Historia de la Caridad
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Transcript Historia de la Caridad
Traducción, P. Oscar Arias Bravo
El apóstol San Juan afirma que el amor hacia
Dios, que ninguno ha visto jamás, encuentra su
realización en el amor hacia el prójimo. (1 Jn.
4,20)
Si alguien tiene abundancia en este mundo y ve
al hermano en necesidad y no lo provee, en qué
manera puede el amor de Dios habitar en él?
(1Jn. 3,17)
La palabra clave es ágape (amor, dilectio, caritas)
sin embargo la experiencia humana ha dado en
ocasiones un menor significado a esta palabra.
Ver 1ra. Parte de Deus Caritas est, donde el amor
llega a su plenitud en la donación de sí mismo, ni
siquiera en la entrega al otro correspondida, sino
en buscar el bien del otro, antes que el propio.
Preferirá la palabra Cáritas
en la cual confluyen todos
los conceptos que hoy
entendemos como:
Elección del intelecto,
Preferencia afectiva,
Tensión volitiva y
Eficiencia de realización.
“La multitud de los que habían venido a la fe,
tenían un solo corazón y una sola alma y ninguno
de ellos consideraba cuanto poseía, como su
exclusiva propiedad, sino que tenían todo en
común. No había ningún necesitado entre ellos,
porque aquellos que eran propietarios de algún
terreno, lo vendían y ponían a disposición de los
apóstoles. A cada uno le venía distribuida una
parte, según su necesidad”
El amor fraterno, ponía libre, espontánea y
generosamente parte de los propios bienes (a
veces todo) a disposición de los necesitados. Ya
la Iglesia primitiva, se convierte en institución al
servicio de los necesitados.
“aumentaron considerablemente en número de los
discípulos, los helenistas comenzaron a murmurar
contra los hebreos, porque en la administración
cotidiana, sus viudas no eran atendidas” (Hech.6,1)
Es por eso que a 7 hombres confiables, llenos del
Espíritu Santo y de Sabiduría, se les confía el “servicio
de las mesas” (Hech. 6,2-3)
Ya desde el inicio aparece como función de aquellos
que gobiernan y dirigen a la Iglesia, el cuidado de los
pobres y necesitados.
Pablo mismo lleva el fruto de las colectas entre los
cristianos de Antioquía (más ricos), a Judea, en
ocasión de la carestía del año 49. (Gál. 2,10. Hech.
11,27-30)
Viudas y huérfanos, enfermos y
pobres, inhabilitados para el
trabajo, condenados, la sepultura
de los muertos, los problemas de
la esclavitud, los golpeados por
las inclemencias de la naturaleza
como terremotos, enfermedades
(peste) y las invasiones bárbaras;
todo esto forma un cuadro en el
cual la caridad de la Iglesia
emerge como única luz, en pleno
contraste con la indiferencia de un
mundo pagano.
Entre algunas voces de paganos
que se alzaron para defender a los
esclavos y desheredados, la de
Séneca y la corriente estoica que
clamaba la comprensión de estos.
Estas vivieron como Iglesia pobre, poniéndose de
la parte de los pobres (tapeinós, pauper).
La riqueza adquirida o heredada, es puesta en
relación a los hombres. Quien posee, no posee
para sí solo: él es un administrador que no se
preocupa de capitalizar y no adhiere el corazón a
los bienes.
Tapeinós = bajo, poco elevado, pequeño,
estrecho, insignificante; pobre, débil, humilde,
sumiso, modesto; vil, abyecto, miserable;
humillado, desalentado, abatido, pusilánime,
común.
La Iglesia desde sus inicios, no ve la caridad
como una pura asistencia, sino que quiere
transformar las situaciones de pobreza desde
sus causas.
Pablo, en su carta a Filemón, ciudadano de
Colosas, le pide acoger a Onésimo, no como
un fugitivo, sino como un hermano querido.
No habla de la abolición de la esclavitud, sino
del comportamiento que la comunidad debe
de tener. “La carta de la Libertad”
Papa Clemente, en su carta a los Corintios,
recuerda el heroísmo de algunos cristianos
que se habían ofrecido espontáneamente en
lugar de sus hermanos en esclavitud:
“Sabemos que entre nosotros (cristianos)
muchos se han entregado en las prisiones
con el fin de liberar a otros; muchos se han
entregado como esclavos y con el monto
recabado, han procurado el sustento a otros”
(I Clementis, 55,2. Funk, Patres apostolici, Tubiga, 1901, I, p.
