La Música en las Misiones Jesuitas de Sudamérica Obertura Ópera Ignacio de Loyola Mapa de la Misiones Jesuitas en Sudamérica 1561 - 1767 Las Misiones Jesuitas en Sudamérica después.

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La Música
en las Misiones
Jesuitas de Sudamérica

Obertura
Ópera Ignacio de Loyola

Mapa de la
Misiones Jesuitas
en Sudamérica

1561 - 1767

Las Misiones Jesuitas en Sudamérica después de 1767.
A raíz de la expulsión de los jesuitas de los territorios españoles de
América en 1767, las misiones del Paraguay fueron destruidas y las
misiones de Chiquitos y Moxos en Bolivia fueron prácticamente
abandonadas.
Sin embargo, después de casi 250 años, las Misiones Jesuitas en Bolivia
aún se mantienen en pie. Fueron restauradas entre 1972 y 1998 por el
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth.
San José, Santa Ana, San Rafael, San Miguel, San Ignacio, La
Concepción y San Javier, son siete de las diez poblaciones Chiquitanas
que hasta hoy han podido preservar las construcciones misioneras.
En 1991, las Misiones Jesuitas de Bolivia fueron declaradas como
“Patrimonio Cultural de la Humanidad” por la UNESCO.

La Música Perdida de las Misiones Jesuitas en Sudamérica.
Por más de 200 años, desde 1767 hasta 1972 no se tenía ninguna
información sobre la música compuesta por los misioneros para ser
usada en la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica.
Sin embargo, milagrosamente durante unos trabajos de restauración de
las Reducciones Jesuíticas en Bolivia, en al año 1972, el arquitecto suizo
y hermano jesuita Hans Roth descubrió más de cinco mil quinientas
páginas de partituras de música barroca en las localidades de Santa Ana
y San Rafael
Hoy todas están guardadas en Concepción. Alrededor de 4 mil proceden
de San Rafael y mil 500 de Santa Ana.
Este hallazgo causó una conmoción en la historiografía musical de
Bolivia, Paraguay y Argentina.

No sorprende esta cantidad de obras ya que la música se tocaba
todos los días y en cada una de las iglesias hubo entre 30 y 40
profesionales músicos.
Las partituras en cuestión, dan testimonio de la rica cultura musical
que los religiosos habían desarrollado, junto con los indígenas,
durante el proceso de evangelización del nuevo continente.

Es importante destacar que entre los manuscritos hallados se
encuentran composiciones de músicos indígenas, ya que éstos
también aprendieron las técnicas de composición musical.
Se trata de uno de los archivos más importantes de música barroca a
escala mundial, tanto que ha dado lugar a la creación de un festival
bienal de música barroca en la provincia de Chiquitos en Bolivia.

Mapa de la Misiones
Jesuitas en Bolivia en
las provincias de
Moxos y Chiquitos
( hoy Santa Cruz)

Fotos de las Misiones Jesuitas de Bolivia

Las Reducciones
Las Reducciones eran el centro de la vida comunal. Guiados por los
eclesiásticos, los indígenas aprendieron no sólo las diversas técnicas
artesanales, sino también la construcción de instrumentos musicales
de todo tipo, con una sorprendente perfección: órganos, arpas, laúdes,
violas, arpas, flautas, etc.
De hecho, la música jugaba un papel preponderante en la educación y
la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica. Entre ellos
los guaraníes, sorprendían a sus maestros por su aptitud musical.
El padre Charlevoix escribe en su “Histoire du Paraguay” (1756) que
“casi se podría decir que son cantores por naturaleza, como los
pájaros” y el jesuita alemán Padre Sepp relata: “son por naturaleza
como hechos para la música; aprenden a tocar con sorprendente
facilidad y destreza toda clase de instrumentos, y eso en muy poco
tiempo”.

En las reducciones los indígenas eran súbditos libres de la corona.
Ellas estaban vedadas a los colonos y funcionarios españoles,
medida necesaria para evitar los abusos de los que eran objeto los
indígenas.
Los Jesuitas protegían a los indios del trabajo forzado y la esclavitud,
sobre todo la de los “bandeirantes” portugueses una de cuyas
ocupaciones gananciales era la caza de esclavos.
El polifacético sacerdote, músico y arquitecto Martin Schmid se
dedicó junto con sus alumnos indígenas a la construcción de
instrumentos musicales como órganos, violines, violoncelos y
contrabajos con finas maderas de la zona.
La orfebrería de la región se destacó por la fabricación de custodias
de plata y otros elementos decorativos que se utilizaban en las
iglesias. Atriles, cálices y copones en gran variedad, aureolas y
coronas de santos, vinajeras y crismeros con sus bandejas,
constituían algunas de los piezas mas admiradas.

Localización de las “Misiones Jesuitas del Paraguay” que hoy en día se
encuentran distribuidas en territorio de Argentina, Brasil y Paraguay

Los Maestros de las Misiones.
Los maestros más importantes de la música y el arte en las misiones
de Sudamérica fueron los siguientes :
Juan Vaisseau ( 1584 -1617)
Jesuita Belga, cultivó la polifonía vocal sacra de los siglos XV y XVI y
se dedicó a estudiar música para utilizarla en la conversión de los
indios americanos.
Luis Berger ( 1587 – 1639)
Jesuita Francés, fue pintor, platero, músico, danzante y fabricante de
instrumentos musicales, trabajó en las misiones de Paraguay y Chile.
Pedro Comental (1595 – 1665)
Jesuita Italiano. Músico y matemático, en 1620 fue destinado a las
misiones guaraníes, donde estuvo hasta su muerte. Gracias a su
empeño la reducción de San Ignacio alcanzó la gloria de ser el primer
centro musical que hubo en estas regiones de América

Antonio Sepp (1655 – 1733)
Jesuita Alemán. Desde su niñez había sido instruido en la
música, y por su preciosa voz había sido escogido para
integrar el coro de cantores de la Corte Imperial, en la cual
alcanzó celebridad.

Era todo un artista y sabía tocar varios instrumentos, flauta,
corneta, piano, clarín, tromba marina o sacabuche, la viola y
la tiorba y también era compositor.
Destinado a la reducción de Yapeyú, le cupo la gloria de
convertir esta misión en el gran centro musical de fines del
siglo XVII y comienzos del XVIII. En las embarcaciones al
tocar los instrumentos y ser oídos por los indios, estos
acudían a la ribera para escuchar su música.

Juan José Mesner (1703 – 1769)
Jesuita Austriaco. Estudió letras, canto y música.

En 1736 fue destinado a las misiones de Chiquitos, donde
se unió al padre Schmid.
Fue allí donde realizó importantes transcripciones de
piezas musicales europeas.

Además, colaboró con el padre Schmid en la organización
de coros y en la composición musical.
La obra de este jesuita permaneció viva durante un largo
tiempo en muchas reducciones, donde los indios todavía
sabían componer y cantar la música que él les había
enseñado.

Doménico Zípoli (1688 – 1726)
Nació el 17 de octubre de 1688, en Prato, Italia, una pequeña ciudad, por
entonces plaza fortificada con muralla y ciudadela levantadas en el
siglo XIV. Recibió sus primeras lecciones de música de los maestros de
capilla de la Catedral de su ciudad natal.
En 1707 gracias al apoyo del Gran Duque Cosimo III realizó estudios en
Florencia, con Giovanni María Casini, Maestro de Capilla de la Catedral.
En 1708 se representó en Florencia un Oratorio de creación colectiva
“Sara in Egitto” compuesto por 24 autores, entre estos: Zipoli (quien creó
dos arias), Antonio Caldara, Alessandro Scarlatti y Giovanni M.Casini.
Partió luego a Nápoles donde estudió con Alessandro Scarlatti, a quien
abandonó en corto tiempo por agudas diferencias de carácter.

Epílogo
Ópera Ignacio de Loyola

En 1710 tomó lecciones de Bernardo Pasquini, en Roma, donde
estrenó ese mismo año y posteriormente en 1712 y años sucesivos,
sus composiciones, Vespri y Messa per la festa di San Carlo, en la
Iglesia San Carlo ai Catinari, por encargo de la Fraternidad Santa
Cecilia.
En 1713 presentó su Oratorio Sant’Antonio di Padova, en la Iglesia
Santa María in Vallicella, y en 1714 en la Iglesia de San Girolamo della
Caritá su Oratorio, Santa Caterina Vergine e Martire.
En 1715 obtuvo el puesto de organista de la iglesia de los Jesuítas de
Roma.

En 1716 se publicaron, primero en Roma, y luego en Londres, sus
Sonate D’Intavolatura per Organo e Címbalo. dos únicos volúmenes a
los que debe todo el reconocimiento universal a su genio.

Motivado por la vocación sacerdotal, viajó a Sevilla, España ingresó a
la Compañía de Jesús, a mediados de 1716.
El 5 abril de 1717, partió una expedición organizada por los Jesuítas,
rumbo al Río de la Plata. Zipoli, junto al historiador Pedro Lozano, los
misioneros Nussdorfer, Asperger y Lizardi y los arquitectos Primoli y
Bianchi, realizaron la travesía de tres meses para trabajar en las ya
célebres Reducciones Jesuíticas del Paraguay.
En Julio de 1717 llegó a Buenos Aires y en agosto se estableció en el
Convento de los Jesuitas de Córdoba donde continuó sus estudios
teológicos, y compuso música que luego se enviaba por medio de
emisarios, a los 30 pueblos que formaban parte de las Reducciones.
En los breves ocho años y cinco meses de actividad en las
Reducciones Jesuíticas, Zipoli compuso una enorme cantidad
de música, que hasta hace poco tiempo era desconocida, ya que la
mayor parte de su obra fue destruida, luego de la expulsión de los
Jesuitas en 1767.

Recién en 1959 el musicólogo norteamericano Robert Stevenson
halló, en Sucre, Bolivia copias de su Misa en Fa, copiada en
Potosí en 1784 por pedido del Virrey de Lima.
Y en el año 1972, el descubrimiento de más de 10,500
manuscritos en la Reducción de Chiquitos, Bolivia por parte del
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth; hallazgo
considerado como el de mayor trascendencia para la musicología
de Hispanoamérica, en las últimas décadas. Entre estos
manuscritos se encuentran numerosas Misas, Motetes, Himnos y
piezas para órgano.
En el otoño de 1725 Zipoli enfermó de tuberculosis, por lo que fue
trasladado a la Estancia Santa Catalina, lugar de reposo de los
padres jesuitas, a 50 kilómetros de Córdoba, donde falleció el 2 de
enero de 1726 a la edad de 38 años. Recibió la orden sacerdotal y
fue sepultado en el cementerio de Santa Catalina.

Martín Schmid (1694 – 1772 )
Uno de los misioneros más importantes en Chiquitos fue el sacerdote,
músico y arquitecto Martín Schmid, Jesuita suizo de habla alemán,
nacido el 26 de Septiembre de 1694 en Baar, cantón de Zug.
Asistió al colegio jesuita de Lucerna, Suiza y entró en 1717 en la
Compañía y siguió sus estudios en Landsberg e Ingolstadt en Baviera.
En 1726, recibió la ordenación sacerdotal en Eichstädt y salió en
seguida como misionero para América. Después de una estadía
prolongada en Sevilla, llegó en 1729 a Buenos Aires, de donde viajó
por Córdoba, Salta, Potosí y Sucre a Santa Cruz, para llegar en 1730 a
San Javier de Chiquitos.
Trabajó 36 años en Chiquitos, casi siempre como compañero del cura
en los pueblos que más necesitaban su destreza como músico,
arquitecto y artesano.

Schmid introdujo la música polifónica barroca en Chiquitos,
arreglando y componiendo piezas de música, enseñándolas a los
indígenas, y construyendo órganos y muchos otros instrumentos
musicales.

No menos importante es su obra arquitectónica que consiste en la
construcción de tres de las seis iglesias conservadas hasta hoy, San
Rafael, San Javier y Concepción.
Además, levantó los retablos tallados de la iglesia de Concepción y
fabricó otros muebles, imágenes de madera y cerámica, trabajó como
relojero, lingüista y autor de textos en chiquitano: enseñó el arte de
cocer tejas y baldosas, de fundir estaño y bronce.
Expulsado en 1767 a pesar de su edad, tenía que volver por el
desierto de Arica y pasar por Panamá para llegar a Europa en 1771 a
Lucerna, donde murió el 10 de marzo de 1772, poco antes de la
disolución de la orden.

La Ópera Ignacio de Loyola
Descubierta a comienzos de la última década del siglo XX, de la
ópera de San Ignacio se encontraron dos copias: una en los
archivos de Chiquitos (Santa Cruz, Bolivia), y otra en la Misión de
San Ignacio en la provincia de Moxos (Bolivia). La partitura fue
restaurada y transcrita por el musicólogo Bernardo Illari.
Compuesta entre 1717 y 1726, la creación de la música se
atribuye al jesuita toscano Domenico Zipoli, conjuntamente con el
también jesuita suizo Martin Schmid.
Con texto castellano, de autor desconocido, posee un libreto
pedagógicamente eficaz. Los personajes principales son San
Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y el demonio, quien a
pesar de su dudosa seducción, no consigue desviar a los dos
santos de su sagrado deber, la evangelización.

El drama evangelizador, u ópera, como se denominaba a todas las
obras escénicas que se ejecutaban en las misiones, fue muy
popular en la vida de las reducciones jesuíticas y resultó un aporte
único al repertorio americano de la ópera en tiempos de la colonia.
Las óperas se representaban en los momentos más significativos
del año litúrgico o en ocasión de acontecimientos de importancia
política.
Su puesta en escena tenía lugar hacia el anochecer, en la plaza
mayor, junto al pórtico de la Iglesia o al castillo del estandarte real.
Los actores eran los aborígenes mismos y a menudo, se insertaban
elementos del mundo indígena: vestuarios ricos y coloristas
adecuados al papel representado, escenografía típica de la zona
con arcos de flores y plantas selváticas, frutas tropicales, pájaros
de gran colorido y animales salvajes.


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La Música
en las Misiones
Jesuitas de Sudamérica

Obertura
Ópera Ignacio de Loyola

Mapa de la
Misiones Jesuitas
en Sudamérica

1561 - 1767

Las Misiones Jesuitas en Sudamérica después de 1767.
A raíz de la expulsión de los jesuitas de los territorios españoles de
América en 1767, las misiones del Paraguay fueron destruidas y las
misiones de Chiquitos y Moxos en Bolivia fueron prácticamente
abandonadas.
Sin embargo, después de casi 250 años, las Misiones Jesuitas en Bolivia
aún se mantienen en pie. Fueron restauradas entre 1972 y 1998 por el
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth.
San José, Santa Ana, San Rafael, San Miguel, San Ignacio, La
Concepción y San Javier, son siete de las diez poblaciones Chiquitanas
que hasta hoy han podido preservar las construcciones misioneras.
En 1991, las Misiones Jesuitas de Bolivia fueron declaradas como
“Patrimonio Cultural de la Humanidad” por la UNESCO.

La Música Perdida de las Misiones Jesuitas en Sudamérica.
Por más de 200 años, desde 1767 hasta 1972 no se tenía ninguna
información sobre la música compuesta por los misioneros para ser
usada en la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica.
Sin embargo, milagrosamente durante unos trabajos de restauración de
las Reducciones Jesuíticas en Bolivia, en al año 1972, el arquitecto suizo
y hermano jesuita Hans Roth descubrió más de cinco mil quinientas
páginas de partituras de música barroca en las localidades de Santa Ana
y San Rafael
Hoy todas están guardadas en Concepción. Alrededor de 4 mil proceden
de San Rafael y mil 500 de Santa Ana.
Este hallazgo causó una conmoción en la historiografía musical de
Bolivia, Paraguay y Argentina.

No sorprende esta cantidad de obras ya que la música se tocaba
todos los días y en cada una de las iglesias hubo entre 30 y 40
profesionales músicos.
Las partituras en cuestión, dan testimonio de la rica cultura musical
que los religiosos habían desarrollado, junto con los indígenas,
durante el proceso de evangelización del nuevo continente.

Es importante destacar que entre los manuscritos hallados se
encuentran composiciones de músicos indígenas, ya que éstos
también aprendieron las técnicas de composición musical.
Se trata de uno de los archivos más importantes de música barroca a
escala mundial, tanto que ha dado lugar a la creación de un festival
bienal de música barroca en la provincia de Chiquitos en Bolivia.

Mapa de la Misiones
Jesuitas en Bolivia en
las provincias de
Moxos y Chiquitos
( hoy Santa Cruz)

Fotos de las Misiones Jesuitas de Bolivia

Las Reducciones
Las Reducciones eran el centro de la vida comunal. Guiados por los
eclesiásticos, los indígenas aprendieron no sólo las diversas técnicas
artesanales, sino también la construcción de instrumentos musicales
de todo tipo, con una sorprendente perfección: órganos, arpas, laúdes,
violas, arpas, flautas, etc.
De hecho, la música jugaba un papel preponderante en la educación y
la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica. Entre ellos
los guaraníes, sorprendían a sus maestros por su aptitud musical.
El padre Charlevoix escribe en su “Histoire du Paraguay” (1756) que
“casi se podría decir que son cantores por naturaleza, como los
pájaros” y el jesuita alemán Padre Sepp relata: “son por naturaleza
como hechos para la música; aprenden a tocar con sorprendente
facilidad y destreza toda clase de instrumentos, y eso en muy poco
tiempo”.

En las reducciones los indígenas eran súbditos libres de la corona.
Ellas estaban vedadas a los colonos y funcionarios españoles,
medida necesaria para evitar los abusos de los que eran objeto los
indígenas.
Los Jesuitas protegían a los indios del trabajo forzado y la esclavitud,
sobre todo la de los “bandeirantes” portugueses una de cuyas
ocupaciones gananciales era la caza de esclavos.
El polifacético sacerdote, músico y arquitecto Martin Schmid se
dedicó junto con sus alumnos indígenas a la construcción de
instrumentos musicales como órganos, violines, violoncelos y
contrabajos con finas maderas de la zona.
La orfebrería de la región se destacó por la fabricación de custodias
de plata y otros elementos decorativos que se utilizaban en las
iglesias. Atriles, cálices y copones en gran variedad, aureolas y
coronas de santos, vinajeras y crismeros con sus bandejas,
constituían algunas de los piezas mas admiradas.

Localización de las “Misiones Jesuitas del Paraguay” que hoy en día se
encuentran distribuidas en territorio de Argentina, Brasil y Paraguay

Los Maestros de las Misiones.
Los maestros más importantes de la música y el arte en las misiones
de Sudamérica fueron los siguientes :
Juan Vaisseau ( 1584 -1617)
Jesuita Belga, cultivó la polifonía vocal sacra de los siglos XV y XVI y
se dedicó a estudiar música para utilizarla en la conversión de los
indios americanos.
Luis Berger ( 1587 – 1639)
Jesuita Francés, fue pintor, platero, músico, danzante y fabricante de
instrumentos musicales, trabajó en las misiones de Paraguay y Chile.
Pedro Comental (1595 – 1665)
Jesuita Italiano. Músico y matemático, en 1620 fue destinado a las
misiones guaraníes, donde estuvo hasta su muerte. Gracias a su
empeño la reducción de San Ignacio alcanzó la gloria de ser el primer
centro musical que hubo en estas regiones de América

Antonio Sepp (1655 – 1733)
Jesuita Alemán. Desde su niñez había sido instruido en la
música, y por su preciosa voz había sido escogido para
integrar el coro de cantores de la Corte Imperial, en la cual
alcanzó celebridad.

Era todo un artista y sabía tocar varios instrumentos, flauta,
corneta, piano, clarín, tromba marina o sacabuche, la viola y
la tiorba y también era compositor.
Destinado a la reducción de Yapeyú, le cupo la gloria de
convertir esta misión en el gran centro musical de fines del
siglo XVII y comienzos del XVIII. En las embarcaciones al
tocar los instrumentos y ser oídos por los indios, estos
acudían a la ribera para escuchar su música.

Juan José Mesner (1703 – 1769)
Jesuita Austriaco. Estudió letras, canto y música.

En 1736 fue destinado a las misiones de Chiquitos, donde
se unió al padre Schmid.
Fue allí donde realizó importantes transcripciones de
piezas musicales europeas.

Además, colaboró con el padre Schmid en la organización
de coros y en la composición musical.
La obra de este jesuita permaneció viva durante un largo
tiempo en muchas reducciones, donde los indios todavía
sabían componer y cantar la música que él les había
enseñado.

Doménico Zípoli (1688 – 1726)
Nació el 17 de octubre de 1688, en Prato, Italia, una pequeña ciudad, por
entonces plaza fortificada con muralla y ciudadela levantadas en el
siglo XIV. Recibió sus primeras lecciones de música de los maestros de
capilla de la Catedral de su ciudad natal.
En 1707 gracias al apoyo del Gran Duque Cosimo III realizó estudios en
Florencia, con Giovanni María Casini, Maestro de Capilla de la Catedral.
En 1708 se representó en Florencia un Oratorio de creación colectiva
“Sara in Egitto” compuesto por 24 autores, entre estos: Zipoli (quien creó
dos arias), Antonio Caldara, Alessandro Scarlatti y Giovanni M.Casini.
Partió luego a Nápoles donde estudió con Alessandro Scarlatti, a quien
abandonó en corto tiempo por agudas diferencias de carácter.

Epílogo
Ópera Ignacio de Loyola

En 1710 tomó lecciones de Bernardo Pasquini, en Roma, donde
estrenó ese mismo año y posteriormente en 1712 y años sucesivos,
sus composiciones, Vespri y Messa per la festa di San Carlo, en la
Iglesia San Carlo ai Catinari, por encargo de la Fraternidad Santa
Cecilia.
En 1713 presentó su Oratorio Sant’Antonio di Padova, en la Iglesia
Santa María in Vallicella, y en 1714 en la Iglesia de San Girolamo della
Caritá su Oratorio, Santa Caterina Vergine e Martire.
En 1715 obtuvo el puesto de organista de la iglesia de los Jesuítas de
Roma.

En 1716 se publicaron, primero en Roma, y luego en Londres, sus
Sonate D’Intavolatura per Organo e Címbalo. dos únicos volúmenes a
los que debe todo el reconocimiento universal a su genio.

Motivado por la vocación sacerdotal, viajó a Sevilla, España ingresó a
la Compañía de Jesús, a mediados de 1716.
El 5 abril de 1717, partió una expedición organizada por los Jesuítas,
rumbo al Río de la Plata. Zipoli, junto al historiador Pedro Lozano, los
misioneros Nussdorfer, Asperger y Lizardi y los arquitectos Primoli y
Bianchi, realizaron la travesía de tres meses para trabajar en las ya
célebres Reducciones Jesuíticas del Paraguay.
En Julio de 1717 llegó a Buenos Aires y en agosto se estableció en el
Convento de los Jesuitas de Córdoba donde continuó sus estudios
teológicos, y compuso música que luego se enviaba por medio de
emisarios, a los 30 pueblos que formaban parte de las Reducciones.
En los breves ocho años y cinco meses de actividad en las
Reducciones Jesuíticas, Zipoli compuso una enorme cantidad
de música, que hasta hace poco tiempo era desconocida, ya que la
mayor parte de su obra fue destruida, luego de la expulsión de los
Jesuitas en 1767.

Recién en 1959 el musicólogo norteamericano Robert Stevenson
halló, en Sucre, Bolivia copias de su Misa en Fa, copiada en
Potosí en 1784 por pedido del Virrey de Lima.
Y en el año 1972, el descubrimiento de más de 10,500
manuscritos en la Reducción de Chiquitos, Bolivia por parte del
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth; hallazgo
considerado como el de mayor trascendencia para la musicología
de Hispanoamérica, en las últimas décadas. Entre estos
manuscritos se encuentran numerosas Misas, Motetes, Himnos y
piezas para órgano.
En el otoño de 1725 Zipoli enfermó de tuberculosis, por lo que fue
trasladado a la Estancia Santa Catalina, lugar de reposo de los
padres jesuitas, a 50 kilómetros de Córdoba, donde falleció el 2 de
enero de 1726 a la edad de 38 años. Recibió la orden sacerdotal y
fue sepultado en el cementerio de Santa Catalina.

Martín Schmid (1694 – 1772 )
Uno de los misioneros más importantes en Chiquitos fue el sacerdote,
músico y arquitecto Martín Schmid, Jesuita suizo de habla alemán,
nacido el 26 de Septiembre de 1694 en Baar, cantón de Zug.
Asistió al colegio jesuita de Lucerna, Suiza y entró en 1717 en la
Compañía y siguió sus estudios en Landsberg e Ingolstadt en Baviera.
En 1726, recibió la ordenación sacerdotal en Eichstädt y salió en
seguida como misionero para América. Después de una estadía
prolongada en Sevilla, llegó en 1729 a Buenos Aires, de donde viajó
por Córdoba, Salta, Potosí y Sucre a Santa Cruz, para llegar en 1730 a
San Javier de Chiquitos.
Trabajó 36 años en Chiquitos, casi siempre como compañero del cura
en los pueblos que más necesitaban su destreza como músico,
arquitecto y artesano.

Schmid introdujo la música polifónica barroca en Chiquitos,
arreglando y componiendo piezas de música, enseñándolas a los
indígenas, y construyendo órganos y muchos otros instrumentos
musicales.

No menos importante es su obra arquitectónica que consiste en la
construcción de tres de las seis iglesias conservadas hasta hoy, San
Rafael, San Javier y Concepción.
Además, levantó los retablos tallados de la iglesia de Concepción y
fabricó otros muebles, imágenes de madera y cerámica, trabajó como
relojero, lingüista y autor de textos en chiquitano: enseñó el arte de
cocer tejas y baldosas, de fundir estaño y bronce.
Expulsado en 1767 a pesar de su edad, tenía que volver por el
desierto de Arica y pasar por Panamá para llegar a Europa en 1771 a
Lucerna, donde murió el 10 de marzo de 1772, poco antes de la
disolución de la orden.

La Ópera Ignacio de Loyola
Descubierta a comienzos de la última década del siglo XX, de la
ópera de San Ignacio se encontraron dos copias: una en los
archivos de Chiquitos (Santa Cruz, Bolivia), y otra en la Misión de
San Ignacio en la provincia de Moxos (Bolivia). La partitura fue
restaurada y transcrita por el musicólogo Bernardo Illari.
Compuesta entre 1717 y 1726, la creación de la música se
atribuye al jesuita toscano Domenico Zipoli, conjuntamente con el
también jesuita suizo Martin Schmid.
Con texto castellano, de autor desconocido, posee un libreto
pedagógicamente eficaz. Los personajes principales son San
Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y el demonio, quien a
pesar de su dudosa seducción, no consigue desviar a los dos
santos de su sagrado deber, la evangelización.

El drama evangelizador, u ópera, como se denominaba a todas las
obras escénicas que se ejecutaban en las misiones, fue muy
popular en la vida de las reducciones jesuíticas y resultó un aporte
único al repertorio americano de la ópera en tiempos de la colonia.
Las óperas se representaban en los momentos más significativos
del año litúrgico o en ocasión de acontecimientos de importancia
política.
Su puesta en escena tenía lugar hacia el anochecer, en la plaza
mayor, junto al pórtico de la Iglesia o al castillo del estandarte real.
Los actores eran los aborígenes mismos y a menudo, se insertaban
elementos del mundo indígena: vestuarios ricos y coloristas
adecuados al papel representado, escenografía típica de la zona
con arcos de flores y plantas selváticas, frutas tropicales, pájaros
de gran colorido y animales salvajes.


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La Música
en las Misiones
Jesuitas de Sudamérica

Obertura
Ópera Ignacio de Loyola

Mapa de la
Misiones Jesuitas
en Sudamérica

1561 - 1767

Las Misiones Jesuitas en Sudamérica después de 1767.
A raíz de la expulsión de los jesuitas de los territorios españoles de
América en 1767, las misiones del Paraguay fueron destruidas y las
misiones de Chiquitos y Moxos en Bolivia fueron prácticamente
abandonadas.
Sin embargo, después de casi 250 años, las Misiones Jesuitas en Bolivia
aún se mantienen en pie. Fueron restauradas entre 1972 y 1998 por el
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth.
San José, Santa Ana, San Rafael, San Miguel, San Ignacio, La
Concepción y San Javier, son siete de las diez poblaciones Chiquitanas
que hasta hoy han podido preservar las construcciones misioneras.
En 1991, las Misiones Jesuitas de Bolivia fueron declaradas como
“Patrimonio Cultural de la Humanidad” por la UNESCO.

La Música Perdida de las Misiones Jesuitas en Sudamérica.
Por más de 200 años, desde 1767 hasta 1972 no se tenía ninguna
información sobre la música compuesta por los misioneros para ser
usada en la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica.
Sin embargo, milagrosamente durante unos trabajos de restauración de
las Reducciones Jesuíticas en Bolivia, en al año 1972, el arquitecto suizo
y hermano jesuita Hans Roth descubrió más de cinco mil quinientas
páginas de partituras de música barroca en las localidades de Santa Ana
y San Rafael
Hoy todas están guardadas en Concepción. Alrededor de 4 mil proceden
de San Rafael y mil 500 de Santa Ana.
Este hallazgo causó una conmoción en la historiografía musical de
Bolivia, Paraguay y Argentina.

No sorprende esta cantidad de obras ya que la música se tocaba
todos los días y en cada una de las iglesias hubo entre 30 y 40
profesionales músicos.
Las partituras en cuestión, dan testimonio de la rica cultura musical
que los religiosos habían desarrollado, junto con los indígenas,
durante el proceso de evangelización del nuevo continente.

Es importante destacar que entre los manuscritos hallados se
encuentran composiciones de músicos indígenas, ya que éstos
también aprendieron las técnicas de composición musical.
Se trata de uno de los archivos más importantes de música barroca a
escala mundial, tanto que ha dado lugar a la creación de un festival
bienal de música barroca en la provincia de Chiquitos en Bolivia.

Mapa de la Misiones
Jesuitas en Bolivia en
las provincias de
Moxos y Chiquitos
( hoy Santa Cruz)

Fotos de las Misiones Jesuitas de Bolivia

Las Reducciones
Las Reducciones eran el centro de la vida comunal. Guiados por los
eclesiásticos, los indígenas aprendieron no sólo las diversas técnicas
artesanales, sino también la construcción de instrumentos musicales
de todo tipo, con una sorprendente perfección: órganos, arpas, laúdes,
violas, arpas, flautas, etc.
De hecho, la música jugaba un papel preponderante en la educación y
la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica. Entre ellos
los guaraníes, sorprendían a sus maestros por su aptitud musical.
El padre Charlevoix escribe en su “Histoire du Paraguay” (1756) que
“casi se podría decir que son cantores por naturaleza, como los
pájaros” y el jesuita alemán Padre Sepp relata: “son por naturaleza
como hechos para la música; aprenden a tocar con sorprendente
facilidad y destreza toda clase de instrumentos, y eso en muy poco
tiempo”.

En las reducciones los indígenas eran súbditos libres de la corona.
Ellas estaban vedadas a los colonos y funcionarios españoles,
medida necesaria para evitar los abusos de los que eran objeto los
indígenas.
Los Jesuitas protegían a los indios del trabajo forzado y la esclavitud,
sobre todo la de los “bandeirantes” portugueses una de cuyas
ocupaciones gananciales era la caza de esclavos.
El polifacético sacerdote, músico y arquitecto Martin Schmid se
dedicó junto con sus alumnos indígenas a la construcción de
instrumentos musicales como órganos, violines, violoncelos y
contrabajos con finas maderas de la zona.
La orfebrería de la región se destacó por la fabricación de custodias
de plata y otros elementos decorativos que se utilizaban en las
iglesias. Atriles, cálices y copones en gran variedad, aureolas y
coronas de santos, vinajeras y crismeros con sus bandejas,
constituían algunas de los piezas mas admiradas.

Localización de las “Misiones Jesuitas del Paraguay” que hoy en día se
encuentran distribuidas en territorio de Argentina, Brasil y Paraguay

Los Maestros de las Misiones.
Los maestros más importantes de la música y el arte en las misiones
de Sudamérica fueron los siguientes :
Juan Vaisseau ( 1584 -1617)
Jesuita Belga, cultivó la polifonía vocal sacra de los siglos XV y XVI y
se dedicó a estudiar música para utilizarla en la conversión de los
indios americanos.
Luis Berger ( 1587 – 1639)
Jesuita Francés, fue pintor, platero, músico, danzante y fabricante de
instrumentos musicales, trabajó en las misiones de Paraguay y Chile.
Pedro Comental (1595 – 1665)
Jesuita Italiano. Músico y matemático, en 1620 fue destinado a las
misiones guaraníes, donde estuvo hasta su muerte. Gracias a su
empeño la reducción de San Ignacio alcanzó la gloria de ser el primer
centro musical que hubo en estas regiones de América

Antonio Sepp (1655 – 1733)
Jesuita Alemán. Desde su niñez había sido instruido en la
música, y por su preciosa voz había sido escogido para
integrar el coro de cantores de la Corte Imperial, en la cual
alcanzó celebridad.

Era todo un artista y sabía tocar varios instrumentos, flauta,
corneta, piano, clarín, tromba marina o sacabuche, la viola y
la tiorba y también era compositor.
Destinado a la reducción de Yapeyú, le cupo la gloria de
convertir esta misión en el gran centro musical de fines del
siglo XVII y comienzos del XVIII. En las embarcaciones al
tocar los instrumentos y ser oídos por los indios, estos
acudían a la ribera para escuchar su música.

Juan José Mesner (1703 – 1769)
Jesuita Austriaco. Estudió letras, canto y música.

En 1736 fue destinado a las misiones de Chiquitos, donde
se unió al padre Schmid.
Fue allí donde realizó importantes transcripciones de
piezas musicales europeas.

Además, colaboró con el padre Schmid en la organización
de coros y en la composición musical.
La obra de este jesuita permaneció viva durante un largo
tiempo en muchas reducciones, donde los indios todavía
sabían componer y cantar la música que él les había
enseñado.

Doménico Zípoli (1688 – 1726)
Nació el 17 de octubre de 1688, en Prato, Italia, una pequeña ciudad, por
entonces plaza fortificada con muralla y ciudadela levantadas en el
siglo XIV. Recibió sus primeras lecciones de música de los maestros de
capilla de la Catedral de su ciudad natal.
En 1707 gracias al apoyo del Gran Duque Cosimo III realizó estudios en
Florencia, con Giovanni María Casini, Maestro de Capilla de la Catedral.
En 1708 se representó en Florencia un Oratorio de creación colectiva
“Sara in Egitto” compuesto por 24 autores, entre estos: Zipoli (quien creó
dos arias), Antonio Caldara, Alessandro Scarlatti y Giovanni M.Casini.
Partió luego a Nápoles donde estudió con Alessandro Scarlatti, a quien
abandonó en corto tiempo por agudas diferencias de carácter.

Epílogo
Ópera Ignacio de Loyola

En 1710 tomó lecciones de Bernardo Pasquini, en Roma, donde
estrenó ese mismo año y posteriormente en 1712 y años sucesivos,
sus composiciones, Vespri y Messa per la festa di San Carlo, en la
Iglesia San Carlo ai Catinari, por encargo de la Fraternidad Santa
Cecilia.
En 1713 presentó su Oratorio Sant’Antonio di Padova, en la Iglesia
Santa María in Vallicella, y en 1714 en la Iglesia de San Girolamo della
Caritá su Oratorio, Santa Caterina Vergine e Martire.
En 1715 obtuvo el puesto de organista de la iglesia de los Jesuítas de
Roma.

En 1716 se publicaron, primero en Roma, y luego en Londres, sus
Sonate D’Intavolatura per Organo e Címbalo. dos únicos volúmenes a
los que debe todo el reconocimiento universal a su genio.

