Diapositiva 1 - Homilies de Mn. Joan Serra Fontanet

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Transcript Diapositiva 1 - Homilies de Mn. Joan Serra Fontanet

El testimonio admirable de los mártires 2/3
¿Quiénes son y de dónde vienen?
La Beata y Mártir Josefina Sauleda Paulís
Nace en Sant Pol de Mar (Provincia de Barcelona y Diócesis de Gerona),
el 30 de julio de 1885.
En 955 había un
monasterio benedictino,
fundado por unos monjes
llegados de Francia. Junto
al cenobio levantaron la
célebre Ermita de Sant Pol
(san Pablo), que ha dejado
nombre a perpetuidad al
pueblo.
En 1264 dejaron el cenobio
los benedictinos. De 1269 a
1360, aproximadamente,
huvo una comunidad de
cartujos, alabando al Señor,
día y noche.
El lugar, junto al mar, era
ideal para elevar el espíritu
a la contemplación y a la
acción de gracias al
Creador de tanta belleza.
La M. Josefina (Ventureta, en el mundo), era hija de D. Victoriano
Sauleda Roura y de Da. Josefa Paulís Roura.
¿Quién es la familia Sauleda?
Una familia emigrante
El padre de la M. Josefina, el sr. Victoriano Sauleda, narra la historia
familiar.
El día 15 de agosto de 1815
fue bautizada mi querida
madre María Roura y Pujol en
esta Iglesia parroquial de San
Pol de Mar. Fue su padre José
Roura de oficio tejedor de
géneros de punto y su madre
Buenaventura Pujol...
El 10 de marzo de 1817 fue
bautizado también en esta
Parroquia mi querido padre
José Sauleda Villalonga
nacido aquel mismo día.
Falleció el 18 de marzo de
1882 a los 64 años de edad.
Era hijo de Lorenzo Sauleda y
de Eulàlia Villalonga, todos
ellos hijos de esta villa como
también se cree lo fueron sus
inmediatos antepasados.
Su padre era de oficio
pescador con barca
propia lo mismo que los
arreos y era propietario
de la casa que habitaba
en la Calle de la Plaza n.
12; y además poseía
una viña en este término
municipal. Hoy es
nuestra.
Tuvieron seis hijos, de
los cuales el último fue
mi padre... Llamado
José.
Por los años1838
navegaba un tío de mi
padre por los España y
la Américas del oeste y
sur como capitán del
bergantín "Victoria", de
su propiedad.
Antes de emprender
uno de sus últimos
viajes se interesó con
mis abuelos para que
le dejaran llevarse al
que fue después mi
querido padre, con el
simple empleo de
muchacho de Cámara,
a la sazón sólo contaba
catorce años.
Varios fueron los viajes que
hicieron entre muchos
puertos de América, Norte y
Sur, en las Antillas, como
también España, Italia y
Francia.
De muchacho de Cámara
pronto ascendió a marinero
y luego de contramaestre
siempre a las órdenes de
su tío Jaume Pujol.
En uno de sus últimos
viajes casó con la que fue
mi madre. Los viajes solían
durar unos seis meses
entre ida y vuelta.
Tuvieron tres hijos, una niña que falleció al poco tiempo de nacida. Y el 24
de junio de 1843 nació yo (Victoriano, el padre de la M. Josefina). El 9 de
marzo de 1846 nacía otra hermanita que se llamó Josefa.
En 1849 la tripulación del "Victoria" enfermó y tuvieron que hacer escala
en la Isla de Cuba. Llevados al hospital, varios murieron, otros se
dispersaron; mi padre curó, pero resuelto a no volver a navegar.
Convalesciente, sin amigos ni recursos, logró pasar a La Habana donde
encontró trabajo en una tienda de víveres propiedad de un señor catalán
natural de Calella. Al poco tiempo con sus ahorros pudo comprar la tienda
a su amigo protector.