69)
“De lo obtenido del honesto trabajo de los fieles,
procuren alimentar y vestir a los necesitados.
Aquello que ellos les entreguen, distribúyanlo
oportunamente para el rescate de los fieles,
liberando a los esclavos, los prisioneros, los
encadenados y aquellos que han sido llevados
con violencia, aquellos que han sido condenados
por la crueldad de la masa, a los que han sido
destinados a los espectáculos públicos, a las
minas o al exilio, en fin, cuantos han sido
condenados al circo y los oprimidos. .. Los
diáconos, sean cercanos a ellos y visiten a cada
uno de ellos, distribuyéndoles lo que cada uno
necesita” (Didascalia, IV, 9,2.)
Al cual querían salvar recurriendo a algún
personaje importante, incluso al mismo
emperador, escribe:
“Yo tengo miedo, que me sea de daño el amor que
me tienen. Para ustedes sería fácil conducir a
término su proyecto; pero para mí sería difícil
llegar a poseer a Dios, si ustedes se interponen,
secundando su piedad” (Lettera ai Romani, I, 2).
Menciona que las funciones propias del diácono,
comportan el ejercicio del ministerio sagrado y las
obras de caridad.
El Archidiácono, que está a la cabeza de sus
hermanos diáconos, debe ser los ojos y las oídos
del Obispo y con sus hermanos, hacer las manos y
el corazón del mismo, que llevan el socorro a los
necesitados.
“Oren continuamente también por los otros
hombres… de modo que sean conducidos a la
salvación, al menos en gracia de las buenas
obras de ustedes. Compórtense con
mansedumbre delante de la cólera de ellos, con
humildad delante de su orgullo, opongan la
oración a sus maldiciones… procuren llegar a ser
sus hermanos, a través de su benévola
comprensión, esforcémonos por ser imitadores
del Señor” (A los Efesios 10, 1-3.)
Así, podemos ver que la historia de la Caridad en
la Iglesia, es no solo de asistencia y ayuda a los
necesitados, sino también de actitudes y oración
por los que están en contra.
Acusa a los herejes:
“ellos tienen una doctrina errónea en torno a la
gracia de Jesucristo, aquella que nos fue
concedida. Ellos, no se ocupan de la caridad, no
de las viudas, no de los huérfanos, no de los
oprimidos, no de los encarcelados, no de los
hambrientos, no de los sedientos” (A los Esmirniotas
6,2)
De manera que ser cristiano, seguidor de
Jesucristo, comportaba la acción a favor de los
necesitados, quien no lo hiciera era casi visto
como hereje, como si no conociera a Cristo.
“Sostén a todos, como el
Señor te sostiene a ti,
ten tolerancia con
todos…carga con la
enfermedad de todos…
si amas solo a los
discípulos dóciles, no
tendrás ninguna
recompensa, más aún,
trata de vencer sobre los
más problemáticos con
dulzura”
“Procura hacer el bien. Sin mirar a quien debas
dar o no, da siempre a los necesitados, los frutos
de tu trabajo, como te lo administró el Señor.
Dona a todos, porque Dios no quiere que
ninguno sea privado de los dones a ti dados.
Aquellos que reciben, deberán dar razón a Dios
de cuanto han recibido. Aquellos que reciben
obligados por una necesidad, no sean
condenados, pero quien recibe, recurriendo a
engaños e hipocresía, tendrá su castigo. De
hecho, aquél que dona queda sin culpa…se
convierte en alguien con méritos delante de Dios,
aquél que con simplicidad socorre a su prójimo,
vivirá con Dios” (El Pastor de Hermas, Preceptos, 2,4-6.)
“Después de haber observado todas las
prescripciones, en aquél día en el cual ayunarás,
no te alimentarás de nada, más que de pan y
agua, y después de haber calculado la cantidad
ahorrada con la renuncia del alimento que
pudiste tomar, darás la cantidad correspondiente
a una viuda o a un huérfano, o a un pobre o a
cualquier otro que tenga necesidad de tu ayuda.
