sus más acérrimos
enemigos. Las islas Canarias y Azores se convirtieron en lugares
estratégicos en las rutas marítimas de Europa, América y Asia. Los
preciados tesoros y especies de la nueva tierra descubierta eran un
gran botín para los piratas. Como estos tesoros recalaban en las Islas
Canarias o en las Islas Azores en su rumbo a la vieja Europa la
piratería no tardó en emerger en los mares cercanos a las islas.
También esta situación estratégica provocaba que los barcos que iban
a América pasaran por las islas a aprovisionarse de agua y alimentos,
y de camino atacasen alguna población costera.

La piratería en Canarias:


El descubrimiento de América y la penetración europea hacia el
Indico a través de la costa occidental africana convierten a las
Canarias en una encrucijada de las rutas marítimas. Apenas
avanzado el s. XVI comienza el tráfico naval entre las colonias
españolas de ultramar y la metrópoli. Los barcos regresaban
cargados de tesoros y especias, y sus rutas tenían que pasar
forzosamente entre las Azores y Canarias; de esta forma, los mares
de las islas son lugares de espera para las flotillas piratas. La
piratería en aguas de Canarias empieza en el primer tercio del s.
XVI, toma inusitada actividad hacia su final, y continúa durante todo
el s. XVII y XVIII, hasta su ocaso en la primera década del s. XIX.
En Canarias actuaron piratas de todas las nacionalidades, pero
principalmente fueron ingleses, franceses, berberiscos y de los
Países Bajos.



Piratas y corsarios que actuaron en
canarias:

Franceses: Ya en tiempos de la conquista aparecen aventureros

franceses que eligen como bases la isla de Lobos y el cabo de Anaga.
Corsarios y piratas dificultan en no pocas ocasiones el intercambio
exterior y dañan indirectamente la economía canaria al impedir el
tráfico interinsular, a la vez que se debe a ellos la entrada de
numerosos productos, prohibidos al comercio regular. La enemistad
entre la España de Carlos V (1500-1558) y Francia hace que sean
franceses los primeros piratas que aparezcan en las islas.
 Jean Fleury (también conocido como
Juan Florín) en 1522.
 Francois Le Clerc o Pie de palo. Saqueó
e incendió Santa Cruz de la Palma en 1553.
 Durand de Villegaingnong. También atacó
Santa Cruz de la Palma en 1554, pero esta
vez fue rechazado el ataque.
 Jean Capdeville. Arrasó San Sebastián de
la Gomera en 1571.
 Jacques de Sores. Atacó La Palma en 1570.



Ingleses: Al heredar Felipe II

el trono español se desata la
rivalidad angloespañola. Como
consecuencia, las Canarias se
convierten en blanco de los
ataques de la piratería inglesa.
Los ataques y saqueos son tan
frecuentes que el Rey se ve
obligado a fortalecer el aparato
defensivo del archipiélago. Entre
las medidas tomadas sobresalen
la creación del cargo de Capitán
General y el envío del ingeniero
italiano Torriani con la misión de
levantar torres y castillos en
aras de su mejor defensa.
Muchos de éstos aún se
conservan (castillo de
Guanapay, en Lanzarote)














John Poole.
Francis Drake. Fracasado ataque en 1585 a Santa Cruz de la Palma.

También fracasó en el ataque a Las Palmas de Gran Canaria y quiso
resarcirse atacando un poco más al sur de la isla, en Arguineguín,
pero también fue sorprendido y tuvo que huir con numerosas bajas.
William Harper. En 1593 ataca Lanzarote y Fuerteventura.
Walter Raleigh. Ataques sobre Tenerife y Fuerteventura en
1595.Ataque a Arrecife en 1616.
John Jennings. Santa Cruz de Tenerife sufre un ataque en 1706 que
es repelido.
Woodes Rogers. Fracasado ataque a Santa Cruz de Tenerife en
1708.
Charles Windon. En 1744 ataca San Sebastián de la Gomera y La
Palma.
En 1762, George de Cumberland y Berkley desembarca en Puerto
de Naos (El Hierro).
John Hawkins (conocido en Canarias como Aquines, por
castellanización de su apellido). Mantuvo relaciones mercantiles con
algunos propietarios de las islas a pesar que también atacaba
poblaciones junto a Francis Drake.
Robert Blake. Atacó Santa Cruz de Tenerife en 1656.

Holandeses: Al llegar el s.
XVII, son también los
holandeses los que
protagonizan episodios
piráticos en Canarias; sus
objetivos, aparte del móvil
del botín, son políticos y
bélicos.
 Pieter van der Does.
Fracasó en el intento de
invasión e incendio de San
Sebastián de la Gomera,
pero tuvo éxito en el
saqueo e incendio de Las
Palmas de Gran Canaria en
1599.




Otros (Argelinos, Tunecinos, Turcos...):



Dogalí apodado el Turquillo. En 1571 ocupa Arrecife (Lanzarote),




saqueando, incendiando y capturando un gran número de isleños.
Tabac Arráez y Solimán saquean Teguise (Lanzarote) y también
atacan San Sebastián de la Gomera en 1618.
Morato Arráez. en 1586 ataca Lanzarote, llega hasta Teguise
saqueándola y llevándose muchos cultivos.

Motivos de porque canarias era tan
importante en esta época:


Canarias, por su situación, era un lugar favorable para los piratas,
dependiendo también sus ataques, de las relaciones políticas que,
en cada momento, España jugaba con los distintos países. Así, las
guerras de Carlos I con Francia, en disputa por la hegemonía, o
los conflictos por motivos religiosos iniciados por Felipe II (s. XVI)
contra los Países Bajos (Bélgica, Holanda):"Prefiero perder mis
Estados a gobernar sobre herejes", incrementaron los ataques de
estos países. Éstos continúan, en el siglo XVII, con Felipe III y
IV, repercutiendo en los ataques piráticos de estos países. Otro
tanto ocurre con las alianzas de España con Francia en tiempo de
los Borbones contra Inglaterra. Concretamente, la alianza de
Carlos IV (finales del siglo XVIII: 1796) conllevó actuaciones
temerarias de Nelson, almirante inglés, destacando la derrota de la
escuadra española en el cabo de San Vicente o la de Trafalgar
(1805).

La caída de la piratería en Canarias:




Aparte de una mejor defensa de las Canarias, un hecho memorable
para estas tierras fue lo que hizo que la piratería descendiera en las
islas de forma sustancial. Este hecho fue el fracasado ataque de
Horacio Nelson en 1797 a Santa Cruz de Tenerife.
La pretensión de muchos de los ataques de piratas ingleses era la
de apoderarse de las islas en nombre de Inglaterra más que hacer
rapiña. Finalmente se prescindió de piratas o corsarios y un
almirante inglés aparece, con su flota, el 25 de julio de 1797 frente
a la costa de Santa Cruz de Tenerife. Al ataque le opone resistencia
las tropas canarias, bajo el mando del general Gutiérrez, y un
destacamento francés que se encontraba en la isla. En el
enfrentamiento Nelson pierde un brazo al ser alcanzado por una
bola de cañón. Nelson se ve desbordado por la imprevista marcha
de la batalla y tiene que capitular. Ya en tierra firma una paz, en el
que se compromete no intentar apoderarse de las Canarias. La
mayor defensa de las islas junto al declive de la piratería hace que
poco a poco las poblaciones y capitales se asentaran en la costa,
ganando en importancia y desarrollo respecto a las del interior.

Consecuencias de la piratería:


Los ataques piratas a villas y puertos con fines de capturar tesoros o
apoderarse de víveres y vinos se traducen en incendios, saqueos y
muertes; ello obliga a militarizar las islas con las consiguientes
cargas sobre la población, y como medida de precaución, las villas y
poblados se asientan en lugares no visibles desde la costa. Muchos
archivos y obras de arte desaparecen por los incendios, provocados
por los corsarios. Sin embargo no siempre las escuadras piratas
venían en son de rapiña. Muchas veces lo hacían con la finalidad de
practicar el contrabando con los naturales isleños; ciertos magnates
canarios debieron su fortuna a este comercio clandestino con los
piratas a lo que las autoridades hacían la vista gorda. La cuestión
era sobrevivir en un espacio insular a medio camino entre las
colonias americanas y la metrópoli española. Otras veces, los
ataques tenían sencillamente motivaciones políticas.

Relaciones entre piratas y
comerciantes:


Durante los siglos XVI, XVII y XVIII el contacto de los piratas con el
mundo de los negocios fue muy estrecho; se formaron sociedades
para financiar expediciones. Por otra parte, la acción de los piratas
se fue modificando de acuerdo con los adelantos técnicos; la
primitiva técnica del abordaje fue abandonada al armarse los barcos
con cañones; el negocio del mar requirió mayores inversiones, de
ahí que los capitanes de los barcos estuviesen muy ligados con los
comerciantes de especias de Ámsterdam o Londres, con los
banqueros italianos o con los comerciantes de Liverpool; las
expediciones requirieron una organización más compleja; los barcos
mercantes fueron transformados para el ejercicio de la piratería.



El tratado de Ryswick (1697) entre las potencias coloniales trasladó
la piratería de Hispanoamérica a América del Norte y, sobre todo, al
continente asiático (mar Rojo y costa de Malabar); fueron los
funcionarios de la compañía de las Indias quienes iniciaron en
contra de los neerlandeses, las acciones piráticas en el océano
Indico con base en Madagascar. Pero el fin de la piratería occidental
estaba próximo. En el siglo XIX sólo perduraron algunos piratas
aislados en ciertas costas de África, golfo Pérsico, China y Polinesia.
El desarrollo industrial y la máquina de vapor, hicieron las empresas
muy costosas y arriesgadas; la piratería se vio impotente ante el
avance técnico de los medios de comunicación y de organización
defensiva.
Finalmente comentar que los piratas no siempre venían en son de
rapiña sino que muchas veces lo hacían con el fin de practicar el
contrabando con los isleños. De hecho ciertos magnates canarios
debieron su fortuna a este comercio clandestino con los piratas. Por
ejemplo, el pirata inglés John Hawkins, conocido en las islas como
Aquines, mantuvo relaciones comerciales durante muchos años con
Pedro Ponte, un mercader y gran propietario tinerfeño.



Las islas también tuvieron piratas y corsarios propios. El más
conocido fue Ángel García, nacido en 1800 y conocido con el
nombre de Cabeza de perro, pues su cabeza era deforme. Fue
comerciante, negrero y cuando atacaba a un navío mataba sin
piedad a todo el que iba a bordo. Y hay otro personaje que, por sus
posibles lazos con la alta sociedad tinerfeña de la época, ha
desatado más de una polémica. Su nombre es Amaro Rodríguez
Felipe, nacido en 1695 y más conocido como Amaro Pargo.
Pertenecía a la clase noble y era más bien un corsario, lo que daba
carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos. Las huellas de su paso se encuentran por todas partes:
en el convento de las Catalinas, en la ermita de Nuestra señora de
El Rosario y sobre todo su propia tumba en la iglesia de Santo
Domingo de La Laguna. Sobre la lápida se aprecia una calavera y
dos tibias cruzadas…. símbolo de los piratas.

Historia de piratas:


En nuestras islas hay ocasiones en las que los aspectos del pasado
se entremezclan de tal forma que, a veces, es imposible discernir
dónde acaba la realidad y empiezan las leyendas. Nuestra historia –
o leyenda- en Machado, un barrio del municipio de El Rosario. Casi
al final de la carretera que conduce a la ermita de Nuestra Señora
del Rosario, si miramos hacia el norte, podemos distinguir las ruinas
de una antigua mansión canaria de campo. Si preguntamos a los
vecinos nos dirán: "esa es la casa del pirata". Subamos por un
camino empedrado y llegaremos a la casa. Apenas queda nada de lo
que fue. Una fotografía de 1975 nos da apenas una somera idea de
lo que debió ser. Sólo una habitación conserva todavía restos de las
maderas de la techumbre y algunas tejas. Desde esa estancia, una
única ventana nos permite ver una panorámica de la costa del sur
de Tenerife desde Radazul hasta El Porís. La casa es, pues, una
atalaya, casi un puesto de vigía sobre el mar.



Esa construcción fue declarada, junto con la ermita, Bien de Interés
Cultural en el año 2003. En esa declaración del Gobierno de Canarias se
la citaba como Casa del Pirata o del Rosario. No obstante, al año
siguiente y “visto el recurso de reposición interpuesto por Fray José
Mateos y García de Paredes, vicepostulador de la Causa de Canonización
de la Sierva de Dios Sor María de Jesús de León Delgado”, el Gobierno
canario decide mediante otro decreto que se le cambie el nombre y se
la denomine Casa de los Mesa, pues se considera que no está
demostrado que la casa perteneciera al supuesto pirata. Más adelante
veremos el porqué de ese recurso.

¿Quién era este pirata?



El personaje al que nos estamos refiriendo no es otro que Amaro
Rodríguez Felipe, nacido en 1695 en La Laguna y más conocido con el
nombre de Amaro Pargo. Conocemos su rostro por un retrato suyo que
se conserva en la ermita del Rosario, en el que, debajo de la imagen del
Señor de la Humildad y Paciencia, aparece junto a Fray Juan de Jesús y
el retrato mortuorio de Sor Maria de Jesús. En torno a su figura se han
tejido una serie de leyendas que tienen que ver con las actividades que
lo llevaron a navegar por el Atlántico. Pertenecía al estamento nobiliario
y no era con precisión un pirata, sino un corsario. La diferencia entre
ambos es que el primero actúa por libre, mientras que el segundo lo
hace mediante autorización real o patente de corso. Esta autorización
daba un carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos del correspondiente país.

Amaro Rodríguez Felipe
(Amaro Pargo)



Otro de los lugares relacionados con este personaje es la
Punta del Hidalgo, en la playa de San Mateo, bajo los
Dos Hermanos, donde se desembarcaban los productos
de contrabando. Otra de las lucrativas actividades que se
le atribuyen es el tráfico de esclavos desde la costa
africana hasta América. En los años 40 escandalizó a la
sociedad tinerfeña la publicación de un libro de la
doctora María Rosa Alonso titulado Un rincón tinerfeño.
La Punta del Hidalgo en el que se relacionaba de manera
directa la figura del corsario lagunero con las grandes
familias tinerfeñas. Dicho de otra manera, el origen de
algunas de las grandes fortunas tinerfeñas estaría en
actividades que podríamos calificar, como mínimo, de
dudosas. Algunos afirman, además, su pertenencia a la
francmasonería, en la que alcanzó el grado de
compañero.



Otro aspecto de Amaro Pargo, y dadas las costumbres de la época
no contradictorio, es su gran religiosidad. Hizo donaciones a iglesias
y conventos, sobre todo al de las Catalinas de La Laguna, pues
sentía una auténtica veneración por la, todavía viva, Sor María de
Jesús, la Siervita. Carlos García, en su libro La Ciudad. Relatos
históricos y tradicionales de La Laguna afirma que "nunca
emprendió negocio, expedición de barco, ni celebró contrato sin
antes consultarlo con esta Sierva de Dios y obtuviera su
aprobación". Tres años después de la muerte de la Siervita,
consiguió que el cadáver de ésta fuera exhumado y, asombrado del
estado de conservación del mismo, encargó el sarcófago en el que
actualmente puede ser visitada y en el que mandó escribir unos
versos en cuyas letras iniciales se puede leer en vertical: PARGO. En
nuestros días se está llevando a cabo la causa para la canonización
de Sor María de Jesús y parece que se quiera eliminar cualquier
obstáculo para la misma, por lo que se está procediendo a una
revisión de la figura Amaro Pargo: por ello se insiste en el recurso
antes citado en que no era pirata.



