El amor de las tres naranjas. Cuento popular. Una
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Transcript El amor de las tres naranjas. Cuento popular. Una
El Amor de las Tres Naranjas
Cuento Popular
Una interpretación psicológica
Montserrat Centelles Farré
Fernando Blanco Guerrero
Eso era y no era... buen viaje haga el jilguero!”
Erase una vez un Rey y una Reina que no tenían ningún niño, y deseaban, de todo corazón, tener uno. Prometieron que, si Dios les concedía
esta gracia, darían a cada pobre que se presentase a palacio, un saquito de harina, una aceitera llena de aceite y una ollita de miel.
Y tenéis que creer y pensar, y pensar y creer, que antes de un año, la Reina tuvo un hijo a quien pusieron de nombre Bernadet.
Y todos los pobres, ¡hala, a casa del Rey, se ha dicho! A buscar la harina, el aceite y la miel para hacer buñuelos y festejar el nacimiento del
heredero. Al cabo de siete años, una viejecita, que salía de misa, se encontró a otra, que era hada, y le dijo:
Rey y Reina: matrimonio real, imagen del Self
Rey: junto con el héroe, el santo, el padre y el sabio, el rey es un arquetipo de perfección humana.
Introducción en la que presenta una situación de infertilidad
Infertilidad: (Inicio común de muchos cuentos) Gran problema en un sistema social basado en la propiedad
privada. Reino sin descendencia). Tierra yerma, sin fruto.
Príncipe: un proyecto de futuro rey. Virtudes en estado de adolescencia, no dominadas ni ejercitadas. Es una
promesa de un poder supremo. Más cerca del héroe que del sabio, es a menudo víctima de brujas y sufre
transformaciones de las que lo redime el amor heroico, imagen de la metamorfosis interior.
Todos los personajes del cuento (todos los personajes del interior de la persona) se encuentran satisfechos, lo
cual se representa en la abundancia para todos de harina, aceite y miel.
Harina: alimento primordial, fecundidad, resurrección, también ofrenda.
El aceite: Óleo, símbolo de prosperidad, de bendición divina, de alegría y fraternidad. Como unción,
autoridad, poder y gloria, espíritu de Dios, ungido= elegido. En Oriente es símbolo de luz y pureza, sirve de
alimento y para alimentar las lámparas. Vínculo intermediario en la Alquimia y protector de las influencias
externas, imagen de la indiferenciación primordial. En la cultura mediterránea, fecundidad, unión de los dos
sexos.
La miel : Tierra de leche y miel = feliz y fecunda. En la tradición órfica significa sabiduría (abeja). El
hidromiel es el licor de la inmortalidad. También es alimento de santos y sabios (Pitágoras) Los atenienses la
ofrecían a la gran serpiente para apaciguarla. Está ligada a los ritos de renacimiento. En el pensamiento
analítico es símbolo del Yo superior o Self. La abeja pasa de libar de flor en flor (disipación mundana) a la
concentración mística (miel)
– ¿No te parece, hijita mía querida, que ya sería hora de que la reina tuviese otro niño? Así nos alegraría una poca la barriga,
como la primera vez.
–Y ¿con qué nos alegraron la barriga, la primera vez, si se puede saber?
–preguntó la vieja hada.- ¿Ya no te acuerdas de la harina, el aceite y la miel, que dieron a todos los pobres para festejar el
nacimiento del heredero?
– ¡A mí no me llegó nada!–respondió, enojada la vieja.
– ¿Pero tu fuiste? –preguntó la otra.
–Como querías que me presentase si no sabía ni palabra?
–Yo, si fuese tú, ¡aún iría a palacio! –le aconsejó –. ¡Por sí hubiese quedado algo de aquel reparto!
–¡Bien pensado! –Dijo el hada. Ahora mismo voy para allá y hete aquí que ya se ha ido, pie que arrastro, pie que arrastro, a casa
del Rey.
–Habéis llegado tarde, hermanita –le dijeron los sirvientes cuando la oyeron. Pensad que el príncipe ya tiene siete años..., y que
de aquella gran abundancia que se repartió por su nacimiento nunca más se supo!
– ¿Y si me dejaseis echar una ojeada a la despensa, por si acaso?
La dejaron pasar y ya tenéis a la vieja sacude que sacudirás las sacas de harina y aún sacó para llenar un talego. A fuerza de
hacer gotear las jarras de aceite llenó una aceitera. Y poniendo los jarros de miel boca abajo, sacó una ollita bien llena.
Marchó, más contenta que unas castañuelas, con el talego sobre la cabeza, la aceitera colgando de la nariz y la ollita de miel a la
espalda, que la tenía curvada como un arco.
Pero como en todos los cuentos algo se tuerce ya que el protagonista en realidad no ha madurado para
llegar a ser lo que el cuento promete.
Vieja: sabiduría femenina. Simbólicamente, la anciana no es lo caduco sino lo persistente, lo que
participa de lo eterno.
Hada: Keres (divinidad infernal en la mitología griega, que también determina el destino del héroe
ofreciéndole una elección), Moira, Parca, Fata. Referido a la terna: nacimiento, vida, muerte o bien
juventud, madurez, vejez, tiene un cuarto tiempo, el del silencio. Como la luna, como las estaciones. Se
muestra intermitentemente pero subsiste en si misma de manera permanente, como las manifestaciones
del inconsciente. Expresión de la tierra madre.
No invitar a una hada Similar al cuento de la bella durmiente en el que sólo se invita al bautizo de la
niña a 12 de las 13 hadas, ya que no hay cubiertos para todas. La que no ha sido invitada comparece
para lanzar su maldición.
El protagonista tiene aspectos de su sabiduría femenina que no se han tenido en cuenta. y por tanto se
iniciará todo un proceso en el que, para llegar a ser rey, deberá tomar conciencia e integrar su parte
femenina.
La vieja hada representa un aspecto interior femenino no desarrollado, no tenido en cuenta y el hecho
de no haberla tenido en cuenta puede ser contrarrestado incluyéndola en el reparto.
Pasó bajo un balcón del jardín de la casa del Rey, donde Bernadet jugaba con unas bolas de oro. Justamente a una de las
bolas no se le ocurrió otra cosa que caer sobre la aceitera, [tric]!, y la hizo mil pedazos. Y manchas y más manchas por
encima de la ropa de los domingos de la vieja, que se quedó sin una gota de aceite para freír los buñuelos!
Más quemada que una mona, mira a Bernadet y le dice:
–“Del buen hado y del mal hado, que la mi madre me ha encomendado; que lo que ahora diré sea verdad verdadera”: que
cuando Bernadet tenga dieciséis años, ¡no pueda estar ni reposar mientras el Amor de las Tres Naranjas no vaya a buscar!