Sólo, frente al negocio, tenía que barrer, lavar, cocinar, hacer café
y feír una gran cantidad de bacalao para abastecer diariamente un
cuartel de soldados inmediato a la tienda.
El negocio iba bien y llegó el momento de llamar a su esposa e
hijos. Embarcamos en 1853 en el puerto de Barcelona. Yo tenía 9
años, mi hermanita, 7. Llegamos a La Habana después de un
largo y feliz viaje.
Al poco tiempo de llegar
enfermó mi hermana de fiebre
amarilla y murió a los pocos
días...
Otra hermanita la sucedió y le
pusieron el mismo nombre de
Josefa...
Yo estudiaba, la pequeña
crecía y el negocio iba
prosperando...
Tendría unos 16 años, mis
padres, aconsejados por unos
amigos, decidieron enviarme a
dar un paseo por España...
(El Sr. Victoriano, cuenta como
se enamoró, en Sant Pol de Mar,
de su prima Josefa Paulís, con
la que finalmente se casó en La
Habana, con las debidas
dispensas, el 3 de enero de
1867. Cuenta también como al
tomar la dirección del negocio
de su padre en La Habana,
concedió la libertad a los
esclavos, que aun en aquellas
tierras y tiempos los había, cosa
que éstos le agradecieron toda
la vida.)
"Los dos esposos conscientes
de su responsabilidad formarán
una familia según Dios manda.
Cuando hay amor de Dios y
mutua comprensión la vida de
familia se hace acreedora de
todas las bendiciones del cielo.
Doce fueron los hijos que
recibieron como regalo del
cielo. Varios de ellos
murieron siendo
pequeñitos, dejando
traspasado de dolor el
corazón de los padres.
En 1881 regresamos a
España. Mi padre José, mi
esposa y mis tres hijos
(Mercedes –monja
dominica en Montesión-,
José y Arturo)…
En 1885 nació el décimo
de nuestros hijos, una niña
que le pusieron el nombre
de Buenaventura, Marta,
Francisca (nuestra M.
Josefina).
El Sr. Victoriano murió
santamente rodeado de su
esposa e hijos el día 8 de abril de
1920, a la edad de 77 años.
Su esposa le sobrevivió diez
años, falleció el 22 de noviembre
del año 1930, contaba con 85
años de edad.
La M. Josefina además de su
gran bondad de corazón
heredará de su padre energía y
firmeza de carácter, más bien
fuerte, que sabrá dominar a
tiempo y conseguirá un equilibrio
perfecto que sumado a la
simpatía que le desbordaba la
hacía una mujer sumamente
atrayente. Su inclinación de tipo
laboral era el arte y la técnica.
Bautizada el 5 de
agosto, de 1885,
en la Parroquia de
Sant Jaume, de
Sant Pol de Mar.
Se le pusieron los
nombres e
Buenaventura,
Marta, Francisca.
Primera comunión, el
día 23 de mayo de
1897.
Confirmada, el día 14
de junio de 1887.
Alumna en las Dominicas de la
Anunciata, de Sant Pol de Mar.
Fundadas por el dominico
catalán Sant Francesc Coll.
El lema de la vida de este
santo: “Un fuego enciende
otro fuego”.
A los 16 años de edad
manifiesta su vocación
religiosa.
En 1904, en unos
ejercicios espirituales en
completo retiro, Dios le
dio a comprender que su
vocación era a la vida
contemplativa y
dominica. Tiene 19 años.
Entró en el Convento de
monjas dominicas de Ntra.
Sra. de Montesión, en
Barcelona, el 19 de enero de
1905, donde tenía una
hermana, Sor Mercedes,
hacía once años.
Vistió el hábito dominicano el
día 18 de marzo del mismo
año.
Hizo los votos simples el día
24 de marzo d 1906.
Emitió los votos solemnes el
12 de abril de 1909.
Una de las impresiones
más fuertes al llegar al
convento era el coro.
