10.- Lectio Pastoralis
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Transcript 10.- Lectio Pastoralis
Una Misión para comunicar
la vida en Cristo
(DA 362)
Espíritu creador, misterioso artífice del Reino, guía la Iglesia con
la fuerza de tus santos dones para anunciar con valentía el
mensaje del Evangelio de Jesucristo y legar a las generaciones
venideras la luz de la Palabra que salva.
Espíritu de santidad, aliento divino que mueve el universo, ven y
renueva la faz de la tierra. Suscita en los cristianos el deseo de
la plena unidad, para ser verdaderamente en el mundo signo e
instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad del
género humano.
Espíritu de vida, por el cual el Verbo se hizo carne en el seno de
la Virgen, mujer del silencio y de la escucha, haznos dóciles a
las muestras de tu amor y siempre dispuestos a acoger los
signos de los tiempos que Tú pones en el curso de la Historia.
A Ti, Espíritu de amor, junto con el Padre omnipotente y el Hijo
unigénito, alabanza, honor y gloria por los siglos de los siglos.
Amén.
El Documento de Aparecida vuelve a lo fundamental cristiano,
con el fin de hacer de cada creyente un discípulo misionero de
Jesucristo, y de ese modo llevar hasta el corazón cultural de
nuestros pueblos la Vida en abundancia que nos ha traído.
A partir de la situación de nuestros pueblos (capítulos 1-2), su
objetivo es comunicar Vida nueva (capítulo 7) a las personas
(capítulo 8), a las familias (capítulo 9) y a los pueblos (capítulo
10), mediante el anuncio de la Buena Noticia (capítulo 3), la
vocación a la santidad (capítulo 4), la comunión (capítulo 5) y
la formación (capítulo 6).
Usa el método pastoral de: Ver con los ojos del Padre
(Primera parte: la vida de nuestros pueblos hoy); Juzgar
desde Cristo (segunda parte: la vida de Jesucristo en los
discípulos misioneros); y Actuar movidos por el Espíritu Santo
(tercera parte: la vida de Jesucristo para nuestros pueblos).
La tercera parte inicia con el capítulo 7: la misión de los
discípulos al servicio de la vida plena, con los siguientes
subtítulos: Vivir y comunicar la vida nueva en Cristo a
nuestros pueblos (Jesús al servicio de la vida; variadas
dimensiones de la vida en Cristo; al servicio de una vida plena
para todos; una misión para comunicar vida); Conversión
pastoral y renovación misionera de las comunidades; Nuestro
compromiso con la misión ad gentes.
El texto que reflexionamos es el tercer párrafo del cuarto
inciso del primer subtítulo: "Una misión para comunicar vida".
"Asumimos el compromiso de una gran misión en todo el
Continente, que nos exigirá profundizar y enriquecer todas las
razones y motivaciones que permitan convertir a cada creyente
en un discípulo misionero. Necesitamos desarrollar la
dimensión misionera de la vida en Cristo. La Iglesia necesita
una fuerte conmoción que le impida instalarse en la
comodidad, el estancamiento y en la tibieza, al margen del
sufrimiento de los pobres del Continente.
Necesitamos que cada comunidad cristiana se convierta en un
poderoso centro de irradiación de la vida en Cristo. Esperamos
un nuevo Pentecostés que nos libre de la fatiga, la desilusión,
la acomodación al ambiente; una venida del Espíritu que
renueve nuestra alegría y nuestra esperanza. Por eso, se
volverá imperioso asegurar cálidos espacios de oración
comunitaria que alimenten el fuego de un ardor incontenible y
hagan posible un atractivo testimonio de unidad 'para que el
mundo crea' (Jn 17,21)" (DA 362).
Asumimos
el compromiso de una gran
Misión.
La Misión Continental Permanente es la proyección de
Aparecida y la forma concreta de realizar la Nueva
Evangelización.
Se trata de salir, buscar a los lejanos, desinstalarse: "Será
un nuevo Pentecostés que nos impulse a ir, de manera
especial, en busca de los católicos alejados y de los que
poco o nada conocen a Jesucristo, para que formemos
con alegría la comunidad de amor de nuestro Padre
Dios. Misión que debe llegar a todos, ser permanente y
profunda" (Mensaje a los pueblos).