Los sirvientes se rieron con ganas, de lo sucedido a la vieja pero nadie prestó atención a las palabras que había dicho.
A partir de los siete años cuando la conciencia del Yo comienza a madurar, se produce un
alejamiento de los contenidos interiores que no encajan con la personalidad que se está
desarrollando. Con lo cual se relega al olvido cada vez más este aspecto femenino.
Bernardet “juega” con bolas de oro (imagen del Self) y esto provoca el accidente que
moverá a la vieja a echar la maldición.
Todo el proceso tiene una causa inicial que no está en la vieja si no en una llamada del Self
hacia el proceso de individuación que se inicia, aparentemente, con un alejamiento del reino
pero que es la única manera de volver a él (reunificado)
La bola de Oro: Naturaleza esencial, símbolo de eternidad. Icono de la virgen y el niño con la
bola del mundo. (En las imágenes cristianas el niño Jesús sostiene en una mano una esfera. Tiene
el mismo simbolismo que el círculo y representa la perfección, totalidad,…
Similitud con el cuento de Juan de Hierro (la bola del príncipe que va a dar a la jaula de Juan,
cuando el niño la coge queda marcado. Al final conquista las tres manzanas de oro). Y con el
cuento del Rey Rana,( la princesa juega con la bola hasta que le cae en el pozo),…
Desmembramiento: Osiris (despedazado por Set y reconstruido por Isis), Blancaflor, Medea, La
esposa del sultán (cuento marroquí), cuentos de gigantes que se caen en trozos y luego se unen
mágicamente, espada de Sigmundo que sólo Sigfrido puede recomponer. Jung: todos los
símbolos que expresan un proceso involutivo degenerante, destructor, se basan en la conversión
de lo uno en múltiple (por ejemplo rotura de una roca en muchas piedras)
Pasó el tiempo. Cuando Bernadet cumplió los dieciséis años se puso triste y más triste, mustio, cabizbajo y desasosegado
sin ánimo ni alegría, ni gozo alguno. El Rey hizo comparecer a todos los médicos de su reinado y ninguno supo adivinar el
mal ni el remedio del príncipe; hasta que una criada vieja se acordó de las terribles palabras de la vieja de la aceitera y
avisó a todo el mundo.
– ¿Sabéis qué tiene, Bernadet? No es otra cosa que la maldición que aquélla mala vieja le escupió cuando era niño! Que al
cumplir dieciséis años, no podría estar ni reposar, mientras el Amor de las Tres Naranjas no fuese a buscar!
Cuando Bernadet se enteró se acerco a su padre y a su madre y les dijo:
–Me voy a buscar este Amor, y no volveré hasta que lo traiga.
–Oh, Bernadet, no vayas por nada del mundo! –le rogó la Reina –. Muchos príncipes, hijos de rey y reyes jóvenes lo han
intentado antes que tú ¡y no vivieron para contarlo! ¡No pienses más en ello, hijo mío de mi vida!
–Es inútil todo cuanto me digáis! –respondió Bernadet, que con sólo pensar que iba a buscar el Amor de las Tres Naranjas
ya sintió un poco de alegría. Me iré antes de que se ponga el sol. Cogió una bolsa de monedas de oro, el mejor caballo del
establo, dijo adiós a todo el mundo, y ¡allá se fue!
En la corte todo era llorar y tirarse de los pelos, y el Rey hizo encortinar de negro el palacio entero y mandó que se
guardase luto hasta que su hijo volviese.
El anhelo que siente proviene del encantamiento producido por el complejo femenino no atendido.
A la vez surge una promesa de reunificación, que es lo que al final se representará por medio de la boda, pero
antes hay un largo camino que se inicia con un desasosiego o depresión según la persona. Aquí el anhelo, el
síntoma, es algo positivo ya que resulta ser el motor de la búsqueda.
Lloros, desesperación, encortinar de negro el palacio entero y luto hasta el retorno del príncipe
Es llamativo que la criada vieja (una vez más la sabiduría femenina) es la que se acuerda de la maldición
Bernardet todavía no ha logrado su meta pero sólo por tener la determinación de ponerse en camino hacia ella
siente algo de alivio.
Escupir: Desde tiempos muy remotos el gesto de escupir ha servido de contrahechizo. Se decía que había que
escupir en las manos para contrarrestar la hechicería, o si a una persona se le aparecía el diablo tenía que escupir
sobre sus cuernos para que la aparición se desvaneciera. También si se tienen pesadillas, para que desaparezcan
hay que escupir tres veces sobre el hombro izquierdo, o que cuando se pasaba cerca de una casa donde se había
declarado una enfermedad contagiosa había que escupir para preservarse del contagio. También se dice que hay
que escupir para que la buena suerte cambie. Hay que escupir sobre el dinero para tener buena suerte.
La saliva: Las supersticiones relacionadas con ella hacen referencia tanto a sus poderes curativos como a su
capacidad protectora contra el mal.
Las 3 naranjas.(3 bolas de oro) Fecundidad por numerosas pepitas. En China la ofrenda de naranjas era la
petición de mano. Su forma esférica es símbolo de perfección, del Self. Representa al Sol.
Pero, ¡de qué, iba a volver! Cada día estaba un poco más lejos! Camina que caminarás, preguntaba a uno y otro pero nadie
le sabía dar noticia de lo que buscaba.
1
Un día, entrada la noche, vislumbró una lucecita azul. –¡Una lucecita azul! ¡Allá vamos si Dios quiere!
Al llegar se encontró unas casitas blancas. Una mujer miraba atentamente en el portal.
– ¿Qué buscas por aquí Bernadet? Le lanzó al verlo.
Busco el Amor de las Tres Naranjas. ¿Me sabríais decir dónde está?
2
Al finalizar el día, vio otra lucecita azul. Se acercó y eran unas casitas blancas. También había una mujer, en el portal,
que, al verlo, le dijo:
– ¿Qué buscas, por estas tierras, Bernadet?
–El Amor de las Tres Naranjas –respondió Bernadet–. ¿Tú sabríais dónde está?
3
Al finalizar el día, distinguió otra lucecita azul. Se acercó a ella y vio unas casitas blancas. Una mujer salió al portal.
– ¿Qué te trae por estos parajes, Bernadet? –le preguntó cuando le tuvo cerca.
–Busco el Amor de las Tres Naranjas, y ¡no tendré alegría completa hasta que no lo haya encontrado!
Empieza un periodo de búsqueda ya que la vida no satisface, se es consciente de que no se sabe bien que, pero se
echa en falta algo.