Amaro Rodríguez Felipe murió
en 1747 y está enterrado en la
iglesia de Santo Domingo de
La Laguna. En la lápida del
enterramiento familiar, a la
entrada del templo, aparece
una calavera con dos tibias
cruzadas, lo que no ha hecho
sino alimentar la leyenda…



Entonces, ¿no hubo piratas canarios? Sí, y conocemos la historia de
uno de ellos. Se llamaba Ángel García, nació en 1800 en Igueste de
San Andrés, donde tenía su casa. Ha pasado a la historia con el
nombre de Cabeza de Perro, pues su cabeza era deforme. Poco
antes de llegar a Igueste, desde la carretera se puede apreciar una
serie de edificios a los que no es posible acceder porque una puerta
cierra el paso. Es El Balayo, una punta entre dos playas, lugar que
se ha relacionado siempre con el pirata. Cerca se encuentra la
Cueva del Agua, donde al parecer surtía de agua a sus naves. Tenía
su zona de operaciones en el Caribe y en La Habana, camuflado de
dulcería su cuartel general.
Fue comerciante, negrero y asesino sanguinario de los mares.
Cuando atacaba un navío mataba sin piedad a todos los que en él
iban. Ya a la vejez decidió retirarse a vivir en Tenerife, pero fue
reconocido y encarcelado en el castillo de Paso Alto. Poco tiempo
después era ejecutado cerca del Castillo Negro. Dulce María Loynaz
nos ha dejado un relato literario acerca de este personaje en su
libro Un verano en Tenerife. La piratería se extinguió en el Atlántico
en el siglo XIX, pero todavía queda en nuestras islas el recuerdo,
mitad historia mitad leyenda, de su existencia.



Trabajo realizado por:

Laura Garcés González
 Facundo Nahuel Perez
 Andrea Ovando Alfaro




2ºBach “C”


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Piratería en Canarias

Definiciones:


La piratería es una práctica
de saqueo organizado o
bandolerismo marítimo,
probablemente tan antigua
como la navegación misma.
Consiste en que una
embarcación privada o una
estatal amotinada ataca a otra
en aguas internacionales o en
lugares no sometidos a la
jurisdicción de ningún Estado,
con el propósito de robar su
carga, exigir rescate por los
pasajeros, convertirlos en
esclavos y muchas veces
apoderarse de la nave misma.





Corsario (del latín cursus es
decir "carrera") era el nombre
que se concedía a los
navegantes que, en virtud del
permiso concedido por un
gobierno en una carta de
marca o patente de corso,
capturaban y saqueaban el
tráfico mercante de las
naciones enemigas de ese
gobierno.
Pirata, persona que se dedica
a la piratería (una práctica de
saqueo organizado o
bandolerismo marítimo).

Los inicios de la piratería en canarias:


El auge de la piratería va asociada al descubrimiento y la posterior
explotación de América y a los conflictos entre las grandes potencias.
Aunque los piratas, en teoría, estaban fuera del control y del amparo
de cualquier nación, éstas se aprovechaban, e incluso llegaban a
apoyarlos, siempre que las víctimas fueran sus más acérrimos
enemigos. Las islas Canarias y Azores se convirtieron en lugares
estratégicos en las rutas marítimas de Europa, América y Asia. Los
preciados tesoros y especies de la nueva tierra descubierta eran un
gran botín para los piratas. Como estos tesoros recalaban en las Islas
Canarias o en las Islas Azores en su rumbo a la vieja Europa la
piratería no tardó en emerger en los mares cercanos a las islas.
También esta situación estratégica provocaba que los barcos que iban
a América pasaran por las islas a aprovisionarse de agua y alimentos,
y de camino atacasen alguna población costera.

La piratería en Canarias:


El descubrimiento de América y la penetración europea hacia el
Indico a través de la costa occidental africana convierten a las
Canarias en una encrucijada de las rutas marítimas. Apenas
avanzado el s. XVI comienza el tráfico naval entre las colonias
españolas de ultramar y la metrópoli. Los barcos regresaban
cargados de tesoros y especias, y sus rutas tenían que pasar
forzosamente entre las Azores y Canarias; de esta forma, los mares
de las islas son lugares de espera para las flotillas piratas. La
piratería en aguas de Canarias empieza en el primer tercio del s.
XVI, toma inusitada actividad hacia su final, y continúa durante todo
el s. XVII y XVIII, hasta su ocaso en la primera década del s. XIX.
En Canarias actuaron piratas de todas las nacionalidades, pero
principalmente fueron ingleses, franceses, berberiscos y de los
Países Bajos.



Piratas y corsarios que actuaron en
canarias:

Franceses: Ya en tiempos de la conquista aparecen aventureros

franceses que eligen como bases la isla de Lobos y el cabo de Anaga.
Corsarios y piratas dificultan en no pocas ocasiones el intercambio
exterior y dañan indirectamente la economía canaria al impedir el
tráfico interinsular, a la vez que se debe a ellos la entrada de
numerosos productos, prohibidos al comercio regular. La enemistad
entre la España de Carlos V (1500-1558) y Francia hace que sean
franceses los primeros piratas que aparezcan en las islas.
 Jean Fleury (también conocido como
Juan Florín) en 1522.
 Francois Le Clerc o Pie de palo. Saqueó
e incendió Santa Cruz de la Palma en 1553.
 Durand de Villegaingnong. También atacó
Santa Cruz de la Palma en 1554, pero esta
vez fue rechazado el ataque.
 Jean Capdeville. Arrasó San Sebastián de
la Gomera en 1571.
 Jacques de Sores. Atacó La Palma en 1570.



Ingleses: Al heredar Felipe II

el trono español se desata la
rivalidad angloespañola. Como
consecuencia, las Canarias se
convierten en blanco de los
ataques de la piratería inglesa.
Los ataques y saqueos son tan
frecuentes que el Rey se ve
obligado a fortalecer el aparato
defensivo del archipiélago. Entre
las medidas tomadas sobresalen
la creación del cargo de Capitán
General y el envío del ingeniero
italiano Torriani con la misión de
levantar torres y castillos en
aras de su mejor defensa.
Muchos de éstos aún se
conservan (castillo de
Guanapay, en Lanzarote)














John Poole.
Francis Drake. Fracasado ataque en 1585 a Santa Cruz de la Palma.

También fracasó en el ataque a Las Palmas de Gran Canaria y quiso
resarcirse atacando un poco más al sur de la isla, en Arguineguín,
pero también fue sorprendido y tuvo que huir con numerosas bajas.
William Harper. En 1593 ataca Lanzarote y Fuerteventura.
Walter Raleigh. Ataques sobre Tenerife y Fuerteventura en
1595.Ataque a Arrecife en 1616.
John Jennings. Santa Cruz de Tenerife sufre un ataque en 1706 que
es repelido.
Woodes Rogers. Fracasado ataque a Santa Cruz de Tenerife en
1708.
Charles Windon. En 1744 ataca San Sebastián de la Gomera y La
Palma.
En 1762, George de Cumberland y Berkley desembarca en Puerto
de Naos (El Hierro).
John Hawkins (conocido en Canarias como Aquines, por
castellanización de su apellido). Mantuvo relaciones mercantiles con
algunos propietarios de las islas a pesar que también atacaba
poblaciones junto a Francis Drake.
Robert Blake. Atacó Santa Cruz de Tenerife en 1656.

Holandeses: Al llegar el s.
XVII, son también los
holandeses los que
protagonizan episodios
piráticos en Canarias; sus
objetivos, aparte del móvil
del botín, son políticos y
bélicos.
 Pieter van der Does.
Fracasó en el intento de
invasión e incendio de San
Sebastián de la Gomera,
pero tuvo éxito en el
saqueo e incendio de Las
Palmas de Gran Canaria en
1599.




Otros (Argelinos, Tunecinos, Turcos...):



Dogalí apodado el Turquillo. En 1571 ocupa Arrecife (Lanzarote),




saqueando, incendiando y capturando un gran número de isleños.
Tabac Arráez y Solimán saquean Teguise (Lanzarote) y también
atacan San Sebastián de la Gomera en 1618.
Morato Arráez. en 1586 ataca Lanzarote, llega hasta Teguise
saqueándola y llevándose muchos cultivos.

Motivos de porque canarias era tan
importante en esta época:


Canarias, por su situación, era un lugar favorable para los piratas,
dependiendo también sus ataques, de las relaciones políticas que,
en cada momento, España jugaba con los distintos países. Así, las
guerras de Carlos I con Francia, en disputa por la hegemonía, o
los conflictos por motivos religiosos iniciados por Felipe II (s. XVI)
contra los Países Bajos (Bélgica, Holanda):"Prefiero perder mis
Estados a gobernar sobre herejes", incrementaron los ataques de
estos países. Éstos continúan, en el siglo XVII, con Felipe III y
IV, repercutiendo en los ataques piráticos de estos países. Otro
tanto ocurre con las alianzas de España con Francia en tiempo de
los Borbones contra Inglaterra. Concretamente, la alianza de
Carlos IV (finales del siglo XVIII: 1796) conllevó actuaciones
temerarias de Nelson, almirante inglés, destacando la derrota de la
escuadra española en el cabo de San Vicente o la de Trafalgar
(1805).

La caída de la piratería en Canarias:




Aparte de una mejor defensa de las Canarias, un hecho memorable
para estas tierras fue lo que hizo que la piratería descendiera en las
islas de forma sustancial. Este hecho fue el fracasado ataque de
Horacio Nelson en 1797 a Santa Cruz de Tenerife.
La pretensión de muchos de los ataques de piratas ingleses era la
de apoderarse de las islas en nombre de Inglaterra más que hacer
rapiña. Finalmente se prescindió de piratas o corsarios y un
almirante inglés aparece, con su flota, el 25 de julio de 1797 frente
a la costa de Santa Cruz de Tenerife. Al ataque le opone resistencia
las tropas canarias, bajo el mando del general Gutiérrez, y un
destacamento francés que se encontraba en la isla. En el
enfrentamiento Nelson pierde un brazo al ser alcanzado por una
bola de cañón. Nelson se ve desbordado por la imprevista marcha
de la batalla y tiene que capitular. Ya en tierra firma una paz, en el
que se compromete no intentar apoderarse de las Canarias. La
mayor defensa de las islas junto al declive de la piratería hace que
poco a poco las poblaciones y capitales se asentaran en la costa,
ganando en importancia y desarrollo respecto a las del interior.

Consecuencias de la piratería:


Los ataques piratas a villas y puertos con fines de capturar tesoros o
apoderarse de víveres y vinos se traducen en incendios, saqueos y
muertes; ello obliga a militarizar las islas con las consiguientes
cargas sobre la población, y como medida de precaución, las villas y
poblados se asientan en lugares no visibles desde la costa. Muchos
archivos y obras de arte desaparecen por los incendios, provocados
por los corsarios. Sin embargo no siempre las escuadras piratas
venían en son de rapiña. Muchas veces lo hacían con la finalidad de
practicar el contrabando con los naturales isleños; ciertos magnates
canarios debieron su fortuna a este comercio clandestino con los
piratas a lo que las autoridades hacían la vista gorda. La cuestión
era sobrevivir en un espacio insular a medio camino entre las
colonias americanas y la metrópoli española. Otras veces, los
ataques tenían sencillamente motivaciones políticas.

Relaciones entre piratas y
comerciantes:


Durante los siglos XVI, XVII y XVIII el contacto de los piratas con el
mundo de los negocios fue muy estrecho; se formaron sociedades
para financiar expediciones. Por otra parte, la acción de los piratas
se fue modificando de acuerdo con los adelantos técnicos; la
primitiva técnica del abordaje fue abandonada al armarse los barcos
con cañones; el negocio del mar requirió mayores inversiones, de
ahí que los capitanes de los barcos estuviesen muy ligados con los
comerciantes de especias de Ámsterdam o Londres, con los
banqueros italianos o con los comerciantes de Liverpool; las
expediciones requirieron una organización más compleja; los barcos
mercantes fueron transformados para el ejercicio de la piratería.



El tratado de Ryswick (1697) entre las potencias coloniales trasladó
la piratería de Hispanoamérica a América del Norte y, sobre todo, al
continente asiático (mar Rojo y costa de Malabar); fueron los
funcionarios de la compañía de las Indias quienes iniciaron en
contra de los neerlandeses, las acciones piráticas en el océano
Indico con base en Madagascar. Pero el fin de la piratería occidental
estaba próximo. En el siglo XIX sólo perduraron algunos piratas
aislados en ciertas costas de África, golfo Pérsico, China y Polinesia.
El desarrollo industrial y la máquina de vapor, hicieron las empresas
muy costosas y arriesgadas; la piratería se vio impotente ante el
avance técnico de los medios de comunicación y de organización
defensiva.
Finalmente comentar que los piratas no siempre venían en son de
rapiña sino que muchas veces lo hacían con el fin de practicar el
contrabando con los isleños. De hecho ciertos magnates canarios
debieron su fortuna a este comercio clandestino con los piratas. Por
ejemplo, el pirata inglés John Hawkins, conocido en las islas como
Aquines, mantuvo relaciones comerciales durante muchos años con
Pedro Ponte, un mercader y gran propietario tinerfeño.



Las islas también tuvieron piratas y corsarios propios. El más
conocido fue Ángel García, nacido en 1800 y conocido con el
nombre de Cabeza de perro, pues su cabeza era deforme. Fue
comerciante, negrero y cuando atacaba a un navío mataba sin
piedad a todo el que iba a bordo. Y hay otro personaje que, por sus
posibles lazos con la alta sociedad tinerfeña de la época, ha
desatado más de una polémica. Su nombre es Amaro Rodríguez
Felipe, nacido en 1695 y más conocido como Amaro Pargo.
Pertenecía a la clase noble y era más bien un corsario, lo que daba
carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos. Las huellas de su paso se encuentran por todas partes:
en el convento de las Catalinas, en la ermita de Nuestra señora de
El Rosario y sobre todo su propia tumba en la iglesia de Santo
Domingo de La Laguna. Sobre la lápida se aprecia una calavera y
dos tibias cruzadas…. símbolo de los piratas.

Historia de piratas:


En nuestras islas hay ocasiones en las que los aspectos del pasado
se entremezclan de tal forma que, a veces, es imposible discernir
dónde acaba la realidad y empiezan las leyendas. Nuestra historia –
o leyenda- en Machado, un barrio del municipio de El Rosario. Casi
al final de la carretera que conduce a la ermita de Nuestra Señora
del Rosario, si miramos hacia el norte, podemos distinguir las ruinas
de una antigua mansión canaria de campo. Si preguntamos a los
vecinos nos dirán: "esa es la casa del pirata". Subamos por un
camino empedrado y llegaremos a la casa. Apenas queda nada de lo
que fue. Una fotografía de 1975 nos da apenas una somera idea de
lo que debió ser. Sólo una habitación conserva todavía restos de las
maderas de la techumbre y algunas tejas. Desde esa estancia, una
única ventana nos permite ver una panorámica de la costa del sur
de Tenerife desde Radazul hasta El Porís. La casa es, pues, una
atalaya, casi un puesto de vigía sobre el mar.



Esa construcción fue declarada, junto con la ermita, Bien de Interés
Cultural en el año 2003. En esa declaración del Gobierno de Canarias se
la citaba como Casa del Pirata o del Rosario. No obstante, al año
siguiente y “visto el recurso de reposición interpuesto por Fray José
Mateos y García de Paredes, vicepostulador de la Causa de Canonización
de la Sierva de Dios Sor María de Jesús de León Delgado”, el Gobierno
canario decide mediante otro decreto que se le cambie el nombre y se
la denomine Casa de los Mesa, pues se considera que no está
demostrado que la casa perteneciera al supuesto pirata. Más adelante
veremos el porqué de ese recurso.

¿Quién era este pirata?



El personaje al que nos estamos refiriendo no es otro que Amaro
Rodríguez Felipe, nacido en 1695 en La Laguna y más conocido con el
nombre de Amaro Pargo. Conocemos su rostro por un retrato suyo que
se conserva en la ermita del Rosario, en el que, debajo de la imagen del
Señor de la Humildad y Paciencia, aparece junto a Fray Juan de Jesús y
el retrato mortuorio de Sor Maria de Jesús. En torno a su figura se han
tejido una serie de leyendas que tienen que ver con las actividades que
lo llevaron a navegar por el Atlántico. Pertenecía al estamento nobiliario
y no era con precisión un pirata, sino un corsario. La diferencia entre
ambos es que el primero actúa por libre, mientras que el segundo lo
hace mediante autorización real o patente de corso. Esta autorización
daba un carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos del correspondiente país.

