María Antonieta de Francia (Patricia García)

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Transcript María Antonieta de Francia (Patricia García)

POR PATRICIA GARCÍA
Infancia
1755-1770
La reina Mª Antonieta nació el 2 de Noviembre de 1755. Para su madre, Mª
Teresa, reina de Hungría, fue el 15º parto. Entonces tenía 38 años.
Recibió el nombre de María Antonia Josefa Juana. Su apodo le vendría dado
debido a ser la pequeña de ocho hermanas con el mismo nombre.
Mª Antonieta a sus 3 o 4 años
María Antonia madre de Mª
Antonieta
La infancia de Marie Antoinette fue idílica. Sus tutoras, (La condesa
Brandeis y más tarde la condesa Lerchenfeld),carecieron de una gran
influencia sobre ella y se convirtió, no por falta d e inteligencia, en la “menos
culta” de todas sus hermanas.
Cuando se concretó el trato con Francia sobre el casamiento de la
benjamina austríaca, comenzó sobre ella un cambio tanto físico como
intelectual.
En cuanto a lo físico, mandaron a palacio a un peluquero parisino para
solucionar “la amplia frente y el crecimiento irregular del cabello de
Antoine” Tal como afirmaba su madre.
Al principio, María Teresa (Madre de Mª Antonieta) pretendía convertir en
delfina de Francia a la hermana mayor de Antoinette , Mª Cristina, con tal de
fijar la alianza franco-austriaca.
En la foto, Mª
Cristina
DOS SEMANAS Y MEDIA. Fue lo que tardó la futura reina Francesa en
llegar al destino de su entrada a Francia. Atravesaría toda Europa central
, la mayor parte del tiempo encerrada en su carroza de oro y terciopelo.
DELFINA DE
FRANCIA
1770-1774
El encuentro en el bosque de compiègne se produjo el 14 de Mayo
hacia las tres de la tarde.
María Antonieta tuvo que deshacerse en esa ocasión de todo lo que le
atase a Austria, incluso su ropa.
Lo primero por lo que preguntó el rey sobre Marie Antoinette fue sobre su
“busto” a lo que su consejero austriaco le contestó que no se había
fijado.
La llegada de la joven delfina a Versalles no sentó muy bien a la corte ya que,
se había convertido en “la favorita”. Una joven bella y heredera al trono no
estaba predestinada a ganarse la simpatía de la corte.
No obstante, ella tampoco parecía poder
acostumbrarse a su nueva vida. La corte hostil,
su marido ausente y el libertinaje del rey Luis XV
y su amante, incomodaban enormemente a la
futura reina.
Marie
Antoinette
En la foto, Madame
Du Barry, amante
del rey Luis XV
A su llegada a Versalles, le fueron entregadas todas las joyas
que le correspondían , que no eran pocas al ser la única dama
real.
La agasajaron con numerosos regalos, como un abanico con
incrustaciones de diamantes con las iniciales “MA” grabadas en
cierres esmaltados.
María Antonieta se casa con el delfín de Francia el 16 de Mayo de 1770.
El que sería futuro rey, atesoraba fama de torpe y no era muy buen
bailarín. Era bastante sordo y miope, por eso solía ir con la cabeza gacha.
Pese a todo, era bastante inteligente y aplicado, gran admirador de David
Hume.
LA BODA
“La mejor boda real jamás vista” según la calificó el propio rey Luis XV. “Debida la
elevada posición de la novia” culminó.
La boda tuvo más de 6.000 invitados elegidos de entre la más alta nobleza y
además, varios millones de pueblerinos que se agolparon en los jardines de
Versalles.
A diferencia de Marie Antoinette, el que fuera su marido, Luis XVI, se mostró frío y
malhumorado durante toda la ceremonia. Sin embargo, los papeles se invirtieron a
la hora de firmar el contrato matrimonial, en el que la novia pareció no sentirse muy
cómoda. Su firma se presenta llena de borrones, desconocemos si debidos a los
nervios o a la fama de su inexperiencia ante la pluma y el papel.
EL DÍA A DÍA
Estaba constituido por una serie de ceremonias que estaban expuestas a todo el
público que desease asistir. Entre estos espectáculos se encontraban el proceso
de:
• levantarse
• vestirse
•desvestirse
• acostarse
•Comer
Y muchas otras actividades ayudados ambos por multitud de sirvientes.
Cualquiera que fuese vestido con cierto decoro podía acudir a contemplar cómo
comía la realeza aunque lo normal en estas situaciones era ver cómo María
Antonieta no probaba bocado en público.
