25. EL MATRIMONIO 1. El matrimonio en el orden de la creación • Dios es el autor del matrimonio. • La vocación al matrimonio se inscribe.

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Transcript 25. EL MATRIMONIO 1. El matrimonio en el orden de la creación • Dios es el autor del matrimonio. • La vocación al matrimonio se inscribe.

25. EL MATRIMONIO
1. El matrimonio en el orden de la
creación
• Dios es el autor del
matrimonio.
• La vocación al
matrimonio se
inscribe en la
naturaleza misma
del hombre y de la
mujer, según
salieron de la mano
del Creador.
• El matrimonio no
es una institución
puramente
humana.
• El matrimonio es un
consorcio de toda la vida,
ordenado por su misma
índole natural al bien de los
cónyuges y a la generación y
educación de la prole.
• Se constituye por la alianza
matrimonial, esto es, el acto
humano por el cual los
esposos se dan y se reciben
mutuamente.
• El amor mutuo entre ellos se
convierte en imagen del
amor absoluto e indefectible
con que Dios ama al
hombre.
2. Elevación del matrimonio a
sacramento
• El matrimonio entre
bautizados es un
verdadero
sacramento de la
Nueva Alianza.
• Entre bautizados, no
puede haber
contrato
matrimonial válido
que no sea por eso
mismo sacramento.
• El sacramento del
matrimonio
- aumenta la gracia
santificante
y
- confiere la gracia
sacramental:
- que ejerce una influencia
singular sobre todas las
realidades de la vida
conyugal, especialmente
sobre el amor de los
esposos.
3. La celebración del matrimonio
• La Iglesia considera el
intercambio de los
consentimientos de los
esposos como el
elemento indispensable
que hace el matrimonio.
• Si el consentimiento
falta, no hay
matrimonio.
• La Iglesia exige
ordinariamente la forma
eclesiástica.
• Por eso, solamente son
válidos aquellos
matrimonios que se
contraen ante el Ordinario
del lugar o el párroco, o un
sacerdote o diácono
delegado por uno de ellos
para que asistan, y ante
dos testigos, de acuerdo
con la normas establecidas
por el Código de Derecho
Canónico .
• Los esposos,
como ministros
de la gracia de
Cristo, se
confieren
mutuamente el
sacramento del
Matrimonio.
• El sacerdote (o el
diácono) recibe
el
consentimiento
de los esposos en
nombre de la
Iglesia y da la
bendición .
4. Propiedades esenciales del
matrimonio
• Las propiedades
esenciales del
matrimonio son :
- la unidad y
- la indisolubilidad.
• En el matrimonio
cristiano alcanzan
una particular firmeza
por razón del
sacramento.
• El marido y la mujer
"por el pacto
conyugal «ya no son
dos, sino una sola
carne» (Mt 19,6)...
• Esta íntima unión,
como mutua entrega
de dos personas, lo
mismo que el bien de
los hijos, exigen la
plena fidelidad
conyugal y urgen su
indisoluble unidad.
• La poligamia no se
ajusta a la ley moral:
contradice
radicalmente la
comunión conyugal.
• La poligamia es
contraria a la igual
dignidad personal del
hombre y de la mujer,
que en el matrimonio
se dan con un amor
total y por lo mismo
único y exclusivo.
Harem
• La unión
matrimonial del
hombre y la
mujer es
indisoluble: Dios
mismo la
estableció: «Lo
que Dios unió,
que no lo separe
el hombre» (Mt
19,6)".
• La solidez original
del vínculo
conyugal se
acrecienta por la
elevación del
matrimonio a
sacramento.
• El divorcio es una
ofensa grave a la ley
natural.
• Pretende romper el
pacto, aceptado
libremente por los
esposos, de vivir
juntos hasta la muerte.
• El divorcio atenta
contra la Alianza de
salvación de la cual el
matrimonio
sacramental es signo.
• El hecho de contraer una
nueva unión, aunque
reconocida por la ley civil,
aumenta la gravedad de la
ruptura: el cónyuge
casado de nuevo se halla
entonces en situación de
adulterio público y
permanente.
5. Fines y bienes del matrimonio
• C.I.C., can. 1055, § 1:
El consorcio de toda la
vida, en que consiste
el matrimonio, está
"ordenado por su
misma índole al bien
de los cónyuges y a la
generación y
educación de la
prole”.
• El amor conyugal exige de
los esposos, por su misma
naturaleza, una fidelidad
inviolable.
• Esto es consecuencia del
don de sí mismos que se
hacen mutuamente los
esposos .