Este es el lugar sagrado
donde la monja pasa las
mejores horas del día y
a veces de la noche
cantando las alabanzas
divinas y vagando a la
oración. Es el lugar
también de la amorosa
interpelación de Dios en
el íntimo del alma que la
invita, la presiona, con
nuevas llamadas y
exigencias de amor y de
fidelidad.
El coro alto de
Montesión era un
recinto cuadrilateral,
ancho, espacioso. Una
hermosa y bien tallada
sillería daba la vuelta
por tres lados,
quedando libre la parte
delantera con una reja
que separaba el coro
de la Iglesia por donde
se divisaba el altar
mayor y el sagrario
colocado encima.
Un gigantesco rosetón
calado de variadísimos
colores proyectaba la
luz solar en toda la
estancia ofreciendo al
espíritu un solaz y
religioso bienestar.
En el centro de la reja había un
altar con multitud de reliquias
de todos los santos del cielo, y
en medio un Crucifijo de
tamaño natural de aspecto
verdaderamente
impresionante.
Este Jesús clavado en la cruz,
era el blanco de todas las
miradas y el divino receptor de
los fervorosos suspiros
amorosos de sus esposas.
No se podía levantar la vista
sin encontrar-se con esta
sangrienta figura.
Todas las que entraban en
Montesión sufrían un
fuerte impacto al
encotrarse tan de cerca
con esta imagen del
Crucificado que
permanentemente presidía
el coro.
Sor Josefina miraba una y
otra vez esta faz adorada y
en aquel Corazón
traspasado y abierto
templaba los ardores de su
corazón y las rebeldías de
su carácter, que nadie
llegó a conocer ni hubiera
sabido si ella no lo hubiera
manifestado.
Jesús colgado en la cruz será el
modelo a imitar si quiere ser
santa, y Sor Josefina intentará
imitarle de verdad; conformarse
a El; acercarse más a El; serle
fiel y sobretodo amarle. Y muy
pronto empezarán a germinar
aquellos vivos deseos de sangre
por sangre que irán creciendo
de día en día en su alma.
Ante aquel Crucificado podemos
decir comenzará su historia de
amor. Oh, si se hubieran podido
recoger los dulces ecos de sus
tiernas y amorosas palabras que
salían de su abrasado corazón!
No me lo invento ni imagino,
será la misma Madre Josefina
que lo manifestará en un
momento grave de su vida,
como diré después.
Palabras de su director
espiritual, el Padre José Boada:
Ella aprendió y gravó en lo más
profundo de su alma el sublime
consejo que el grande sabio y
santo dominico Sto. Tomás de
Aquino diera un día a su hermana:
El Salvarse, el santificarse es
cuestión de querer. Aquí está todo.
Ella quiso, y venció todas las
dificultades que nos fueron pocas;
ella quiso, y doblegó incontables
veces el árbol crecido y robusto de
sus inclinaciones naturales para
satisfacer a perfección cuanto la
obediencia religiosa esperaba de
ella; ella quiso, y su virilidad
espiritual, con la gracia abundante
que el Señor concede a los
esfuerzos personales, consiguió
realizar verdaderos heroísmos de
virtud en el fondo de su alma.
Por esto llegó el momento de
verdad de los ardientes
deseos del martirio,
dominando así y sacrificando
por completo en honor de
Jesús, su Esposo Divino, la
inclinación natural a vivir, que
todos tenemos, el amor
innato a la vida que el mismo
Dios ha impreso en lo más
íntimo de nuestro ser.
Llegó el ardiente y sublime
querer morir por Cristo;
querer derramar toda su
sangre por Jesús, en justa
correspondencia al amor sin
límites que nos demostró al
derramarla, El, por todos
nosotros pendiente de la cruz
en la cumbre del calvario.