Motivado por la vocación sacerdotal, viajó a Sevilla, España ingresó a
la Compañía de Jesús, a mediados de 1716.
El 5 abril de 1717, partió una expedición organizada por los Jesuítas,
rumbo al Río de la Plata. Zipoli, junto al historiador Pedro Lozano, los
misioneros Nussdorfer, Asperger y Lizardi y los arquitectos Primoli y
Bianchi, realizaron la travesía de tres meses para trabajar en las ya
célebres Reducciones Jesuíticas del Paraguay.
En Julio de 1717 llegó a Buenos Aires y en agosto se estableció en el
Convento de los Jesuitas de Córdoba donde continuó sus estudios
teológicos, y compuso música que luego se enviaba por medio de
emisarios, a los 30 pueblos que formaban parte de las Reducciones.
En los breves ocho años y cinco meses de actividad en las
Reducciones Jesuíticas, Zipoli compuso una enorme cantidad
de música, que hasta hace poco tiempo era desconocida, ya que la
mayor parte de su obra fue destruida, luego de la expulsión de los
Jesuitas en 1767.

Recién en 1959 el musicólogo norteamericano Robert Stevenson
halló, en Sucre, Bolivia copias de su Misa en Fa, copiada en
Potosí en 1784 por pedido del Virrey de Lima.
Y en el año 1972, el descubrimiento de más de 10,500
manuscritos en la Reducción de Chiquitos, Bolivia por parte del
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth; hallazgo
considerado como el de mayor trascendencia para la musicología
de Hispanoamérica, en las últimas décadas. Entre estos
manuscritos se encuentran numerosas Misas, Motetes, Himnos y
piezas para órgano.
En el otoño de 1725 Zipoli enfermó de tuberculosis, por lo que fue
trasladado a la Estancia Santa Catalina, lugar de reposo de los
padres jesuitas, a 50 kilómetros de Córdoba, donde falleció el 2 de
enero de 1726 a la edad de 38 años. Recibió la orden sacerdotal y
fue sepultado en el cementerio de Santa Catalina.

Martín Schmid (1694 – 1772 )
Uno de los misioneros más importantes en Chiquitos fue el sacerdote,
músico y arquitecto Martín Schmid, Jesuita suizo de habla alemán,
nacido el 26 de Septiembre de 1694 en Baar, cantón de Zug.
Asistió al colegio jesuita de Lucerna, Suiza y entró en 1717 en la
Compañía y siguió sus estudios en Landsberg e Ingolstadt en Baviera.
En 1726, recibió la ordenación sacerdotal en Eichstädt y salió en
seguida como misionero para América. Después de una estadía
prolongada en Sevilla, llegó en 1729 a Buenos Aires, de donde viajó
por Córdoba, Salta, Potosí y Sucre a Santa Cruz, para llegar en 1730 a
San Javier de Chiquitos.
Trabajó 36 años en Chiquitos, casi siempre como compañero del cura
en los pueblos que más necesitaban su destreza como músico,
arquitecto y artesano.

Schmid introdujo la música polifónica barroca en Chiquitos,
arreglando y componiendo piezas de música, enseñándolas a los
indígenas, y construyendo órganos y muchos otros instrumentos
musicales.

No menos importante es su obra arquitectónica que consiste en la
construcción de tres de las seis iglesias conservadas hasta hoy, San
Rafael, San Javier y Concepción.
Además, levantó los retablos tallados de la iglesia de Concepción y
fabricó otros muebles, imágenes de madera y cerámica, trabajó como
relojero, lingüista y autor de textos en chiquitano: enseñó el arte de
cocer tejas y baldosas, de fundir estaño y bronce.
Expulsado en 1767 a pesar de su edad, tenía que volver por el
desierto de Arica y pasar por Panamá para llegar a Europa en 1771 a
Lucerna, donde murió el 10 de marzo de 1772, poco antes de la
disolución de la orden.

La Ópera Ignacio de Loyola
Descubierta a comienzos de la última década del siglo XX, de la
ópera de San Ignacio se encontraron dos copias: una en los
archivos de Chiquitos (Santa Cruz, Bolivia), y otra en la Misión de
San Ignacio en la provincia de Moxos (Bolivia). La partitura fue
restaurada y transcrita por el musicólogo Bernardo Illari.
Compuesta entre 1717 y 1726, la creación de la música se
atribuye al jesuita toscano Domenico Zipoli, conjuntamente con el
también jesuita suizo Martin Schmid.
Con texto castellano, de autor desconocido, posee un libreto
pedagógicamente eficaz. Los personajes principales son San
Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y el demonio, quien a
pesar de su dudosa seducción, no consigue desviar a los dos
santos de su sagrado deber, la evangelización.

El drama evangelizador, u ópera, como se denominaba a todas las
obras escénicas que se ejecutaban en las misiones, fue muy
popular en la vida de las reducciones jesuíticas y resultó un aporte
único al repertorio americano de la ópera en tiempos de la colonia.
Las óperas se representaban en los momentos más significativos
del año litúrgico o en ocasión de acontecimientos de importancia
política.
Su puesta en escena tenía lugar hacia el anochecer, en la plaza
mayor, junto al pórtico de la Iglesia o al castillo del estandarte real.
Los actores eran los aborígenes mismos y a menudo, se insertaban
elementos del mundo indígena: vestuarios ricos y coloristas
adecuados al papel representado, escenografía típica de la zona
con arcos de flores y plantas selváticas, frutas tropicales, pájaros
de gran colorido y animales salvajes.


Slide 4

La Música
en las Misiones
Jesuitas de Sudamérica

Obertura
Ópera Ignacio de Loyola

Mapa de la
Misiones Jesuitas
en Sudamérica

1561 - 1767

Las Misiones Jesuitas en Sudamérica después de 1767.
A raíz de la expulsión de los jesuitas de los territorios españoles de
América en 1767, las misiones del Paraguay fueron destruidas y las
misiones de Chiquitos y Moxos en Bolivia fueron prácticamente
abandonadas.
Sin embargo, después de casi 250 años, las Misiones Jesuitas en Bolivia
aún se mantienen en pie. Fueron restauradas entre 1972 y 1998 por el
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth.
San José, Santa Ana, San Rafael, San Miguel, San Ignacio, La
Concepción y San Javier, son siete de las diez poblaciones Chiquitanas
que hasta hoy han podido preservar las construcciones misioneras.
En 1991, las Misiones Jesuitas de Bolivia fueron declaradas como
“Patrimonio Cultural de la Humanidad” por la UNESCO.

La Música Perdida de las Misiones Jesuitas en Sudamérica.
Por más de 200 años, desde 1767 hasta 1972 no se tenía ninguna
información sobre la música compuesta por los misioneros para ser
usada en la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica.
Sin embargo, milagrosamente durante unos trabajos de restauración de
las Reducciones Jesuíticas en Bolivia, en al año 1972, el arquitecto suizo
y hermano jesuita Hans Roth descubrió más de cinco mil quinientas
páginas de partituras de música barroca en las localidades de Santa Ana
y San Rafael
Hoy todas están guardadas en Concepción. Alrededor de 4 mil proceden
de San Rafael y mil 500 de Santa Ana.
Este hallazgo causó una conmoción en la historiografía musical de
Bolivia, Paraguay y Argentina.

No sorprende esta cantidad de obras ya que la música se tocaba
todos los días y en cada una de las iglesias hubo entre 30 y 40
profesionales músicos.
Las partituras en cuestión, dan testimonio de la rica cultura musical
que los religiosos habían desarrollado, junto con los indígenas,
durante el proceso de evangelización del nuevo continente.

Es importante destacar que entre los manuscritos hallados se
encuentran composiciones de músicos indígenas, ya que éstos
también aprendieron las técnicas de composición musical.
Se trata de uno de los archivos más importantes de música barroca a
escala mundial, tanto que ha dado lugar a la creación de un festival
bienal de música barroca en la provincia de Chiquitos en Bolivia.

Mapa de la Misiones
Jesuitas en Bolivia en
las provincias de
Moxos y Chiquitos
( hoy Santa Cruz)

Fotos de las Misiones Jesuitas de Bolivia

Las Reducciones
Las Reducciones eran el centro de la vida comunal. Guiados por los
eclesiásticos, los indígenas aprendieron no sólo las diversas técnicas
artesanales, sino también la construcción de instrumentos musicales
de todo tipo, con una sorprendente perfección: órganos, arpas, laúdes,
violas, arpas, flautas, etc.
De hecho, la música jugaba un papel preponderante en la educación y
la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica. Entre ellos
los guaraníes, sorprendían a sus maestros por su aptitud musical.
El padre Charlevoix escribe en su “Histoire du Paraguay” (1756) que
“casi se podría decir que son cantores por naturaleza, como los
pájaros” y el jesuita alemán Padre Sepp relata: “son por naturaleza
como hechos para la música; aprenden a tocar con sorprendente
facilidad y destreza toda clase de instrumentos, y eso en muy poco
tiempo”.

En las reducciones los indígenas eran súbditos libres de la corona.
Ellas estaban vedadas a los colonos y funcionarios españoles,
medida necesaria para evitar los abusos de los que eran objeto los
indígenas.
Los Jesuitas protegían a los indios del trabajo forzado y la esclavitud,
sobre todo la de los “bandeirantes” portugueses una de cuyas
ocupaciones gananciales era la caza de esclavos.
El polifacético sacerdote, músico y arquitecto Martin Schmid se
dedicó junto con sus alumnos indígenas a la construcción de
instrumentos musicales como órganos, violines, violoncelos y
contrabajos con finas maderas de la zona.
La orfebrería de la región se destacó por la fabricación de custodias
de plata y otros elementos decorativos que se utilizaban en las
iglesias. Atriles, cálices y copones en gran variedad, aureolas y
coronas de santos, vinajeras y crismeros con sus bandejas,
constituían algunas de los piezas mas admiradas.

Localización de las “Misiones Jesuitas del Paraguay” que hoy en día se
encuentran distribuidas en territorio de Argentina, Brasil y Paraguay

Los Maestros de las Misiones.
Los maestros más importantes de la música y el arte en las misiones
de Sudamérica fueron los siguientes :
Juan Vaisseau ( 1584 -1617)
Jesuita Belga, cultivó la polifonía vocal sacra de los siglos XV y XVI y
se dedicó a estudiar música para utilizarla en la conversión de los
indios americanos.
Luis Berger ( 1587 – 1639)
Jesuita Francés, fue pintor, platero, músico, danzante y fabricante de
instrumentos musicales, trabajó en las misiones de Paraguay y Chile.
Pedro Comental (1595 – 1665)
Jesuita Italiano. Músico y matemático, en 1620 fue destinado a las
misiones guaraníes, donde estuvo hasta su muerte. Gracias a su
empeño la reducción de San Ignacio alcanzó la gloria de ser el primer
centro musical que hubo en estas regiones de América

Antonio Sepp (1655 – 1733)
Jesuita Alemán. Desde su niñez había sido instruido en la
música, y por su preciosa voz había sido escogido para
integrar el coro de cantores de la Corte Imperial, en la cual
alcanzó celebridad.

Era todo un artista y sabía tocar varios instrumentos, flauta,
corneta, piano, clarín, tromba marina o sacabuche, la viola y
la tiorba y también era compositor.
Destinado a la reducción de Yapeyú, le cupo la gloria de
convertir esta misión en el gran centro musical de fines del
siglo XVII y comienzos del XVIII. En las embarcaciones al
tocar los instrumentos y ser oídos por los indios, estos
acudían a la ribera para escuchar su música.

Juan José Mesner (1703 – 1769)
Jesuita Austriaco. Estudió letras, canto y música.

En 1736 fue destinado a las misiones de Chiquitos, donde
se unió al padre Schmid.
Fue allí donde realizó importantes transcripciones de
piezas musicales europeas.

Además, colaboró con el padre Schmid en la organización
de coros y en la composición musical.
La obra de este jesuita permaneció viva durante un largo
tiempo en muchas reducciones, donde los indios todavía
sabían componer y cantar la música que él les había
enseñado.

Doménico Zípoli (1688 – 1726)
Nació el 17 de octubre de 1688, en Prato, Italia, una pequeña ciudad, por
entonces plaza fortificada con muralla y ciudadela levantadas en el
siglo XIV. Recibió sus primeras lecciones de música de los maestros de
capilla de la Catedral de su ciudad natal.
En 1707 gracias al apoyo del Gran Duque Cosimo III realizó estudios en
Florencia, con Giovanni María Casini, Maestro de Capilla de la Catedral.
En 1708 se representó en Florencia un Oratorio de creación colectiva
“Sara in Egitto” compuesto por 24 autores, entre estos: Zipoli (quien creó
dos arias), Antonio Caldara, Alessandro Scarlatti y Giovanni M.Casini.
Partió luego a Nápoles donde estudió con Alessandro Scarlatti, a quien
abandonó en corto tiempo por agudas diferencias de carácter.

Epílogo
Ópera Ignacio de Loyola

En 1710 tomó lecciones de Bernardo Pasquini, en Roma, donde
estrenó ese mismo año y posteriormente en 1712 y años sucesivos,
sus composiciones, Vespri y Messa per la festa di San Carlo, en la
Iglesia San Carlo ai Catinari, por encargo de la Fraternidad Santa
Cecilia.
En 1713 presentó su Oratorio Sant’Antonio di Padova, en la Iglesia
Santa María in Vallicella, y en 1714 en la Iglesia de San Girolamo della
Caritá su Oratorio, Santa Caterina Vergine e Martire.
En 1715 obtuvo el puesto de organista de la iglesia de los Jesuítas de
Roma.

En 1716 se publicaron, primero en Roma, y luego en Londres, sus
Sonate D’Intavolatura per Organo e Címbalo. dos únicos volúmenes a
los que debe todo el reconocimiento universal a su genio.

Motivado por la vocación sacerdotal, viajó a Sevilla, España ingresó a
la Compañía de Jesús, a mediados de 1716.
El 5 abril de 1717, partió una expedición organizada por los Jesuítas,
rumbo al Río de la Plata. Zipoli, junto al historiador Pedro Lozano, los
misioneros Nussdorfer, Asperger y Lizardi y los arquitectos Primoli y
Bianchi, realizaron la travesía de tres meses para trabajar en las ya
célebres Reducciones Jesuíticas del Paraguay.
En Julio de 1717 llegó a Buenos Aires y en agosto se estableció en el
Convento de los Jesuitas de Córdoba donde continuó sus estudios
teológicos, y compuso música que luego se enviaba por medio de
emisarios, a los 30 pueblos que formaban parte de las Reducciones.
En los breves ocho años y cinco meses de actividad en las
Reducciones Jesuíticas, Zipoli compuso una enorme cantidad
de música, que hasta hace poco tiempo era desconocida, ya que la
mayor parte de su obra fue destruida, luego de la expulsión de los
Jesuitas en 1767.

Recién en 1959 el musicólogo norteamericano Robert Stevenson
halló, en Sucre, Bolivia copias de su Misa en Fa, copiada en
Potosí en 1784 por pedido del Virrey de Lima.
Y en el año 1972, el descubrimiento de más de 10,500
manuscritos en la Reducción de Chiquitos, Bolivia por parte del
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth; hallazgo
considerado como el de mayor trascendencia para la musicología
de Hispanoamérica, en las últimas décadas. Entre estos
manuscritos se encuentran numerosas Misas, Motetes, Himnos y
piezas para órgano.
En el otoño de 1725 Zipoli enfermó de tuberculosis, por lo que fue
trasladado a la Estancia Santa Catalina, lugar de reposo de los
padres jesuitas, a 50 kilómetros de Córdoba, donde falleció el 2 de
enero de 1726 a la edad de 38 años. Recibió la orden sacerdotal y
fue sepultado en el cementerio de Santa Catalina.

Martín Schmid (1694 – 1772 )
Uno de los misioneros más importantes en Chiquitos fue el sacerdote,
músico y arquitecto Martín Schmid, Jesuita suizo de habla alemán,
nacido el 26 de Septiembre de 1694 en Baar, cantón de Zug.
Asistió al colegio jesuita de Lucerna, Suiza y entró en 1717 en la
Compañía y siguió sus estudios en Landsberg e Ingolstadt en Baviera.
En 1726, recibió la ordenación sacerdotal en Eichstädt y salió en
seguida como misionero para América. Después de una estadía
prolongada en Sevilla, llegó en 1729 a Buenos Aires, de donde viajó
por Córdoba, Salta, Potosí y Sucre a Santa Cruz, para llegar en 1730 a
San Javier de Chiquitos.
Trabajó 36 años en Chiquitos, casi siempre como compañero del cura
en los pueblos que más necesitaban su destreza como músico,
arquitecto y artesano.

Schmid introdujo la música polifónica barroca en Chiquitos,
arreglando y componiendo piezas de música, enseñándolas a los
indígenas, y construyendo órganos y muchos otros instrumentos
musicales.

No menos importante es su obra arquitectónica que consiste en la
construcción de tres de las seis iglesias conservadas hasta hoy, San
Rafael, San Javier y Concepción.
Además, levantó los retablos tallados de la iglesia de Concepción y
fabricó otros muebles, imágenes de madera y cerámica, trabajó como
relojero, lingüista y autor de textos en chiquitano: enseñó el arte de
cocer tejas y baldosas, de fundir estaño y bronce.
Expulsado en 1767 a pesar de su edad, tenía que volver por el
desierto de Arica y pasar por Panamá para llegar a Europa en 1771 a
Lucerna, donde murió el 10 de marzo de 1772, poco antes de la
disolución de la orden.

La Ópera Ignacio de Loyola
Descubierta a comienzos de la última década del siglo XX, de la
ópera de San Ignacio se encontraron dos copias: una en los
archivos de Chiquitos (Santa Cruz, Bolivia), y otra en la Misión de
San Ignacio en la provincia de Moxos (Bolivia). La partitura fue
restaurada y transcrita por el musicólogo Bernardo Illari.
Compuesta entre 1717 y 1726, la creación de la música se
atribuye al jesuita toscano Domenico Zipoli, conjuntamente con el
también jesuita suizo Martin Schmid.
Con texto castellano, de autor desconocido, posee un libreto
pedagógicamente eficaz. Los personajes principales son San
Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y el demonio, quien a
pesar de su dudosa seducción, no consigue desviar a los dos
santos de su sagrado deber, la evangelización.

El drama evangelizador, u ópera, como se denominaba a todas las
obras escénicas que se ejecutaban en las misiones, fue muy
popular en la vida de las reducciones jesuíticas y resultó un aporte
único al repertorio americano de la ópera en tiempos de la colonia.
Las óperas se representaban en los momentos más significativos
del año litúrgico o en ocasión de acontecimientos de importancia
política.
Su puesta en escena tenía lugar hacia el anochecer, en la plaza
mayor, junto al pórtico de la Iglesia o al castillo del estandarte real.
Los actores eran los aborígenes mismos y a menudo, se insertaban
elementos del mundo indígena: vestuarios ricos y coloristas
adecuados al papel representado, escenografía típica de la zona
con arcos de flores y plantas selváticas, frutas tropicales, pájaros
de gran colorido y animales salvajes.


Slide 5

La Música
en las Misiones
Jesuitas de Sudamérica

Obertura
Ópera Ignacio de Loyola

Mapa de la
Misiones Jesuitas
en Sudamérica

1561 - 1767

Las Misiones Jesuitas en Sudamérica después de 1767.
A raíz de la expulsión de los jesuitas de los territorios españoles de
América en 1767, las misiones del Paraguay fueron destruidas y las
misiones de Chiquitos y Moxos en Bolivia fueron prácticamente
abandonadas.
Sin embargo, después de casi 250 años, las Misiones Jesuitas en Bolivia
aún se mantienen en pie. Fueron restauradas entre 1972 y 1998 por el
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth.
San José, Santa Ana, San Rafael, San Miguel, San Ignacio, La
Concepción y San Javier, son siete de las diez poblaciones Chiquitanas
que hasta hoy han podido preservar las construcciones misioneras.
En 1991, las Misiones Jesuitas de Bolivia fueron declaradas como
“Patrimonio Cultural de la Humanidad” por la UNESCO.

La Música Perdida de las Misiones Jesuitas en Sudamérica.
Por más de 200 años, desde 1767 hasta 1972 no se tenía ninguna
información sobre la música compuesta por los misioneros para ser
usada en la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica.
Sin embargo, milagrosamente durante unos trabajos de restauración de
las Reducciones Jesuíticas en Bolivia, en al año 1972, el arquitecto suizo
y hermano jesuita Hans Roth descubrió más de cinco mil quinientas
páginas de partituras de música barroca en las localidades de Santa Ana
y San Rafael
Hoy todas están guardadas en Concepción. Alrededor de 4 mil proceden
de San Rafael y mil 500 de Santa Ana.
Este hallazgo causó una conmoción en la historiografía musical de
Bolivia, Paraguay y Argentina.

No sorprende esta cantidad de obras ya que la música se tocaba
todos los días y en cada una de las iglesias hubo entre 30 y 40
profesionales músicos.
Las partituras en cuestión, dan testimonio de la rica cultura musical
que los religiosos habían desarrollado, junto con los indígenas,
durante el proceso de evangelización del nuevo continente.

Es importante destacar que entre los manuscritos hallados se
encuentran composiciones de músicos indígenas, ya que éstos
también aprendieron las técnicas de composición musical.
Se trata de uno de los archivos más importantes de música barroca a
escala mundial, tanto que ha dado lugar a la creación de un festival
bienal de música barroca en la provincia de Chiquitos en Bolivia.

Mapa de la Misiones
Jesuitas en Bolivia en
las provincias de
Moxos y Chiquitos
( hoy Santa Cruz)

Fotos de las Misiones Jesuitas de Bolivia

Las Reducciones
Las Reducciones eran el centro de la vida comunal. Guiados por los
eclesiásticos, los indígenas aprendieron no sólo las diversas técnicas
artesanales, sino también la construcción de instrumentos musicales
de todo tipo, con una sorprendente perfección: órganos, arpas, laúdes,
violas, arpas, flautas, etc.
De hecho, la música jugaba un papel preponderante en la educación y
la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica. Entre ellos
los guaraníes, sorprendían a sus maestros por su aptitud musical.
El padre Charlevoix escribe en su “Histoire du Paraguay” (1756) que
“casi se podría decir que son cantores por naturaleza, como los
pájaros” y el jesuita alemán Padre Sepp relata: “son por naturaleza
como hechos para la música; aprenden a tocar con sorprendente
facilidad y destreza toda clase de instrumentos, y eso en muy poco
tiempo”.

En las reducciones los indígenas eran súbditos libres de la corona.
Ellas estaban vedadas a los colonos y funcionarios españoles,
medida necesaria para evitar los abusos de los que eran objeto los
indígenas.
Los Jesuitas protegían a los indios del trabajo forzado y la esclavitud,
sobre todo la de los “bandeirantes” portugueses una de cuyas
ocupaciones gananciales era la caza de esclavos.
El polifacético sacerdote, músico y arquitecto Martin Schmid se
dedicó junto con sus alumnos indígenas a la construcción de
instrumentos musicales como órganos, violines, violoncelos y
contrabajos con finas maderas de la zona.
La orfebrería de la región se destacó por la fabricación de custodias
de plata y otros elementos decorativos que se utilizaban en las
iglesias. Atriles, cálices y copones en gran variedad, aureolas y
coronas de santos, vinajeras y crismeros con sus bandejas,
constituían algunas de los piezas mas admiradas.

Localización de las “Misiones Jesuitas del Paraguay” que hoy en día se
encuentran distribuidas en territorio de Argentina, Brasil y Paraguay

Los Maestros de las Misiones.
Los maestros más importantes de la música y el arte en las misiones
de Sudamérica fueron los siguientes :
Juan Vaisseau ( 1584 -1617)
Jesuita Belga, cultivó la polifonía vocal sacra de los siglos XV y XVI y
se dedicó a estudiar música para utilizarla en la conversión de los
indios americanos.
Luis Berger ( 1587 – 1639)
Jesuita Francés, fue pintor, platero, músico, danzante y fabricante de
instrumentos musicales, trabajó en las misiones de Paraguay y Chile.
Pedro Comental (1595 – 1665)
Jesuita Italiano. Músico y matemático, en 1620 fue destinado a las
misiones guaraníes, donde estuvo hasta su muerte. Gracias a su
empeño la reducción de San Ignacio alcanzó la gloria de ser el primer
centro musical que hubo en estas regiones de América

Antonio Sepp (1655 – 1733)
Jesuita Alemán. Desde su niñez había sido instruido en la
música, y por su preciosa voz había sido escogido para
integrar el coro de cantores de la Corte Imperial, en la cual
alcanzó celebridad.

Era todo un artista y sabía tocar varios instrumentos, flauta,
corneta, piano, clarín, tromba marina o sacabuche, la viola y
la tiorba y también era compositor.
Destinado a la reducción de Yapeyú, le cupo la gloria de
convertir esta misión en el gran centro musical de fines del
siglo XVII y comienzos del XVIII. En las embarcaciones al
tocar los instrumentos y ser oídos por los indios, estos
acudían a la ribera para escuchar su música.

Juan José Mesner (1703 – 1769)
Jesuita Austriaco. Estudió letras, canto y música.

En 1736 fue destinado a las misiones de Chiquitos, donde
se unió al padre Schmid.
Fue allí donde realizó importantes transcripciones de
piezas musicales europeas.

Además, colaboró con el padre Schmid en la organización
de coros y en la composición musical.
La obra de este jesuita permaneció viva durante un largo
tiempo en muchas reducciones, donde los indios todavía
sabían componer y cantar la música que él les había
enseñado.

Doménico Zípoli (1688 – 1726)
Nació el 17 de octubre de 1688, en Prato, Italia, una pequeña ciudad, por
entonces plaza fortificada con muralla y ciudadela levantadas en el
siglo XIV. Recibió sus primeras lecciones de música de los maestros de
capilla de la Catedral de su ciudad natal.
En 1707 gracias al apoyo del Gran Duque Cosimo III realizó estudios en
Florencia, con Giovanni María Casini, Maestro de Capilla de la Catedral.
En 1708 se representó en Florencia un Oratorio de creación colectiva
“Sara in Egitto” compuesto por 24 autores, entre estos: Zipoli (quien creó
dos arias), Antonio Caldara, Alessandro Scarlatti y Giovanni M.Casini.
Partió luego a Nápoles donde estudió con Alessandro Scarlatti, a quien
abandonó en corto tiempo por agudas diferencias de carácter.

Epílogo
Ópera Ignacio de Loyola

En 1710 tomó lecciones de Bernardo Pasquini, en Roma, donde
estrenó ese mismo año y posteriormente en 1712 y años sucesivos,
sus composiciones, Vespri y Messa per la festa di San Carlo, en la
Iglesia San Carlo ai Catinari, por encargo de la Fraternidad Santa
Cecilia.
En 1713 presentó su Oratorio Sant’Antonio di Padova, en la Iglesia
Santa María in Vallicella, y en 1714 en la Iglesia de San Girolamo della
Caritá su Oratorio, Santa Caterina Vergine e Martire.
En 1715 obtuvo el puesto de organista de la iglesia de los Jesuítas de
Roma.

En 1716 se publicaron, primero en Roma, y luego en Londres, sus
Sonate D’Intavolatura per Organo e Címbalo. dos únicos volúmenes a
los que debe todo el reconocimiento universal a su genio.

Motivado por la vocación sacerdotal, viajó a Sevilla, España ingresó a
la Compañía de Jesús, a mediados de 1716.
El 5 abril de 1717, partió una expedición organizada por los Jesuítas,
rumbo al Río de la Plata. Zipoli, junto al historiador Pedro Lozano, los
misioneros Nussdorfer, Asperger y Lizardi y los arquitectos Primoli y
Bianchi, realizaron la travesía de tres meses para trabajar en las ya
célebres Reducciones Jesuíticas del Paraguay.
En Julio de 1717 llegó a Buenos Aires y en agosto se estableció en el
Convento de los Jesuitas de Córdoba donde continuó sus estudios
teológicos, y compuso música que luego se enviaba por medio de
emisarios, a los 30 pueblos que formaban parte de las Reducciones.
En los breves ocho años y cinco meses de actividad en las
Reducciones Jesuíticas, Zipoli compuso una enorme cantidad
de música, que hasta hace poco tiempo era desconocida, ya que la
mayor parte de su obra fue destruida, luego de la expulsión de los
Jesuitas en 1767.

Recién en 1959 el musicólogo norteamericano Robert Stevenson
halló, en Sucre, Bolivia copias de su Misa en Fa, copiada en
Potosí en 1784 por pedido del Virrey de Lima.
Y en el año 1972, el descubrimiento de más de 10,500
manuscritos en la Reducción de Chiquitos, Bolivia por parte del
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth; hallazgo
considerado como el de mayor trascendencia para la musicología
de Hispanoamérica, en las últimas décadas. Entre estos
manuscritos se encuentran numerosas Misas, Motetes, Himnos y
piezas para órgano.
En el otoño de 1725 Zipoli enfermó de tuberculosis, por lo que fue
trasladado a la Estancia Santa Catalina, lugar de reposo de los
padres jesuitas, a 50 kilómetros de Córdoba, donde falleció el 2 de
enero de 1726 a la edad de 38 años. Recibió la orden sacerdotal y
fue sepultado en el cementerio de Santa Catalina.

Martín Schmid (1694 – 1772 )
Uno de los misioneros más importantes en Chiquitos fue el sacerdote,
músico y arquitecto Martín Schmid, Jesuita suizo de habla alemán,
nacido el 26 de Septiembre de 1694 en Baar, cantón de Zug.
Asistió al colegio jesuita de Lucerna, Suiza y entró en 1717 en la
Compañía y siguió sus estudios en Landsberg e Ingolstadt en Baviera.
En 1726, recibió la ordenación sacerdotal en Eichstädt y salió en
seguida como misionero para América. Después de una estadía
prolongada en Sevilla, llegó en 1729 a Buenos Aires, de donde viajó
por Córdoba, Salta, Potosí y Sucre a Santa Cruz, para llegar en 1730 a
San Javier de Chiquitos.
Trabajó 36 años en Chiquitos, casi siempre como compañero del cura
en los pueblos que más necesitaban su destreza como músico,
arquitecto y artesano.

Schmid introdujo la música polifónica barroca en Chiquitos,
arreglando y componiendo piezas de música, enseñándolas a los
indígenas, y construyendo órganos y muchos otros instrumentos
musicales.

No menos importante es su obra arquitectónica que consiste en la
construcción de tres de las seis iglesias conservadas hasta hoy, San
Rafael, San Javier y Concepción.
Además, levantó los retablos tallados de la iglesia de Concepción y
fabricó otros muebles, imágenes de madera y cerámica, trabajó como
relojero, lingüista y autor de textos en chiquitano: enseñó el arte de
cocer tejas y baldosas, de fundir estaño y bronce.
Expulsado en 1767 a pesar de su edad, tenía que volver por el
desierto de Arica y pasar por Panamá para llegar a Europa en 1771 a
Lucerna, donde murió el 10 de marzo de 1772, poco antes de la
disolución de la orden.

La Ópera Ignacio de Loyola
Descubierta a comienzos de la última década del siglo XX, de la
ópera de San Ignacio se encontraron dos copias: una en los
archivos de Chiquitos (Santa Cruz, Bolivia), y otra en la Misión de
San Ignacio en la provincia de Moxos (Bolivia). La partitura fue
restaurada y transcrita por el musicólogo Bernardo Illari.
Compuesta entre 1717 y 1726, la creación de la música se
atribuye al jesuita toscano Domenico Zipoli, conjuntamente con el
también jesuita suizo Martin Schmid.
Con texto castellano, de autor desconocido, posee un libreto
pedagógicamente eficaz. Los personajes principales son San
Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y el demonio, quien a
pesar de su dudosa seducción, no consigue desviar a los dos
santos de su sagrado deber, la evangelización.

El drama evangelizador, u ópera, como se denominaba a todas las
obras escénicas que se ejecutaban en las misiones, fue muy
popular en la vida de las reducciones jesuíticas y resultó un aporte
único al repertorio americano de la ópera en tiempos de la colonia.
Las óperas se representaban en los momentos más significativos
del año litúrgico o en ocasión de acontecimientos de importancia
política.
Su puesta en escena tenía lugar hacia el anochecer, en la plaza
mayor, junto al pórtico de la Iglesia o al castillo del estandarte real.
Los actores eran los aborígenes mismos y a menudo, se insertaban
elementos del mundo indígena: vestuarios ricos y coloristas
adecuados al papel representado, escenografía típica de la zona
con arcos de flores y plantas selváticas, frutas tropicales, pájaros
de gran colorido y animales salvajes.


Slide 6

La Música
en las Misiones
Jesuitas de Sudamérica

Obertura
Ópera Ignacio de Loyola

Mapa de la
Misiones Jesuitas
en Sudamérica

1561 - 1767

Las Misiones Jesuitas en Sudamérica después de 1767.
A raíz de la expulsión de los jesuitas de los territorios españoles de
América en 1767, las misiones del Paraguay fueron destruidas y las
misiones de Chiquitos y Moxos en Bolivia fueron prácticamente
abandonadas.
Sin embargo, después de casi 250 años, las Misiones Jesuitas en Bolivia
aún se mantienen en pie. Fueron restauradas entre 1972 y 1998 por el
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth.
San José, Santa Ana, San Rafael, San Miguel, San Ignacio, La
Concepción y San Javier, son siete de las diez poblaciones Chiquitanas
que hasta hoy han podido preservar las construcciones misioneras.
En 1991, las Misiones Jesuitas de Bolivia fueron declaradas como
“Patrimonio Cultural de la Humanidad” por la UNESCO.

La Música Perdida de las Misiones Jesuitas en Sudamérica.
Por más de 200 años, desde 1767 hasta 1972 no se tenía ninguna
información sobre la música compuesta por los misioneros para ser
usada en la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica.
Sin embargo, milagrosamente durante unos trabajos de restauración de
las Reducciones Jesuíticas en Bolivia, en al año 1972, el arquitecto suizo
y hermano jesuita Hans Roth descubrió más de cinco mil quinientas
páginas de partituras de música barroca en las localidades de Santa Ana
y San Rafael
Hoy todas están guardadas en Concepción. Alrededor de 4 mil proceden
de San Rafael y mil 500 de Santa Ana.
Este hallazgo causó una conmoción en la historiografía musical de
Bolivia, Paraguay y Argentina.

No sorprende esta cantidad de obras ya que la música se tocaba
todos los días y en cada una de las iglesias hubo entre 30 y 40
profesionales músicos.
Las partituras en cuestión, dan testimonio de la rica cultura musical
que los religiosos habían desarrollado, junto con los indígenas,
durante el proceso de evangelización del nuevo continente.

Es importante destacar que entre los manuscritos hallados se
encuentran composiciones de músicos indígenas, ya que éstos
también aprendieron las técnicas de composición musical.
Se trata de uno de los archivos más importantes de música barroca a
escala mundial, tanto que ha dado lugar a la creación de un festival
bienal de música barroca en la provincia de Chiquitos en Bolivia.

Mapa de la Misiones
Jesuitas en Bolivia en
las provincias de
Moxos y Chiquitos
( hoy Santa Cruz)

Fotos de las Misiones Jesuitas de Bolivia

Las Reducciones
Las Reducciones eran el centro de la vida comunal. Guiados por los
eclesiásticos, los indígenas aprendieron no sólo las diversas técnicas
artesanales, sino también la construcción de instrumentos musicales
de todo tipo, con una sorprendente perfección: órganos, arpas, laúdes,
violas, arpas, flautas, etc.
De hecho, la música jugaba un papel preponderante en la educación y
la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica. Entre ellos
los guaraníes, sorprendían a sus maestros por su aptitud musical.
El padre Charlevoix escribe en su “Histoire du Paraguay” (1756) que
“casi se podría decir que son cantores por naturaleza, como los
pájaros” y el jesuita alemán Padre Sepp relata: “son por naturaleza
como hechos para la música; aprenden a tocar con sorprendente
facilidad y destreza toda clase de instrumentos, y eso en muy poco
tiempo”.

