Estamos en el año de la fe. Quiere decir que debemos comprender mejor nuestra fe y aprovechar más las gracias de este.

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Transcript Estamos en el año de la fe. Quiere decir que debemos comprender mejor nuestra fe y aprovechar más las gracias de este.

Estamos en el año de la fe. Quiere decir que
debemos comprender mejor nuestra fe y
aprovechar más las gracias de este año para
dar un gran salto en la fe.
¿Qué es la fe?
La carta a los
hebreos nos
dice: "la Fe es
la certeza de lo
que se espera y
la evidencia de
lo que no se
ve“. (Heb 11:1).
Podemos decir
que la fe es la
adhesión de
nuestra
inteligencia,
confianza y
obediencia a la
palabra de
alguien.
Aplicándolo a las cosas espirituales, es un don
divino que inspira la adhesión de nuestra
inteligencia, confianza y obediencia a la Palabra
de Dios.
Por eso nos interesa
conocer la palabra
de Dios, según está
en la Sagrada
Escritura. Y, como no
todo aparece claro a
primera vista,
debemos seguir las
enseñanzas y la
autoridad de la
Iglesia, que siga la
verdadera Tradición
desde los apóstoles.
“Tener fe” en
el evangelio
viene a ser
sobre todo
confianza.
Es lo que pedía Jesús cuando iba a hacer
algún milagro. Y Él nos decía cuántas
cosas podríamos hacer si tuviéramos un
poco de fe.
Si tuvieras fe como un
granito de mostaza
Automático
Si tuvieras fe
como un granito
de mostaza,
Muévanse,
muévanse,
muévanse.
Muévanse, muévanse, muévanse.
Y las montañas se moverán, se moverán,
se moverán.
Hacer CLICK
La fe indica, en
primer lugar,
una parte de
esfuerzo
humano, algo
que se
consigue, hasta
llegar a ser una
“convicción”.
Eso es lo que viene a significar una palabra
griega antigua expresando la fe. Pero no es
sólo convicción del entendimiento, sino
adhesión de toda la persona.
Toda la vida del cristiano debe ser manifestación
de su fe. No hay ningún aspecto que no pueda
ser iluminado por la fe. «El justo vive de la fe»
(Rm1, 17).
Esta fe debe
manifestarse en
las obras: “Sin
las obras, la fe
está
muerta”.
(cfr. St 2, 20-26)
VIVIR LA FE, es
ver todo lo que
nos pasa en la
vida como si
Dios nuestro
Señor nos
hubiera prestado
sus lentes y
viéramos como
Él.
Decimos que todo es del color del cristal con
que se mira. Si todo lo miramos con ojos de
tierra, de hombre, lo veremos gris, pero si lo
miramos con ojos de Dios, CON OJOS DE FE ,
¡Qué cambio tan grande!
Esta fe, que va
unida con la
esperanza y el
amor, no es algo
que podamos
conseguir con
nuestras propias
fuerzas, aunque
podemos
disponernos a ella,
siempre ayudados
por el Señor.
La fe es, sobre todo,
un don de Dios. Y un
don precioso, más
que todas las cosas
terrestres. Por eso
debemos estar muy
contentos con este
tesoro que nos da
Dios. Y debemos
siempre darle gracias
por la fe.
y estoy muy contento:
Automático
La fe es
lo mejor
que me
puedes
dar.
Por ella yo sé
que Tu me
has
creado,
que Tu
eres mi
Padre y
buscas mi
bien,
gracias, Señor, por la fe.
Gracias,
Señor,
por la fe.
Hacer CLICK
Fe es creer. Creer en Dios
significa para el hombre
adherirse a Dios mismo,
confiando plenamente en
Él y dando pleno
asentimiento a todas las
verdades por Él
reveladas, porque Dios es
la Verdad.
La fe es un acto personal en cuanto es
respuesta libre del hombre a Dios que se revela.
El cristiano tiene el grave deber de conocer todas
las verdades reveladas por Cristo y propuestas
por la Iglesia; ésta, desde el principio, procuró
expresar en conceptos el contenido de la fe y así
surgieron los ”Símbolos de la Fe”.
El Símbolo de los Apóstoles, que es el que
comentaremos aquí, se llama así porque es
considerado como el resumen fiel de la fe de los
apóstoles.
Es el antiguo
símbolo
bautismal de la
Iglesia de Roma.
La profesión de
fe comienza con
la afirmación
«Creo en Dios»
porque es la
verdad más
importante: la
fuente de todas
las demás
verdades sobre el
hombre y sobre
el mundo.
Dios es la plenitud del
Ser
y
de
toda
perfección, sin origen
y sin fin. Mientras que
todas las criaturas han
recibido de él todo su
ser y su poseer. Él
solo es su ser mismo
y es por sí mismo todo
lo que es.
Lo primero que debemos creer en Dios es
que ese Ser, lleno de todas las
perfecciones, existe.