Será un día, a saber cuando, que entrada la noche, es decir, no a través de la conciencia ordinaria de Yo, si no en la
oscuridad del inconsciente brillará una luz azul. Surge algo en el interior que parece que puede ser una luz para el
problema. (faro, guía)
Azul: Color atribuido a lo divino.
El viaje: según Jung muestra insatisfacción, profundo deseo de cambio interior que impele a la búsqueda de
nuevos horizontes. También búsqueda de la madre perdida, mientras que para Cirlot sería más bien una huida.
Madre generosa y/o posesiva.
Para Pascal viaje = distracción.
Búsqueda de la verdad, la paz, la inmortalidad, el centro espiritual. Pruebas preparatorias para la iniciación.
Progresión espiritual. Navegaciones, islas, paraísos, montañas. Tierra prometida. Peregrinación. Viaje post-mortem.
Viaje en la literatura. En la mitología. Viaje como signo y símbolo de un perpetuo rechazo de uno mismo. Viaje
válido = el que se realiza en el interior
Por tres veces va a encontrar a una mujer (ánima) que le va a dar una de las claves para poder llegar hasta las tres
naranjas. Del primer gigante consigue la primera información: tres pruebas a superar. Del segundo que hay una
barrera final antes de alcanzar su meta, las puertas que se baten sin cesar. Del tercero el truco de dormir con los
ojos abiertos, que encontramos también en otros cuentos.
Entrada la noche: no será a través de la luz de la conciencia del yo sino a través de un diálogo interior con lo
femenino que logrará acercarse y obtener el conocimiento que encierra el gigante amigo de un dragón.
La actitud del héroe es pasiva, de escucha hacia el interior, de dejar hacer a lo femenino y de permanecer cerca
de la sombra asustado, escondido, pero cerca para escuchar su secreto.
El cuento nos sugiere también la diferencia entre la sabiduría del gigante (aspectos interiores sin madurar) y su
brutalidad. Hay que acercarse con sigilo, escondiéndose, ya que si no, puede destruirnos, es una fuerza bruta
poderosa, no civilizada que puede arrasar como un huracán o un terremoto interior si nos pilla.
.
*(Utiliza la astucia, la fuerza de la no fuerza, la fuerza del débil, que no es la fuerza de la voluntad ni del
razonamiento. Es diferente, es otra fuerza que surge cuando descansan as potencias del alma de los gigantes- el
entendimiento, la voluntad y la memoria). Lo femenino le ayudará a mediar con aspectos rudos de lo masculino
Las 3 mujeres de los gigantes: Hasta tres veces vemos a la figura femenina ayudando al héroe a superar sus
pruebas. Las mujeres consiguen la información que precisa Bernadet con astucia y tretas aún arriesgándose para
conseguirlo. Los métodos son brutales frente a la brutalidad del gigante pero sutiles e ingeniosos en cuanto a su
estrategia.
El gigante: Hijo de Gaia (la Tierra) tiene la misión de vengar a los Titanes encerrados por Zeus en el Tártaro
(infierno mitológico grecolatino). Sufre de gigantismo material e indigencia espiritual. Es la trivialidad máxima y
la imagen de la desmesura, al servicio de los instintos corporales y brutales. Para ser vencido precisa de la unión
de un hombre y un dios. El mito del gigante es una llamada al heroísmo humano. Representa todo lo que el
home debe vencer para hacer florecer su personalidad. Los celtas consideran el gigantismo marca de las fuerzas
inferiores o “fomores”
El número tres: Todo esto pasará hasta tres veces, el número tres en este caso simboliza un ciclo de tiempo entero
o dicho de otro modo todo el tiempo que haga falta. A la una a las dos y a las tres, dicen los niños para pasar de la
inacción a echar a correr o buscar un escondite y en general, para marcar un cambio entre un antes y un después.3
naranjas, 3 parcas, 3 marías, 3 gracias, 3 diosas , 3 mujeres de gigantes, repeticiones en la liturgia..
Las tres Parcas: Cloto, Láquesis y Átropo son hijas de Érebo que fecundó a la Noche. Se presentan asociadas y
vestidas de blanco. Átrapo sería la más menuda pero la más terrible. Cloto hila el hilo de la vida y Láquesis lo mide
con su vara. Átropo se encarga de cortarlo con sus tijeras.
Son llamadas también Moiras (parte o fase) representan la triple diosa Luna- de ahí su indumentaria blanca y la
hebra de lino que se le consagra a la Luna en su forma de Isis-La luna tiene 3 fase: luna nueva -diosa doncella de la
primavera, luna llena- diosa ninfa del verano y luna vieja- la anciana del otoño.
El mito parece basarse en la costumbres de tejer las marcas o señales de la familia o del clan en los pañales de los
recién nacidos, asignándoles así su lugar en la sociedad, (las 3 Danaides envolvían en una tira de lino marcada a los
recién nacidos).
7 gigantes (el siete igual que el tres simboliza un ciclo completo una totalidad)
El dragón: según Robert A. Johnson , en la mitología occidental, el dragón representa el complejo materno que
todo héroe tiene que enfrentar y derrotar
Ver en cuentos similares: El tamborilero (Tres piezas de lino, tres hermanas, tres gigantes en un bosque a los que
engaña con astucia, una vieja que le ayuda, un leño que se transforma en princesa, una bruja que perece en las
brasas y el proceso del olvido del amor por olvidar la advertencia del beso en la mejilla derecha)/ Ver El tesoro de
las montañas azules : (Gigantes, jardín cercado, agua de la vida)
Al día siguiente dio las gracias a quien le había ayudado, se subió al caballo y partió veloz. Camina que caminarás se
encontró con un río. En la orilla había una viejecita que intentaba pasar.
–¡Hermanita! – la paró Bernadet al ver el peligro al qué se exponía–. ¿Es que no veis que la corriente os va a
arrastrar? ¿Qué queréis hacer?
–Pasar al otro lado! –dijo la vieja.
–Pues yo os llevaré. La ayudó a subir a las ancas del caballo y en un instante la llevó al otro lado.
–Oh, Bernadet, hijo de rey, qué favor más grande me has hecho! –Exclamó la viejecita, agradecida–. Dime adónde vas,
por estos parajes, y tal vez te pueda ayudar!
–Voy a ver si encuentro el Amor de las Tres Naranjas –le respondió–. ¡Y me haríais un gran bien si me dijeseis donde
está!
–Hacia Levante, allí mismo donde nace el sol; pero no vayas, Bernadet, ¡te lo suplico! Muchos príncipes, hijos de rey y
reyes lo han intentado antes de que tú, y murieron en el empeño!