Amaro Rodríguez Felipe
(Amaro Pargo)



Otro de los lugares relacionados con este personaje es la
Punta del Hidalgo, en la playa de San Mateo, bajo los
Dos Hermanos, donde se desembarcaban los productos
de contrabando. Otra de las lucrativas actividades que se
le atribuyen es el tráfico de esclavos desde la costa
africana hasta América. En los años 40 escandalizó a la
sociedad tinerfeña la publicación de un libro de la
doctora María Rosa Alonso titulado Un rincón tinerfeño.
La Punta del Hidalgo en el que se relacionaba de manera
directa la figura del corsario lagunero con las grandes
familias tinerfeñas. Dicho de otra manera, el origen de
algunas de las grandes fortunas tinerfeñas estaría en
actividades que podríamos calificar, como mínimo, de
dudosas. Algunos afirman, además, su pertenencia a la
francmasonería, en la que alcanzó el grado de
compañero.



Otro aspecto de Amaro Pargo, y dadas las costumbres de la época
no contradictorio, es su gran religiosidad. Hizo donaciones a iglesias
y conventos, sobre todo al de las Catalinas de La Laguna, pues
sentía una auténtica veneración por la, todavía viva, Sor María de
Jesús, la Siervita. Carlos García, en su libro La Ciudad. Relatos
históricos y tradicionales de La Laguna afirma que "nunca
emprendió negocio, expedición de barco, ni celebró contrato sin
antes consultarlo con esta Sierva de Dios y obtuviera su
aprobación". Tres años después de la muerte de la Siervita,
consiguió que el cadáver de ésta fuera exhumado y, asombrado del
estado de conservación del mismo, encargó el sarcófago en el que
actualmente puede ser visitada y en el que mandó escribir unos
versos en cuyas letras iniciales se puede leer en vertical: PARGO. En
nuestros días se está llevando a cabo la causa para la canonización
de Sor María de Jesús y parece que se quiera eliminar cualquier
obstáculo para la misma, por lo que se está procediendo a una
revisión de la figura Amaro Pargo: por ello se insiste en el recurso
antes citado en que no era pirata.



Amaro Rodríguez Felipe murió
en 1747 y está enterrado en la
iglesia de Santo Domingo de
La Laguna. En la lápida del
enterramiento familiar, a la
entrada del templo, aparece
una calavera con dos tibias
cruzadas, lo que no ha hecho
sino alimentar la leyenda…



Entonces, ¿no hubo piratas canarios? Sí, y conocemos la historia de
uno de ellos. Se llamaba Ángel García, nació en 1800 en Igueste de
San Andrés, donde tenía su casa. Ha pasado a la historia con el
nombre de Cabeza de Perro, pues su cabeza era deforme. Poco
antes de llegar a Igueste, desde la carretera se puede apreciar una
serie de edificios a los que no es posible acceder porque una puerta
cierra el paso. Es El Balayo, una punta entre dos playas, lugar que
se ha relacionado siempre con el pirata. Cerca se encuentra la
Cueva del Agua, donde al parecer surtía de agua a sus naves. Tenía
su zona de operaciones en el Caribe y en La Habana, camuflado de
dulcería su cuartel general.
Fue comerciante, negrero y asesino sanguinario de los mares.
Cuando atacaba un navío mataba sin piedad a todos los que en él
iban. Ya a la vejez decidió retirarse a vivir en Tenerife, pero fue
reconocido y encarcelado en el castillo de Paso Alto. Poco tiempo
después era ejecutado cerca del Castillo Negro. Dulce María Loynaz
nos ha dejado un relato literario acerca de este personaje en su
libro Un verano en Tenerife. La piratería se extinguió en el Atlántico
en el siglo XIX, pero todavía queda en nuestras islas el recuerdo,
mitad historia mitad leyenda, de su existencia.



Trabajo realizado por:

Laura Garcés González
 Facundo Nahuel Perez
 Andrea Ovando Alfaro




2ºBach “C”


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Piratería en Canarias

Definiciones:


La piratería es una práctica
de saqueo organizado o
bandolerismo marítimo,
probablemente tan antigua
como la navegación misma.
Consiste en que una
embarcación privada o una
estatal amotinada ataca a otra
en aguas internacionales o en
lugares no sometidos a la
jurisdicción de ningún Estado,
con el propósito de robar su
carga, exigir rescate por los
pasajeros, convertirlos en
esclavos y muchas veces
apoderarse de la nave misma.





Corsario (del latín cursus es
decir "carrera") era el nombre
que se concedía a los
navegantes que, en virtud del
permiso concedido por un
gobierno en una carta de
marca o patente de corso,
capturaban y saqueaban el
tráfico mercante de las
naciones enemigas de ese
gobierno.
Pirata, persona que se dedica
a la piratería (una práctica de
saqueo organizado o
bandolerismo marítimo).

Los inicios de la piratería en canarias:


El auge de la piratería va asociada al descubrimiento y la posterior
explotación de América y a los conflictos entre las grandes potencias.
Aunque los piratas, en teoría, estaban fuera del control y del amparo
de cualquier nación, éstas se aprovechaban, e incluso llegaban a
apoyarlos, siempre que las víctimas fueran sus más acérrimos
enemigos. Las islas Canarias y Azores se convirtieron en lugares
estratégicos en las rutas marítimas de Europa, América y Asia. Los
preciados tesoros y especies de la nueva tierra descubierta eran un
gran botín para los piratas. Como estos tesoros recalaban en las Islas
Canarias o en las Islas Azores en su rumbo a la vieja Europa la
piratería no tardó en emerger en los mares cercanos a las islas.
También esta situación estratégica provocaba que los barcos que iban
a América pasaran por las islas a aprovisionarse de agua y alimentos,
y de camino atacasen alguna población costera.

La piratería en Canarias:


El descubrimiento de América y la penetración europea hacia el
Indico a través de la costa occidental africana convierten a las
Canarias en una encrucijada de las rutas marítimas. Apenas
avanzado el s. XVI comienza el tráfico naval entre las colonias
españolas de ultramar y la metrópoli. Los barcos regresaban
cargados de tesoros y especias, y sus rutas tenían que pasar
forzosamente entre las Azores y Canarias; de esta forma, los mares
de las islas son lugares de espera para las flotillas piratas. La
piratería en aguas de Canarias empieza en el primer tercio del s.
XVI, toma inusitada actividad hacia su final, y continúa durante todo
el s. XVII y XVIII, hasta su ocaso en la primera década del s. XIX.
En Canarias actuaron piratas de todas las nacionalidades, pero
principalmente fueron ingleses, franceses, berberiscos y de los
Países Bajos.



Piratas y corsarios que actuaron en
canarias:

Franceses: Ya en tiempos de la conquista aparecen aventureros

franceses que eligen como bases la isla de Lobos y el cabo de Anaga.
Corsarios y piratas dificultan en no pocas ocasiones el intercambio
exterior y dañan indirectamente la economía canaria al impedir el
tráfico interinsular, a la vez que se debe a ellos la entrada de
numerosos productos, prohibidos al comercio regular. La enemistad
entre la España de Carlos V (1500-1558) y Francia hace que sean
franceses los primeros piratas que aparezcan en las islas.
 Jean Fleury (también conocido como
Juan Florín) en 1522.
 Francois Le Clerc o Pie de palo. Saqueó
e incendió Santa Cruz de la Palma en 1553.
 Durand de Villegaingnong. También atacó
Santa Cruz de la Palma en 1554, pero esta
vez fue rechazado el ataque.
 Jean Capdeville. Arrasó San Sebastián de
la Gomera en 1571.
 Jacques de Sores. Atacó La Palma en 1570.



Ingleses: Al heredar Felipe II

el trono español se desata la
rivalidad angloespañola. Como
consecuencia, las Canarias se
convierten en blanco de los
ataques de la piratería inglesa.
Los ataques y saqueos son tan
frecuentes que el Rey se ve
obligado a fortalecer el aparato
defensivo del archipiélago. Entre
las medidas tomadas sobresalen
la creación del cargo de Capitán
General y el envío del ingeniero
italiano Torriani con la misión de
levantar torres y castillos en
aras de su mejor defensa.
Muchos de éstos aún se
conservan (castillo de
Guanapay, en Lanzarote)














John Poole.
Francis Drake. Fracasado ataque en 1585 a Santa Cruz de la Palma.

También fracasó en el ataque a Las Palmas de Gran Canaria y quiso
resarcirse atacando un poco más al sur de la isla, en Arguineguín,
pero también fue sorprendido y tuvo que huir con numerosas bajas.
William Harper. En 1593 ataca Lanzarote y Fuerteventura.
Walter Raleigh. Ataques sobre Tenerife y Fuerteventura en
1595.Ataque a Arrecife en 1616.
John Jennings. Santa Cruz de Tenerife sufre un ataque en 1706 que
es repelido.
Woodes Rogers. Fracasado ataque a Santa Cruz de Tenerife en
1708.
Charles Windon. En 1744 ataca San Sebastián de la Gomera y La
Palma.
En 1762, George de Cumberland y Berkley desembarca en Puerto
de Naos (El Hierro).
John Hawkins (conocido en Canarias como Aquines, por
castellanización de su apellido). Mantuvo relaciones mercantiles con
algunos propietarios de las islas a pesar que también atacaba
poblaciones junto a Francis Drake.
Robert Blake. Atacó Santa Cruz de Tenerife en 1656.

Holandeses: Al llegar el s.
XVII, son también los
holandeses los que
protagonizan episodios
piráticos en Canarias; sus
objetivos, aparte del móvil
del botín, son políticos y
bélicos.
 Pieter van der Does.
Fracasó en el intento de
invasión e incendio de San
Sebastián de la Gomera,
pero tuvo éxito en el
saqueo e incendio de Las
Palmas de Gran Canaria en
1599.




Otros (Argelinos, Tunecinos, Turcos...):



Dogalí apodado el Turquillo. En 1571 ocupa Arrecife (Lanzarote),




saqueando, incendiando y capturando un gran número de isleños.
Tabac Arráez y Solimán saquean Teguise (Lanzarote) y también
atacan San Sebastián de la Gomera en 1618.
Morato Arráez. en 1586 ataca Lanzarote, llega hasta Teguise
saqueándola y llevándose muchos cultivos.

Motivos de porque canarias era tan
importante en esta época:


Canarias, por su situación, era un lugar favorable para los piratas,
dependiendo también sus ataques, de las relaciones políticas que,
en cada momento, España jugaba con los distintos países. Así, las
guerras de Carlos I con Francia, en disputa por la hegemonía, o
los conflictos por motivos religiosos iniciados por Felipe II (s. XVI)
contra los Países Bajos (Bélgica, Holanda):"Prefiero perder mis
Estados a gobernar sobre herejes", incrementaron los ataques de
estos países. Éstos continúan, en el siglo XVII, con Felipe III y
IV, repercutiendo en los ataques piráticos de estos países. Otro
tanto ocurre con las alianzas de España con Francia en tiempo de
los Borbones contra Inglaterra. Concretamente, la alianza de
Carlos IV (finales del siglo XVIII: 1796) conllevó actuaciones
temerarias de Nelson, almirante inglés, destacando la derrota de la
escuadra española en el cabo de San Vicente o la de Trafalgar
(1805).

La caída de la piratería en Canarias:




Aparte de una mejor defensa de las Canarias, un hecho memorable
para estas tierras fue lo que hizo que la piratería descendiera en las
islas de forma sustancial. Este hecho fue el fracasado ataque de
Horacio Nelson en 1797 a Santa Cruz de Tenerife.
La pretensión de muchos de los ataques de piratas ingleses era la
de apoderarse de las islas en nombre de Inglaterra más que hacer
rapiña. Finalmente se prescindió de piratas o corsarios y un
almirante inglés aparece, con su flota, el 25 de julio de 1797 frente
a la costa de Santa Cruz de Tenerife. Al ataque le opone resistencia
las tropas canarias, bajo el mando del general Gutiérrez, y un
destacamento francés que se encontraba en la isla. En el
enfrentamiento Nelson pierde un brazo al ser alcanzado por una
bola de cañón. Nelson se ve desbordado por la imprevista marcha
de la batalla y tiene que capitular. Ya en tierra firma una paz, en el
que se compromete no intentar apoderarse de las Canarias. La
mayor defensa de las islas junto al declive de la piratería hace que
poco a poco las poblaciones y capitales se asentaran en la costa,
ganando en importancia y desarrollo respecto a las del interior.

Consecuencias de la piratería:


Los ataques piratas a villas y puertos con fines de capturar tesoros o
apoderarse de víveres y vinos se traducen en incendios, saqueos y
muertes; ello obliga a militarizar las islas con las consiguientes
cargas sobre la población, y como medida de precaución, las villas y
poblados se asientan en lugares no visibles desde la costa. Muchos
archivos y obras de arte desaparecen por los incendios, provocados
por los corsarios. Sin embargo no siempre las escuadras piratas
venían en son de rapiña. Muchas veces lo hacían con la finalidad de
practicar el contrabando con los naturales isleños; ciertos magnates
canarios debieron su fortuna a este comercio clandestino con los
piratas a lo que las autoridades hacían la vista gorda. La cuestión
era sobrevivir en un espacio insular a medio camino entre las
colonias americanas y la metrópoli española. Otras veces, los
ataques tenían sencillamente motivaciones políticas.

Relaciones entre piratas y
comerciantes:


Durante los siglos XVI, XVII y XVIII el contacto de los piratas con el
mundo de los negocios fue muy estrecho; se formaron sociedades
para financiar expediciones. Por otra parte, la acción de los piratas
se fue modificando de acuerdo con los adelantos técnicos; la
primitiva técnica del abordaje fue abandonada al armarse los barcos
con cañones; el negocio del mar requirió mayores inversiones, de
ahí que los capitanes de los barcos estuviesen muy ligados con los
comerciantes de especias de Ámsterdam o Londres, con los
banqueros italianos o con los comerciantes de Liverpool; las
expediciones requirieron una organización más compleja; los barcos
mercantes fueron transformados para el ejercicio de la piratería.



El tratado de Ryswick (1697) entre las potencias coloniales trasladó
la piratería de Hispanoamérica a América del Norte y, sobre todo, al
continente asiático (mar Rojo y costa de Malabar); fueron los
funcionarios de la compañía de las Indias quienes iniciaron en
contra de los neerlandeses, las acciones piráticas en el océano
Indico con base en Madagascar. Pero el fin de la piratería occidental
estaba próximo. En el siglo XIX sólo perduraron algunos piratas
aislados en ciertas costas de África, golfo Pérsico, China y Polinesia.
El desarrollo industrial y la máquina de vapor, hicieron las empresas
muy costosas y arriesgadas; la piratería se vio impotente ante el
avance técnico de los medios de comunicación y de organización
defensiva.
Finalmente comentar que los piratas no siempre venían en son de
rapiña sino que muchas veces lo hacían con el fin de practicar el
contrabando con los isleños. De hecho ciertos magnates canarios
debieron su fortuna a este comercio clandestino con los piratas. Por
ejemplo, el pirata inglés John Hawkins, conocido en las islas como
Aquines, mantuvo relaciones comerciales durante muchos años con
Pedro Ponte, un mercader y gran propietario tinerfeño.



Las islas también tuvieron piratas y corsarios propios. El más
conocido fue Ángel García, nacido en 1800 y conocido con el
nombre de Cabeza de perro, pues su cabeza era deforme. Fue
comerciante, negrero y cuando atacaba a un navío mataba sin
piedad a todo el que iba a bordo. Y hay otro personaje que, por sus
posibles lazos con la alta sociedad tinerfeña de la época, ha
desatado más de una polémica. Su nombre es Amaro Rodríguez
Felipe, nacido en 1695 y más conocido como Amaro Pargo.
Pertenecía a la clase noble y era más bien un corsario, lo que daba
carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos. Las huellas de su paso se encuentran por todas partes:
en el convento de las Catalinas, en la ermita de Nuestra señora de
El Rosario y sobre todo su propia tumba en la iglesia de Santo
Domingo de La Laguna. Sobre la lápida se aprecia una calavera y
dos tibias cruzadas…. símbolo de los piratas.