Así cumplirás un acto de humildad, y de esta
humillación aquél a quien beneficiaste tendrá el
alma llena de reconocimiento y elevará por ti, al
Señor sus oraciones”
“No suceda jamás que tú extiendas la mano solo para
recibir y la retires cuando se debe dar. .. No
vanagloriarse cuando das a los demás, sino mostrarte
descontento al hacerlo, así podrás recordar a Aquél
que un día te dará la recompensa” (4,5-8)
“cada peregrino que viene en nombre del Señor, sea
acogido. En los días siguientes, considérenlo y miren
bien quien sea. Si él quiere quedarse con ustedes,
teniendo un oficio, entonces que se disponga a
trabajar y a ganarse el pan. Si no quiere trabajar, que
no se quede en casa ocioso, si quiere comportarse
así, quiere decir que es un explotador de Cristo.
Cuídense de tales personas” (12)
Ya a la mitad del II siglo, daba testimonio público
de una buena organización caritativa de la
Iglesia, en su primera Apología (año 153) dirigida
al emperador Antonino Pio decía:
“Los ricos que tienen la voluntad, dan aquello
que creen oportuno, y cuando se recoge, se pone
delante del Obispo. El socorre a los huérfanos, a
las viudas y a cuantos tienen necesidad por
alguna otra causa. A los que están en prisión o a
los que se encuentran en otros pueblos. Nosotros
cristianos, cuidamos a los que se encuentran en
cualquier necesidad”.
“así como el alma ama su carne, aunque esta le sea
contraria, como ama sus miembros, así los cristianos
aman a sus enemigos” (VI, 6)
“cualquiera que toma como propia la carga del
prójimo, aquél que en lo cual es más rico, quiere
beneficiar a otro que tiene menos, quien posee
cuanto ha recibido de Dios y a su vez, lo da a los
necesitados, se convierte en un dios para quien lo
recibe, él se hace verdaderamente imitador de Dios”
(X,6)
Más tarde ver también la caridad para con los
apóstatas.
“los cristianos se aman entre ellos y están dispuestos a
morir el uno por el otro” (Apologética, 39,7)
“nosotros, oramos también por los emperadores, por sus
ministros y magistrados, por la estabilidad del mundo y
por la tranquilidad de la vida… también se ha constituido
entre nosotros hay una especie de caja común (si quod
arcae genus est), esa no resulta de prestaciones debidas
a las contribuciones obligatorias… en un día del mes,
fijado o libremente escogido, cada uno deposita una
pequeña suma: puede hacerlo cuando quiere, solo si
quiere y en la medida de sus posibilidades … esa suma
sirve para venir en ayuda de los necesitados, de los
pobres y para su sepultura, para nutrir a los niños y
niñas que quedaron huérfanos, para socorrer a los
ancianos servidores, como también a los náufragos a los
condenados a las minas, los relegados a las islas y
prisiones, y por el solo motivo que ellos pertenecen a la
sociedad de Dios”(Apologética, cap. 39)
“todo es puesto en común entre nosotros,
menos las mujeres” (Apologético 39, 11)
Con las cenas de fraternidad, se ayudaba a
todos, especialmente a los pobres, los cuales
entre los paganos eran tratados como
parásitos capaces de renunciar a la propia
libertad y dignidad, con tal de llenar el
vientre.
Estas cenas eran consideradas como
Banquete de Caridad.
Durante los primeros años de su episcopado (249-258)
viene la peste también a África, en su opúsculo De
pestilentia, este Obispo de Cartago nos narra la difícil
situación de su gente: “explota aquella terrible
pestilencia, con una increíble difusión, golpeaba, día a
día, sin número de gentes en la propia casa, las cuales
invadía una a una… se horrorizaban todos, lloraban, de
agarraban de cualquier remedio para evitar el contagio,
abandonando cruelmente a los propios familiares,
como si con ello pudieran evitar la misma muerte. Por
toda la ciudad y por todas las calles, yacían en tierra,
no ya cuerpos vivos, sino cadáveres de muchísimas
personas que inducían a la piedad a cuantos pasaban y
ni siquiera así se preocupaban uno del otro, si no de
infames ganancias, ninguno hizo al otro lo que quisiera
que se hubiera hecho consigo mismo” (Ponzio, diácono,
Vida de Cipriano, 9,1-4)
El ejemplo de los Obispos atraía a más personas
a sumarse a las obras de caridad.