"Es un afán y anuncio misionero que tiene que pasar de persona
a persona, de casa en casa, de comunidad a comunidad... La
comunidad eclesial se destaca por las iniciativas pastorales, al
enviar, sobre todo entre las casas de las periferias urbanas y
del interior, sus misioneros, laicos o religiosos, buscando
dialogar con todos en espíritu de comprensión y de delicada
caridad. Esa misión evangelizadora abraza a todos y
especialmente a los pobres y los que sufren. Por eso no
puede separarse de la solidaridad con los necesitados y de su
promoción humana integral" (DA 550).
"Fomente la pastoral de la acogida a los que llegan a la ciudad y
a los que ya viven en ella, pasando de un pasivo esperar a un
activo buscar y llegar a los que están lejos con nuevas
estrategias tales como visitas a las casas, el uso de los
nuevos medios de comunicación social, y la constante
cercanía a lo que constituye para cada persona su
cotidianidad" (DA 517 i).
PASAR DEL CULTUALISMO A LA
BÚSQUEDA DE LAS OVEJAS, A
LA PESCA, LO CUAL IMPLICA
UN CAMBIO EN LA FORMA DE
CONCEBIR EL SACERDOCIO,
EL LAICADO, LA PARROQUIA Y
LA IGLESIA: Iglesia
sacramentalista VS Iglesia
Misionera.
Convertir a cada creyente en un discípulo
misionero.
"Los cristianos necesitamos recomenzar desde Cristo, desde la
contemplación de quien nos ha revelado en su misterio la plenitud
del cumplimiento de la vocación humana y de su sentido.
Necesitamos hacernos discípulos dóciles, para aprender de Él, en
su seguimiento, la dignidad y plenitud de la vida. Y necesitamos, al
mismo tiempo, que nos consuma el celo misionero para llevar al
corazón de la cultura de nuestro tiempo, aquel sentido unitario y
completo de la vida humana que ni la ciencia, ni la política, ni la
economía, ni los medios de comunicación podrán proporcionarle"
(DA 41).
Todos, desde el Papa hasta el último cristiano, estamos llamados a ser
discípulos misioneros de Jesucristo, sólo cambia el aspecto o
dimensión: los obispos, discípulos misioneros de Jesús Sumo
Sacerdote; los presbíteros, discípulos misioneros de Jesús Buen
Pastor; los diáconos permanentes, discípulos misioneros de Jesús
Servidor; los fieles laicos y laicas, discípulos y misioneros de Jesús
Luz del mundo; los consagrados y consagradas, discípulos
misioneros de Jesús Testigo del Padre.
"La alegría del discípulo no es un sentimiento de bienestar
egoísta sino una certeza que brota de la fe, que serena
el corazón y capacita para anunciar la buena noticia del
amor de Dios. Conocer a Jesús es el mejor regalo que
puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado
nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y
darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro
gozo" (DA 29).
"El discípulo experimenta que la vinculación íntima con
Jesús en el grupo de los suyos es participación de la
Vida salida de las entrañas del Padre, es formarse para
asumir su mismo estilo de vida y sus mismas
motivaciones (cf Lc 6,40b), correr su misma suerte y
hacerse cargo de su misión de hacer nuevas todas las
cosas" (DA 131).
SER BAUTIZADO, CATÓLICO,
IMPLICA TENER CONCIENCIA
DE SER DISCÍPULO
MISIONERO DE JESUCRISTO,
NI EL SACERDOCIO
MINISTERIAL NI EL BAUTISMAL
EXCLUYEN DE ESTA
NECESIDAD Y OBLIGACIÓN
Desarrollar la dimensión misionera de la vida en
Cristo.
"Todo discípulo es misionero, pues Jesús lo hace partícipe de su
misión al mismo tiempo que lo vincula a Él como amigo y hermano.