Historia de piratas:


En nuestras islas hay ocasiones en las que los aspectos del pasado
se entremezclan de tal forma que, a veces, es imposible discernir
dónde acaba la realidad y empiezan las leyendas. Nuestra historia –
o leyenda- en Machado, un barrio del municipio de El Rosario. Casi
al final de la carretera que conduce a la ermita de Nuestra Señora
del Rosario, si miramos hacia el norte, podemos distinguir las ruinas
de una antigua mansión canaria de campo. Si preguntamos a los
vecinos nos dirán: "esa es la casa del pirata". Subamos por un
camino empedrado y llegaremos a la casa. Apenas queda nada de lo
que fue. Una fotografía de 1975 nos da apenas una somera idea de
lo que debió ser. Sólo una habitación conserva todavía restos de las
maderas de la techumbre y algunas tejas. Desde esa estancia, una
única ventana nos permite ver una panorámica de la costa del sur
de Tenerife desde Radazul hasta El Porís. La casa es, pues, una
atalaya, casi un puesto de vigía sobre el mar.



Esa construcción fue declarada, junto con la ermita, Bien de Interés
Cultural en el año 2003. En esa declaración del Gobierno de Canarias se
la citaba como Casa del Pirata o del Rosario. No obstante, al año
siguiente y “visto el recurso de reposición interpuesto por Fray José
Mateos y García de Paredes, vicepostulador de la Causa de Canonización
de la Sierva de Dios Sor María de Jesús de León Delgado”, el Gobierno
canario decide mediante otro decreto que se le cambie el nombre y se
la denomine Casa de los Mesa, pues se considera que no está
demostrado que la casa perteneciera al supuesto pirata. Más adelante
veremos el porqué de ese recurso.

¿Quién era este pirata?



El personaje al que nos estamos refiriendo no es otro que Amaro
Rodríguez Felipe, nacido en 1695 en La Laguna y más conocido con el
nombre de Amaro Pargo. Conocemos su rostro por un retrato suyo que
se conserva en la ermita del Rosario, en el que, debajo de la imagen del
Señor de la Humildad y Paciencia, aparece junto a Fray Juan de Jesús y
el retrato mortuorio de Sor Maria de Jesús. En torno a su figura se han
tejido una serie de leyendas que tienen que ver con las actividades que
lo llevaron a navegar por el Atlántico. Pertenecía al estamento nobiliario
y no era con precisión un pirata, sino un corsario. La diferencia entre
ambos es que el primero actúa por libre, mientras que el segundo lo
hace mediante autorización real o patente de corso. Esta autorización
daba un carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos del correspondiente país.

Amaro Rodríguez Felipe
(Amaro Pargo)



Otro de los lugares relacionados con este personaje es la
Punta del Hidalgo, en la playa de San Mateo, bajo los
Dos Hermanos, donde se desembarcaban los productos
de contrabando. Otra de las lucrativas actividades que se
le atribuyen es el tráfico de esclavos desde la costa
africana hasta América. En los años 40 escandalizó a la
sociedad tinerfeña la publicación de un libro de la
doctora María Rosa Alonso titulado Un rincón tinerfeño.
La Punta del Hidalgo en el que se relacionaba de manera
directa la figura del corsario lagunero con las grandes
familias tinerfeñas. Dicho de otra manera, el origen de
algunas de las grandes fortunas tinerfeñas estaría en
actividades que podríamos calificar, como mínimo, de
dudosas. Algunos afirman, además, su pertenencia a la
francmasonería, en la que alcanzó el grado de
compañero.



Otro aspecto de Amaro Pargo, y dadas las costumbres de la época
no contradictorio, es su gran religiosidad. Hizo donaciones a iglesias
y conventos, sobre todo al de las Catalinas de La Laguna, pues
sentía una auténtica veneración por la, todavía viva, Sor María de
Jesús, la Siervita. Carlos García, en su libro La Ciudad. Relatos
históricos y tradicionales de La Laguna afirma que "nunca
emprendió negocio, expedición de barco, ni celebró contrato sin
antes consultarlo con esta Sierva de Dios y obtuviera su
aprobación". Tres años después de la muerte de la Siervita,
consiguió que el cadáver de ésta fuera exhumado y, asombrado del
estado de conservación del mismo, encargó el sarcófago en el que
actualmente puede ser visitada y en el que mandó escribir unos
versos en cuyas letras iniciales se puede leer en vertical: PARGO. En
nuestros días se está llevando a cabo la causa para la canonización
de Sor María de Jesús y parece que se quiera eliminar cualquier
obstáculo para la misma, por lo que se está procediendo a una
revisión de la figura Amaro Pargo: por ello se insiste en el recurso
antes citado en que no era pirata.



Amaro Rodríguez Felipe murió
en 1747 y está enterrado en la
iglesia de Santo Domingo de
La Laguna. En la lápida del
enterramiento familiar, a la
entrada del templo, aparece
una calavera con dos tibias
cruzadas, lo que no ha hecho
sino alimentar la leyenda…



Entonces, ¿no hubo piratas canarios? Sí, y conocemos la historia de
uno de ellos. Se llamaba Ángel García, nació en 1800 en Igueste de
San Andrés, donde tenía su casa. Ha pasado a la historia con el
nombre de Cabeza de Perro, pues su cabeza era deforme. Poco
antes de llegar a Igueste, desde la carretera se puede apreciar una
serie de edificios a los que no es posible acceder porque una puerta
cierra el paso. Es El Balayo, una punta entre dos playas, lugar que
se ha relacionado siempre con el pirata. Cerca se encuentra la
Cueva del Agua, donde al parecer surtía de agua a sus naves. Tenía
su zona de operaciones en el Caribe y en La Habana, camuflado de
dulcería su cuartel general.
Fue comerciante, negrero y asesino sanguinario de los mares.
Cuando atacaba un navío mataba sin piedad a todos los que en él
iban. Ya a la vejez decidió retirarse a vivir en Tenerife, pero fue
reconocido y encarcelado en el castillo de Paso Alto. Poco tiempo
después era ejecutado cerca del Castillo Negro. Dulce María Loynaz
nos ha dejado un relato literario acerca de este personaje en su
libro Un verano en Tenerife. La piratería se extinguió en el Atlántico
en el siglo XIX, pero todavía queda en nuestras islas el recuerdo,
mitad historia mitad leyenda, de su existencia.



Trabajo realizado por:

Laura Garcés González
 Facundo Nahuel Perez
 Andrea Ovando Alfaro




2ºBach “C”


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Piratería en Canarias

Definiciones:


La piratería es una práctica
de saqueo organizado o
bandolerismo marítimo,
probablemente tan antigua
como la navegación misma.
Consiste en que una
embarcación privada o una
estatal amotinada ataca a otra
en aguas internacionales o en
lugares no sometidos a la
jurisdicción de ningún Estado,
con el propósito de robar su
carga, exigir rescate por los
pasajeros, convertirlos en
esclavos y muchas veces
apoderarse de la nave misma.





Corsario (del latín cursus es
decir "carrera") era el nombre
que se concedía a los
navegantes que, en virtud del
permiso concedido por un
gobierno en una carta de
marca o patente de corso,
capturaban y saqueaban el
tráfico mercante de las
naciones enemigas de ese
gobierno.
Pirata, persona que se dedica
a la piratería (una práctica de
saqueo organizado o
bandolerismo marítimo).

Los inicios de la piratería en canarias:


El auge de la piratería va asociada al descubrimiento y la posterior
explotación de América y a los conflictos entre las grandes potencias.
Aunque los piratas, en teoría, estaban fuera del control y del amparo
de cualquier nación, éstas se aprovechaban, e incluso llegaban a
apoyarlos, siempre que las víctimas fueran sus más acérrimos
enemigos. Las islas Canarias y Azores se convirtieron en lugares
estratégicos en las rutas marítimas de Europa, América y Asia. Los
preciados tesoros y especies de la nueva tierra descubierta eran un
gran botín para los piratas. Como estos tesoros recalaban en las Islas
Canarias o en las Islas Azores en su rumbo a la vieja Europa la
piratería no tardó en emerger en los mares cercanos a las islas.
También esta situación estratégica provocaba que los barcos que iban
a América pasaran por las islas a aprovisionarse de agua y alimentos,
y de camino atacasen alguna población costera.

La piratería en Canarias:


El descubrimiento de América y la penetración europea hacia el
Indico a través de la costa occidental africana convierten a las
Canarias en una encrucijada de las rutas marítimas. Apenas
avanzado el s. XVI comienza el tráfico naval entre las colonias
españolas de ultramar y la metrópoli. Los barcos regresaban
cargados de tesoros y especias, y sus rutas tenían que pasar
forzosamente entre las Azores y Canarias; de esta forma, los mares
de las islas son lugares de espera para las flotillas piratas. La
piratería en aguas de Canarias empieza en el primer tercio del s.
XVI, toma inusitada actividad hacia su final, y continúa durante todo
el s. XVII y XVIII, hasta su ocaso en la primera década del s. XIX.
En Canarias actuaron piratas de todas las nacionalidades, pero
principalmente fueron ingleses, franceses, berberiscos y de los
Países Bajos.



Piratas y corsarios que actuaron en
canarias:

Franceses: Ya en tiempos de la conquista aparecen aventureros

franceses que eligen como bases la isla de Lobos y el cabo de Anaga.
Corsarios y piratas dificultan en no pocas ocasiones el intercambio
exterior y dañan indirectamente la economía canaria al impedir el
tráfico interinsular, a la vez que se debe a ellos la entrada de
numerosos productos, prohibidos al comercio regular. La enemistad
entre la España de Carlos V (1500-1558) y Francia hace que sean
franceses los primeros piratas que aparezcan en las islas.
 Jean Fleury (también conocido como
Juan Florín) en 1522.
 Francois Le Clerc o Pie de palo. Saqueó
e incendió Santa Cruz de la Palma en 1553.
 Durand de Villegaingnong. También atacó
Santa Cruz de la Palma en 1554, pero esta
vez fue rechazado el ataque.
 Jean Capdeville. Arrasó San Sebastián de
la Gomera en 1571.
 Jacques de Sores. Atacó La Palma en 1570.



Ingleses: Al heredar Felipe II

el trono español se desata la
rivalidad angloespañola. Como
consecuencia, las Canarias se
convierten en blanco de los
ataques de la piratería inglesa.
Los ataques y saqueos son tan
frecuentes que el Rey se ve
obligado a fortalecer el aparato
defensivo del archipiélago. Entre
las medidas tomadas sobresalen
la creación del cargo de Capitán
General y el envío del ingeniero
italiano Torriani con la misión de
levantar torres y castillos en
aras de su mejor defensa.
Muchos de éstos aún se
conservan (castillo de
Guanapay, en Lanzarote)














John Poole.
Francis Drake. Fracasado ataque en 1585 a Santa Cruz de la Palma.

También fracasó en el ataque a Las Palmas de Gran Canaria y quiso
resarcirse atacando un poco más al sur de la isla, en Arguineguín,
pero también fue sorprendido y tuvo que huir con numerosas bajas.
William Harper. En 1593 ataca Lanzarote y Fuerteventura.
Walter Raleigh. Ataques sobre Tenerife y Fuerteventura en
1595.Ataque a Arrecife en 1616.
John Jennings. Santa Cruz de Tenerife sufre un ataque en 1706 que
es repelido.
Woodes Rogers. Fracasado ataque a Santa Cruz de Tenerife en
1708.
Charles Windon. En 1744 ataca San Sebastián de la Gomera y La
Palma.
En 1762, George de Cumberland y Berkley desembarca en Puerto
de Naos (El Hierro).
John Hawkins (conocido en Canarias como Aquines, por
castellanización de su apellido). Mantuvo relaciones mercantiles con
algunos propietarios de las islas a pesar que también atacaba
poblaciones junto a Francis Drake.
Robert Blake. Atacó Santa Cruz de Tenerife en 1656.

Holandeses: Al llegar el s.
XVII, son también los
holandeses los que
protagonizan episodios
piráticos en Canarias; sus
objetivos, aparte del móvil
del botín, son políticos y
bélicos.
 Pieter van der Does.
Fracasó en el intento de
invasión e incendio de San
Sebastián de la Gomera,
pero tuvo éxito en el
saqueo e incendio de Las
Palmas de Gran Canaria en
1599.




Otros (Argelinos, Tunecinos, Turcos...):



Dogalí apodado el Turquillo. En 1571 ocupa Arrecife (Lanzarote),




saqueando, incendiando y capturando un gran número de isleños.
Tabac Arráez y Solimán saquean Teguise (Lanzarote) y también
atacan San Sebastián de la Gomera en 1618.
Morato Arráez. en 1586 ataca Lanzarote, llega hasta Teguise
saqueándola y llevándose muchos cultivos.

Motivos de porque canarias era tan
importante en esta época:


Canarias, por su situación, era un lugar favorable para los piratas,
dependiendo también sus ataques, de las relaciones políticas que,
en cada momento, España jugaba con los distintos países. Así, las
guerras de Carlos I con Francia, en disputa por la hegemonía, o
los conflictos por motivos religiosos iniciados por Felipe II (s. XVI)
contra los Países Bajos (Bélgica, Holanda):"Prefiero perder mis
Estados a gobernar sobre herejes", incrementaron los ataques de
estos países. Éstos continúan, en el siglo XVII, con Felipe III y
IV, repercutiendo en los ataques piráticos de estos países. Otro
tanto ocurre con las alianzas de España con Francia en tiempo de
los Borbones contra Inglaterra. Concretamente, la alianza de
Carlos IV (finales del siglo XVIII: 1796) conllevó actuaciones
temerarias de Nelson, almirante inglés, destacando la derrota de la
escuadra española en el cabo de San Vicente o la de Trafalgar
(1805).

La caída de la piratería en Canarias:




Aparte de una mejor defensa de las Canarias, un hecho memorable
para estas tierras fue lo que hizo que la piratería descendiera en las
islas de forma sustancial. Este hecho fue el fracasado ataque de
Horacio Nelson en 1797 a Santa Cruz de Tenerife.
La pretensión de muchos de los ataques de piratas ingleses era la
de apoderarse de las islas en nombre de Inglaterra más que hacer
rapiña. Finalmente se prescindió de piratas o corsarios y un
almirante inglés aparece, con su flota, el 25 de julio de 1797 frente
a la costa de Santa Cruz de Tenerife. Al ataque le opone resistencia
las tropas canarias, bajo el mando del general Gutiérrez, y un
destacamento francés que se encontraba en la isla. En el
enfrentamiento Nelson pierde un brazo al ser alcanzado por una
bola de cañón. Nelson se ve desbordado por la imprevista marcha
de la batalla y tiene que capitular. Ya en tierra firma una paz, en el
que se compromete no intentar apoderarse de las Canarias. La
mayor defensa de las islas junto al declive de la piratería hace que
poco a poco las poblaciones y capitales se asentaran en la costa,
ganando en importancia y desarrollo respecto a las del interior.

Consecuencias de la piratería:


Los ataques piratas a villas y puertos con fines de capturar tesoros o
apoderarse de víveres y vinos se traducen en incendios, saqueos y
muertes; ello obliga a militarizar las islas con las consiguientes
cargas sobre la población, y como medida de precaución, las villas y
poblados se asientan en lugares no visibles desde la costa. Muchos
archivos y obras de arte desaparecen por los incendios, provocados
por los corsarios. Sin embargo no siempre las escuadras piratas
venían en son de rapiña. Muchas veces lo hacían con la finalidad de
practicar el contrabando con los naturales isleños; ciertos magnates
canarios debieron su fortuna a este comercio clandestino con los
piratas a lo que las autoridades hacían la vista gorda. La cuestión
era sobrevivir en un espacio insular a medio camino entre las
colonias americanas y la metrópoli española. Otras veces, los
ataques tenían sencillamente motivaciones políticas.

Relaciones entre piratas y
comerciantes:


Durante los siglos XVI, XVII y XVIII el contacto de los piratas con el
mundo de los negocios fue muy estrecho; se formaron sociedades
para financiar expediciones. Por otra parte, la acción de los piratas
se fue modificando de acuerdo con los adelantos técnicos; la
primitiva técnica del abordaje fue abandonada al armarse los barcos
con cañones; el negocio del mar requirió mayores inversiones, de
ahí que los capitanes de los barcos estuviesen muy ligados con los
comerciantes de especias de Ámsterdam o Londres, con los
banqueros italianos o con los comerciantes de Liverpool; las
expediciones requirieron una organización más compleja; los barcos
mercantes fueron transformados para el ejercicio de la piratería.