Jesucristo aceptó la oblación
generosa y espero con delirio el
día venturoso que la Iglesia
Católica Apostólica Romana,
con autoridad plenísima nos
declare que podemos decir muy
alto, la Rda. Madre Josefina
Sauleda, Religiosa Dominica
del Real Monasterio de Nuestra
Señora de Montesión de
Barcelona, ha sido mártir de la
Fe Católica, ha dado
generosamente su vida por
Cristo, y ante tan memorable
acontecimiento podamos cantar
con recia voz esta nueva gloria
de la por tantos títulos gloriosa
Orden Dominicana…
ANÉCTODAS
(claro reflejo de una vida plena
y feliz en el monasterio)
A pesar de todo – referencia al
ambiente enrarecido que
acabaría en la Guerra Civil y
la persecución de la Iglesia- y
a demás de fervor, en el
noviciado – con la M. Josefina
de Maestra de novicias- había
alegría, risas y buen humor.
Estad siempre alegres,
decía el Apóstol a los
Filipenses, os lo repito,
estad alegres. Que vuestra
alegría sea conocida de
todos los hombres.
Filipenses 4,4-5
¡Que recomendación tan hermosa
sabe dar a los cristianos de
Filipos! El apóstol habla de la
alegría cristiana que tiene puesta
su confianza en la Providencia de
quien todo lo espera; y por
recompensa la paz de Dios, que
sobrepuja todo entendimiento. Y
que lo sepan todos, que donde
hay paz es señal de que hay
libertad de espíritu.
Esto lo pueden decir más que
nadie los que han salido
victoriosos del mundanal ruido
para retirarse a la paz del claustro
donde todo queda informado de la
paz de Cristo.
Se dice de Ntro. P. Sto. Domingo
que fue un santo que sobresalió en
virtudes humanas y divinas.
El Bdo. Jordán de Sajonia nos dice
“la alegría brillaba en su cara, fiel
testimonio de su buena conciencia
y como el corazón alegre, alegra el
semblante, Prov. 15,13, la hilaridad
y benignidad del suyo
transparentaba la placidez y el
equilibrio de su interior; con ella se
atraía el afecto de todos y cuantos
le miraban quedaban prendados de
él.”
Algo parecido ocurría con la M.
Josefina y un expansivo
dominicanismo reinaba en el
noviciado. Señal cierta de la alegría
de sus moradoras.
La Madre sabía hacerse a todas,
y a todas nos ganaba para Dios.
Tenía el sentido del buen humor,
era bromista, sabía reír y hacer
reír a los demás.
Todos experimentamos que una
cara sonriente es vehículo de
alegría, ensancha el corazón,
crea bienestar, siembra ilusión y
esperanza.
Nuestra Madre era muy
ocurrente en las conversaciones
y sabía amenizar el ambiente con
cantos, chistes y anécdotas.
Sabía de memoria toda la
legendaria vida del Rector de
Vallfogona. ¡Y cuanto nos hacía
reír contándonos en las
recreaciones, las agudezas de
este cura catalán!
Tenía sal para contar chistes y
anécdotas. Una vez llegaron al
convento procedentes de Roma
unos Rdos. Padres dominicos. Ella
hacía poco había entrado en
Montesión. Uno de los Padres le
preguntó: ¿de dónde es la
postulanta? La Ventureta de
entonces presumiendo de lista
contestó: “de la cuesta, Padre” (de la
costa).
Se dio cuenta en seguida de su
disparatada respuesta y se puso
colorada como una amapola. Los
Padres supieron disimular la errata
de la postulante. La Madre cuando
nos los contaba reía a gusto
recordando el sofocón de aquel día.
Sor Josefina llevaba la dirección del canto en el coro
y al mismo tiempo tenía que acompañar con el
órgano cuando faltaba la primera organista; esto
resultaba dificultoso. Una monja le dijo: Sor Josefina,
¿por qué no me enseña a pulsar unos cuantos
acordes y la supliré cuando haya de entonar el
aleluia? Dicho y hecho. Era esta monja muy capaz y
se aprendió la lección en poco tiempo.
