¿Quién puede recibir el sacramento de la confirmación? Lo primero que se necesita es estar bautizado, ya que el bautismo es la puerta. Sobre la edad necesaria o conveniente.

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Transcript ¿Quién puede recibir el sacramento de la confirmación? Lo primero que se necesita es estar bautizado, ya que el bautismo es la puerta. Sobre la edad necesaria o conveniente.

¿Quién puede recibir el sacramento de la confirmación?
Lo primero
que se
necesita es
estar
bautizado, ya
que el
bautismo es la
puerta.
Sobre la edad necesaria o conveniente se ha variado
mucho en la historia de la Iglesia según tiempos, lugares y
circunstancias.
Se ha variado sobre todo
por tener más o menos en
cuenta que el sacramento
de la confirmación es
sacramento de la madurez
cristiana. No se debe
confundir la edad adulta de
la fe con la edad adulta
natural. Quiere decir que
un niño puede tener una
cierta madurez cristiana,
hasta vivir con los dones
del Espíritu Santo de
manera profunda.
Durante mucho tiempo se hacía
unido al bautismo. Esto sobre
todo cuando la mayoría de las
personas que se bautizaban
eran adultos. Luego cuando
eran más los niños pequeños
en bautizarse, siguió la
costumbre de hacerlo
juntamente, si era posible. En
1280, el Sínodo de Colonia
declaró la edad de siete años la
norma para el “sello del
Espíritu Santo,” que entonces
se le dio el nombre de
“confirmación.” Ahora suele
ser alrededor de los 12 o más
años.
La razón de procurar
no darlo a niños
pequeños es porque,
aunque recibieran un
esplendor más de la
gracia santificante, no
les valdría lo
específico de la
confirmación, que es
dar el vigor espiritual
propio para poder ser
soldado de Cristo. Y
especialmente porque
no sabrían lo que
reciben.
Sin embargo en caso de necesidad, de peligro de muerte
de un niño, cualquier sacerdote puede confirmarle. Esto
es por lo que dije de un esplendor de gracia santificante
que recibe.
Sin embargo no
se insiste
demasiado
porque de nada
le serviría el
sacramento
para los
combates
espirituales
de la vida,
que suelen
comenzar en la
adolescencia.
La razón de recibir el sacramento cuando se necesite,
que es en la adolescencia, es porque, al recibirlo con
mayor fervor, la gracia penetra más en el alma.
Por eso
conviene
recibirlo lo más
conscientemente
posible y
habiéndose
preparado
dignamente.
Cuanto mejor se
esté preparado,
mejor lo recibirá.
Es hermoso recordar lo que escribía santa Teresita del
Niño Jesús sobre su preparación para la confirmación.
Con esa preparación bien se entiende que tuviera
fuerzas para combatir a los enemigos del alma. Dice así:
“Poco después de mi primera comunión entré de nuevo en
ejercicios espirituales para la confirmación. Me preparé con gran
esmero para recibir la visita del Espíritu Santo. No entendía cómo
no se cuidaba mucho la recepción de este sacramento de amor.
Normalmente, para la confirmación sólo se hacía un día de retiro.
Pero como Monseñor no pudo venir para el día fijado, tuve el
consuelo de pasar dos días de soledad. Para distraernos, la
profesora nos llevó al Monte Casino, donde cogí a manos llenas
margaritas gigantes para la fiesta del Corpus. ¡Qué gozo sentía en
el alma! Al igual que los apóstoles, esperaba jubilosa la visita del
Espíritu Santo... Me alegraba al pensar que pronto sería una
cristiana perfecta, y, sobre todo, que iba a llevar eternamente
marcada en la frente la cruz misteriosa que traza el obispo al
administrar este sacramento... Por fin, llegó el momento feliz. No
sentí ningún viento impetuoso al descender el Espíritu Santo, sino
más bien aquella brisa tenue cuyo susurro escuchó Elías en el
monte Horeb... Aquel día recibí la fortaleza para sufrir, ya que
pronto iba a comenzar el martirio de mi alma.”
Hay tres condiciones principales que se requieren para
recibir este sacramento, cuando uno es mayorcito:
1) El estado de
gracia. Hay que
recibirlo en gracia
de Dios. Si uno lo
recibe en pecado
mortal, comete un
sacrilegio y no
recibe la gracia
sacramental, aunque
sí recibe el carácter
propio de este
sacramento, que es
unirse con Cristo de
una manera
configurada.
Si no tiene la gracia, debido al
pecado mortal, tampoco puede
recibir el aumento de gracia
propio de este sacramento. Esta
gracia la recibirá cuando se
arrepienta y se confiese. Los
pecados veniales no son
obstáculo; aunque cuanto más
limpia esté el alma, mejor
recibirá el aumento de gracia.
2) Hace falta una instrucción suficiente. Los niños
pequeños, que no saben lo que están recibiendo, no
pueden recibir las gracias especiales que reciben los que
se dan cuenta de ello por haber tenido una digna
preparación.