El tratado de Ryswick (1697) entre las potencias coloniales trasladó
la piratería de Hispanoamérica a América del Norte y, sobre todo, al
continente asiático (mar Rojo y costa de Malabar); fueron los
funcionarios de la compañía de las Indias quienes iniciaron en
contra de los neerlandeses, las acciones piráticas en el océano
Indico con base en Madagascar. Pero el fin de la piratería occidental
estaba próximo. En el siglo XIX sólo perduraron algunos piratas
aislados en ciertas costas de África, golfo Pérsico, China y Polinesia.
El desarrollo industrial y la máquina de vapor, hicieron las empresas
muy costosas y arriesgadas; la piratería se vio impotente ante el
avance técnico de los medios de comunicación y de organización
defensiva.
Finalmente comentar que los piratas no siempre venían en son de
rapiña sino que muchas veces lo hacían con el fin de practicar el
contrabando con los isleños. De hecho ciertos magnates canarios
debieron su fortuna a este comercio clandestino con los piratas. Por
ejemplo, el pirata inglés John Hawkins, conocido en las islas como
Aquines, mantuvo relaciones comerciales durante muchos años con
Pedro Ponte, un mercader y gran propietario tinerfeño.



Las islas también tuvieron piratas y corsarios propios. El más
conocido fue Ángel García, nacido en 1800 y conocido con el
nombre de Cabeza de perro, pues su cabeza era deforme. Fue
comerciante, negrero y cuando atacaba a un navío mataba sin
piedad a todo el que iba a bordo. Y hay otro personaje que, por sus
posibles lazos con la alta sociedad tinerfeña de la época, ha
desatado más de una polémica. Su nombre es Amaro Rodríguez
Felipe, nacido en 1695 y más conocido como Amaro Pargo.
Pertenecía a la clase noble y era más bien un corsario, lo que daba
carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos. Las huellas de su paso se encuentran por todas partes:
en el convento de las Catalinas, en la ermita de Nuestra señora de
El Rosario y sobre todo su propia tumba en la iglesia de Santo
Domingo de La Laguna. Sobre la lápida se aprecia una calavera y
dos tibias cruzadas…. símbolo de los piratas.

Historia de piratas:


En nuestras islas hay ocasiones en las que los aspectos del pasado
se entremezclan de tal forma que, a veces, es imposible discernir
dónde acaba la realidad y empiezan las leyendas. Nuestra historia –
o leyenda- en Machado, un barrio del municipio de El Rosario. Casi
al final de la carretera que conduce a la ermita de Nuestra Señora
del Rosario, si miramos hacia el norte, podemos distinguir las ruinas
de una antigua mansión canaria de campo. Si preguntamos a los
vecinos nos dirán: "esa es la casa del pirata". Subamos por un
camino empedrado y llegaremos a la casa. Apenas queda nada de lo
que fue. Una fotografía de 1975 nos da apenas una somera idea de
lo que debió ser. Sólo una habitación conserva todavía restos de las
maderas de la techumbre y algunas tejas. Desde esa estancia, una
única ventana nos permite ver una panorámica de la costa del sur
de Tenerife desde Radazul hasta El Porís. La casa es, pues, una
atalaya, casi un puesto de vigía sobre el mar.



Esa construcción fue declarada, junto con la ermita, Bien de Interés
Cultural en el año 2003. En esa declaración del Gobierno de Canarias se
la citaba como Casa del Pirata o del Rosario. No obstante, al año
siguiente y “visto el recurso de reposición interpuesto por Fray José
Mateos y García de Paredes, vicepostulador de la Causa de Canonización
de la Sierva de Dios Sor María de Jesús de León Delgado”, el Gobierno
canario decide mediante otro decreto que se le cambie el nombre y se
la denomine Casa de los Mesa, pues se considera que no está
demostrado que la casa perteneciera al supuesto pirata. Más adelante
veremos el porqué de ese recurso.

¿Quién era este pirata?



El personaje al que nos estamos refiriendo no es otro que Amaro
Rodríguez Felipe, nacido en 1695 en La Laguna y más conocido con el
nombre de Amaro Pargo. Conocemos su rostro por un retrato suyo que
se conserva en la ermita del Rosario, en el que, debajo de la imagen del
Señor de la Humildad y Paciencia, aparece junto a Fray Juan de Jesús y
el retrato mortuorio de Sor Maria de Jesús. En torno a su figura se han
tejido una serie de leyendas que tienen que ver con las actividades que
lo llevaron a navegar por el Atlántico. Pertenecía al estamento nobiliario
y no era con precisión un pirata, sino un corsario. La diferencia entre
ambos es que el primero actúa por libre, mientras que el segundo lo
hace mediante autorización real o patente de corso. Esta autorización
daba un carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos del correspondiente país.

Amaro Rodríguez Felipe
(Amaro Pargo)



Otro de los lugares relacionados con este personaje es la
Punta del Hidalgo, en la playa de San Mateo, bajo los
Dos Hermanos, donde se desembarcaban los productos
de contrabando. Otra de las lucrativas actividades que se
le atribuyen es el tráfico de esclavos desde la costa
africana hasta América. En los años 40 escandalizó a la
sociedad tinerfeña la publicación de un libro de la
doctora María Rosa Alonso titulado Un rincón tinerfeño.
La Punta del Hidalgo en el que se relacionaba de manera
directa la figura del corsario lagunero con las grandes
familias tinerfeñas. Dicho de otra manera, el origen de
algunas de las grandes fortunas tinerfeñas estaría en
actividades que podríamos calificar, como mínimo, de
dudosas. Algunos afirman, además, su pertenencia a la
francmasonería, en la que alcanzó el grado de
compañero.



Otro aspecto de Amaro Pargo, y dadas las costumbres de la época
no contradictorio, es su gran religiosidad. Hizo donaciones a iglesias
y conventos, sobre todo al de las Catalinas de La Laguna, pues
sentía una auténtica veneración por la, todavía viva, Sor María de
Jesús, la Siervita. Carlos García, en su libro La Ciudad. Relatos
históricos y tradicionales de La Laguna afirma que "nunca
emprendió negocio, expedición de barco, ni celebró contrato sin
antes consultarlo con esta Sierva de Dios y obtuviera su
aprobación". Tres años después de la muerte de la Siervita,
consiguió que el cadáver de ésta fuera exhumado y, asombrado del
estado de conservación del mismo, encargó el sarcófago en el que
actualmente puede ser visitada y en el que mandó escribir unos
versos en cuyas letras iniciales se puede leer en vertical: PARGO. En
nuestros días se está llevando a cabo la causa para la canonización
de Sor María de Jesús y parece que se quiera eliminar cualquier
obstáculo para la misma, por lo que se está procediendo a una
revisión de la figura Amaro Pargo: por ello se insiste en el recurso
antes citado en que no era pirata.



Amaro Rodríguez Felipe murió
en 1747 y está enterrado en la
iglesia de Santo Domingo de
La Laguna. En la lápida del
enterramiento familiar, a la
entrada del templo, aparece
una calavera con dos tibias
cruzadas, lo que no ha hecho
sino alimentar la leyenda…



Entonces, ¿no hubo piratas canarios? Sí, y conocemos la historia de
uno de ellos. Se llamaba Ángel García, nació en 1800 en Igueste de
San Andrés, donde tenía su casa. Ha pasado a la historia con el
nombre de Cabeza de Perro, pues su cabeza era deforme. Poco
antes de llegar a Igueste, desde la carretera se puede apreciar una
serie de edificios a los que no es posible acceder porque una puerta
cierra el paso. Es El Balayo, una punta entre dos playas, lugar que
se ha relacionado siempre con el pirata. Cerca se encuentra la
Cueva del Agua, donde al parecer surtía de agua a sus naves. Tenía
su zona de operaciones en el Caribe y en La Habana, camuflado de
dulcería su cuartel general.
Fue comerciante, negrero y asesino sanguinario de los mares.
Cuando atacaba un navío mataba sin piedad a todos los que en él
iban. Ya a la vejez decidió retirarse a vivir en Tenerife, pero fue
reconocido y encarcelado en el castillo de Paso Alto. Poco tiempo
después era ejecutado cerca del Castillo Negro. Dulce María Loynaz
nos ha dejado un relato literario acerca de este personaje en su
libro Un verano en Tenerife. La piratería se extinguió en el Atlántico
en el siglo XIX, pero todavía queda en nuestras islas el recuerdo,
mitad historia mitad leyenda, de su existencia.



Trabajo realizado por:

Laura Garcés González
 Facundo Nahuel Perez
 Andrea Ovando Alfaro




2ºBach “C”


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Piratería en Canarias

Definiciones:


La piratería es una práctica
de saqueo organizado o
bandolerismo marítimo,
probablemente tan antigua
como la navegación misma.
Consiste en que una
embarcación privada o una
estatal amotinada ataca a otra
en aguas internacionales o en
lugares no sometidos a la
jurisdicción de ningún Estado,
con el propósito de robar su
carga, exigir rescate por los
pasajeros, convertirlos en
esclavos y muchas veces
apoderarse de la nave misma.





Corsario (del latín cursus es
decir "carrera") era el nombre
que se concedía a los
navegantes que, en virtud del
permiso concedido por un
gobierno en una carta de
marca o patente de corso,
capturaban y saqueaban el
tráfico mercante de las
naciones enemigas de ese
gobierno.
Pirata, persona que se dedica
a la piratería (una práctica de
saqueo organizado o
bandolerismo marítimo).

Los inicios de la piratería en canarias:


El auge de la piratería va asociada al descubrimiento y la posterior
explotación de América y a los conflictos entre las grandes potencias.
Aunque los piratas, en teoría, estaban fuera del control y del amparo
de cualquier nación, éstas se aprovechaban, e incluso llegaban a
apoyarlos, siempre que las víctimas fueran sus más acérrimos
enemigos. Las islas Canarias y Azores se convirtieron en lugares
estratégicos en las rutas marítimas de Europa, América y Asia. Los
preciados tesoros y especies de la nueva tierra descubierta eran un
gran botín para los piratas. Como estos tesoros recalaban en las Islas
Canarias o en las Islas Azores en su rumbo a la vieja Europa la
piratería no tardó en emerger en los mares cercanos a las islas.
También esta situación estratégica provocaba que los barcos que iban
a América pasaran por las islas a aprovisionarse de agua y alimentos,
y de camino atacasen alguna población costera.

La piratería en Canarias:


El descubrimiento de América y la penetración europea hacia el
Indico a través de la costa occidental africana convierten a las
Canarias en una encrucijada de las rutas marítimas. Apenas
avanzado el s. XVI comienza el tráfico naval entre las colonias
españolas de ultramar y la metrópoli. Los barcos regresaban
cargados de tesoros y especias, y sus rutas tenían que pasar
forzosamente entre las Azores y Canarias; de esta forma, los mares
de las islas son lugares de espera para las flotillas piratas. La
piratería en aguas de Canarias empieza en el primer tercio del s.
XVI, toma inusitada actividad hacia su final, y continúa durante todo
el s. XVII y XVIII, hasta su ocaso en la primera década del s. XIX.
En Canarias actuaron piratas de todas las nacionalidades, pero
principalmente fueron ingleses, franceses, berberiscos y de los
Países Bajos.



Piratas y corsarios que actuaron en
canarias:

Franceses: Ya en tiempos de la conquista aparecen aventureros

franceses que eligen como bases la isla de Lobos y el cabo de Anaga.
Corsarios y piratas dificultan en no pocas ocasiones el intercambio
exterior y dañan indirectamente la economía canaria al impedir el
tráfico interinsular, a la vez que se debe a ellos la entrada de
numerosos productos, prohibidos al comercio regular. La enemistad
entre la España de Carlos V (1500-1558) y Francia hace que sean
franceses los primeros piratas que aparezcan en las islas.
 Jean Fleury (también conocido como
Juan Florín) en 1522.
 Francois Le Clerc o Pie de palo. Saqueó
e incendió Santa Cruz de la Palma en 1553.
 Durand de Villegaingnong. También atacó
Santa Cruz de la Palma en 1554, pero esta
vez fue rechazado el ataque.
 Jean Capdeville. Arrasó San Sebastián de
la Gomera en 1571.
 Jacques de Sores. Atacó La Palma en 1570.



Ingleses: Al heredar Felipe II

el trono español se desata la
rivalidad angloespañola. Como
consecuencia, las Canarias se
convierten en blanco de los
ataques de la piratería inglesa.
Los ataques y saqueos son tan
frecuentes que el Rey se ve
obligado a fortalecer el aparato
defensivo del archipiélago. Entre
las medidas tomadas sobresalen
la creación del cargo de Capitán
General y el envío del ingeniero
italiano Torriani con la misión de
levantar torres y castillos en
aras de su mejor defensa.
Muchos de éstos aún se
conservan (castillo de
Guanapay, en Lanzarote)














John Poole.
Francis Drake. Fracasado ataque en 1585 a Santa Cruz de la Palma.

También fracasó en el ataque a Las Palmas de Gran Canaria y quiso
resarcirse atacando un poco más al sur de la isla, en Arguineguín,
pero también fue sorprendido y tuvo que huir con numerosas bajas.
William Harper. En 1593 ataca Lanzarote y Fuerteventura.
Walter Raleigh. Ataques sobre Tenerife y Fuerteventura en
1595.Ataque a Arrecife en 1616.
John Jennings. Santa Cruz de Tenerife sufre un ataque en 1706 que
es repelido.
Woodes Rogers. Fracasado ataque a Santa Cruz de Tenerife en
1708.
Charles Windon. En 1744 ataca San Sebastián de la Gomera y La
Palma.
En 1762, George de Cumberland y Berkley desembarca en Puerto
de Naos (El Hierro).
John Hawkins (conocido en Canarias como Aquines, por
castellanización de su apellido). Mantuvo relaciones mercantiles con
algunos propietarios de las islas a pesar que también atacaba
poblaciones junto a Francis Drake.
Robert Blake. Atacó Santa Cruz de Tenerife en 1656.

Holandeses: Al llegar el s.
XVII, son también los
holandeses los que
protagonizan episodios
piráticos en Canarias; sus
objetivos, aparte del móvil
del botín, son políticos y
bélicos.
 Pieter van der Does.
Fracasó en el intento de
invasión e incendio de San
Sebastián de la Gomera,
pero tuvo éxito en el
saqueo e incendio de Las
Palmas de Gran Canaria en
1599.




Otros (Argelinos, Tunecinos, Turcos...):



Dogalí apodado el Turquillo. En 1571 ocupa Arrecife (Lanzarote),




saqueando, incendiando y capturando un gran número de isleños.
Tabac Arráez y Solimán saquean Teguise (Lanzarote) y también
atacan San Sebastián de la Gomera en 1618.
Morato Arráez. en 1586 ataca Lanzarote, llega hasta Teguise
saqueándola y llevándose muchos cultivos.

Motivos de porque canarias era tan
importante en esta época:


Canarias, por su situación, era un lugar favorable para los piratas,
dependiendo también sus ataques, de las relaciones políticas que,
en cada momento, España jugaba con los distintos países. Así, las
guerras de Carlos I con Francia, en disputa por la hegemonía, o
los conflictos por motivos religiosos iniciados por Felipe II (s. XVI)
contra los Países Bajos (Bélgica, Holanda):"Prefiero perder mis
Estados a gobernar sobre herejes", incrementaron los ataques de
estos países. Éstos continúan, en el siglo XVII, con Felipe III y
IV, repercutiendo en los ataques piráticos de estos países. Otro
tanto ocurre con las alianzas de España con Francia en tiempo de
los Borbones contra Inglaterra. Concretamente, la alianza de
Carlos IV (finales del siglo XVIII: 1796) conllevó actuaciones
temerarias de Nelson, almirante inglés, destacando la derrota de la
escuadra española en el cabo de San Vicente o la de Trafalgar
(1805).

