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PUNTOS DE VISTA SOBRE EL INFORME SARKOZY:
EL PROBLEMA NO ES EL CÓMO SINO EL QUÉ
Imanol Zubero
UPV / EHU
Donostia-San Sebastián, 5 de julio de 2010
1.
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El caso del “Progreso Social contra el PIB”: los
cargos de la acusación resultan evidentes y sencillos
de exponer.
Se trata de una preocupación que viene de lejos, y
que ha ganado en extensión social.
Pero planteemos un juicio justo: ¿acaso el PIB debe
medir el progreso social? La verdad es que no.
Y sin embargo, en términos de asociación tampoco
es que salga demasiado mal parado.
La cuestión no es lo que mide, sino lo que no mide.
Hay, ciertamente, muchos problemas relacionados
con el “cómo”.
Pero también hay muchas propuestas para abordar
esos problemas metodológicos.
El auténtico problema tiene que ver con el “qué”:
con el crecimiento, y no con su medida.
Quienes se esfuerzan por guiar nuestras economías y nuestras
sociedades son como pilotos que pretenden mantener el rumbo
sin una brújula fiable. Las decisiones que toman (y que nosotros
también tomamos de forma individual) dependen de lo que
medimos, de la calidad de nuestras mediciones y de una
comprensión más o menos buena de las mismas. Cuando los
instrumentos de medición en los que se funda la acción están
mal concebidos o entendidos, estamos casi ciegos. Necesitamos
instrumentos mejores en varios ámbitos. Por fortuna, desde hace
varios años la investigación ha permitido perfeccionarlos y ha
llegado la hora de integrar algunos de esos avances en nuestros
sistemas de medición. También existe un consenso entre los
miembros de la Comisión sobre la idea de que unas herramientas
de medición mejores nos permitirán dirigir mejor nuestras
economías durante las crisis y para salir de las mismas. Muchos
de los indicadores preconizados por el informe podrían emplearse
con estos fines.
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En el caso “el
Progreso Social
contra el PIB” es
muy sencillo
formular el
alegato de la
acusación:
•
•
•
•
Al trabajar fundamentalmente con
medias no contempla adecuadamente
la desigualdad social.
Tampoco incluye otros elementos del
bienestar tales como esperanza de
vida, niveles sanitario y educativo,
condiciones laborales, tiempo de ocio
disponible, costes de la vida urbana,
degradación del medio ambiente o
respeto de los derechos humanos.
No contabiliza la producción obtenida
mediante el trabajo sumergido ni la
que no sale al mercado
(autoproducción, trabajo doméstico o
voluntariado).
Computa partidas que no generan
bienestar (gastos militares, burocracia
ineficiente) y, en cambio, no agrega
otras que lo incrementan (patrimonio
medioambiental o artístico)".
Parece haber una diferencia pronunciada entre, por una parte,
las mediciones habituales de las grandes variables
socioeconómicas como el crecimiento, la inflación, el desempleo,
etc., y, por otra parte, las percepciones ampliamente
generalizadas de dichas realidades. Las mediciones habituales
pueden, por ejemplo, dar a entender que la inflación es más
reducida o el crecimiento más fuerte de lo que perciben las
personas; esta diferencia es tan importante y está tan
generalizada que no sólo puede explicarse refiriéndose a la
ilusión monetaria o la psicología humana. En algunos países,
este fenómeno ha minado la confianza en las estadísticas
oficiales (en Francia y en Gran Bretaña, por ejemplo, un tercio
de los ciudadanos apenas confía en las cifras oficiales y esos
países no son excepciones) e influye de forma clara en las
modalidades del debate público sobre el estado de la economía y
las políticas que han de llevarse a cabo.
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- Es posible que los conceptos estadísticos sean adecuados, pero
que el proceso de medición sea imperfecto.
- Además, existe un debate sobre la elección de los conceptos
pertinentes y el uso adecuado de los conceptos.
-Ante cambios de gran amplitud en materia de desigualdad (y
más generalmente en la repartición de los ingresos), el producto
interior bruto (PIB) o todo agregado calculado por habitante
puede no proporcionar una evaluación adecuada de la situación
de la mayoría de la población. Si las desigualdades se acentúan
con respecto al crecimiento promedio del PIB per cápita, muchas
personas pueden encontrarse en una situación difícil, incluso
cuando el ingreso promedio ha aumentado.