Llegó el día del debut y la improvisada organista
decidida va a tomar posesión de su nuevo cargo y
así que puso las manos en el teclado se le fue el
santo al cielo y no se acordó de nada, pero no se
inmutó lo más mínimo y se puso con gran serenidad
y garbo a teclear de arriba a bajo procurando hacer
mucho ruido para que nadie notara el fallo.
Sor Josefina, que se dio cuenta al instante, no pudo
entonar el aleluia. Una incontenible risa disimulada
por el estruendoso ruido del órgano suplió aquella
parte variable de la misa.
Cuando nos los contaba su amplia sonrisa nos
contagiaba a todas.
Era el año 1935, día de los Inocentes.
Queríamos tanto a la Madre que pensamos
hacerle una inocentada que fuera gorda.
Junto con otra novicia que se llamaba Sor Isabel
acodamos, las dos solas, hacer un diablo para
hacer chillar, y reír a la Madre con almohadas y
trapos negros fabricamos un colosal Metisfófeles
de más de dos metros de altura. La cabeza era
de miedo, los cuernos le subían unos palmos
sobre el casco y de la boca salía una lengua de
palmo encarnada y un rabo de proporcionadas
dimensiones. Terminada la obra la
contemplamos y vimos que nos había salido
guapo en su género.
Pero y ahora dónde meterlo hasta mañana? Mi
celda al parecer era el lugar más apropiado y
seguro, y allí lo escondimos; y he de confesar
que la primera inocentada fue para mí; no me
hacía gracia pasar la noche con aquel monstruo
a mi lado. Lo cubrí con una sábana, rocié la
celda con agua bendita y a dormir tranquila.
Al día siguiente al anochecer lo colocamos en medio de
un corredor por donde tenía que pasar la Madre para ir
al oratorio a rezar las últimas oraciones del día con las
novicias. Lo dejamos todo oscuro con una sola luz al
fondo para que al abrir la puerta se viera la silueta. Las
dos cómplices nos colocamos un poco antes en una
celda cerca del monigote, armadas de cuantos hierros y
latas pudimos encontrar aguardando el momento de
abrir la puerta para empezar el infernal ruido. Todo salió
a la maravilla, fue un éxito. Oímos chillar a la Madre…
¡Era el día de Inocentes!
Ya puede figurarse el lector la que se armó, risas a más
no poder.
La M. Maestra, la más valiente, arrastró a Satanás
hasta la sala, cogió un palo y dando vueltas a su
alrededor le dio una paliza fenomenal. Todas la
imitamos y la Madre iba diciendo: “me he de saciar de
darte palos, me las pagarás todas…” y apretaba los
labios para darle fuerte. A mí me llamó la atención tanto
sus gestos como sus palabras, y más de una vez he
pensado: ¿es qué le habría hecho alguna mala pasada
el diablo? No me extrañaría. Al fin y al cabo éstas son
sus genialidades, fastidiarnos.
El día terminó felizmente. El diablo hecho
trizas y nosotras triunfantes y alegres nos
fuimos a descansar. Habíamos logrado
nuestro inocente objetivo, hacer pasar un
ratito alegre a la Madre, que bien se lo
merecía. ¡Le debíamos tanto! Y amor con
amor se paga. La Madre se alegraba de
vernos contentas en la casa del Señor. La
alegría era la mejor garantía de que
nuestra vocación era de buena calidad.
Quien únicamente puede llenar el
corazón humano y colmar todas sus
ansias de felicidad es Dios, y a Él nos
entregamos totalmente, por eso El
colmaba con plenitud nuestro corazón
incluso en las inocentadas hechas con el
sano y caritativo fin de alegrar al prójimo.
Llegó la fiesta onomástica de la Madre Josefina, el
último que celebró en la tierra.
La obsequiamos lo mejor que pudimos, con cantos,
poesías, algún regalito de confección casera y todo
esto que se acostumbra hacer en los conventos donde
reina la verdadera fraternidad envuelto con la plegaria
del corazón vínculo de nuestra unión y alegría con
Dios.