“muchos, por motivos de su pobreza, que no
podían contribuir en dinero, daban todavía más,
ofreciendo con el trabajo propio, una
compensación más preciosa que cualquier otra
riqueza. Y quién jamás, bajo la guía de un así
gran maestro, no hubiera buscado con toda
premura, encontrar un puesto en las filas de una
tal milicia, para poder así agradar a Dios Padre y
a Cristo Juez, como también a su propio Obispo?”
(Ponzio, Vida de Cipriano, 10,2,4)
Los cristianos, “todas las desventajas de la carne,
cuales esas sean, nosotros las tenemos en común con
la humanidad” (Cipriano, De mortalitate, 8) Será un
antecedente de Gaudium et spes 1.
Dionisio Obispo de Alejandría, exaltaba también el
espíritu heroico de muchos cristianos en el asistir a los
apestados. Los cristianos, que se dedicaron a la cura
de los enfermos y centenares de ellos que cayeron por
el contagio, fueron honrados como mártires. La iglesia
celebra esta dedicación el 28 de Febrero (día del
enfermo) “casi a transferir la muerte de los enfermos
sobre ellos mismos, un gran número de nuestros
hermanos, entre ellos presbíteros, diáconos y laicos,
encontraron un fin glorioso, tanto que un tal género
de muerte, sostenido solo con el fin de la caridad y de
la constancia en la fe, no puede ser considerado
inferior al martirio” (Dionisio, Carta por la vigilia de Pascua,
entre el año, 251-253)
a)
b)
c)
Desde su refugio el Obispo Cipriano en el momento de
la persecución se encarga principalmente de 3 aspectos:
Que todo continuara como si él estuviera.
Que no se descuidara a los pobres
Que se atendiera a los que habían caído en prisión.
“Tengan cuidado particular de las viudas, de los
enfermos y de todos los pobres. Den dinero a los
forasteros, si hubiera de aquellos pobres, tómenlo de
mi patrimonio que deposité con nuestro sacerdote
Rogaciano. Y como consideré que esa suma ya se había
acabado, Yo envié de nuevo otra suma por medio del
acólito Narico, para que con mayor abundancia y mayor
premura, se proveyera a aquellos que sufren” (Cipriano,
Epístola 7).
“estoy contento, confiesa, en saber que
muchísimos entre nuestros hermanos, como
expresión de su afectuosa caridad, compiten
entre ellos, para venir en su ayuda para socorrer
sus necesidades, con sus ofrendas” (Cipriano,
Epístola, 13)
El ejercicio de la caritas era, praxis habitual,
sostenida por una doctrina adquirida, podemos
referirnos por ejemplo a su escrito: Sobre las
Buenas Obras y sobre la Limosna, redactado
probablemente antes de la peste que afectó a
Cartago (año 249).
En su escrito “Quis dives salvetur?” (Quién de los
ricos se salvará?) dirigido precisamente a
personas acaudaladas, comenta el rechazo del
joven rico a seguir a Jesús (Mc. 10, 17-31) Donde
no pretende condenar la posesión de las
riquezas, sino el apego egoísta a ellas, las
pasiones que las riquezas fomentan, el mal uso
que se puede hacer de esas.
Quiere demostrar que todos los bienes vienen de
Dios y si los ricos quieren salvarse, deben
convencerse que no pueden poseer sus bienes
solo para sí mismos, sino para los otros también.
(ver también P. Christophe, Les devoirs moraux des riches, Paris
1964, pp. 77-99.)
En Instituciones Divinas (apología) ilustra sobre los
valores fundamentales del cristianismo, considera
la caridad como obra de la justicia:
“Si quitas de en medio la piedad y la equidad, viene
a menos cualquier virtud y verdad, y la misma
virtud de la justicia deberá refugiarse en el Cielo,
de donde bajó… nosotros nos denominamos
hermanos, recíprocamente, los unos de los otros…
aunque sea diversa la condición impuesta por la
sociedad, para nosotros no existen esclavos: los
consideramos y los tratamos como hermanos
espirituales y compañeros de fe. Las mismas
riquezas no hacen a quien las posee superior a los
otros, sino en cuanto a las buenas obras que se
hacen con ellas. Los ricos, no lo son por sus
riquezas, sino por las obras de justicia… es justicia
hacerse igual a los inferiores” (Instituciones Divinas V,15)
“siendo nuestra naturaleza más débil que aquella
de los otros animales, Dios dispuso que cada
ayuda para nuestra vida, fuera dispuesta en el
socorro recíproco… por lo cual Él nos manda orar
continuamente por nuestro enemigos…Si a
alguno falta lo necesario para vivir, busquemos
procurárselo, si no tiene vestido, cubrámoslo, si
es atacado por uno más poderoso,
defendámoslo. Nuestra casa esté abierta a los
peregrinos y a los sin techo. No falte nuestra
defensa a los niños y a las viudas. Y es una gran
obra de misericordia rescatar a los prisioneros de
sus enemigos, visitar a los pobres y socorrerles
en la enfermedad y no permitir que los
necesitados y forasteros queden sin sepultura.