En una ocasión no poco conocida, Marie Antoinette permaneció varios minutos
esperando, desnuda a que alguien le pusiera el camisón porque, una vez
quitadas las prendas, tardaron en que se aposentara en la sala alguien lo
suficientemente importante como para vestir a la delfina. Esta acción era una de
las más codiciadas por las damas de la corte.
Más o menos esto fue lo que ocurrió.
Estas acciones no agradaban nada a Antoine, tal y como retrata en una de sus
cartas a su madre, María Teresa. “Ridículo e innecesario” es como lo califica ella.
SUS PROBLEMAS MATRIMONIALES
Pero no todos los problemas de la delfina se encontraban en la corte. El
matrimonio de Antoinette era un estrepitoso fracaso según indicaba la época. Luis
XVI apenas prestaba atención a su esposa y, a pesar de los intentos de ésta por
acercarse a él, éste rechazaba todas las iniciativas “matrimoniales” de la joven.
La repulsión permanente del delfín a la hora de realizar el acto, o siquiera de
considerar la idea de realzarlo, al principio pudo atribuirse a la timidez de la
juventud de Luis XVI, pero al final desembocó en un sentimiento de inferioridad y
fracaso personal para la joven María Antonieta.
Las cartas que le enviaba su madre le acusaban de no saber “despertar el apetito
sexual de su marido” y presentaban crueles palabras hacia la joven porque, el
pacto franco-austriaco no se habría de firmar hasta que se engendrara un
heredero al trono.
Si es cierto que en 1772, Luis XVI recurrió a una costumbre francesa según la
cual las parejas no tenían que compartir cama necesariamente. Este hecho,
junto a la indignación que le transmitía su madre María Teresa, hundieron aún
más a Antoinette.
Mientras estos problemas se llevaban a cabo, la misión de proyectar la mejor
imagen posible al pueblo iba viento en popa. María Antonieta se reafirmaba cada
día, con ejemplos como el que realizó una vez ante un postillón. Reafirmó su
fama de misericordiosa y amable parando su carroza durante más de una hora,
negándose a seguir adelante hasta que no llegara un cirujano para atender al
herido.
Sin embargo, esta situación no pudo más que durar unos pocos años. La
frustración de Marie Antoinette y su incapacidad para mostrar esos
sentimientos, llevaron a la mujer a rendirse a los placeres del juego.
“Te estás haciendo mayor y ya no tienes la excusa de ser joven ¿ En qué te
convertirás? En una mujer infeliz y en una princesa, más infeliz todavía”
fueron las palabras que su hermano José le dirigiría a los 21 años, enfatizando
el hecho de no haber engendrado un bebé hasta el momento. (1777)
La reina se aficionó a participar en las carreras de caballos y en los juegos de
naipes, tan famosos en la época de la corte de Versalles. Ella defendía que lo
hacía para seguir las corrientes del momento.
REINADO DE FRANCIA
1774-1789
Cuando Marie Antoinette llegó al trono tras la muerte del anterior
rey, Luis XV (Abuelo de Luis XVI), todos los actos realizados por la
reina se exageraban, como era obvio en el círculo de la corte a los
que, como he dicho anteriormente, no les había sentado bien desde
su mudanza a Versalles.
Sin embargo, para 1774 a Marie Antoinette todavía no le había
desaparecido la risa infantil que la caracterizaba desde su llegada a
Francia.
Uno de los más claros ejemplos de esta hostilidad hacia la entonces
reina fue el que se dio una noche de verano en la que la joven
decidió acompañar a su círculo de cortesanos “favoritos” a ver una
puesta de sol. Ésta, llena de admiración no paraba de aclamar la
hermosura del momento. Sin embargo, este episodio tan inocente
fue convertido por la gente de la corte en una auténtica orgía.
Según un libro difamatorio sobre la reina, habrían esquivado al
servicio para esconderse entre los arbustos y “realizar actos
amorosos”
Contrasta aquí la fama de inocente que caracterizaba a la reina y,
según otras fuentes, bastante pudorosa con el tema sexual, cosa
que no era de extrañar debida la situación de la joven. Ésta también
puede ser una de las causas por las que la reina se dejó llevar por
la lujuria. A parte de su grupo de “favoritos”, Antoinette sentía que
no agradaba a nadie en la corte.
Así pues, la subida al trono de la delfina no sirvió más que para empeorar la
situación por la que estaba atravesando. A su irresponsabilidad de joven inmadura
se unió el hecho de no tener que “dar explicaciones” a nadie, salvo al rey, que por
otra parte se sentía tan culpable de su incapacidad de dejar embarazada a su
mujer, que no ofrecía mucha resistencia hacia los caprichos de ésta.