En las reducciones los indígenas eran súbditos libres de la corona.
Ellas estaban vedadas a los colonos y funcionarios españoles,
medida necesaria para evitar los abusos de los que eran objeto los
indígenas.
Los Jesuitas protegían a los indios del trabajo forzado y la esclavitud,
sobre todo la de los “bandeirantes” portugueses una de cuyas
ocupaciones gananciales era la caza de esclavos.
El polifacético sacerdote, músico y arquitecto Martin Schmid se
dedicó junto con sus alumnos indígenas a la construcción de
instrumentos musicales como órganos, violines, violoncelos y
contrabajos con finas maderas de la zona.
La orfebrería de la región se destacó por la fabricación de custodias
de plata y otros elementos decorativos que se utilizaban en las
iglesias. Atriles, cálices y copones en gran variedad, aureolas y
coronas de santos, vinajeras y crismeros con sus bandejas,
constituían algunas de los piezas mas admiradas.

Localización de las “Misiones Jesuitas del Paraguay” que hoy en día se
encuentran distribuidas en territorio de Argentina, Brasil y Paraguay

Los Maestros de las Misiones.
Los maestros más importantes de la música y el arte en las misiones
de Sudamérica fueron los siguientes :
Juan Vaisseau ( 1584 -1617)
Jesuita Belga, cultivó la polifonía vocal sacra de los siglos XV y XVI y
se dedicó a estudiar música para utilizarla en la conversión de los
indios americanos.
Luis Berger ( 1587 – 1639)
Jesuita Francés, fue pintor, platero, músico, danzante y fabricante de
instrumentos musicales, trabajó en las misiones de Paraguay y Chile.
Pedro Comental (1595 – 1665)
Jesuita Italiano. Músico y matemático, en 1620 fue destinado a las
misiones guaraníes, donde estuvo hasta su muerte. Gracias a su
empeño la reducción de San Ignacio alcanzó la gloria de ser el primer
centro musical que hubo en estas regiones de América

Antonio Sepp (1655 – 1733)
Jesuita Alemán. Desde su niñez había sido instruido en la
música, y por su preciosa voz había sido escogido para
integrar el coro de cantores de la Corte Imperial, en la cual
alcanzó celebridad.

Era todo un artista y sabía tocar varios instrumentos, flauta,
corneta, piano, clarín, tromba marina o sacabuche, la viola y
la tiorba y también era compositor.
Destinado a la reducción de Yapeyú, le cupo la gloria de
convertir esta misión en el gran centro musical de fines del
siglo XVII y comienzos del XVIII. En las embarcaciones al
tocar los instrumentos y ser oídos por los indios, estos
acudían a la ribera para escuchar su música.

Juan José Mesner (1703 – 1769)
Jesuita Austriaco. Estudió letras, canto y música.

En 1736 fue destinado a las misiones de Chiquitos, donde
se unió al padre Schmid.
Fue allí donde realizó importantes transcripciones de
piezas musicales europeas.

Además, colaboró con el padre Schmid en la organización
de coros y en la composición musical.
La obra de este jesuita permaneció viva durante un largo
tiempo en muchas reducciones, donde los indios todavía
sabían componer y cantar la música que él les había
enseñado.

Doménico Zípoli (1688 – 1726)
Nació el 17 de octubre de 1688, en Prato, Italia, una pequeña ciudad, por
entonces plaza fortificada con muralla y ciudadela levantadas en el
siglo XIV. Recibió sus primeras lecciones de música de los maestros de
capilla de la Catedral de su ciudad natal.
En 1707 gracias al apoyo del Gran Duque Cosimo III realizó estudios en
Florencia, con Giovanni María Casini, Maestro de Capilla de la Catedral.
En 1708 se representó en Florencia un Oratorio de creación colectiva
“Sara in Egitto” compuesto por 24 autores, entre estos: Zipoli (quien creó
dos arias), Antonio Caldara, Alessandro Scarlatti y Giovanni M.Casini.
Partió luego a Nápoles donde estudió con Alessandro Scarlatti, a quien
abandonó en corto tiempo por agudas diferencias de carácter.

Epílogo
Ópera Ignacio de Loyola

En 1710 tomó lecciones de Bernardo Pasquini, en Roma, donde
estrenó ese mismo año y posteriormente en 1712 y años sucesivos,
sus composiciones, Vespri y Messa per la festa di San Carlo, en la
Iglesia San Carlo ai Catinari, por encargo de la Fraternidad Santa
Cecilia.
En 1713 presentó su Oratorio Sant’Antonio di Padova, en la Iglesia
Santa María in Vallicella, y en 1714 en la Iglesia de San Girolamo della
Caritá su Oratorio, Santa Caterina Vergine e Martire.
En 1715 obtuvo el puesto de organista de la iglesia de los Jesuítas de
Roma.

En 1716 se publicaron, primero en Roma, y luego en Londres, sus
Sonate D’Intavolatura per Organo e Címbalo. dos únicos volúmenes a
los que debe todo el reconocimiento universal a su genio.

Motivado por la vocación sacerdotal, viajó a Sevilla, España ingresó a
la Compañía de Jesús, a mediados de 1716.
El 5 abril de 1717, partió una expedición organizada por los Jesuítas,
rumbo al Río de la Plata. Zipoli, junto al historiador Pedro Lozano, los
misioneros Nussdorfer, Asperger y Lizardi y los arquitectos Primoli y
Bianchi, realizaron la travesía de tres meses para trabajar en las ya
célebres Reducciones Jesuíticas del Paraguay.
En Julio de 1717 llegó a Buenos Aires y en agosto se estableció en el
Convento de los Jesuitas de Córdoba donde continuó sus estudios
teológicos, y compuso música que luego se enviaba por medio de
emisarios, a los 30 pueblos que formaban parte de las Reducciones.
En los breves ocho años y cinco meses de actividad en las
Reducciones Jesuíticas, Zipoli compuso una enorme cantidad
de música, que hasta hace poco tiempo era desconocida, ya que la
mayor parte de su obra fue destruida, luego de la expulsión de los
Jesuitas en 1767.

Recién en 1959 el musicólogo norteamericano Robert Stevenson
halló, en Sucre, Bolivia copias de su Misa en Fa, copiada en
Potosí en 1784 por pedido del Virrey de Lima.
Y en el año 1972, el descubrimiento de más de 10,500
manuscritos en la Reducción de Chiquitos, Bolivia por parte del
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth; hallazgo
considerado como el de mayor trascendencia para la musicología
de Hispanoamérica, en las últimas décadas. Entre estos
manuscritos se encuentran numerosas Misas, Motetes, Himnos y
piezas para órgano.
En el otoño de 1725 Zipoli enfermó de tuberculosis, por lo que fue
trasladado a la Estancia Santa Catalina, lugar de reposo de los
padres jesuitas, a 50 kilómetros de Córdoba, donde falleció el 2 de
enero de 1726 a la edad de 38 años. Recibió la orden sacerdotal y
fue sepultado en el cementerio de Santa Catalina.

Martín Schmid (1694 – 1772 )
Uno de los misioneros más importantes en Chiquitos fue el sacerdote,
músico y arquitecto Martín Schmid, Jesuita suizo de habla alemán,
nacido el 26 de Septiembre de 1694 en Baar, cantón de Zug.
Asistió al colegio jesuita de Lucerna, Suiza y entró en 1717 en la
Compañía y siguió sus estudios en Landsberg e Ingolstadt en Baviera.
En 1726, recibió la ordenación sacerdotal en Eichstädt y salió en
seguida como misionero para América. Después de una estadía
prolongada en Sevilla, llegó en 1729 a Buenos Aires, de donde viajó
por Córdoba, Salta, Potosí y Sucre a Santa Cruz, para llegar en 1730 a
San Javier de Chiquitos.
Trabajó 36 años en Chiquitos, casi siempre como compañero del cura
en los pueblos que más necesitaban su destreza como músico,
arquitecto y artesano.

Schmid introdujo la música polifónica barroca en Chiquitos,
arreglando y componiendo piezas de música, enseñándolas a los
indígenas, y construyendo órganos y muchos otros instrumentos
musicales.

No menos importante es su obra arquitectónica que consiste en la
construcción de tres de las seis iglesias conservadas hasta hoy, San
Rafael, San Javier y Concepción.
Además, levantó los retablos tallados de la iglesia de Concepción y
fabricó otros muebles, imágenes de madera y cerámica, trabajó como
relojero, lingüista y autor de textos en chiquitano: enseñó el arte de
cocer tejas y baldosas, de fundir estaño y bronce.
Expulsado en 1767 a pesar de su edad, tenía que volver por el
desierto de Arica y pasar por Panamá para llegar a Europa en 1771 a
Lucerna, donde murió el 10 de marzo de 1772, poco antes de la
disolución de la orden.

La Ópera Ignacio de Loyola
Descubierta a comienzos de la última década del siglo XX, de la
ópera de San Ignacio se encontraron dos copias: una en los
archivos de Chiquitos (Santa Cruz, Bolivia), y otra en la Misión de
San Ignacio en la provincia de Moxos (Bolivia). La partitura fue
restaurada y transcrita por el musicólogo Bernardo Illari.
Compuesta entre 1717 y 1726, la creación de la música se
atribuye al jesuita toscano Domenico Zipoli, conjuntamente con el
también jesuita suizo Martin Schmid.
Con texto castellano, de autor desconocido, posee un libreto
pedagógicamente eficaz. Los personajes principales son San
Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y el demonio, quien a
pesar de su dudosa seducción, no consigue desviar a los dos
santos de su sagrado deber, la evangelización.

El drama evangelizador, u ópera, como se denominaba a todas las
obras escénicas que se ejecutaban en las misiones, fue muy
popular en la vida de las reducciones jesuíticas y resultó un aporte
único al repertorio americano de la ópera en tiempos de la colonia.
Las óperas se representaban en los momentos más significativos
del año litúrgico o en ocasión de acontecimientos de importancia
política.
Su puesta en escena tenía lugar hacia el anochecer, en la plaza
mayor, junto al pórtico de la Iglesia o al castillo del estandarte real.
Los actores eran los aborígenes mismos y a menudo, se insertaban
elementos del mundo indígena: vestuarios ricos y coloristas
adecuados al papel representado, escenografía típica de la zona
con arcos de flores y plantas selváticas, frutas tropicales, pájaros
de gran colorido y animales salvajes.


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La Música
en las Misiones
Jesuitas de Sudamérica

Obertura
Ópera Ignacio de Loyola

Mapa de la
Misiones Jesuitas
en Sudamérica

1561 - 1767

Las Misiones Jesuitas en Sudamérica después de 1767.
A raíz de la expulsión de los jesuitas de los territorios españoles de
América en 1767, las misiones del Paraguay fueron destruidas y las
misiones de Chiquitos y Moxos en Bolivia fueron prácticamente
abandonadas.
Sin embargo, después de casi 250 años, las Misiones Jesuitas en Bolivia
aún se mantienen en pie. Fueron restauradas entre 1972 y 1998 por el
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth.
San José, Santa Ana, San Rafael, San Miguel, San Ignacio, La
Concepción y San Javier, son siete de las diez poblaciones Chiquitanas
que hasta hoy han podido preservar las construcciones misioneras.
En 1991, las Misiones Jesuitas de Bolivia fueron declaradas como
“Patrimonio Cultural de la Humanidad” por la UNESCO.

La Música Perdida de las Misiones Jesuitas en Sudamérica.
Por más de 200 años, desde 1767 hasta 1972 no se tenía ninguna
información sobre la música compuesta por los misioneros para ser
usada en la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica.
Sin embargo, milagrosamente durante unos trabajos de restauración de
las Reducciones Jesuíticas en Bolivia, en al año 1972, el arquitecto suizo
y hermano jesuita Hans Roth descubrió más de cinco mil quinientas
páginas de partituras de música barroca en las localidades de Santa Ana
y San Rafael
Hoy todas están guardadas en Concepción. Alrededor de 4 mil proceden
de San Rafael y mil 500 de Santa Ana.
Este hallazgo causó una conmoción en la historiografía musical de
Bolivia, Paraguay y Argentina.

No sorprende esta cantidad de obras ya que la música se tocaba
todos los días y en cada una de las iglesias hubo entre 30 y 40
profesionales músicos.
Las partituras en cuestión, dan testimonio de la rica cultura musical
que los religiosos habían desarrollado, junto con los indígenas,
durante el proceso de evangelización del nuevo continente.

Es importante destacar que entre los manuscritos hallados se
encuentran composiciones de músicos indígenas, ya que éstos
también aprendieron las técnicas de composición musical.
Se trata de uno de los archivos más importantes de música barroca a
escala mundial, tanto que ha dado lugar a la creación de un festival
bienal de música barroca en la provincia de Chiquitos en Bolivia.

Mapa de la Misiones
Jesuitas en Bolivia en
las provincias de
Moxos y Chiquitos
( hoy Santa Cruz)

Fotos de las Misiones Jesuitas de Bolivia

Las Reducciones
Las Reducciones eran el centro de la vida comunal. Guiados por los
eclesiásticos, los indígenas aprendieron no sólo las diversas técnicas
artesanales, sino también la construcción de instrumentos musicales
de todo tipo, con una sorprendente perfección: órganos, arpas, laúdes,
violas, arpas, flautas, etc.
De hecho, la música jugaba un papel preponderante en la educación y
la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica. Entre ellos
los guaraníes, sorprendían a sus maestros por su aptitud musical.
El padre Charlevoix escribe en su “Histoire du Paraguay” (1756) que
“casi se podría decir que son cantores por naturaleza, como los
pájaros” y el jesuita alemán Padre Sepp relata: “son por naturaleza
como hechos para la música; aprenden a tocar con sorprendente
facilidad y destreza toda clase de instrumentos, y eso en muy poco
tiempo”.

En las reducciones los indígenas eran súbditos libres de la corona.
Ellas estaban vedadas a los colonos y funcionarios españoles,
medida necesaria para evitar los abusos de los que eran objeto los
indígenas.
Los Jesuitas protegían a los indios del trabajo forzado y la esclavitud,
sobre todo la de los “bandeirantes” portugueses una de cuyas
ocupaciones gananciales era la caza de esclavos.
El polifacético sacerdote, músico y arquitecto Martin Schmid se
dedicó junto con sus alumnos indígenas a la construcción de
instrumentos musicales como órganos, violines, violoncelos y
contrabajos con finas maderas de la zona.
La orfebrería de la región se destacó por la fabricación de custodias
de plata y otros elementos decorativos que se utilizaban en las
iglesias. Atriles, cálices y copones en gran variedad, aureolas y
coronas de santos, vinajeras y crismeros con sus bandejas,
constituían algunas de los piezas mas admiradas.

Localización de las “Misiones Jesuitas del Paraguay” que hoy en día se
encuentran distribuidas en territorio de Argentina, Brasil y Paraguay

Los Maestros de las Misiones.
Los maestros más importantes de la música y el arte en las misiones
de Sudamérica fueron los siguientes :
Juan Vaisseau ( 1584 -1617)
Jesuita Belga, cultivó la polifonía vocal sacra de los siglos XV y XVI y
se dedicó a estudiar música para utilizarla en la conversión de los
indios americanos.
Luis Berger ( 1587 – 1639)
Jesuita Francés, fue pintor, platero, músico, danzante y fabricante de
instrumentos musicales, trabajó en las misiones de Paraguay y Chile.
Pedro Comental (1595 – 1665)
Jesuita Italiano. Músico y matemático, en 1620 fue destinado a las
misiones guaraníes, donde estuvo hasta su muerte. Gracias a su
empeño la reducción de San Ignacio alcanzó la gloria de ser el primer
centro musical que hubo en estas regiones de América

Antonio Sepp (1655 – 1733)
Jesuita Alemán. Desde su niñez había sido instruido en la
música, y por su preciosa voz había sido escogido para
integrar el coro de cantores de la Corte Imperial, en la cual
alcanzó celebridad.

Era todo un artista y sabía tocar varios instrumentos, flauta,
corneta, piano, clarín, tromba marina o sacabuche, la viola y
la tiorba y también era compositor.
Destinado a la reducción de Yapeyú, le cupo la gloria de
convertir esta misión en el gran centro musical de fines del
siglo XVII y comienzos del XVIII. En las embarcaciones al
tocar los instrumentos y ser oídos por los indios, estos
acudían a la ribera para escuchar su música.

Juan José Mesner (1703 – 1769)
Jesuita Austriaco. Estudió letras, canto y música.

En 1736 fue destinado a las misiones de Chiquitos, donde
se unió al padre Schmid.
Fue allí donde realizó importantes transcripciones de
piezas musicales europeas.

Además, colaboró con el padre Schmid en la organización
de coros y en la composición musical.
La obra de este jesuita permaneció viva durante un largo
tiempo en muchas reducciones, donde los indios todavía
sabían componer y cantar la música que él les había
enseñado.

Doménico Zípoli (1688 – 1726)
Nació el 17 de octubre de 1688, en Prato, Italia, una pequeña ciudad, por
entonces plaza fortificada con muralla y ciudadela levantadas en el
siglo XIV. Recibió sus primeras lecciones de música de los maestros de
capilla de la Catedral de su ciudad natal.
En 1707 gracias al apoyo del Gran Duque Cosimo III realizó estudios en
Florencia, con Giovanni María Casini, Maestro de Capilla de la Catedral.
En 1708 se representó en Florencia un Oratorio de creación colectiva
“Sara in Egitto” compuesto por 24 autores, entre estos: Zipoli (quien creó
dos arias), Antonio Caldara, Alessandro Scarlatti y Giovanni M.Casini.
Partió luego a Nápoles donde estudió con Alessandro Scarlatti, a quien
abandonó en corto tiempo por agudas diferencias de carácter.

Epílogo
Ópera Ignacio de Loyola

En 1710 tomó lecciones de Bernardo Pasquini, en Roma, donde
estrenó ese mismo año y posteriormente en 1712 y años sucesivos,
sus composiciones, Vespri y Messa per la festa di San Carlo, en la
Iglesia San Carlo ai Catinari, por encargo de la Fraternidad Santa
Cecilia.
En 1713 presentó su Oratorio Sant’Antonio di Padova, en la Iglesia
Santa María in Vallicella, y en 1714 en la Iglesia de San Girolamo della
Caritá su Oratorio, Santa Caterina Vergine e Martire.
En 1715 obtuvo el puesto de organista de la iglesia de los Jesuítas de
Roma.

En 1716 se publicaron, primero en Roma, y luego en Londres, sus
Sonate D’Intavolatura per Organo e Címbalo. dos únicos volúmenes a
los que debe todo el reconocimiento universal a su genio.

Motivado por la vocación sacerdotal, viajó a Sevilla, España ingresó a
la Compañía de Jesús, a mediados de 1716.
El 5 abril de 1717, partió una expedición organizada por los Jesuítas,
rumbo al Río de la Plata. Zipoli, junto al historiador Pedro Lozano, los
misioneros Nussdorfer, Asperger y Lizardi y los arquitectos Primoli y
Bianchi, realizaron la travesía de tres meses para trabajar en las ya
célebres Reducciones Jesuíticas del Paraguay.
En Julio de 1717 llegó a Buenos Aires y en agosto se estableció en el
Convento de los Jesuitas de Córdoba donde continuó sus estudios
teológicos, y compuso música que luego se enviaba por medio de
emisarios, a los 30 pueblos que formaban parte de las Reducciones.
En los breves ocho años y cinco meses de actividad en las
Reducciones Jesuíticas, Zipoli compuso una enorme cantidad
de música, que hasta hace poco tiempo era desconocida, ya que la
mayor parte de su obra fue destruida, luego de la expulsión de los
Jesuitas en 1767.

Recién en 1959 el musicólogo norteamericano Robert Stevenson
halló, en Sucre, Bolivia copias de su Misa en Fa, copiada en
Potosí en 1784 por pedido del Virrey de Lima.
Y en el año 1972, el descubrimiento de más de 10,500
manuscritos en la Reducción de Chiquitos, Bolivia por parte del
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth; hallazgo
considerado como el de mayor trascendencia para la musicología
de Hispanoamérica, en las últimas décadas. Entre estos
manuscritos se encuentran numerosas Misas, Motetes, Himnos y
piezas para órgano.
En el otoño de 1725 Zipoli enfermó de tuberculosis, por lo que fue
trasladado a la Estancia Santa Catalina, lugar de reposo de los
padres jesuitas, a 50 kilómetros de Córdoba, donde falleció el 2 de
enero de 1726 a la edad de 38 años. Recibió la orden sacerdotal y
fue sepultado en el cementerio de Santa Catalina.

Martín Schmid (1694 – 1772 )
Uno de los misioneros más importantes en Chiquitos fue el sacerdote,
músico y arquitecto Martín Schmid, Jesuita suizo de habla alemán,
nacido el 26 de Septiembre de 1694 en Baar, cantón de Zug.
Asistió al colegio jesuita de Lucerna, Suiza y entró en 1717 en la
Compañía y siguió sus estudios en Landsberg e Ingolstadt en Baviera.
En 1726, recibió la ordenación sacerdotal en Eichstädt y salió en
seguida como misionero para América. Después de una estadía
prolongada en Sevilla, llegó en 1729 a Buenos Aires, de donde viajó
por Córdoba, Salta, Potosí y Sucre a Santa Cruz, para llegar en 1730 a
San Javier de Chiquitos.
Trabajó 36 años en Chiquitos, casi siempre como compañero del cura
en los pueblos que más necesitaban su destreza como músico,
arquitecto y artesano.

Schmid introdujo la música polifónica barroca en Chiquitos,
arreglando y componiendo piezas de música, enseñándolas a los
indígenas, y construyendo órganos y muchos otros instrumentos
musicales.

No menos importante es su obra arquitectónica que consiste en la
construcción de tres de las seis iglesias conservadas hasta hoy, San
Rafael, San Javier y Concepción.
Además, levantó los retablos tallados de la iglesia de Concepción y
fabricó otros muebles, imágenes de madera y cerámica, trabajó como
relojero, lingüista y autor de textos en chiquitano: enseñó el arte de
cocer tejas y baldosas, de fundir estaño y bronce.
Expulsado en 1767 a pesar de su edad, tenía que volver por el
desierto de Arica y pasar por Panamá para llegar a Europa en 1771 a
Lucerna, donde murió el 10 de marzo de 1772, poco antes de la
disolución de la orden.

La Ópera Ignacio de Loyola
Descubierta a comienzos de la última década del siglo XX, de la
ópera de San Ignacio se encontraron dos copias: una en los
archivos de Chiquitos (Santa Cruz, Bolivia), y otra en la Misión de
San Ignacio en la provincia de Moxos (Bolivia). La partitura fue
restaurada y transcrita por el musicólogo Bernardo Illari.
Compuesta entre 1717 y 1726, la creación de la música se
atribuye al jesuita toscano Domenico Zipoli, conjuntamente con el
también jesuita suizo Martin Schmid.
Con texto castellano, de autor desconocido, posee un libreto
pedagógicamente eficaz. Los personajes principales son San
Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y el demonio, quien a
pesar de su dudosa seducción, no consigue desviar a los dos
santos de su sagrado deber, la evangelización.

El drama evangelizador, u ópera, como se denominaba a todas las
obras escénicas que se ejecutaban en las misiones, fue muy
popular en la vida de las reducciones jesuíticas y resultó un aporte
único al repertorio americano de la ópera en tiempos de la colonia.
Las óperas se representaban en los momentos más significativos
del año litúrgico o en ocasión de acontecimientos de importancia
política.
Su puesta en escena tenía lugar hacia el anochecer, en la plaza
mayor, junto al pórtico de la Iglesia o al castillo del estandarte real.
Los actores eran los aborígenes mismos y a menudo, se insertaban
elementos del mundo indígena: vestuarios ricos y coloristas
adecuados al papel representado, escenografía típica de la zona
con arcos de flores y plantas selváticas, frutas tropicales, pájaros
de gran colorido y animales salvajes.


Slide 8

La Música
en las Misiones
Jesuitas de Sudamérica

Obertura
Ópera Ignacio de Loyola

Mapa de la
Misiones Jesuitas
en Sudamérica

1561 - 1767

Las Misiones Jesuitas en Sudamérica después de 1767.
A raíz de la expulsión de los jesuitas de los territorios españoles de
América en 1767, las misiones del Paraguay fueron destruidas y las
misiones de Chiquitos y Moxos en Bolivia fueron prácticamente
abandonadas.
Sin embargo, después de casi 250 años, las Misiones Jesuitas en Bolivia
aún se mantienen en pie. Fueron restauradas entre 1972 y 1998 por el
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth.
San José, Santa Ana, San Rafael, San Miguel, San Ignacio, La
Concepción y San Javier, son siete de las diez poblaciones Chiquitanas
que hasta hoy han podido preservar las construcciones misioneras.
En 1991, las Misiones Jesuitas de Bolivia fueron declaradas como
“Patrimonio Cultural de la Humanidad” por la UNESCO.

La Música Perdida de las Misiones Jesuitas en Sudamérica.
Por más de 200 años, desde 1767 hasta 1972 no se tenía ninguna
información sobre la música compuesta por los misioneros para ser
usada en la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica.
Sin embargo, milagrosamente durante unos trabajos de restauración de
las Reducciones Jesuíticas en Bolivia, en al año 1972, el arquitecto suizo
y hermano jesuita Hans Roth descubrió más de cinco mil quinientas
páginas de partituras de música barroca en las localidades de Santa Ana
y San Rafael
Hoy todas están guardadas en Concepción. Alrededor de 4 mil proceden
de San Rafael y mil 500 de Santa Ana.
Este hallazgo causó una conmoción en la historiografía musical de
Bolivia, Paraguay y Argentina.

No sorprende esta cantidad de obras ya que la música se tocaba
todos los días y en cada una de las iglesias hubo entre 30 y 40
profesionales músicos.
Las partituras en cuestión, dan testimonio de la rica cultura musical
que los religiosos habían desarrollado, junto con los indígenas,
durante el proceso de evangelización del nuevo continente.

Es importante destacar que entre los manuscritos hallados se
encuentran composiciones de músicos indígenas, ya que éstos
también aprendieron las técnicas de composición musical.
Se trata de uno de los archivos más importantes de música barroca a
escala mundial, tanto que ha dado lugar a la creación de un festival
bienal de música barroca en la provincia de Chiquitos en Bolivia.

Mapa de la Misiones
Jesuitas en Bolivia en
las provincias de
Moxos y Chiquitos
( hoy Santa Cruz)

Fotos de las Misiones Jesuitas de Bolivia

Las Reducciones
Las Reducciones eran el centro de la vida comunal. Guiados por los
eclesiásticos, los indígenas aprendieron no sólo las diversas técnicas
artesanales, sino también la construcción de instrumentos musicales
de todo tipo, con una sorprendente perfección: órganos, arpas, laúdes,
violas, arpas, flautas, etc.
De hecho, la música jugaba un papel preponderante en la educación y
la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica. Entre ellos
los guaraníes, sorprendían a sus maestros por su aptitud musical.
El padre Charlevoix escribe en su “Histoire du Paraguay” (1756) que
“casi se podría decir que son cantores por naturaleza, como los
pájaros” y el jesuita alemán Padre Sepp relata: “son por naturaleza
como hechos para la música; aprenden a tocar con sorprendente
facilidad y destreza toda clase de instrumentos, y eso en muy poco
tiempo”.

En las reducciones los indígenas eran súbditos libres de la corona.
Ellas estaban vedadas a los colonos y funcionarios españoles,
medida necesaria para evitar los abusos de los que eran objeto los
indígenas.
Los Jesuitas protegían a los indios del trabajo forzado y la esclavitud,
sobre todo la de los “bandeirantes” portugueses una de cuyas
ocupaciones gananciales era la caza de esclavos.
El polifacético sacerdote, músico y arquitecto Martin Schmid se
dedicó junto con sus alumnos indígenas a la construcción de
instrumentos musicales como órganos, violines, violoncelos y
contrabajos con finas maderas de la zona.
La orfebrería de la región se destacó por la fabricación de custodias
de plata y otros elementos decorativos que se utilizaban en las
iglesias. Atriles, cálices y copones en gran variedad, aureolas y
coronas de santos, vinajeras y crismeros con sus bandejas,
constituían algunas de los piezas mas admiradas.

Localización de las “Misiones Jesuitas del Paraguay” que hoy en día se
encuentran distribuidas en territorio de Argentina, Brasil y Paraguay

Los Maestros de las Misiones.
Los maestros más importantes de la música y el arte en las misiones
de Sudamérica fueron los siguientes :
Juan Vaisseau ( 1584 -1617)
Jesuita Belga, cultivó la polifonía vocal sacra de los siglos XV y XVI y
se dedicó a estudiar música para utilizarla en la conversión de los
indios americanos.
Luis Berger ( 1587 – 1639)
Jesuita Francés, fue pintor, platero, músico, danzante y fabricante de
instrumentos musicales, trabajó en las misiones de Paraguay y Chile.
Pedro Comental (1595 – 1665)
Jesuita Italiano. Músico y matemático, en 1620 fue destinado a las
misiones guaraníes, donde estuvo hasta su muerte. Gracias a su
empeño la reducción de San Ignacio alcanzó la gloria de ser el primer
centro musical que hubo en estas regiones de América

Antonio Sepp (1655 – 1733)
Jesuita Alemán. Desde su niñez había sido instruido en la
música, y por su preciosa voz había sido escogido para
integrar el coro de cantores de la Corte Imperial, en la cual
alcanzó celebridad.

Era todo un artista y sabía tocar varios instrumentos, flauta,
corneta, piano, clarín, tromba marina o sacabuche, la viola y
la tiorba y también era compositor.
Destinado a la reducción de Yapeyú, le cupo la gloria de
convertir esta misión en el gran centro musical de fines del
siglo XVII y comienzos del XVIII. En las embarcaciones al
tocar los instrumentos y ser oídos por los indios, estos
acudían a la ribera para escuchar su música.

Juan José Mesner (1703 – 1769)
Jesuita Austriaco. Estudió letras, canto y música.

En 1736 fue destinado a las misiones de Chiquitos, donde
se unió al padre Schmid.
Fue allí donde realizó importantes transcripciones de
piezas musicales europeas.

Además, colaboró con el padre Schmid en la organización
de coros y en la composición musical.
La obra de este jesuita permaneció viva durante un largo
tiempo en muchas reducciones, donde los indios todavía
sabían componer y cantar la música que él les había
enseñado.

Doménico Zípoli (1688 – 1726)
Nació el 17 de octubre de 1688, en Prato, Italia, una pequeña ciudad, por
entonces plaza fortificada con muralla y ciudadela levantadas en el
siglo XIV. Recibió sus primeras lecciones de música de los maestros de
capilla de la Catedral de su ciudad natal.
En 1707 gracias al apoyo del Gran Duque Cosimo III realizó estudios en
Florencia, con Giovanni María Casini, Maestro de Capilla de la Catedral.
En 1708 se representó en Florencia un Oratorio de creación colectiva
“Sara in Egitto” compuesto por 24 autores, entre estos: Zipoli (quien creó
dos arias), Antonio Caldara, Alessandro Scarlatti y Giovanni M.Casini.
Partió luego a Nápoles donde estudió con Alessandro Scarlatti, a quien
abandonó en corto tiempo por agudas diferencias de carácter.

Epílogo
Ópera Ignacio de Loyola

En 1710 tomó lecciones de Bernardo Pasquini, en Roma, donde
estrenó ese mismo año y posteriormente en 1712 y años sucesivos,
sus composiciones, Vespri y Messa per la festa di San Carlo, en la
Iglesia San Carlo ai Catinari, por encargo de la Fraternidad Santa
Cecilia.
En 1713 presentó su Oratorio Sant’Antonio di Padova, en la Iglesia
Santa María in Vallicella, y en 1714 en la Iglesia de San Girolamo della
Caritá su Oratorio, Santa Caterina Vergine e Martire.
En 1715 obtuvo el puesto de organista de la iglesia de los Jesuítas de
Roma.

En 1716 se publicaron, primero en Roma, y luego en Londres, sus
Sonate D’Intavolatura per Organo e Címbalo. dos únicos volúmenes a
los que debe todo el reconocimiento universal a su genio.

Motivado por la vocación sacerdotal, viajó a Sevilla, España ingresó a
la Compañía de Jesús, a mediados de 1716.
El 5 abril de 1717, partió una expedición organizada por los Jesuítas,
rumbo al Río de la Plata. Zipoli, junto al historiador Pedro Lozano, los
misioneros Nussdorfer, Asperger y Lizardi y los arquitectos Primoli y
Bianchi, realizaron la travesía de tres meses para trabajar en las ya
célebres Reducciones Jesuíticas del Paraguay.
En Julio de 1717 llegó a Buenos Aires y en agosto se estableció en el
Convento de los Jesuitas de Córdoba donde continuó sus estudios
teológicos, y compuso música que luego se enviaba por medio de
emisarios, a los 30 pueblos que formaban parte de las Reducciones.
En los breves ocho años y cinco meses de actividad en las
Reducciones Jesuíticas, Zipoli compuso una enorme cantidad
de música, que hasta hace poco tiempo era desconocida, ya que la
mayor parte de su obra fue destruida, luego de la expulsión de los
Jesuitas en 1767.

Recién en 1959 el musicólogo norteamericano Robert Stevenson
halló, en Sucre, Bolivia copias de su Misa en Fa, copiada en
Potosí en 1784 por pedido del Virrey de Lima.
Y en el año 1972, el descubrimiento de más de 10,500
manuscritos en la Reducción de Chiquitos, Bolivia por parte del
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth; hallazgo
considerado como el de mayor trascendencia para la musicología
de Hispanoamérica, en las últimas décadas. Entre estos
manuscritos se encuentran numerosas Misas, Motetes, Himnos y
piezas para órgano.
En el otoño de 1725 Zipoli enfermó de tuberculosis, por lo que fue
trasladado a la Estancia Santa Catalina, lugar de reposo de los
padres jesuitas, a 50 kilómetros de Córdoba, donde falleció el 2 de
enero de 1726 a la edad de 38 años. Recibió la orden sacerdotal y
fue sepultado en el cementerio de Santa Catalina.

Martín Schmid (1694 – 1772 )
Uno de los misioneros más importantes en Chiquitos fue el sacerdote,
músico y arquitecto Martín Schmid, Jesuita suizo de habla alemán,
nacido el 26 de Septiembre de 1694 en Baar, cantón de Zug.
Asistió al colegio jesuita de Lucerna, Suiza y entró en 1717 en la
Compañía y siguió sus estudios en Landsberg e Ingolstadt en Baviera.
En 1726, recibió la ordenación sacerdotal en Eichstädt y salió en
seguida como misionero para América. Después de una estadía
prolongada en Sevilla, llegó en 1729 a Buenos Aires, de donde viajó
por Córdoba, Salta, Potosí y Sucre a Santa Cruz, para llegar en 1730 a
San Javier de Chiquitos.
Trabajó 36 años en Chiquitos, casi siempre como compañero del cura
en los pueblos que más necesitaban su destreza como músico,
arquitecto y artesano.

Schmid introdujo la música polifónica barroca en Chiquitos,
arreglando y componiendo piezas de música, enseñándolas a los
indígenas, y construyendo órganos y muchos otros instrumentos
musicales.

No menos importante es su obra arquitectónica que consiste en la
construcción de tres de las seis iglesias conservadas hasta hoy, San
Rafael, San Javier y Concepción.
Además, levantó los retablos tallados de la iglesia de Concepción y
fabricó otros muebles, imágenes de madera y cerámica, trabajó como
relojero, lingüista y autor de textos en chiquitano: enseñó el arte de
cocer tejas y baldosas, de fundir estaño y bronce.
Expulsado en 1767 a pesar de su edad, tenía que volver por el
desierto de Arica y pasar por Panamá para llegar a Europa en 1771 a
Lucerna, donde murió el 10 de marzo de 1772, poco antes de la
disolución de la orden.