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- Es posible que las estadísticas empleadas habitualmente no reflejen
determinados fenómenos que influyen cada vez más en el bienestar de
los ciudadanos. Por ejemplo, aunque los problemas de circulación
pueden conllevar el aumento del PIB a raíz del aumento del consumo de
gasolina, es evidente que no tienen el mismo efecto en la calidad de
vida. Además, si los ciudadanos están preocupados por la calidad del
aire y si la contaminación del aire aumenta, las medidas estadísticas que
lo ignoren brindarán una estimación inadaptada de la evolución del
bienestar de la población. Asimismo, es posible que la tendencia de
medir cambios progresivos no refleje los riesgos de deterioro brusco del
medio ambiente como en el caso del cambio climático.
- Por último, el modo en que las estadísticas se publican o se utilizan
puede dar una visión distorsionada de las tendencias económicas. Así,
se hace generalmente hincapié en el PIB, mientras que nociones como la
de producto nacional neto (que refleja los efectos de la depreciación del
capital) o la de ingreso real de los hogares (centrada en los ingresos
efectivos de los hogares en el seno de la economía) pueden ser más
pertinentes. Sin embargo, puede haber grandes diferencias entre esas
cifras. Por tanto, el PIB no es erróneo en sí, sino que se emplea
de forma errónea. Por tanto, necesitamos comprender mejor el uso
adecuado de cada instrumento de medición.
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Las disparidades que presentan los indicadores que hemos
utilizado ponen de manifiesto las dificultades que entraña estimar
la evolución del bienestar. Si escogemos la renta por persona, el
nivel de vida aumentó entre 1850 y 1929; disminuyó entre 1930
y 1953 y creció mucho después. El IDH señala por su parte un
aumento sostenido del bienestar entre 1860 y 1991, aunque muy
tenue durante la segunda mitad del XK y amortiguado en la
década de 1930, mientras que el IFCV presenta desde 1900 una
mejora atenuada en las décadas de 1910 y 1930. Finalmente, la
evolución de la estatura en el sureste induce a pensar que el
«nivel de vida biológico» de la mayoría de la población española
se deterioró entre mediados y finales del siglo XIX y esta serie y
la nacional indican que creció entre entonces y 1930, volvió a
deteriorarse en las décadas de 1930 y 1940 y mejoró de modo
sustancial después.
El indicador de
renta minusvalora
la situación
Lo mismo cabe decir en
relación al IFCV: mejor
que lo que da a entender
la renta
De nuevo el
indicador
renta queda
por debajo
En el principio fue la ecología (y algo más).
- “Actualmente ya no nos preocupamos de examinar toda la
riqueza de este sentido original, y en particular la naturaleza
simbólica de los intercambios que implicaba, puesto que la
economía política se ha desarrollado a nivel del Estado. En estas
condiciones, el sentido de la economía, su finalidad se han
apartado de una reflexión que ya sólo tiene por objeto la
acumulación y la circulación de las riquezas”.
-“Los instrumentos de medida del crecimiento basados en una
concepción productivista y unidimensional de la evolución no
pueden considerarse sino incompletos y artificiosos. Miden el
desarrollo de la potencia de las empresas y del Estado, con la
aparente medida de la satisfacción de necesidades supuestamente
propias de la «naturaleza humana» e independientes de la
organización social. Dar un valor político al crecimiento material
supone una verdadera construcción mitológica”.
Jacques Attali y Marc Guillaume: El antieconómico. Labor, Barcelona 1974
La modificación y, eventualmente, la destrucción de
la Contabilidad Nacional por parte de la crítica
ecológica es una cuestión de gran importancia
política.
Joan Martínez Alier y Klaus Schlüpmann: La ecología y la economía.
Fondo de Cultura Económica, Madrid 1992
El coste energetico de producir los 550 millones de Big Mac que
se venden al año en Estados Unidos es de 297 millones de
dólares, y ello supone un impacto ecológico equivalente a 1.170
millones de kilogramos de CO2, un gas que contribuye al efecto
invernadero. A eso puede sumarse el impacto ambiental global
en términos del empleo de agua y de la degradación de los
suelos, así como los costes invisibles de los tratamientos
médicos de problemas alimentarios como la diabetes o las
enfermedades cardíacas.
