Igualdad Desigualdad
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Transcript Igualdad Desigualdad
Igualdad
Desigualdad
El tema de la igualdad está planteado por
la propia naturaleza humana
Somos distintos, tenemos capacidades distintas, hacemos
opciones distintas y obtenemos resultados distintos de
nuestras acciones en el mundo, también en lo que hace
a la acumulación de bienes materiales (desigualdad en
las condiciones de vida materiales y sociales).
Ya Rousseau había reflexionado sobre el hecho de que la
evolución de la desigualdad es natural. Lo que no es
natural es la igualdad.
Por eso la igualdad se pone como un valor por el cual
determinados sectores de la sociedad pugnan en la
lucha política.
Diferencia y desigualdad
Llamaremos diferencias a la diversidad de
nuestras identidades personales.
Desigualdades, en cambio, a las
diversidades de nuestras condiciones
materiales.
El principio de igualdad
procura
Tutelar y valorizar las diferencias
Remover o reducir las desigualdades
(Ferrajoli)
Convivencia pacífica
Es necesario establecer, en pro de la
convivencia pacífica y de la legitimación
democrática del sistema político, el principio
de la igualdad de nuestras diferencias:
“la convención que todos somos iguales –o sea
tenemos igual valor y dignidad- más allá de
las, y precisamente a causa de nuestras
diferencias, esto es de nuestras diferentes
identidades personales”
Porque somos desiguales -en cuanto a
condiciones económicas y oportunidades
sociales- se conviene, de nuevo a los fines
de la convivencia pacífica y de la
legitimación democrática, el principio de
la igualdad en los mínimos vitales: esto es
la prescripción que sean removidos o
cuanto menos reducidos los obstáculos de
orden económico y social.
Derechos fundamentales
Los derechos individuales de libertad y
autonomía (de consciencia, religiosa, de
imprenta, asociación, reunión = derechos
civiles y políticos) conllevan expectativas
negativas de no lesión o discriminación.
Los derechos sociales (a la salud, educación,
subsistencia, seguridad) conllevan
expectativas positivas de prestaciones.
Nexos entre
Igualdad y dignidad de las personas: el
igual valor asociado a las diferencias no es
otra cosa que la igual dignidad de las
personas.
Reducción de desigualdades y dignidad:
remoción de obstáculos para el pleno
desarrollo de la persona humana.
Universalismo de los derechos de libertad
Igualdad y diferencias no se oponen ni
contradicen.
Igualdad y desigualdades sí se oponen y
contradicen.
El principio
de igualdad es una norma (un valor) moderna
Actúa, entonces contra la realidad, en la cual las
diferencias de identidad son, de hecho,
discriminadas y, también de hecho, se desarrollan
desigualdades materiales y sociales.
El derecho premoderno reconocía, en cambio, las
diferencias personales -de clase, de riqueza, de
trabajo, de religión, de sexo y similaresestableciendo diferenciaciones jurídicas de status.
Reflejaba plenamente la realidad, consagrando como
desigualdades de derecho las diferencias
personales de hecho.
Garantías apropiadas
De ahí que deba ser actuada y garantizada
por vía de la tutela de los derechos de
inmunidad y de libertad (derechos a la
propia identidad y a las diferencias) y de
los derechos sociales (que estipulan
niveles mínimos de igualdad material)
Discriminaciones
Son violaciones al igual valor de las
diferencias.
Dos tipos de discriminaciones: jurídicas
(cuando se excluyen ciertos sujetos de la
titularidad de algunos derechos) y de
hecho (p. ej.: inmigrantes, raciales, de
género, edad, etc.)
Ciudadanos y no ciudadanos
Ciertos derechos son atribuidos a todos en
cuanto personas, otros son atribuidos solo a
los ciudadanos.
En tales casos somos iguales como ciudadanos,
en la medida que seamos igualmente
titulares de los derechos de ciudadanía; pero
seremos desiguales como personas, no
siendo los no ciudadanos titulares de los
mismos derechos que los ciudadanos
En los orígenes del Estado moderno la ciudadanía tuvo
un rol de inclusión, hoy tiene un rol de exclusión
Contra las convenciones internacionales sobre
derechos humanos (que atribuyen los
derechos fundamentales a todos en cuanto
personas), y a muchas constituciones
estatales (que atribuyen a todos los mismos
derechos civiles y sociales), el goce de
muchos derechos está condicionado, por las
actuales políticas y legislaciones contra las
inmigraciones, desde el presupuesto de la
ciudadanía.