• Su motivo más profundo
consiste en la fidelidad de
Dios a su alianza, de Cristo a
su Iglesia.
• Por el sacramento son
capacitados para
representar y testimoniar
esta fidelidad.
• Los hijos son el don más
excelente del matrimonio y
contribuyen mucho al bien de
sus mismos padres.
• De ahí que el cultivo del
verdadero amor conyugal
tiende a que los esposos
estén dispuestos con fortaleza
de ánimo a cooperar con el
amor del Creador y Salvador,
que por medio de ellos
aumenta y enriquece su
propia familia cada día más.
• Por lo que respecta al uso de la
facultad generativa en el
matrimonio, la Iglesia enseña
que "todo acto matrimonial
debe quedar abierto a la
transmisión de la vida“.
• Esta doctrina, muchas veces
expuesta por el Magisterio, está
fundada sobre la inseparable
conexión que Dios ha querido y
que el hombre no puede
romper, entre los dos
significados del acto conyugal: el
significado unitivo y el
significado procreador.
• PABLO VI, Enc.
Humanae vitae, (25VII-1968): Es
intrínsecamente
mala "toda acción
que, o en previsión
del acto conyugal, o
en su realización, o
en el desarrollo de
sus consecuencias
naturales, se
proponga como fin o
como medio, hacer
imposible la
procreación”.
• Si para espaciar los
nacimientos existen serios
motivos, derivados de las
condiciones físicas o
psicológicas de los
cónyuges, o de
circunstancias exteriores,
la Iglesia enseña que
entonces es lícito tener en
cuenta los ritmos
naturales inmanentes a las
funciones generadoras
para usar del matrimonio
sólo en los períodos
infecundos y así regular la
natalidad.
• La misión de los padres
respecto a sus hijos no
termina con la
procreación.
• Puesto que los padres
han dado la vida a los
hijos, tienen la gravísima
obligación de educar a la
prole, y, por tanto, hay
que reconocerlos como
los primeros y principales
educadores de sus hijos.
6. El matrimonio cristiano, camino de
santidad
• Los esposos cristianos, para
cumplir dignamente sus
deberes de estado, están
fortificados y como
consagrados por un
sacramento especial, con cuya
virtud, al cumplir su misión
conyugal y familiar, llegan
cada vez más a su propia
perfección y a su mutua
santificación, y, por tanto,
conjuntamente, a la
glorificación de Dios.
• La vocación universal a la
santidad está dirigida
también a los cónyuges y
padres cristianos.
• Está especificada por el
sacramento celebrado y
traducida concretamente
en las realidades propias de
la existencia conyugal y
familiar.
Es Cristo que pasa:
• La vida familiar, las
relaciones conyugales, el
cuidado y la educación de
los hijos, el esfuerzo por
sacar económicamente
adelante a la familia y por
asegurarla y mejorarla, el
trato con las otras personas
que constituyen la
comunidad social, todo eso
son situaciones humanas y
corrientes que los esposos
cristianos deben
sobrenaturalizar (n. 23).
7. Las familias numerosas
• Entre los cónyuges que
cumplen la misión que
Dios les ha confiado, "son
dignos de mención muy
especial los que, de
común acuerdo, bien
ponderado, aceptan con
magnanimidad una prole
numerosa, para educarla
dignamente” CONCILIO
VATICANO II, Const
Gaudium et spes, n. 50.
• Las familias numerosas
constituyen "la garantía de la
salud física y moral de un
pueblo" PÍO XII, Discurso 20-1-1958.
Carta de San Josemaría:
• "No ceguéis las fuentes de la
vida. ¡Sin miedo! Son
criminales —y no son ni
cristianas ni humanas— esas
teorías que intentan justificar
la necesidad de limitar los
nacimientos con falsas
razones económicas, sociales
o científicas que, en cuanto
se analizan, no se tienen en
pie.
• Son cobardía, hijos
míos; cobardía y afán
de justificar lo
injustificable (...).
• "No dudéis de que la
disminución de los
hijos en las familias
cristianas redundaría
en la disminución del
número de vocaciones
sacerdotales, y de
almas que se quieran
dedicar de por vida al
servicio de Jesucristo.
• Yo he visto bastantes
matrimonios que, no
dándoles Dios más que
un hijo, han tenido la
generosidad de
ofrecérselo a Dios.
• Pero no son muchos los
que lo hacen así. En las
familias numerosas es
más fácil comprender la
grandeza de la vocación
divina y, entre sus hijos,
los hay para todos los
estados y caminos“.