Entonces Bernadet le explicó el encantamiento al que estaba sujeto. Y que no tendría reposo, ni alegría ninguna hasta
que encontrase El amor de las tres naranjas.–Si así es como dices, te ayudaré –le prometió la buena vieja–: Ve
siempre hacia donde veas salir el sol, sin desviarte ni a derecha ni a izquierda... Y un día u otro la encontrarás.
–Me dicen que tengo que pasar un campo de hormigas, uno de animales feroces y otro con una serpiente de siete
cabezas. Y que después hay unas puertas de bronce que se abren y cierran continuamente. –¡Eso sí que es cierto,
Bernadet!
– ¿Cómo tengo que hacer para que las hormigas me dejen pasar?
–Llévales trigo.
– ¿Y a los animales feroces?
–Ovejas y corderos
–¿Y a la serpiente de siete cabezas?
–Siete jarras de leche.
– ¿Y las puertas de bronce?
–Unta las bisagras con mantequilla y dejarán de batirse y de hacer ruido. Los gigantes se adormecerán y tú podrás
entrar en el jardín donde se encuentra el naranjo con las tres naranjas encantadas. Bernadet le dio las gracias y un
puñado de monedas de oro. La viejecita metió la mano en su bolsillo y sacó un hatillo de algodón y tres ovillos de
fleco; uno verde, el otro de color ceniza y el otro rojo.
–Toma estas tres prendas! –le dijo–. Al entrar en del jardín atarás el algodón a las patas del caballo para que los
gigantes no oigan las pisadas. Y cuando te persigan, si te ves apurado, suelta estos flecos, primero el verde, después
el de color ceniza y después el rojo, y que Dios te deje llegar a donde ir quieres!
– ¡Amén! –dice Bernadet, y en un instante ya se está yendo, bien encarrilado, hacia Levante.
Camina que caminarás, encontró a un caminante con un mulo y tres sacos de trigo. Le compró el mulo y el trigo, y
siguió su camino sin detenerse.
Humildad: En otros cuentos, por ejemplo varios de Grimm, antes que el héroe, intentan la aventura dos hermanos
mayores que cuando se encuentran con una vieja o un enano que necesitan ayuda, o un animal herido, … pasan de
largo sin hacer caso y debido a esto cae sobre ellos una maldición. Pero cuando llega el héroe (el hermano más
pequeño y en nuestro caso Bernardet) al ayudar, al atender y hacer caso a ese personaje (aspecto interior que, en ese
momento, aunque parece feo o poco útil, demanda atención), obtiene la solución para llegar a la meta. En este caso
es la viejecita la que le da la solución para salvar los obstáculos. En realidad es una vez más lo femenino en forma
de mujer anciana, que debe ser tenido en cuenta.
Este pasaje señala por tanto una actitud de humildad del yo hacia los contenidos del interior aparentemente tan
inútiles como una vieja al borde de un rio pero en realidad tan sabia que resulta imprescindible.
La actuación compasiva con la vieja del río, sin ignorarla ni creerse superior (actitud contraria a un yo inflado), hace
que esta personificación de lo profundo vinculado a lo materno le dé las claves para librarse de sus enemigos.
Aquí lo femenino sigue separado, sin integrar, pero como se le acepta y ayuda, en lugar de maldecirle como al
principio del cuento, ahora es fuente de ayuda de cara a la confrontación con el inconsciente.
Y es al valorar lo que dice la vieja, y al darle las gracias y un puñado de monedas de oro por su ayuda, cuando ella
le da más: esta vez tres prendas con las que poder conseguir el tesoro de las tres naranjas.
Cuento similar: Ver El agua de la vida (Actitud humilde, ayuda en agradecimiento a sus atenciones, vencer la
avaricia y el egoísmo, y también intento de suplantación ante la princesa)
Camina que caminarás, vio a un pastor que pastoreaba un centenar de ovejas. Le compró todo el rebaño y
siguió su camino sin demora Llegó a un hostal; compró siete jarras para asnos y una olla de mantequilla de
la mejor. Ordeñó las ovejas, llenó las jarras de leche y continuó caminando.
Con lo que va aprendiendo en el camino va adquiriendo recursos y experiencias
con las que enfrentarse a las pruebas que tendrá que pasar. Implica esfuerzo
También llama la atención que las tareas que debe realizar son tareas cotidianas y
sencillas.
A fuerza de buscar, encontró el campo de hormigas que negreaba, de tantas como allí había. Y ¿qué hizo Bernadet?
Descargó los sacos del mulo y ya le tenéis, esparce que esparce trigo hasta que lo hubo esparcido todo. Las hormigas se
lanzaron al trigo y él pudo pasar con el caballo, el mulo y las ovejas. Encontró el campo de animales feroces, hizo pasar las
ovejas con el corazón en un puño, sabiendo la muerte terrible que les esperaba. Las fieras embistieron al ganado y dejaron
pasar a Bernadet con el caballo y la mula cargada de leche. Llegó al campo donde estaba la serpiente de siete cabezas que
silbaba de tal modo que ponía los pelos de punta. Bernadet le presentó las siete jarras y el animal metió una cabeza dentro
de cada una y hala!, bebe que beberás, la más satisfecha del mundo. Con toda seguridad Bernadet pudo pasar bien
tranquilo!.
De pronto vio el Jardín de las Tres Naranjas, con las ramas y surtidores que sobresalían del muro de setenta palmos de
alto, embalsamando el aire con su aroma. Vio las puertas de bronce que no paraban nunca de batir, con un estrépito que
resonaba en su cabeza. Bernadet se acercó, sacó la olla de mantequilla y untó los goznes de arriba y los del medio.
Después bajó del caballo y untó los de más abajo. Y ¡pasmaros! Aquellas puertas se detuvieron de golpe, dejaron de batirse
y de hacer ruido, y se quedaron medio abiertas, medio cerradas, como si les hubiesen dado somníferos y se hubiesen
quedado dormidas.
También en esta ocasión ante cada una de las dificultades que ahora son cuatro reacciona dando a
cada uno lo que necesita a las hormigas la harina, a los leones las ovejas, a la serpiente de siete
cabezas las siete jarras de leche y a las puertas la grasa que necesitan sus bisagras.
Respondiendo a las demandas de cada situación con la respuesta adecuada.
Veremos mas adelante que esta actitud le salvará, al prestarle ayuda, agradecidos, cada uno de los
animales u objetos a los que ayuda.
La hormiga: símbolo del espíritu de trabajo diligente y activa, la hormiga es símbolo de trabajo y
sobre todo del trabajo en comunidad. También de es un símbolo de pequeñez.
