Transcript Salmo 85
Ciclo A
16 Tiempo Ordinario
Canto bizantino en arameo:
“Contemplo tu habitación nupcial,
Salvador mío. Está toda adornada”
Sab 12:13,16-19 Porque fuera de ti no hay otro Dios
que cuide de todo, a quien tengas que demostrar
que tus juicios no son injustos.
Porque tu fuerza es principio de justicia, y tu
dominio sobre todo te hace indulgente con todos.
Despliegas tu fuerza cuando no se cree en tu
poder, y confundes la osadía de los que no lo
conocen.
Pero, como dominas tu fuerza, juzgas con
benignidad, y nos gobiernas con gran indulgencia,
porque puedes utilizar tu poder cuando quieras.
Al actuar así, enseñaste a tu pueblo que el justo
debe ser compasivo, y diste a tus hijos una dulce
esperanza, porque, después del pecado, das lugar
al arrepentimiento.
Alexandría (Egipto), 200 aC
Salmo
85
Tú eres, Señor, bueno e indulgente,
eres todo amor para cuantos te invocan.
Escucha mi plegaria, Señor, atiende mi súplica.
Tú, Señor, eres bueno y clemente.
Todas las naciones vendrán a postrarse ante
ti, y a dar gloria a tu nombre, Señor mío,
pues tú eres grande y haces maravillas;
tú eres el único Dios.
Tú, Señor, eres bueno y clemente.
Pero tú, Señor mío, Dios clemente
y compasivo, paciente, lleno de amor
y fiel, vuélvete, ten compasión de mí.
Tú, Señor, eres bueno y clemente
Rm 8:26-27
Asimismo el Espíritu viene en ayuda de
nuestra flaqueza, pues nosotros no
sabemos orar como es debido, y es el
mismo Espíritu el que intercede por
nosotros con gemidos inefables. Por su
parte, Dios, que examina los corazones,
conoce el sentir de ese Espíritu, que
intercede por los creyentes según su
voluntad.
Aleluya Mt 11:25
Bendito seas, Padre, Señor de cielo y tierra,
porque has revelado los misterios del Reino
a la gente sencilla.
( De l’evangeli segons sant Mateu )
Mt 13: 24-43
Jesús les propuso esta otra parábola:
-Con el reino de los cielos sucede lo que con un hombre que
sembró buena semilla en su campo. Mientras todos dormían, vino
su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo, y se fue. Y cuando
creció la hierba y se formó la espiga, apareció también la cizaña.
Entonces los siervos vinieron a decir al amo: «Señor, ¿no
sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo es posible que
tenga cizaña?». Él les respondió: «Lo ha hecho un enemigo». Le
dijeron: «¿Quieres que vayamos a arrancarla?». Él les dijo: «No,
no sea que, al arrancar la cizaña, arranquéis con ella el trigo.
Dejad que crezcan juntos ambos hasta el tiempo de la siega;
entonces diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla
en gavillas para quemarla, pero el trigo amontonadlo en mi
granero».
Les propuso otra parábola:
-Sucede con el reino de los cielos lo que con un grano de
mostaza que un hombre toma y siembra en su campo. Es la
más pequeña de todas las semillas, pero cuando crece es
mayor que las hortalizas y se hace como un árbol, hasta el
punto de que las aves del cielo pueden anidar en sus ramas.
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La Sinagoga de Cafarnaún
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Les dijo otra parábola:
-Sucede con el reino de los cielos lo que con la levadura que una
mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo
fermenta.
Jesús expuso todas estas cosas por medio de parábolas a la
gente, y nada les decía sin utilizar parábolas, para que se
cumpliera lo anunciado por el profeta:
Hablaré por medio de parábolas,publicaré lo que estaba oculto
desde la creación del mundo.
Entonces dejó a la gente y se fue a la casa. Sus discípulos se le
acercaron y le dijeron:
-Explícanos la parábola de la cizaña del campo.
Jesús les dijo:
-El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo
es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino; y la cizaña,
los hijos del maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la
siega es el fin del mundo; y los segadores, los ángeles. Así como
se recoge la cizaña y se hace una hoguera con ella, así también
sucederá en el fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus
ángeles, que recogerán de su reino a todos los que fueron causa
de tropiezo y a los malvados, y los echarán al horno de fuego. Allí
llorarán y les rechinarán los dientes. Entonces los justos brillarán
como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.