La Ópera Ignacio de Loyola
Descubierta a comienzos de la última década del siglo XX, de la
ópera de San Ignacio se encontraron dos copias: una en los
archivos de Chiquitos (Santa Cruz, Bolivia), y otra en la Misión de
San Ignacio en la provincia de Moxos (Bolivia). La partitura fue
restaurada y transcrita por el musicólogo Bernardo Illari.
Compuesta entre 1717 y 1726, la creación de la música se
atribuye al jesuita toscano Domenico Zipoli, conjuntamente con el
también jesuita suizo Martin Schmid.
Con texto castellano, de autor desconocido, posee un libreto
pedagógicamente eficaz. Los personajes principales son San
Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y el demonio, quien a
pesar de su dudosa seducción, no consigue desviar a los dos
santos de su sagrado deber, la evangelización.

El drama evangelizador, u ópera, como se denominaba a todas las
obras escénicas que se ejecutaban en las misiones, fue muy
popular en la vida de las reducciones jesuíticas y resultó un aporte
único al repertorio americano de la ópera en tiempos de la colonia.
Las óperas se representaban en los momentos más significativos
del año litúrgico o en ocasión de acontecimientos de importancia
política.
Su puesta en escena tenía lugar hacia el anochecer, en la plaza
mayor, junto al pórtico de la Iglesia o al castillo del estandarte real.
Los actores eran los aborígenes mismos y a menudo, se insertaban
elementos del mundo indígena: vestuarios ricos y coloristas
adecuados al papel representado, escenografía típica de la zona
con arcos de flores y plantas selváticas, frutas tropicales, pájaros
de gran colorido y animales salvajes.


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La Música
en las Misiones
Jesuitas de Sudamérica

Obertura
Ópera Ignacio de Loyola

Mapa de la
Misiones Jesuitas
en Sudamérica

1561 - 1767

Las Misiones Jesuitas en Sudamérica después de 1767.
A raíz de la expulsión de los jesuitas de los territorios españoles de
América en 1767, las misiones del Paraguay fueron destruidas y las
misiones de Chiquitos y Moxos en Bolivia fueron prácticamente
abandonadas.
Sin embargo, después de casi 250 años, las Misiones Jesuitas en Bolivia
aún se mantienen en pie. Fueron restauradas entre 1972 y 1998 por el
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth.
San José, Santa Ana, San Rafael, San Miguel, San Ignacio, La
Concepción y San Javier, son siete de las diez poblaciones Chiquitanas
que hasta hoy han podido preservar las construcciones misioneras.
En 1991, las Misiones Jesuitas de Bolivia fueron declaradas como
“Patrimonio Cultural de la Humanidad” por la UNESCO.

La Música Perdida de las Misiones Jesuitas en Sudamérica.
Por más de 200 años, desde 1767 hasta 1972 no se tenía ninguna
información sobre la música compuesta por los misioneros para ser
usada en la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica.
Sin embargo, milagrosamente durante unos trabajos de restauración de
las Reducciones Jesuíticas en Bolivia, en al año 1972, el arquitecto suizo
y hermano jesuita Hans Roth descubrió más de cinco mil quinientas
páginas de partituras de música barroca en las localidades de Santa Ana
y San Rafael
Hoy todas están guardadas en Concepción. Alrededor de 4 mil proceden
de San Rafael y mil 500 de Santa Ana.
Este hallazgo causó una conmoción en la historiografía musical de
Bolivia, Paraguay y Argentina.

No sorprende esta cantidad de obras ya que la música se tocaba
todos los días y en cada una de las iglesias hubo entre 30 y 40
profesionales músicos.
Las partituras en cuestión, dan testimonio de la rica cultura musical
que los religiosos habían desarrollado, junto con los indígenas,
durante el proceso de evangelización del nuevo continente.

Es importante destacar que entre los manuscritos hallados se
encuentran composiciones de músicos indígenas, ya que éstos
también aprendieron las técnicas de composición musical.
Se trata de uno de los archivos más importantes de música barroca a
escala mundial, tanto que ha dado lugar a la creación de un festival
bienal de música barroca en la provincia de Chiquitos en Bolivia.

Mapa de la Misiones
Jesuitas en Bolivia en
las provincias de
Moxos y Chiquitos
( hoy Santa Cruz)

Fotos de las Misiones Jesuitas de Bolivia

Las Reducciones
Las Reducciones eran el centro de la vida comunal. Guiados por los
eclesiásticos, los indígenas aprendieron no sólo las diversas técnicas
artesanales, sino también la construcción de instrumentos musicales
de todo tipo, con una sorprendente perfección: órganos, arpas, laúdes,
violas, arpas, flautas, etc.
De hecho, la música jugaba un papel preponderante en la educación y
la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica. Entre ellos
los guaraníes, sorprendían a sus maestros por su aptitud musical.
El padre Charlevoix escribe en su “Histoire du Paraguay” (1756) que
“casi se podría decir que son cantores por naturaleza, como los
pájaros” y el jesuita alemán Padre Sepp relata: “son por naturaleza
como hechos para la música; aprenden a tocar con sorprendente
facilidad y destreza toda clase de instrumentos, y eso en muy poco
tiempo”.

En las reducciones los indígenas eran súbditos libres de la corona.
Ellas estaban vedadas a los colonos y funcionarios españoles,
medida necesaria para evitar los abusos de los que eran objeto los
indígenas.
Los Jesuitas protegían a los indios del trabajo forzado y la esclavitud,
sobre todo la de los “bandeirantes” portugueses una de cuyas
ocupaciones gananciales era la caza de esclavos.
El polifacético sacerdote, músico y arquitecto Martin Schmid se
dedicó junto con sus alumnos indígenas a la construcción de
instrumentos musicales como órganos, violines, violoncelos y
contrabajos con finas maderas de la zona.
La orfebrería de la región se destacó por la fabricación de custodias
de plata y otros elementos decorativos que se utilizaban en las
iglesias. Atriles, cálices y copones en gran variedad, aureolas y
coronas de santos, vinajeras y crismeros con sus bandejas,
constituían algunas de los piezas mas admiradas.

Localización de las “Misiones Jesuitas del Paraguay” que hoy en día se
encuentran distribuidas en territorio de Argentina, Brasil y Paraguay

Los Maestros de las Misiones.
Los maestros más importantes de la música y el arte en las misiones
de Sudamérica fueron los siguientes :
Juan Vaisseau ( 1584 -1617)
Jesuita Belga, cultivó la polifonía vocal sacra de los siglos XV y XVI y
se dedicó a estudiar música para utilizarla en la conversión de los
indios americanos.
Luis Berger ( 1587 – 1639)
Jesuita Francés, fue pintor, platero, músico, danzante y fabricante de
instrumentos musicales, trabajó en las misiones de Paraguay y Chile.
Pedro Comental (1595 – 1665)
Jesuita Italiano. Músico y matemático, en 1620 fue destinado a las
misiones guaraníes, donde estuvo hasta su muerte. Gracias a su
empeño la reducción de San Ignacio alcanzó la gloria de ser el primer
centro musical que hubo en estas regiones de América

Antonio Sepp (1655 – 1733)
Jesuita Alemán. Desde su niñez había sido instruido en la
música, y por su preciosa voz había sido escogido para
integrar el coro de cantores de la Corte Imperial, en la cual
alcanzó celebridad.

Era todo un artista y sabía tocar varios instrumentos, flauta,
corneta, piano, clarín, tromba marina o sacabuche, la viola y
la tiorba y también era compositor.
Destinado a la reducción de Yapeyú, le cupo la gloria de
convertir esta misión en el gran centro musical de fines del
siglo XVII y comienzos del XVIII. En las embarcaciones al
tocar los instrumentos y ser oídos por los indios, estos
acudían a la ribera para escuchar su música.

Juan José Mesner (1703 – 1769)
Jesuita Austriaco. Estudió letras, canto y música.

En 1736 fue destinado a las misiones de Chiquitos, donde
se unió al padre Schmid.
Fue allí donde realizó importantes transcripciones de
piezas musicales europeas.

Además, colaboró con el padre Schmid en la organización
de coros y en la composición musical.
La obra de este jesuita permaneció viva durante un largo
tiempo en muchas reducciones, donde los indios todavía
sabían componer y cantar la música que él les había
enseñado.

Doménico Zípoli (1688 – 1726)
Nació el 17 de octubre de 1688, en Prato, Italia, una pequeña ciudad, por
entonces plaza fortificada con muralla y ciudadela levantadas en el
siglo XIV. Recibió sus primeras lecciones de música de los maestros de
capilla de la Catedral de su ciudad natal.
En 1707 gracias al apoyo del Gran Duque Cosimo III realizó estudios en
Florencia, con Giovanni María Casini, Maestro de Capilla de la Catedral.
En 1708 se representó en Florencia un Oratorio de creación colectiva
“Sara in Egitto” compuesto por 24 autores, entre estos: Zipoli (quien creó
dos arias), Antonio Caldara, Alessandro Scarlatti y Giovanni M.Casini.
Partió luego a Nápoles donde estudió con Alessandro Scarlatti, a quien
abandonó en corto tiempo por agudas diferencias de carácter.

Epílogo
Ópera Ignacio de Loyola

En 1710 tomó lecciones de Bernardo Pasquini, en Roma, donde
estrenó ese mismo año y posteriormente en 1712 y años sucesivos,
sus composiciones, Vespri y Messa per la festa di San Carlo, en la
Iglesia San Carlo ai Catinari, por encargo de la Fraternidad Santa
Cecilia.
En 1713 presentó su Oratorio Sant’Antonio di Padova, en la Iglesia
Santa María in Vallicella, y en 1714 en la Iglesia de San Girolamo della
Caritá su Oratorio, Santa Caterina Vergine e Martire.
En 1715 obtuvo el puesto de organista de la iglesia de los Jesuítas de
Roma.

En 1716 se publicaron, primero en Roma, y luego en Londres, sus
Sonate D’Intavolatura per Organo e Címbalo. dos únicos volúmenes a
los que debe todo el reconocimiento universal a su genio.

Motivado por la vocación sacerdotal, viajó a Sevilla, España ingresó a
la Compañía de Jesús, a mediados de 1716.
El 5 abril de 1717, partió una expedición organizada por los Jesuítas,
rumbo al Río de la Plata. Zipoli, junto al historiador Pedro Lozano, los
misioneros Nussdorfer, Asperger y Lizardi y los arquitectos Primoli y
Bianchi, realizaron la travesía de tres meses para trabajar en las ya
célebres Reducciones Jesuíticas del Paraguay.
En Julio de 1717 llegó a Buenos Aires y en agosto se estableció en el
Convento de los Jesuitas de Córdoba donde continuó sus estudios
teológicos, y compuso música que luego se enviaba por medio de
emisarios, a los 30 pueblos que formaban parte de las Reducciones.
En los breves ocho años y cinco meses de actividad en las
Reducciones Jesuíticas, Zipoli compuso una enorme cantidad
de música, que hasta hace poco tiempo era desconocida, ya que la
mayor parte de su obra fue destruida, luego de la expulsión de los
Jesuitas en 1767.

Recién en 1959 el musicólogo norteamericano Robert Stevenson
halló, en Sucre, Bolivia copias de su Misa en Fa, copiada en
Potosí en 1784 por pedido del Virrey de Lima.
Y en el año 1972, el descubrimiento de más de 10,500
manuscritos en la Reducción de Chiquitos, Bolivia por parte del
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth; hallazgo
considerado como el de mayor trascendencia para la musicología
de Hispanoamérica, en las últimas décadas. Entre estos
manuscritos se encuentran numerosas Misas, Motetes, Himnos y
piezas para órgano.
En el otoño de 1725 Zipoli enfermó de tuberculosis, por lo que fue
trasladado a la Estancia Santa Catalina, lugar de reposo de los
padres jesuitas, a 50 kilómetros de Córdoba, donde falleció el 2 de
enero de 1726 a la edad de 38 años. Recibió la orden sacerdotal y
fue sepultado en el cementerio de Santa Catalina.

Martín Schmid (1694 – 1772 )
Uno de los misioneros más importantes en Chiquitos fue el sacerdote,
músico y arquitecto Martín Schmid, Jesuita suizo de habla alemán,
nacido el 26 de Septiembre de 1694 en Baar, cantón de Zug.
Asistió al colegio jesuita de Lucerna, Suiza y entró en 1717 en la
Compañía y siguió sus estudios en Landsberg e Ingolstadt en Baviera.
En 1726, recibió la ordenación sacerdotal en Eichstädt y salió en
seguida como misionero para América. Después de una estadía
prolongada en Sevilla, llegó en 1729 a Buenos Aires, de donde viajó
por Córdoba, Salta, Potosí y Sucre a Santa Cruz, para llegar en 1730 a
San Javier de Chiquitos.
Trabajó 36 años en Chiquitos, casi siempre como compañero del cura
en los pueblos que más necesitaban su destreza como músico,
arquitecto y artesano.

Schmid introdujo la música polifónica barroca en Chiquitos,
arreglando y componiendo piezas de música, enseñándolas a los
indígenas, y construyendo órganos y muchos otros instrumentos
musicales.

No menos importante es su obra arquitectónica que consiste en la
construcción de tres de las seis iglesias conservadas hasta hoy, San
Rafael, San Javier y Concepción.
Además, levantó los retablos tallados de la iglesia de Concepción y
fabricó otros muebles, imágenes de madera y cerámica, trabajó como
relojero, lingüista y autor de textos en chiquitano: enseñó el arte de
cocer tejas y baldosas, de fundir estaño y bronce.
Expulsado en 1767 a pesar de su edad, tenía que volver por el
desierto de Arica y pasar por Panamá para llegar a Europa en 1771 a
Lucerna, donde murió el 10 de marzo de 1772, poco antes de la
disolución de la orden.

La Ópera Ignacio de Loyola
Descubierta a comienzos de la última década del siglo XX, de la
ópera de San Ignacio se encontraron dos copias: una en los
archivos de Chiquitos (Santa Cruz, Bolivia), y otra en la Misión de
San Ignacio en la provincia de Moxos (Bolivia). La partitura fue
restaurada y transcrita por el musicólogo Bernardo Illari.
Compuesta entre 1717 y 1726, la creación de la música se
atribuye al jesuita toscano Domenico Zipoli, conjuntamente con el
también jesuita suizo Martin Schmid.
Con texto castellano, de autor desconocido, posee un libreto
pedagógicamente eficaz. Los personajes principales son San
Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y el demonio, quien a
pesar de su dudosa seducción, no consigue desviar a los dos
santos de su sagrado deber, la evangelización.

El drama evangelizador, u ópera, como se denominaba a todas las
obras escénicas que se ejecutaban en las misiones, fue muy
popular en la vida de las reducciones jesuíticas y resultó un aporte
único al repertorio americano de la ópera en tiempos de la colonia.
Las óperas se representaban en los momentos más significativos
del año litúrgico o en ocasión de acontecimientos de importancia
política.
Su puesta en escena tenía lugar hacia el anochecer, en la plaza
mayor, junto al pórtico de la Iglesia o al castillo del estandarte real.
Los actores eran los aborígenes mismos y a menudo, se insertaban
elementos del mundo indígena: vestuarios ricos y coloristas
adecuados al papel representado, escenografía típica de la zona
con arcos de flores y plantas selváticas, frutas tropicales, pájaros
de gran colorido y animales salvajes.


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La Música
en las Misiones
Jesuitas de Sudamérica

Obertura
Ópera Ignacio de Loyola

Mapa de la
Misiones Jesuitas
en Sudamérica

1561 - 1767

Las Misiones Jesuitas en Sudamérica después de 1767.
A raíz de la expulsión de los jesuitas de los territorios españoles de
América en 1767, las misiones del Paraguay fueron destruidas y las
misiones de Chiquitos y Moxos en Bolivia fueron prácticamente
abandonadas.
Sin embargo, después de casi 250 años, las Misiones Jesuitas en Bolivia
aún se mantienen en pie. Fueron restauradas entre 1972 y 1998 por el
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth.
San José, Santa Ana, San Rafael, San Miguel, San Ignacio, La
Concepción y San Javier, son siete de las diez poblaciones Chiquitanas
que hasta hoy han podido preservar las construcciones misioneras.
En 1991, las Misiones Jesuitas de Bolivia fueron declaradas como
“Patrimonio Cultural de la Humanidad” por la UNESCO.

La Música Perdida de las Misiones Jesuitas en Sudamérica.
Por más de 200 años, desde 1767 hasta 1972 no se tenía ninguna
información sobre la música compuesta por los misioneros para ser
usada en la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica.
Sin embargo, milagrosamente durante unos trabajos de restauración de
las Reducciones Jesuíticas en Bolivia, en al año 1972, el arquitecto suizo
y hermano jesuita Hans Roth descubrió más de cinco mil quinientas
páginas de partituras de música barroca en las localidades de Santa Ana
y San Rafael
Hoy todas están guardadas en Concepción. Alrededor de 4 mil proceden
de San Rafael y mil 500 de Santa Ana.
Este hallazgo causó una conmoción en la historiografía musical de
Bolivia, Paraguay y Argentina.

No sorprende esta cantidad de obras ya que la música se tocaba
todos los días y en cada una de las iglesias hubo entre 30 y 40
profesionales músicos.
Las partituras en cuestión, dan testimonio de la rica cultura musical
que los religiosos habían desarrollado, junto con los indígenas,
durante el proceso de evangelización del nuevo continente.

Es importante destacar que entre los manuscritos hallados se
encuentran composiciones de músicos indígenas, ya que éstos
también aprendieron las técnicas de composición musical.
Se trata de uno de los archivos más importantes de música barroca a
escala mundial, tanto que ha dado lugar a la creación de un festival
bienal de música barroca en la provincia de Chiquitos en Bolivia.

Mapa de la Misiones
Jesuitas en Bolivia en
las provincias de
Moxos y Chiquitos
( hoy Santa Cruz)

Fotos de las Misiones Jesuitas de Bolivia

Las Reducciones
Las Reducciones eran el centro de la vida comunal. Guiados por los
eclesiásticos, los indígenas aprendieron no sólo las diversas técnicas
artesanales, sino también la construcción de instrumentos musicales
de todo tipo, con una sorprendente perfección: órganos, arpas, laúdes,
violas, arpas, flautas, etc.
De hecho, la música jugaba un papel preponderante en la educación y
la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica. Entre ellos
los guaraníes, sorprendían a sus maestros por su aptitud musical.
El padre Charlevoix escribe en su “Histoire du Paraguay” (1756) que
“casi se podría decir que son cantores por naturaleza, como los
pájaros” y el jesuita alemán Padre Sepp relata: “son por naturaleza
como hechos para la música; aprenden a tocar con sorprendente
facilidad y destreza toda clase de instrumentos, y eso en muy poco
tiempo”.

En las reducciones los indígenas eran súbditos libres de la corona.
Ellas estaban vedadas a los colonos y funcionarios españoles,
medida necesaria para evitar los abusos de los que eran objeto los
indígenas.
Los Jesuitas protegían a los indios del trabajo forzado y la esclavitud,
sobre todo la de los “bandeirantes” portugueses una de cuyas
ocupaciones gananciales era la caza de esclavos.
El polifacético sacerdote, músico y arquitecto Martin Schmid se
dedicó junto con sus alumnos indígenas a la construcción de
instrumentos musicales como órganos, violines, violoncelos y
contrabajos con finas maderas de la zona.
La orfebrería de la región se destacó por la fabricación de custodias
de plata y otros elementos decorativos que se utilizaban en las
iglesias. Atriles, cálices y copones en gran variedad, aureolas y
coronas de santos, vinajeras y crismeros con sus bandejas,
constituían algunas de los piezas mas admiradas.

Localización de las “Misiones Jesuitas del Paraguay” que hoy en día se
encuentran distribuidas en territorio de Argentina, Brasil y Paraguay

Los Maestros de las Misiones.
Los maestros más importantes de la música y el arte en las misiones
de Sudamérica fueron los siguientes :
Juan Vaisseau ( 1584 -1617)
Jesuita Belga, cultivó la polifonía vocal sacra de los siglos XV y XVI y
se dedicó a estudiar música para utilizarla en la conversión de los
indios americanos.
Luis Berger ( 1587 – 1639)
Jesuita Francés, fue pintor, platero, músico, danzante y fabricante de
instrumentos musicales, trabajó en las misiones de Paraguay y Chile.
Pedro Comental (1595 – 1665)
Jesuita Italiano. Músico y matemático, en 1620 fue destinado a las
misiones guaraníes, donde estuvo hasta su muerte. Gracias a su
empeño la reducción de San Ignacio alcanzó la gloria de ser el primer
centro musical que hubo en estas regiones de América

Antonio Sepp (1655 – 1733)
Jesuita Alemán. Desde su niñez había sido instruido en la
música, y por su preciosa voz había sido escogido para
integrar el coro de cantores de la Corte Imperial, en la cual
alcanzó celebridad.

Era todo un artista y sabía tocar varios instrumentos, flauta,
corneta, piano, clarín, tromba marina o sacabuche, la viola y
la tiorba y también era compositor.
Destinado a la reducción de Yapeyú, le cupo la gloria de
convertir esta misión en el gran centro musical de fines del
siglo XVII y comienzos del XVIII. En las embarcaciones al
tocar los instrumentos y ser oídos por los indios, estos
acudían a la ribera para escuchar su música.

Juan José Mesner (1703 – 1769)
Jesuita Austriaco. Estudió letras, canto y música.

En 1736 fue destinado a las misiones de Chiquitos, donde
se unió al padre Schmid.
Fue allí donde realizó importantes transcripciones de
piezas musicales europeas.

Además, colaboró con el padre Schmid en la organización
de coros y en la composición musical.
La obra de este jesuita permaneció viva durante un largo
tiempo en muchas reducciones, donde los indios todavía
sabían componer y cantar la música que él les había
enseñado.

Doménico Zípoli (1688 – 1726)
Nació el 17 de octubre de 1688, en Prato, Italia, una pequeña ciudad, por
entonces plaza fortificada con muralla y ciudadela levantadas en el
siglo XIV. Recibió sus primeras lecciones de música de los maestros de
capilla de la Catedral de su ciudad natal.
En 1707 gracias al apoyo del Gran Duque Cosimo III realizó estudios en
Florencia, con Giovanni María Casini, Maestro de Capilla de la Catedral.
En 1708 se representó en Florencia un Oratorio de creación colectiva
“Sara in Egitto” compuesto por 24 autores, entre estos: Zipoli (quien creó
dos arias), Antonio Caldara, Alessandro Scarlatti y Giovanni M.Casini.
Partió luego a Nápoles donde estudió con Alessandro Scarlatti, a quien
abandonó en corto tiempo por agudas diferencias de carácter.

Epílogo
Ópera Ignacio de Loyola

En 1710 tomó lecciones de Bernardo Pasquini, en Roma, donde
estrenó ese mismo año y posteriormente en 1712 y años sucesivos,
sus composiciones, Vespri y Messa per la festa di San Carlo, en la
Iglesia San Carlo ai Catinari, por encargo de la Fraternidad Santa
Cecilia.
En 1713 presentó su Oratorio Sant’Antonio di Padova, en la Iglesia
Santa María in Vallicella, y en 1714 en la Iglesia de San Girolamo della
Caritá su Oratorio, Santa Caterina Vergine e Martire.
En 1715 obtuvo el puesto de organista de la iglesia de los Jesuítas de
Roma.

En 1716 se publicaron, primero en Roma, y luego en Londres, sus
Sonate D’Intavolatura per Organo e Címbalo. dos únicos volúmenes a
los que debe todo el reconocimiento universal a su genio.

Motivado por la vocación sacerdotal, viajó a Sevilla, España ingresó a
la Compañía de Jesús, a mediados de 1716.
El 5 abril de 1717, partió una expedición organizada por los Jesuítas,
rumbo al Río de la Plata. Zipoli, junto al historiador Pedro Lozano, los
misioneros Nussdorfer, Asperger y Lizardi y los arquitectos Primoli y
Bianchi, realizaron la travesía de tres meses para trabajar en las ya
célebres Reducciones Jesuíticas del Paraguay.
En Julio de 1717 llegó a Buenos Aires y en agosto se estableció en el
Convento de los Jesuitas de Córdoba donde continuó sus estudios
teológicos, y compuso música que luego se enviaba por medio de
emisarios, a los 30 pueblos que formaban parte de las Reducciones.
En los breves ocho años y cinco meses de actividad en las
Reducciones Jesuíticas, Zipoli compuso una enorme cantidad
de música, que hasta hace poco tiempo era desconocida, ya que la
mayor parte de su obra fue destruida, luego de la expulsión de los
Jesuitas en 1767.

Recién en 1959 el musicólogo norteamericano Robert Stevenson
halló, en Sucre, Bolivia copias de su Misa en Fa, copiada en
Potosí en 1784 por pedido del Virrey de Lima.
Y en el año 1972, el descubrimiento de más de 10,500
manuscritos en la Reducción de Chiquitos, Bolivia por parte del
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth; hallazgo
considerado como el de mayor trascendencia para la musicología
de Hispanoamérica, en las últimas décadas. Entre estos
manuscritos se encuentran numerosas Misas, Motetes, Himnos y
piezas para órgano.
En el otoño de 1725 Zipoli enfermó de tuberculosis, por lo que fue
trasladado a la Estancia Santa Catalina, lugar de reposo de los
padres jesuitas, a 50 kilómetros de Córdoba, donde falleció el 2 de
enero de 1726 a la edad de 38 años. Recibió la orden sacerdotal y
fue sepultado en el cementerio de Santa Catalina.

Martín Schmid (1694 – 1772 )
Uno de los misioneros más importantes en Chiquitos fue el sacerdote,
músico y arquitecto Martín Schmid, Jesuita suizo de habla alemán,
nacido el 26 de Septiembre de 1694 en Baar, cantón de Zug.
Asistió al colegio jesuita de Lucerna, Suiza y entró en 1717 en la
Compañía y siguió sus estudios en Landsberg e Ingolstadt en Baviera.
En 1726, recibió la ordenación sacerdotal en Eichstädt y salió en
seguida como misionero para América. Después de una estadía
prolongada en Sevilla, llegó en 1729 a Buenos Aires, de donde viajó
por Córdoba, Salta, Potosí y Sucre a Santa Cruz, para llegar en 1730 a
San Javier de Chiquitos.
Trabajó 36 años en Chiquitos, casi siempre como compañero del cura
en los pueblos que más necesitaban su destreza como músico,
arquitecto y artesano.

Schmid introdujo la música polifónica barroca en Chiquitos,
arreglando y componiendo piezas de música, enseñándolas a los
indígenas, y construyendo órganos y muchos otros instrumentos
musicales.

No menos importante es su obra arquitectónica que consiste en la
construcción de tres de las seis iglesias conservadas hasta hoy, San
Rafael, San Javier y Concepción.
Además, levantó los retablos tallados de la iglesia de Concepción y
fabricó otros muebles, imágenes de madera y cerámica, trabajó como
relojero, lingüista y autor de textos en chiquitano: enseñó el arte de
cocer tejas y baldosas, de fundir estaño y bronce.
Expulsado en 1767 a pesar de su edad, tenía que volver por el
desierto de Arica y pasar por Panamá para llegar a Europa en 1771 a
Lucerna, donde murió el 10 de marzo de 1772, poco antes de la
disolución de la orden.

La Ópera Ignacio de Loyola
Descubierta a comienzos de la última década del siglo XX, de la
ópera de San Ignacio se encontraron dos copias: una en los
archivos de Chiquitos (Santa Cruz, Bolivia), y otra en la Misión de
San Ignacio en la provincia de Moxos (Bolivia). La partitura fue
restaurada y transcrita por el musicólogo Bernardo Illari.
Compuesta entre 1717 y 1726, la creación de la música se
atribuye al jesuita toscano Domenico Zipoli, conjuntamente con el
también jesuita suizo Martin Schmid.
Con texto castellano, de autor desconocido, posee un libreto
pedagógicamente eficaz. Los personajes principales son San
Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y el demonio, quien a
pesar de su dudosa seducción, no consigue desviar a los dos
santos de su sagrado deber, la evangelización.

El drama evangelizador, u ópera, como se denominaba a todas las
obras escénicas que se ejecutaban en las misiones, fue muy
popular en la vida de las reducciones jesuíticas y resultó un aporte
único al repertorio americano de la ópera en tiempos de la colonia.
Las óperas se representaban en los momentos más significativos
del año litúrgico o en ocasión de acontecimientos de importancia
política.
Su puesta en escena tenía lugar hacia el anochecer, en la plaza
mayor, junto al pórtico de la Iglesia o al castillo del estandarte real.
Los actores eran los aborígenes mismos y a menudo, se insertaban
elementos del mundo indígena: vestuarios ricos y coloristas
adecuados al papel representado, escenografía típica de la zona
con arcos de flores y plantas selváticas, frutas tropicales, pájaros
de gran colorido y animales salvajes.


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La Música
en las Misiones
Jesuitas de Sudamérica

Obertura
Ópera Ignacio de Loyola

Mapa de la
Misiones Jesuitas
en Sudamérica

1561 - 1767

Las Misiones Jesuitas en Sudamérica después de 1767.
A raíz de la expulsión de los jesuitas de los territorios españoles de
América en 1767, las misiones del Paraguay fueron destruidas y las
misiones de Chiquitos y Moxos en Bolivia fueron prácticamente
abandonadas.
Sin embargo, después de casi 250 años, las Misiones Jesuitas en Bolivia
aún se mantienen en pie. Fueron restauradas entre 1972 y 1998 por el
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth.
San José, Santa Ana, San Rafael, San Miguel, San Ignacio, La
Concepción y San Javier, son siete de las diez poblaciones Chiquitanas
que hasta hoy han podido preservar las construcciones misioneras.
En 1991, las Misiones Jesuitas de Bolivia fueron declaradas como
“Patrimonio Cultural de la Humanidad” por la UNESCO.

La Música Perdida de las Misiones Jesuitas en Sudamérica.
Por más de 200 años, desde 1767 hasta 1972 no se tenía ninguna
información sobre la música compuesta por los misioneros para ser
usada en la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica.
Sin embargo, milagrosamente durante unos trabajos de restauración de
las Reducciones Jesuíticas en Bolivia, en al año 1972, el arquitecto suizo
y hermano jesuita Hans Roth descubrió más de cinco mil quinientas
páginas de partituras de música barroca en las localidades de Santa Ana
y San Rafael
Hoy todas están guardadas en Concepción. Alrededor de 4 mil proceden
de San Rafael y mil 500 de Santa Ana.
Este hallazgo causó una conmoción en la historiografía musical de
Bolivia, Paraguay y Argentina.

No sorprende esta cantidad de obras ya que la música se tocaba
todos los días y en cada una de las iglesias hubo entre 30 y 40
profesionales músicos.
Las partituras en cuestión, dan testimonio de la rica cultura musical
que los religiosos habían desarrollado, junto con los indígenas,
durante el proceso de evangelización del nuevo continente.

Es importante destacar que entre los manuscritos hallados se
encuentran composiciones de músicos indígenas, ya que éstos
también aprendieron las técnicas de composición musical.
Se trata de uno de los archivos más importantes de música barroca a
escala mundial, tanto que ha dado lugar a la creación de un festival
bienal de música barroca en la provincia de Chiquitos en Bolivia.

Mapa de la Misiones
Jesuitas en Bolivia en
las provincias de
Moxos y Chiquitos
( hoy Santa Cruz)

Fotos de las Misiones Jesuitas de Bolivia

Las Reducciones
Las Reducciones eran el centro de la vida comunal. Guiados por los
eclesiásticos, los indígenas aprendieron no sólo las diversas técnicas
artesanales, sino también la construcción de instrumentos musicales
de todo tipo, con una sorprendente perfección: órganos, arpas, laúdes,
violas, arpas, flautas, etc.
De hecho, la música jugaba un papel preponderante en la educación y
la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica. Entre ellos
los guaraníes, sorprendían a sus maestros por su aptitud musical.
El padre Charlevoix escribe en su “Histoire du Paraguay” (1756) que
“casi se podría decir que son cantores por naturaleza, como los
pájaros” y el jesuita alemán Padre Sepp relata: “son por naturaleza
como hechos para la música; aprenden a tocar con sorprendente
facilidad y destreza toda clase de instrumentos, y eso en muy poco
tiempo”.

En las reducciones los indígenas eran súbditos libres de la corona.
Ellas estaban vedadas a los colonos y funcionarios españoles,
medida necesaria para evitar los abusos de los que eran objeto los
indígenas.
Los Jesuitas protegían a los indios del trabajo forzado y la esclavitud,
sobre todo la de los “bandeirantes” portugueses una de cuyas
ocupaciones gananciales era la caza de esclavos.
El polifacético sacerdote, músico y arquitecto Martin Schmid se
dedicó junto con sus alumnos indígenas a la construcción de
instrumentos musicales como órganos, violines, violoncelos y
contrabajos con finas maderas de la zona.
La orfebrería de la región se destacó por la fabricación de custodias
de plata y otros elementos decorativos que se utilizaban en las
iglesias. Atriles, cálices y copones en gran variedad, aureolas y
coronas de santos, vinajeras y crismeros con sus bandejas,
constituían algunas de los piezas mas admiradas.

Localización de las “Misiones Jesuitas del Paraguay” que hoy en día se
encuentran distribuidas en territorio de Argentina, Brasil y Paraguay

Los Maestros de las Misiones.
Los maestros más importantes de la música y el arte en las misiones
de Sudamérica fueron los siguientes :
Juan Vaisseau ( 1584 -1617)
Jesuita Belga, cultivó la polifonía vocal sacra de los siglos XV y XVI y
se dedicó a estudiar música para utilizarla en la conversión de los
indios americanos.
Luis Berger ( 1587 – 1639)
Jesuita Francés, fue pintor, platero, músico, danzante y fabricante de
instrumentos musicales, trabajó en las misiones de Paraguay y Chile.
Pedro Comental (1595 – 1665)
Jesuita Italiano. Músico y matemático, en 1620 fue destinado a las
misiones guaraníes, donde estuvo hasta su muerte. Gracias a su
empeño la reducción de San Ignacio alcanzó la gloria de ser el primer
centro musical que hubo en estas regiones de América

Antonio Sepp (1655 – 1733)
Jesuita Alemán. Desde su niñez había sido instruido en la
música, y por su preciosa voz había sido escogido para
integrar el coro de cantores de la Corte Imperial, en la cual
alcanzó celebridad.

Era todo un artista y sabía tocar varios instrumentos, flauta,
corneta, piano, clarín, tromba marina o sacabuche, la viola y
la tiorba y también era compositor.
Destinado a la reducción de Yapeyú, le cupo la gloria de
convertir esta misión en el gran centro musical de fines del
siglo XVII y comienzos del XVIII. En las embarcaciones al
tocar los instrumentos y ser oídos por los indios, estos
acudían a la ribera para escuchar su música.

Juan José Mesner (1703 – 1769)
Jesuita Austriaco. Estudió letras, canto y música.

En 1736 fue destinado a las misiones de Chiquitos, donde
se unió al padre Schmid.
Fue allí donde realizó importantes transcripciones de
piezas musicales europeas.

Además, colaboró con el padre Schmid en la organización
de coros y en la composición musical.
La obra de este jesuita permaneció viva durante un largo
tiempo en muchas reducciones, donde los indios todavía
sabían componer y cantar la música que él les había
enseñado.