Las fieras: Sugiere algo primitivo, voraz, peligroso, agresivo
Serpiente de siete cabezas: La serpiente no es más que una línea, pero una línea viviente, y por
eso puede representarlo todo. Símbolo de renovación (muda su piel), de la energía del espíritu,
del bien y del mal (mito de Adán y Eva), símbolo de lo femenino primigenio (Lilith), en la India
simboliza la Kundalini, Quetzalcoatl en América Central. Para lo alquimistas representa lo
femenino en el hombre. Para Jung encarna la psique inferior, el psiquismo oscuro.
El número de cabezas multiplica en este caso por 7 el sentido simbólico del animal
Puertas: Es umbral, tránsito, pero también está ligada simbólicamente a la idea de casa, patria o
mundo que abandonamos y a los que volvemos pasando siempre a través de ella. La puerta es un
símbolo femenino en el sentido de apertura, de invitación a penetrar en el misterio, lo opuesto al
muro, que sería lo masculino.
En el arte medieval europeo era muy frecuente poner adosada en las puertas principales la
cabeza de un monstruo de cuya boca pendía un anillo que el animal sujetaba entre sus dientes,
símbolo de la “puerta estrecha” o de las pruebas para entrar en los misterios, en los que, como es
bien sabido, para penetrar había que superar difíciles pruebas. Quizá el dicho común de “pasar
por el aro”, provenga de esta costumbre que aún se conserva hoy día. Todavía hoy, podemos ver
estas “aldabas” para llamar en muchas de las puertas de nuestras casas.
También se durmieron los siete gigantes, con tanta quietud. Bernadet envolvió las patas de su caballo con el algodón, que le
había dado la buena vieja, y entró en el jardín sin hacer ruido. Y fue hacia el naranjo del medio, que se veía desde todas partes
de lo frondoso que era. Enseguida descubrió a los siete gigantes, rodeando el tronco, acostados y con los ojos bien abiertos,
señal de que dormían. Se acercó de puntillas, se encaramó al naranjo conteniendo el aliento, llegó al brote de las tres naranjas,
lo cogió, bajó, saltó sobre el caballo y se lanzó al galope! Y el caballo volaba! Con el ruido, los gigantes se despertaron y, al ver
que alguien huía y el naranjo sin el brote de las tres naranjas, lanzaron un bramido que hizo temblar las montañas.
Y ahí los tenéis, los siete detrás de Bernadet, blandiendo una barra de hierro que pesaba siete quintales. La lanzaban para
capturarlo, pero no le hirieron. Cuando vieron que ya estaba cerca de las puertas de bronce, se pusieron a gritar:–Oh, puertas!
Parad a este mal hombre que nos roba el Amor de las Tres Naranjas!– ¿Pararle? –dicen las puertas–. Nunca nadie nos había
untado de grasa y él lo ha hecho. ¡Que pase! Y le dejan pasar diciendo: –Deprisa, Bernadet ¡que no te cojan! Y Bernadet, como
una bala…, hasta llegar al campo donde estaba la serpiente de siete cabezas.
– ¡Oh, serpiente! –gritaron los gigantes–. ¡Para a este maldito que nos roba el Amor de las Tres Naranjas!
– ¿Pararlo? – responde la serpiente–. ¡Nunca nadie me había dado ni un sorbo de leche y él me ha dado siete jarras! ¡Que pase! Y
la serpiente le dejó pasar, con la mayor de las lealtades, diciéndole:
–Hala, Bernadet, que no te cojan! Y Bernadet, de aquí para allá, por entre los animales feroces, y los gigantes detrás, lanzando la
barra pero siempre errando el tiro.
– ¡Animales feroces! ¡Parad a este malandrín!
– ¿Pararlo? Nunca nadie nos había lanzado ni un hueso y él nos ha traído un rebaño de ovejas! ¡Que pase! Y le dejaron pasar y
todos le dijeron:
–Corre, Bernadet, que no te cojan!
–Hormigas! –gritan desesperados al ver que atravesaba su campo–. Parad a éste polizón, que nos roba el Amor de las Tres
Naranjas!
– ¿Pararlo cuando nos ha regalado tres sacos de trigo bien colmados? ¡Que pase! –dijeron las hormigas.
Y le dejaron pasar mientras le decían:–Bernadet, ¡que no te cojan!
Los gigantes se dijeron:–¡Si no soltamos las barras no le cogeremos! ¡Corre más que el demonio, este diantre! Soltaron las barras
y ¡hala!, los siete detrás de Bernadet! Os aseguro que iban, bien rápido, y corrían como centellas. Bernadet se giró, vio que
tomaban ventaja y que pronto los tendría encima. Sacó el ovillo de fleco verde, lo deshizo, lo tiró y aquel fleco en el acto se
convirtió en un campo de cardos, zarzas y todo tipo de plantas llenas de púas, largas y afiladas, más espesas que los pelos de la
cabeza. Los gigantes pronto tuvieron los pies y las piernas como un Lázaro, la sangre manaba a borbotones y no podían dar un
paso del dolor que sentían. Ya casi no veían a Bernadet, pero con la rabia que llevaban volvieron a salir corriendo y rápidamente
se le acercaron. Y ¿qué hizo Bernadet? Esparció el fleco de color ceniza, que se convirtió en un campo de cuchillas, trinchantes,
sierras y hachas que cortaban como demonios.
¡Oh, qué brincos daban los gigantes y qué blasfemias y bramidos lanzaban, con los pies y las piernas llenos de cortes y la sangre
que les manaba a chorros! Bernadet veía al caballo muerto de cansancio, y la distancia se acortaba cada vez más. Entonces soltó
el último carrete que le quedaba, el de color rojo, lo tiró y aquel fleco se convirtió en un campo de brasas bien espesas y
encendidas. Los gigantes iban ciegos. Se metieron en aquel campo de brasas, sin saber qué hacían ni por donde caminaban, y allí
los tendríais que haber visto, pegando gritos y aterrorizados. Y por mucho que quisiesen salir, aquellas brasas los capturaban,
tanto si querían como si no querían. Y así, uno tras otro, perdieron todos la vida, haciendo xiu, xiu, dentro del gran brasero. De
los siete gigantes, que tantos años habían guardado el Amor de las Tres Naranjas, sólo quedó un monte de ceniza.
El avanzar sin miedo, haciendo lo que toca hacer en ese momento, aunque la tarea sea difícil, es una actitud que ayuda a
que se duerman los gigantes y se pueda llegar hasta el árbol donde está la meta. Pero la tarea no termina ahí, ahora debe
volver y los peligros continúan presentes.