De esta manera, como Él es testigo del misterio del Padre, así los
discípulos son testigos de la muerte y resurrección del Señor hasta
que Él vuelva. Cumplir este encargo no es una tarea opcional, sino
parte integrante de la identidad cristiana, porque es la extensión
testimonial de la vocación misma" (DA 144).
'''La Iglesia peregrinante es misionera por naturaleza, porque toma su
origen de la misión del Hijo y del Espíritu Santo, según el designio
del Padre' (AG 2). Por eso el impulso misionero es fruto necesario
de la vida que la Trinidad comunica a los discípulos" (DA 347).
"La propuesta de Jesucristo a nuestros pueblos, el contenido
fundamental de esta misión, es la oferta de una vida plena para
todos. Por eso la doctrina, las normas, las orientaciones éticas, y
toda la actividad misionera de la Iglesia, deben dejar transparentar
esta atractiva oferta de una vida más digna, en Cristo para cada
hombre y para cada mujer de América latina y del Caribe" (DA 361).
LA MISIÓN DE CRISTO EN LA
IGLESIA NO ES ALGO A
ELEGIR O A ENCOMENDAR A
ALGUIEN O A UN GRUPO, ES
UNA PARTE DE LA ESENCIA
DEL BAUTIZADO
Fuerte conmoción que impida instalarse en la
comodidad.
No se trata de seguir haciendo las cosas de modo ordinario, sin que se
note que algo nuevo está sucediendo, sino de lograr una
movilización que origine procesos.
"No resistiría a los embates del tiempo una fe católica reducida a
bagaje, a elenco de algunas normas y prohibiciones, a prácticas de
devoción fragmentadas, a adhesiones selectivas y parciales de las
verdades de la fe, a una participación ocasional en algunos
sacramentos, a la repetición de principios doctrinales, a moralismos
blandos o crispados que no convierten la vida de los bautizados.
Nuestra mayor amenaza es el gris pragmatismo de la vida cotidiana
de la Iglesia en el cual aparentemente todo procede con normalidad,
pero en realidad la fe se va desgastando y degenerando en
mezquindad (Ratzinger, Conferencia en Guadalajara, 1996). A todos
nos toca recomenzar desde Cristo (NMI 28- 29), reconociendo que
no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran
idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona,
que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación
decisiva (DCE 1)" (DA 12).
TODOS ESTAMOS LLAMADOS A
ESTAR EN PERMANENTE
CAMBIO BAJO LA ACCIÓN DEL
ESPÍRITU SANTO, YA QUE UNA
DE LAS TENTACIONES MÁS
COMUNES EN SACERDOTES,
EN GRUPOS APOSTÓLICOS Y
MOVIMIENTOS, EN
COMUNIDADES Y EN LAICOS
EN GENERAL ES EL
“COMODISMO”, HACER LO
FÁCIL, LO MENOS
DESGASTANTE
Cada
comunidad cristiana se convierta en un
poderoso centro de irradiación de la vida en Cristo.
"La vocación al discipulado misionero es con-vocación a la
comunión en su Iglesia. No hay discipulado sin comunión.
Ante la tentación, muy presente en la cultura actual de ser
cristianos sin Iglesia y las nuevas búsquedas espirituales
individualistas, afirmamos que la fe en Jesucristo nos llegó a
través de la comunidad eclesial y ella 'nos da una familia, la
familia universal de Dios en la Iglesia Católica. La fe nos libera
del aislamiento del yo, porque nos lleva a la comunión (DI 3).
Esto significa que una dimensión constitutiva del
acontecimiento cristiano es la pertenencia a una comunidad
concreta en la que podamos vivir una experiencia permanente
de discipulado y de comunión con los sucesores de los
Apóstoles y con el Papa" (DA 156).
"Ninguna comunidad debe excusarse de entrar decididamente,
con todas sus fuerzas, en los procesos constantes de
renovación misionera, y de abandonar las estructuras
caducas que ya no favorecen la transmisión de la fe" (DA
365).
"Cada Diócesis necesita robustecer su conciencia misionera,
saliendo al encuentro de quienes aún no creen en Cristo en el
ámbito de su propio territorio y responder adecuadamente a
los grandes problemas de la sociedad en la cual está inserta.
