quién eres para que juzgues a otro?

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Transcript quién eres para que juzgues a otro?

Lección 9 para el 29 de
noviembre de 2014
«Uno solo es el dador de la ley, que puede salvar y
perder; pero tú, ¿quién eres para que juzgues a otro?»
(Santiago 4:12)
El más indicado para juzgar es Aquel que ha
dado la ley. El Legislador puede decidir con
pleno conocimiento quién debe ser absuelto y
quien condenado; quién se salva y quién se
pierde (Juan 5:22)
¿Quién es el único dador de la Ley y único Juez
capacitado para juzgar a toda la humanidad?
«Porque Jehová es nuestro juez,
Jehová es nuestro legislador,
Jehová es nuestro Rey; él mismo
nos salvará» (Isaías 33:22)
«El Hijo de Dios habló a Moisés desde la cumbre de
la montaña… El divino Legislador descendió sobre
la rocosa montaña para pronunciar su ley a oídos de
todo el pueblo, a fin de que sus hijos pudieran ser
impresionados por la grandiosa y pavorosa
exhibición de su poder y gloria, y temiesen
transgredir su mandamiento. Dios pronunció su ley
en medio de truenos y relámpagos y la espesa nube
que estaba en la cumbre de la montaña, y su voz era
como voz de trompeta de gran intensidad. La ley de
Jehová no podía ser cambiada, y las tablas en las
cuales Él escribió la ley eran sólidas rocas, lo cual
simbolizaba la inmutabilidad de sus preceptos»
Elena G. de White, Reflejemos a Jesús, 22 de marzo
«Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del
hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero
si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez» (Santiago 4:11)
Al hablar contra algún hermano
(murmurar), emitimos un juicio contra
él con la intención de hacerle daño.
Al murmurar, decimos que la ley
condena al hermano, pero no me
condena a mí. Nos ponemos por encima
de la ley, sustituyendo la Ley por nuestra
opinión (juzgamos la ley en lugar de
cumplirla).
«Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del
hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero
si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez» (Santiago 4:11)
¿En qué situaciones sí sería correcto juzgar?
«¿Pues qué, no hay entre vosotros
sabio, ni aun uno, que pueda juzgar
entre sus hermanos?» «Hermanos, si
alguno fuere sorprendido en alguna
falta, vosotros que sois espirituales,
restauradle con espíritu de
mansedumbre» (1ª de Corintios 6:5; Gálatas 6:1)
La iglesia necesita personas con discernimiento
espiritual que sean capaces de juzgar y restaurar al
hermano que yerra. Pero esto nunca debe hacerse a
título personal, sino como cuerpo eclesiástico.
«¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad,
y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos» (Santiago 4:13)
Es evidente que, con esta frase,
Santiago desaprueba la conducta de
los que planifican para su futuro.
Pero, ¿qué hay de malo en planificar
nuestras actividades a corto, medio o
largo plazo?
Al igual que el hombre de la parábola
que planeaba la construcción de más
graneros, estos miembros de iglesia
hacían planes para el futuro como si
Dios no existiera (Lucas 12:16-21).
Además, hacían esos preparativos como
si su futuro dependiera de sus propias
manos, cuando es Dios el único que
puede decidir si mañana viviremos o no.
«cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es
vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por
un poco de tiempo, y luego se desvanece» (Santiago 4:14)
La palabra usada aquí («neblina»)
es la misma que usó Salomón
cuando dijo que «todo es
vanidad» (Eclesiastés 1:2).
Nuestra vida es como un vapor que se
desvanece. ¿Cómo, pues, osamos hacer
planes para nuestro futuro sin contar con
Aquel que es el único que puede hacer que
la neblina que es nuestra vida se desvanezca
o permanezca?
Al igual que los murmuradores, aquellos que
no cuentan con Dios a la hora de planificar
su vida, se colocan por encima de la ley. Se
hacen jueces de su propia vida, creyendo
que tienen alguna potestad sobre ella.
«En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere,
viviremos y haremos esto o aquello. Pero ahora os jactáis en
vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala; y al que
sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado» (Santiago 4:15-17)
La autosuficiencia es definida aquí como soberbia y
jactancia. Esta jactancia se nos dice que es mala. Y,
como cristianos, debemos rechazar todo lo malo.
Además, Santiago redefine el pecado. El pecado no
es solamente transgredir la ley (1 Juan 3:4). Existe
un pecado «pasivo»: saber hacer lo bueno y no
hacerlo.
«La ley de Dios condena no solamente lo que
hemos hecho sino lo que hemos dejado de hacer.
En el día final nos encontraremos con un
registro de pecados de omisión así como de
comisión, y de toda cosa secreta»
Elena G. de White, Manuscript Releases, tomo 6, p. 141
Elena G. de White, Testimonios para la iglesia, tomo 7, p. 46
«Cada mañana consagraos a Dios con vuestros
hijos. No contéis con los meses ni los años; no os
pertenecen. Sólo el día presente es vuestro.
Durante sus horas, trabajad por el Maestro,
como si fuese vuestro último día en la tierra.
Presentad todos vuestros planes a Dios, a fin de
que él os ayude a ejecutarlos o abandonarlos
según lo indique su Providencia. Aceptad los
planes de Dios en lugar de los vuestros, aun
cuando esta aceptación exija que renunciéis a
proyectos por largo tiempo acariciados. Así,
vuestra vida será siempre más y más amoldada
conforme al ejemplo divino, y ‘la paz de Dios,
que sobrepuja todo entendimiento, guardará
vuestros corazones y vuestros pensamientos en
Cristo Jesús’ (Filipenses 4:7)»
Créditos
DISEÑO ORIGINAL
Sergio y Eunice Fustero
Distribución
RECURSOS ESCUELA SABÁTICA ©
Rolando D. Chuquimia
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Asunto: Lecciones en Powerpoint
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