La montaña estaba vestida de fiesta Francisco Palau O.C.D. Fundador de las Carmelitas Misioneras.

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Transcript La montaña estaba vestida de fiesta Francisco Palau O.C.D. Fundador de las Carmelitas Misioneras.

La montaña estaba vestida de fiesta

Francisco Palau O.C.D. Fundador de las Carmelitas Misioneras. Ejercicios Espirituales en Montserrat Agosto 1864

Pasando frente a esta montaña viniendo por el ferrocarril de Zaragoza, me dijo mi Amada (la Iglesia): te espero en Montserrat, ven y te hablaré de la causa de esta pena que te atormenta. (

Escritos 751,2)

Con vivos y encendidos deseos de ser a sus ojos tal cual ella deseaba, me movían a buscar en mis defectos para corregirlos, y con este objetivo vine a este monte.

( 751, 3)

Subí la montaña santa donde la Reina tiene su trono. Entré en su templo, y humillado a su presencia estaba yo con gran confusión confesando mis pecados y culpas y disponiéndome a corregirlos implorando la gracia del Señor.

Y mi Amada, haciendo sentir su presencia, me dijo: “yo estoy aquí”. Contesté: “Tú sola me bastas. ¿Quién eres tú?” Yo soy tu Amada. ¿Cuál es tu nombre? María. Te espero en la cima, en el corazón de este monte.

(751, 4)

(751,3)

Experiencia mística de la Paternidad de Francisco Palau para con su Amada

la Iglesia / Las altas y sublimes crestas

de la montaña estaban vestidas como un día grande de gloria.

(753, 6)

¡Iglesia Santa. Virgen bella, pura y perfecta. Madre fecundísima, joven , siempre joven y que jamás envejecerás, infinitamente amable! Recibe mis votos y promesas, y dame gracia para cumplirlos. Cuida de mi soy cosa tuya. (754, 7)

La montaña estaba vestida de fiesta, y yo, cual ave que huye del tiro del cazador, subía hacia ella en busca de mi Amada; la hallé al pie del monte y la saludé: “Salve, Virgen pura”.

(754, 8)

Me dijo mi Amada:”Ha llegado la hora en que yo voy a ser dada a ti por mi Padre por Hija, por mi Esposo por Esposa; sube”.

Subí y me condujo entre las ruinas de una ermita. Mi espíritu se elevó a la contemplación de la Jerusalén celeste; se llenó todo el monte de gloria. (

El P. Palau tuvo la experiencia mística de sentirse Padre de la Iglesia, os invitamos a leer:

Escritos

754 - 755 )

Me dijo mi Amada: “en prueba de nuestra alianza te doy una señal, serás en adelante libre de todas aquellas miserias de las que por ti mismo no te hubieras jamás despojado”. Nota bien esta fecha, porque hace época en tu vida.

(755, 9)

Eres toda hermosa. Esposa mía... Revelas al que te ama tu inmensa belleza y tu incomparable amabilidad.

(755, 10)

Así como a la presencia del sol huyen las tinieblas y se desvanecen todas las sombras.

¡Qué seré feliz el día en que no haya en mi cosa que te desagrade!.

(756, 12)

María es el tipo más acabado para representarnos la Iglesia Santa.

(756, 12)

Necesitábamos una mujer que nos representara a la Iglesia, y fuera nuestra medianera. Tal es María, Madre de Dios; y por esto la formó el Señor tan perfecta cual posible fue serlo una pura criatura.

(756, 13)

Estaba yo en el monte santo en paz y reposo. Mis vistas se dirigían hacia una Virgen infinitamente bella.

(757, 14)

Los montes que me rodeaban me preguntaron: ¿Qué buscas aquí en esta soledad? Y contesté: A nadie. Fui muchos años en busca de mi Amada; la hallé, porque ella vino a encontrarme; la tengo y su presencia me basta.

(757, 14)

Ella vive en medio de vosotros, la veis y la conocéis mejor que yo. Decidme para mi consuelo:¿Quién es, que es?. Dadme su retrato.

(757, 14)

Y los montes guardaban un profundo silencio. Y uno que se elevaba sobre los demás tomó la palabra y dijo: Hombre mortal, tu Amada es una belleza indescriptible. La más bella, la más hermosa de entre las hijas de Adán no es más que una sombra en alta noche, que, clarificada para la luz opaca de la luna, representa entre obscuridades alguna de las perfecciones que embellecen a la que tú amas.

(757, 15)

¡Virgen fecunda, Iglesia santa! Abre tus brazos y recibe en tu seno a esta miserable viador y peregrino que anda y viene a ti extranjero sobre la tierra.

( 757,15)

La mujer es una sombra que te figura. ¡No más sombras, no más figuras! Vea ya sin velos la realidad; véate yo a cara descubierta.

(757,15)

La montaña estaba vestida de fiesta