Pero también, con espíritu materno. está llamada a salir en
búsqueda de todos los bautizados que no participan en la vida
de las comunidades cristianas" (DA 168).
"La renovación de las parroquias al inicio del tercer milenio exige
reformular sus estructuras, para que sea una red de
comunidades y grupos, capaces de articularse logrando que
sus miembros se sientan y sean realmente discípulos y
misioneros de Jesucristo en comunión" (DA 172).
"Teniendo en cuenta las dimensiones de nuestras parroquias es
aconsejable la sectorización en unidades territoriales más
pequeñas, con equipos propios de animación y coordinación
que permitan una mayor proximidad a las personas y grupos
que viven en el territorio" (DA 372).
"Si se quieren pequeñas comunidades vivas y dinámicas,
es necesario suscitar en ellas una espiritualidad sólida,
basada en la Palabra de Dios, que las mantenga en
plena comunión de vida e ideales con la Iglesia local y,
en particular, con la comunidad parroquial. Así la
parroquia, por otra parte, como desde hace años nos lo
hemos propuesto en América Latina, llegará a ser
'comunidad de comunidades' (SD 58)" (DA 309).
"Si queremos que las Parroquias sean centros de
irradiación misionera en sus propios territorios, deben ser
también lugares de formación permanente. Esto requiere
que se organicen en ellas variadas instancias formativas
que aseguren el acompañamiento y la maduración de
todos los agentes pastorales y de los laicos insertos en
el mundo" (DA 306).
ES NECESARIO
DESCENTRALIZAR LO QUE DE
ORDINARIO HACEMOS EN
NUESTROS TEMPLOS, LO CUAL
NO ES DEJAR VACÍOS O SOLOS
LOS TEMPLOS, SINO LEVAR LA
BUENA NUEVA A TODOS LOS
RINCONES DE NUESTROS
TERRITORIOS PARROQUIALES,
RESCATAR LOS ESPACIOS QUE
HOY DÍA LA VIOLENCIA, LA
INSEGURIDAD, LAS SECTAS Y
OTRAS COSAS NOS HAN
GANADO…
Nuevo Pentecostés.
"¡No podemos desaprovechar esta hora de gracia!
¡Necesitamos un nuevo Pentecostés! ¡Necesitamos salir al
encuentro de las personas, las familias, las comunidades y
los pueblos, para comunicarles y compartir el don del
encuentro con Cristo, que ha llenado nuestras vidas de
sentido, de verdad y amor, de alegría y de esperanza. No
podemos quedamos tranquilos en nuestros templos, sino
urge acudir en todas las direcciones para proclamar que el
mal y la muerte no tienen la última palabra, que el amor es
más fuerte, que hemos sido liberados y salvados por la
victoria pascual del Señor de la historia, que Él nos
convoca en la Iglesia, y que quiere multiplicar el número
de sus discípulos y misioneros: en las grandes ciudades y
campos, en las montañas y selvas, en todos los ambientes
de la convivencia social, en los más diversos areópagos
de la vida pública, en las situaciones extremas de la
existencia, asumiendo nuestra solicitud por la misión
universal de la Iglesia" (DA 548).
LA MISIÓN, ES OBRA DE DIOS,
NO ES UN PLAN DE UN
GRUPO, NO ES UNA ACCIÓN
EXCLUSIVA DEL SACERDOTE,
DEL OBISPO, DEL GRUPO DE
MISIONES…NECESITAMOS
DEJARNOS IMPULSAR POR EL
ESPÍRITU SANTO, ASÍ COMO
FUE CONDUCIDO
JESUCRISTO NUESTRO
SEÑOR…
Espacios de oración comunitaria.
"La oración personal y comunitaria es el lugar donde el
discípulo, alimentado por la Palabra y la Eucaristía, cultiva
una relación de profunda amistad con Jesucristo y procura
asumir la voluntad del Padre. La oración diaria es un signo
del primado de la gracia en el itinerario del discípulo
misionero. Por eso "es necesario aprender a orar, volviendo
siempre de nuevo a aprender este arte de los labios del
Maestro' (NMI 33)" (DA 255).
