Trigésimo tercer programa Este Sacramento se llama también de la Reconciliación, del Perdón, de la Penitencia y de la Conversión. Nos reconcilia con Dios y con la Iglesia de la.

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Transcript Trigésimo tercer programa Este Sacramento se llama también de la Reconciliación, del Perdón, de la Penitencia y de la Conversión. Nos reconcilia con Dios y con la Iglesia de la.

Trigésimo tercer
programa
Este Sacramento
se llama también
de la Reconciliación,
del Perdón,
de la Penitencia y
de la Conversión.
Nos reconcilia
con Dios y
con la Iglesia
de la cual el pecador
se separa vitalmente,
al perder la gracia
por el pecado grave.
LA GRACIA DE DIOS
SE RECOBRA
ARREPINTIÉNDOSE
DE LOS PECADOS
Y CONFESÁNDOSE.
CONFESARSE ES
DECIRLE, CON
ARREPENTIMIENTO AL
CONFESOR, TODOS LOS
PECADOS COMETIDOS
DESDE LA ÚLTIMA
CONFESIÓN BIEN
HECHA.
La confesión es
una manifestación
externa del
arrepentimiento de
nuestros pecados.
Para un cristiano,
el sacramento de la
penitencia es el
único modo ordinario
de obtener el perdón de
sus pecados graves,
cometidos después del
bautismo.
Con el acto de
perfecta contrición
puede recobrarse la
gracia; pero para esto
hay que tener el
propósito firme de
confesarse.
Por voluntad del Cristo , la
Iglesia posee el poder de
perdonar los pecados de los
bautizados.
Lo ejerce de modo habitual
en el sacramento de la
penitencia por medio de los
obispos y de los presbíteros.
EL SACRAMENTO DE LA CONFESIÓN FUE
INSTITUIDO POR N. S. JESUCRISTO
Se conoce el inventor
de la imprenta (Guttemberg);
del termómetro (Fahrenheit);
del pararrayos (Franklin);
de la pila eléctrica (Volta);
del teléfono (Bell);
de la radio (Marconi);
del submarino (Peral);
de la penicilina (Fleming).
Si no la instituyó Jesús ¿quién
es el «cura» que la inventó?
EL SACRAMENTO DE LA CONFESIÓN FUE
INSTITUIDO POR N. S. JESUCRISTO
No se puede saber porque no ha existido y si la
hubiera inventado un hombre, no la hubiera inventado
gratis.
Una labor tan desagradable para el sacerdote
-que tiene que estar encajonado horas oyendo siempre lo mismotan perjudicial para la salud, tan fácil de contagiarse de enfermedades,
etc., y todo esto sin cobrar un céntimo.
EL SACRAMENTO DE LA CONFESIÓN FUE
INSTITUIDO POR N. S. JESUCRISTO
Jesús se apareció a sus
Apóstoles reunidos en el
cenáculo, y les dio facultad
para perdonar
los pecados diciéndoles:
«A quienes perdonéis los
pecados, les serán
perdonados; y a quienes se
los retengáis, les serán
retenidos».
Algunos hermanos separados,
(protestantes),
para no admitir la confesión,
sostienen que ésta se estableció en el
IV Concilio de Letrán (1215),
pero está históricamente demostrado
que lo que el citado Concilio mandó,
fue la obligación de confesar
una vez al año
(Cap. XXI. DENZINGER;
Magisterio de la Iglesia, n. 437.
Ed. Herder. Barcelona).
Es esencial la presencia
real de confesor y penitente,
por lo tanto es inválida
la confesión
por carta,
teléfono,
radio o
televisión,
pues, además
de no existir
presencia real,
pone en peligro
el secreto sacramental.
- El Código de Derecho
Canónico establece la
obligación de la
confesión anual.
- En peligro de muerte
se ha de recibir el
viático (y confesarse
si fuere necesario).
- Es necesario confesarse
con frecuencia y procurar
vivir en estado de gracia.
- Un buen cristiano se
confesará una vez al mes...
- Los sacerdotes deben
prestarse a confesar a
todos los que se lo pidan de
modo razonable.
La crisis de la confesión pasa por la crisis de los confesores.
Al que vive
en pecado grave:
- Puede que la muerte lo
sorprenda.
- Acumula cada vez más
pecados, y tendrá más
dificultades para vencer
su debilidad espiritual.
“La confesión
sacramental frecuente,
preparada por el
examen de conciencia
cotidiano, ayuda a la
necesaria conversión
del corazón”
(Presbyterorum Ordinis, n. 18).