La caída de la piratería en Canarias:




Aparte de una mejor defensa de las Canarias, un hecho memorable
para estas tierras fue lo que hizo que la piratería descendiera en las
islas de forma sustancial. Este hecho fue el fracasado ataque de
Horacio Nelson en 1797 a Santa Cruz de Tenerife.
La pretensión de muchos de los ataques de piratas ingleses era la
de apoderarse de las islas en nombre de Inglaterra más que hacer
rapiña. Finalmente se prescindió de piratas o corsarios y un
almirante inglés aparece, con su flota, el 25 de julio de 1797 frente
a la costa de Santa Cruz de Tenerife. Al ataque le opone resistencia
las tropas canarias, bajo el mando del general Gutiérrez, y un
destacamento francés que se encontraba en la isla. En el
enfrentamiento Nelson pierde un brazo al ser alcanzado por una
bola de cañón. Nelson se ve desbordado por la imprevista marcha
de la batalla y tiene que capitular. Ya en tierra firma una paz, en el
que se compromete no intentar apoderarse de las Canarias. La
mayor defensa de las islas junto al declive de la piratería hace que
poco a poco las poblaciones y capitales se asentaran en la costa,
ganando en importancia y desarrollo respecto a las del interior.

Consecuencias de la piratería:


Los ataques piratas a villas y puertos con fines de capturar tesoros o
apoderarse de víveres y vinos se traducen en incendios, saqueos y
muertes; ello obliga a militarizar las islas con las consiguientes
cargas sobre la población, y como medida de precaución, las villas y
poblados se asientan en lugares no visibles desde la costa. Muchos
archivos y obras de arte desaparecen por los incendios, provocados
por los corsarios. Sin embargo no siempre las escuadras piratas
venían en son de rapiña. Muchas veces lo hacían con la finalidad de
practicar el contrabando con los naturales isleños; ciertos magnates
canarios debieron su fortuna a este comercio clandestino con los
piratas a lo que las autoridades hacían la vista gorda. La cuestión
era sobrevivir en un espacio insular a medio camino entre las
colonias americanas y la metrópoli española. Otras veces, los
ataques tenían sencillamente motivaciones políticas.

Relaciones entre piratas y
comerciantes:


Durante los siglos XVI, XVII y XVIII el contacto de los piratas con el
mundo de los negocios fue muy estrecho; se formaron sociedades
para financiar expediciones. Por otra parte, la acción de los piratas
se fue modificando de acuerdo con los adelantos técnicos; la
primitiva técnica del abordaje fue abandonada al armarse los barcos
con cañones; el negocio del mar requirió mayores inversiones, de
ahí que los capitanes de los barcos estuviesen muy ligados con los
comerciantes de especias de Ámsterdam o Londres, con los
banqueros italianos o con los comerciantes de Liverpool; las
expediciones requirieron una organización más compleja; los barcos
mercantes fueron transformados para el ejercicio de la piratería.



El tratado de Ryswick (1697) entre las potencias coloniales trasladó
la piratería de Hispanoamérica a América del Norte y, sobre todo, al
continente asiático (mar Rojo y costa de Malabar); fueron los
funcionarios de la compañía de las Indias quienes iniciaron en
contra de los neerlandeses, las acciones piráticas en el océano
Indico con base en Madagascar. Pero el fin de la piratería occidental
estaba próximo. En el siglo XIX sólo perduraron algunos piratas
aislados en ciertas costas de África, golfo Pérsico, China y Polinesia.
El desarrollo industrial y la máquina de vapor, hicieron las empresas
muy costosas y arriesgadas; la piratería se vio impotente ante el
avance técnico de los medios de comunicación y de organización
defensiva.
Finalmente comentar que los piratas no siempre venían en son de
rapiña sino que muchas veces lo hacían con el fin de practicar el
contrabando con los isleños. De hecho ciertos magnates canarios
debieron su fortuna a este comercio clandestino con los piratas. Por
ejemplo, el pirata inglés John Hawkins, conocido en las islas como
Aquines, mantuvo relaciones comerciales durante muchos años con
Pedro Ponte, un mercader y gran propietario tinerfeño.



Las islas también tuvieron piratas y corsarios propios. El más
conocido fue Ángel García, nacido en 1800 y conocido con el
nombre de Cabeza de perro, pues su cabeza era deforme. Fue
comerciante, negrero y cuando atacaba a un navío mataba sin
piedad a todo el que iba a bordo. Y hay otro personaje que, por sus
posibles lazos con la alta sociedad tinerfeña de la época, ha
desatado más de una polémica. Su nombre es Amaro Rodríguez
Felipe, nacido en 1695 y más conocido como Amaro Pargo.
Pertenecía a la clase noble y era más bien un corsario, lo que daba
carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos. Las huellas de su paso se encuentran por todas partes:
en el convento de las Catalinas, en la ermita de Nuestra señora de
El Rosario y sobre todo su propia tumba en la iglesia de Santo
Domingo de La Laguna. Sobre la lápida se aprecia una calavera y
dos tibias cruzadas…. símbolo de los piratas.

Historia de piratas:


En nuestras islas hay ocasiones en las que los aspectos del pasado
se entremezclan de tal forma que, a veces, es imposible discernir
dónde acaba la realidad y empiezan las leyendas. Nuestra historia –
o leyenda- en Machado, un barrio del municipio de El Rosario. Casi
al final de la carretera que conduce a la ermita de Nuestra Señora
del Rosario, si miramos hacia el norte, podemos distinguir las ruinas
de una antigua mansión canaria de campo. Si preguntamos a los
vecinos nos dirán: "esa es la casa del pirata". Subamos por un
camino empedrado y llegaremos a la casa. Apenas queda nada de lo
que fue. Una fotografía de 1975 nos da apenas una somera idea de
lo que debió ser. Sólo una habitación conserva todavía restos de las
maderas de la techumbre y algunas tejas. Desde esa estancia, una
única ventana nos permite ver una panorámica de la costa del sur
de Tenerife desde Radazul hasta El Porís. La casa es, pues, una
atalaya, casi un puesto de vigía sobre el mar.



Esa construcción fue declarada, junto con la ermita, Bien de Interés
Cultural en el año 2003. En esa declaración del Gobierno de Canarias se
la citaba como Casa del Pirata o del Rosario. No obstante, al año
siguiente y “visto el recurso de reposición interpuesto por Fray José
Mateos y García de Paredes, vicepostulador de la Causa de Canonización
de la Sierva de Dios Sor María de Jesús de León Delgado”, el Gobierno
canario decide mediante otro decreto que se le cambie el nombre y se
la denomine Casa de los Mesa, pues se considera que no está
demostrado que la casa perteneciera al supuesto pirata. Más adelante
veremos el porqué de ese recurso.

¿Quién era este pirata?



El personaje al que nos estamos refiriendo no es otro que Amaro
Rodríguez Felipe, nacido en 1695 en La Laguna y más conocido con el
nombre de Amaro Pargo. Conocemos su rostro por un retrato suyo que
se conserva en la ermita del Rosario, en el que, debajo de la imagen del
Señor de la Humildad y Paciencia, aparece junto a Fray Juan de Jesús y
el retrato mortuorio de Sor Maria de Jesús. En torno a su figura se han
tejido una serie de leyendas que tienen que ver con las actividades que
lo llevaron a navegar por el Atlántico. Pertenecía al estamento nobiliario
y no era con precisión un pirata, sino un corsario. La diferencia entre
ambos es que el primero actúa por libre, mientras que el segundo lo
hace mediante autorización real o patente de corso. Esta autorización
daba un carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos del correspondiente país.

Amaro Rodríguez Felipe
(Amaro Pargo)



Otro de los lugares relacionados con este personaje es la
Punta del Hidalgo, en la playa de San Mateo, bajo los
Dos Hermanos, donde se desembarcaban los productos
de contrabando. Otra de las lucrativas actividades que se
le atribuyen es el tráfico de esclavos desde la costa
africana hasta América. En los años 40 escandalizó a la
sociedad tinerfeña la publicación de un libro de la
doctora María Rosa Alonso titulado Un rincón tinerfeño.
La Punta del Hidalgo en el que se relacionaba de manera
directa la figura del corsario lagunero con las grandes
familias tinerfeñas. Dicho de otra manera, el origen de
algunas de las grandes fortunas tinerfeñas estaría en
actividades que podríamos calificar, como mínimo, de
dudosas. Algunos afirman, además, su pertenencia a la
francmasonería, en la que alcanzó el grado de
compañero.



Otro aspecto de Amaro Pargo, y dadas las costumbres de la época
no contradictorio, es su gran religiosidad. Hizo donaciones a iglesias
y conventos, sobre todo al de las Catalinas de La Laguna, pues
sentía una auténtica veneración por la, todavía viva, Sor María de
Jesús, la Siervita. Carlos García, en su libro La Ciudad. Relatos
históricos y tradicionales de La Laguna afirma que "nunca
emprendió negocio, expedición de barco, ni celebró contrato sin
antes consultarlo con esta Sierva de Dios y obtuviera su
aprobación". Tres años después de la muerte de la Siervita,
consiguió que el cadáver de ésta fuera exhumado y, asombrado del
estado de conservación del mismo, encargó el sarcófago en el que
actualmente puede ser visitada y en el que mandó escribir unos
versos en cuyas letras iniciales se puede leer en vertical: PARGO. En
nuestros días se está llevando a cabo la causa para la canonización
de Sor María de Jesús y parece que se quiera eliminar cualquier
obstáculo para la misma, por lo que se está procediendo a una
revisión de la figura Amaro Pargo: por ello se insiste en el recurso
antes citado en que no era pirata.



Amaro Rodríguez Felipe murió
en 1747 y está enterrado en la
iglesia de Santo Domingo de
La Laguna. En la lápida del
enterramiento familiar, a la
entrada del templo, aparece
una calavera con dos tibias
cruzadas, lo que no ha hecho
sino alimentar la leyenda…



Entonces, ¿no hubo piratas canarios? Sí, y conocemos la historia de
uno de ellos. Se llamaba Ángel García, nació en 1800 en Igueste de
San Andrés, donde tenía su casa. Ha pasado a la historia con el
nombre de Cabeza de Perro, pues su cabeza era deforme. Poco
antes de llegar a Igueste, desde la carretera se puede apreciar una
serie de edificios a los que no es posible acceder porque una puerta
cierra el paso. Es El Balayo, una punta entre dos playas, lugar que
se ha relacionado siempre con el pirata. Cerca se encuentra la
Cueva del Agua, donde al parecer surtía de agua a sus naves. Tenía
su zona de operaciones en el Caribe y en La Habana, camuflado de
dulcería su cuartel general.
Fue comerciante, negrero y asesino sanguinario de los mares.
Cuando atacaba un navío mataba sin piedad a todos los que en él
iban. Ya a la vejez decidió retirarse a vivir en Tenerife, pero fue
reconocido y encarcelado en el castillo de Paso Alto. Poco tiempo
después era ejecutado cerca del Castillo Negro. Dulce María Loynaz
nos ha dejado un relato literario acerca de este personaje en su
libro Un verano en Tenerife. La piratería se extinguió en el Atlántico
en el siglo XIX, pero todavía queda en nuestras islas el recuerdo,
mitad historia mitad leyenda, de su existencia.



Trabajo realizado por:

Laura Garcés González
 Facundo Nahuel Perez
 Andrea Ovando Alfaro




2ºBach “C”


Slide 23

Piratería en Canarias

Definiciones:


La piratería es una práctica
de saqueo organizado o
bandolerismo marítimo,
probablemente tan antigua
como la navegación misma.
Consiste en que una
embarcación privada o una
estatal amotinada ataca a otra
en aguas internacionales o en
lugares no sometidos a la
jurisdicción de ningún Estado,
con el propósito de robar su
carga, exigir rescate por los
pasajeros, convertirlos en
esclavos y muchas veces
apoderarse de la nave misma.





Corsario (del latín cursus es
decir "carrera") era el nombre
que se concedía a los
navegantes que, en virtud del
permiso concedido por un
gobierno en una carta de
marca o patente de corso,
capturaban y saqueaban el
tráfico mercante de las
naciones enemigas de ese
gobierno.
Pirata, persona que se dedica
a la piratería (una práctica de
saqueo organizado o
bandolerismo marítimo).

Los inicios de la piratería en canarias:


El auge de la piratería va asociada al descubrimiento y la posterior
explotación de América y a los conflictos entre las grandes potencias.
Aunque los piratas, en teoría, estaban fuera del control y del amparo
de cualquier nación, éstas se aprovechaban, e incluso llegaban a
apoyarlos, siempre que las víctimas fueran sus más acérrimos
enemigos. Las islas Canarias y Azores se convirtieron en lugares
estratégicos en las rutas marítimas de Europa, América y Asia. Los
preciados tesoros y especies de la nueva tierra descubierta eran un
gran botín para los piratas. Como estos tesoros recalaban en las Islas
Canarias o en las Islas Azores en su rumbo a la vieja Europa la
piratería no tardó en emerger en los mares cercanos a las islas.
También esta situación estratégica provocaba que los barcos que iban
a América pasaran por las islas a aprovisionarse de agua y alimentos,
y de camino atacasen alguna población costera.

La piratería en Canarias:


El descubrimiento de América y la penetración europea hacia el
Indico a través de la costa occidental africana convierten a las
Canarias en una encrucijada de las rutas marítimas. Apenas
avanzado el s. XVI comienza el tráfico naval entre las colonias
españolas de ultramar y la metrópoli. Los barcos regresaban
cargados de tesoros y especias, y sus rutas tenían que pasar
forzosamente entre las Azores y Canarias; de esta forma, los mares
de las islas son lugares de espera para las flotillas piratas. La
piratería en aguas de Canarias empieza en el primer tercio del s.
XVI, toma inusitada actividad hacia su final, y continúa durante todo
el s. XVII y XVIII, hasta su ocaso en la primera década del s. XIX.
En Canarias actuaron piratas de todas las nacionalidades, pero
principalmente fueron ingleses, franceses, berberiscos y de los
Países Bajos.



Piratas y corsarios que actuaron en
canarias:

Franceses: Ya en tiempos de la conquista aparecen aventureros

franceses que eligen como bases la isla de Lobos y el cabo de Anaga.
Corsarios y piratas dificultan en no pocas ocasiones el intercambio
exterior y dañan indirectamente la economía canaria al impedir el
tráfico interinsular, a la vez que se debe a ellos la entrada de
numerosos productos, prohibidos al comercio regular. La enemistad
entre la España de Carlos V (1500-1558) y Francia hace que sean
franceses los primeros piratas que aparezcan en las islas.
 Jean Fleury (también conocido como
Juan Florín) en 1522.
 Francois Le Clerc o Pie de palo. Saqueó
e incendió Santa Cruz de la Palma en 1553.
 Durand de Villegaingnong. También atacó
Santa Cruz de la Palma en 1554, pero esta
vez fue rechazado el ataque.
 Jean Capdeville. Arrasó San Sebastián de
la Gomera en 1571.
 Jacques de Sores. Atacó La Palma en 1570.



Ingleses: Al heredar Felipe II

el trono español se desata la
rivalidad angloespañola. Como
consecuencia, las Canarias se
convierten en blanco de los
ataques de la piratería inglesa.
Los ataques y saqueos son tan
frecuentes que el Rey se ve
obligado a fortalecer el aparato
defensivo del archipiélago. Entre
las medidas tomadas sobresalen
la creación del cargo de Capitán
General y el envío del ingeniero
italiano Torriani con la misión de
levantar torres y castillos en
aras de su mejor defensa.
Muchos de éstos aún se
conservan (castillo de
Guanapay, en Lanzarote)














John Poole.
Francis Drake. Fracasado ataque en 1585 a Santa Cruz de la Palma.

También fracasó en el ataque a Las Palmas de Gran Canaria y quiso
resarcirse atacando un poco más al sur de la isla, en Arguineguín,
pero también fue sorprendido y tuvo que huir con numerosas bajas.
William Harper. En 1593 ataca Lanzarote y Fuerteventura.
Walter Raleigh. Ataques sobre Tenerife y Fuerteventura en
1595.Ataque a Arrecife en 1616.
John Jennings. Santa Cruz de Tenerife sufre un ataque en 1706 que
es repelido.
Woodes Rogers. Fracasado ataque a Santa Cruz de Tenerife en
1708.
Charles Windon. En 1744 ataca San Sebastián de la Gomera y La
Palma.
En 1762, George de Cumberland y Berkley desembarca en Puerto
de Naos (El Hierro).
John Hawkins (conocido en Canarias como Aquines, por
castellanización de su apellido). Mantuvo relaciones mercantiles con
algunos propietarios de las islas a pesar que también atacaba
poblaciones junto a Francis Drake.
Robert Blake. Atacó Santa Cruz de Tenerife en 1656.