El regreso: Una vez que se tiene un primer contacto con el amor de las tres naranjas aun queda mucho por hacer ya que
este debe ser integrado (la boda, la unificación), de hecho los gigantes (las sombras), sólo están dormidas. Por eso es
importante actuar con rectitud haciendo lo que se debe hacer y esto tiene como consecuencia que las puertas, la
serpiente de siete cabezas, las fieras y las hormigas en agradecimiento a ese acercamiento que apaga sus necesidades o
hambres, conviertan estos elementos inmaduros en elementos de ayuda para la confrontación con el inconsciente.
(Psicológicamente conlleva un reconocimiento de algo que estaba allí sin ser consciente)
Cuento similar: La serpiente blanca (Similitud por entender el lenguaje de los animales, más el pago de los favores
recibidos por ellos ayudándole en sus pruebas, hormigas, manzana de oro del árbol de la vida)
El fleco verde se convierte en un campo de cardos, el gris en uno de cuchillos y el rojo en un capturador campo de
brasas donde mueren los gigantes
Cuando Bernadet vio que ya no había nadie que le persiguiese, paró el caballo y, muerto de sed como estaba, peló
una naranja. Y tenéis que creer y pensar y pensar y creer que de la naranja salió una doncella como un sol, la cosa
más gentil que jamás había soñado; con una piel de seda y una cabellera que le llegaba a la cintura. Apenas aparecida
empezó a decir:
–Bernadet, Bernadet! Dame agua que me ahogo! No tenía ni una gota, de agua, y la doncella torció el cuello y
desapareció en el acto. Y por mucho que la llamó no volvió nunca a aparecer.
Bernadet se desesperó de lo lindo. ¡Oh, qué pena tenía cuando veía que no la había podido complacer! Reemprendió
el camino, pero cuanto más tiempo transcurría más sed tenía, hasta que llegó un momento que no pudo aguantar más.
« Pelaré otra naranja y ¡que sea lo que dios quiera!», pensó. La peló y le salió otra doncella aún más bella y garrida
que la primera, con una cabellera ondulada que le llegaba a las rodillas.
–Bernadet! Bernadet! ¡Dame agua que me ahogo! – suplicó la mezquina y como Bernadet no tenía ni una gota de agua,
torció el cuello y desapareció en el acto. Y por mucho que la llamó no volvió nunca a comparecer. Imaginaros otra
vez ¡que espanto! Pensaba que se moría, allí mismo, de la pena y la desesperación que sentía, Bernadet! Camina
caminarás, la sed siempre iba aumentando y tenía unas ganas enormes de abrir la última naranja, pero dijo:
–Mientras no encuentre un pozo no la tengo que abrir. ¡Prefiero morir de sed! No quiero llegar con las manos vacías,
con lo que me ha costado encontrar este Amor!
Más adelante encontró un pozo, sacó un cubo de agua y peló la última naranja. Y por supuesto también salió una
doncella, ¡la cosa más fina y delicada que habían contemplado ojos humanos! Esta vez ya tenía el agua preparada y
cuando ella salió de la naranja y le dijo: «Bernadet, Bernadet, ¡dame agua que me ahogo!», le ofreció el cubo que
había sacado del pozo, diciendo:–¡Bebe hasta que sacies tu sed! Y ella bebió, una y otra vez, hasta que estuvo
saciada.
Oh, que contento estaba Bernadet, ¡sin gota de tristeza! Y que embobado estaba, cuando veía, frente a él, a aquélla
doncella maravillosa, resplandeciente como el sol, con una cabellera que era igual que oro hilado, y que le llegaba a
los tobillos! ¡Estaba a punto de estallar de la felicidad que sentía! ¡Ya había encontrado lo que tanto le atormentaba!
¡Había encontrado el Amor de las Tres Naranjas! –Ahora, hacia palacio, a preparar la boda y todo el sarao que eso
conlleva, si es que te quieres casar conmigo –le dijo. –Sí, Bernadet. Sí que me quiero casar contigo, que me has
salvado la vida! –respondió ella. Al cabo de un par de días de caminar, vislumbraron la gran Ciudad, que estaba cerca
de mar y era bien grande y bien vistosa.
El encuentro con lo femenino interior es una primera fase importante del desarrollo de la
persona (del varón), pero tomar conciencia de ese aspecto interior y llevársela con uno es una
cosa e integrarla en la personalidad es otra más compleja. El cuento narra un proceso en el que,
en las dos primeras ocasiones, por mucho que le fascine y valore a la doncella como algo
“hermoso como un sol”, el príncipe no está preparado para cuidarla. Sólo a la tercera será capaz.
Muertos los gigantes (las sombras), empiezan las transformaciones
La transformación: La transmigración o metempsicosis (en la tradición nórdica) Personajes
divinos pasan de un estado a otro, con un proyecto bien definido: transmitir un saber o una
herencia tradicional.
Símbolo de la continuidad moral y biológica, excluye todo azar. Deseo de crecer de cara a la
luz. Implica responsabilizarse de los propios actos. (Indios, helénicos y nórdicos). No existe en
el judaísmo ni en el islam ni en el cristianismo, con una concepción del tiempo más lineal que
cíclica.
La metamorfosis (muy presente en todas las mitologías y en la tradición celta), es accesible a
los humanos que no pueden acceder a la inmortalidad más que en el más allá. Pueden ser
pasajeras. Las hay ascendentes y descendentes en tanto representen una recompensa o un
castigo. Desde un punto de vista analítico son expresiones de deseo, de la censura, del ideal y de
la sanción, surgidos de las profundidades del inconsciente. Es un símbolo de identificación para
una personalidad en vías de individuación, que aún no asumió la totalidad de su ser ni actualizó
sus poderes.
Las dos primeras efímeras doncellas, desaparecen al no tener Bernadet agua que ofrecerles.
En la segunda ocasión ya conoce el peligro de desaparición de la doncella pero no resiste su
sed. En la tercera ocasión hace lo preciso (otra vez un ciclo de tiempo)
El pozo, como el mar, es un símbolo del inconsciente. Del pozo profundo y oscuro se
obtiene el agua del interior. El yo debe esperar, ser paciente y con la ayuda del agua del
inconsciente lograr que el ánima permanezca. Cuentos similares: Doña Ínferos, tirarse uno
mismo al pozo. Alcanzar el prado de flores, incluso con tretas, como hace la hermanastra no
implica llegar con bien al final de la historia (la lluvia de oro)/ El Rey Rana.