[...] Según el Centro de Ciencias y Medio Ambiente de India,
una hambuguesa de carne proveniente de una vaca criada en
un área deforestada en realidad debería costar unos 200
dólares.
Raj Patel: Cuando nada vale nada, Los libros del lince, Barcelona 2010
GDP is boosted by crime. Each year, Americans incur nearly
$40 billion in crime related costs in the form of lost and
damaged property and expenditures on locks, alarms, and
security systems. GDP counts these needless expenditures as
an economic gain, implying that crime is good for economic
growth.
Una contabilidad que externaliza lo malo, pero que
tampoco sabe internalizar lo bueno.
La contabilidad clásica no sólo falla por su hábito de externalizar
determinados costes; tampoco sabe internalizar innumerables
actividades beneficiosas que suponen ganancias indudables en
términos de calidad de vida tanto individual como colectiva. Un
ejemplo evidente lo encontramos en la multitud de actividades
no-mercantiles desarrolladas por los individuos, los hogares y las
organizaciones sociales.
El PIB no tiene en cuenta “actividades que afectan positivamente
al bienestar pero que no generan transacciones económicas,
como el trabajo no remunerado de las amas de casa o de los
voluntarios. Tampoco asigna valor al tiempo libre voluntario de
las personas, ni tiene en cuenta valores como la libertad, los
derechos humanos y la participación de los individuos en la toma
de decisiones colectivas” (Consejo Económico y Social, 2010: 7).
El valor de la producción doméstica de Euskadi ascendió a 19.642
millones de euros en 2008, lo que representaría un 28,7 por
ciento del Producto Interior Bruto (PIB) de ese año. Esta cifra
supone una evolución descendente en el porcentaje de
participación de la producción domestica en el PIB, desde el 47,5
por ciento de 1993 al 28,7 por ciento de 2008.
EUSTAT, cuarta edición de la Cuenta Satélite de Producción Doméstica
Más de 250.000 organizaciones no lucrativas, cerca de 26
millones de cuotas, unos 11 millones de personas asociadas, un
millón de voluntarios que dedican más de cuatro horas semanales
a colaborar en las actividades del sector, más de 475.000 empleos
remunerados a tiempo completo y unos gastos operativos que
suponen el 4% del PIB.
José Ignacio Ruiz Olabuénaga (dir): El Sector No Lucrativo en España,
Madrid, Fundación BBV, 2000
El debate sobre el PIB, ¿es un problequé o es un problecómo?
es muy importante, cuando reflexionamos sobre cualquier
cuestión, diferenciar entre el qué y el cómo. Son términos que
en demasiadas ocasiones se mezclan, complicando
sobremanera la reflexión.
Cuando preguntamos “cómo” estamos planteando una reflexión
orientada hacia la práctica. Pensamos en medios, en modos, en
herramientas, en instrumentos, en procesos, en metodologías,
en instituciones... De lo que se trata es de buscar la mejor
manera de hacer eso que sabemos que tenemos que hacer.
Pero en demasiadas ocasiones nos planteamos problemas
aparentemente técnicos (aparentemente son “cómos”) que, en
realidad, encubren problemas sustantivos (realmente son
“qués”). Parecen problecómos, pero en realidad son
problequés. O probleporqués.
Abundantes alternativas (más o menos complementarias
o contrapuestas) al PIB:
• MEASURE OF ECONOMIC WELFARE. William D. Nordhaus and
James Tobin, 1973.
• INDEX OF THE ECONOMIC ASPECTS OF WELFARE. Xenophon
Zolotas, 1981.
• INDEX OF SUSTAINABLE ECONOMIC WELFARE. Herman Daly
and John Cobb, 1989.
• ÍNDICE DE DESARROLLO HUMANO. PNUD, 1990.
• DETRANME (Demandas de trabajo no monetarizado). María
Ángeles Durán, 1991.
• INDEX OF SOCIAL AND ECONOMIC WELFARE. Herman Daly and
John Cobb, 1994.