La ciudadanía ha entrado en contradicción
con la igualdad jurídica
Se ha transformado en el último privilegio
de status ligado a un accidente de
nacimiento, en el último factor de exclusión
y discriminación más que, como fue en el
origen del Estado moderno, de inclusión y
parificación, en el último residuo
premoderno de las diferenciaciones
personales, en la última contradicción
irresuelta con la afirmada universalidad e
igualdad de los derechos fundamentales.
Ciudadanías diferenciadas
Ciudadanías privilegiadas, como aquellas
de los países occidentales, y ciudadanías
sin ningún valor, como aquellas de los
países pobres.
O de semi-ciudadanos, como los extranjeros
dotados de permiso de estadía, y nociudadanos, clandestinos y a menudo
criminalizados.
Europa, después de haber durante siglos
invadido el mundo con las propias
conquistas y colonizaciones, se cierra hoy
como una fortaleza asediada, negando a
los extra-occidentales aquel mismo ius
migrandi que en el origen de la
modernidad se había teorizado como
fuente de legitimación de las propias
conquistas, invasiones y colonizaciones.
Índice
El índice de Gini mide hasta qué punto la
distribución del ingreso (o, en algunos casos,
el gasto de consumo) entre individuos u
hogares dentro de una economía se aleja de
una distribución perfectamente equitativa.
Un índice de Gini de 0 representa una equidad
perfecta, mientras que un índice de 100
representa una inequidad perfecta (el hogar
más rico se lleva todo y el resto nada).
Datos del Banco Mundial y otros
2007
2008
2009
2010
Argentina
47,4
46,3
46,1
44,5
Brasil
55,9
55,1
54,7
Dinamarca
Paraguay
25
53,3
Suecia
Uruguay
47,6
52,1
51,0
52,4
26
32
32,5
46,3
46,3
45,3
2011
Datos de la Organización para la Cooperación y
el Desarrollo Económicos (OCDE)
34 Estados miembros
Hay una variación considerable en la
desigualdad de ingresos.
La desigualdad medida por el Coeficiente de
Gini es baja en Dinamarca y Suecia y alta en
México y Turquía.
Está por encima de la media en Polonia,
Portugal y Estados Unidos, y por debajo en
los otros países nórdicos.
El coeficiente de Gini del país más desigual
(México) dobla el valor del más igual
(Dinamarca).
Desde mediados de 1980 hasta mediados de
la década del 2000, la desigualdad
aumentó en 19 de los países. El aumento
fue más fuerte en Finlandia, Nueva
Zelanda y Portugal. Las caídas se
produjeron en Francia, Grecia y Turquía.
La desigualdad es positiva
Las diferencias son el motor del crecimiento:
• “La desigualdad, resentida por tanta gente, no sólo ha sido la
condición subyacente para producir los ingresos
relativamente altos que la mayoría de las personas en
Occidente disfruta actualmente, así como el orden espontáneo
del mercado, que la genera, es el que permite el uso eficiente
de los recursos y una mayor producción. La productividad es
alta en nuestra civilización porque los ingresos están
distribuidos muy desigualmente y, por ello, el uso de recursos
escasos es dirigido y limitado hacia lo que produce un mayor
retorno. Gracias a esta distribución desigual, los pobres
reciben en una economía de mercado competitivo más de lo
que obtendrían en un sistema centralmente dirigido”.
(Friedrich Hayek)
La escala de las diferencias en la renta tiene un efecto poderoso en
nuestra manera de relacionarnos
De ello habría abundantes pruebas empíricas y estadísticas:
Las personas más ricas tienden, en media, a ser más saludables
y más felices que las personas más pobres de su misma
sociedad.
Si comparamos unos países ricos con otros, el hecho de que los
habitantes de una sociedad sean, de media, el doble de ricos
que los de otra no supone diferencia alguna en los parámetros
de salubridad y felicidad.
Tal vez los niveles estándares no importan y lo significativo sea
el lugar que ocupamos en relación con los demás, es decir,
dónde encajamos en la jerarquía social.
Las sociedades más igualitarias tienen menos problemas sociales
y de salud.
El contraste entre el éxito material y el fracaso social
en muchos países ricos es una señal de alarma
Para lograr mejoras en la calidad real de vida, tenemos
que alejarnos de los estándares materiales y de
crecimiento económico actuales y concentrar nuestra
atención en mejorar el bienestar psicológico y social
del conjunto.