Doménico Zípoli (1688 – 1726)
Nació el 17 de octubre de 1688, en Prato, Italia, una pequeña ciudad, por
entonces plaza fortificada con muralla y ciudadela levantadas en el
siglo XIV. Recibió sus primeras lecciones de música de los maestros de
capilla de la Catedral de su ciudad natal.
En 1707 gracias al apoyo del Gran Duque Cosimo III realizó estudios en
Florencia, con Giovanni María Casini, Maestro de Capilla de la Catedral.
En 1708 se representó en Florencia un Oratorio de creación colectiva
“Sara in Egitto” compuesto por 24 autores, entre estos: Zipoli (quien creó
dos arias), Antonio Caldara, Alessandro Scarlatti y Giovanni M.Casini.
Partió luego a Nápoles donde estudió con Alessandro Scarlatti, a quien
abandonó en corto tiempo por agudas diferencias de carácter.

Epílogo
Ópera Ignacio de Loyola

En 1710 tomó lecciones de Bernardo Pasquini, en Roma, donde
estrenó ese mismo año y posteriormente en 1712 y años sucesivos,
sus composiciones, Vespri y Messa per la festa di San Carlo, en la
Iglesia San Carlo ai Catinari, por encargo de la Fraternidad Santa
Cecilia.
En 1713 presentó su Oratorio Sant’Antonio di Padova, en la Iglesia
Santa María in Vallicella, y en 1714 en la Iglesia de San Girolamo della
Caritá su Oratorio, Santa Caterina Vergine e Martire.
En 1715 obtuvo el puesto de organista de la iglesia de los Jesuítas de
Roma.

En 1716 se publicaron, primero en Roma, y luego en Londres, sus
Sonate D’Intavolatura per Organo e Címbalo. dos únicos volúmenes a
los que debe todo el reconocimiento universal a su genio.

Motivado por la vocación sacerdotal, viajó a Sevilla, España ingresó a
la Compañía de Jesús, a mediados de 1716.
El 5 abril de 1717, partió una expedición organizada por los Jesuítas,
rumbo al Río de la Plata. Zipoli, junto al historiador Pedro Lozano, los
misioneros Nussdorfer, Asperger y Lizardi y los arquitectos Primoli y
Bianchi, realizaron la travesía de tres meses para trabajar en las ya
célebres Reducciones Jesuíticas del Paraguay.
En Julio de 1717 llegó a Buenos Aires y en agosto se estableció en el
Convento de los Jesuitas de Córdoba donde continuó sus estudios
teológicos, y compuso música que luego se enviaba por medio de
emisarios, a los 30 pueblos que formaban parte de las Reducciones.
En los breves ocho años y cinco meses de actividad en las
Reducciones Jesuíticas, Zipoli compuso una enorme cantidad
de música, que hasta hace poco tiempo era desconocida, ya que la
mayor parte de su obra fue destruida, luego de la expulsión de los
Jesuitas en 1767.

Recién en 1959 el musicólogo norteamericano Robert Stevenson
halló, en Sucre, Bolivia copias de su Misa en Fa, copiada en
Potosí en 1784 por pedido del Virrey de Lima.
Y en el año 1972, el descubrimiento de más de 10,500
manuscritos en la Reducción de Chiquitos, Bolivia por parte del
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth; hallazgo
considerado como el de mayor trascendencia para la musicología
de Hispanoamérica, en las últimas décadas. Entre estos
manuscritos se encuentran numerosas Misas, Motetes, Himnos y
piezas para órgano.
En el otoño de 1725 Zipoli enfermó de tuberculosis, por lo que fue
trasladado a la Estancia Santa Catalina, lugar de reposo de los
padres jesuitas, a 50 kilómetros de Córdoba, donde falleció el 2 de
enero de 1726 a la edad de 38 años. Recibió la orden sacerdotal y
fue sepultado en el cementerio de Santa Catalina.

Martín Schmid (1694 – 1772 )
Uno de los misioneros más importantes en Chiquitos fue el sacerdote,
músico y arquitecto Martín Schmid, Jesuita suizo de habla alemán,
nacido el 26 de Septiembre de 1694 en Baar, cantón de Zug.
Asistió al colegio jesuita de Lucerna, Suiza y entró en 1717 en la
Compañía y siguió sus estudios en Landsberg e Ingolstadt en Baviera.
En 1726, recibió la ordenación sacerdotal en Eichstädt y salió en
seguida como misionero para América. Después de una estadía
prolongada en Sevilla, llegó en 1729 a Buenos Aires, de donde viajó
por Córdoba, Salta, Potosí y Sucre a Santa Cruz, para llegar en 1730 a
San Javier de Chiquitos.
Trabajó 36 años en Chiquitos, casi siempre como compañero del cura
en los pueblos que más necesitaban su destreza como músico,
arquitecto y artesano.

Schmid introdujo la música polifónica barroca en Chiquitos,
arreglando y componiendo piezas de música, enseñándolas a los
indígenas, y construyendo órganos y muchos otros instrumentos
musicales.

No menos importante es su obra arquitectónica que consiste en la
construcción de tres de las seis iglesias conservadas hasta hoy, San
Rafael, San Javier y Concepción.
Además, levantó los retablos tallados de la iglesia de Concepción y
fabricó otros muebles, imágenes de madera y cerámica, trabajó como
relojero, lingüista y autor de textos en chiquitano: enseñó el arte de
cocer tejas y baldosas, de fundir estaño y bronce.
Expulsado en 1767 a pesar de su edad, tenía que volver por el
desierto de Arica y pasar por Panamá para llegar a Europa en 1771 a
Lucerna, donde murió el 10 de marzo de 1772, poco antes de la
disolución de la orden.

La Ópera Ignacio de Loyola
Descubierta a comienzos de la última década del siglo XX, de la
ópera de San Ignacio se encontraron dos copias: una en los
archivos de Chiquitos (Santa Cruz, Bolivia), y otra en la Misión de
San Ignacio en la provincia de Moxos (Bolivia). La partitura fue
restaurada y transcrita por el musicólogo Bernardo Illari.
Compuesta entre 1717 y 1726, la creación de la música se
atribuye al jesuita toscano Domenico Zipoli, conjuntamente con el
también jesuita suizo Martin Schmid.
Con texto castellano, de autor desconocido, posee un libreto
pedagógicamente eficaz. Los personajes principales son San
Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y el demonio, quien a
pesar de su dudosa seducción, no consigue desviar a los dos
santos de su sagrado deber, la evangelización.

El drama evangelizador, u ópera, como se denominaba a todas las
obras escénicas que se ejecutaban en las misiones, fue muy
popular en la vida de las reducciones jesuíticas y resultó un aporte
único al repertorio americano de la ópera en tiempos de la colonia.
Las óperas se representaban en los momentos más significativos
del año litúrgico o en ocasión de acontecimientos de importancia
política.
Su puesta en escena tenía lugar hacia el anochecer, en la plaza
mayor, junto al pórtico de la Iglesia o al castillo del estandarte real.
Los actores eran los aborígenes mismos y a menudo, se insertaban
elementos del mundo indígena: vestuarios ricos y coloristas
adecuados al papel representado, escenografía típica de la zona
con arcos de flores y plantas selváticas, frutas tropicales, pájaros
de gran colorido y animales salvajes.


Slide 12

La Música
en las Misiones
Jesuitas de Sudamérica

Obertura
Ópera Ignacio de Loyola

Mapa de la
Misiones Jesuitas
en Sudamérica

1561 - 1767

Las Misiones Jesuitas en Sudamérica después de 1767.
A raíz de la expulsión de los jesuitas de los territorios españoles de
América en 1767, las misiones del Paraguay fueron destruidas y las
misiones de Chiquitos y Moxos en Bolivia fueron prácticamente
abandonadas.
Sin embargo, después de casi 250 años, las Misiones Jesuitas en Bolivia
aún se mantienen en pie. Fueron restauradas entre 1972 y 1998 por el
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth.
San José, Santa Ana, San Rafael, San Miguel, San Ignacio, La
Concepción y San Javier, son siete de las diez poblaciones Chiquitanas
que hasta hoy han podido preservar las construcciones misioneras.
En 1991, las Misiones Jesuitas de Bolivia fueron declaradas como
“Patrimonio Cultural de la Humanidad” por la UNESCO.

La Música Perdida de las Misiones Jesuitas en Sudamérica.
Por más de 200 años, desde 1767 hasta 1972 no se tenía ninguna
información sobre la música compuesta por los misioneros para ser
usada en la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica.
Sin embargo, milagrosamente durante unos trabajos de restauración de
las Reducciones Jesuíticas en Bolivia, en al año 1972, el arquitecto suizo
y hermano jesuita Hans Roth descubrió más de cinco mil quinientas
páginas de partituras de música barroca en las localidades de Santa Ana
y San Rafael
Hoy todas están guardadas en Concepción. Alrededor de 4 mil proceden
de San Rafael y mil 500 de Santa Ana.
Este hallazgo causó una conmoción en la historiografía musical de
Bolivia, Paraguay y Argentina.

No sorprende esta cantidad de obras ya que la música se tocaba
todos los días y en cada una de las iglesias hubo entre 30 y 40
profesionales músicos.
Las partituras en cuestión, dan testimonio de la rica cultura musical
que los religiosos habían desarrollado, junto con los indígenas,
durante el proceso de evangelización del nuevo continente.

Es importante destacar que entre los manuscritos hallados se
encuentran composiciones de músicos indígenas, ya que éstos
también aprendieron las técnicas de composición musical.
Se trata de uno de los archivos más importantes de música barroca a
escala mundial, tanto que ha dado lugar a la creación de un festival
bienal de música barroca en la provincia de Chiquitos en Bolivia.

Mapa de la Misiones
Jesuitas en Bolivia en
las provincias de
Moxos y Chiquitos
( hoy Santa Cruz)

Fotos de las Misiones Jesuitas de Bolivia

Las Reducciones
Las Reducciones eran el centro de la vida comunal. Guiados por los
eclesiásticos, los indígenas aprendieron no sólo las diversas técnicas
artesanales, sino también la construcción de instrumentos musicales
de todo tipo, con una sorprendente perfección: órganos, arpas, laúdes,
violas, arpas, flautas, etc.
De hecho, la música jugaba un papel preponderante en la educación y
la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica. Entre ellos
los guaraníes, sorprendían a sus maestros por su aptitud musical.
El padre Charlevoix escribe en su “Histoire du Paraguay” (1756) que
“casi se podría decir que son cantores por naturaleza, como los
pájaros” y el jesuita alemán Padre Sepp relata: “son por naturaleza
como hechos para la música; aprenden a tocar con sorprendente
facilidad y destreza toda clase de instrumentos, y eso en muy poco
tiempo”.

En las reducciones los indígenas eran súbditos libres de la corona.
Ellas estaban vedadas a los colonos y funcionarios españoles,
medida necesaria para evitar los abusos de los que eran objeto los
indígenas.
Los Jesuitas protegían a los indios del trabajo forzado y la esclavitud,
sobre todo la de los “bandeirantes” portugueses una de cuyas
ocupaciones gananciales era la caza de esclavos.
El polifacético sacerdote, músico y arquitecto Martin Schmid se
dedicó junto con sus alumnos indígenas a la construcción de
instrumentos musicales como órganos, violines, violoncelos y
contrabajos con finas maderas de la zona.
La orfebrería de la región se destacó por la fabricación de custodias
de plata y otros elementos decorativos que se utilizaban en las
iglesias. Atriles, cálices y copones en gran variedad, aureolas y
coronas de santos, vinajeras y crismeros con sus bandejas,
constituían algunas de los piezas mas admiradas.

Localización de las “Misiones Jesuitas del Paraguay” que hoy en día se
encuentran distribuidas en territorio de Argentina, Brasil y Paraguay

Los Maestros de las Misiones.
Los maestros más importantes de la música y el arte en las misiones
de Sudamérica fueron los siguientes :
Juan Vaisseau ( 1584 -1617)
Jesuita Belga, cultivó la polifonía vocal sacra de los siglos XV y XVI y
se dedicó a estudiar música para utilizarla en la conversión de los
indios americanos.
Luis Berger ( 1587 – 1639)
Jesuita Francés, fue pintor, platero, músico, danzante y fabricante de
instrumentos musicales, trabajó en las misiones de Paraguay y Chile.
Pedro Comental (1595 – 1665)
Jesuita Italiano. Músico y matemático, en 1620 fue destinado a las
misiones guaraníes, donde estuvo hasta su muerte. Gracias a su
empeño la reducción de San Ignacio alcanzó la gloria de ser el primer
centro musical que hubo en estas regiones de América

Antonio Sepp (1655 – 1733)
Jesuita Alemán. Desde su niñez había sido instruido en la
música, y por su preciosa voz había sido escogido para
integrar el coro de cantores de la Corte Imperial, en la cual
alcanzó celebridad.

Era todo un artista y sabía tocar varios instrumentos, flauta,
corneta, piano, clarín, tromba marina o sacabuche, la viola y
la tiorba y también era compositor.
Destinado a la reducción de Yapeyú, le cupo la gloria de
convertir esta misión en el gran centro musical de fines del
siglo XVII y comienzos del XVIII. En las embarcaciones al
tocar los instrumentos y ser oídos por los indios, estos
acudían a la ribera para escuchar su música.

Juan José Mesner (1703 – 1769)
Jesuita Austriaco. Estudió letras, canto y música.

En 1736 fue destinado a las misiones de Chiquitos, donde
se unió al padre Schmid.
Fue allí donde realizó importantes transcripciones de
piezas musicales europeas.

Además, colaboró con el padre Schmid en la organización
de coros y en la composición musical.
La obra de este jesuita permaneció viva durante un largo
tiempo en muchas reducciones, donde los indios todavía
sabían componer y cantar la música que él les había
enseñado.

Doménico Zípoli (1688 – 1726)
Nació el 17 de octubre de 1688, en Prato, Italia, una pequeña ciudad, por
entonces plaza fortificada con muralla y ciudadela levantadas en el
siglo XIV. Recibió sus primeras lecciones de música de los maestros de
capilla de la Catedral de su ciudad natal.
En 1707 gracias al apoyo del Gran Duque Cosimo III realizó estudios en
Florencia, con Giovanni María Casini, Maestro de Capilla de la Catedral.
En 1708 se representó en Florencia un Oratorio de creación colectiva
“Sara in Egitto” compuesto por 24 autores, entre estos: Zipoli (quien creó
dos arias), Antonio Caldara, Alessandro Scarlatti y Giovanni M.Casini.
Partió luego a Nápoles donde estudió con Alessandro Scarlatti, a quien
abandonó en corto tiempo por agudas diferencias de carácter.

Epílogo
Ópera Ignacio de Loyola

En 1710 tomó lecciones de Bernardo Pasquini, en Roma, donde
estrenó ese mismo año y posteriormente en 1712 y años sucesivos,
sus composiciones, Vespri y Messa per la festa di San Carlo, en la
Iglesia San Carlo ai Catinari, por encargo de la Fraternidad Santa
Cecilia.
En 1713 presentó su Oratorio Sant’Antonio di Padova, en la Iglesia
Santa María in Vallicella, y en 1714 en la Iglesia de San Girolamo della
Caritá su Oratorio, Santa Caterina Vergine e Martire.
En 1715 obtuvo el puesto de organista de la iglesia de los Jesuítas de
Roma.

En 1716 se publicaron, primero en Roma, y luego en Londres, sus
Sonate D’Intavolatura per Organo e Címbalo. dos únicos volúmenes a
los que debe todo el reconocimiento universal a su genio.

Motivado por la vocación sacerdotal, viajó a Sevilla, España ingresó a
la Compañía de Jesús, a mediados de 1716.
El 5 abril de 1717, partió una expedición organizada por los Jesuítas,
rumbo al Río de la Plata. Zipoli, junto al historiador Pedro Lozano, los
misioneros Nussdorfer, Asperger y Lizardi y los arquitectos Primoli y
Bianchi, realizaron la travesía de tres meses para trabajar en las ya
célebres Reducciones Jesuíticas del Paraguay.
En Julio de 1717 llegó a Buenos Aires y en agosto se estableció en el
Convento de los Jesuitas de Córdoba donde continuó sus estudios
teológicos, y compuso música que luego se enviaba por medio de
emisarios, a los 30 pueblos que formaban parte de las Reducciones.
En los breves ocho años y cinco meses de actividad en las
Reducciones Jesuíticas, Zipoli compuso una enorme cantidad
de música, que hasta hace poco tiempo era desconocida, ya que la
mayor parte de su obra fue destruida, luego de la expulsión de los
Jesuitas en 1767.

Recién en 1959 el musicólogo norteamericano Robert Stevenson
halló, en Sucre, Bolivia copias de su Misa en Fa, copiada en
Potosí en 1784 por pedido del Virrey de Lima.
Y en el año 1972, el descubrimiento de más de 10,500
manuscritos en la Reducción de Chiquitos, Bolivia por parte del
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth; hallazgo
considerado como el de mayor trascendencia para la musicología
de Hispanoamérica, en las últimas décadas. Entre estos
manuscritos se encuentran numerosas Misas, Motetes, Himnos y
piezas para órgano.
En el otoño de 1725 Zipoli enfermó de tuberculosis, por lo que fue
trasladado a la Estancia Santa Catalina, lugar de reposo de los
padres jesuitas, a 50 kilómetros de Córdoba, donde falleció el 2 de
enero de 1726 a la edad de 38 años. Recibió la orden sacerdotal y
fue sepultado en el cementerio de Santa Catalina.

Martín Schmid (1694 – 1772 )
Uno de los misioneros más importantes en Chiquitos fue el sacerdote,
músico y arquitecto Martín Schmid, Jesuita suizo de habla alemán,
nacido el 26 de Septiembre de 1694 en Baar, cantón de Zug.
Asistió al colegio jesuita de Lucerna, Suiza y entró en 1717 en la
Compañía y siguió sus estudios en Landsberg e Ingolstadt en Baviera.
En 1726, recibió la ordenación sacerdotal en Eichstädt y salió en
seguida como misionero para América. Después de una estadía
prolongada en Sevilla, llegó en 1729 a Buenos Aires, de donde viajó
por Córdoba, Salta, Potosí y Sucre a Santa Cruz, para llegar en 1730 a
San Javier de Chiquitos.
Trabajó 36 años en Chiquitos, casi siempre como compañero del cura
en los pueblos que más necesitaban su destreza como músico,
arquitecto y artesano.

Schmid introdujo la música polifónica barroca en Chiquitos,
arreglando y componiendo piezas de música, enseñándolas a los
indígenas, y construyendo órganos y muchos otros instrumentos
musicales.

No menos importante es su obra arquitectónica que consiste en la
construcción de tres de las seis iglesias conservadas hasta hoy, San
Rafael, San Javier y Concepción.
Además, levantó los retablos tallados de la iglesia de Concepción y
fabricó otros muebles, imágenes de madera y cerámica, trabajó como
relojero, lingüista y autor de textos en chiquitano: enseñó el arte de
cocer tejas y baldosas, de fundir estaño y bronce.
Expulsado en 1767 a pesar de su edad, tenía que volver por el
desierto de Arica y pasar por Panamá para llegar a Europa en 1771 a
Lucerna, donde murió el 10 de marzo de 1772, poco antes de la
disolución de la orden.

La Ópera Ignacio de Loyola
Descubierta a comienzos de la última década del siglo XX, de la
ópera de San Ignacio se encontraron dos copias: una en los
archivos de Chiquitos (Santa Cruz, Bolivia), y otra en la Misión de
San Ignacio en la provincia de Moxos (Bolivia). La partitura fue
restaurada y transcrita por el musicólogo Bernardo Illari.
Compuesta entre 1717 y 1726, la creación de la música se
atribuye al jesuita toscano Domenico Zipoli, conjuntamente con el
también jesuita suizo Martin Schmid.
Con texto castellano, de autor desconocido, posee un libreto
pedagógicamente eficaz. Los personajes principales son San
Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y el demonio, quien a
pesar de su dudosa seducción, no consigue desviar a los dos
santos de su sagrado deber, la evangelización.

El drama evangelizador, u ópera, como se denominaba a todas las
obras escénicas que se ejecutaban en las misiones, fue muy
popular en la vida de las reducciones jesuíticas y resultó un aporte
único al repertorio americano de la ópera en tiempos de la colonia.
Las óperas se representaban en los momentos más significativos
del año litúrgico o en ocasión de acontecimientos de importancia
política.
Su puesta en escena tenía lugar hacia el anochecer, en la plaza
mayor, junto al pórtico de la Iglesia o al castillo del estandarte real.
Los actores eran los aborígenes mismos y a menudo, se insertaban
elementos del mundo indígena: vestuarios ricos y coloristas
adecuados al papel representado, escenografía típica de la zona
con arcos de flores y plantas selváticas, frutas tropicales, pájaros
de gran colorido y animales salvajes.


Slide 13

La Música
en las Misiones
Jesuitas de Sudamérica

Obertura
Ópera Ignacio de Loyola

Mapa de la
Misiones Jesuitas
en Sudamérica

1561 - 1767

Las Misiones Jesuitas en Sudamérica después de 1767.
A raíz de la expulsión de los jesuitas de los territorios españoles de
América en 1767, las misiones del Paraguay fueron destruidas y las
misiones de Chiquitos y Moxos en Bolivia fueron prácticamente
abandonadas.
Sin embargo, después de casi 250 años, las Misiones Jesuitas en Bolivia
aún se mantienen en pie. Fueron restauradas entre 1972 y 1998 por el
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth.
San José, Santa Ana, San Rafael, San Miguel, San Ignacio, La
Concepción y San Javier, son siete de las diez poblaciones Chiquitanas
que hasta hoy han podido preservar las construcciones misioneras.
En 1991, las Misiones Jesuitas de Bolivia fueron declaradas como
“Patrimonio Cultural de la Humanidad” por la UNESCO.

La Música Perdida de las Misiones Jesuitas en Sudamérica.
Por más de 200 años, desde 1767 hasta 1972 no se tenía ninguna
información sobre la música compuesta por los misioneros para ser
usada en la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica.
Sin embargo, milagrosamente durante unos trabajos de restauración de
las Reducciones Jesuíticas en Bolivia, en al año 1972, el arquitecto suizo
y hermano jesuita Hans Roth descubrió más de cinco mil quinientas
páginas de partituras de música barroca en las localidades de Santa Ana
y San Rafael
Hoy todas están guardadas en Concepción. Alrededor de 4 mil proceden
de San Rafael y mil 500 de Santa Ana.
Este hallazgo causó una conmoción en la historiografía musical de
Bolivia, Paraguay y Argentina.

No sorprende esta cantidad de obras ya que la música se tocaba
todos los días y en cada una de las iglesias hubo entre 30 y 40
profesionales músicos.
Las partituras en cuestión, dan testimonio de la rica cultura musical
que los religiosos habían desarrollado, junto con los indígenas,
durante el proceso de evangelización del nuevo continente.

Es importante destacar que entre los manuscritos hallados se
encuentran composiciones de músicos indígenas, ya que éstos
también aprendieron las técnicas de composición musical.
Se trata de uno de los archivos más importantes de música barroca a
escala mundial, tanto que ha dado lugar a la creación de un festival
bienal de música barroca en la provincia de Chiquitos en Bolivia.

Mapa de la Misiones
Jesuitas en Bolivia en
las provincias de
Moxos y Chiquitos
( hoy Santa Cruz)

Fotos de las Misiones Jesuitas de Bolivia

Las Reducciones
Las Reducciones eran el centro de la vida comunal. Guiados por los
eclesiásticos, los indígenas aprendieron no sólo las diversas técnicas
artesanales, sino también la construcción de instrumentos musicales
de todo tipo, con una sorprendente perfección: órganos, arpas, laúdes,
violas, arpas, flautas, etc.
De hecho, la música jugaba un papel preponderante en la educación y
la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica. Entre ellos
los guaraníes, sorprendían a sus maestros por su aptitud musical.
El padre Charlevoix escribe en su “Histoire du Paraguay” (1756) que
“casi se podría decir que son cantores por naturaleza, como los
pájaros” y el jesuita alemán Padre Sepp relata: “son por naturaleza
como hechos para la música; aprenden a tocar con sorprendente
facilidad y destreza toda clase de instrumentos, y eso en muy poco
tiempo”.

En las reducciones los indígenas eran súbditos libres de la corona.
Ellas estaban vedadas a los colonos y funcionarios españoles,
medida necesaria para evitar los abusos de los que eran objeto los
indígenas.
Los Jesuitas protegían a los indios del trabajo forzado y la esclavitud,
sobre todo la de los “bandeirantes” portugueses una de cuyas
ocupaciones gananciales era la caza de esclavos.
El polifacético sacerdote, músico y arquitecto Martin Schmid se
dedicó junto con sus alumnos indígenas a la construcción de
instrumentos musicales como órganos, violines, violoncelos y
contrabajos con finas maderas de la zona.
La orfebrería de la región se destacó por la fabricación de custodias
de plata y otros elementos decorativos que se utilizaban en las
iglesias. Atriles, cálices y copones en gran variedad, aureolas y
coronas de santos, vinajeras y crismeros con sus bandejas,
constituían algunas de los piezas mas admiradas.

Localización de las “Misiones Jesuitas del Paraguay” que hoy en día se
encuentran distribuidas en territorio de Argentina, Brasil y Paraguay

Los Maestros de las Misiones.
Los maestros más importantes de la música y el arte en las misiones
de Sudamérica fueron los siguientes :
Juan Vaisseau ( 1584 -1617)
Jesuita Belga, cultivó la polifonía vocal sacra de los siglos XV y XVI y
se dedicó a estudiar música para utilizarla en la conversión de los
indios americanos.
Luis Berger ( 1587 – 1639)
Jesuita Francés, fue pintor, platero, músico, danzante y fabricante de
instrumentos musicales, trabajó en las misiones de Paraguay y Chile.
Pedro Comental (1595 – 1665)
Jesuita Italiano. Músico y matemático, en 1620 fue destinado a las
misiones guaraníes, donde estuvo hasta su muerte. Gracias a su
empeño la reducción de San Ignacio alcanzó la gloria de ser el primer
centro musical que hubo en estas regiones de América

Antonio Sepp (1655 – 1733)
Jesuita Alemán. Desde su niñez había sido instruido en la
música, y por su preciosa voz había sido escogido para
integrar el coro de cantores de la Corte Imperial, en la cual
alcanzó celebridad.

Era todo un artista y sabía tocar varios instrumentos, flauta,
corneta, piano, clarín, tromba marina o sacabuche, la viola y
la tiorba y también era compositor.
Destinado a la reducción de Yapeyú, le cupo la gloria de
convertir esta misión en el gran centro musical de fines del
siglo XVII y comienzos del XVIII. En las embarcaciones al
tocar los instrumentos y ser oídos por los indios, estos
acudían a la ribera para escuchar su música.

Juan José Mesner (1703 – 1769)
Jesuita Austriaco. Estudió letras, canto y música.

En 1736 fue destinado a las misiones de Chiquitos, donde
se unió al padre Schmid.
Fue allí donde realizó importantes transcripciones de
piezas musicales europeas.

Además, colaboró con el padre Schmid en la organización
de coros y en la composición musical.
La obra de este jesuita permaneció viva durante un largo
tiempo en muchas reducciones, donde los indios todavía
sabían componer y cantar la música que él les había
enseñado.

Doménico Zípoli (1688 – 1726)
Nació el 17 de octubre de 1688, en Prato, Italia, una pequeña ciudad, por
entonces plaza fortificada con muralla y ciudadela levantadas en el
siglo XIV. Recibió sus primeras lecciones de música de los maestros de
capilla de la Catedral de su ciudad natal.
En 1707 gracias al apoyo del Gran Duque Cosimo III realizó estudios en
Florencia, con Giovanni María Casini, Maestro de Capilla de la Catedral.
En 1708 se representó en Florencia un Oratorio de creación colectiva
“Sara in Egitto” compuesto por 24 autores, entre estos: Zipoli (quien creó
dos arias), Antonio Caldara, Alessandro Scarlatti y Giovanni M.Casini.
Partió luego a Nápoles donde estudió con Alessandro Scarlatti, a quien
abandonó en corto tiempo por agudas diferencias de carácter.

Epílogo
Ópera Ignacio de Loyola

En 1710 tomó lecciones de Bernardo Pasquini, en Roma, donde
estrenó ese mismo año y posteriormente en 1712 y años sucesivos,
sus composiciones, Vespri y Messa per la festa di San Carlo, en la
Iglesia San Carlo ai Catinari, por encargo de la Fraternidad Santa
Cecilia.
En 1713 presentó su Oratorio Sant’Antonio di Padova, en la Iglesia
Santa María in Vallicella, y en 1714 en la Iglesia de San Girolamo della
Caritá su Oratorio, Santa Caterina Vergine e Martire.
En 1715 obtuvo el puesto de organista de la iglesia de los Jesuítas de
Roma.

En 1716 se publicaron, primero en Roma, y luego en Londres, sus
Sonate D’Intavolatura per Organo e Címbalo. dos únicos volúmenes a
los que debe todo el reconocimiento universal a su genio.

Motivado por la vocación sacerdotal, viajó a Sevilla, España ingresó a
la Compañía de Jesús, a mediados de 1716.
El 5 abril de 1717, partió una expedición organizada por los Jesuítas,
rumbo al Río de la Plata. Zipoli, junto al historiador Pedro Lozano, los
misioneros Nussdorfer, Asperger y Lizardi y los arquitectos Primoli y
Bianchi, realizaron la travesía de tres meses para trabajar en las ya
célebres Reducciones Jesuíticas del Paraguay.
En Julio de 1717 llegó a Buenos Aires y en agosto se estableció en el
Convento de los Jesuitas de Córdoba donde continuó sus estudios
teológicos, y compuso música que luego se enviaba por medio de
emisarios, a los 30 pueblos que formaban parte de las Reducciones.
En los breves ocho años y cinco meses de actividad en las
Reducciones Jesuíticas, Zipoli compuso una enorme cantidad
de música, que hasta hace poco tiempo era desconocida, ya que la
mayor parte de su obra fue destruida, luego de la expulsión de los
Jesuitas en 1767.

Recién en 1959 el musicólogo norteamericano Robert Stevenson
halló, en Sucre, Bolivia copias de su Misa en Fa, copiada en
Potosí en 1784 por pedido del Virrey de Lima.
Y en el año 1972, el descubrimiento de más de 10,500
manuscritos en la Reducción de Chiquitos, Bolivia por parte del
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth; hallazgo
considerado como el de mayor trascendencia para la musicología
de Hispanoamérica, en las últimas décadas. Entre estos
manuscritos se encuentran numerosas Misas, Motetes, Himnos y
piezas para órgano.
En el otoño de 1725 Zipoli enfermó de tuberculosis, por lo que fue
trasladado a la Estancia Santa Catalina, lugar de reposo de los
padres jesuitas, a 50 kilómetros de Córdoba, donde falleció el 2 de
enero de 1726 a la edad de 38 años. Recibió la orden sacerdotal y
fue sepultado en el cementerio de Santa Catalina.

Martín Schmid (1694 – 1772 )
Uno de los misioneros más importantes en Chiquitos fue el sacerdote,
músico y arquitecto Martín Schmid, Jesuita suizo de habla alemán,
nacido el 26 de Septiembre de 1694 en Baar, cantón de Zug.
Asistió al colegio jesuita de Lucerna, Suiza y entró en 1717 en la
Compañía y siguió sus estudios en Landsberg e Ingolstadt en Baviera.
En 1726, recibió la ordenación sacerdotal en Eichstädt y salió en
seguida como misionero para América. Después de una estadía
prolongada en Sevilla, llegó en 1729 a Buenos Aires, de donde viajó
por Córdoba, Salta, Potosí y Sucre a Santa Cruz, para llegar en 1730 a
San Javier de Chiquitos.
Trabajó 36 años en Chiquitos, casi siempre como compañero del cura
en los pueblos que más necesitaban su destreza como músico,
arquitecto y artesano.

Schmid introdujo la música polifónica barroca en Chiquitos,
arreglando y componiendo piezas de música, enseñándolas a los
indígenas, y construyendo órganos y muchos otros instrumentos
musicales.

No menos importante es su obra arquitectónica que consiste en la
construcción de tres de las seis iglesias conservadas hasta hoy, San
Rafael, San Javier y Concepción.
Además, levantó los retablos tallados de la iglesia de Concepción y
fabricó otros muebles, imágenes de madera y cerámica, trabajó como
relojero, lingüista y autor de textos en chiquitano: enseñó el arte de
cocer tejas y baldosas, de fundir estaño y bronce.
Expulsado en 1767 a pesar de su edad, tenía que volver por el
desierto de Arica y pasar por Panamá para llegar a Europa en 1771 a
Lucerna, donde murió el 10 de marzo de 1772, poco antes de la
disolución de la orden.

La Ópera Ignacio de Loyola
Descubierta a comienzos de la última década del siglo XX, de la
ópera de San Ignacio se encontraron dos copias: una en los
archivos de Chiquitos (Santa Cruz, Bolivia), y otra en la Misión de
San Ignacio en la provincia de Moxos (Bolivia). La partitura fue
restaurada y transcrita por el musicólogo Bernardo Illari.
Compuesta entre 1717 y 1726, la creación de la música se
atribuye al jesuita toscano Domenico Zipoli, conjuntamente con el
también jesuita suizo Martin Schmid.
Con texto castellano, de autor desconocido, posee un libreto
pedagógicamente eficaz. Los personajes principales son San
Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y el demonio, quien a
pesar de su dudosa seducción, no consigue desviar a los dos
santos de su sagrado deber, la evangelización.

El drama evangelizador, u ópera, como se denominaba a todas las
obras escénicas que se ejecutaban en las misiones, fue muy
popular en la vida de las reducciones jesuíticas y resultó un aporte
único al repertorio americano de la ópera en tiempos de la colonia.
Las óperas se representaban en los momentos más significativos
del año litúrgico o en ocasión de acontecimientos de importancia
política.
Su puesta en escena tenía lugar hacia el anochecer, en la plaza
mayor, junto al pórtico de la Iglesia o al castillo del estandarte real.
Los actores eran los aborígenes mismos y a menudo, se insertaban
elementos del mundo indígena: vestuarios ricos y coloristas
adecuados al papel representado, escenografía típica de la zona
con arcos de flores y plantas selváticas, frutas tropicales, pájaros
de gran colorido y animales salvajes.


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La Música
en las Misiones
Jesuitas de Sudamérica

Obertura
Ópera Ignacio de Loyola

Mapa de la
Misiones Jesuitas
en Sudamérica

1561 - 1767

Las Misiones Jesuitas en Sudamérica después de 1767.
A raíz de la expulsión de los jesuitas de los territorios españoles de
América en 1767, las misiones del Paraguay fueron destruidas y las
misiones de Chiquitos y Moxos en Bolivia fueron prácticamente
abandonadas.
Sin embargo, después de casi 250 años, las Misiones Jesuitas en Bolivia
aún se mantienen en pie. Fueron restauradas entre 1972 y 1998 por el
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth.
San José, Santa Ana, San Rafael, San Miguel, San Ignacio, La
Concepción y San Javier, son siete de las diez poblaciones Chiquitanas
que hasta hoy han podido preservar las construcciones misioneras.
En 1991, las Misiones Jesuitas de Bolivia fueron declaradas como
“Patrimonio Cultural de la Humanidad” por la UNESCO.

La Música Perdida de las Misiones Jesuitas en Sudamérica.
Por más de 200 años, desde 1767 hasta 1972 no se tenía ninguna
información sobre la música compuesta por los misioneros para ser
usada en la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica.
Sin embargo, milagrosamente durante unos trabajos de restauración de
las Reducciones Jesuíticas en Bolivia, en al año 1972, el arquitecto suizo
y hermano jesuita Hans Roth descubrió más de cinco mil quinientas
páginas de partituras de música barroca en las localidades de Santa Ana
y San Rafael
Hoy todas están guardadas en Concepción. Alrededor de 4 mil proceden
de San Rafael y mil 500 de Santa Ana.
Este hallazgo causó una conmoción en la historiografía musical de
Bolivia, Paraguay y Argentina.