"La Eucaristía, en la cual se fortalece la comunidad de los
discípulos, es para la Parroquia una escuela de vida
cristiana. En ella, juntamente con la adoración eucarística y
con la práctica del sacramento de la reconciliación para
acercarse dignamente a comulgar, se preparan sus
miembros en orden a dar frutos permanentes de caridad,
reconciliación y justicia para la vida del mundo" (DA 175).
MÁS ALLÁ DE LA
RELIGIOSIDAD POPULAR,
NECESITAMOS CREAR O
POTENCIAR LOS ESPACIOS
PERSONALES Y
COMUNITARIOS DE ORACIÓN
PARA EL CULTIVO DE ESA
AMISTAD CON EL “MAESTRO”
PARA PODER ACEPTAR LA
VOLUNTAD DEL PADRE…
Aplicamos el texto:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
¿Hemos asumido el compromiso de la gran Misión, es decir, de
salir, de buscar a los más lejanos, de desinstalarnos, o
seguimos anclados a una “pastoral de conservación”?
Nosotros, los aquí presentes, ¿tenemos plena conciencia de ser
misioneros de Jesucristo? ¿Asumimos el reto de convertir a
cada creyente en un discípulo misionero de Jesucristo?
¿Cómo podríamos desarrollar la dimensión misionera de la vida
en Cristo?
¿Cuáles son esos “grises pragmatismos” presentes en nuestras
comunidades que desgastan y degeneran la fe?
¿Qué podemos hacer para que nuestras comunidades
cristianas se conviertan en poderosos centros de irradiación de
la vida en Cristo?
¿Dejamos que el Espíritu Santo nos mueva, nos saque de
nuestros templos para ir al encuentro de las personas, de las
familias, de las comunidades y pueblos?
¿Cómo promovemos los espacios de oración personal y
comunitaria para cultivar la amistad del discípulo misionero con
Jesucristo?
Señor Jesús, que nos comunicas nuevas energías de vida:
Ayúdanos a asumir de verdad el compromiso de la Misión
Continental en nuestras comunidades diocesanas y
parroquiales, en nuestras Comisiones, consejos y
programas.
Que nos animemos a buscar y crear espacios para profundizar
y enriquecer todas las razones y motivaciones que nos
empujan a una Nueva Evangelización, para lograr convertir
a cada creyente en un entusiasta discípulo misionero tuyo.
Ayúdanos a desarrollar la dimensión misionera de nuestra
vida en ti, para dar un nuevo rostro al comportamiento moral
de cada cristiano y a las actitudes de cada comunidad
cristiana.
Si la Iglesia sufre los ataques sistemáticos desde distintos
frentes, permítenos contrarrestarlos con una fuerte
conmoción que continuamente nos impida instalarnos en la
comodidad, estancarnos en nuestros métodos y logros o
conformarnos en la mediocridad.
No permitas que hagamos proyectos pastorales al margen del
sufrimiento de los pobres del Continente, en los cuales tú
quieres ser atendido prioritariamente como signo distintivo
de nuestra identidad cristiana personal y comunitaria.
Danos el discernimiento necesario para hallar los caminos
adecuados que nos permitan que cada comunidad cristiana
se convierta en un poderoso centro de irradiación de la Vida
que nos has conquistado con tu Pascua y nos comunicas en
los sacramentos de tu Iglesia.
Realiza en nuestros días un nuevo Pentecostés, que nos libre
de la fatiga, la desilusión, la acomodación al ambiente; y que
esa nueva efusión de tu Espíritu renueve nuestra alegría de
creer y nuestra esperanza en la construcción de tu Reino en
medio del mundo.
Por último, concédenos generar y conservar cálidos
espacios de oración comunitaria que alimenten el fuego
de un ardor incontenible y hagan posible un atractivo
testimonio de unidad que tú rogaste en la Cena y
continúas implorando a la derecha del Padre: "Que todos
sean uno, para que el mundo crea" (Jn 17,21).
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.