El aumento del bienestar y la felicidad, en los países
ricos, ya no son consecuencias visibles del crecimiento
económico, mientras que aumentan a largo plazo los
niveles de ansiedad, depresión y muchos otros
problemas de índole social.
En cambio, en los países más pobres el desarrollo
económico continúa siendo muy importante para el
bienestar de los individuos.
En el largo camino del crecimiento económico
los países alcanzan un nivel de prosperidad
que no se compadece con un aumento
equivalente en el grado de satisfacción, y el
aumento de la renta se traduce cada vez
menos en mejor salud, felicidad o bienestar.
Un buen número de países desarrollados ha
experimentado un aumento continuo de su
renta media durante los últimos ciento
cincuenta años, pero la riqueza adicional no
les resulta ya tan beneficiosa como antes.
Confluencia
Empíricamente puede constatarse que hay
múltiples modalidades de desigualdades
(exclusiones e inclusiones inequitativas), pero
tienden a ser congruentes (confluyen): las
personas que son pobres en ingresos y
riqueza suelen ser analfabetas o menos
instruidas, tener malas condiciones de trabajo
y vivienda, peor salud y más corta vida,
carecer de influencia, recibir peor trato, etc.
(Amartya Sen)
Los problemas sociales y de salud en el conjunto social se
relaciona más con la desigualdad que con el nivel medio de
vida.
La desigualdad también es un asunto importante en los países en
desarrollo, pero por razones distintas que en los países más
desarrollados. Lo que importa ahora en los países ricos es el
valor simbólico de la riqueza y de las posesiones materiales.
Altos niveles de desigualdad ocasionan perjuicios (p. ej.
debilitan la vida comunitaria, reducen la confianza e
incrementan la violencia) y deben atenderse estructural e
individualmente.
Si reducimos los índices de desigualdad, aumentarán el
bienestar y la calidad de vida de todos nosotros.
Desigualdad
Democracia
Altos niveles de desigualdad económica y material
(millones de personas que se encuentran sumidas en
la miseria tienen pocas posibilidades de acceder a la
participación)
Concentración y accionar de los medios de
comunicación, que llevan adelante un proceso de deseducación (en vez de educar, están involucrados con
la competencia comercial, la venta masiva, lo que
convierte a los espectadores en un público de masas).
Un público de masas es un público regresivo y nunca un
público progresivo: cuanto más la sociedad se torne
una sociedad de masas, menos progreso democrático
tendremos.
Déficits
(presuponiendo como ideal una democracia nacional, de mercado,
de corte occidental y liberal)
Las democracias latinoamericanas muestran
debilidad de la justicia, falta de división de
poderes, precario (auto)control estatal,
ausencia de responsabilidad de gestión,
enclaves autoritarios, debilidad de las
administraciones, los partidos y las
corporaciones.
De ahí le frecuencia de democracias iliberales,
electorales o delegativas, con baja
participación.
Ciudadanía de baja intensidad
Los ciudadanos son portadores de derechos y
obligaciones, derivados de un sistema político que
les garantiza un cierto grado de autonomía y los
hace responsables de sus actos.
La pobreza extendida, las disparidades extremas de
ingresos y otras formas de discriminación
propician en América Latina relaciones sociales
autoritarias.
La restricción de los derechos le permite a las elites
ejercer una dominación que excluye a algunos
sectores de la población de la participación
política.
Democracia y mercado no necesariamente tienen
efectos sinérgicos: pueden, de hecho, volverse contradictorios
Varias décadas de democracia no lograron reducir
las desigualdades sociales extremas.
Al contrario de lo que prometía la teoría de la
transición, en muchos países latinoamericanos la
desigualdad social aumentó con la
democratización.
Hoy América Latina continua siendo el continente
más desigual del mundo, por las disparidades
dramáticas no solo en los ingresos, sino también
en el acceso a bienes elementales como educación,
salud, energía y telecomunicaciones (Cepal 2007).
Una incesante cuestión social
La cuestión social sigue estando en el centro
de la agenda política de una región que se
ubica en posiciones ejemplares en los
índices que miden el nivel de democracia,
lo que erosiona su legitimidad: crisis de
representación, “que se vayan todos”,
populismos, ¿nuevos autoritarismos?
Principio de libertad y capacidades
Amartya Sen (2003) atribuye la función de
garantizar la concreción efectiva del principio
de libertad individual a la capacidad de
acceder a los recursos económicos, las
oportunidades y las competencias sociales.