Para hacer una
buena confesión
cinco son los puntos
a tener en cuenta:
1. Examen de conciencia.
2. Dolor de los pecados.
3. Propósito de enmienda.
4. Decir los pecados al confesor.
5. Cumplir la penitencia.
El examen
de conciencia
Consiste en:
recordar los pecados
(de pensamiento, palabra,
obra o por omisión, contra
la ley de Dios, de la Iglesia
o contra las obligaciones
particulares)
cometidos desde la última
confesión bien hecha.
Este examen debe hacerse
antes de la confesión
El examen
de conciencia
Debe hacerse con
diligencia, seriedad y
sinceridad;
pero sin angustiarse.
Puede ser conveniente la
lectura meditada de un
texto con preguntas para
examinarse.
“Arrepentirse” implica:
- el dolor, el pesar de
haber hecho
-o no haber hechoalgo por lo cual sentimos culpa
y ganas de no reincidir,
porque comprendemos
que fue algo malo que ofende
a Dios y al prójimo;
- proponerse no repetir
la ofensa.
Es un aborrecimiento
del pecado cometido.
Es “detestar el pecado”.
¿Me arrepiento?
¿Me arrepiento?
El arrepentimiento
es una cuestión de
voluntad.
El verdadero
arrepentimiento
incluye el pedir
perdón a Dios por el
pecado cometido.
Puede ser muy
oportuno meditar la
pasión y muerte de
Nuestro Señor.
Soneto del siglo XVII
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido;
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar, por eso, de ofenderte.
Tú me mueves, Señor; muéveme el verte
clavado en esa cruz y escarnecido;
muéveme el ver tu cuerpo tan herido;
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
porque aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero, te quisiera.
El dolor es lo más
importante de la
confesión.
Si hay dolor, hay
arrepentimiento,
entonces podrá
haber perdón de
los pecados
Dios no puede
perdonar a quien
no se arrepiente.
Sin perdón
no hay salvación.
Contrición perfecta es:
el arrepentimiento,
dolor y detestación del
pecado cometido, por
amor a Dios, por ser Él
tan bueno, porque es
nuestro Padre que nos
ama tanto y porque no
merece que lo
ofendamos.
Es un dolor perfecto:
moviliza el amor de
amistad hacia Dios.
Enseña el Catecismo:
“Cuando brota del amor
de Dios amado sobre
todas las cosas, la
contrición se llama
“contrición perfecta”.
Semejante contrición
perdona las faltas
veniales; obtiene
también el perdón de los
pecados mortales si
comprende la firme
resolución de recurrir
tan pronto sea posible a
la confesión
sacramental”.
También debe existir
la firme decisión de
no volver a pecar
(Catecismo 1451).
El dolor de atrición es:
Un pesar sobrenatural de
haber ofendido a Dios por
temor a los castigos que
Dios puede enviar en esta
vida y en la otra, o por la
fealdad del pecado
cometido.
Se trata de un dolor
imperfecto, pero basta para
la confesión.
Es lógico que la contrición
y la atrición vayan un poco
unidas.
• Deberíamos hacer un acto
de contrición siempre que
tengamos la desgracia de
caer en un pecado grave.
• Así nos ponemos en gracia
de Dios hasta que llegue el
momento de confesarnos.
• Deberíamos hacer actos de
arrepentimiento cada noche,
y cada vez que caemos en la
cuenta de que hemos pecado.
• Dios está deseando
perdonarnos.
No puede haber
confesión sin
propósito
de enmienda
Si falta,
la confesión
es inválida
y sacrílega.
No se trata de la
certeza de no
volver a caer, sino
de la voluntad de
no querer pecar
El “propósito” parte
de la voluntad;
debemos hacerlo con
firme determinación.
Dios nos ayudará a
cumplirlo si se lo
pedimos (convendrá
hacerlo a través a la
Santísima Virgen).
La Comunión
frecuente es una
espléndida ayuda.
Si a pesar de
la firme
determinación,
la debilidad nos
superara y
reincidiéramos
en el pecado,
deberemos
confesarnos
enseguida.
Nadie
puede tener
la certeza total
de no volver a caer
en los mismos
errores.
“Ocasión próxima
de pecado”
Es toda persona, cosa o
circunstancia, exterior a
nosotros, que nos induce
a pecar, nos da
oportunidad de pecar, nos
facilita el pecado, nos
atrae hacia él y constituye
un peligro de pecar.
El Magisterio de la
Iglesia nos advierte que
hay obligación grave de
evitar, si se puede, la
ocasión próxima de pecar
gravemente.