• GENUINE PROGRESS INDICATOR. Redefining Progress, 1995.
• RECONSIDÉRER LA RICHESSE. Patrick Viveret, 2002.
• THE HAPPY PLANET INDEX. New Economics Foundation, 2009.
Todo puede calcularse, y lo que
puede calcularse puede
administrarse.
Todo necio
confunde valor y precio.
(Nuevas Canciones. LXVIII).
Medimos lo que queremos; nunca mejor dicho.
Medimos aquello que deseamos: carreteras, viajes
en avión, pizzas, ordenadores...
¿Medir de otra manera el progreso económico?
Resulta fundamental. Pero parece que sigue
habiendo un problemático qué –el crecimiento- que
aún no hemos sido capaces de mirar de frente.
Tampoco el Informe Sarkozy.
Ha llegado la hora de que nuestro sistema estadístico se centre
más en la medición del bienestar de la población que en la
medición de la producción económica y que es conveniente que
dichas mediciones del bienestar se restituyan en un contexto de
sustentabilidad. A pesar de las deficiencias de nuestras
herramientas de medición de la producción, sabemos más sobre
la producción que sobre el bienestar. Desplazar la atención no
significa invalidar las mediciones del PIB y de la producción.
Derivadas de preocupaciones sobre la producción mercantil y el
empleo, éstas siguen aportando respuestas a múltiples
cuestiones de importancia, como la gestión de la actividad
económica.
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RECOMENDACIONES
1.
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En el marco de la evaluación de bienestar material, referirse a los
ingresos y al consumo, más que a la producción.
Hacer hincapié en la perspectiva de los hogares.
Tomar en cuenta el patrimonio al mismo tiempo que los ingresos
y el consumo.
Otorgar más importancia a la distribución de los ingresos, del
consumo y de las riquezas.
Ampliar los indicadores de ingresos a las actividades no
mercantiles.
La calidad de vida depende de las condiciones objetivas en las
cuales se encuentran las personas y de sus capacidades
dinámicas. Sería conveniente mejorar las medidas estadísticas de
salud, de educación, de actividades personales y de condiciones
ambientales. Además, un esfuerzo particular deberá otorgarse a
la concepción y a la aplicación de herramientas sólidas y fiables
de medida de las relaciones sociales, de la participación en la vida
política y de la inseguridad, conjunto de elementos del que puede
mostrarse que constituye un buen elemento para predecir la
satisfacción que la gente obtiene de su vida.
7.
Los indicadores de la calidad de vida deberían, en todas
las dimensiones que cubren, proporcionar una evaluación
exhaustiva y global de las desigualdades.
8. Se deberán concebir encuestas para evaluar los lazos entre
los diferentes aspectos de la calidad de vida de cada uno,
y las informaciones obtenidas se deberán utilizar cuando
se definen políticas en los diferentes ámbitos.
9. Los institutos de estadísticas deberían proporcionar las
informaciones necesarias para asociar las diferentes
dimensiones de la calidad de vida y permitir de esta
manera la construcción de diferentes índices.
10. Las mediciones del bienestar, tanto objetivo como
subjetivo, proporcionan informaciones esenciales sobre la
calidad de vida. Los institutos estadísticos deberían
integrar en sus encuestas preguntas cuyo objetivo sea
conocer la evaluación que cada uno hace de su vida, de
sus experiencias y de sus prioridades.
11. La evaluación de la sustentabilidad necesita un conjunto
de indicadores bien definido. Los componentes de este
tablero de mandos deberán tener como rasgo distintivo,
el poder ser interpretados como variaciones de ciertos
“stocks” subyacentes. Un índice monetario de
sustentabilidad tiene su lugar en un tablero de mandos
de esta naturaleza; sin embargo, en el estado actual de
los conocimientos, debería permanecer principalmente
centrado en los aspectos económicos de sustentabilidad.
12. Los aspectos ambientales de la sustentabilidad merecen
un seguimiento separado que radique en una batería de
indicadores físicos seleccionados con cuidado. Es
necesario, en particular, que uno de ellos indique
claramente en qué medida nos acercamos a niveles
peligrosos de amenaza al ambiente (de hecho, por
ejemplo, el cambio climático o el desgaste de los
recursos pesqueros).