Estas son las obras y estos son los deberes de la
misericordia”
Así, el concepto de justicia abarca más que lo
que afirmaba Cicerón: no provocar daño, en su
De Officiis, en el concepto cristiano, abarca las
obras de misericordia, a las cuales no obligaba
ninguna legislación del mundo pagano.
Las ayudas ofrecidas por la Iglesia a todos los
necesitados, no aparecen como una serie de
iniciativas privadas o esporádicas, sino como el
efecto de una acción comunitaria.
De la distribución de lo que había en la “caja de
la Iglesia” se encargaba el Obispo personalmente,
o a través de los diáconos o de otras personas
designadas específicamente para esa tarea.
El criterio económico-administrativo sufrió
continuamente los efectos de las condiciones
políticas y civiles, como la misma vida del
Imperio Romano.
En los orígenes, en los primeros dos siglos,
los fieles provenían principalmente de los
estratos más humildes de la sociedad
romana, durante el tercer siglo, hasta la
época constantiniana, provenían de la clase
media y algunos hasta de las posiciones más
influyentes y con poder.
Esta nueva situación de la Iglesia, cuyos fieles
contaban ahora también con mayores recursos,
permitió a la Iglesia una organización bastante
sólida, y extendida en el ramo de la caridad. Tan
solo en Roma se habla de “registros” en los
cuales aparecía el nombre de los pobres y de las
viudas “inmatriculados” en número no menor a
los 1500 (Papa Cornelio, 252-253, escribiendo a Fabio
Obispo de Antioquía, le da estas informaciones)
Ya en el año 170, Dionisio Obispo de Corinto,
enviaba una carta al Obispo de Roma para elogiar
a la Iglesia de la Urbe, que desde sus orígenes
acostumbraba mandar el socorro a todos los que
necesitaban ayuda. (Eusebio, H.E. IV, 23,10)
La existencia de esta “caja común” destinada
a la ayuda de los necesitados, es atestiguada
por el Obispo Cipriano, quien denuncia con
amargura la fuga de un diácono (un tal
Nicostrato, que de África se fue a Roma para
adherirse al cisma de Novato) que había
sustraído y hecho suyo el depósito a favor de
los huérfanos y de las viudas a él
encomendado. (Cipriano, Epístola 50)
La Iglesia continuó extendiendo su influencia
caritativa, hasta llegar a inspirar leyes civiles y
sistemas jurídicos que acogieran las tendencias
de ayuda de la Iglesia. Vgr. En tiempos de
Constantino (321) se podía todavía dividir las
familias de esclavos cuando estos se heredaban
entre los diferentes herederos, sin embargo, el
Emperador con tal premura de los cristianos,
llega a intervenir a favor de impedir la desunión
de tales familias, considerando tal acto como
cruel y deshumano. (Codex Theodosianus, II, 25)
378, la caída de Adrianópolis, primera gran derrota
del imperio Romano a causa de las invasiones
bárbaras.
476 caída del Imperio Romano de Occidente.
En tiempo de las invasiones bárbaras por todo el
imperio Romano, la situación de guerra, apremiará
las obras de caridad en la Iglesia.
La Iglesia se encuentra en Roma y en todo el
Imperio en situación de ventaja para desarrollar su
actividad caritativa: tiene reconocimiento jurídico –
base legal para poseer- las donaciones crecieron.
Se pasa de la caridad privada a una colaboración
sistemática y oficial con los órganos políticos. La
Iglesia recibe una especie de delegación por parte
del Estado para ocuparse de los huérfanos,
enfermos, incapacitados, prisioneros, etc.