Bernadet espera a llegar al pozo y tener dispuesta el agua para ella, a pesar de su sed y
encuentra el amor de las tres naranjas. = la parte anhelada para su renacimiento e
individuación.
Hay una especie de encantamiento en el amor y la belleza de esa parte anhelada.
Sed: sed de vida, de desarrollo, de crecimiento, posible relación con la situación de
infertilidad del inicio del cuento.
Pero también en la sed de la doncella y la sed de Bernadet vemos su necesidad física
imperiosa que enlaza con el mundo real y el estar atento a cubrir sus necesidades vitales,
atendiendo a su instinto de supervivencia.
Piensa que la sed se la aliviará lo femenino, sin embargo, es él quien debe conseguir agua
para el ánima.
– ¿Sabes qué he pensado? –dijo Bernadet deteniendo el caballo a la sombra de un nogal, justo al lado de un pozo–. Que
mi pueblo debe recibirte con los honores que te corresponden. Tú baja y no te muevas de aquí, que yo iré a buscar un
carruaje y todo el séquito. Y daré la noticia a mis padres. Ella no podía consentir quedarse sola, y le hablaba de esta
manera: – ¡Deja correr toda esta ceremonial, Bernadet! A mí no me hace falta carruaje ni séquito alguno! ¡Me conformo
con llegar a la grupa de tu caballo! Pero Bernadet le dijo:
–No podemos llegar sin anunciarlo, querida! Al pueblo no le parecería bien y mi padre y mi madre se lo tomarían a mal.
Tú espérame al lado de este pozo, que en un instante habré vuelto. Y le dio un anillo, de oro y diamantes, como prenda.
Ella lo cogió y se lo puso en el dedo. Con el corazón lleno de pena y los ojos húmedos de lágrimas, le dijo:
– ¡Vuelve pronto, Bernadet, por el amor de Dios!
Bernadet se lo prometió. Espoleó el caballo y bien podéis creer que iba rápido como un rayo. Desde lo alto de la torre
más alta del castillo, le divisó el criado que, por orden del Rey, siempre vigilaba. Hizo sonar por tres veces la trompeta
y se puso a gritar:
– ¡El príncipe viene! ¡El príncipe vuelve!!! Llega Bernadet!!!
Oír aquél clamor, alzarse todo el mundo y salir al encuentro del heredero, fue todo uno. El Rey y la Reina delante de
todos como es de ley y se supone. Y venga abrazos y más abrazos, ellos y toda la corte, y las campanas que no paraban
de repicar para que todo el reino se enterase de que había vuelto el heredero.
– ¿Vuelves de vacío? –le preguntan su padre y su madre al cabo de un rato.
– ¡Bien lleno, vengo yo! –responde Bernadet.
– ¿Quieres decir que has encontrado el Amor de las Tres Naranjas?
– ¡Lo he encontrado y lo traigo conmigo!
– ¿Y dónde está? Donde lo has dejado?
–En el pozo de aquí abajo esperando que vayamos en procesión, tal y como corresponde. Y ya tenéis al Rey y la Reina
dando órdenes a sirvientes y lacayos y apresurándose a preparar una boda de campanillas y unas fiestas y saraos como
nunca se habían visto ni se volverían en ver. Los sirvientes y los criados se apresuraban tanto como podían por tenerlo
todo a punto.
– ¡Hala! ¡Deprisa! ¡A ver si espabiláis! –decía Bernadet a todo el mundo, ¡tanta era la impaciencia que sentía!
El deja a su enamorada en la puerta del reino. Y empiezan los tropiezos. Tiene en
cuenta, la opinión de los reyes, sus padres, lo que es socialmente correcto, y no está
exento de vanidad, queriendo hacer una entrada triunfal con su trofeo.
La doncella (lo femenino en el príncipe aún no integrado, pues falta la boda) replica
que no precisa un buen recibimiento y no desea quedarse sola en el pozo, al borde
de lo profundo, de lo inconsciente. Le deja una prenda, un anillo, un círculo,
símbolo de la unidad.
Alegría por el reencuentro con su reino y sus padres, vencedor en su empeño. Se
apresura, impaciente, con los preparativos de la comitiva de recepción y la boda.
Mientras tanto, el Amor de las Tres Naranjas, avergonzada de que la viesen los que pasaban, allí tan sola, se subió al
nogal que daba sombra al pozo. Al punto apareció en busca de una carga de agua la esclava de la panadera; una muchacha
más fea que el pecado y más tiznada que un carbonero.
Cuando sacaba las jarras, vio reflejada dentro del agua del pozo la imagen de aquella doncella tan gentil y creyó que era
ella misma. ¡Lo último que podía imaginar es que entre las ramas del árbol pudiese haber una persona!
– ¡Oh, qué bella soy y no me había dado cuenta! ¡Esto es el colmo!! Yo tan blanca y tan fina y ¿tengo que ser la criada de
una panadera? ¡Al suelo las jarras! Y sin pensarlo dos veces, clif! clif! clif!, clif!, las tiró al suelo con toda su fuerza, y las
cuatro jarras se hicieron mil pedazos. Viendo lo ocurrido, el Amor de las Tres Naranjas comenzó a reírse a carcajadas.
La criada levantó la cabeza y miró hacia la copa del nogal. La primera idea fue subir y lanzarla al pozo, pero se lo pensó
mejor y le dijo, fingiendo sorpresa y alegría:
– ¡Oh, hijita mía dulce de mi corazón! ¿Qué haces, aquí arriba, hermoso serafín? Baja, espejo de mis ojos, y hablaremos
un rato. La doncella bajó, toda confiada, establecieron conversación, y fue tan inocente que en un instante le explicó
toda la verdad y como estaba a punto de casarse con Bernadet, que la había desencantado. Presa de la enorme envidia
que invadía su entendimiento, pensó « ¿Por qué ella tiene que ser reina y yo esclava toda la vida, siempre con la cabeza
dentro del horno y la ropa chamuscada de trabajar de sol a sol?» Rumia que rumia qué maldad podría hacer para cambiar
los papeles, a la postre le dijo:
– ¡Oh, que contenta estoy con lo que me cuentas, ángel de oro! Pero para recibir al hijo del Rey y todo su séquito, e irte a
casar a la Sede, llevas estos cabellos, tan rubios y tan largos, un pelín despeinados... Ven que te peinaré y ¡serás aún más
bella! Como quién mal no hace, mal no piensa, la doncella le puso la cabeza sobre el regazo, toda confiada, y tan a gusto
estaba que se durmió. Y la criada, peina que peina aquellos cabellos, que eran igual que el oro hilado. En un descuido le
quitó el anillo, se lo puso y le clavó una aguja envenenada en la nuca.