Estamos estudiando
los cinco temas que
hay que cuidar para
poder hacer una
buena confesión.
Hemos visto
los tres primeros:
1. Examen de conciencia.
2. Dolor de los pecados.
3. Propósito de enmienda.
4. Decir los pecados
al confesor.
5. Cumplir la penitencia.
• Al confesor hay
que decirle
voluntariamente,
con humildad, y
sin engaño
ni mentira,
todos y cada uno
de los
pecados graves
no acusados en
confesión individual;
en orden a recibir
la absolución.
• Los pecados
deben manifestarse
con toda sinceridad
y franqueza,
sin ocultarlos o
desfigurarlos.
• Confesarse
con frases
vagas o ambiguas
con el deseo de que
el confesor
no entienda,
puede inválidar
y hasta hacer
sacrílega la confesión.
• Al confesor hay
que manifestarle
con claridad los
pecados
cometidos.
• Debe conocer las
posibles
circunstancias
atenuantes o
agravantes.
• También las
posibles
responsabilidades
contraídas por ese
pecado.
• Si queda olvidado
algún pecado
grave, no importa;
es perdonado.
• Pero si después
se recuerda, hay
que declararlo en
la confesión
siguiente.
• Mientras tanto, se
puede comulgar.
• Si la confesión
estuvo mal hecha,
es necesario
confesar de nuevo
todos esos
pecados graves,
en otra confesión
bien hecha.
• Hay que decir el número
–si se recuerda- de los
pecados graves y las
circunstancias
agravantes que varíen la
especie o malicia del
pecado.
• Las circunstancias
pueden cambiar la
moralidad de una
acción.
• Nunca las
circunstancias
pueden hacer buena
una acción que de
suyo es mala; pero
pueden hacer mala
una acción que era
buena, o hacer peor
una acción que ya
era de suyo mala.
•
•
•
•
•
•
Las circunstancias
agravantes o
atenuantes son:
Quién: adulterio, si
uno de los dos es
casado.
Qué: robar mil o un
millón.
Cómo: robar con
violencia.
Cuándo: blasfemar en
la Misa.
Dónde: pecar en
público, con
escándalo de otros.
Porqué: insultar para
hacer blasfemar.
• No es
obligatorio decir
los pecados
veniales; pero
conviene.
• Los pecados
dudosos
confesarlos
como dudosos.
• Conviene
manifestar
cuánto tiempo
ha pasado
desde la última
confesión.
Mentiritas
EL QUE CALLA
VOLUNTARIAMENTE
EN LA CONFESIÓN
UN PECADO GRAVE,
SE CONFIESA MAL,
NO SE LE PERDONA
NINGÚN PECADO,
Y, ADEMÁS,
AÑADE OTRO
PECADO
TERRIBLE,
LLAMADO
SACRILEGIO.
• Todas las
confesiones
siguientes en
que se vuelva a
callar este
pecado
voluntariamente,
también son
sacrílegas.
• La confesión, al
perdonar los pecados,
devuelve la gracia
santificante (o nos la
aumenta, si no se
había perdido por el
pecado grave).
Cumplir la
penitencia
es rezar o hacer lo
que el confesor dice.
• Si no se sabe
o no se puede,
decirlo al confesor
para que la cambie.
En caso de no
acordarse la
penitencia, rezar
o hacer lo que en
otras confesiones
parecidas nos
impusieron.
• La penitencia es
siempre muy
pequeña
comparada con
nuestros
pecados.
SI NO SE SABE
QUÉ HAY QUE
HACER PARA
CONFESARSE
BIEN, DECIRLE
AL CONFESOR:
«PADRE,
AYÚDEME»;
y él te ayudará.
Sigilo Sacramental
Es el silencio que
guarda el sacerdote,
respecto a los pecados
de los penitentes.
El Catecismo lo define
como un “secreto que
no admite excepción”.
Por esto no hay que
tener vergüenza; el
confesor no puede
decir NADA de lo que
escucha.
LA CONFESIÓN
FRECUENTE
Enseña el Papa Pío XII:
“aumenta el recto
conocimiento de uno
mismo, crece la
humildad cristiana, se
desarraiga la maldad
de las costumbres, se
pone un dique a la
pereza y negligencia
espiritual, y se
aumenta la gracia por
la misma fuerza del
sacramento”
APOSTOLADO
DE LA
CONFESIÓN
• Con los parientes,
amigos y
conocidos.
• Ser audaces.
• Es lo mejor que
podemos darles
• Sobre todo si
están en peligro
de muerte.
Presentación del
P. Juan María Gallardo
para www.oracionesydevociones.info