No sorprende esta cantidad de obras ya que la música se tocaba
todos los días y en cada una de las iglesias hubo entre 30 y 40
profesionales músicos.
Las partituras en cuestión, dan testimonio de la rica cultura musical
que los religiosos habían desarrollado, junto con los indígenas,
durante el proceso de evangelización del nuevo continente.

Es importante destacar que entre los manuscritos hallados se
encuentran composiciones de músicos indígenas, ya que éstos
también aprendieron las técnicas de composición musical.
Se trata de uno de los archivos más importantes de música barroca a
escala mundial, tanto que ha dado lugar a la creación de un festival
bienal de música barroca en la provincia de Chiquitos en Bolivia.

Mapa de la Misiones
Jesuitas en Bolivia en
las provincias de
Moxos y Chiquitos
( hoy Santa Cruz)

Fotos de las Misiones Jesuitas de Bolivia

Las Reducciones
Las Reducciones eran el centro de la vida comunal. Guiados por los
eclesiásticos, los indígenas aprendieron no sólo las diversas técnicas
artesanales, sino también la construcción de instrumentos musicales
de todo tipo, con una sorprendente perfección: órganos, arpas, laúdes,
violas, arpas, flautas, etc.
De hecho, la música jugaba un papel preponderante en la educación y
la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica. Entre ellos
los guaraníes, sorprendían a sus maestros por su aptitud musical.
El padre Charlevoix escribe en su “Histoire du Paraguay” (1756) que
“casi se podría decir que son cantores por naturaleza, como los
pájaros” y el jesuita alemán Padre Sepp relata: “son por naturaleza
como hechos para la música; aprenden a tocar con sorprendente
facilidad y destreza toda clase de instrumentos, y eso en muy poco
tiempo”.

En las reducciones los indígenas eran súbditos libres de la corona.
Ellas estaban vedadas a los colonos y funcionarios españoles,
medida necesaria para evitar los abusos de los que eran objeto los
indígenas.
Los Jesuitas protegían a los indios del trabajo forzado y la esclavitud,
sobre todo la de los “bandeirantes” portugueses una de cuyas
ocupaciones gananciales era la caza de esclavos.
El polifacético sacerdote, músico y arquitecto Martin Schmid se
dedicó junto con sus alumnos indígenas a la construcción de
instrumentos musicales como órganos, violines, violoncelos y
contrabajos con finas maderas de la zona.
La orfebrería de la región se destacó por la fabricación de custodias
de plata y otros elementos decorativos que se utilizaban en las
iglesias. Atriles, cálices y copones en gran variedad, aureolas y
coronas de santos, vinajeras y crismeros con sus bandejas,
constituían algunas de los piezas mas admiradas.

Localización de las “Misiones Jesuitas del Paraguay” que hoy en día se
encuentran distribuidas en territorio de Argentina, Brasil y Paraguay

Los Maestros de las Misiones.
Los maestros más importantes de la música y el arte en las misiones
de Sudamérica fueron los siguientes :
Juan Vaisseau ( 1584 -1617)
Jesuita Belga, cultivó la polifonía vocal sacra de los siglos XV y XVI y
se dedicó a estudiar música para utilizarla en la conversión de los
indios americanos.
Luis Berger ( 1587 – 1639)
Jesuita Francés, fue pintor, platero, músico, danzante y fabricante de
instrumentos musicales, trabajó en las misiones de Paraguay y Chile.
Pedro Comental (1595 – 1665)
Jesuita Italiano. Músico y matemático, en 1620 fue destinado a las
misiones guaraníes, donde estuvo hasta su muerte. Gracias a su
empeño la reducción de San Ignacio alcanzó la gloria de ser el primer
centro musical que hubo en estas regiones de América

Antonio Sepp (1655 – 1733)
Jesuita Alemán. Desde su niñez había sido instruido en la
música, y por su preciosa voz había sido escogido para
integrar el coro de cantores de la Corte Imperial, en la cual
alcanzó celebridad.

Era todo un artista y sabía tocar varios instrumentos, flauta,
corneta, piano, clarín, tromba marina o sacabuche, la viola y
la tiorba y también era compositor.
Destinado a la reducción de Yapeyú, le cupo la gloria de
convertir esta misión en el gran centro musical de fines del
siglo XVII y comienzos del XVIII. En las embarcaciones al
tocar los instrumentos y ser oídos por los indios, estos
acudían a la ribera para escuchar su música.

Juan José Mesner (1703 – 1769)
Jesuita Austriaco. Estudió letras, canto y música.

En 1736 fue destinado a las misiones de Chiquitos, donde
se unió al padre Schmid.
Fue allí donde realizó importantes transcripciones de
piezas musicales europeas.

Además, colaboró con el padre Schmid en la organización
de coros y en la composición musical.
La obra de este jesuita permaneció viva durante un largo
tiempo en muchas reducciones, donde los indios todavía
sabían componer y cantar la música que él les había
enseñado.

Doménico Zípoli (1688 – 1726)
Nació el 17 de octubre de 1688, en Prato, Italia, una pequeña ciudad, por
entonces plaza fortificada con muralla y ciudadela levantadas en el
siglo XIV. Recibió sus primeras lecciones de música de los maestros de
capilla de la Catedral de su ciudad natal.
En 1707 gracias al apoyo del Gran Duque Cosimo III realizó estudios en
Florencia, con Giovanni María Casini, Maestro de Capilla de la Catedral.
En 1708 se representó en Florencia un Oratorio de creación colectiva
“Sara in Egitto” compuesto por 24 autores, entre estos: Zipoli (quien creó
dos arias), Antonio Caldara, Alessandro Scarlatti y Giovanni M.Casini.
Partió luego a Nápoles donde estudió con Alessandro Scarlatti, a quien
abandonó en corto tiempo por agudas diferencias de carácter.

Epílogo
Ópera Ignacio de Loyola

En 1710 tomó lecciones de Bernardo Pasquini, en Roma, donde
estrenó ese mismo año y posteriormente en 1712 y años sucesivos,
sus composiciones, Vespri y Messa per la festa di San Carlo, en la
Iglesia San Carlo ai Catinari, por encargo de la Fraternidad Santa
Cecilia.
En 1713 presentó su Oratorio Sant’Antonio di Padova, en la Iglesia
Santa María in Vallicella, y en 1714 en la Iglesia de San Girolamo della
Caritá su Oratorio, Santa Caterina Vergine e Martire.
En 1715 obtuvo el puesto de organista de la iglesia de los Jesuítas de
Roma.

En 1716 se publicaron, primero en Roma, y luego en Londres, sus
Sonate D’Intavolatura per Organo e Címbalo. dos únicos volúmenes a
los que debe todo el reconocimiento universal a su genio.

Motivado por la vocación sacerdotal, viajó a Sevilla, España ingresó a
la Compañía de Jesús, a mediados de 1716.
El 5 abril de 1717, partió una expedición organizada por los Jesuítas,
rumbo al Río de la Plata. Zipoli, junto al historiador Pedro Lozano, los
misioneros Nussdorfer, Asperger y Lizardi y los arquitectos Primoli y
Bianchi, realizaron la travesía de tres meses para trabajar en las ya
célebres Reducciones Jesuíticas del Paraguay.
En Julio de 1717 llegó a Buenos Aires y en agosto se estableció en el
Convento de los Jesuitas de Córdoba donde continuó sus estudios
teológicos, y compuso música que luego se enviaba por medio de
emisarios, a los 30 pueblos que formaban parte de las Reducciones.
En los breves ocho años y cinco meses de actividad en las
Reducciones Jesuíticas, Zipoli compuso una enorme cantidad
de música, que hasta hace poco tiempo era desconocida, ya que la
mayor parte de su obra fue destruida, luego de la expulsión de los
Jesuitas en 1767.

Recién en 1959 el musicólogo norteamericano Robert Stevenson
halló, en Sucre, Bolivia copias de su Misa en Fa, copiada en
Potosí en 1784 por pedido del Virrey de Lima.
Y en el año 1972, el descubrimiento de más de 10,500
manuscritos en la Reducción de Chiquitos, Bolivia por parte del
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth; hallazgo
considerado como el de mayor trascendencia para la musicología
de Hispanoamérica, en las últimas décadas. Entre estos
manuscritos se encuentran numerosas Misas, Motetes, Himnos y
piezas para órgano.
En el otoño de 1725 Zipoli enfermó de tuberculosis, por lo que fue
trasladado a la Estancia Santa Catalina, lugar de reposo de los
padres jesuitas, a 50 kilómetros de Córdoba, donde falleció el 2 de
enero de 1726 a la edad de 38 años. Recibió la orden sacerdotal y
fue sepultado en el cementerio de Santa Catalina.

Martín Schmid (1694 – 1772 )
Uno de los misioneros más importantes en Chiquitos fue el sacerdote,
músico y arquitecto Martín Schmid, Jesuita suizo de habla alemán,
nacido el 26 de Septiembre de 1694 en Baar, cantón de Zug.
Asistió al colegio jesuita de Lucerna, Suiza y entró en 1717 en la
Compañía y siguió sus estudios en Landsberg e Ingolstadt en Baviera.
En 1726, recibió la ordenación sacerdotal en Eichstädt y salió en
seguida como misionero para América. Después de una estadía
prolongada en Sevilla, llegó en 1729 a Buenos Aires, de donde viajó
por Córdoba, Salta, Potosí y Sucre a Santa Cruz, para llegar en 1730 a
San Javier de Chiquitos.
Trabajó 36 años en Chiquitos, casi siempre como compañero del cura
en los pueblos que más necesitaban su destreza como músico,
arquitecto y artesano.

Schmid introdujo la música polifónica barroca en Chiquitos,
arreglando y componiendo piezas de música, enseñándolas a los
indígenas, y construyendo órganos y muchos otros instrumentos
musicales.

No menos importante es su obra arquitectónica que consiste en la
construcción de tres de las seis iglesias conservadas hasta hoy, San
Rafael, San Javier y Concepción.
Además, levantó los retablos tallados de la iglesia de Concepción y
fabricó otros muebles, imágenes de madera y cerámica, trabajó como
relojero, lingüista y autor de textos en chiquitano: enseñó el arte de
cocer tejas y baldosas, de fundir estaño y bronce.
Expulsado en 1767 a pesar de su edad, tenía que volver por el
desierto de Arica y pasar por Panamá para llegar a Europa en 1771 a
Lucerna, donde murió el 10 de marzo de 1772, poco antes de la
disolución de la orden.

La Ópera Ignacio de Loyola
Descubierta a comienzos de la última década del siglo XX, de la
ópera de San Ignacio se encontraron dos copias: una en los
archivos de Chiquitos (Santa Cruz, Bolivia), y otra en la Misión de
San Ignacio en la provincia de Moxos (Bolivia). La partitura fue
restaurada y transcrita por el musicólogo Bernardo Illari.
Compuesta entre 1717 y 1726, la creación de la música se
atribuye al jesuita toscano Domenico Zipoli, conjuntamente con el
también jesuita suizo Martin Schmid.
Con texto castellano, de autor desconocido, posee un libreto
pedagógicamente eficaz. Los personajes principales son San
Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y el demonio, quien a
pesar de su dudosa seducción, no consigue desviar a los dos
santos de su sagrado deber, la evangelización.

El drama evangelizador, u ópera, como se denominaba a todas las
obras escénicas que se ejecutaban en las misiones, fue muy
popular en la vida de las reducciones jesuíticas y resultó un aporte
único al repertorio americano de la ópera en tiempos de la colonia.
Las óperas se representaban en los momentos más significativos
del año litúrgico o en ocasión de acontecimientos de importancia
política.
Su puesta en escena tenía lugar hacia el anochecer, en la plaza
mayor, junto al pórtico de la Iglesia o al castillo del estandarte real.
Los actores eran los aborígenes mismos y a menudo, se insertaban
elementos del mundo indígena: vestuarios ricos y coloristas
adecuados al papel representado, escenografía típica de la zona
con arcos de flores y plantas selváticas, frutas tropicales, pájaros
de gran colorido y animales salvajes.


Slide 15

La Música
en las Misiones
Jesuitas de Sudamérica

Obertura
Ópera Ignacio de Loyola

Mapa de la
Misiones Jesuitas
en Sudamérica

1561 - 1767

Las Misiones Jesuitas en Sudamérica después de 1767.
A raíz de la expulsión de los jesuitas de los territorios españoles de
América en 1767, las misiones del Paraguay fueron destruidas y las
misiones de Chiquitos y Moxos en Bolivia fueron prácticamente
abandonadas.
Sin embargo, después de casi 250 años, las Misiones Jesuitas en Bolivia
aún se mantienen en pie. Fueron restauradas entre 1972 y 1998 por el
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth.
San José, Santa Ana, San Rafael, San Miguel, San Ignacio, La
Concepción y San Javier, son siete de las diez poblaciones Chiquitanas
que hasta hoy han podido preservar las construcciones misioneras.
En 1991, las Misiones Jesuitas de Bolivia fueron declaradas como
“Patrimonio Cultural de la Humanidad” por la UNESCO.

La Música Perdida de las Misiones Jesuitas en Sudamérica.
Por más de 200 años, desde 1767 hasta 1972 no se tenía ninguna
información sobre la música compuesta por los misioneros para ser
usada en la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica.
Sin embargo, milagrosamente durante unos trabajos de restauración de
las Reducciones Jesuíticas en Bolivia, en al año 1972, el arquitecto suizo
y hermano jesuita Hans Roth descubrió más de cinco mil quinientas
páginas de partituras de música barroca en las localidades de Santa Ana
y San Rafael
Hoy todas están guardadas en Concepción. Alrededor de 4 mil proceden
de San Rafael y mil 500 de Santa Ana.
Este hallazgo causó una conmoción en la historiografía musical de
Bolivia, Paraguay y Argentina.

No sorprende esta cantidad de obras ya que la música se tocaba
todos los días y en cada una de las iglesias hubo entre 30 y 40
profesionales músicos.
Las partituras en cuestión, dan testimonio de la rica cultura musical
que los religiosos habían desarrollado, junto con los indígenas,
durante el proceso de evangelización del nuevo continente.

Es importante destacar que entre los manuscritos hallados se
encuentran composiciones de músicos indígenas, ya que éstos
también aprendieron las técnicas de composición musical.
Se trata de uno de los archivos más importantes de música barroca a
escala mundial, tanto que ha dado lugar a la creación de un festival
bienal de música barroca en la provincia de Chiquitos en Bolivia.

Mapa de la Misiones
Jesuitas en Bolivia en
las provincias de
Moxos y Chiquitos
( hoy Santa Cruz)

Fotos de las Misiones Jesuitas de Bolivia

Las Reducciones
Las Reducciones eran el centro de la vida comunal. Guiados por los
eclesiásticos, los indígenas aprendieron no sólo las diversas técnicas
artesanales, sino también la construcción de instrumentos musicales
de todo tipo, con una sorprendente perfección: órganos, arpas, laúdes,
violas, arpas, flautas, etc.
De hecho, la música jugaba un papel preponderante en la educación y
la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica. Entre ellos
los guaraníes, sorprendían a sus maestros por su aptitud musical.
El padre Charlevoix escribe en su “Histoire du Paraguay” (1756) que
“casi se podría decir que son cantores por naturaleza, como los
pájaros” y el jesuita alemán Padre Sepp relata: “son por naturaleza
como hechos para la música; aprenden a tocar con sorprendente
facilidad y destreza toda clase de instrumentos, y eso en muy poco
tiempo”.

En las reducciones los indígenas eran súbditos libres de la corona.
Ellas estaban vedadas a los colonos y funcionarios españoles,
medida necesaria para evitar los abusos de los que eran objeto los
indígenas.
Los Jesuitas protegían a los indios del trabajo forzado y la esclavitud,
sobre todo la de los “bandeirantes” portugueses una de cuyas
ocupaciones gananciales era la caza de esclavos.
El polifacético sacerdote, músico y arquitecto Martin Schmid se
dedicó junto con sus alumnos indígenas a la construcción de
instrumentos musicales como órganos, violines, violoncelos y
contrabajos con finas maderas de la zona.
La orfebrería de la región se destacó por la fabricación de custodias
de plata y otros elementos decorativos que se utilizaban en las
iglesias. Atriles, cálices y copones en gran variedad, aureolas y
coronas de santos, vinajeras y crismeros con sus bandejas,
constituían algunas de los piezas mas admiradas.

Localización de las “Misiones Jesuitas del Paraguay” que hoy en día se
encuentran distribuidas en territorio de Argentina, Brasil y Paraguay

Los Maestros de las Misiones.
Los maestros más importantes de la música y el arte en las misiones
de Sudamérica fueron los siguientes :
Juan Vaisseau ( 1584 -1617)
Jesuita Belga, cultivó la polifonía vocal sacra de los siglos XV y XVI y
se dedicó a estudiar música para utilizarla en la conversión de los
indios americanos.
Luis Berger ( 1587 – 1639)
Jesuita Francés, fue pintor, platero, músico, danzante y fabricante de
instrumentos musicales, trabajó en las misiones de Paraguay y Chile.
Pedro Comental (1595 – 1665)
Jesuita Italiano. Músico y matemático, en 1620 fue destinado a las
misiones guaraníes, donde estuvo hasta su muerte. Gracias a su
empeño la reducción de San Ignacio alcanzó la gloria de ser el primer
centro musical que hubo en estas regiones de América

Antonio Sepp (1655 – 1733)
Jesuita Alemán. Desde su niñez había sido instruido en la
música, y por su preciosa voz había sido escogido para
integrar el coro de cantores de la Corte Imperial, en la cual
alcanzó celebridad.

Era todo un artista y sabía tocar varios instrumentos, flauta,
corneta, piano, clarín, tromba marina o sacabuche, la viola y
la tiorba y también era compositor.
Destinado a la reducción de Yapeyú, le cupo la gloria de
convertir esta misión en el gran centro musical de fines del
siglo XVII y comienzos del XVIII. En las embarcaciones al
tocar los instrumentos y ser oídos por los indios, estos
acudían a la ribera para escuchar su música.

Juan José Mesner (1703 – 1769)
Jesuita Austriaco. Estudió letras, canto y música.

En 1736 fue destinado a las misiones de Chiquitos, donde
se unió al padre Schmid.
Fue allí donde realizó importantes transcripciones de
piezas musicales europeas.

Además, colaboró con el padre Schmid en la organización
de coros y en la composición musical.
La obra de este jesuita permaneció viva durante un largo
tiempo en muchas reducciones, donde los indios todavía
sabían componer y cantar la música que él les había
enseñado.

Doménico Zípoli (1688 – 1726)
Nació el 17 de octubre de 1688, en Prato, Italia, una pequeña ciudad, por
entonces plaza fortificada con muralla y ciudadela levantadas en el
siglo XIV. Recibió sus primeras lecciones de música de los maestros de
capilla de la Catedral de su ciudad natal.
En 1707 gracias al apoyo del Gran Duque Cosimo III realizó estudios en
Florencia, con Giovanni María Casini, Maestro de Capilla de la Catedral.
En 1708 se representó en Florencia un Oratorio de creación colectiva
“Sara in Egitto” compuesto por 24 autores, entre estos: Zipoli (quien creó
dos arias), Antonio Caldara, Alessandro Scarlatti y Giovanni M.Casini.
Partió luego a Nápoles donde estudió con Alessandro Scarlatti, a quien
abandonó en corto tiempo por agudas diferencias de carácter.

Epílogo
Ópera Ignacio de Loyola

En 1710 tomó lecciones de Bernardo Pasquini, en Roma, donde
estrenó ese mismo año y posteriormente en 1712 y años sucesivos,
sus composiciones, Vespri y Messa per la festa di San Carlo, en la
Iglesia San Carlo ai Catinari, por encargo de la Fraternidad Santa
Cecilia.
En 1713 presentó su Oratorio Sant’Antonio di Padova, en la Iglesia
Santa María in Vallicella, y en 1714 en la Iglesia de San Girolamo della
Caritá su Oratorio, Santa Caterina Vergine e Martire.
En 1715 obtuvo el puesto de organista de la iglesia de los Jesuítas de
Roma.

En 1716 se publicaron, primero en Roma, y luego en Londres, sus
Sonate D’Intavolatura per Organo e Címbalo. dos únicos volúmenes a
los que debe todo el reconocimiento universal a su genio.

Motivado por la vocación sacerdotal, viajó a Sevilla, España ingresó a
la Compañía de Jesús, a mediados de 1716.
El 5 abril de 1717, partió una expedición organizada por los Jesuítas,
rumbo al Río de la Plata. Zipoli, junto al historiador Pedro Lozano, los
misioneros Nussdorfer, Asperger y Lizardi y los arquitectos Primoli y
Bianchi, realizaron la travesía de tres meses para trabajar en las ya
célebres Reducciones Jesuíticas del Paraguay.
En Julio de 1717 llegó a Buenos Aires y en agosto se estableció en el
Convento de los Jesuitas de Córdoba donde continuó sus estudios
teológicos, y compuso música que luego se enviaba por medio de
emisarios, a los 30 pueblos que formaban parte de las Reducciones.
En los breves ocho años y cinco meses de actividad en las
Reducciones Jesuíticas, Zipoli compuso una enorme cantidad
de música, que hasta hace poco tiempo era desconocida, ya que la
mayor parte de su obra fue destruida, luego de la expulsión de los
Jesuitas en 1767.

Recién en 1959 el musicólogo norteamericano Robert Stevenson
halló, en Sucre, Bolivia copias de su Misa en Fa, copiada en
Potosí en 1784 por pedido del Virrey de Lima.
Y en el año 1972, el descubrimiento de más de 10,500
manuscritos en la Reducción de Chiquitos, Bolivia por parte del
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth; hallazgo
considerado como el de mayor trascendencia para la musicología
de Hispanoamérica, en las últimas décadas. Entre estos
manuscritos se encuentran numerosas Misas, Motetes, Himnos y
piezas para órgano.
En el otoño de 1725 Zipoli enfermó de tuberculosis, por lo que fue
trasladado a la Estancia Santa Catalina, lugar de reposo de los
padres jesuitas, a 50 kilómetros de Córdoba, donde falleció el 2 de
enero de 1726 a la edad de 38 años. Recibió la orden sacerdotal y
fue sepultado en el cementerio de Santa Catalina.

Martín Schmid (1694 – 1772 )
Uno de los misioneros más importantes en Chiquitos fue el sacerdote,
músico y arquitecto Martín Schmid, Jesuita suizo de habla alemán,
nacido el 26 de Septiembre de 1694 en Baar, cantón de Zug.
Asistió al colegio jesuita de Lucerna, Suiza y entró en 1717 en la
Compañía y siguió sus estudios en Landsberg e Ingolstadt en Baviera.
En 1726, recibió la ordenación sacerdotal en Eichstädt y salió en
seguida como misionero para América. Después de una estadía
prolongada en Sevilla, llegó en 1729 a Buenos Aires, de donde viajó
por Córdoba, Salta, Potosí y Sucre a Santa Cruz, para llegar en 1730 a
San Javier de Chiquitos.
Trabajó 36 años en Chiquitos, casi siempre como compañero del cura
en los pueblos que más necesitaban su destreza como músico,
arquitecto y artesano.

Schmid introdujo la música polifónica barroca en Chiquitos,
arreglando y componiendo piezas de música, enseñándolas a los
indígenas, y construyendo órganos y muchos otros instrumentos
musicales.

No menos importante es su obra arquitectónica que consiste en la
construcción de tres de las seis iglesias conservadas hasta hoy, San
Rafael, San Javier y Concepción.
Además, levantó los retablos tallados de la iglesia de Concepción y
fabricó otros muebles, imágenes de madera y cerámica, trabajó como
relojero, lingüista y autor de textos en chiquitano: enseñó el arte de
cocer tejas y baldosas, de fundir estaño y bronce.
Expulsado en 1767 a pesar de su edad, tenía que volver por el
desierto de Arica y pasar por Panamá para llegar a Europa en 1771 a
Lucerna, donde murió el 10 de marzo de 1772, poco antes de la
disolución de la orden.

La Ópera Ignacio de Loyola
Descubierta a comienzos de la última década del siglo XX, de la
ópera de San Ignacio se encontraron dos copias: una en los
archivos de Chiquitos (Santa Cruz, Bolivia), y otra en la Misión de
San Ignacio en la provincia de Moxos (Bolivia). La partitura fue
restaurada y transcrita por el musicólogo Bernardo Illari.
Compuesta entre 1717 y 1726, la creación de la música se
atribuye al jesuita toscano Domenico Zipoli, conjuntamente con el
también jesuita suizo Martin Schmid.
Con texto castellano, de autor desconocido, posee un libreto
pedagógicamente eficaz. Los personajes principales son San
Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y el demonio, quien a
pesar de su dudosa seducción, no consigue desviar a los dos
santos de su sagrado deber, la evangelización.

El drama evangelizador, u ópera, como se denominaba a todas las
obras escénicas que se ejecutaban en las misiones, fue muy
popular en la vida de las reducciones jesuíticas y resultó un aporte
único al repertorio americano de la ópera en tiempos de la colonia.
Las óperas se representaban en los momentos más significativos
del año litúrgico o en ocasión de acontecimientos de importancia
política.
Su puesta en escena tenía lugar hacia el anochecer, en la plaza
mayor, junto al pórtico de la Iglesia o al castillo del estandarte real.
Los actores eran los aborígenes mismos y a menudo, se insertaban
elementos del mundo indígena: vestuarios ricos y coloristas
adecuados al papel representado, escenografía típica de la zona
con arcos de flores y plantas selváticas, frutas tropicales, pájaros
de gran colorido y animales salvajes.


Slide 16

La Música
en las Misiones
Jesuitas de Sudamérica

Obertura
Ópera Ignacio de Loyola

Mapa de la
Misiones Jesuitas
en Sudamérica

1561 - 1767

Las Misiones Jesuitas en Sudamérica después de 1767.
A raíz de la expulsión de los jesuitas de los territorios españoles de
América en 1767, las misiones del Paraguay fueron destruidas y las
misiones de Chiquitos y Moxos en Bolivia fueron prácticamente
abandonadas.
Sin embargo, después de casi 250 años, las Misiones Jesuitas en Bolivia
aún se mantienen en pie. Fueron restauradas entre 1972 y 1998 por el
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth.
San José, Santa Ana, San Rafael, San Miguel, San Ignacio, La
Concepción y San Javier, son siete de las diez poblaciones Chiquitanas
que hasta hoy han podido preservar las construcciones misioneras.
En 1991, las Misiones Jesuitas de Bolivia fueron declaradas como
“Patrimonio Cultural de la Humanidad” por la UNESCO.

La Música Perdida de las Misiones Jesuitas en Sudamérica.
Por más de 200 años, desde 1767 hasta 1972 no se tenía ninguna
información sobre la música compuesta por los misioneros para ser
usada en la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica.
Sin embargo, milagrosamente durante unos trabajos de restauración de
las Reducciones Jesuíticas en Bolivia, en al año 1972, el arquitecto suizo
y hermano jesuita Hans Roth descubrió más de cinco mil quinientas
páginas de partituras de música barroca en las localidades de Santa Ana
y San Rafael
Hoy todas están guardadas en Concepción. Alrededor de 4 mil proceden
de San Rafael y mil 500 de Santa Ana.
Este hallazgo causó una conmoción en la historiografía musical de
Bolivia, Paraguay y Argentina.

No sorprende esta cantidad de obras ya que la música se tocaba
todos los días y en cada una de las iglesias hubo entre 30 y 40
profesionales músicos.
Las partituras en cuestión, dan testimonio de la rica cultura musical
que los religiosos habían desarrollado, junto con los indígenas,
durante el proceso de evangelización del nuevo continente.

Es importante destacar que entre los manuscritos hallados se
encuentran composiciones de músicos indígenas, ya que éstos
también aprendieron las técnicas de composición musical.
Se trata de uno de los archivos más importantes de música barroca a
escala mundial, tanto que ha dado lugar a la creación de un festival
bienal de música barroca en la provincia de Chiquitos en Bolivia.

Mapa de la Misiones
Jesuitas en Bolivia en
las provincias de
Moxos y Chiquitos
( hoy Santa Cruz)

Fotos de las Misiones Jesuitas de Bolivia

Las Reducciones
Las Reducciones eran el centro de la vida comunal. Guiados por los
eclesiásticos, los indígenas aprendieron no sólo las diversas técnicas
artesanales, sino también la construcción de instrumentos musicales
de todo tipo, con una sorprendente perfección: órganos, arpas, laúdes,
violas, arpas, flautas, etc.
De hecho, la música jugaba un papel preponderante en la educación y
la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica. Entre ellos
los guaraníes, sorprendían a sus maestros por su aptitud musical.
El padre Charlevoix escribe en su “Histoire du Paraguay” (1756) que
“casi se podría decir que son cantores por naturaleza, como los
pájaros” y el jesuita alemán Padre Sepp relata: “son por naturaleza
como hechos para la música; aprenden a tocar con sorprendente
facilidad y destreza toda clase de instrumentos, y eso en muy poco
tiempo”.

En las reducciones los indígenas eran súbditos libres de la corona.
Ellas estaban vedadas a los colonos y funcionarios españoles,
medida necesaria para evitar los abusos de los que eran objeto los
indígenas.
Los Jesuitas protegían a los indios del trabajo forzado y la esclavitud,
sobre todo la de los “bandeirantes” portugueses una de cuyas
ocupaciones gananciales era la caza de esclavos.
El polifacético sacerdote, músico y arquitecto Martin Schmid se
dedicó junto con sus alumnos indígenas a la construcción de
instrumentos musicales como órganos, violines, violoncelos y
contrabajos con finas maderas de la zona.
La orfebrería de la región se destacó por la fabricación de custodias
de plata y otros elementos decorativos que se utilizaban en las
iglesias. Atriles, cálices y copones en gran variedad, aureolas y
coronas de santos, vinajeras y crismeros con sus bandejas,
constituían algunas de los piezas mas admiradas.

Localización de las “Misiones Jesuitas del Paraguay” que hoy en día se
encuentran distribuidas en territorio de Argentina, Brasil y Paraguay

Los Maestros de las Misiones.
Los maestros más importantes de la música y el arte en las misiones
de Sudamérica fueron los siguientes :
Juan Vaisseau ( 1584 -1617)
Jesuita Belga, cultivó la polifonía vocal sacra de los siglos XV y XVI y
se dedicó a estudiar música para utilizarla en la conversión de los
indios americanos.
Luis Berger ( 1587 – 1639)
Jesuita Francés, fue pintor, platero, músico, danzante y fabricante de
instrumentos musicales, trabajó en las misiones de Paraguay y Chile.
Pedro Comental (1595 – 1665)
Jesuita Italiano. Músico y matemático, en 1620 fue destinado a las
misiones guaraníes, donde estuvo hasta su muerte. Gracias a su
empeño la reducción de San Ignacio alcanzó la gloria de ser el primer
centro musical que hubo en estas regiones de América

Antonio Sepp (1655 – 1733)
Jesuita Alemán. Desde su niñez había sido instruido en la
música, y por su preciosa voz había sido escogido para
integrar el coro de cantores de la Corte Imperial, en la cual
alcanzó celebridad.

Era todo un artista y sabía tocar varios instrumentos, flauta,
corneta, piano, clarín, tromba marina o sacabuche, la viola y
la tiorba y también era compositor.
Destinado a la reducción de Yapeyú, le cupo la gloria de
convertir esta misión en el gran centro musical de fines del
siglo XVII y comienzos del XVIII. En las embarcaciones al
tocar los instrumentos y ser oídos por los indios, estos
acudían a la ribera para escuchar su música.

Juan José Mesner (1703 – 1769)
Jesuita Austriaco. Estudió letras, canto y música.

En 1736 fue destinado a las misiones de Chiquitos, donde
se unió al padre Schmid.
Fue allí donde realizó importantes transcripciones de
piezas musicales europeas.

Además, colaboró con el padre Schmid en la organización
de coros y en la composición musical.
La obra de este jesuita permaneció viva durante un largo
tiempo en muchas reducciones, donde los indios todavía
sabían componer y cantar la música que él les había
enseñado.

Doménico Zípoli (1688 – 1726)
Nació el 17 de octubre de 1688, en Prato, Italia, una pequeña ciudad, por
entonces plaza fortificada con muralla y ciudadela levantadas en el
siglo XIV. Recibió sus primeras lecciones de música de los maestros de
capilla de la Catedral de su ciudad natal.
En 1707 gracias al apoyo del Gran Duque Cosimo III realizó estudios en
Florencia, con Giovanni María Casini, Maestro de Capilla de la Catedral.
En 1708 se representó en Florencia un Oratorio de creación colectiva
“Sara in Egitto” compuesto por 24 autores, entre estos: Zipoli (quien creó
dos arias), Antonio Caldara, Alessandro Scarlatti y Giovanni M.Casini.
Partió luego a Nápoles donde estudió con Alessandro Scarlatti, a quien
abandonó en corto tiempo por agudas diferencias de carácter.

Epílogo
Ópera Ignacio de Loyola

En 1710 tomó lecciones de Bernardo Pasquini, en Roma, donde
estrenó ese mismo año y posteriormente en 1712 y años sucesivos,
sus composiciones, Vespri y Messa per la festa di San Carlo, en la
Iglesia San Carlo ai Catinari, por encargo de la Fraternidad Santa
Cecilia.
En 1713 presentó su Oratorio Sant’Antonio di Padova, en la Iglesia
Santa María in Vallicella, y en 1714 en la Iglesia de San Girolamo della
Caritá su Oratorio, Santa Caterina Vergine e Martire.
En 1715 obtuvo el puesto de organista de la iglesia de los Jesuítas de
Roma.

En 1716 se publicaron, primero en Roma, y luego en Londres, sus
Sonate D’Intavolatura per Organo e Címbalo. dos únicos volúmenes a
los que debe todo el reconocimiento universal a su genio.

Motivado por la vocación sacerdotal, viajó a Sevilla, España ingresó a
la Compañía de Jesús, a mediados de 1716.
El 5 abril de 1717, partió una expedición organizada por los Jesuítas,
rumbo al Río de la Plata. Zipoli, junto al historiador Pedro Lozano, los
misioneros Nussdorfer, Asperger y Lizardi y los arquitectos Primoli y
Bianchi, realizaron la travesía de tres meses para trabajar en las ya
célebres Reducciones Jesuíticas del Paraguay.
En Julio de 1717 llegó a Buenos Aires y en agosto se estableció en el
Convento de los Jesuitas de Córdoba donde continuó sus estudios
teológicos, y compuso música que luego se enviaba por medio de
emisarios, a los 30 pueblos que formaban parte de las Reducciones.
En los breves ocho años y cinco meses de actividad en las
Reducciones Jesuíticas, Zipoli compuso una enorme cantidad
de música, que hasta hace poco tiempo era desconocida, ya que la
mayor parte de su obra fue destruida, luego de la expulsión de los
Jesuitas en 1767.

Recién en 1959 el musicólogo norteamericano Robert Stevenson
halló, en Sucre, Bolivia copias de su Misa en Fa, copiada en
Potosí en 1784 por pedido del Virrey de Lima.
Y en el año 1972, el descubrimiento de más de 10,500
manuscritos en la Reducción de Chiquitos, Bolivia por parte del
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth; hallazgo
considerado como el de mayor trascendencia para la musicología
de Hispanoamérica, en las últimas décadas. Entre estos
manuscritos se encuentran numerosas Misas, Motetes, Himnos y
piezas para órgano.
En el otoño de 1725 Zipoli enfermó de tuberculosis, por lo que fue
trasladado a la Estancia Santa Catalina, lugar de reposo de los
padres jesuitas, a 50 kilómetros de Córdoba, donde falleció el 2 de
enero de 1726 a la edad de 38 años. Recibió la orden sacerdotal y
fue sepultado en el cementerio de Santa Catalina.