Así pues, sus gastos fueron en aumento y la cantidad de dinero que gastaba la
casa real era bastante mayor de la que en realidad debían gastar.
Las partidas en las que Antonieta participaba se alargaban hasta tarde y tenían
dos efectos concretos:
•
La apartaban del rey durante la noche. (Cosa poco recomendable en la
situación del matrimonio)
•
Causarle problemas económicos, que más tarde le pasarían factura.
En una ocasión en 1776, María Antonieta convenció a Luis XVI para participar
en una partida que comenzó la noche del 30 de Octubre y se alargó hasta la
mañana del 31 y se reanudó de nuevo hasta las tres de la madrugada del día de
Todos los Santos.
Tanto fue así, que para 1778 su íntimo amigo el conde Mercy sostuvo que la
reina pasaba tales estrecheces, que dejó de dedicarse a las labores benéficas
que tanto agradaban al pueblo.
También pertenecen a ésta época de excesos los famosos tocados que
solía mostrar María Antonieta. Era muy normal verla con peinados de hasta
90 centímetros de alto, llenos de plumas y ornamentaciones por todas
partes. Una excusa a este libertinaje en cuanto a estilo, se puede encontrar
en que la reina de Francia, debía marcar las corrientes estilísticas del país,
que a su vez era la capital de la moda. En una ocasión, Luis XVI regaló a
su esposa una pluma de joyas ornamentada con diamantes del propio rey.
Sus gastos en ropa tampoco eran míseros, causa por la que el pueblo
comenzó a acusarla de derrochadora y de gastar el dinero del pueblo.
A finales de 1776, la reina, que tenía asignados para vestirse 150.000
livres, había acumulado una deuda de 500.000 livres.
Y no sólo era el pueblo el que amenazaba a la reina. Las críticas llegaban
también desde su familia, animándola al cambio: “¿Qué estás haciendo en
Francia? ¿Cómo van a respetarte , a honrarte salvo como a una simple
acompañante del rey?” La criticaba también de ser fría, aburrida e incluso
molesta ante la presencia de su marido.
En 1778, llegó por fin la buena noticia con el nacimiento de la primera hija
de los reyes de Francia. María Teresa de Francia fue recibida con gran
cariño por Marie Antoinette pese a no ser un varón que pudiese heredar el
trono. Ésta fue la que más años consiguió vivir, ya que, sus siguientes tres
hermanos, Luis José, Luis XVII y María Sofía Helena Beatriz de Francia no
consiguieron pasar de los 15 años.
(1786–1787)
1778–1851
1781–1789
(1785–1795)
Pese a todo, su actitud no cambió, ni siquiera después de convertirse en Madre,
los gastos de María Antonieta consiguieron ponerse al debido nivel.
Ya en vísperas de desatarse la revolución francesa, se atribuyó a María Antonieta
la famosa frase “Que coman pasteles” ante la falta de alimento y la crisis
económica a la que se enfrentaba el pueblo francés.
Esta frase, aunque fue injustamente atribuida a la reina, incrementó el odio que el
pueblo ya sentía hacia ella, empujándolos hacia la tan temida revolución.
Así pues, la popularidad de la reina fue decreciendo consiguiendo que la
reina tuviera “muy dolorido el corazón” tal como afirmó ella.
La primera muestra de esto fue en una de las reuniones que los reyes
mantuvieron con los representantes de los tres estamentos (una de las
primeras) para resolver el problema económico que atravesaba Francia tras
ayudar en la guerra de la independencia a EEUU (1783).
Al parecer, la reina fue recibida con un absoluto silencio frente a los vítores
que recibió Luis XVI. Por fortuna, a la salida de la misma conferencia, los
representantes decidieron gritar un “¡viva la reina!” pero las fuentes
confirman que sólo fue por agradar al rey.
A partir de 1789, la situación de la reina no puede ir a peor. Todos dudan de
la legitimidad de sus hijos y, para colmo, el 4 de junio de 1789 muere su
hijo Luis José.
Conmocionada por este acontecimiento y desorientada por el rumbo que
toman los Estados Generales, María Antonieta se deja convencer por la
idea de una contrarrevolución. Pero es demasiado tarde porque la cabeza
de la reina y sus favoritos ya tiene precio. Se la acusa también de querer
hacer saltar el Parlamento con una bomba y de mandar a las tropas sobre
París.
A partir de aquí no hubo buenas noticias para Marie Antoinette, que según
un médico inglés que presenció a la reina en ésta época, “impresiona la
severidad que había adoptado su semblante” ahora “arrugaba la frente”,
gesto que, en su opinión, deslucía su beldad.
