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El misterio de la Asunción
de la Santísima Virgen
María al Cielo nos invita a
hacer una pausa en la
agitada vida que llevamos
para reflexionar sobre el
sentido de nuestra vida
aquí en la tierra, sobre
nuestro fin último.
Para celebrar la Asunción de la Virgen
Parroquia santa Marta 2012
Este Dogma fue proclamado por el Papa Pío XII,
el 1º de noviembre de 1950,
en la Constitución Munificentisimus Deus:
CONCILIO VATICANO II
Constitución acerca de la Iglesia
Lumen Gentium 59:
"Finalmente, la Virgen Inmaculada,
"El dogma de la Asunción
afirma que el cuerpo de
María fue glorificado
después de su muerte.
En efecto, mientras para los
demás hombres la
resurrección de los cuerpos
tendrá lugar al fin del mundo,
para María la glorificación de
su cuerpo se anticipó por
singular privilegio”
(JP II, 2-julio-97).
"Contemplando el misterio de la
Asunción de la Virgen, es posible
comprender el plan de la
Providencia Divina con respecto
a la humanidad: después de
Cristo, Verbo encarnado, María
es la primera criatura humana
que realiza el ideal escatológico,
anticipando la plenitud de la
felicidad, prometida a los
elegidos mediante la
resurrección de los cuerpos”
(JP II , Audiencia General del 9-julio-97).
"María Santísima
nos muestra el destino final
de quienes `oyen la Palabra
de Dios y la cumplen' (Lc
11,28).
Nos estimula a elevar
nuestra mirada a las alturas,
donde se encuentra Cristo,
sentado a la derecha del
Padre, y donde está también
la humilde esclava de
Nazaret, ya en la gloria
celestial"
(JP II, 15-agosto-97)
Este es, por
tanto, el núcleo
de nuestra fe en
la Asunción:
creemos que
María, como
Cristo, su Hijo,
ya ha vencido la
muerte y triunfa
ya en la gloria
celestial en la
totalidad de su
ser, «en cuerpo
y alma»
(Benedicto XVI,
2010).
Meditación: Un misterio de la fe para la vida de la fe
Se nos abren dimensiones de su maternidad divina, que
deben regir nuestra piedad y auténtica devoción, lo que nos
indica un estilo mariano:
Como Madre discípula del Señor:
La Asunción nos señala el triunfo
de María, la oyente de la Palabra;
transformación puesta en marcha
por el dinamismo de la fe;
una fe activa y comprometida.
Como Madre compañera:
La Asunción nos muestra su
presencia victoriosa a los que
peregrinamos en el tiempo;
no es triunfalismo, sino
humilde certeza.
Como Madre educadora:
La Asunción nos anticipa en su
persona total (por privilegio de su ser
inmaculada) nuestro propio futuro, la
meta de nuestro bautismo.
La integración alma cuerpo, todas las
dimensiones de lo humano desde su
centro: la comunión con Dios.