Martín Schmid (1694 – 1772 )
Uno de los misioneros más importantes en Chiquitos fue el sacerdote,
músico y arquitecto Martín Schmid, Jesuita suizo de habla alemán,
nacido el 26 de Septiembre de 1694 en Baar, cantón de Zug.
Asistió al colegio jesuita de Lucerna, Suiza y entró en 1717 en la
Compañía y siguió sus estudios en Landsberg e Ingolstadt en Baviera.
En 1726, recibió la ordenación sacerdotal en Eichstädt y salió en
seguida como misionero para América. Después de una estadía
prolongada en Sevilla, llegó en 1729 a Buenos Aires, de donde viajó
por Córdoba, Salta, Potosí y Sucre a Santa Cruz, para llegar en 1730 a
San Javier de Chiquitos.
Trabajó 36 años en Chiquitos, casi siempre como compañero del cura
en los pueblos que más necesitaban su destreza como músico,
arquitecto y artesano.

Schmid introdujo la música polifónica barroca en Chiquitos,
arreglando y componiendo piezas de música, enseñándolas a los
indígenas, y construyendo órganos y muchos otros instrumentos
musicales.

No menos importante es su obra arquitectónica que consiste en la
construcción de tres de las seis iglesias conservadas hasta hoy, San
Rafael, San Javier y Concepción.
Además, levantó los retablos tallados de la iglesia de Concepción y
fabricó otros muebles, imágenes de madera y cerámica, trabajó como
relojero, lingüista y autor de textos en chiquitano: enseñó el arte de
cocer tejas y baldosas, de fundir estaño y bronce.
Expulsado en 1767 a pesar de su edad, tenía que volver por el
desierto de Arica y pasar por Panamá para llegar a Europa en 1771 a
Lucerna, donde murió el 10 de marzo de 1772, poco antes de la
disolución de la orden.

La Ópera Ignacio de Loyola
Descubierta a comienzos de la última década del siglo XX, de la
ópera de San Ignacio se encontraron dos copias: una en los
archivos de Chiquitos (Santa Cruz, Bolivia), y otra en la Misión de
San Ignacio en la provincia de Moxos (Bolivia). La partitura fue
restaurada y transcrita por el musicólogo Bernardo Illari.
Compuesta entre 1717 y 1726, la creación de la música se
atribuye al jesuita toscano Domenico Zipoli, conjuntamente con el
también jesuita suizo Martin Schmid.
Con texto castellano, de autor desconocido, posee un libreto
pedagógicamente eficaz. Los personajes principales son San
Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y el demonio, quien a
pesar de su dudosa seducción, no consigue desviar a los dos
santos de su sagrado deber, la evangelización.

El drama evangelizador, u ópera, como se denominaba a todas las
obras escénicas que se ejecutaban en las misiones, fue muy
popular en la vida de las reducciones jesuíticas y resultó un aporte
único al repertorio americano de la ópera en tiempos de la colonia.
Las óperas se representaban en los momentos más significativos
del año litúrgico o en ocasión de acontecimientos de importancia
política.
Su puesta en escena tenía lugar hacia el anochecer, en la plaza
mayor, junto al pórtico de la Iglesia o al castillo del estandarte real.
Los actores eran los aborígenes mismos y a menudo, se insertaban
elementos del mundo indígena: vestuarios ricos y coloristas
adecuados al papel representado, escenografía típica de la zona
con arcos de flores y plantas selváticas, frutas tropicales, pájaros
de gran colorido y animales salvajes.


Slide 17

La Música
en las Misiones
Jesuitas de Sudamérica

Obertura
Ópera Ignacio de Loyola

Mapa de la
Misiones Jesuitas
en Sudamérica

1561 - 1767

Las Misiones Jesuitas en Sudamérica después de 1767.
A raíz de la expulsión de los jesuitas de los territorios españoles de
América en 1767, las misiones del Paraguay fueron destruidas y las
misiones de Chiquitos y Moxos en Bolivia fueron prácticamente
abandonadas.
Sin embargo, después de casi 250 años, las Misiones Jesuitas en Bolivia
aún se mantienen en pie. Fueron restauradas entre 1972 y 1998 por el
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth.
San José, Santa Ana, San Rafael, San Miguel, San Ignacio, La
Concepción y San Javier, son siete de las diez poblaciones Chiquitanas
que hasta hoy han podido preservar las construcciones misioneras.
En 1991, las Misiones Jesuitas de Bolivia fueron declaradas como
“Patrimonio Cultural de la Humanidad” por la UNESCO.

La Música Perdida de las Misiones Jesuitas en Sudamérica.
Por más de 200 años, desde 1767 hasta 1972 no se tenía ninguna
información sobre la música compuesta por los misioneros para ser
usada en la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica.
Sin embargo, milagrosamente durante unos trabajos de restauración de
las Reducciones Jesuíticas en Bolivia, en al año 1972, el arquitecto suizo
y hermano jesuita Hans Roth descubrió más de cinco mil quinientas
páginas de partituras de música barroca en las localidades de Santa Ana
y San Rafael
Hoy todas están guardadas en Concepción. Alrededor de 4 mil proceden
de San Rafael y mil 500 de Santa Ana.
Este hallazgo causó una conmoción en la historiografía musical de
Bolivia, Paraguay y Argentina.

No sorprende esta cantidad de obras ya que la música se tocaba
todos los días y en cada una de las iglesias hubo entre 30 y 40
profesionales músicos.
Las partituras en cuestión, dan testimonio de la rica cultura musical
que los religiosos habían desarrollado, junto con los indígenas,
durante el proceso de evangelización del nuevo continente.

Es importante destacar que entre los manuscritos hallados se
encuentran composiciones de músicos indígenas, ya que éstos
también aprendieron las técnicas de composición musical.
Se trata de uno de los archivos más importantes de música barroca a
escala mundial, tanto que ha dado lugar a la creación de un festival
bienal de música barroca en la provincia de Chiquitos en Bolivia.

Mapa de la Misiones
Jesuitas en Bolivia en
las provincias de
Moxos y Chiquitos
( hoy Santa Cruz)

Fotos de las Misiones Jesuitas de Bolivia

Las Reducciones
Las Reducciones eran el centro de la vida comunal. Guiados por los
eclesiásticos, los indígenas aprendieron no sólo las diversas técnicas
artesanales, sino también la construcción de instrumentos musicales
de todo tipo, con una sorprendente perfección: órganos, arpas, laúdes,
violas, arpas, flautas, etc.
De hecho, la música jugaba un papel preponderante en la educación y
la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica. Entre ellos
los guaraníes, sorprendían a sus maestros por su aptitud musical.
El padre Charlevoix escribe en su “Histoire du Paraguay” (1756) que
“casi se podría decir que son cantores por naturaleza, como los
pájaros” y el jesuita alemán Padre Sepp relata: “son por naturaleza
como hechos para la música; aprenden a tocar con sorprendente
facilidad y destreza toda clase de instrumentos, y eso en muy poco
tiempo”.

En las reducciones los indígenas eran súbditos libres de la corona.
Ellas estaban vedadas a los colonos y funcionarios españoles,
medida necesaria para evitar los abusos de los que eran objeto los
indígenas.
Los Jesuitas protegían a los indios del trabajo forzado y la esclavitud,
sobre todo la de los “bandeirantes” portugueses una de cuyas
ocupaciones gananciales era la caza de esclavos.
El polifacético sacerdote, músico y arquitecto Martin Schmid se
dedicó junto con sus alumnos indígenas a la construcción de
instrumentos musicales como órganos, violines, violoncelos y
contrabajos con finas maderas de la zona.
La orfebrería de la región se destacó por la fabricación de custodias
de plata y otros elementos decorativos que se utilizaban en las
iglesias. Atriles, cálices y copones en gran variedad, aureolas y
coronas de santos, vinajeras y crismeros con sus bandejas,
constituían algunas de los piezas mas admiradas.

Localización de las “Misiones Jesuitas del Paraguay” que hoy en día se
encuentran distribuidas en territorio de Argentina, Brasil y Paraguay

Los Maestros de las Misiones.
Los maestros más importantes de la música y el arte en las misiones
de Sudamérica fueron los siguientes :
Juan Vaisseau ( 1584 -1617)
Jesuita Belga, cultivó la polifonía vocal sacra de los siglos XV y XVI y
se dedicó a estudiar música para utilizarla en la conversión de los
indios americanos.
Luis Berger ( 1587 – 1639)
Jesuita Francés, fue pintor, platero, músico, danzante y fabricante de
instrumentos musicales, trabajó en las misiones de Paraguay y Chile.
Pedro Comental (1595 – 1665)
Jesuita Italiano. Músico y matemático, en 1620 fue destinado a las
misiones guaraníes, donde estuvo hasta su muerte. Gracias a su
empeño la reducción de San Ignacio alcanzó la gloria de ser el primer
centro musical que hubo en estas regiones de América

Antonio Sepp (1655 – 1733)
Jesuita Alemán. Desde su niñez había sido instruido en la
música, y por su preciosa voz había sido escogido para
integrar el coro de cantores de la Corte Imperial, en la cual
alcanzó celebridad.

Era todo un artista y sabía tocar varios instrumentos, flauta,
corneta, piano, clarín, tromba marina o sacabuche, la viola y
la tiorba y también era compositor.
Destinado a la reducción de Yapeyú, le cupo la gloria de
convertir esta misión en el gran centro musical de fines del
siglo XVII y comienzos del XVIII. En las embarcaciones al
tocar los instrumentos y ser oídos por los indios, estos
acudían a la ribera para escuchar su música.

Juan José Mesner (1703 – 1769)
Jesuita Austriaco. Estudió letras, canto y música.

En 1736 fue destinado a las misiones de Chiquitos, donde
se unió al padre Schmid.
Fue allí donde realizó importantes transcripciones de
piezas musicales europeas.

Además, colaboró con el padre Schmid en la organización
de coros y en la composición musical.
La obra de este jesuita permaneció viva durante un largo
tiempo en muchas reducciones, donde los indios todavía
sabían componer y cantar la música que él les había
enseñado.

Doménico Zípoli (1688 – 1726)
Nació el 17 de octubre de 1688, en Prato, Italia, una pequeña ciudad, por
entonces plaza fortificada con muralla y ciudadela levantadas en el
siglo XIV. Recibió sus primeras lecciones de música de los maestros de
capilla de la Catedral de su ciudad natal.
En 1707 gracias al apoyo del Gran Duque Cosimo III realizó estudios en
Florencia, con Giovanni María Casini, Maestro de Capilla de la Catedral.
En 1708 se representó en Florencia un Oratorio de creación colectiva
“Sara in Egitto” compuesto por 24 autores, entre estos: Zipoli (quien creó
dos arias), Antonio Caldara, Alessandro Scarlatti y Giovanni M.Casini.
Partió luego a Nápoles donde estudió con Alessandro Scarlatti, a quien
abandonó en corto tiempo por agudas diferencias de carácter.

Epílogo
Ópera Ignacio de Loyola

En 1710 tomó lecciones de Bernardo Pasquini, en Roma, donde
estrenó ese mismo año y posteriormente en 1712 y años sucesivos,
sus composiciones, Vespri y Messa per la festa di San Carlo, en la
Iglesia San Carlo ai Catinari, por encargo de la Fraternidad Santa
Cecilia.
En 1713 presentó su Oratorio Sant’Antonio di Padova, en la Iglesia
Santa María in Vallicella, y en 1714 en la Iglesia de San Girolamo della
Caritá su Oratorio, Santa Caterina Vergine e Martire.
En 1715 obtuvo el puesto de organista de la iglesia de los Jesuítas de
Roma.

En 1716 se publicaron, primero en Roma, y luego en Londres, sus
Sonate D’Intavolatura per Organo e Címbalo. dos únicos volúmenes a
los que debe todo el reconocimiento universal a su genio.

Motivado por la vocación sacerdotal, viajó a Sevilla, España ingresó a
la Compañía de Jesús, a mediados de 1716.
El 5 abril de 1717, partió una expedición organizada por los Jesuítas,
rumbo al Río de la Plata. Zipoli, junto al historiador Pedro Lozano, los
misioneros Nussdorfer, Asperger y Lizardi y los arquitectos Primoli y
Bianchi, realizaron la travesía de tres meses para trabajar en las ya
célebres Reducciones Jesuíticas del Paraguay.
En Julio de 1717 llegó a Buenos Aires y en agosto se estableció en el
Convento de los Jesuitas de Córdoba donde continuó sus estudios
teológicos, y compuso música que luego se enviaba por medio de
emisarios, a los 30 pueblos que formaban parte de las Reducciones.
En los breves ocho años y cinco meses de actividad en las
Reducciones Jesuíticas, Zipoli compuso una enorme cantidad
de música, que hasta hace poco tiempo era desconocida, ya que la
mayor parte de su obra fue destruida, luego de la expulsión de los
Jesuitas en 1767.

Recién en 1959 el musicólogo norteamericano Robert Stevenson
halló, en Sucre, Bolivia copias de su Misa en Fa, copiada en
Potosí en 1784 por pedido del Virrey de Lima.
Y en el año 1972, el descubrimiento de más de 10,500
manuscritos en la Reducción de Chiquitos, Bolivia por parte del
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth; hallazgo
considerado como el de mayor trascendencia para la musicología
de Hispanoamérica, en las últimas décadas. Entre estos
manuscritos se encuentran numerosas Misas, Motetes, Himnos y
piezas para órgano.
En el otoño de 1725 Zipoli enfermó de tuberculosis, por lo que fue
trasladado a la Estancia Santa Catalina, lugar de reposo de los
padres jesuitas, a 50 kilómetros de Córdoba, donde falleció el 2 de
enero de 1726 a la edad de 38 años. Recibió la orden sacerdotal y
fue sepultado en el cementerio de Santa Catalina.

Martín Schmid (1694 – 1772 )
Uno de los misioneros más importantes en Chiquitos fue el sacerdote,
músico y arquitecto Martín Schmid, Jesuita suizo de habla alemán,
nacido el 26 de Septiembre de 1694 en Baar, cantón de Zug.
Asistió al colegio jesuita de Lucerna, Suiza y entró en 1717 en la
Compañía y siguió sus estudios en Landsberg e Ingolstadt en Baviera.
En 1726, recibió la ordenación sacerdotal en Eichstädt y salió en
seguida como misionero para América. Después de una estadía
prolongada en Sevilla, llegó en 1729 a Buenos Aires, de donde viajó
por Córdoba, Salta, Potosí y Sucre a Santa Cruz, para llegar en 1730 a
San Javier de Chiquitos.
Trabajó 36 años en Chiquitos, casi siempre como compañero del cura
en los pueblos que más necesitaban su destreza como músico,
arquitecto y artesano.

Schmid introdujo la música polifónica barroca en Chiquitos,
arreglando y componiendo piezas de música, enseñándolas a los
indígenas, y construyendo órganos y muchos otros instrumentos
musicales.

No menos importante es su obra arquitectónica que consiste en la
construcción de tres de las seis iglesias conservadas hasta hoy, San
Rafael, San Javier y Concepción.
Además, levantó los retablos tallados de la iglesia de Concepción y
fabricó otros muebles, imágenes de madera y cerámica, trabajó como
relojero, lingüista y autor de textos en chiquitano: enseñó el arte de
cocer tejas y baldosas, de fundir estaño y bronce.
Expulsado en 1767 a pesar de su edad, tenía que volver por el
desierto de Arica y pasar por Panamá para llegar a Europa en 1771 a
Lucerna, donde murió el 10 de marzo de 1772, poco antes de la
disolución de la orden.

La Ópera Ignacio de Loyola
Descubierta a comienzos de la última década del siglo XX, de la
ópera de San Ignacio se encontraron dos copias: una en los
archivos de Chiquitos (Santa Cruz, Bolivia), y otra en la Misión de
San Ignacio en la provincia de Moxos (Bolivia). La partitura fue
restaurada y transcrita por el musicólogo Bernardo Illari.
Compuesta entre 1717 y 1726, la creación de la música se
atribuye al jesuita toscano Domenico Zipoli, conjuntamente con el
también jesuita suizo Martin Schmid.
Con texto castellano, de autor desconocido, posee un libreto
pedagógicamente eficaz. Los personajes principales son San
Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y el demonio, quien a
pesar de su dudosa seducción, no consigue desviar a los dos
santos de su sagrado deber, la evangelización.

El drama evangelizador, u ópera, como se denominaba a todas las
obras escénicas que se ejecutaban en las misiones, fue muy
popular en la vida de las reducciones jesuíticas y resultó un aporte
único al repertorio americano de la ópera en tiempos de la colonia.
Las óperas se representaban en los momentos más significativos
del año litúrgico o en ocasión de acontecimientos de importancia
política.
Su puesta en escena tenía lugar hacia el anochecer, en la plaza
mayor, junto al pórtico de la Iglesia o al castillo del estandarte real.
Los actores eran los aborígenes mismos y a menudo, se insertaban
elementos del mundo indígena: vestuarios ricos y coloristas
adecuados al papel representado, escenografía típica de la zona
con arcos de flores y plantas selváticas, frutas tropicales, pájaros
de gran colorido y animales salvajes.


Slide 18

La Música
en las Misiones
Jesuitas de Sudamérica

Obertura
Ópera Ignacio de Loyola

Mapa de la
Misiones Jesuitas
en Sudamérica

1561 - 1767

Las Misiones Jesuitas en Sudamérica después de 1767.
A raíz de la expulsión de los jesuitas de los territorios españoles de
América en 1767, las misiones del Paraguay fueron destruidas y las
misiones de Chiquitos y Moxos en Bolivia fueron prácticamente
abandonadas.
Sin embargo, después de casi 250 años, las Misiones Jesuitas en Bolivia
aún se mantienen en pie. Fueron restauradas entre 1972 y 1998 por el
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth.
San José, Santa Ana, San Rafael, San Miguel, San Ignacio, La
Concepción y San Javier, son siete de las diez poblaciones Chiquitanas
que hasta hoy han podido preservar las construcciones misioneras.
En 1991, las Misiones Jesuitas de Bolivia fueron declaradas como
“Patrimonio Cultural de la Humanidad” por la UNESCO.

La Música Perdida de las Misiones Jesuitas en Sudamérica.
Por más de 200 años, desde 1767 hasta 1972 no se tenía ninguna
información sobre la música compuesta por los misioneros para ser
usada en la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica.
Sin embargo, milagrosamente durante unos trabajos de restauración de
las Reducciones Jesuíticas en Bolivia, en al año 1972, el arquitecto suizo
y hermano jesuita Hans Roth descubrió más de cinco mil quinientas
páginas de partituras de música barroca en las localidades de Santa Ana
y San Rafael
Hoy todas están guardadas en Concepción. Alrededor de 4 mil proceden
de San Rafael y mil 500 de Santa Ana.
Este hallazgo causó una conmoción en la historiografía musical de
Bolivia, Paraguay y Argentina.

No sorprende esta cantidad de obras ya que la música se tocaba
todos los días y en cada una de las iglesias hubo entre 30 y 40
profesionales músicos.
Las partituras en cuestión, dan testimonio de la rica cultura musical
que los religiosos habían desarrollado, junto con los indígenas,
durante el proceso de evangelización del nuevo continente.

Es importante destacar que entre los manuscritos hallados se
encuentran composiciones de músicos indígenas, ya que éstos
también aprendieron las técnicas de composición musical.
Se trata de uno de los archivos más importantes de música barroca a
escala mundial, tanto que ha dado lugar a la creación de un festival
bienal de música barroca en la provincia de Chiquitos en Bolivia.

Mapa de la Misiones
Jesuitas en Bolivia en
las provincias de
Moxos y Chiquitos
( hoy Santa Cruz)

Fotos de las Misiones Jesuitas de Bolivia

Las Reducciones
Las Reducciones eran el centro de la vida comunal. Guiados por los
eclesiásticos, los indígenas aprendieron no sólo las diversas técnicas
artesanales, sino también la construcción de instrumentos musicales
de todo tipo, con una sorprendente perfección: órganos, arpas, laúdes,
violas, arpas, flautas, etc.
De hecho, la música jugaba un papel preponderante en la educación y
la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica. Entre ellos
los guaraníes, sorprendían a sus maestros por su aptitud musical.
El padre Charlevoix escribe en su “Histoire du Paraguay” (1756) que
“casi se podría decir que son cantores por naturaleza, como los
pájaros” y el jesuita alemán Padre Sepp relata: “son por naturaleza
como hechos para la música; aprenden a tocar con sorprendente
facilidad y destreza toda clase de instrumentos, y eso en muy poco
tiempo”.

En las reducciones los indígenas eran súbditos libres de la corona.
Ellas estaban vedadas a los colonos y funcionarios españoles,
medida necesaria para evitar los abusos de los que eran objeto los
indígenas.
Los Jesuitas protegían a los indios del trabajo forzado y la esclavitud,
sobre todo la de los “bandeirantes” portugueses una de cuyas
ocupaciones gananciales era la caza de esclavos.
El polifacético sacerdote, músico y arquitecto Martin Schmid se
dedicó junto con sus alumnos indígenas a la construcción de
instrumentos musicales como órganos, violines, violoncelos y
contrabajos con finas maderas de la zona.
La orfebrería de la región se destacó por la fabricación de custodias
de plata y otros elementos decorativos que se utilizaban en las
iglesias. Atriles, cálices y copones en gran variedad, aureolas y
coronas de santos, vinajeras y crismeros con sus bandejas,
constituían algunas de los piezas mas admiradas.

Localización de las “Misiones Jesuitas del Paraguay” que hoy en día se
encuentran distribuidas en territorio de Argentina, Brasil y Paraguay

Los Maestros de las Misiones.
Los maestros más importantes de la música y el arte en las misiones
de Sudamérica fueron los siguientes :
Juan Vaisseau ( 1584 -1617)
Jesuita Belga, cultivó la polifonía vocal sacra de los siglos XV y XVI y
se dedicó a estudiar música para utilizarla en la conversión de los
indios americanos.
Luis Berger ( 1587 – 1639)
Jesuita Francés, fue pintor, platero, músico, danzante y fabricante de
instrumentos musicales, trabajó en las misiones de Paraguay y Chile.
Pedro Comental (1595 – 1665)
Jesuita Italiano. Músico y matemático, en 1620 fue destinado a las
misiones guaraníes, donde estuvo hasta su muerte. Gracias a su
empeño la reducción de San Ignacio alcanzó la gloria de ser el primer
centro musical que hubo en estas regiones de América

Antonio Sepp (1655 – 1733)
Jesuita Alemán. Desde su niñez había sido instruido en la
música, y por su preciosa voz había sido escogido para
integrar el coro de cantores de la Corte Imperial, en la cual
alcanzó celebridad.

Era todo un artista y sabía tocar varios instrumentos, flauta,
corneta, piano, clarín, tromba marina o sacabuche, la viola y
la tiorba y también era compositor.
Destinado a la reducción de Yapeyú, le cupo la gloria de
convertir esta misión en el gran centro musical de fines del
siglo XVII y comienzos del XVIII. En las embarcaciones al
tocar los instrumentos y ser oídos por los indios, estos
acudían a la ribera para escuchar su música.

Juan José Mesner (1703 – 1769)
Jesuita Austriaco. Estudió letras, canto y música.

En 1736 fue destinado a las misiones de Chiquitos, donde
se unió al padre Schmid.
Fue allí donde realizó importantes transcripciones de
piezas musicales europeas.

Además, colaboró con el padre Schmid en la organización
de coros y en la composición musical.
La obra de este jesuita permaneció viva durante un largo
tiempo en muchas reducciones, donde los indios todavía
sabían componer y cantar la música que él les había
enseñado.

Doménico Zípoli (1688 – 1726)
Nació el 17 de octubre de 1688, en Prato, Italia, una pequeña ciudad, por
entonces plaza fortificada con muralla y ciudadela levantadas en el
siglo XIV. Recibió sus primeras lecciones de música de los maestros de
capilla de la Catedral de su ciudad natal.
En 1707 gracias al apoyo del Gran Duque Cosimo III realizó estudios en
Florencia, con Giovanni María Casini, Maestro de Capilla de la Catedral.
En 1708 se representó en Florencia un Oratorio de creación colectiva
“Sara in Egitto” compuesto por 24 autores, entre estos: Zipoli (quien creó
dos arias), Antonio Caldara, Alessandro Scarlatti y Giovanni M.Casini.
Partió luego a Nápoles donde estudió con Alessandro Scarlatti, a quien
abandonó en corto tiempo por agudas diferencias de carácter.

Epílogo
Ópera Ignacio de Loyola

En 1710 tomó lecciones de Bernardo Pasquini, en Roma, donde
estrenó ese mismo año y posteriormente en 1712 y años sucesivos,
sus composiciones, Vespri y Messa per la festa di San Carlo, en la
Iglesia San Carlo ai Catinari, por encargo de la Fraternidad Santa
Cecilia.
En 1713 presentó su Oratorio Sant’Antonio di Padova, en la Iglesia
Santa María in Vallicella, y en 1714 en la Iglesia de San Girolamo della
Caritá su Oratorio, Santa Caterina Vergine e Martire.
En 1715 obtuvo el puesto de organista de la iglesia de los Jesuítas de
Roma.

En 1716 se publicaron, primero en Roma, y luego en Londres, sus
Sonate D’Intavolatura per Organo e Címbalo. dos únicos volúmenes a
los que debe todo el reconocimiento universal a su genio.

Motivado por la vocación sacerdotal, viajó a Sevilla, España ingresó a
la Compañía de Jesús, a mediados de 1716.
El 5 abril de 1717, partió una expedición organizada por los Jesuítas,
rumbo al Río de la Plata. Zipoli, junto al historiador Pedro Lozano, los
misioneros Nussdorfer, Asperger y Lizardi y los arquitectos Primoli y
Bianchi, realizaron la travesía de tres meses para trabajar en las ya
célebres Reducciones Jesuíticas del Paraguay.
En Julio de 1717 llegó a Buenos Aires y en agosto se estableció en el
Convento de los Jesuitas de Córdoba donde continuó sus estudios
teológicos, y compuso música que luego se enviaba por medio de
emisarios, a los 30 pueblos que formaban parte de las Reducciones.
En los breves ocho años y cinco meses de actividad en las
Reducciones Jesuíticas, Zipoli compuso una enorme cantidad
de música, que hasta hace poco tiempo era desconocida, ya que la
mayor parte de su obra fue destruida, luego de la expulsión de los
Jesuitas en 1767.

Recién en 1959 el musicólogo norteamericano Robert Stevenson
halló, en Sucre, Bolivia copias de su Misa en Fa, copiada en
Potosí en 1784 por pedido del Virrey de Lima.
Y en el año 1972, el descubrimiento de más de 10,500
manuscritos en la Reducción de Chiquitos, Bolivia por parte del
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth; hallazgo
considerado como el de mayor trascendencia para la musicología
de Hispanoamérica, en las últimas décadas. Entre estos
manuscritos se encuentran numerosas Misas, Motetes, Himnos y
piezas para órgano.
En el otoño de 1725 Zipoli enfermó de tuberculosis, por lo que fue
trasladado a la Estancia Santa Catalina, lugar de reposo de los
padres jesuitas, a 50 kilómetros de Córdoba, donde falleció el 2 de
enero de 1726 a la edad de 38 años. Recibió la orden sacerdotal y
fue sepultado en el cementerio de Santa Catalina.

Martín Schmid (1694 – 1772 )
Uno de los misioneros más importantes en Chiquitos fue el sacerdote,
músico y arquitecto Martín Schmid, Jesuita suizo de habla alemán,
nacido el 26 de Septiembre de 1694 en Baar, cantón de Zug.
Asistió al colegio jesuita de Lucerna, Suiza y entró en 1717 en la
Compañía y siguió sus estudios en Landsberg e Ingolstadt en Baviera.
En 1726, recibió la ordenación sacerdotal en Eichstädt y salió en
seguida como misionero para América. Después de una estadía
prolongada en Sevilla, llegó en 1729 a Buenos Aires, de donde viajó
por Córdoba, Salta, Potosí y Sucre a Santa Cruz, para llegar en 1730 a
San Javier de Chiquitos.
Trabajó 36 años en Chiquitos, casi siempre como compañero del cura
en los pueblos que más necesitaban su destreza como músico,
arquitecto y artesano.

Schmid introdujo la música polifónica barroca en Chiquitos,
arreglando y componiendo piezas de música, enseñándolas a los
indígenas, y construyendo órganos y muchos otros instrumentos
musicales.

No menos importante es su obra arquitectónica que consiste en la
construcción de tres de las seis iglesias conservadas hasta hoy, San
Rafael, San Javier y Concepción.
Además, levantó los retablos tallados de la iglesia de Concepción y
fabricó otros muebles, imágenes de madera y cerámica, trabajó como
relojero, lingüista y autor de textos en chiquitano: enseñó el arte de
cocer tejas y baldosas, de fundir estaño y bronce.
Expulsado en 1767 a pesar de su edad, tenía que volver por el
desierto de Arica y pasar por Panamá para llegar a Europa en 1771 a
Lucerna, donde murió el 10 de marzo de 1772, poco antes de la
disolución de la orden.

La Ópera Ignacio de Loyola
Descubierta a comienzos de la última década del siglo XX, de la
ópera de San Ignacio se encontraron dos copias: una en los
archivos de Chiquitos (Santa Cruz, Bolivia), y otra en la Misión de
San Ignacio en la provincia de Moxos (Bolivia). La partitura fue
restaurada y transcrita por el musicólogo Bernardo Illari.
Compuesta entre 1717 y 1726, la creación de la música se
atribuye al jesuita toscano Domenico Zipoli, conjuntamente con el
también jesuita suizo Martin Schmid.
Con texto castellano, de autor desconocido, posee un libreto
pedagógicamente eficaz. Los personajes principales son San
Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y el demonio, quien a
pesar de su dudosa seducción, no consigue desviar a los dos
santos de su sagrado deber, la evangelización.

El drama evangelizador, u ópera, como se denominaba a todas las
obras escénicas que se ejecutaban en las misiones, fue muy
popular en la vida de las reducciones jesuíticas y resultó un aporte
único al repertorio americano de la ópera en tiempos de la colonia.
Las óperas se representaban en los momentos más significativos
del año litúrgico o en ocasión de acontecimientos de importancia
política.
Su puesta en escena tenía lugar hacia el anochecer, en la plaza
mayor, junto al pórtico de la Iglesia o al castillo del estandarte real.
Los actores eran los aborígenes mismos y a menudo, se insertaban
elementos del mundo indígena: vestuarios ricos y coloristas
adecuados al papel representado, escenografía típica de la zona
con arcos de flores y plantas selváticas, frutas tropicales, pájaros
de gran colorido y animales salvajes.


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La Música
en las Misiones
Jesuitas de Sudamérica

Obertura
Ópera Ignacio de Loyola

Mapa de la
Misiones Jesuitas
en Sudamérica

1561 - 1767

Las Misiones Jesuitas en Sudamérica después de 1767.
A raíz de la expulsión de los jesuitas de los territorios españoles de
América en 1767, las misiones del Paraguay fueron destruidas y las
misiones de Chiquitos y Moxos en Bolivia fueron prácticamente
abandonadas.
Sin embargo, después de casi 250 años, las Misiones Jesuitas en Bolivia
aún se mantienen en pie. Fueron restauradas entre 1972 y 1998 por el
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth.
San José, Santa Ana, San Rafael, San Miguel, San Ignacio, La
Concepción y San Javier, son siete de las diez poblaciones Chiquitanas
que hasta hoy han podido preservar las construcciones misioneras.
En 1991, las Misiones Jesuitas de Bolivia fueron declaradas como
“Patrimonio Cultural de la Humanidad” por la UNESCO.

La Música Perdida de las Misiones Jesuitas en Sudamérica.
Por más de 200 años, desde 1767 hasta 1972 no se tenía ninguna
información sobre la música compuesta por los misioneros para ser
usada en la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica.
Sin embargo, milagrosamente durante unos trabajos de restauración de
las Reducciones Jesuíticas en Bolivia, en al año 1972, el arquitecto suizo
y hermano jesuita Hans Roth descubrió más de cinco mil quinientas
páginas de partituras de música barroca en las localidades de Santa Ana
y San Rafael
Hoy todas están guardadas en Concepción. Alrededor de 4 mil proceden
de San Rafael y mil 500 de Santa Ana.
Este hallazgo causó una conmoción en la historiografía musical de
Bolivia, Paraguay y Argentina.

No sorprende esta cantidad de obras ya que la música se tocaba
todos los días y en cada una de las iglesias hubo entre 30 y 40
profesionales músicos.
Las partituras en cuestión, dan testimonio de la rica cultura musical
que los religiosos habían desarrollado, junto con los indígenas,
durante el proceso de evangelización del nuevo continente.

Es importante destacar que entre los manuscritos hallados se
encuentran composiciones de músicos indígenas, ya que éstos
también aprendieron las técnicas de composición musical.
Se trata de uno de los archivos más importantes de música barroca a
escala mundial, tanto que ha dado lugar a la creación de un festival
bienal de música barroca en la provincia de Chiquitos en Bolivia.

Mapa de la Misiones
Jesuitas en Bolivia en
las provincias de
Moxos y Chiquitos
( hoy Santa Cruz)

Fotos de las Misiones Jesuitas de Bolivia

Las Reducciones
Las Reducciones eran el centro de la vida comunal. Guiados por los
eclesiásticos, los indígenas aprendieron no sólo las diversas técnicas
artesanales, sino también la construcción de instrumentos musicales
de todo tipo, con una sorprendente perfección: órganos, arpas, laúdes,
violas, arpas, flautas, etc.
De hecho, la música jugaba un papel preponderante en la educación y
la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica. Entre ellos
los guaraníes, sorprendían a sus maestros por su aptitud musical.
El padre Charlevoix escribe en su “Histoire du Paraguay” (1756) que
“casi se podría decir que son cantores por naturaleza, como los
pájaros” y el jesuita alemán Padre Sepp relata: “son por naturaleza
como hechos para la música; aprenden a tocar con sorprendente
facilidad y destreza toda clase de instrumentos, y eso en muy poco
tiempo”.

En las reducciones los indígenas eran súbditos libres de la corona.
Ellas estaban vedadas a los colonos y funcionarios españoles,
medida necesaria para evitar los abusos de los que eran objeto los
indígenas.
Los Jesuitas protegían a los indios del trabajo forzado y la esclavitud,
sobre todo la de los “bandeirantes” portugueses una de cuyas
ocupaciones gananciales era la caza de esclavos.
El polifacético sacerdote, músico y arquitecto Martin Schmid se
dedicó junto con sus alumnos indígenas a la construcción de
instrumentos musicales como órganos, violines, violoncelos y
contrabajos con finas maderas de la zona.
La orfebrería de la región se destacó por la fabricación de custodias
de plata y otros elementos decorativos que se utilizaban en las
iglesias. Atriles, cálices y copones en gran variedad, aureolas y
coronas de santos, vinajeras y crismeros con sus bandejas,
constituían algunas de los piezas mas admiradas.

Localización de las “Misiones Jesuitas del Paraguay” que hoy en día se
encuentran distribuidas en territorio de Argentina, Brasil y Paraguay

Los Maestros de las Misiones.
Los maestros más importantes de la música y el arte en las misiones
de Sudamérica fueron los siguientes :
Juan Vaisseau ( 1584 -1617)
Jesuita Belga, cultivó la polifonía vocal sacra de los siglos XV y XVI y
se dedicó a estudiar música para utilizarla en la conversión de los
indios americanos.
Luis Berger ( 1587 – 1639)
Jesuita Francés, fue pintor, platero, músico, danzante y fabricante de
instrumentos musicales, trabajó en las misiones de Paraguay y Chile.
Pedro Comental (1595 – 1665)
Jesuita Italiano. Músico y matemático, en 1620 fue destinado a las
misiones guaraníes, donde estuvo hasta su muerte. Gracias a su
empeño la reducción de San Ignacio alcanzó la gloria de ser el primer
centro musical que hubo en estas regiones de América

Antonio Sepp (1655 – 1733)
Jesuita Alemán. Desde su niñez había sido instruido en la
música, y por su preciosa voz había sido escogido para
integrar el coro de cantores de la Corte Imperial, en la cual
alcanzó celebridad.