Comenzó también entonces el declive del rey que, como siempre, se
caracterizaba por su afición a no tomar decisiones concretas.
El 23 de junio de 1789 el rey presidió una sesión en la que se negó a que
los tres estamentos se reunieran pero, 4 días después revocó esta decisión
para aceptar la reunión de los tres estados ya que, el Tercer estamento no
mostraba intención de marcharse a la sala que se les había asignado.
“Estamos aquí por la voluntad del pueblo y sólo saldremos por la
fuerza de las bayonetas” afirmaban los revolucionarios.
“No te puedes imaginar en qué se ha convertido la vida en Versalles,
por la noche, lanzan piedras y disparos” Es uno de los testimonios de
los cortesanos aún residentes en el palacio.
Los reyes se encontraban en Versalles el 14 de julio de 1789 ajenos a la acción
que se estaba dando en París (Asalto a la Bastilla).
Cuando los reyes se enteraron, mandaron huir a los miembros de la corte que
todavía permanecían en Versalles hacia la frontera Suiza, sobre todo a los más
odiados como la condesa de Polignac, considerada amante de la reina María
Antonieta.
Condesa de Polignac
Y, después de huir la corte de Versalles, ¿Porqué no partía Antoinette hacia un
lugar más seguro, después del escándalo del 14 de julio? La respuesta es
sencilla. Pese al temor que le causaba lo que pudiera suceder debido a ser el
miembro más odiado de la corte, María Antonieta estaba decidida a ocupar hasta
el final su puesto de consorte del rey y madre del delfín.
Consideró la opción de huir de Versalles hacia Metz, al noroeste de Francia pero,
cómo no, Luis XVI fue influenciado por sus consejeros, que tomaron la decisión de
permanecer en el palacio por él.
Más tarde, el rey lamentaría esta decisión en una carta a la condesa de Polignac:
“Debiera haber partido entonces. Perdí mi oportunidad y nunca volvió a
surgir” Se lamentaba el monarca.
A finales de agosto de aquel mismo año, Luis XVI reconocería oficialmente y a
regañadientes la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano.
Mientras tanto, el pueblo pensaba que María Antonieta se había quedado en
Francia con el propósito de acabar con la Asamblea Nacional.
No mucho tiempo después, la familia al completo se encontraría camino de París
en una carroza, obligados por una inmensa multitud que ya tenía en su poder las
cabezas de diferentes conocidos de los reyes.
En adelante, Versalles, el palacio desde el que se había esperado con impaciencia
la llegada de la joven delfina veinte años antes, tendría el aspecto desolado de un
lugar bajo maleficio.
“Salida de Paris a las 12.30, visita al ayuntamiento, cena y cama en las
Tullerías” fueron las palabras que Marie Antoinette utilizó en su diario y que
retratan perfectamente la situación que vivió.
El 7 de Marzo de 1790 una carta de Mercy-Argentau hacia la reina es
interceptada, contratiempo que desvela las intenciones de esta de huir hacia
Austria de Antoinette.
Cinco meses después, el 11 de Agosto y tras ser trasladados a la prisión del
Temple, muere el delfín a la edad de 10 años.
Durante las matanzas de septiembre, una de las más allegadas amigas de
María Antonieta es asesinada salvajemente y su cabeza es exhibida
paseándola por delante de las ventanas donde se aposentaba la monarca.
Tras una larga agonía, el 21 de enero de 1793, el rey Luis XVI es
ejecutado
Comienzan entonces los duros juicios de María Antonieta que se dan desde el 14
de agosto de 1793 hasta el 16 de octubre, con su condena a la pena de muerte,
tal y como a su marido, Luis XVI.
Termina así la vida de Marie Antoinette Josepha Johanna von HabsburgoLothringen, una persona al principio admirada, luego amada y posteriormente
guillotinada.
Según ha quedado patentado en diversos escritos, María Antonieta era una mujer
dulce, infantil y perturbada, predestinada y luchadora, particular en todos los
sentidos.
Ha habido numerosas filmaciones cinematográficas sobre la vida de este
personaje pero, me gustaría recalcar en especial una realizada en 2006, en la
que se retrata la vida de la última reina de Francia de una manera personal, con
vistas a representar cómo se sintió la protagonista, para darnos a entender que
detrás de la leyenda, existía la persona, la madre y esposa, Antonieta.
El film, interpretado por Kirsten Dunst, de la misma nacionalidad que la
monarca austríaca, fue galardonada con un Óscar en 2006.
BIBLIOGRAFÍA
María Antonieta, la última reina (Antonia Fraser) Edit: edhasa edic: 2001
http://thales.cica.es
FIN