La democracia lo propiciaría, pero la existencia
de derechos formales de acceso no alcanza
para garantizar que esta se haga efectiva, lo
cual implica reconsiderar la relación entre
desigualdad social, participación política y
recursos económicos básicos.
Es necesario repensar la relación entre
democracia e igualdad social
La limitación o ausencia de capacidad de
decisión económica, oportunidades y
competencias puede considerarse como una
falta de libertad.
Estas dimensiones socioeconómicas deberían
incluirse entre las variables de análisis.
Se trata de la ampliación del concepto liberal de
democracia mediante la inclusión de factores
socioeconómicos: los derechos políticos
formales deben acompañarse con
oportunidades reales de inclusión social.
El individualismo de la teoría liberal carece de una concepción
acerca del poder de los grupos y las estructuras sociales para
definir los hábitos, competencias, acciones y preferencias de
los actores.
Ignora totalmente un hallazgo sociológico básico: las acciones
individuales, al igual que el desarrollo de los talentos, las
competencias y hasta los estilos de vida, aunque no son
definidos exclusivamente por el contexto social, sí se
encuentran fuertemente condicionados por él.
Por lo tanto, la reducción efectiva de la desigualdad debería
producirse no meramente a través de posibilidades
individuales o de la democratización en el acceso, sino
mediante la promoción económica y el empoderamiento de
las comunidades más pobres y los sectores subalternos.
Participación democrática y redistribución
de recursos
Reclamar derechos ciudadanos y luchar por
una mayor participación requiere contar con
ciertos recursos.
Los individuos menos favorecidos cuentan con
menos recursos o carecen de ellos, por lo que
se les plantea una exigencia desmesurada.
La ciudadanía participativa solo está al alcance
de aquellos ciudadanos que están en
condiciones de reclamar sus derechos.
Asimetrías destructoras
Para garantizar un proceso democrático y dialogal es
necesario no solo que todos los sectores
interesados en participar estén en igualdad de
condiciones político-jurídicas, sino también que
dispongan de los mismos recursos.
Resulta indispensable la promoción material e
intelectual de las comunidades y los sectores
subalternos, los grupos sociales más
desfavorecidos, con menor capacidad para
defender sus intereses. Solo así se podrá ayudar a
neutralizar los efectos de las asimetrías de poder
existentes.
Democracia social
La igualdad entre los hombres no es un hecho sino
un objetivo y un mandato del Estado
democráticamente legitimado.
Debe reconocerse que el orden social que
fundamenta esta democracia no es capaz de lograr
por sí solo los niveles de justicia necesarios y
debería, por lo tanto, ser modificado.
Se trata de crear una democracia social, no
puramente correctiva del sistema existente, sino
con un importante potencial para realizar
reformas.
Edad de los derechos = edad de su más masiva
violación
La humanidad es hoy, en su conjunto, incomparablemente
más rica que en el pasado. Pero es también, si se mira a
su conjunto, muy pobre.
Los hombres, en el plano jurídico, gracias a las
innumerables cartas, constituciones y declaraciones de
derechos, son incomparablemente más iguales en
abstracto que en cualquier otra época. Pero son también,
de hecho, incomparablemente más desiguales en
concreto.
Historicidad semántica y pragmática
del principio de igualdad
Entendida como hecho la igualdad es siempre
falsa.
En sentido prescriptivo, como norma o valor, es en
cambio un ideal-límite, nunca perfectamente
sino solo imperfectamente realizable.
La desigualdad (incluso internacional) puede
minar las bases de nuestras democracias.
La igualdad en los derechos genera el respeto de los
otros como iguales, así como la desigualdad en
derechos genera la imagen del otro como inferior
antropológicamente en cuanto inferior jurídicamente.
El sentido de la igualdad ha sido cambiado y extendido
por las luchas de los excluidos o desigualmente
incluidos.
La percepción de la desigualdad es siempre un hecho
social, ligado a la práctica subjetiva y colectiva de los
sujetos.
Capacidades y realizaciones
Vivir en una sociedad que da iguales
derechos civiles, políticos y de acceso a
recursos sociales -seguro de desempleo,
educación, atención sanitaria, servicios
sociales, etc.- hace que las personas tengan
a su disposición un conjunto mayor de
bienes (o capacidades) que en aquellas
sociedades cuyas estructuras no están así
dispuestas.