Holandeses: Al llegar el s.
XVII, son también los
holandeses los que
protagonizan episodios
piráticos en Canarias; sus
objetivos, aparte del móvil
del botín, son políticos y
bélicos.
 Pieter van der Does.
Fracasó en el intento de
invasión e incendio de San
Sebastián de la Gomera,
pero tuvo éxito en el
saqueo e incendio de Las
Palmas de Gran Canaria en
1599.




Otros (Argelinos, Tunecinos, Turcos...):



Dogalí apodado el Turquillo. En 1571 ocupa Arrecife (Lanzarote),




saqueando, incendiando y capturando un gran número de isleños.
Tabac Arráez y Solimán saquean Teguise (Lanzarote) y también
atacan San Sebastián de la Gomera en 1618.
Morato Arráez. en 1586 ataca Lanzarote, llega hasta Teguise
saqueándola y llevándose muchos cultivos.

Motivos de porque canarias era tan
importante en esta época:


Canarias, por su situación, era un lugar favorable para los piratas,
dependiendo también sus ataques, de las relaciones políticas que,
en cada momento, España jugaba con los distintos países. Así, las
guerras de Carlos I con Francia, en disputa por la hegemonía, o
los conflictos por motivos religiosos iniciados por Felipe II (s. XVI)
contra los Países Bajos (Bélgica, Holanda):"Prefiero perder mis
Estados a gobernar sobre herejes", incrementaron los ataques de
estos países. Éstos continúan, en el siglo XVII, con Felipe III y
IV, repercutiendo en los ataques piráticos de estos países. Otro
tanto ocurre con las alianzas de España con Francia en tiempo de
los Borbones contra Inglaterra. Concretamente, la alianza de
Carlos IV (finales del siglo XVIII: 1796) conllevó actuaciones
temerarias de Nelson, almirante inglés, destacando la derrota de la
escuadra española en el cabo de San Vicente o la de Trafalgar
(1805).

La caída de la piratería en Canarias:




Aparte de una mejor defensa de las Canarias, un hecho memorable
para estas tierras fue lo que hizo que la piratería descendiera en las
islas de forma sustancial. Este hecho fue el fracasado ataque de
Horacio Nelson en 1797 a Santa Cruz de Tenerife.
La pretensión de muchos de los ataques de piratas ingleses era la
de apoderarse de las islas en nombre de Inglaterra más que hacer
rapiña. Finalmente se prescindió de piratas o corsarios y un
almirante inglés aparece, con su flota, el 25 de julio de 1797 frente
a la costa de Santa Cruz de Tenerife. Al ataque le opone resistencia
las tropas canarias, bajo el mando del general Gutiérrez, y un
destacamento francés que se encontraba en la isla. En el
enfrentamiento Nelson pierde un brazo al ser alcanzado por una
bola de cañón. Nelson se ve desbordado por la imprevista marcha
de la batalla y tiene que capitular. Ya en tierra firma una paz, en el
que se compromete no intentar apoderarse de las Canarias. La
mayor defensa de las islas junto al declive de la piratería hace que
poco a poco las poblaciones y capitales se asentaran en la costa,
ganando en importancia y desarrollo respecto a las del interior.

Consecuencias de la piratería:


Los ataques piratas a villas y puertos con fines de capturar tesoros o
apoderarse de víveres y vinos se traducen en incendios, saqueos y
muertes; ello obliga a militarizar las islas con las consiguientes
cargas sobre la población, y como medida de precaución, las villas y
poblados se asientan en lugares no visibles desde la costa. Muchos
archivos y obras de arte desaparecen por los incendios, provocados
por los corsarios. Sin embargo no siempre las escuadras piratas
venían en son de rapiña. Muchas veces lo hacían con la finalidad de
practicar el contrabando con los naturales isleños; ciertos magnates
canarios debieron su fortuna a este comercio clandestino con los
piratas a lo que las autoridades hacían la vista gorda. La cuestión
era sobrevivir en un espacio insular a medio camino entre las
colonias americanas y la metrópoli española. Otras veces, los
ataques tenían sencillamente motivaciones políticas.

Relaciones entre piratas y
comerciantes:


Durante los siglos XVI, XVII y XVIII el contacto de los piratas con el
mundo de los negocios fue muy estrecho; se formaron sociedades
para financiar expediciones. Por otra parte, la acción de los piratas
se fue modificando de acuerdo con los adelantos técnicos; la
primitiva técnica del abordaje fue abandonada al armarse los barcos
con cañones; el negocio del mar requirió mayores inversiones, de
ahí que los capitanes de los barcos estuviesen muy ligados con los
comerciantes de especias de Ámsterdam o Londres, con los
banqueros italianos o con los comerciantes de Liverpool; las
expediciones requirieron una organización más compleja; los barcos
mercantes fueron transformados para el ejercicio de la piratería.



El tratado de Ryswick (1697) entre las potencias coloniales trasladó
la piratería de Hispanoamérica a América del Norte y, sobre todo, al
continente asiático (mar Rojo y costa de Malabar); fueron los
funcionarios de la compañía de las Indias quienes iniciaron en
contra de los neerlandeses, las acciones piráticas en el océano
Indico con base en Madagascar. Pero el fin de la piratería occidental
estaba próximo. En el siglo XIX sólo perduraron algunos piratas
aislados en ciertas costas de África, golfo Pérsico, China y Polinesia.
El desarrollo industrial y la máquina de vapor, hicieron las empresas
muy costosas y arriesgadas; la piratería se vio impotente ante el
avance técnico de los medios de comunicación y de organización
defensiva.
Finalmente comentar que los piratas no siempre venían en son de
rapiña sino que muchas veces lo hacían con el fin de practicar el
contrabando con los isleños. De hecho ciertos magnates canarios
debieron su fortuna a este comercio clandestino con los piratas. Por
ejemplo, el pirata inglés John Hawkins, conocido en las islas como
Aquines, mantuvo relaciones comerciales durante muchos años con
Pedro Ponte, un mercader y gran propietario tinerfeño.



Las islas también tuvieron piratas y corsarios propios. El más
conocido fue Ángel García, nacido en 1800 y conocido con el
nombre de Cabeza de perro, pues su cabeza era deforme. Fue
comerciante, negrero y cuando atacaba a un navío mataba sin
piedad a todo el que iba a bordo. Y hay otro personaje que, por sus
posibles lazos con la alta sociedad tinerfeña de la época, ha
desatado más de una polémica. Su nombre es Amaro Rodríguez
Felipe, nacido en 1695 y más conocido como Amaro Pargo.
Pertenecía a la clase noble y era más bien un corsario, lo que daba
carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos. Las huellas de su paso se encuentran por todas partes:
en el convento de las Catalinas, en la ermita de Nuestra señora de
El Rosario y sobre todo su propia tumba en la iglesia de Santo
Domingo de La Laguna. Sobre la lápida se aprecia una calavera y
dos tibias cruzadas…. símbolo de los piratas.

Historia de piratas:


En nuestras islas hay ocasiones en las que los aspectos del pasado
se entremezclan de tal forma que, a veces, es imposible discernir
dónde acaba la realidad y empiezan las leyendas. Nuestra historia –
o leyenda- en Machado, un barrio del municipio de El Rosario. Casi
al final de la carretera que conduce a la ermita de Nuestra Señora
del Rosario, si miramos hacia el norte, podemos distinguir las ruinas
de una antigua mansión canaria de campo. Si preguntamos a los
vecinos nos dirán: "esa es la casa del pirata". Subamos por un
camino empedrado y llegaremos a la casa. Apenas queda nada de lo
que fue. Una fotografía de 1975 nos da apenas una somera idea de
lo que debió ser. Sólo una habitación conserva todavía restos de las
maderas de la techumbre y algunas tejas. Desde esa estancia, una
única ventana nos permite ver una panorámica de la costa del sur
de Tenerife desde Radazul hasta El Porís. La casa es, pues, una
atalaya, casi un puesto de vigía sobre el mar.



Esa construcción fue declarada, junto con la ermita, Bien de Interés
Cultural en el año 2003. En esa declaración del Gobierno de Canarias se
la citaba como Casa del Pirata o del Rosario. No obstante, al año
siguiente y “visto el recurso de reposición interpuesto por Fray José
Mateos y García de Paredes, vicepostulador de la Causa de Canonización
de la Sierva de Dios Sor María de Jesús de León Delgado”, el Gobierno
canario decide mediante otro decreto que se le cambie el nombre y se
la denomine Casa de los Mesa, pues se considera que no está
demostrado que la casa perteneciera al supuesto pirata. Más adelante
veremos el porqué de ese recurso.

¿Quién era este pirata?



El personaje al que nos estamos refiriendo no es otro que Amaro
Rodríguez Felipe, nacido en 1695 en La Laguna y más conocido con el
nombre de Amaro Pargo. Conocemos su rostro por un retrato suyo que
se conserva en la ermita del Rosario, en el que, debajo de la imagen del
Señor de la Humildad y Paciencia, aparece junto a Fray Juan de Jesús y
el retrato mortuorio de Sor Maria de Jesús. En torno a su figura se han
tejido una serie de leyendas que tienen que ver con las actividades que
lo llevaron a navegar por el Atlántico. Pertenecía al estamento nobiliario
y no era con precisión un pirata, sino un corsario. La diferencia entre
ambos es que el primero actúa por libre, mientras que el segundo lo
hace mediante autorización real o patente de corso. Esta autorización
daba un carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos del correspondiente país.

Amaro Rodríguez Felipe
(Amaro Pargo)



Otro de los lugares relacionados con este personaje es la
Punta del Hidalgo, en la playa de San Mateo, bajo los
Dos Hermanos, donde se desembarcaban los productos
de contrabando. Otra de las lucrativas actividades que se
le atribuyen es el tráfico de esclavos desde la costa
africana hasta América. En los años 40 escandalizó a la
sociedad tinerfeña la publicación de un libro de la
doctora María Rosa Alonso titulado Un rincón tinerfeño.
La Punta del Hidalgo en el que se relacionaba de manera
directa la figura del corsario lagunero con las grandes
familias tinerfeñas. Dicho de otra manera, el origen de
algunas de las grandes fortunas tinerfeñas estaría en
actividades que podríamos calificar, como mínimo, de
dudosas. Algunos afirman, además, su pertenencia a la
francmasonería, en la que alcanzó el grado de
compañero.



Otro aspecto de Amaro Pargo, y dadas las costumbres de la época
no contradictorio, es su gran religiosidad. Hizo donaciones a iglesias
y conventos, sobre todo al de las Catalinas de La Laguna, pues
sentía una auténtica veneración por la, todavía viva, Sor María de
Jesús, la Siervita. Carlos García, en su libro La Ciudad. Relatos
históricos y tradicionales de La Laguna afirma que "nunca
emprendió negocio, expedición de barco, ni celebró contrato sin
antes consultarlo con esta Sierva de Dios y obtuviera su
aprobación". Tres años después de la muerte de la Siervita,
consiguió que el cadáver de ésta fuera exhumado y, asombrado del
estado de conservación del mismo, encargó el sarcófago en el que
actualmente puede ser visitada y en el que mandó escribir unos
versos en cuyas letras iniciales se puede leer en vertical: PARGO. En
nuestros días se está llevando a cabo la causa para la canonización
de Sor María de Jesús y parece que se quiera eliminar cualquier
obstáculo para la misma, por lo que se está procediendo a una
revisión de la figura Amaro Pargo: por ello se insiste en el recurso
antes citado en que no era pirata.



Amaro Rodríguez Felipe murió
en 1747 y está enterrado en la
iglesia de Santo Domingo de
La Laguna. En la lápida del
enterramiento familiar, a la
entrada del templo, aparece
una calavera con dos tibias
cruzadas, lo que no ha hecho
sino alimentar la leyenda…



Entonces, ¿no hubo piratas canarios? Sí, y conocemos la historia de
uno de ellos. Se llamaba Ángel García, nació en 1800 en Igueste de
San Andrés, donde tenía su casa. Ha pasado a la historia con el
nombre de Cabeza de Perro, pues su cabeza era deforme. Poco
antes de llegar a Igueste, desde la carretera se puede apreciar una
serie de edificios a los que no es posible acceder porque una puerta
cierra el paso. Es El Balayo, una punta entre dos playas, lugar que
se ha relacionado siempre con el pirata. Cerca se encuentra la
Cueva del Agua, donde al parecer surtía de agua a sus naves. Tenía
su zona de operaciones en el Caribe y en La Habana, camuflado de
dulcería su cuartel general.
Fue comerciante, negrero y asesino sanguinario de los mares.
Cuando atacaba un navío mataba sin piedad a todos los que en él
iban. Ya a la vejez decidió retirarse a vivir en Tenerife, pero fue
reconocido y encarcelado en el castillo de Paso Alto. Poco tiempo
después era ejecutado cerca del Castillo Negro. Dulce María Loynaz
nos ha dejado un relato literario acerca de este personaje en su
libro Un verano en Tenerife. La piratería se extinguió en el Atlántico
en el siglo XIX, pero todavía queda en nuestras islas el recuerdo,
mitad historia mitad leyenda, de su existencia.



Trabajo realizado por:

Laura Garcés González
 Facundo Nahuel Perez
 Andrea Ovando Alfaro




2ºBach “C”


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Piratería en Canarias

Definiciones:


La piratería es una práctica
de saqueo organizado o
bandolerismo marítimo,
probablemente tan antigua
como la navegación misma.
Consiste en que una
embarcación privada o una
estatal amotinada ataca a otra
en aguas internacionales o en
lugares no sometidos a la
jurisdicción de ningún Estado,
con el propósito de robar su
carga, exigir rescate por los
pasajeros, convertirlos en
esclavos y muchas veces
apoderarse de la nave misma.





Corsario (del latín cursus es
decir "carrera") era el nombre
que se concedía a los
navegantes que, en virtud del
permiso concedido por un
gobierno en una carta de
marca o patente de corso,
capturaban y saqueaban el
tráfico mercante de las
naciones enemigas de ese
gobierno.
Pirata, persona que se dedica
a la piratería (una práctica de
saqueo organizado o
bandolerismo marítimo).

Los inicios de la piratería en canarias:


El auge de la piratería va asociada al descubrimiento y la posterior
explotación de América y a los conflictos entre las grandes potencias.
Aunque los piratas, en teoría, estaban fuera del control y del amparo
de cualquier nación, éstas se aprovechaban, e incluso llegaban a
apoyarlos, siempre que las víctimas fueran sus más acérrimos
enemigos. Las islas Canarias y Azores se convirtieron en lugares
estratégicos en las rutas marítimas de Europa, América y Asia. Los
preciados tesoros y especies de la nueva tierra descubierta eran un
gran botín para los piratas. Como estos tesoros recalaban en las Islas
Canarias o en las Islas Azores en su rumbo a la vieja Europa la
piratería no tardó en emerger en los mares cercanos a las islas.
También esta situación estratégica provocaba que los barcos que iban
a América pasaran por las islas a aprovisionarse de agua y alimentos,
y de camino atacasen alguna población costera.

La piratería en Canarias:


El descubrimiento de América y la penetración europea hacia el
Indico a través de la costa occidental africana convierten a las
Canarias en una encrucijada de las rutas marítimas. Apenas
avanzado el s. XVI comienza el tráfico naval entre las colonias
españolas de ultramar y la metrópoli. Los barcos regresaban
cargados de tesoros y especias, y sus rutas tenían que pasar
forzosamente entre las Azores y Canarias; de esta forma, los mares
de las islas son lugares de espera para las flotillas piratas. La
piratería en aguas de Canarias empieza en el primer tercio del s.
XVI, toma inusitada actividad hacia su final, y continúa durante todo
el s. XVII y XVIII, hasta su ocaso en la primera década del s. XIX.
En Canarias actuaron piratas de todas las nacionalidades, pero
principalmente fueron ingleses, franceses, berberiscos y de los
Países Bajos.