Los templos se convirtieron en centros de poder, se
llegaban a interferir entre el poder religioso y el político.
Algunas intervenciones clarificadoras y oportunas:
Basilíades, la “ciudad hospital” cerca de Cesaréa, conjunto
destinado a acoger viajeros en tránsito y contaba con
alojamiento para empleados y trabajadores pobres de la
ciudad (como albergue, Siglo IV).
San Basilio no solamente atenderá esta organización, sino
que defiende también los derechos de los pobres: “Me he
permitido escribirle porque la necesidad de algunas
personas que sufren, me ha inducido a hacerlo. Mostrad
vuestra benevolencia para con los pobres que son
explotados. No queráis exigir de ellos impuestos
excesivos por lo que trabajan, de lo contrario, quedarán
arruinados”
(Basilio, Al prefecto Modestus, epístola XV)
Obispo de Cesarea del 370 al 379,
afirmaba que “por eso es necesaria
nuestra presencia en la ciudad, sea
para dispensar la ayuda, sea para estar
cercano a la gente oprimida por la
necesidad” (Basilio de Cesarea, Ep. 31)
Dos homilías muy importantes:
Sobre la Avaricia (VI)
Contra los Ricos (VII)
Además la pronunciada En tiempos de
hambre y escacez (VIII)
“Qué haré, porque no se donde poner mi cosecha? Y
dice, haré así: destruiré mis bodegas y construiré
unas más grandes” Cuáles son las características de
este hombre? La dureza del carácter, el desprecio en
la relación con los demás, el egoísmo. Así respondía
a Quien lo había colmado de bienes, no se acordaba
de nuestra naturaleza común, no pensaba que se
requiere dar lo que nos sobra (el superfluo) a los
pobres, no tenía en cuenta los mandamientos: No
negarás a quien necesite (Pr. 3,27) La misericordia y
la fe no te abandonen (Pr. 3,3) y divide tu pan con el
hambriento (Is 58,7) Todos los profetas, todos los
doctores le gritaban estas enseñanzas, pero no eran
escuchados, sus graneros se rompían siendo muy
estrechos para contener el grano que él había
amasado, pero su corazón en el fondo no estaba
satisfecho…”.
“quienes no dan lo que han recibido, son
cómplices de la muerte de sus prójimos que
mueren de pobreza, al retener el socorro.
Cuando damos lo necesario al indigente, le
devolvemos lo suyo, no le comunicamos lo
nuestro; más bien pagamos una deuda de
justicia que cumplir una obra de misericordia”
(Gregorio Magno, Regla Pastoral, III, 21)
Luchó contra la esclavitud, pero sobretodo
se preocupó por la organización de la
caridad como revelación del amor de
Cristo por los pobres.
“acójanse los huéspedes como Cristo
mismo” (Benito, Regla)
Abrió además el camino de una
metodología de educación y re-educación
de los pobres a través del trabajo, que
servía tanto para la recuperación de la
propia dignidad, como para la prevención
de la delincuencia.
Desarrollo de las órdenes de los Mercedarios
y los Trinitarios, comprometidos con la
liberación de los esclavos, hasta el grado de
incluir en la Regla, el voto que los
compromete, llegado el caso, a reemplazar a
los esclavos.
Expone el concepto de Justicia:
a) Dar a cada quien lo que le corresponde
(conmutativa)
b) dar a cada quien lo que necesita
(distributiva)
c) que el uso de los bienes de cada quien, sea
en función del bien común, de todos (general,
legal) Summa Theologica II, II, q.57-59
Habla también de la caridad como virtud teologal,
cuya práctica es la limosna:
a) De Consejo: poner a disposición del pobre lo que
uno mismo necesita para vivir (Lc. 21,1-4),
expresión de la caridad que no conoce límites.
b) De precepto: poner los bienes superfluos al
servicio de quienes padecen necesidad extrema.
Ejemplo de aquellos que no se contentaron
con “ayudar” a los pobres, sino que eligieron
a la Hermana Pobreza como estilo de vida y
compañera de camino. Asumieron la vida del
Evangelio y la pobreza misma su predicación.