Deben tener
una
instrucción de
las verdades
principales de
la fe. Si tienen
que defender
la fe, lo harán
mejor cuanto
mejor la
conozcan.
3) Una preparación conveniente en cuanto a la oración y
buenas obras. Cuanto mejor sean las disposiciones,
mayor será la venida de la gracia.
En el
cenáculo los
apóstoles
recibieron con
amplitud el
Espíritu
Santo, porque
se prepararon
en la oración
en compañía
de la
Santísima
Virgen.
Si se cumplen estas disposiciones y quienes se van a
confirmar se preparan de verdad, contribuirán a que la
Iglesia se renueve y la confirmación sea un nuevo
Pentecostés.
Somos Iglesia que se renueva
en torno a la mesa del mismo amor.
Automático
Somos Iglesia, tenemos la fuerza del
mismo Espíritu, del mismo Dios.
Somos
Iglesia,
tenemos
la fuerza
del mismo
Espíritu,
del mismo
Dios.
Un nuevo Pentecostés renovamos en tu altar, un
nuevo Pentecostés hoy florece en mi ideal:
Ser testigos de tu amor, ser testigos de tu paz.
Ven, Señor Jesús, renuévanos de verdad.
Hoy venimos ante Ti, Tú nos quieres
enviar: nuestras vidas serán luz,
nuestras obras serán sal.
Ser testigos
de tu amor,
ser testigos
de tu paz.
Ven, Señor
Jesús,
renuévanos
de verdad.
Somos Iglesia que se renueva
en torno a la mesa del mismo amor.
Somos
Iglesia,
tenemos la
fuerza del
mismo
Espíritu, del
mismo Dios.
Somos Iglesia, tenemos la fuerza del
mismo Espíritu, del mismo Dios.
Somos Iglesia, tenemos la fuerza del
mismo Espíritu, del mismo Dios.
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CLICK
¿Quién puede administrar el sacramento de la
confirmación?
Desde la primitiva
cristiandad los
encargados de
administrar la
confirmación han sido
los obispos, y debe ser
el obispo propio de la
diócesis, a no ser que
sea otro con permiso
del diocesano. Y esto
porque los obispos
son los sucesores de
los apóstoles.
Recordamos una vez
más el hecho de la
primitiva cristiandad
cuando el diácono Felipe
había bautizado a
muchos en Samaría.
Para que pudieran recibir
la confirmación tuvieron
que ir los apóstoles
Pedro y Juan, que
estaban en Jerusalén. Y
recordamos cómo san
Pablo debía “imponer las
manos” a los que sólo
habían sido bautizados
para que recibieran el
Espíritu Santo.
En la primitiva cristiandad,
cuando eran relativamente
pocos los bautizados, y la
mayoría adultos, la
confirmación la daba el
obispo juntamente con el
bautismo. Pero cuando
aumentaron los bautizados, y
sobre todo los bautizados por
campos lejanos de la sede
episcopal, se fue separando
el bautismo de la
confirmación, que sí la hacía
el obispo cuando podía.
Pero aunque sea el obispo, quien tiene la plenitud del
sacerdocio, el encargado de la administración de la
confirmación, puede delegar en algún sacerdote para
dicho ministerio.
No puede
cualquier
sacerdote
ponerse a
administrar
este
sacramento
si no tiene
una
autorización
expresa del
obispo.
Si un sacerdote quisiera administrar el sacramento de la
confirmación sin autorización del obispo, ese
sacramento no valdría. Es decir, que además de la
potestad de orden necesita la jurisdicción. Algo así
como un juez que para juzgar un caso no sólo necesita
ser juez sino autorización sobre dicho caso.
Esto es así
porque la
confirmación
no es
estrictamente
necesaria para
salvarse.
Otra cosa
es cuando
hay un
peligro de
muerte.
Los párrocos tienen autorización para administrar la
confirmación debido a que, aunque no sea necesario para
salvarse, se da un aumento de la gracia bautismal y poder
contra el mal. Esto, aunque ya se sabía, lo decretó el papa
Pío XII en 1946.
Si ya por el hecho de ser bautizado formamos con los
demás una Iglesia, un Cuerpo Místico de Cristo, por la
confirmación somos parte más militante para proclamar la
fe que confesamos en el sacramento.
Iglesia soy, y
tu
también, en
el bautismo
renacimos a
una vida
singular,
Automático
y al confirmar,
hoy nuestra
fe, lo
proclamamos
compartiendo
el mismo pan.
No vayas triste en soledad, ven
con nosotros y verás a los
hermanos caminando en el amor,
ven con nosotros y serás en
la familia un hijo más;
que me
ha engendrado,
me
alimenta
y
acompaña sin
cesar.
La Iglesia es tan maternal que nunca
duda en abrazarme y perdonar.
No vayas
triste en
soledad
ven con
nosotros
y veras
AMÉN