Piratas y corsarios que actuaron en
canarias:

Franceses: Ya en tiempos de la conquista aparecen aventureros

franceses que eligen como bases la isla de Lobos y el cabo de Anaga.
Corsarios y piratas dificultan en no pocas ocasiones el intercambio
exterior y dañan indirectamente la economía canaria al impedir el
tráfico interinsular, a la vez que se debe a ellos la entrada de
numerosos productos, prohibidos al comercio regular. La enemistad
entre la España de Carlos V (1500-1558) y Francia hace que sean
franceses los primeros piratas que aparezcan en las islas.
 Jean Fleury (también conocido como
Juan Florín) en 1522.
 Francois Le Clerc o Pie de palo. Saqueó
e incendió Santa Cruz de la Palma en 1553.
 Durand de Villegaingnong. También atacó
Santa Cruz de la Palma en 1554, pero esta
vez fue rechazado el ataque.
 Jean Capdeville. Arrasó San Sebastián de
la Gomera en 1571.
 Jacques de Sores. Atacó La Palma en 1570.



Ingleses: Al heredar Felipe II

el trono español se desata la
rivalidad angloespañola. Como
consecuencia, las Canarias se
convierten en blanco de los
ataques de la piratería inglesa.
Los ataques y saqueos son tan
frecuentes que el Rey se ve
obligado a fortalecer el aparato
defensivo del archipiélago. Entre
las medidas tomadas sobresalen
la creación del cargo de Capitán
General y el envío del ingeniero
italiano Torriani con la misión de
levantar torres y castillos en
aras de su mejor defensa.
Muchos de éstos aún se
conservan (castillo de
Guanapay, en Lanzarote)














John Poole.
Francis Drake. Fracasado ataque en 1585 a Santa Cruz de la Palma.

También fracasó en el ataque a Las Palmas de Gran Canaria y quiso
resarcirse atacando un poco más al sur de la isla, en Arguineguín,
pero también fue sorprendido y tuvo que huir con numerosas bajas.
William Harper. En 1593 ataca Lanzarote y Fuerteventura.
Walter Raleigh. Ataques sobre Tenerife y Fuerteventura en
1595.Ataque a Arrecife en 1616.
John Jennings. Santa Cruz de Tenerife sufre un ataque en 1706 que
es repelido.
Woodes Rogers. Fracasado ataque a Santa Cruz de Tenerife en
1708.
Charles Windon. En 1744 ataca San Sebastián de la Gomera y La
Palma.
En 1762, George de Cumberland y Berkley desembarca en Puerto
de Naos (El Hierro).
John Hawkins (conocido en Canarias como Aquines, por
castellanización de su apellido). Mantuvo relaciones mercantiles con
algunos propietarios de las islas a pesar que también atacaba
poblaciones junto a Francis Drake.
Robert Blake. Atacó Santa Cruz de Tenerife en 1656.

Holandeses: Al llegar el s.
XVII, son también los
holandeses los que
protagonizan episodios
piráticos en Canarias; sus
objetivos, aparte del móvil
del botín, son políticos y
bélicos.
 Pieter van der Does.
Fracasó en el intento de
invasión e incendio de San
Sebastián de la Gomera,
pero tuvo éxito en el
saqueo e incendio de Las
Palmas de Gran Canaria en
1599.




Otros (Argelinos, Tunecinos, Turcos...):



Dogalí apodado el Turquillo. En 1571 ocupa Arrecife (Lanzarote),




saqueando, incendiando y capturando un gran número de isleños.
Tabac Arráez y Solimán saquean Teguise (Lanzarote) y también
atacan San Sebastián de la Gomera en 1618.
Morato Arráez. en 1586 ataca Lanzarote, llega hasta Teguise
saqueándola y llevándose muchos cultivos.

Motivos de porque canarias era tan
importante en esta época:


Canarias, por su situación, era un lugar favorable para los piratas,
dependiendo también sus ataques, de las relaciones políticas que,
en cada momento, España jugaba con los distintos países. Así, las
guerras de Carlos I con Francia, en disputa por la hegemonía, o
los conflictos por motivos religiosos iniciados por Felipe II (s. XVI)
contra los Países Bajos (Bélgica, Holanda):"Prefiero perder mis
Estados a gobernar sobre herejes", incrementaron los ataques de
estos países. Éstos continúan, en el siglo XVII, con Felipe III y
IV, repercutiendo en los ataques piráticos de estos países. Otro
tanto ocurre con las alianzas de España con Francia en tiempo de
los Borbones contra Inglaterra. Concretamente, la alianza de
Carlos IV (finales del siglo XVIII: 1796) conllevó actuaciones
temerarias de Nelson, almirante inglés, destacando la derrota de la
escuadra española en el cabo de San Vicente o la de Trafalgar
(1805).

La caída de la piratería en Canarias:




Aparte de una mejor defensa de las Canarias, un hecho memorable
para estas tierras fue lo que hizo que la piratería descendiera en las
islas de forma sustancial. Este hecho fue el fracasado ataque de
Horacio Nelson en 1797 a Santa Cruz de Tenerife.
La pretensión de muchos de los ataques de piratas ingleses era la
de apoderarse de las islas en nombre de Inglaterra más que hacer
rapiña. Finalmente se prescindió de piratas o corsarios y un
almirante inglés aparece, con su flota, el 25 de julio de 1797 frente
a la costa de Santa Cruz de Tenerife. Al ataque le opone resistencia
las tropas canarias, bajo el mando del general Gutiérrez, y un
destacamento francés que se encontraba en la isla. En el
enfrentamiento Nelson pierde un brazo al ser alcanzado por una
bola de cañón. Nelson se ve desbordado por la imprevista marcha
de la batalla y tiene que capitular. Ya en tierra firma una paz, en el
que se compromete no intentar apoderarse de las Canarias. La
mayor defensa de las islas junto al declive de la piratería hace que
poco a poco las poblaciones y capitales se asentaran en la costa,
ganando en importancia y desarrollo respecto a las del interior.

Consecuencias de la piratería:


Los ataques piratas a villas y puertos con fines de capturar tesoros o
apoderarse de víveres y vinos se traducen en incendios, saqueos y
muertes; ello obliga a militarizar las islas con las consiguientes
cargas sobre la población, y como medida de precaución, las villas y
poblados se asientan en lugares no visibles desde la costa. Muchos
archivos y obras de arte desaparecen por los incendios, provocados
por los corsarios. Sin embargo no siempre las escuadras piratas
venían en son de rapiña. Muchas veces lo hacían con la finalidad de
practicar el contrabando con los naturales isleños; ciertos magnates
canarios debieron su fortuna a este comercio clandestino con los
piratas a lo que las autoridades hacían la vista gorda. La cuestión
era sobrevivir en un espacio insular a medio camino entre las
colonias americanas y la metrópoli española. Otras veces, los
ataques tenían sencillamente motivaciones políticas.

Relaciones entre piratas y
comerciantes:


Durante los siglos XVI, XVII y XVIII el contacto de los piratas con el
mundo de los negocios fue muy estrecho; se formaron sociedades
para financiar expediciones. Por otra parte, la acción de los piratas
se fue modificando de acuerdo con los adelantos técnicos; la
primitiva técnica del abordaje fue abandonada al armarse los barcos
con cañones; el negocio del mar requirió mayores inversiones, de
ahí que los capitanes de los barcos estuviesen muy ligados con los
comerciantes de especias de Ámsterdam o Londres, con los
banqueros italianos o con los comerciantes de Liverpool; las
expediciones requirieron una organización más compleja; los barcos
mercantes fueron transformados para el ejercicio de la piratería.



El tratado de Ryswick (1697) entre las potencias coloniales trasladó
la piratería de Hispanoamérica a América del Norte y, sobre todo, al
continente asiático (mar Rojo y costa de Malabar); fueron los
funcionarios de la compañía de las Indias quienes iniciaron en
contra de los neerlandeses, las acciones piráticas en el océano
Indico con base en Madagascar. Pero el fin de la piratería occidental
estaba próximo. En el siglo XIX sólo perduraron algunos piratas
aislados en ciertas costas de África, golfo Pérsico, China y Polinesia.
El desarrollo industrial y la máquina de vapor, hicieron las empresas
muy costosas y arriesgadas; la piratería se vio impotente ante el
avance técnico de los medios de comunicación y de organización
defensiva.
Finalmente comentar que los piratas no siempre venían en son de
rapiña sino que muchas veces lo hacían con el fin de practicar el
contrabando con los isleños. De hecho ciertos magnates canarios
debieron su fortuna a este comercio clandestino con los piratas. Por
ejemplo, el pirata inglés John Hawkins, conocido en las islas como
Aquines, mantuvo relaciones comerciales durante muchos años con
Pedro Ponte, un mercader y gran propietario tinerfeño.



Las islas también tuvieron piratas y corsarios propios. El más
conocido fue Ángel García, nacido en 1800 y conocido con el
nombre de Cabeza de perro, pues su cabeza era deforme. Fue
comerciante, negrero y cuando atacaba a un navío mataba sin
piedad a todo el que iba a bordo. Y hay otro personaje que, por sus
posibles lazos con la alta sociedad tinerfeña de la época, ha
desatado más de una polémica. Su nombre es Amaro Rodríguez
Felipe, nacido en 1695 y más conocido como Amaro Pargo.
Pertenecía a la clase noble y era más bien un corsario, lo que daba
carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos. Las huellas de su paso se encuentran por todas partes:
en el convento de las Catalinas, en la ermita de Nuestra señora de
El Rosario y sobre todo su propia tumba en la iglesia de Santo
Domingo de La Laguna. Sobre la lápida se aprecia una calavera y
dos tibias cruzadas…. símbolo de los piratas.

Historia de piratas:


En nuestras islas hay ocasiones en las que los aspectos del pasado
se entremezclan de tal forma que, a veces, es imposible discernir
dónde acaba la realidad y empiezan las leyendas. Nuestra historia –
o leyenda- en Machado, un barrio del municipio de El Rosario. Casi
al final de la carretera que conduce a la ermita de Nuestra Señora
del Rosario, si miramos hacia el norte, podemos distinguir las ruinas
de una antigua mansión canaria de campo. Si preguntamos a los
vecinos nos dirán: "esa es la casa del pirata". Subamos por un
camino empedrado y llegaremos a la casa. Apenas queda nada de lo
que fue. Una fotografía de 1975 nos da apenas una somera idea de
lo que debió ser. Sólo una habitación conserva todavía restos de las
maderas de la techumbre y algunas tejas. Desde esa estancia, una
única ventana nos permite ver una panorámica de la costa del sur
de Tenerife desde Radazul hasta El Porís. La casa es, pues, una
atalaya, casi un puesto de vigía sobre el mar.



Esa construcción fue declarada, junto con la ermita, Bien de Interés
Cultural en el año 2003. En esa declaración del Gobierno de Canarias se
la citaba como Casa del Pirata o del Rosario. No obstante, al año
siguiente y “visto el recurso de reposición interpuesto por Fray José
Mateos y García de Paredes, vicepostulador de la Causa de Canonización
de la Sierva de Dios Sor María de Jesús de León Delgado”, el Gobierno
canario decide mediante otro decreto que se le cambie el nombre y se
la denomine Casa de los Mesa, pues se considera que no está
demostrado que la casa perteneciera al supuesto pirata. Más adelante
veremos el porqué de ese recurso.

¿Quién era este pirata?



El personaje al que nos estamos refiriendo no es otro que Amaro
Rodríguez Felipe, nacido en 1695 en La Laguna y más conocido con el
nombre de Amaro Pargo. Conocemos su rostro por un retrato suyo que
se conserva en la ermita del Rosario, en el que, debajo de la imagen del
Señor de la Humildad y Paciencia, aparece junto a Fray Juan de Jesús y
el retrato mortuorio de Sor Maria de Jesús. En torno a su figura se han
tejido una serie de leyendas que tienen que ver con las actividades que
lo llevaron a navegar por el Atlántico. Pertenecía al estamento nobiliario
y no era con precisión un pirata, sino un corsario. La diferencia entre
ambos es que el primero actúa por libre, mientras que el segundo lo
hace mediante autorización real o patente de corso. Esta autorización
daba un carácter “oficial” a los ataques que llevara a cabo contra barcos
enemigos del correspondiente país.

Amaro Rodríguez Felipe
(Amaro Pargo)



Otro de los lugares relacionados con este personaje es la
Punta del Hidalgo, en la playa de San Mateo, bajo los
Dos Hermanos, donde se desembarcaban los productos
de contrabando. Otra de las lucrativas actividades que se
le atribuyen es el tráfico de esclavos desde la costa
africana hasta América. En los años 40 escandalizó a la
sociedad tinerfeña la publicación de un libro de la
doctora María Rosa Alonso titulado Un rincón tinerfeño.
La Punta del Hidalgo en el que se relacionaba de manera
directa la figura del corsario lagunero con las grandes
familias tinerfeñas. Dicho de otra manera, el origen de
algunas de las grandes fortunas tinerfeñas estaría en
actividades que podríamos calificar, como mínimo, de
dudosas. Algunos afirman, además, su pertenencia a la
francmasonería, en la que alcanzó el grado de
compañero.



Otro aspecto de Amaro Pargo, y dadas las costumbres de la época
no contradictorio, es su gran religiosidad. Hizo donaciones a iglesias
y conventos, sobre todo al de las Catalinas de La Laguna, pues
sentía una auténtica veneración por la, todavía viva, Sor María de
Jesús, la Siervita. Carlos García, en su libro La Ciudad. Relatos
históricos y tradicionales de La Laguna afirma que "nunca
emprendió negocio, expedición de barco, ni celebró contrato sin
antes consultarlo con esta Sierva de Dios y obtuviera su
aprobación". Tres años después de la muerte de la Siervita,
consiguió que el cadáver de ésta fuera exhumado y, asombrado del
estado de conservación del mismo, encargó el sarcófago en el que
actualmente puede ser visitada y en el que mandó escribir unos
versos en cuyas letras iniciales se puede leer en vertical: PARGO. En
nuestros días se está llevando a cabo la causa para la canonización
de Sor María de Jesús y parece que se quiera eliminar cualquier
obstáculo para la misma, por lo que se está procediendo a una
revisión de la figura Amaro Pargo: por ello se insiste en el recurso
antes citado en que no era pirata.



Amaro Rodríguez Felipe murió
en 1747 y está enterrado en la
iglesia de Santo Domingo de
La Laguna. En la lápida del
enterramiento familiar, a la
entrada del templo, aparece
una calavera con dos tibias
cruzadas, lo que no ha hecho
sino alimentar la leyenda…



Entonces, ¿no hubo piratas canarios? Sí, y conocemos la historia de
uno de ellos. Se llamaba Ángel García, nació en 1800 en Igueste de
San Andrés, donde tenía su casa. Ha pasado a la historia con el
nombre de Cabeza de Perro, pues su cabeza era deforme. Poco
antes de llegar a Igueste, desde la carretera se puede apreciar una
serie de edificios a los que no es posible acceder porque una puerta
cierra el paso. Es El Balayo, una punta entre dos playas, lugar que
se ha relacionado siempre con el pirata. Cerca se encuentra la
Cueva del Agua, donde al parecer surtía de agua a sus naves. Tenía
su zona de operaciones en el Caribe y en La Habana, camuflado de
dulcería su cuartel general.
Fue comerciante, negrero y asesino sanguinario de los mares.
Cuando atacaba un navío mataba sin piedad a todos los que en él
iban. Ya a la vejez decidió retirarse a vivir en Tenerife, pero fue
reconocido y encarcelado en el castillo de Paso Alto. Poco tiempo
después era ejecutado cerca del Castillo Negro. Dulce María Loynaz
nos ha dejado un relato literario acerca de este personaje en su
libro Un verano en Tenerife. La piratería se extinguió en el Atlántico
en el siglo XIX, pero todavía queda en nuestras islas el recuerdo,
mitad historia mitad leyenda, de su existencia.



Trabajo realizado por:

Laura Garcés González
 Facundo Nahuel Perez
 Andrea Ovando Alfaro




2ºBach “C”