Un detalle nos aguó un poco la fiesta. Le adornamos la
puerta de la celda con dos palmas. Al verlas exclamó:
“¡Ay! ¡Esto anuncia mi martirio! A la verdad, no nos hizo
mucha gracia esta reacción. De haberlo sospechado de
seguro no las habríamos puesto.
Cuando ante una puerta le cedíamos el paso, si era
tiempo de recreación, sonriente decía: “el borrico pa
delante”. Entonces nosotros pasábamos corriendo, se
comprende, nos reíamos de su agudeza.
A una novicia que estaba ante la imagen de la Virgen
con un librito que decía “Paso las noches velando”, la
madre pasando le dijo: “Le dices a la Virgen que te
pasas las noches velando y te las pasas durmiendo”,
Sor Natividad.
La oí decir alguna vez parafraseando su nombre: “Me
llamó Josefina que significa, cosa fina”, y riendo añadía:
“¿Es que no le va esto a mi persona?”
Cosas de poca monta son todas estas que acabamos de
narrar. Es cierto, pero en las biografías es muy
importante detenerse unos momentos en puntualizar,
palabras, hechos y anécdotas caseras como las
podríamos llamar, que nos pintan al vivo la persona y la
personalidad del biografiado siendo todo ello un fiel
reflejo de su espíritu.
La vida es un tejido de cosas pequeñas y si esta vida
está consagrada al amor, todo se convierte en amor
mientras la acción sea recta y con buena intención.
Lo que de ti pide Dios es: “que camines humildemente
en su presencia cumpliendo la justicia y amando con
ternura”. Miq. 6,8.
Y así con mucho amor por dentro y buen humor por
fuera, hacía la Madre agradabilísima la convivencia. Y a
su lado nuestro ideal de principiantes se fortalecía día a
día.
Muchas otras cosas podríamos añadir a tenor de lo que
voy escribiendo, pero temo alargarme demasiado y
necesito el papel para contar cosas de más importancia.
EL MARTIRIO
- Fue sometida a una horripilante
tortura durante toda una noche. Su
torturador, un famoso anarquista, se
convirtió a la fe i pidió un sacerdote
para confesarse antes de ser
ejecutado.
- No podía quitarse de la mente, dejó
escrito, toda aquella noche de horror y
como la mártir expiraba en la
madrugada orando por España y por
él.
(continuará)
FOTOS DE LA BEATIFICACIÓN DE LOS 498 MÁRTIRES
(LA MÁS NUMEROSA DE LA HISTORIA DE LA IGLESIA)
Oración propuesta por la Conferencia
Episcopal Española, para la beatificación
de los 498 mártires:
Oh Dios, que enviaste a tu Hijo,
para que muriendo y resucitando
nos diese su Espíritu de amor.
Nuestros hermanos,
mártires del siglo XX en España,
mantuvieron su adhesión a Jesucristo
de manera tan radical y plena
que les permitiste derramar su sangre por Él.
Danos la gracia y la alegría de la conversión
para asumir las exigencias de la fe;
ayúdanos, por su intercesión,
y por la de María, Reina de los mártires,
a ser siempre artífices de reconciliación en la sociedad y
a promover una viva comunión
entre los miembros de tu Iglesia en España;
enséñanos a comprometernos, con nuestros pastores,
en la nueva evangelización
haciendo de nuestras vidas
testimonios eficaces del amor a Ti y a los hermanos.
Te lo pedimos por Jesucristo,
el Testigo fiel y veraz,
que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Fuente documental:
Catalalina Febrer Grimalt, o.p., Memorias, una
aventura de fe y de amor, Editorial Claret,
Barcelona, 1987.
Publicado con permiso.
Pedidos: Monasterio de Montesión, C. Esglesia,
82, Esplugues de llobregat (Barcelona)
[email protected]
Editor del power point:
Mn. Joan Manuel Serra i Oller
[email protected]
Obispado de Sant Feliu de Llobregat
(Barcelona, España)
www.bisbatsantfeliu.cat
Más detalles en:
www.mossenjoan.com