Más tarde se conformaron las “Cofradías de
caridad”, se trataba de corporaciones
eclesiásticas, compuestas especialmente por
fieles laicos, reconocidas incluso
canónicamente, con la finalidad de promover
la vida cristiana por medio de obras, que
favorecieran el culto divino y el servicio al
prójimo.
El cuidado de los “cofrades”
era una obligación
estatutaria y más tarde se
aseguraban sus bienes,
adoptando también el
cuidado de los familiares
que les quedaban.
Algunas cofradías sirvieron para proteger a
los peregrinos que visitaban los santos
lugares.
El tema caballeresco tuvo mucho auge en la
Edad Media, ser caballero también al
“mancharse las manos con sangre sarracena”,
deber del cristiano, la defensa de la fe.
Templarios, ver más tarde los Caballeros de
la Orden de Malta en servicio de los
enfermos, los Caballeros de Colón, etc.
Necesidades cambiantes s. XVI y XVII (como
las grandes epidemias) a las de tipo sanitario
respondieron los santos “enfermeros” San
Juan de Dios, San Camilo de Lelis que
tuvieron el mérito de conjugar el amor al
prójimo, con una gran profesionalidad. “El
bien no basta hacerlo, es necesario hacerlo
bien”
Como Bartolomé de las Casas, Fray Juan de
Zumárraga, Bernardino de Sahagún, Antonio
de Montesinos, Toribio de Benavente
Motolinía, Junípero Serra, Vasco de Quiroga,
etc.
Que lucharon abiertamente contra los
conquistadores dueños de encomiendas, para
defender en la teoría y en la práctica la
dignidad de la persona indígena y algunos
establecieron fundaciones que hasta la fecha
existen.
Apoyados por Paulo III
con la bula Subimis Deus
(2 junio 1537) también
conocida como Carta
Magna de los Indios, que
manifiesta su capacidad
y libertad frente a la fe y
al derecho de la
propiedad y que su
evangelización debe
seguir el método
pacífico de la
predicación y del buen
ejemplo, condena la
codicia de quienes los
maltratan y declara la
excomunión a quienes
les hacen esclavos.
En De Indiis (1539) declara que sobre todo,
está el respeto de los derechos naturales y
humanos de toda persona humana. Establece
principios que servirán de base para el
posterior desarrollo de los derechos humanos
y del derecho internacional.
El flujo de la riqueza de las colonias
americanas estuvo acompañado de muchas
formas de pobreza, de explotación, de
vejaciones y violencia.
Moviliza a las comunidades cristianas
parroquiales, para atender en forma
organizada a los pobres, valorando el
servicios que pueden ofrecer las mujeres, en
la atención a los enfermos y encarcelados,
funda las Hijas de la Caridad, que asociaba
mujeres sencillas quienes sin ser religiosas,
se comprometían a servir al prójimo en virtud
de su bautismo.
El periodo del
desarrollo industrial,
coincide con la
explosión del
proletariado urbano,
en las zonas más
complicadas, este
proceso tenía una
fuerte repercusión en
la vida de las familias.
Se vuelven frecuentes
los casos de niños y
jóvenes abandonados.
San Juan Bosco (1815-1888) abrió otro frente
de caridad, los Oratorios, para que los
jóvenes se pudieran reunir, con las escuelas
de arte y oficios, desarrollando el método
pedagógico de tipo preventivo, contra la
moda represiva de su tiempo que pretendía
controlar la violencia y la delincuencia.
Escuelas pías, Escolapios, Maristas.
En los últimos años del s. XIX, hasta la 1ra.
Guerra Mundial, se conoce una gran expansión
de movimientos migratorios, que provocaron
que muchas personas quedaran abandonadas a
su suerte y fueran frecuentemente explotadas
de tantas maneras.
Juan Bautista Scalabrini, junto con Santa
Francesca Cabrini, atendieron y hasta la fecha
lo hacen, a los migrantes, enviando religiosos a
seguir las mismas rutas de migración y atender
a las personas necesitadas, atendiendo su
tránsito, abriendo escuelas en los lugares
finales, cuidando a los enfermos y a los
encarcelados.
P. Pedro Velázquez “Dios es amor y el amor
no se ha esterilizado haciéndose hombre;
pero se esteriliza la caridad pretendiendo
amar a Dios, sin amar a los hombres”
Helder Camara, “cuando ayudo a los pobres
me dicen que soy un santo, cuando hablo de
sus derechos, me llaman comunista”