Era todo un artista y sabía tocar varios instrumentos, flauta,
corneta, piano, clarín, tromba marina o sacabuche, la viola y
la tiorba y también era compositor.
Destinado a la reducción de Yapeyú, le cupo la gloria de
convertir esta misión en el gran centro musical de fines del
siglo XVII y comienzos del XVIII. En las embarcaciones al
tocar los instrumentos y ser oídos por los indios, estos
acudían a la ribera para escuchar su música.

Juan José Mesner (1703 – 1769)
Jesuita Austriaco. Estudió letras, canto y música.

En 1736 fue destinado a las misiones de Chiquitos, donde
se unió al padre Schmid.
Fue allí donde realizó importantes transcripciones de
piezas musicales europeas.

Además, colaboró con el padre Schmid en la organización
de coros y en la composición musical.
La obra de este jesuita permaneció viva durante un largo
tiempo en muchas reducciones, donde los indios todavía
sabían componer y cantar la música que él les había
enseñado.

Doménico Zípoli (1688 – 1726)
Nació el 17 de octubre de 1688, en Prato, Italia, una pequeña ciudad, por
entonces plaza fortificada con muralla y ciudadela levantadas en el
siglo XIV. Recibió sus primeras lecciones de música de los maestros de
capilla de la Catedral de su ciudad natal.
En 1707 gracias al apoyo del Gran Duque Cosimo III realizó estudios en
Florencia, con Giovanni María Casini, Maestro de Capilla de la Catedral.
En 1708 se representó en Florencia un Oratorio de creación colectiva
“Sara in Egitto” compuesto por 24 autores, entre estos: Zipoli (quien creó
dos arias), Antonio Caldara, Alessandro Scarlatti y Giovanni M.Casini.
Partió luego a Nápoles donde estudió con Alessandro Scarlatti, a quien
abandonó en corto tiempo por agudas diferencias de carácter.

Epílogo
Ópera Ignacio de Loyola

En 1710 tomó lecciones de Bernardo Pasquini, en Roma, donde
estrenó ese mismo año y posteriormente en 1712 y años sucesivos,
sus composiciones, Vespri y Messa per la festa di San Carlo, en la
Iglesia San Carlo ai Catinari, por encargo de la Fraternidad Santa
Cecilia.
En 1713 presentó su Oratorio Sant’Antonio di Padova, en la Iglesia
Santa María in Vallicella, y en 1714 en la Iglesia de San Girolamo della
Caritá su Oratorio, Santa Caterina Vergine e Martire.
En 1715 obtuvo el puesto de organista de la iglesia de los Jesuítas de
Roma.

En 1716 se publicaron, primero en Roma, y luego en Londres, sus
Sonate D’Intavolatura per Organo e Címbalo. dos únicos volúmenes a
los que debe todo el reconocimiento universal a su genio.

Motivado por la vocación sacerdotal, viajó a Sevilla, España ingresó a
la Compañía de Jesús, a mediados de 1716.
El 5 abril de 1717, partió una expedición organizada por los Jesuítas,
rumbo al Río de la Plata. Zipoli, junto al historiador Pedro Lozano, los
misioneros Nussdorfer, Asperger y Lizardi y los arquitectos Primoli y
Bianchi, realizaron la travesía de tres meses para trabajar en las ya
célebres Reducciones Jesuíticas del Paraguay.
En Julio de 1717 llegó a Buenos Aires y en agosto se estableció en el
Convento de los Jesuitas de Córdoba donde continuó sus estudios
teológicos, y compuso música que luego se enviaba por medio de
emisarios, a los 30 pueblos que formaban parte de las Reducciones.
En los breves ocho años y cinco meses de actividad en las
Reducciones Jesuíticas, Zipoli compuso una enorme cantidad
de música, que hasta hace poco tiempo era desconocida, ya que la
mayor parte de su obra fue destruida, luego de la expulsión de los
Jesuitas en 1767.

Recién en 1959 el musicólogo norteamericano Robert Stevenson
halló, en Sucre, Bolivia copias de su Misa en Fa, copiada en
Potosí en 1784 por pedido del Virrey de Lima.
Y en el año 1972, el descubrimiento de más de 10,500
manuscritos en la Reducción de Chiquitos, Bolivia por parte del
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth; hallazgo
considerado como el de mayor trascendencia para la musicología
de Hispanoamérica, en las últimas décadas. Entre estos
manuscritos se encuentran numerosas Misas, Motetes, Himnos y
piezas para órgano.
En el otoño de 1725 Zipoli enfermó de tuberculosis, por lo que fue
trasladado a la Estancia Santa Catalina, lugar de reposo de los
padres jesuitas, a 50 kilómetros de Córdoba, donde falleció el 2 de
enero de 1726 a la edad de 38 años. Recibió la orden sacerdotal y
fue sepultado en el cementerio de Santa Catalina.

Martín Schmid (1694 – 1772 )
Uno de los misioneros más importantes en Chiquitos fue el sacerdote,
músico y arquitecto Martín Schmid, Jesuita suizo de habla alemán,
nacido el 26 de Septiembre de 1694 en Baar, cantón de Zug.
Asistió al colegio jesuita de Lucerna, Suiza y entró en 1717 en la
Compañía y siguió sus estudios en Landsberg e Ingolstadt en Baviera.
En 1726, recibió la ordenación sacerdotal en Eichstädt y salió en
seguida como misionero para América. Después de una estadía
prolongada en Sevilla, llegó en 1729 a Buenos Aires, de donde viajó
por Córdoba, Salta, Potosí y Sucre a Santa Cruz, para llegar en 1730 a
San Javier de Chiquitos.
Trabajó 36 años en Chiquitos, casi siempre como compañero del cura
en los pueblos que más necesitaban su destreza como músico,
arquitecto y artesano.

Schmid introdujo la música polifónica barroca en Chiquitos,
arreglando y componiendo piezas de música, enseñándolas a los
indígenas, y construyendo órganos y muchos otros instrumentos
musicales.

No menos importante es su obra arquitectónica que consiste en la
construcción de tres de las seis iglesias conservadas hasta hoy, San
Rafael, San Javier y Concepción.
Además, levantó los retablos tallados de la iglesia de Concepción y
fabricó otros muebles, imágenes de madera y cerámica, trabajó como
relojero, lingüista y autor de textos en chiquitano: enseñó el arte de
cocer tejas y baldosas, de fundir estaño y bronce.
Expulsado en 1767 a pesar de su edad, tenía que volver por el
desierto de Arica y pasar por Panamá para llegar a Europa en 1771 a
Lucerna, donde murió el 10 de marzo de 1772, poco antes de la
disolución de la orden.

La Ópera Ignacio de Loyola
Descubierta a comienzos de la última década del siglo XX, de la
ópera de San Ignacio se encontraron dos copias: una en los
archivos de Chiquitos (Santa Cruz, Bolivia), y otra en la Misión de
San Ignacio en la provincia de Moxos (Bolivia). La partitura fue
restaurada y transcrita por el musicólogo Bernardo Illari.
Compuesta entre 1717 y 1726, la creación de la música se
atribuye al jesuita toscano Domenico Zipoli, conjuntamente con el
también jesuita suizo Martin Schmid.
Con texto castellano, de autor desconocido, posee un libreto
pedagógicamente eficaz. Los personajes principales son San
Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y el demonio, quien a
pesar de su dudosa seducción, no consigue desviar a los dos
santos de su sagrado deber, la evangelización.

El drama evangelizador, u ópera, como se denominaba a todas las
obras escénicas que se ejecutaban en las misiones, fue muy
popular en la vida de las reducciones jesuíticas y resultó un aporte
único al repertorio americano de la ópera en tiempos de la colonia.
Las óperas se representaban en los momentos más significativos
del año litúrgico o en ocasión de acontecimientos de importancia
política.
Su puesta en escena tenía lugar hacia el anochecer, en la plaza
mayor, junto al pórtico de la Iglesia o al castillo del estandarte real.
Los actores eran los aborígenes mismos y a menudo, se insertaban
elementos del mundo indígena: vestuarios ricos y coloristas
adecuados al papel representado, escenografía típica de la zona
con arcos de flores y plantas selváticas, frutas tropicales, pájaros
de gran colorido y animales salvajes.


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La Música
en las Misiones
Jesuitas de Sudamérica

Obertura
Ópera Ignacio de Loyola

Mapa de la
Misiones Jesuitas
en Sudamérica

1561 - 1767

Las Misiones Jesuitas en Sudamérica después de 1767.
A raíz de la expulsión de los jesuitas de los territorios españoles de
América en 1767, las misiones del Paraguay fueron destruidas y las
misiones de Chiquitos y Moxos en Bolivia fueron prácticamente
abandonadas.
Sin embargo, después de casi 250 años, las Misiones Jesuitas en Bolivia
aún se mantienen en pie. Fueron restauradas entre 1972 y 1998 por el
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth.
San José, Santa Ana, San Rafael, San Miguel, San Ignacio, La
Concepción y San Javier, son siete de las diez poblaciones Chiquitanas
que hasta hoy han podido preservar las construcciones misioneras.
En 1991, las Misiones Jesuitas de Bolivia fueron declaradas como
“Patrimonio Cultural de la Humanidad” por la UNESCO.

La Música Perdida de las Misiones Jesuitas en Sudamérica.
Por más de 200 años, desde 1767 hasta 1972 no se tenía ninguna
información sobre la música compuesta por los misioneros para ser
usada en la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica.
Sin embargo, milagrosamente durante unos trabajos de restauración de
las Reducciones Jesuíticas en Bolivia, en al año 1972, el arquitecto suizo
y hermano jesuita Hans Roth descubrió más de cinco mil quinientas
páginas de partituras de música barroca en las localidades de Santa Ana
y San Rafael
Hoy todas están guardadas en Concepción. Alrededor de 4 mil proceden
de San Rafael y mil 500 de Santa Ana.
Este hallazgo causó una conmoción en la historiografía musical de
Bolivia, Paraguay y Argentina.

No sorprende esta cantidad de obras ya que la música se tocaba
todos los días y en cada una de las iglesias hubo entre 30 y 40
profesionales músicos.
Las partituras en cuestión, dan testimonio de la rica cultura musical
que los religiosos habían desarrollado, junto con los indígenas,
durante el proceso de evangelización del nuevo continente.

Es importante destacar que entre los manuscritos hallados se
encuentran composiciones de músicos indígenas, ya que éstos
también aprendieron las técnicas de composición musical.
Se trata de uno de los archivos más importantes de música barroca a
escala mundial, tanto que ha dado lugar a la creación de un festival
bienal de música barroca en la provincia de Chiquitos en Bolivia.

Mapa de la Misiones
Jesuitas en Bolivia en
las provincias de
Moxos y Chiquitos
( hoy Santa Cruz)

Fotos de las Misiones Jesuitas de Bolivia

Las Reducciones
Las Reducciones eran el centro de la vida comunal. Guiados por los
eclesiásticos, los indígenas aprendieron no sólo las diversas técnicas
artesanales, sino también la construcción de instrumentos musicales
de todo tipo, con una sorprendente perfección: órganos, arpas, laúdes,
violas, arpas, flautas, etc.
De hecho, la música jugaba un papel preponderante en la educación y
la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica. Entre ellos
los guaraníes, sorprendían a sus maestros por su aptitud musical.
El padre Charlevoix escribe en su “Histoire du Paraguay” (1756) que
“casi se podría decir que son cantores por naturaleza, como los
pájaros” y el jesuita alemán Padre Sepp relata: “son por naturaleza
como hechos para la música; aprenden a tocar con sorprendente
facilidad y destreza toda clase de instrumentos, y eso en muy poco
tiempo”.

En las reducciones los indígenas eran súbditos libres de la corona.
Ellas estaban vedadas a los colonos y funcionarios españoles,
medida necesaria para evitar los abusos de los que eran objeto los
indígenas.
Los Jesuitas protegían a los indios del trabajo forzado y la esclavitud,
sobre todo la de los “bandeirantes” portugueses una de cuyas
ocupaciones gananciales era la caza de esclavos.
El polifacético sacerdote, músico y arquitecto Martin Schmid se
dedicó junto con sus alumnos indígenas a la construcción de
instrumentos musicales como órganos, violines, violoncelos y
contrabajos con finas maderas de la zona.
La orfebrería de la región se destacó por la fabricación de custodias
de plata y otros elementos decorativos que se utilizaban en las
iglesias. Atriles, cálices y copones en gran variedad, aureolas y
coronas de santos, vinajeras y crismeros con sus bandejas,
constituían algunas de los piezas mas admiradas.

Localización de las “Misiones Jesuitas del Paraguay” que hoy en día se
encuentran distribuidas en territorio de Argentina, Brasil y Paraguay

Los Maestros de las Misiones.
Los maestros más importantes de la música y el arte en las misiones
de Sudamérica fueron los siguientes :
Juan Vaisseau ( 1584 -1617)
Jesuita Belga, cultivó la polifonía vocal sacra de los siglos XV y XVI y
se dedicó a estudiar música para utilizarla en la conversión de los
indios americanos.
Luis Berger ( 1587 – 1639)
Jesuita Francés, fue pintor, platero, músico, danzante y fabricante de
instrumentos musicales, trabajó en las misiones de Paraguay y Chile.
Pedro Comental (1595 – 1665)
Jesuita Italiano. Músico y matemático, en 1620 fue destinado a las
misiones guaraníes, donde estuvo hasta su muerte. Gracias a su
empeño la reducción de San Ignacio alcanzó la gloria de ser el primer
centro musical que hubo en estas regiones de América

Antonio Sepp (1655 – 1733)
Jesuita Alemán. Desde su niñez había sido instruido en la
música, y por su preciosa voz había sido escogido para
integrar el coro de cantores de la Corte Imperial, en la cual
alcanzó celebridad.

Era todo un artista y sabía tocar varios instrumentos, flauta,
corneta, piano, clarín, tromba marina o sacabuche, la viola y
la tiorba y también era compositor.
Destinado a la reducción de Yapeyú, le cupo la gloria de
convertir esta misión en el gran centro musical de fines del
siglo XVII y comienzos del XVIII. En las embarcaciones al
tocar los instrumentos y ser oídos por los indios, estos
acudían a la ribera para escuchar su música.

Juan José Mesner (1703 – 1769)
Jesuita Austriaco. Estudió letras, canto y música.

En 1736 fue destinado a las misiones de Chiquitos, donde
se unió al padre Schmid.
Fue allí donde realizó importantes transcripciones de
piezas musicales europeas.

Además, colaboró con el padre Schmid en la organización
de coros y en la composición musical.
La obra de este jesuita permaneció viva durante un largo
tiempo en muchas reducciones, donde los indios todavía
sabían componer y cantar la música que él les había
enseñado.

Doménico Zípoli (1688 – 1726)
Nació el 17 de octubre de 1688, en Prato, Italia, una pequeña ciudad, por
entonces plaza fortificada con muralla y ciudadela levantadas en el
siglo XIV. Recibió sus primeras lecciones de música de los maestros de
capilla de la Catedral de su ciudad natal.
En 1707 gracias al apoyo del Gran Duque Cosimo III realizó estudios en
Florencia, con Giovanni María Casini, Maestro de Capilla de la Catedral.
En 1708 se representó en Florencia un Oratorio de creación colectiva
“Sara in Egitto” compuesto por 24 autores, entre estos: Zipoli (quien creó
dos arias), Antonio Caldara, Alessandro Scarlatti y Giovanni M.Casini.
Partió luego a Nápoles donde estudió con Alessandro Scarlatti, a quien
abandonó en corto tiempo por agudas diferencias de carácter.

Epílogo
Ópera Ignacio de Loyola

En 1710 tomó lecciones de Bernardo Pasquini, en Roma, donde
estrenó ese mismo año y posteriormente en 1712 y años sucesivos,
sus composiciones, Vespri y Messa per la festa di San Carlo, en la
Iglesia San Carlo ai Catinari, por encargo de la Fraternidad Santa
Cecilia.
En 1713 presentó su Oratorio Sant’Antonio di Padova, en la Iglesia
Santa María in Vallicella, y en 1714 en la Iglesia de San Girolamo della
Caritá su Oratorio, Santa Caterina Vergine e Martire.
En 1715 obtuvo el puesto de organista de la iglesia de los Jesuítas de
Roma.

En 1716 se publicaron, primero en Roma, y luego en Londres, sus
Sonate D’Intavolatura per Organo e Címbalo. dos únicos volúmenes a
los que debe todo el reconocimiento universal a su genio.

Motivado por la vocación sacerdotal, viajó a Sevilla, España ingresó a
la Compañía de Jesús, a mediados de 1716.
El 5 abril de 1717, partió una expedición organizada por los Jesuítas,
rumbo al Río de la Plata. Zipoli, junto al historiador Pedro Lozano, los
misioneros Nussdorfer, Asperger y Lizardi y los arquitectos Primoli y
Bianchi, realizaron la travesía de tres meses para trabajar en las ya
célebres Reducciones Jesuíticas del Paraguay.
En Julio de 1717 llegó a Buenos Aires y en agosto se estableció en el
Convento de los Jesuitas de Córdoba donde continuó sus estudios
teológicos, y compuso música que luego se enviaba por medio de
emisarios, a los 30 pueblos que formaban parte de las Reducciones.
En los breves ocho años y cinco meses de actividad en las
Reducciones Jesuíticas, Zipoli compuso una enorme cantidad
de música, que hasta hace poco tiempo era desconocida, ya que la
mayor parte de su obra fue destruida, luego de la expulsión de los
Jesuitas en 1767.

Recién en 1959 el musicólogo norteamericano Robert Stevenson
halló, en Sucre, Bolivia copias de su Misa en Fa, copiada en
Potosí en 1784 por pedido del Virrey de Lima.
Y en el año 1972, el descubrimiento de más de 10,500
manuscritos en la Reducción de Chiquitos, Bolivia por parte del
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth; hallazgo
considerado como el de mayor trascendencia para la musicología
de Hispanoamérica, en las últimas décadas. Entre estos
manuscritos se encuentran numerosas Misas, Motetes, Himnos y
piezas para órgano.
En el otoño de 1725 Zipoli enfermó de tuberculosis, por lo que fue
trasladado a la Estancia Santa Catalina, lugar de reposo de los
padres jesuitas, a 50 kilómetros de Córdoba, donde falleció el 2 de
enero de 1726 a la edad de 38 años. Recibió la orden sacerdotal y
fue sepultado en el cementerio de Santa Catalina.

Martín Schmid (1694 – 1772 )
Uno de los misioneros más importantes en Chiquitos fue el sacerdote,
músico y arquitecto Martín Schmid, Jesuita suizo de habla alemán,
nacido el 26 de Septiembre de 1694 en Baar, cantón de Zug.
Asistió al colegio jesuita de Lucerna, Suiza y entró en 1717 en la
Compañía y siguió sus estudios en Landsberg e Ingolstadt en Baviera.
En 1726, recibió la ordenación sacerdotal en Eichstädt y salió en
seguida como misionero para América. Después de una estadía
prolongada en Sevilla, llegó en 1729 a Buenos Aires, de donde viajó
por Córdoba, Salta, Potosí y Sucre a Santa Cruz, para llegar en 1730 a
San Javier de Chiquitos.
Trabajó 36 años en Chiquitos, casi siempre como compañero del cura
en los pueblos que más necesitaban su destreza como músico,
arquitecto y artesano.

Schmid introdujo la música polifónica barroca en Chiquitos,
arreglando y componiendo piezas de música, enseñándolas a los
indígenas, y construyendo órganos y muchos otros instrumentos
musicales.

No menos importante es su obra arquitectónica que consiste en la
construcción de tres de las seis iglesias conservadas hasta hoy, San
Rafael, San Javier y Concepción.
Además, levantó los retablos tallados de la iglesia de Concepción y
fabricó otros muebles, imágenes de madera y cerámica, trabajó como
relojero, lingüista y autor de textos en chiquitano: enseñó el arte de
cocer tejas y baldosas, de fundir estaño y bronce.
Expulsado en 1767 a pesar de su edad, tenía que volver por el
desierto de Arica y pasar por Panamá para llegar a Europa en 1771 a
Lucerna, donde murió el 10 de marzo de 1772, poco antes de la
disolución de la orden.

La Ópera Ignacio de Loyola
Descubierta a comienzos de la última década del siglo XX, de la
ópera de San Ignacio se encontraron dos copias: una en los
archivos de Chiquitos (Santa Cruz, Bolivia), y otra en la Misión de
San Ignacio en la provincia de Moxos (Bolivia). La partitura fue
restaurada y transcrita por el musicólogo Bernardo Illari.
Compuesta entre 1717 y 1726, la creación de la música se
atribuye al jesuita toscano Domenico Zipoli, conjuntamente con el
también jesuita suizo Martin Schmid.
Con texto castellano, de autor desconocido, posee un libreto
pedagógicamente eficaz. Los personajes principales son San
Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y el demonio, quien a
pesar de su dudosa seducción, no consigue desviar a los dos
santos de su sagrado deber, la evangelización.

El drama evangelizador, u ópera, como se denominaba a todas las
obras escénicas que se ejecutaban en las misiones, fue muy
popular en la vida de las reducciones jesuíticas y resultó un aporte
único al repertorio americano de la ópera en tiempos de la colonia.
Las óperas se representaban en los momentos más significativos
del año litúrgico o en ocasión de acontecimientos de importancia
política.
Su puesta en escena tenía lugar hacia el anochecer, en la plaza
mayor, junto al pórtico de la Iglesia o al castillo del estandarte real.
Los actores eran los aborígenes mismos y a menudo, se insertaban
elementos del mundo indígena: vestuarios ricos y coloristas
adecuados al papel representado, escenografía típica de la zona
con arcos de flores y plantas selváticas, frutas tropicales, pájaros
de gran colorido y animales salvajes.


Slide 21

La Música
en las Misiones
Jesuitas de Sudamérica

Obertura
Ópera Ignacio de Loyola

Mapa de la
Misiones Jesuitas
en Sudamérica

1561 - 1767

Las Misiones Jesuitas en Sudamérica después de 1767.
A raíz de la expulsión de los jesuitas de los territorios españoles de
América en 1767, las misiones del Paraguay fueron destruidas y las
misiones de Chiquitos y Moxos en Bolivia fueron prácticamente
abandonadas.
Sin embargo, después de casi 250 años, las Misiones Jesuitas en Bolivia
aún se mantienen en pie. Fueron restauradas entre 1972 y 1998 por el
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth.
San José, Santa Ana, San Rafael, San Miguel, San Ignacio, La
Concepción y San Javier, son siete de las diez poblaciones Chiquitanas
que hasta hoy han podido preservar las construcciones misioneras.
En 1991, las Misiones Jesuitas de Bolivia fueron declaradas como
“Patrimonio Cultural de la Humanidad” por la UNESCO.

La Música Perdida de las Misiones Jesuitas en Sudamérica.
Por más de 200 años, desde 1767 hasta 1972 no se tenía ninguna
información sobre la música compuesta por los misioneros para ser
usada en la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica.
Sin embargo, milagrosamente durante unos trabajos de restauración de
las Reducciones Jesuíticas en Bolivia, en al año 1972, el arquitecto suizo
y hermano jesuita Hans Roth descubrió más de cinco mil quinientas
páginas de partituras de música barroca en las localidades de Santa Ana
y San Rafael
Hoy todas están guardadas en Concepción. Alrededor de 4 mil proceden
de San Rafael y mil 500 de Santa Ana.
Este hallazgo causó una conmoción en la historiografía musical de
Bolivia, Paraguay y Argentina.

No sorprende esta cantidad de obras ya que la música se tocaba
todos los días y en cada una de las iglesias hubo entre 30 y 40
profesionales músicos.
Las partituras en cuestión, dan testimonio de la rica cultura musical
que los religiosos habían desarrollado, junto con los indígenas,
durante el proceso de evangelización del nuevo continente.

Es importante destacar que entre los manuscritos hallados se
encuentran composiciones de músicos indígenas, ya que éstos
también aprendieron las técnicas de composición musical.
Se trata de uno de los archivos más importantes de música barroca a
escala mundial, tanto que ha dado lugar a la creación de un festival
bienal de música barroca en la provincia de Chiquitos en Bolivia.

Mapa de la Misiones
Jesuitas en Bolivia en
las provincias de
Moxos y Chiquitos
( hoy Santa Cruz)

Fotos de las Misiones Jesuitas de Bolivia

Las Reducciones
Las Reducciones eran el centro de la vida comunal. Guiados por los
eclesiásticos, los indígenas aprendieron no sólo las diversas técnicas
artesanales, sino también la construcción de instrumentos musicales
de todo tipo, con una sorprendente perfección: órganos, arpas, laúdes,
violas, arpas, flautas, etc.
De hecho, la música jugaba un papel preponderante en la educación y
la evangelización de los pueblos indígenas de Sudamérica. Entre ellos
los guaraníes, sorprendían a sus maestros por su aptitud musical.
El padre Charlevoix escribe en su “Histoire du Paraguay” (1756) que
“casi se podría decir que son cantores por naturaleza, como los
pájaros” y el jesuita alemán Padre Sepp relata: “son por naturaleza
como hechos para la música; aprenden a tocar con sorprendente
facilidad y destreza toda clase de instrumentos, y eso en muy poco
tiempo”.

En las reducciones los indígenas eran súbditos libres de la corona.
Ellas estaban vedadas a los colonos y funcionarios españoles,
medida necesaria para evitar los abusos de los que eran objeto los
indígenas.
Los Jesuitas protegían a los indios del trabajo forzado y la esclavitud,
sobre todo la de los “bandeirantes” portugueses una de cuyas
ocupaciones gananciales era la caza de esclavos.
El polifacético sacerdote, músico y arquitecto Martin Schmid se
dedicó junto con sus alumnos indígenas a la construcción de
instrumentos musicales como órganos, violines, violoncelos y
contrabajos con finas maderas de la zona.
La orfebrería de la región se destacó por la fabricación de custodias
de plata y otros elementos decorativos que se utilizaban en las
iglesias. Atriles, cálices y copones en gran variedad, aureolas y
coronas de santos, vinajeras y crismeros con sus bandejas,
constituían algunas de los piezas mas admiradas.

Localización de las “Misiones Jesuitas del Paraguay” que hoy en día se
encuentran distribuidas en territorio de Argentina, Brasil y Paraguay

Los Maestros de las Misiones.
Los maestros más importantes de la música y el arte en las misiones
de Sudamérica fueron los siguientes :
Juan Vaisseau ( 1584 -1617)
Jesuita Belga, cultivó la polifonía vocal sacra de los siglos XV y XVI y
se dedicó a estudiar música para utilizarla en la conversión de los
indios americanos.
Luis Berger ( 1587 – 1639)
Jesuita Francés, fue pintor, platero, músico, danzante y fabricante de
instrumentos musicales, trabajó en las misiones de Paraguay y Chile.
Pedro Comental (1595 – 1665)
Jesuita Italiano. Músico y matemático, en 1620 fue destinado a las
misiones guaraníes, donde estuvo hasta su muerte. Gracias a su
empeño la reducción de San Ignacio alcanzó la gloria de ser el primer
centro musical que hubo en estas regiones de América

Antonio Sepp (1655 – 1733)
Jesuita Alemán. Desde su niñez había sido instruido en la
música, y por su preciosa voz había sido escogido para
integrar el coro de cantores de la Corte Imperial, en la cual
alcanzó celebridad.

Era todo un artista y sabía tocar varios instrumentos, flauta,
corneta, piano, clarín, tromba marina o sacabuche, la viola y
la tiorba y también era compositor.
Destinado a la reducción de Yapeyú, le cupo la gloria de
convertir esta misión en el gran centro musical de fines del
siglo XVII y comienzos del XVIII. En las embarcaciones al
tocar los instrumentos y ser oídos por los indios, estos
acudían a la ribera para escuchar su música.

Juan José Mesner (1703 – 1769)
Jesuita Austriaco. Estudió letras, canto y música.

En 1736 fue destinado a las misiones de Chiquitos, donde
se unió al padre Schmid.
Fue allí donde realizó importantes transcripciones de
piezas musicales europeas.

Además, colaboró con el padre Schmid en la organización
de coros y en la composición musical.
La obra de este jesuita permaneció viva durante un largo
tiempo en muchas reducciones, donde los indios todavía
sabían componer y cantar la música que él les había
enseñado.

Doménico Zípoli (1688 – 1726)
Nació el 17 de octubre de 1688, en Prato, Italia, una pequeña ciudad, por
entonces plaza fortificada con muralla y ciudadela levantadas en el
siglo XIV. Recibió sus primeras lecciones de música de los maestros de
capilla de la Catedral de su ciudad natal.
En 1707 gracias al apoyo del Gran Duque Cosimo III realizó estudios en
Florencia, con Giovanni María Casini, Maestro de Capilla de la Catedral.
En 1708 se representó en Florencia un Oratorio de creación colectiva
“Sara in Egitto” compuesto por 24 autores, entre estos: Zipoli (quien creó
dos arias), Antonio Caldara, Alessandro Scarlatti y Giovanni M.Casini.
Partió luego a Nápoles donde estudió con Alessandro Scarlatti, a quien
abandonó en corto tiempo por agudas diferencias de carácter.

Epílogo
Ópera Ignacio de Loyola

En 1710 tomó lecciones de Bernardo Pasquini, en Roma, donde
estrenó ese mismo año y posteriormente en 1712 y años sucesivos,
sus composiciones, Vespri y Messa per la festa di San Carlo, en la
Iglesia San Carlo ai Catinari, por encargo de la Fraternidad Santa
Cecilia.
En 1713 presentó su Oratorio Sant’Antonio di Padova, en la Iglesia
Santa María in Vallicella, y en 1714 en la Iglesia de San Girolamo della
Caritá su Oratorio, Santa Caterina Vergine e Martire.
En 1715 obtuvo el puesto de organista de la iglesia de los Jesuítas de
Roma.

En 1716 se publicaron, primero en Roma, y luego en Londres, sus
Sonate D’Intavolatura per Organo e Címbalo. dos únicos volúmenes a
los que debe todo el reconocimiento universal a su genio.

Motivado por la vocación sacerdotal, viajó a Sevilla, España ingresó a
la Compañía de Jesús, a mediados de 1716.
El 5 abril de 1717, partió una expedición organizada por los Jesuítas,
rumbo al Río de la Plata. Zipoli, junto al historiador Pedro Lozano, los
misioneros Nussdorfer, Asperger y Lizardi y los arquitectos Primoli y
Bianchi, realizaron la travesía de tres meses para trabajar en las ya
célebres Reducciones Jesuíticas del Paraguay.
En Julio de 1717 llegó a Buenos Aires y en agosto se estableció en el
Convento de los Jesuitas de Córdoba donde continuó sus estudios
teológicos, y compuso música que luego se enviaba por medio de
emisarios, a los 30 pueblos que formaban parte de las Reducciones.
En los breves ocho años y cinco meses de actividad en las
Reducciones Jesuíticas, Zipoli compuso una enorme cantidad
de música, que hasta hace poco tiempo era desconocida, ya que la
mayor parte de su obra fue destruida, luego de la expulsión de los
Jesuitas en 1767.

Recién en 1959 el musicólogo norteamericano Robert Stevenson
halló, en Sucre, Bolivia copias de su Misa en Fa, copiada en
Potosí en 1784 por pedido del Virrey de Lima.
Y en el año 1972, el descubrimiento de más de 10,500
manuscritos en la Reducción de Chiquitos, Bolivia por parte del
hermano jesuita y arquitecto suizo Hans Roth; hallazgo
considerado como el de mayor trascendencia para la musicología
de Hispanoamérica, en las últimas décadas. Entre estos
manuscritos se encuentran numerosas Misas, Motetes, Himnos y
piezas para órgano.
En el otoño de 1725 Zipoli enfermó de tuberculosis, por lo que fue
trasladado a la Estancia Santa Catalina, lugar de reposo de los
padres jesuitas, a 50 kilómetros de Córdoba, donde falleció el 2 de
enero de 1726 a la edad de 38 años. Recibió la orden sacerdotal y
fue sepultado en el cementerio de Santa Catalina.

Martín Schmid (1694 – 1772 )
Uno de los misioneros más importantes en Chiquitos fue el sacerdote,
músico y arquitecto Martín Schmid, Jesuita suizo de habla alemán,
nacido el 26 de Septiembre de 1694 en Baar, cantón de Zug.
Asistió al colegio jesuita de Lucerna, Suiza y entró en 1717 en la
Compañía y siguió sus estudios en Landsberg e Ingolstadt en Baviera.
En 1726, recibió la ordenación sacerdotal en Eichstädt y salió en
seguida como misionero para América. Después de una estadía
prolongada en Sevilla, llegó en 1729 a Buenos Aires, de donde viajó
por Córdoba, Salta, Potosí y Sucre a Santa Cruz, para llegar en 1730 a
San Javier de Chiquitos.
Trabajó 36 años en Chiquitos, casi siempre como compañero del cura
en los pueblos que más necesitaban su destreza como músico,
arquitecto y artesano.

Schmid introdujo la música polifónica barroca en Chiquitos,
arreglando y componiendo piezas de música, enseñándolas a los
indígenas, y construyendo órganos y muchos otros instrumentos
musicales.

No menos importante es su obra arquitectónica que consiste en la
construcción de tres de las seis iglesias conservadas hasta hoy, San
Rafael, San Javier y Concepción.
Además, levantó los retablos tallados de la iglesia de Concepción y
fabricó otros muebles, imágenes de madera y cerámica, trabajó como
relojero, lingüista y autor de textos en chiquitano: enseñó el arte de
cocer tejas y baldosas, de fundir estaño y bronce.
Expulsado en 1767 a pesar de su edad, tenía que volver por el
desierto de Arica y pasar por Panamá para llegar a Europa en 1771 a
Lucerna, donde murió el 10 de marzo de 1772, poco antes de la
disolución de la orden.

La Ópera Ignacio de Loyola
Descubierta a comienzos de la última década del siglo XX, de la
ópera de San Ignacio se encontraron dos copias: una en los
archivos de Chiquitos (Santa Cruz, Bolivia), y otra en la Misión de
San Ignacio en la provincia de Moxos (Bolivia). La partitura fue
restaurada y transcrita por el musicólogo Bernardo Illari.
Compuesta entre 1717 y 1726, la creación de la música se
atribuye al jesuita toscano Domenico Zipoli, conjuntamente con el
también jesuita suizo Martin Schmid.
Con texto castellano, de autor desconocido, posee un libreto
pedagógicamente eficaz. Los personajes principales son San
Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y el demonio, quien a
pesar de su dudosa seducción, no consigue desviar a los dos
santos de su sagrado deber, la evangelización.

El drama evangelizador, u ópera, como se denominaba a todas las
obras escénicas que se ejecutaban en las misiones, fue muy
popular en la vida de las reducciones jesuíticas y resultó un aporte
único al repertorio americano de la ópera en tiempos de la colonia.
Las óperas se representaban en los momentos más significativos
del año litúrgico o en ocasión de acontecimientos de importancia
política.
Su puesta en escena tenía lugar hacia el anochecer, en la plaza
mayor, junto al pórtico de la Iglesia o al castillo del estandarte real.
Los actores eran los aborígenes mismos y a menudo, se insertaban
elementos del mundo indígena: vestuarios ricos y coloristas
adecuados al papel representado, escenografía típica de la zona
con arcos de flores y plantas selváticas, frutas tropicales, pájaros
de gran colorido y animales salvajes.