El cuento narra un retroceso o estancamiento en la trasformación interior de Bernardet, debido a la falta de
fidelidad hacia si mismo ya que actúa movido más por los convencionalismos sociales que por su demanda
interior.
La doncella se siente avergonzada en tierra extraña y en mitad del camino y se esconde en el árbol al pie del
pozo. Se repliega, a la espera.
La esclava: Aparece la esclava fea y sucia (aspectos sombríos de lo femenino o el reverso de la doncella)
que confunde la imagen de la doncella con la suya propia y se maravilla, sin imaginar que el árbol pueda ser
cobijo de otra persona.
Al creerse bella se rebela contra su condición rompiendo las cuatro jarras. Otro número símbolo del
mandala y de la perfección. En este caso, roto por un espejismo. La doncella se ríe de la reacción inflada y
torpe y es descubierta.
La botella (la jarra)
Saber salvador, ciencia humana
Taimadamente la esclava la llama y sin ver el peligro baja y conversan. Interviene la envidia al oír la
historia y decide hacerse pasar por ella. (La sombra ocuparía toda la personalidad)
La adula, y la peina hasta dormirla. (Le quita el anillo y entonces es cuando la envenena. La envidia es
capaz de crear un encantamiento (aguja envenenada) que hace que no se vea la realidad
En el acto la doncella se convirtió en una paloma blanca y alzó el vuelo, ¡a volar vuela que vuela! La criada
subió al nogal y se dispuso a esperar. Ya tenía pensado hacerse pasar por el Amor de las Tres Naranjas. Al
punto oyó el runrún de toda la corte que se acercaba, el Rey y la Reina y Bernadet delante de todos.
Aquí el cuento expresa la volatilización de algo que casi se tenía,
Hay una nueva transformación, ahora en paloma blanca.
Paloma blanca: Espírito santo, pureza, paz e armonía, gran madre telúrica, sublimación de lo
instintivo y predominio del espíritu, alma, castidad. En los cuentos de hadas tiene, a menudo
el sentido de una mujer amorosa de tipo venusiano. Paloma en el cuento en catalán es
masculino, colom. Medea , Blancaflor y sus hermanas también se convierten en palomas.
– ¡Oh! ¡Cuánto has tardado, Bernadet! –le dijo enfadada, mientras bajaba–. Pero por hoy te lo perdono de ¡tanto que te
quiero! Cuando Bernadet y todos los demás vieron a aquélla muchacha más fea que el demonio y que parecía hecha con
el molde de hacer rayos, quedaron de piedra. Al heredero la cara le caía de vergüenza y el Rey y la Reina se hacían
cruces de aquélla elección que había hecho su único hijo. Los nobles de la Corte, murmuraban:
–Oh, ¡Vaya «diamante»! ¡Para dar un susto, vale tanto como pesa! ¡Buena princesa nos ha traído Bernadet! La muy
bribona, viendo que todo el mundo se había quedado sin palabras, se puso a decir: “El sol y la serena me han hecho
volver morena. El sol y la luna, me robaron la hermosura.”
Bernadet comprobó si llevaba el anillo que había dado a su prometida Y ¡ya lo creo que lo llevaba! No hay remedio –
dijo angustiado–. Es ella aunque no lo parezca. Salió blanca y garrida de dentro de la naranja y un poco de sol la ha
puesto de color cobre. ¡Qué le vamos a hacer!
La vistieron con un vestido de seda fina todo bordado con un hilo de oro y un hilo de plata, la hicieron subir al coche y
hacia la Sede se ha dicho! Se celebró la boda y después, el banquete, y la criada de la panadera por poco no revienta,
de lo ufana que iba.
El recibimiento es de queja. Has tardado mucho pero te lo perdono por lo mucho que te quiero.
Todos se extrañan y Bernadet siente vergüenza pero comprueba que tiene el anillo-prenda. Y así consigue
casarse, suplantando a la doncella.
El olvido
Comenzaron el almuerzo y a medio arroz apareció una paloma blanca, vuela que vuela, de uno lado al otro de la
mesa y, sobre todo, hacia donde se sentaba Bernadet, que no le sacaba la vista de encima. La acariciaba y le
daba migas de pan de su mano, que ella cogía con su pico mientras decía: ¡”Por mí se hacen las bodas y yo me
como las migajas”! Y Bernadet, embobado, la acariciaba dulcemente.
La nueva princesa empezó a enfurruñarse y cuando la paloma se acercaba, se inclinó hacia el príncipe diciendo:
– ¡Qué animalucho más feo! ¡Y qué mal olor desprende! ¡Sacadlo fuera de mi vista ahora mismo! Pero Bernadet la
cogió bien fuerte y se puso a besarla hasta que le encontró la punta de aquella aguja venenosa que llevaba
clavada en la nuca. Dio un tirón y ¿qué me diréis que pasó? La paloma se convirtió en aquella doncella que había
dejado a la vera del pozo, ¡tan gentil, bella y resplandeciente que embobaba a todo el mundo!
- ¡Éste es mi amor! ¡Ésta es la doncella que yo dejé al borde del pozo! –dijo Bernadet–. ¡Ésta es el Amor de las
Tres Naranjas que tanto me costó encontrar! Contaron todo cuanto había pasado y todo el mundo estaba con la
piel de gallina. Encerraron a la criada en la torre más alta, y del berrinche explotó y nunca más se supo.
Bernadet y el Amor de las Tres Naranjas hicieron una boda de campanillas y unas fiestas nunca vistas y bailes
y más bailes y sarao y más sarao. Y aún están vivos si no están muertos...
Aparece en el banquete (boda no consumada) la paloma que encanta a Bernadet como lo hacía la doncella.
La esclava quiere deshacerse de la paloma rival pero Bernadet besa a la paloma y le encuentra la aguja envenenada
en el cuello. Al quitarla, la paloma se convierte en la doncella (lo femenino se integra)
Reconocimiento y reencuentro y por fin boda.
La esclava (aspectos sombríos de lo femenino) es recluida en la torre y muere.
Beso: unión puente de transformaciones, paralelismo con otros cuentos en los que un beso de amor rompe el
hechizo (Blancanieves, La bella durmiente, …)
“Y yo regresé, con mi sombrerito de cristal. Y por el camino, los chavales, guapos, guapos, ni
rastro de él me dejaron.”
El final del narrador es una queja, común en muchos cuentos, de la falta de participación del
que lo cuenta en los fastos de la boda y el banquete. Dice marchar del palacio con un sombrero
de vidrio que los chicos por el camino hicieron añicos. O sea, nada.