El sistema capitalista procede fundamentalmente creciendo,
esto es, produciendo más, de modo que el PIB, el producto
interior bruto, parece el indicador más relevante de la
economía: si el PIB no crece se considera que la economía está
estancada; si el PIB desciende se considera que la economía
está en recesión. Pues bien: este dogma del crecimiento puede
–y debe- ser puesto en cuestión. Sostenemos que algunas
poblaciones necesitan una producción, efectivamente, en
crecimiento. Pero que otras no deben crecer, sino desarrollarse
cambiando. Y que en medio hay toda una gama de
combinaciones posibles. Visto de un modo instrumental:
necesitamos una contabilidad distinta, más física, no sólo la –
poco precisa- dineraria, que nos indique en qué una economía
debe crecer y en qué decrecer o cambiar.
Miguel Ángel Lorente y Juan-Ramón Capella: El crack del año ocho. La
crisis. El futuro. Trotta, Madrid 2009
Las etapas del crecimiento económico:
el sueño modernizador
TAKE OFF
Alto
consumo de
masas
Madurez
Crecimiento
autosostenido
Precondiciones
para el
despegue
Sociedad
tradicional
Asistencia extranjera
Autonomía financiera
Bienvenido Mister
Marshall
Luis García Berlanga
(1953)
Los yanquis han venido, olé salero,
con mil regalos,
y a las niñas bonitas van a obsequiarlas
con aeroplanos,
con aeroplanos de chorro libre
que corta el aire,
y también rascacielos, bien conservaos en
frigidaire.
Americanos, vienen a España guapos y sanos,
viva el tronío de ese gran pueblo con poderío,
olé Virginia, y Michigan,
y viva Texas, que no está mal,
os recibimos americanos con alegría,
olé mi mare, olé mi suegra y olé mi tía."
El Plan Marshall nos llega del extranjero
pa nuestro avío,
y con tantos parneses va a echar buen pelo
Villar del Río.
traerán divisas pá quien toree mejor corría,
y medias y camisas pá las mositas más presumías.
Huella ecológica por países
Huella
ecológica de
la Unión
Europea
Tenemos una gran población a la que
alimentar, y al mismo tiempo recursos
naturales que proteger. Así que debemos hacer
las cosas de forma más eficiente.
Vamos a ser más eficientes en el uso de la
energía, y eso es fantástico.
Pero debemos conseguir también una
reducción en la utilización de recursos.
Las naciones ricas están consumiendo
demasiado por individuo.
¿Escalera o pirámide?
Parece que resulta más fácil persuadir a la gente para que
proteste contra el fin de una melodía favorita, o la pérdida del
sistema de medidas inglés, o incluso contra las cámaras de
exceso de velocidad y los elevados precios del combustible, que
contra una amenaza a nuestra existencia. Hay una razón
evidente: en los casos mencionados nos hacen algo, mientras
que en el último somos nosotros quienes nos lo hacemos. Para
luchar contra el cambio climático debemos no sólo luchar contra
las petroleras, las compañías de aviación y el Gobierno de los
países ricos: hay que luchar contra nosotros mismos [...] Porque
la campaña contra el cambio climático es muy extraña. A
diferencia de todas las protestas públicas que la han precedido,
es una campaña no para pedir abundancia, sino austeridad. Es
una campaña no para obtener más libertad, sino menos. Y lo
más extraño de todo es que es una campaña no contra otros,
sino contra nosotros mismos.
George Monbiot: Calor. RBA, Barcelona 2008
Estudio para una declaración de las obligaciones
respecto al ser humano
Las necesidades del ser humano son sagradas. Su
satisfacción no puede estar subordinada ni a la
razón de Estado, ni a ninguna consideración, ya sea
de dinero, de raza, de color, ni al valor moral u
otro atribuido a la persona considerada, ni a
ninguna condición, cualquiera que sea.
El único límite legítimo a la satisfacción de las
necesidades de un ser humano determinado es el
que asignan la necesidad global y las necesidades
de otros seres humanos. El límite sólo es legítimo
si las necesidades de todos los seres humanos
reciben el mismo grado de atención.
SIMONE WEIL
Escritos de Londres, diciembre 1942 - abril 1943