Creer que
existe Dios
nos debe
dar plena
paz y
seguridad
en la vida.
Por ser la plenitud de todas las perfecciones y
cualidades posibles, Dios es UNO y sólo puede
ser uno. No puede haber otro que tenga todas
esas cualidades.
Dios se ha revelado al
pueblo de Israel como el
Único, cuando dice:
«escucha Israel, el Señor
nuestro Dios es el Único
Señor» (Dt 6, 4).
Profesar que Jesús y el Espíritu Santo son también
Dios y Señor no introduce división alguna en el
Dios Único. El misterio central de la fe y de la vida
cristiana es el misterio de la Santísima Trinidad.
Los cristianos son bautizados en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
La realidad de que
Dios sea Trinidad es
un misterio que
aceptamos porque
Jesucristo lo
enseñó. Nosotros
sabemos que somos
muy poca cosa con
respecto a Dios que
es infinito.
Sólo atisbamos la realidad de Dios
Trinidad, porque Dios es Amor.
No confesamos tres dioses sino un solo
Dios en tres personas.
Las personas divinas no se
reparten la única divinidad,
sino que cada una de ellas
es enteramente Dios: "El
Padre es lo mismo que es el
Hijo, el Hijo lo mismo que es
el Padre, el Padre y el Hijo
lo mismo que el Espíritu
Santo, es decir, un solo
Dios por naturaleza" (Cc. de
Toledo XI, año 675).
Las personas
divinas son
realmente
distintas
entre sí.
"Dios es único pero no solitario" (Fides Damasi). "Padre",
"Hijo", Espíritu Santo" no son simplemente nombres que
designan modalidades del ser divino, pues son realmente
distintos entre sí: "El que es el Hijo no es el Padre, y el
que es el Padre no es el Hijo, ni el Espíritu Santo el que es
el Padre o el Hijo“.
Jesucristo nos revela que
Dios es «Padre», no sólo
en cuanto es Creador del
universo y del hombre
sino, sobre todo, porque
engendra eternamente en
su seno al Hijo, que es su
Verbo, «resplandor de su
gloria e impronta de su
sustancia» (Hb 1, 3).
El evangelio nos habla de la ternura
con que Jesús le llama "Abba" (Papá).
Jesús nos enseñó
también que Dios es
Padre especial de
los seres humanos,
por su inmenso
amor, y que con la
gracia, que es su
fuerza y ayuda,
podemos llamar a
Dios como nuestro
Padre.
Todopoderoso
significa que lo
puede todo. Por
lo tanto esa es
una razón para
decir que sólo
hay un Dios,
porque no
puede haber
dos que lo
puedan todo.
Dios muestra
especialmente su
poder por medio de su
misericordia. "Te
compadeces de todos
porque lo puedes
todo" (Sb 11,23). Por
su misericordia
infinita, muestra su
poder en el más alto
grado perdonando
libremente los
pecados.
Hay un misterio en la aparente impotencia de Dios. La fe
en Dios Padre Todopoderoso puede ser puesta a prueba
por la experiencia del mal y del sufrimiento.
A veces Dios puede
parecer ausente e
incapaz de impedir el
mal. Pero Dios Padre
reveló su omnipotencia,
de una
manera misteriosa, en
el anonadamiento
voluntario y en la
Resurrección de su Hijo,
por los cuales el mal ha
sido vencido.
Dios es la Verdad misma,
sus palabras no pueden
engañar. "Es verdad el
principio de tu palabra, por
siempre, todos tus justos
juicios" (Sal 119,160). Por
eso las promesas de Dios
se realizan siempre.
Dios es fiel. Por ello el
hombre se puede entregar
con toda confianza a la
verdad y a la fidelidad de la
palabra de Dios en todas las
cosas.
Creer en Dios, el Unico,
y amarlo con todo el ser
tiene
consecuencias
inmensas para
toda
nuestra vida:
Es vivir en acción de
gracias: Si Dios es el
Unico, todo lo que
somos y todo lo que
poseemos viene de él:
"¿Qué tienes que no
hayas recibido?" (1 Co
4,7).
Dios es espíritu, por eso
no se le ve ni puede ser
destruido. Muchos no lo
notan; pero otros sí,
porque Dios está aquí,
con nosotros. Como
alguno dice: es como el
azúcar en el café. No se
ve, pero se nota
agradablemente.
Esa es nuestra fe. Por eso podemos ir
por el mundo cantando:
Automático
Pasaré por el mundo gritando
Cuando todo me
sonría, cuando
todo vaya mal,
Pasaré
por el
mundo
gritando:
qué
bueno es
creer.
En la lucha
de la vida y
en la paz de
la oración,
Pasaré
por el
mundo
gritando:
qué
bueno es
creer.
Que María,
quien mejor
vivió la fe, nos
ayude, con su
plegaria, a
mantenerla y
aumentarla.
AMÉN